Maduro me inició en las delicias del sexo
Mi primera vez con un maduro que me inició en las delicas del sexo
Hace ya varios años yo estaba avanzando hacia el último año de universidad en la carrera de periodismo. Todavía no cumplía 21 y yo estaba muy ansiosa de entrar al mercado laboral, así que comencé a hacer una pasantía en un canal de televisión, uno muy pequeño para agarrar experiencia… y vaya que agarré.
Desde muy joven hacía ejercicio, tenía los pechos grandes y parados, igual que el culo respingado y duro, mi cintura era pequeñita y siempre me gustó usar tops muy ajustados, aunque tenía pantalones anchos, de bolsillos… nunca fui una mujer demasiado femenina, más bien parecía de los grupos de skate.
En el canal comencé tomando llamadas, editando audios… los periodistas que estaban frente a cámaras casi no notaban que yo estaba ahí. Aunque los camarógrafos y productores sí que lo notaban. La mayoría eran amables y me indicaban cómo funcionaban los aparatos, yo nunca desaprovechaba la oportunidad de aprender y ellos no desaprovechaban la oportunidad de verme las tetas o de rozarme el culo.
En ese entonces yo tenía una relación con un tipo de la facultad, no nos iba del todo mal. En ese entonces no tenía gran conocimiento del sexo: nos besábamos, él entraba y salía y ya, se acabó. No era divertido… de hecho, yo a veces pensaba en cualquier otra cosa.
Un día en el canal, me dejaron encargada del sonido en vivo de un programa. Algo que yo nunca había hecho… la cagué, no sé qué carajos hice, pero le saqué el audio al programa. Yo me paralicé del miedo, no sabía qué hacer. No fueron más de 5 segundos y uno de los productores vino, movió una palanquita y arregló todo. Mi nerviosismo fue evidente, casi a punto de llorar, le di las gracias. Este productor se llamaba Ramiro, siempre fue muy amable y me llevaba 15 años de edad. Nos sentamos frente a los controles y él me indicó cómo funcionaba cada control y así nos fuimos haciendo amigos.
Ramiro además de ser muy amable, tenía en ese entonces 36 años, era casado y tenían 2 hijos. Solía contarme los líos que tenía con su esposa y yo también le contaba los líos con mi novio. Cuando conversábamos siempre le sorprendía mirándome los pechos, la concha o el culo… vaya, yo tampoco perdía oportunidad de verlo a él. Tenía buen cuerpo, nada flácido, algunas veces vi su pene saliendo en punta de su pantalón… todo bien con él.
Un día, nos indicaron que los pasantes debíamos quedarnos para supervisar la programación porque todos los empleados del canal se iban de paseo. NO había nada que hacer porque todo ya estaba en la computadora… solamente debíamos NO arruinarlo. Así que, cada pasante se dedicó a no hacer nada, vagando por el canal.
Después del medio día llegó Ramiro, yo me sorprendí porque él debía estar de paseo. Me dijo que el evento estaba muy aburrido y se ofreció de voluntario para supervisar a los pasantes. Me abrazó muy cariñosamente y nos pusimos a conversar, como siempre.
A los demás pasantes se les ocurrió que era una buena idea traer una botella del licor más barato y por lo tanto, más fuerte que encontraron. Ramiro se puso feliz, brindamos, bailamos… Ramiro se pegaba a mí, me pasaba la mano por la espalda por el culo, por las tetas. Al rato me dijo al oído ‘ vámonos de aquí’ . Yo que ya tenía varias copas encima, no perdí el tiempo y me fui con él.
En su auto, él agarró por un camino que nos alejaba de la ciudad y aparcó en un lugar donde ya no había alumbrado público. No hubo palabras, él se acercó y nos besamos apasionadamente. Su lengua experta se tomaba mi boca como conquistador al mismo tiempo, mi vagina se calentaba y sentía que comenzaba a latir de la excitación que sentía. Mientras me besaba, sus manos asaltaron mis tetas y las estrujaba como si quisiera sacarles jugo a un par de grandes limones.
Se detuvo, bajó el espaldar de mi asiento e hizo que me recueste. Desabrochó mi pantalón y metió su mano. Al principio solamente masajeó con sus dedos sobre mi tanga, pero esta ya estaba mojada por mis jugos, así que empujó la tela justo sobre mi clítoris haciendo movimientos circulares. Mi excitación subió al máximo… mis piernas se abrieron sin que yo les ordenara nada… Él sonreía casi con malicia al verme.
- Qué rico papi… sigue así
- Ahora tengo tu clítoris… parece que nadie te lo había descubierto, verdad nena?
- No, ni siquiera yo me lo había topado
- Ahora esto es mío… y voy a enseñarte cómo quiero que goce este clítoris que es mío
Puso el asiento del carro lo más atrás posible y él se arrodilló frente a mí. Bajó mi pantalón, pero dejó puesto mi tanga ya empapada por mis jugos.
- Así me gusta… tan zorra eres.
Hizo a un lado mi interior y con sus dos manos abrió mis labios vaginales. Metió su cara en mi vagina con toda la experiencia de un hombre maduro. Su lengua subía y bajaba con tanta seguridad que salían fluidos de mi vagina como si fuera manantial. Inmediatamente se centró en mi clítoris. Primero lo tocó suavemente con sus dedos y luego, cuando estuvo grande se lo metió a su boca chupando y lamiendo.
Yo no podía más, me vino un gran orgasmo con espasmos por todo mi cuerpo y mojé (todavía más) todo el asiento, incluso su ropa. Sin embargo, él no se detuvo, seguía chupando y lamiendo, ahora sus manos masajeaban mi coño y la entrada de mi ano… mi cuerpo nuevamente se calentó. Temblaba y mis paredes vaginales latían nuevamente.
Él metió sus dedos dentro de mi vagina y seguía con el masaje en mi ano… parecía que él esperaba otro orgasmo, pero demoraba en venir. Así que dejó eso y volvió a mi clítoris. Fue como la primera subida de la montaña rusa, sentí cómo mi cuerpo se calentaba nuevamente hasta que vino el orgasmo. Mientras sentía los espasmos de mi coño, Ramiro metió su verga en mi cuerpo y taladraba. Esa sensación de penetración y orgasmo al mismo tiempo era más que embriagante. Gritaba de placer y sentí que inundaba el auto con mis fluidos.
Pero él apenas comenzaba, ya con tanto líquido su pene entraba y salía sin problema, me metía su verga completa, embistiendo con todas sus fuerzas.
- Qué puta eres. Te tenía ganas desde el día que llegaste…
Mientras me lo decía estrujaba mis tetas; yo me las cogía también y gozaba de ese hombre.
- Sigue, dame verga que es la primera vez que me coge un hombre de verdad
- Ese noviecito tuyo es una porquería de tipo… cómo vas a estar con ese mocoso después de estar conmigo?
- Eso es lo que menos me importa… dame verga, dame duro. Cógeme, móntame, lléname que me vengo de nuevo
Ramiro aumentó su ritmo y sentí que se vino dentro de mí al mismo tiempo, yo tuve otro orgasmo. Cayó sobre mí, jadeando y sudando.
- Ya ves que no sacas nada con ese noviecito que tienes? Pero si crees que esta es una buena cogida, no sabes nada niña.
Así comenzó mi iniciación a una faceta de mi vida que por la hipocresía del mundo, he tenido que esconderla, pero la sigo gozando.