Maestra poseída XV
El adiestramiento continúa
Capitulo 15
La física y mentalmente exhausta maestra se miró los pies y con sus pechos totalmente desnudos, se tambaleó entrando en la casa.
"Me parece que ha tenido una tarde muy emocionante, señorita Gómez", rió Yolanda. "Quítese ese vestido tan ridículo ahora mismo."
Puri forcejeó y se quitó el vestido sin una queja. Su cuerpo estaba agotado tanto por la humillación como por la sesión de ejercicios y tener que correr con los imposibles tacones altos. Estuvo de pie ante su impasible estudiante, aguardando a que se le dijera qué hacer. No tenía dignidad ni orgullo después de lo que había hecho esa noche.
"Venga aquí, señorita Gómez, e inclínese encima del sillón."
La maestra hizo cuanto se le dijo, inclinándose encima del sillón con su trasero desnudo levantado en el aire. ¿Qué podía Yolanda hacerle?. Entonces Yolanda le ató unas esposas de tobillo a cada tobillo y se los ató a las patas traseras del sillón, abriendo las piernas de la maestra.
"Ahora quiero que usted me cuente en detalle cómo le fue la tarde. Azotaré su trasero con esta pala mientras me lo cuenta porque me falló miserablemente hoy en la escuela. Cuánto tiempo esté así y cuántas veces la pala golpeará su trasero depende de lo interesante que sea su cuento."
WAM. La pala aterrizó con fuerza sobre el trasero de la atada maestra.
"¡Owwww!. Me cambié de ropa en los vestuarios."
WAM. "¿Quién le dijo que tenía permiso para ir a cambiarse a los vestuarios?."
"¡Owww!. Yo pensé..."
WAM. "Ése es el problema. No debe pensar."
"Señorita García, lo siento", susurró Puri. Su trasero le ardía y sus piernas le dolían y sentía calambres.
Puri siguió con el cuento. Tardó aproximadamente 45 minutos durante los que su trasero fue azotado aproximadamente 40 veces. Su voz se redujo a un leve murmullo vencido. Contar lo que había hecho era aún más penoso que hacerlo realmente y el constante azotar en su trasero sirvieron para romper su espíritu completamente.
Una vez que hubo terminado, Yolanda se sentó en el brazo del sillón.
"Bueno, señorita Gómez, ha ejecutado mis órdenes a la perfección y seré indulgente con usted esta noche”, dijo, soltando los tobillos de la sollozante maestra.
"Ahora vaya y ponga el preservativo lleno de semen en el congelador. Luego dúchese y vaya a dormir en el suelo al lado de su cama. Dormiré en su cama para que así se esté tranquila. Despiérteme para desayunar a las 6:30."
"Gracias, señorita García."
Puri hizo como se le mandó y tomó una ducha larga y caliente. Se acostó en el suelo aproximadamente a las 12:00, y durmió serenamente hasta que la alarma la despertó a las 5:45.
Cuando Puri se despertó todavía estaba cansada, pero se dio cuenta de que lo peor era su penoso trasero. Se lo miró en el espejo y lo vio todavía muy enrojecido. Fue al baño con su consolador y se masturbó como se la había ordenado casi hasta el punto de orgasmo. Se asustó de que su coño respondiera tan rápidamente. Cuando terminó se dio una ducha rápida y rápidamente se arregló sus cabellos y limpió el baño. Antes de salir el baño, ella se lubricó el ano por si Yolanda lo comprobaba y volvió a contemplarse en el espejo. Su trasero no podría soportar ya más castigos. No romper la regla sobre sentarse no sería un problema hoy. Se puso un par de tacones de 10 cms. y se fue a la cocina para preparar el desayuno para Yolanda. Estaba tan hambrienta que haría cualquier cosa por una comida decente.
A las 6:30, la desnuda maestra sobre sus altos tacones despertó a su atormentadora. "Buenos días, señorita García. Su desayuno está listo."
Yolanda se levantó de la cama y miró a su mascota. Le agradó ver que Puri se había peinado como le gustaba y que estaba desnuda salvo por los tacones. Su instrucción iba progresando, pero..., "¿Dónde está su collar?".
Una aterrada Puri corrió a su bolso y se puso su collar alrededor de su cuello.
"Lo siento, señorita García. Haga el favor de no castigarme."
"De ahora en adelante mi mascota hablará en tercera persona. Cuando estemos en la escuela o Eugenia esté presente puede hablar normalmente."
"Sí, señorita García. Su mascota lo siente."
Yolanda sonrió y llevó a su maestra por su cadena a la cocina. Puri había preparado tocino y huevos con tostadas y mermelada para Yolanda. Su estómago pedía comida a gritos.
"¿Tiene hambre mi mascota?", preguntó Yolanda.
"Su mascota está muy hambrienta, señorita García", respondió Puri correctamente.
"Pues creo que voy a darle un poco de leche esta mañana. Puede tomarse ésto", dijo Yolanda mientras depositaba su desayuno en el suelo. Puri estaba tan hambrienta que dejó a un lado su sentido del orgullo y se dejó caer al suelo y se comió el desayuno del suelo con sus manos.
"Termine de comer y límpielo todo, señorita Gómez, y reúnase conmigo en su dormitorio en 10 minutos."
Puri se comió toda la comida del suelo y luego lo limpió todo apresurándose en subir la escalera hasta su cuarto dentro del período de tiempo fijado. Yolanda esperaba a su maestra y le mandó introducirse el consolador en el ano allí, delante de ella. Estaba agradecida de haberse acordado de aplicarse el lubrificador como le mandó. Puri se sentó en cuclillas ligeramente y se metió el consolador en su ano.
"No se lo quitará por ninguna razón sin mi permiso", la instruyó Yolanda.
"Sí, señorita García, su mascota no se quitará el consolador sin su permiso."
"Venga aquí, señorita Gómez".
Puri se levantó y se quedó de pie delante de su estudiante.
"Ahora juegue con sus pezones y póngaselos duros, señorita Gómez."
Puri empezó a pellizcarse sus pezones que respondieron rápidamente. Su cuerpo
nunca había estado tan sensible. Cualquier pequeño estímulo tenía una rápida respuesta. Se negó a creer que realmente disfrutaba de ser tratada de esta manera. Cuando sus pezones estuvieron duros, Yolanda alargó las manos y le puso una diminuta venda de preservativo en cada uno. El dolor era mínimo, pero sus pezones así encerrados se le hincharon pronto. Entonces empezó a dolerle y llegó a estar muy sensible. "Eso se quedará tanto tiempo como el consolador, señorita Gómez."
"Sí, señorita García, su mascota entiende."
"Aquí está su ropa para hoy. Vístase y reúnase conmigo abajo en 15 minutos."
"Sí, señorita García."
Puri miró la ropa que Yolanda había sacado para ella. Una falda de paño de lana escocesa, liguero negro, medias, un body rojo y una blusa de seda blanca con el botón superior quitado y los tacones de 10 cms. rojos habían salido de su armario para hoy. La falda era cómoda, y si era cuidadosa cubriría las cimas de las medias. El body era claramente visible a través de la blusa blanca y el botón perdido dejaba ver su parte superior. Pero la parte más penosa y molesta del conjunto era el efecto del body y de la blusa sobre sus atados pezones.
Cada movimiento hacía que sus pezones se frotaran con el material y enviaba escalofríos por sus pezones sensibles directamente a su coño. Su cuerpo era su enemigo y tendría que luchar todo el día para controlarlo. Tendría que estar de pie tanto como le fuera posible. El consolador metido en su ano era incómodo, pero sus sensibles pezones hacían que no pudiera olvidarse del “ocupante” de su ano. Cuando Puri se miró en el espejo se dio cuenta de que sus pezones se marcaban a través de la seda. No había ninguna manera de esconderlos.
"¿Ha ido al baño hoy, señorita Gómez?", preguntó Yolanda cuando Puri bajó a la cocina.
"No, señorita García, su mascota no ha usado el baño hoy."
"Pues será mejor que salga y use el patio, porque hoy no se le permitirá usarlo."
La avergonzada maestra salió al patio, alzó su falda y abrió las piernas para orinar mientras su estudiante miraba.
"¿Lista para salir, señorita Gómez?".
"Sí, señorita García", respondió Puri mientras echaba un último vistazo a su bolso para asegurarse de que su collar y el consolador negro estaban allí.
"Aquí tiene su almuerzo, y quiero que ponga los preservativos en su bolso. Nunca se sabe cuándo puede necesitarlos."
Puri se apresuró a poner los preservativos en su bolso. "Señorita García, ¿debe su mascota coger hoy su bolsa de gimnasia?".
"No, mi mascota volverá a casa después de la escuela y entonces Eugenia, usted y yo nos iremos a comer al centro comercial."
Lo que Yolanda acababa de decir produjo un efecto desagradable en Puri, “¿Eugenia, Yolanda y yo en el centro comercial?. ¿Qué habrá planeado ahora?”.
Después de un paseo penoso para enseñarle su ano, Puri recibió sus instrucciones para el día por parte de Yolanda. Se estaría moviendo alrededor del aula constantemente para que así todo el mundo pudiera echarle un buen vistazo a sus pezones. Comería su almuerzo en el comedor de la escuela, pero no podría mirar su almuerzo hasta que estuviera allí. No podía usar el servicio, pero tenía que beber por lo menos 4 vasos de agua durante la mañana y un cartón de leche con el almuerzo.
"Que tenga un buen día, señorita Gómez".