Maestra de parvulario

Una joven maestra de parvulario es violada cuando sale del supermercado.

Esta es una historia basada en un hecho real y que me contó una amiga en un momento de intimidad. Un tiempo después, cuando la confidencialidad del asunto carecía ya de importancia, le he sugerido publicar un relato narrando lo que sucedió, a lo que ella se ha prestado encantada. Por cierto, que esta dispuesta a venir a mi casa para ayudarme y matizar cuando haga falta, ya comprenderéis, que ha "matizar" uno siempre esta dispuesto. Marisa, así llamaremos a la protagonista, tenia 23 años, cuando sucedió. Se educo en un rígido ambiente de provincia, paso sus estudios de magisterio, consiguió un puesto de maestra en un parvulario y prácticamente sin mas emociones en su vida, conoció a un chico cuatro años mayor que ella, hijo del socio de su padre, con el que estuvo 2 años de novia y con 20 años se caso, yendo virgen al matrimonio. Ella es una muchacha preciosa, tiene unos ojos radiantes, una boca carnosa y perfecta, su pelo es castaño corto, su cuello es largo, pero no mucho, y acaba casi en el principio de un canalillo que separa dos hermosos pechos, si seguimos para abajo nos encontramos con un precioso ombligo redondito y profundo donde empieza un reguerillo de un tenue bello que se dirige recto a un pubis abultado y provocativo. Sus piernas son dos bellas columnas, que envidiaría el Partenón, rematadas por dos muslos suaves como la seda y un hermoso culo algo respingón, con dos hoyuelos a la altura de los riñones. Siempre ha vestido de forma bastante discreta, como corresponde a una maestra, dejando solo adivinar algo de las maravillas que se escondian detrás de la ropa. Durante su noviazgo solamente hubo algún que otro magreo en la discoteca, en la oscuridad de un cine o en las escaleras de sus casas, muchos besitos, mas bien tontos y el toca aquí y toca alla de rigor. Total que llego al matrimonio casi como había nacido ignorante de casi todo lo concerniente a las relaciones hombre-mujer. La noche de su boda se encontró en una habitación con un marido bastante borracho, que cuando la vio aparecer con su bonito camisón blanco se abalanzo sobre ella se lo quito y sin mas la tumbo en la cama, la abrió de piernas y sin ningún miramiento la penetro desvirgándola salvajemente sin preparación alguna, llenándola de semen rápidamente para caer después en un profundo sueño, dejándola dolorida chorreando por su sexo sangre y ese asqueroso, pensó entonces, liquido seminal. En el viaje de novios todo continuo casi igual, el la montaba sin ninguna preparación o caricia y la dejaba toda sucia y frustrada y cuando volvieron a su vida normal ya había conseguido que ella odiara el sexo con todas sus fuerzas. Tres años transcurrieron de esta forma y aunque en la vida cotidiana parecían una pareja perfecta y el marido estaba convencido de que su mujer tenia todo lo que necesitaba, ella temía y odiaba los momentos en que había relaciones intimas. Quiso, por si eso solucionaba algo, tener un hijo, pero el dijo que era pronto, con lo que regularmente tomaba anticonceptivos. Así estaban las cosas cuando comienza la aventura que cambio la vida de Marisa. Una tarde de verano, lunes, su marido había salido de viaje para dos días, por negocios, ella estaba en casa después de terminar el trabajo en el colegio y le tocaba ir sola a hacer la compra semanal, se puso una falda con bolsillos que le llegaba justo por encima de las rodillas, un top que casi dejaba al aire su ombligo y unas sandalias y cogiendo un poco de dinero bajo al súper que hay cerca de su casa. Con su carro lleno se acerco a la caja y fue poniendo todo en el mostrador, al llegar al paquete de botellas de agua ya agobiada pues tenia la cinta llena de cosas,  una mano le ayudo a sujetarlo mientras se hacia sitio, ella miro al propietario de la mano y vio un hombre, como de 36 años fuerte y con facciones agradables. -       Gracias - dijo pensando que no pasaba nada. -       De nada - le contesto el hombre. -       Son 127 € - dice la cajera después de terminar la cuenta. -       Pues no me llega, solo he traído 100 - dijo Marisa ruborizándose y sin saber que hacer - Voy a tener que dejar alguna cosas y luego bajo a por ellas. -       No hace falta, yo le pongo lo que falta y mañana me lo das - tercio el hombre que la había ayudado decidido. -       No por favor - salto ella mirándole fijamente al mismo tiempo que hacia ademán con la mano de rechazo, pero pensando, es apuesto y educado, ya dudando. -       Insisto – y poniendo su compra, maquinillas de afeitar y espuma, sobre el mostrador – Cobre, por favor. Marisa se quedo muda y sin saber como el hombre ya estaba poniendo sus compras en bolsas sin que ella atinara a decir nada, en un abrir y cerrar de ojos se encontraban en la calle dejando el carro. Como otras veces venia a esta compra con su marido no había calculado bien y por más que lo intento fue incapaz de cargar con todas las bolsas y el paquete de botellas de agua ya era el colmo. -       Ve vd. como tenia que haber dejado alguna cosa – dice ella casi desesperada. -       No importa yo la ayudare ¿vive muy lejos? – contesta el preguntando. -       Muy cerca – dice ella, convencida de que necesita ayuda. -       La acompaño – remata el decidido mirándola a los ojos. -       Esta bien, es muy amable y así le pago lo que le debo – accede ella pensando que esta todo solucionado. Y así, el cargado hasta los topes y ella con dos bolsitas se dirigieron a la casa y cuando llegaron al portal, el mismo problema ella sola no podía con todo, bueno pues tuvo que subir hasta el piso, allí ella abrió la puerta dejándole pasar a la cocina después de cerrar, donde el deposito las bolsas en el suelo. -       Le debo 27 € - dijo ella – y el agradecimiento, claro – añadió poniéndole una carita risueña. -       Me gusta ayudar – le respondió el sonriendo. -       Voy a ver, no se si tendré cambio – dirigiéndose al dormitorio donde guardaba su bolso. Una vez en el dormitorio cogió el bolso y empezó  a buscar el dinero, no se dio cuenta pero el la había seguido, ella noto su presencia y se volvió hacia la puerta y allí estaba mirándola fijamente. -       Oiga – empezó a decir algo enojada. -       Eres muy bonita, cariño – le corto el con una sonrisa extraña, mientras se le acercaba. Sin mas la cogió por la cintura apretándola contra el e intentando besarla en la boca lo que de momento evito ladeando la cara y empezando a debatirse entre sus brazos que la tenían casi en el aire.

– Esta loco déjeme. Pataleaba ella queriéndole dar un rodillazo, golpeándole la espalda y la cabeza con sus manos, pero el era mas fuerte, la llevo al borde de la cama y allí la tumbo con las piernas colgando y el en medio de ellas, aplastándola con su corpulencia, ella daba puñetazos como podía, hasta que el le cogió las manos y se las levanto por encima de la cabeza sujetándoselas con la mano izquierda le llevo la mano derecha a la cara e intento besarle de nuevo en la boca, ella no aparto la cara esta vez, sino que dejo que sus labios se acercaran y tiro un mordisco que le cogió desprevenido en la comisura del labio inferior y le hizo ladear la cabeza para evitar otro, las piernas al estar a los lados del cuerpo del hombre le eran inútiles para defenderse, Estaba desesperada, gritaba, lloraba, pero se veía impotente ante la fuerza del el, estaba asustadísima. El con la mano libre le acariciaba los pechos, la metió debajo del top y subiéndole el sujetador le sobaba los pechos, luego la fue bajando y por encima de la ropa le tocaba su entrepierna, ella no paraba de llorar y gritar despavorida, bajo mas la mano y le subió la falda hasta la cintura casi, acariciándole los muslo y ya directamente su sexo apartándole las braguitas a un lado. Ya no podía ella siquiera gritar del susto que tenia, creía que se iba a desmayar, solo lograba llorar a mares. Noto como el se desabrochaba el pantalón, el ruido de la cremallera al bajar y allí, junto a su rajita, un pene duro, vio venir lo inevitable. El efectivamente le coloco su miembro en la entrada de ella y muy despacito se lo fue introduciendo lentamente todo lo que pudo, ella se volvía loca por la humillación que estaba sufriendo, se intentaba zafar pero el peso superior del hombre hacían que sus esfuerzos fueran inútiles y termino quedándose quieta llorando desconsoladamente. Al quedarse ella quieta el muy lentamente empezó un pausado mete y saca mientras le susurraba

– No te voy a hacer daño – intentando relajarla al mismo tiempo que le besaba el antebrazo y el sobaco izquierdo y le acariciaba los pechos con la mano derecha. Estaba siendo violada por un desconocido y en su casa, en su cama. De nuevo estaba siendo obligada a hacer lo que mas odiaba en este mundo. Mataría a todos lo hombres nada mas que pudiera, empezando por su marido y por este abusador. Al pensar en su marido, noto que algo era diferente, las embestidas de este hombre no eran frenéticas y ansiosas con la urgencia de satisfacerse lo antes posible como las de el, era suave y acariciador el roce de este en su interior, pausado, sin, (ironía) la agresión de otras veces y pensando esto su cuerpo empezó a desobedecerla, se estaba mojando por dentro, sus piernas se separaban mas, lo que le permitió a el entrarla definitivamente hasta el fondo, con un grito de ella y aunque seguía llorando este grito no fue de dolor, fue como decirle que quería mas, luego vinieron mas grititos y suspiros, las piernas ya del todo abiertas se enroscaron solas en la espalda de el. En este momento le soltó las manos y la empezó a acariciar todo el cuerpo mientras seguía su pausado bombeo, levanto la cara y poso sus labios sobre los de ella que entreabrió ligeramente la boca, pero esta vez no para morderle, sino para que la lengua de el entrara y le acariciara la suya, las dos lenguas se enroscaban y se comían mutuamente, ella noto el sabor dulzón de la sangre de el que manaba del mordisco y le chupo el labio. Mientras todo su cuerpo se empezaba a convulsionar por las oleadas de placer que sentía, se tenso y soltó un grito de placer que se debió oír en todo el barrio, las contracciones de su bagina eran asombrosas, el se había quedado quieto enterrado hasta el fondo dentro de ella y por fin se quedo como transpuesta, con un hilillo de saliva saliendo de su boca. Había tenido  el primer orgasmo de su vida. El no se había corrido y muy despacio se la saco, haciéndola dar un suspiro como una queja, arrodillándose al costado de ella la subió ya totalmente a la cama y besándola y acariciándola la fue quitando la ropa al mismo tiempo que se quitaba la suya, ahora la tocaba los pechos y le chupaba los tiesos pezones, para volver a su boca y a su cuello, ella se dedico a disfrutar de todas esas caricias, bajaba el por su ombligo, recreándose en el e introduciendo allí su lengua, mientras ella pensaba que después de tres años de matrimonio había sido un desconocido quien la enseñase el placer. -       Carlos, me llamo Carlos – dijo el de improviso. -       Yo Marisa – y pensó: me habrá leído el pensamiento?. Ella alargo la mano y le toco su miembro, estaba muy duro, no era mucho mas grande que el de su marido, pero si algo mas grueso, lo recorrió con su manita bajándole con cuidado la piel que tapaba su gorda cabeza y masturbándolo suavemente. El siguió bajando y acariciaba su rajita dándole besos y con un dedo el clítoris, luego con otros dos le abrió los labios y le metió la lengua dentro, arrancándola un gritito de placer, durante largo rato siguió lamiéndola y acariciándola, hasta que de nuevo ella noto que todo el mundo se le venia encima y empezó a soltar jugos que el se iba sorbiendo de una forma ávida. Su segundo orgasmo. Entonces separándole las piernas el le apoyo su duro palo en su entrada y la penetro hasta el fondo, los líquidos y la saliva de el lo hicieron mas placentero, largo rato duro el mete y saca y ella cada vez disfrutaba mas hasta que fue tremendo este orgasmo en el que los espasmos y las contracciones duraron mas de cinco minutos, en medio de gritos y sollozos de placer, Carlos continuo un ratito mas pero ya no aguantaba.

– Me voy a correr, le dice. – Quiero verlo, le pide ella. El no se hace de rogar sacándosela del coñito se sitúa sobre su vientre poniéndole el pene entre sus pechos y rozándolos con el, ella lleva una mano hasta la cabezota gorda y roja que esta muy cerca de su boca y cuando la toca salta el primer chorro de semen que le moja la mano e instintivamente la retira el segundo chorro le da en la cara, en sus labios y nariz, se incorpora un poco abre la boca y se mete toda la cabeza, que sigue escupiendo chorros que recibe dentro de su boca y cuando termina le lame todo lo que puede. Si a Marisa le hubieran dicho dos horas antes que ahora iba a estar mamando una polla y comiéndose todo lo que ella llamaba "asqueroso liquido seminal" y mas si le hubieran dicho que iba a ser, en poco menos de un mes, una experta mamadora adicta a lo que ahora llama la "leche del placer" habría tomado por loco al que se lo dijera, pero rápidamente había comprendido, la gran estafa y abuso que se había cometido con ella por parte del inútil de su marido y decidió en ese mismo momento aprovechar al limite las posibilidades de gozo y placer que le permitía su cuerpo y hasta entonces desconocidas. Para Marisa y Carlos la noche fue larga y placentera, los orgasmos se prodigaron y al día siguiente, pidió diez días de vacaciones en su trabajo y con la excusa de un cursillo en la capital y se fue con su nuevo amigo a disfrutar de la luna de miel que no había tenido y en la que conoció todos los placeres posibles entre hombre y mujer, incluso el del dolor con placer cuando le abrió el culito, volviendo otra mujer. Es curioso, pero cuando me lo contó, yo le argumente que ese tal Carlos no era nada mas que un violador descarado que había tenido suerte y enseguida ella me respondió que estaba equivocado, ¿entonces que?, le respondí, Carlos, no es un violador, es un visionario un lector de mentes que al verme reconoció mi desgracia y a pesar del riesgo no dudo en ayudarme, ¿te acuerdas de cómo me dijo su nombre?. Yo no suelo creer en esas cosas, pero la verdad es que los resultados han sido inmejorables y algunos pocos hombres, que ella siempre a escogido y entre los que yo me encuentro (pero esto puede que sea otra historia) le debemos a este Carlos muchos momentos de placer. Me quito el sombrero ante el.