Maestra poseida IX

Nuestra maestra empieza a comprender su destino

Capitulo 9

Puri luchó por llevar todos los paquetes arriba con sus pies doloridos. Después del segundo viaje todo estaba ya en la alcoba y Puri empezó a guardar toda la ropa nueva. Puso los "juguetes" en la cama junto con las sandalias como Yolanda le había ordenado. Cuando terminó sólo quería sentarse y descansar sus pies, pero recordó qué pasó la última vez que se sentó sin permiso. Su ocupado ano sólo le producía ahora una incomodidad mientras se acostumbraba a la invasión, pero sus pezones le dolían cada vez que la tela del suéter se los rozaba. De repente, oyó que Yolanda se acercaba.

"Quítese el suéter y la falda", ordenó Yolanda.

Puri se quitó el suéter y se asustó al ver sus pezones tan hinchados y rojos. Ella dejó caer su falda al suelo y estaba a punto de agacharse a recogerla cuando Yolanda se colocó detrás de ella.

"Tiene un culo bastante bonito, señorita Gómez. ¿Siente el consolador?”.

La roja maestra se enderezó rápidamente y contestó, "me encuentro incómoda, señorita García."

Cuando Puri se volvió Yolanda dijo, "A ver, déjeme ver esos pezones". Entonces alargó la mano y le retorció el pinzado pezón derecho.

"¡Ahhhhhhhhh!", gritó Puri ante el dolor que le produjo en su ya maltrecho pezón.

"¿Le duele, señorita Gómez?", le preguntó Yolanda retorciéndole el pezón izquierdo.

"¡SSSSSÍÍÍÍÍÍÍÍ!. .Por favor, Yolanda detente."

Yolanda alargó ambas manos y le retorció violentamente ambos pezones.

"¿Quién es Yolanda?".

"¡Owwwwwwwwwwwwwww!. Lo siento, señorita García. ¡Lo sientoooooo!".

"Eso está mejor", dijo contó Yolanda mientras soltaba los hinchados pezones.

"Vamos a ver qué tenemos aquí", dijo Yolanda, ignorando los sollozos de su maestra.

"Primero, señorita Gómez, venga aquí y apóyese sobre la cama para que pueda inspeccionar el consolador en su culo", le mandó Yolanda mientras se sentaba en la cama.

Puri se acercó a Yolanda renuentemente y se inclinó sobre la cama, exhibiendo su trasero delante de su estudiante.

"Agárrese las nalgas y ábrase los cachetes", ordenó Yolanda.

Puri alargó las manos y, muy despacio, se abrió el culo para mostrarle el consolador metido en su ano a Yolanda.

Yolanda se inclinó hacia delante y dio unas palmaditas en el extremo saliente del consolador, provocando un temblor en el ano de la maestra.

"No puedo esperar más para ver qué podemos hacer con usted", dijo Yolanda, cogiendo el más grande de los tres consoladores. "Dese la vuelta y abra sus piernas, señorita Gómez."

Puri se volvió y abrió sus piernas para su estudiante. Yolanda alargó la mano y pasó su dedo por la empapada abertura del coño de Puri.

"Señorita Gómez, ¿le gusta lo que le está pasando?."

La mortificada maestra quería morirse de turbación. Cómo podía excitarse ante este trato todavía empapó aún más su coño. "¿Qué es lo que he hecho mal?", pensó.

"No disfruto de este trato", contestó.

"Entonces explíqueme por qué su coño gotea como un grifo."

"No puedo explicárselo, señorita García", le susurró Puri.

"Lama mis dedos hasta que me los limpie de sus jugos vaginales", demandó Yolanda mientras le ponía los dedos delante de la cara carmesí de Puri.

Puri sacó su lengua y lamió sus propios jugos de los dedos de su estudiante. Mientras tenía la cabeza agachada, Yolanda puso las correas en los tobillos y muñecas de su maestra Y le mandó que se pusiera las sandalias de tacón. Los pobres pies de Puri protestaron, pero los forzó a meterse en los altos tacones y enhebilló las correas del tobillo.

"Quiero que se siente en cuclillas y que se coloque la punta de su vibrador en la entrada de su coño. Siéntese en cuclillas lo bastante bajo para mantenerlo dentro de usted."

Puri luchó por sentarse en cuclillas sobre los tacones increíblemente altos y finalmente encontró un cierto equilibrio con la punta de su vibrador dentro de su coño mojado.

"Póngalo en marcha, señorita Gómez."

Puri encendió el vibrador e inmediatamente sintió el placer que le proporcionaba.

"Chupe ésto, señorita Gómez", dijo Yolanda, mientras le tendía a su maestra la larga, espesa y negra polla que había comprado en el sex-shop.

"Ahora preste atención porque voy a darle una serie de instrucciones inmediatamente. Si falla se la castigará. ¿Entiende?".

"Sí, señorita García", dijo la maestra mientras lamía alrededor de la polla de preservativo en su boca.

"Va a mamar esa polla negra lo mejor que sepa. Quiero que parezca que es una polla de verdad. Mientras hace eso, quiero que se mueva de arriba a abajo y se introduzca el vibrador de plástico en el coño. No se le permite tener un orgasmo sin mi permiso. Si lo hace lo sentirá. Si no veo que se está follando a sí misma convenientemente, o no chupa adecuadamente esa polla, será castigada. Ahora, muévase."

Entonces Puri empezó a trabajar en la dura polla de preservativo negro con su boca y, cautelosamente, empezó a mover su cuerpo de arriba a abajo para que su vibrador la penetrara repetidamente, e inmediatamente pudo sentir cómo se acercaba al orgasmo. Ella estaba demasiado caliente y ésto era un estímulo demasiado fuerte.

FLASH, FLASH

Mientras Yolanda sacaba una foto tras otra de la maestra forcejeando, ésta se resignó a lo inevitable de su orgasmo. Pero Yolanda pudo ver a su maestra al punto del orgasmo y alargó la mano y le pellizcó duramente el pezón izquierdo.

"¡Ahhhh!”, gritó Puri cuando sintió el dolor que le produjo la pinza al desprenderse de su pezón y la sangre que brotaba de una pequeña herida. Su orgasmo se evaporó, pero pronto empezó a acercarse de nuevo rápidamente.

Puri babeaba encima de la polla de preservativo mientras la chupaba, y sus piernas estaban tremendamente doloridas mientras su cuerpo botaba de arriba a abajo para meterse el vibrador de plástico en el coño. Su cara estaba roja y su cuerpo se cubrió de sudor mientras intentaba no alcanzar el orgasmo. Y lo estaba consiguiendo. Sólo entonces Yolanda le soltó el pezón y el dolor volvió a ella intensamente. Ya no le importaba si Yolanda hacía fotos, ni que se la castigaría si tenía un orgasmo. El movimiento del vibrador en su coño golpeaba el consolador enchufado en su ano, lo que le causaba una vibración en ambos agujeros. Esto ya era demasiado.

"¡¡Ooohhhhhhhhhhhhhh!!. ¡¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!”, gritó mientras caía al suelo en medio del orgasmo más intenso que alguna vez había tenido. Se retorció por el suelo olvidándose del dolor y de la humillación. Todo su ser estaba centrado en el movimiento del vibrador dentro de su coño.

FLASH

Después de que Puri se serenó y se dio cuenta de lo que había pasado, supo que estaba perdida para siempre. Nunca se libraría de este trato. Sin embargo, nunca había sentido nada similar antes. Miró a su alrededor y vio a su atormentadora, y supo que se vería sometida a un largo período de ser usada y de que se abusase de ella. Su miedo era su marido y, particularmente, su hija.

"Señorita Gómez, no se comportó como debía."

Roja de vergüenza, Puri la miró y contestó, "Lo siento, señorita García".

"Pues demuéstremelo. Primero limpie todo este enredo en el suelo."

Puri comenzó a levantarse para ir a buscar un trapo.

"No, señorita Gómez, límpielo con la lengua."

Puri se dejó caer sobre sus manos y rodillas y empezó a lamer sus propios jugos del suelo con su ocupado ano levantado en el aire. Mientras su lengua lamía el suelo deseó saber qué pasaría ahora.

Cuando Puri hubo limpiado el suelo con su lengua y también limpió el vibrador, Yolanda le mandó quitar el consolador de su ano.

FLASH

"Ahora, límpielo con la lengua", mandó Yolanda después de que Puri se hubiese sacado el consolador de su ano, viéndose obligada a estirar su firme anillo y a tirar con fuerza. Puri llevó el consolador a su boca y empezó a lamerlo. Ella estaba agradecida de no haber necesitado hacer sus necesidades, porque estaba segura de que Yolanda le habría obligado a limpiarlo con la lengua y eso ya sería demasiado para ella.

Una vez todo estuvo limpio y recogido, Yolanda puso el pene amordaza en la boca de Puri y la cogió por la cadena para llevarla por la escalera y luego hasta el patio trasero. Allí, le mandó a Puri que se acostase en el césped y sus esposas del tobillo fueron cerradas con llave y también se cerraron con llave detrás de su espalda las de sus muñecas.

"Dormirá aquí y pensará en cómo será su fracaso si no sigue mis órdenes, señorita Gómez. Mañana discutiremos el futuro", le dijo Yolanda mientras echaba una toalla sobre la tierra. "Hace un poco de frío aquí fuera. Use esto como manta", le dijo Yolanda mientras se volvía y caminaba hacia la casa, dejando a su maestra vestida únicamente con medias y tacones altos, atada y amordazada en el patio oscuro y frío.