Madurita con muchos años de absitencia
Como pude adentrar a los placeres del sexo a una madurita con más de 25 años de sequía.
Madurita algo religiosa y con poca experiencia
Esta historia me sucedió en 1995, yo contaba con 34 años y conocí a Marianita ya que fue a hacer una colecta a mi Empresa para la parroquia y como no estaba el Director de Finanzas yo la atendí, venía con otra mujer, sin embargo ella era la que más hablaba y como en esa Empresa si había una partida para donaciones, les indiqué los requisitos necesarios para formalizar su solicitud y darle trámite. Como a la semana regresó Marianita sola, preguntó por mí, no me acordaba realmente de ella pero al recibirla en mi privado la reconocí y recibí lo solicitado para la donación que pedía.
Sin embargo ella como es muy parlanchina continuó preguntando de la Empresa donde laboro, y por cortesía yo también seguí la plática y le pregunté de su labor para la Iglesia y otros temas superficiales, pero conforme pasaron los minutos y esperábamos que se completara el papeleo y se le entregara el cheque de la donación, me empecé a fijar mejor en ella y si bien su aspecto no era llamativo, a sus casi 50 años se le veía un semblante lozano, casi sin arrugas y lo poco que se vislumbraba de su cuerpo por el recatado vestuario que traía, se veía que conservaba unas formas delgadas pero no flaca.
Yo le empecé a preguntar cosas más personales como su estado civil y cuantos hijos tenía, como me dijo que era viuda desde hace más de 25 años se me prendió la lucecita de la lujuria y ya quería seguir con preguntas un poco más audaces, pero llegó el cheque y ella lo recibió y se paró para despedirse e irse.
Como pude le dije que me interesaba su labor social, ya que en verdad además de mi preparación profesional he tomado cursos como Asesor para jóvenes con problemas de adicción y apoyo para las familias con ese problema y como asesor familiar; Mariana se interesó y quedamos de vernos el Viernes siguiente para platicar al respecto y yo aproveché para invitarla a comer y así quedamos.
Llegó el Viernes y puntualmente estaba esperándome cuando salí a comer, nos fuimos en mi auto y escogí un lugar cercano, discreto y económico, ya que al ver que ella se veía de un vivir modesto no trataba de presumirle o hacerla sentir mal.
Entre que comíamos fuimos platicando de la labor que se hace en su parroquia para los jóvenes con adicciones y sus familias, una vez arreglados para que le presentara al Párroco mi propuesta y programa de apoyo, volví a la carga con temas más personales y aunque penosa no dejaba de contestar de una forma muy honesta de su vida y así me conformé un panorama de cómo había sido, ya que una vez que enviudó y al no recibir nada de seguro o indemnización por la muerte de su esposo, se dedicó en cuerpo y alma a sacar adelante a sus 2 hijos, quienes afortunadamente ya eran independientes e incluso el mayor la estaba ayudando con algo de dinero para sus gastos. Por todo ese esfuerzo de su vida personal en esos años, no había nada que contar, es más ya con un poco más de confianza me narró como tenía los 25 años de viuda sin haber vuelto a tener ningún contacto carnal (así lo dijo) con hombre alguno.
Esto realmente me inquietó ya que sentí que me había topado con una joyita, imagínense una mujer de no mal ver, con 25 años sin sexo!!!!
Ya por ese camino la fui cuestionando de si siquiera en la poca vida marital que tuvo con su esposo había sido féliz, es decir que si la había tenido bien atendida en ese aspecto, pero me contó que cuando se casó aunque no tan jovencita (23 años), debido a su humilde origen no sabía nada o casi nada del sexo y que en las mismas condiciones estaba su finado esposo, ya que la noche de bodas fue el estreno de los dos y con tan buena puntería que quedó embarazada y al poco tiempo de nacer el primer hijo se volvió a embarazar y antes de nacer el segundo niño quedó viuda.
Que en lo referente a lo que placer, placer íntimo, nada pero nada de nada, ya que le pregunté de orgasmos o masturbación y si bien no se horrorizó o espantó me dijo que no sabía lo que era eso pero pensaba que era "malo".
Ya muy interesado en ponerla al día en estas cuestiones, le pregunté que si físicamente no tenía problemas o molestias por tanta abstinencia, pero me dijo que la Dra. Del dispensario de la Parroquia la veía desde hace muchos años y le daba hormonas y que con eso estaba "tranquila", aunque reconocía que algunas veces se despertaba "inquieta" y con "sus partes" húmedas y que reconocía que tenía varios días al mes con un "humor de perro", aunque no hubiera razón para ello y aunque la Dra. Le había sugerido reanudar su actividad sexual, me comentó que no estaba para meter a nadie a su casa y menos para soportar a cualquier viejo o borracho.
Tomando una actitud un poco de consejero, le recomendé que si ya había sacado adelante a sus hijos y como físicamente se seguía viendo atractiva y con mucha vitalidad, que tratara de encontrar una relación "a modo" es decir que no era necesario "juntarse" ni mucho menos casarse para tener pareja, que podía tener una buena amistad con alguien del sexo opuesto que además de que conviviera con ella, le reactivara la parte sexual e incluso porqué no quizá la podría apoyar en parte de sus gastos, y como no hay nada mejor que recetar el remedio y el trapito como dicen por mi tierra, yo mismo me promoví para tal efecto.
Ella un poco sorprendida me agradeció el gesto, pero me dijo que primero me llevaba como 15 años de edad, que ya era una vieja y que yo con mi edad y mi posición (aunque no soy rico ni mucho menos) podría tener a muchas mujeres jóvenes a mi disposición; le argumenté que dado que era casado no andaba "buscando pelea", es más que sin dármelas de santo, no muy fácilmente intimaba con alguien y que no se menospreciara ya que con lo que ya estaba conociendo de ella me parecía una mujer atractiva y porqué no, una potencial experiencia muy gratificante para despertar su parte sexual poco atendida.
Como quiera le ofrecí estar a sus órdenes y comencé a dar orientación a los jóvenes de su parroquia con problemas. Las semanas pasaron y como ella coordinaba los diversos programas, teníamos contacto constante y pasábamos algunos tiempos revisando los avances de mi labor y no dejaba yo de chulearla y coquetearle y empecé a notar un ligero cambio en su vestir y trato hacia mí ya que me permitía saludarla de beso, que cada vez acercaba yo más a su boca, así como en ocasiones me paraba atrás de ella y mientras hablábamos le daba masaje en su espalda y hombros, mismo que ella no solo no rechazaba sino que se relajaba y soltaba unos pequeños suspiros cerrando sus ojos y yo notaba por encima de su blusa que sus pezones reaccionaban positivamente a mis caricias y poco a poco me acercaba por el frente más a su pecho aunque por encima de su ropa, hasta que poco a poco introducía las puntas de los dedos hasta rozar el borde de su brasier y algo de su pecho, ella puso su mano sobre la mía con lo que creía que quería que me detuviera, pero no, empezó a acariciar mi mano, con lo que fui un poco más allá.
Luego de estos tocamientos busqué el momento y le pedí fuéramos un día a otro lado a estar solos... y un poco sonrosada me dijo que lo pensaría y me lo haría saber.
En la siguiente vez que nos vimos me dijo que sí y nos quedamos de ver el Viernes siguiente, pasé por ella y estaba muy arregladita con una falda apenas arriba de sus rodillas y una blusa un poquito abierta y un sweter delgadito. Me encaminé a un muy bonito Motel con Jacussi al norte de la Cd. y entramos, ella se dijo muy sorprendida por lo lujoso de la misma y se sentó un un taburete del tocador, yo me puse frente a ella de pié y la comencé a acariciar por la espalda hasta que fui metiendo mis manos debajo de su bulsa y su brasier, sintiendo unos pechos pequeños pero no muy caídos con un pezón grande, que conforme lo estimulaba crecía más y los suspiros con que inició Marianita subían de tono hasta ser unos pujidos más graves.
La voltié hacia mí y por la altura su cara quedaba muy cerca de mi entrepierna y pegándome más ella recago su cara en mi ya creciente abultamiento y como que se acariciaba con ella.
Sin más la llevé a la cama y la empecé a desvestir a prisa pero sin dejar de acariciarla, su pantaleta sin ser muy atrevida si era de encaje y parecía nuevecita, la besé toda hasta que me situé en su almejita que estaba totalmente empapada me recibió con brinquitos y quejidos de gusto, no paré hasta que se prendió de las sabanas y auténticamente empezó a aullar del orgasmo que alcanzó. Le acerqué mi ya palpitante verga a su cara y me dijo que nunca había hecho eso, pero le dije que le incrementaría su exitación y la mía, que probara y que si le desagradaba parara, poco a poco abrió la boca y se la fue introduciendo sin hacer más le dije que la fuera chupando y lo hiciera a todo lo largo del pene e incluso mis huevos y así siguió hasta que empezó otra vez a jader y suspirar.
Me solté y la puse en la orillita y la penetré profundamente, ella se pegó por completo a mis nalgas hasta casi impedirme mover y poco a poco iniciamos un ritmo muy cómodo y no paraba de decirme muy bajito, "tenía razón la Dra. Lo que necesitaba era un hombre, pero nunca imaginé que se podía hacer el amor así y sentir esto...", yo le empecé a hablar con palabras fuertes hasta que logré que me dijera que le encantaba mi verga, que nunca se la habían cogido así, que después de esta culeada, que le estaba dando iba a querer más verga más seguido para ponerse al día.
Y así seguimos por un año aproximadamente teniendo unas sesiones muy sabrosas y variadas de sexo, a las que les fui incluyendo algunos juguetes para regocijo de ambos.
Hasta que uno de sus hijos que se había ido a los Estados Unidos le habló y le dijo que se fuera para allá, que estaba muy bien económicamente y así lo hizo y terminó este bonito episodio de mi vida.
Espero les guste este relato y saludos a todos desde México.