Madu, mi vecina la farmacéutica (relato ficticio)
Mi primer encuentro ficticio con Madu.
Rondaba el verano de 2018 y ya llevaba medio año instalado en mi nuevo piso. Vivo en una planta baja de unos 50 metros cuadrados, piso pequeño pero apañado. Soy un chico moreno, camino de los 40, 170 cm y unos 80 kilos… me llamo Observer y conozco poco a mis vecinos. Al vivir en una planta baja, son pocas las ocasiones en las que me cruzo con algún vecino. Sólo me ha llamado la atención una señora de unos 60 años, de pelo corto rubia, ojos verdes, labios carnoso, un poco más bajita que yo pero de grandes dimensiones… enormes caderas, abdomen prominente y pechos muy generosos… se llama Madu. Apenas me he cruzado con ella unas 4 ó 5 veces cuando sale del ascensor (debe vivir unos cuantos pisos más arriba que yo). Al parecer, esta señora es la farmacéutica del barrio y suelo encontrármela vestida de trabajo. Viste como una enfermera, con pantalones y bata blanca que le hace un escotazo infinito. Se nota que debajo sólo lleva ropa interior, roja o negra, según el día… salta a la vista. Las veces que nos hemos topado nos hemos saludado con un discreto “hola” o “buenos días o tardes”.
El día de los hechos, yo salía de mi piso y me la encontré con un carrito de la compra, un tanto cabreada frente a la puerta del ascensor. Iba vestida con ropa de trabajo. Comenzamos a hablar:
Madu: Vecino… ¿Sabes qué ha pasado con el ascensor?- Girándose levemente y mirándome por el rabillo del ojo.
Observer: Hola… eh… no sé!- Yo miraba su espalda y repasaba su bello culo.
M: Cachis en la mar!- Forcejeando la puerta.
O: Me parece que se ha roto el ascensor… buf, qué faena y viene usted de comprar.
M: Pues sí chico y vivo en el cuarto. De aquí a que vengan los técnicos me puedo morir… mira como llevo el carrito…- Asomaban varias bolsas de la compra.
O: No se preocupe… yo se las subo hasta su puerta y luego llamamos a los técnicos.- Le hablaba sin fijar la mirada pues me imponían sus ojazos verdes… también sus pechazos enormes y turgentes.
M: Aix, menos mal que hay chicos amables en este vecindario.- Mientras se agachaba para sacar y ofrecerme las bolsas de la compra… también para ofrecerme su canalillo interminable.
O: Ok, señora! Espere aquí que yo voy subiendo las bolsas que pueda y se las dejo en su puerta. ¿Qué piso es?- Le miro con cara de inocentón alternando mi mirada con sus ojos, boca y pechos. Cojo 3 bolsas con alimentos.
M: Majo… en el cuarto primera… ten cuidado no tropieces.- Poniendo cara de estar muy agradecida.
O: Venga, no se preocupe… allá voy, espérese aquí.- Indicándole el rellano donde comienzan las escaleras.
Comencé a subir las escaleras alternando escalones para ir más rápido. Empecé a sentir mucho calor y a sudar. La verdad que el verano no perdonaba y el bochorno de Barcelona era insoportable. Noté una leve erección bajo mi pantalón corto. Por mis adentros pensaba “joder, qué bien poder ayudar a esta señora… nos haremos amigos y podré hablar con ella otros días para darle un buen repaso mental”. Aunque el repaso me lo dará ella (no hagamos spoilers!!).
Hice como cuatro viajes de la planta baja al piso de Madu y cada vez que le cogía bolsas de la compra me decía “muchas gracias, hijo”, “muy bien, majo”, mostrándome su canalillo y sus bellas curvas, sin mucho esfuerzo, acompañadas de una sonrisa picarona. Creo que se me notaba el bulto de la entrepierna pero no lo dí importancia. Eso sí, cada vez estaba más sudado y eso sí que me importó. Se me pegaba la camiseta al cuerpo marcando mi curvita de la felicidad (que creo que es sexy), pero no quería tener un aspecto sucio delante de esta preciosa mujer. En el último viaje, bajé a recoger el carro vacío y Madu me dijo “uy, te veo muy sudadito y cansado… deja que ya subo yo el carro”. Reaccioné rápido, puesto que quería esperar una insinuación por parte de ella a entrar en su casa, y respondí simpáticamente “no se preocupe, vaya subiendo que la espero en la puerta de su piso, no vaya a ser que le quiten las bolsas los vecinos”. Madu hizo una leve carcajada “jajaja, no te preocupes, mis vecinos no se atreven ni a pisar la alfombrilla de mi puerta”. Le respondí con otra carcajada. Cogí el carro y en su puerta me planté.
Esperé en la puerta, sintiéndome muy acalorado, sudado y algo nervioso. Quería buscar una forma de poder seguir conversando con Madu. Miré entre las escaleras y Madu subía poco a poco, jadeaba de calor. Cuando noté que ya llegaba, me puse todo modosito en la puerta de su piso, custodiando el carrito y las bolsas de la compra. Madu me vió desde el rellano y dijo “uff, chico, qué calor, como me agobia subir estas escaleras”, se sacó las llaves del canalillo, dios qué morbazo. Se acercó a la puerta, me aparté, metió la llave y abrió la puerta. Continúamos la conversación:
M: Bueno, ya que estás aquí, ¿Me ayudas a meter las bolsas en la cocina?
O: Sin problema.- Me agaché a coger varias bolsas y observé a cámara lenta a Madu adentrarse en su piso con un movimiento de caderas que me quitó el hipo.
Fuimos cogiendo las bolsas y llevándolas a la cocina. Me cercioré de la singular casa de esta mujer: cuadros de punto de cruz, pósters de películas clásicas, pinturas artísticas, camisetas divertidas por encima de las sillas y el sillón, y otros artículos kitsch del universo de esta mujer. Cuando deposité la última bolsa en la repisa de la cocina, Madu me invitó a descansar:
M: Bueno chico, muchas gracias… te veo muy sudadito y cansadito… siéntate en el comedor, descansa un poco y tómate algo, lo has hecho muy bien… ¿Qué quieres?- Con mirada pícara y un tono de voz muy simpático.
O: Pues… una coca-cola, por favor.- Te querría a ti Madu, pero calma Observer, no vayas a meter la pata.
M: Tómala, no tengas prisa…- Me puso una coca-cola con hielo en la mesa y me doy cuenta que se ha desabrochado dos botones de la bata mostrando el sostén rojo con bonitas formas de sus pechos deliciosos.
O: Muchas gracias, pero no quiero molestar mucho… me tomo esto y me voy… entre vecinos hay que ayudarse.- Me vuelve una fuerte erección y que creo que Madu se ha percatado. No se sienta, sino espera de pie a que me sirva la coca-cola y me observa agradecida.
M: Tranquilo guapo… ¿pero no te has visto? Estás muy sudado, se te pega la camiseta, debes estar incómodo… anda deja que te la quite.- Sin dejarme mediar palabra pone sus pechos a la altura de mi cara y tira hacia arriba mi camiseta húmeda y pegajosa, descubriendo mi pechito lobo rasurado y el sudor de mi torso y espalda.
O: Uff, gracias, ahora estoy algo más fresquito…- La verdad que cada vez tengo más calor, me sube a las orejas… Madu cada vez tiene la pechera más fuera de la bata mostrando el rojo pasión del sujetador.
Me mira, le miro, mi erección es imparable. Madu se quita el último botón de la bata y se la deja caer, buff cada vez son más grandes sus pechos. Observo su vientre prominente de ricas carnes blancas, me mira como desatada, recorre sus labios con la lengua y cada vez está más cerca de mí y yo sigo quieto en la silla como un buen alumno en la escuela. No sé qué hacer pero ella lo sabe bien. Dejo que ella me guie en su lecho de placer.
De repente hace un gesto inesperado… mete la mano en mi vaso de coca-cola y coge un hielo y comienza a restregarlo por mis pezones. No doy crédito y empiezo a notar un sudorfrío excitante. Madu se arrodilla ante mí y posa sus pechos en mis rodillas para que los palpe. Los toco sobre los sujetadores y siento que pesan, que siguen turgentes pese al paso de los años… los retira, se incorpora y saca su lengua para comenzar a chuparme los pezones. Sigo como una momia, con la espalda pegada a la silla, Madu alterna refriegas de hielo con chupetones de sus carnosos labios en mis pezones.
Comienzo a dejarme llevar, a excitarme, a ratos estiro la cabeza hacia atrás lleno de placer. Me siento fuera de sí y poso mis manos sobre su espalda… la acaricio, me pongo juguetón, busco el cierre del sostén para retirarlo. Madu se incorpora, sigue de rodillas y ayudo a quitárselo. Lo dicho, tiene unos enormes pechos, diría que una 130 ó 140 copa D, E ó F… me ofrece el hielo para que lo refriegue por sus pezones. Yo encantado pero me tiembla el pulso, apenas se lo paso unos segundos y ella me mira con cara de pillina, como con muchas ganas de juego.
Me agacho a chupar sus pezones, magreo con cariño sus pechos, acaricio su vientre estirando los dedos… se inclina la silla, estoy a punto de caer. La retiro y me arrodillo ante ella para estar a la misma altura… buff, lo quiero todo de ella. Me abalanzo a besarla, nos abrazamos sintiendo pecho contra pechazos, acaricio su espalda, en ocasiones, me retiro un poco para coger sus pechos, los chupo, acaricio todas las curvas de su torso.
Ambos jadeamos y Madu posa por momentos su mano sobre mi paquete, lo siente duro y se pone de pie. Me indica que le ayude a bajarse los pantalones, se retira los zuecos. Encantado, le estiro las gomas del pantalón y lo bajo poco a poco, refregando mis hombros por sus piernas voluminosas hasta llegar a los tobillos… adoro sus braguitas rojas y su entrepierna peludita. Me retiro, sigo de rodillas y repaso su bello cuerpo de curvas peligrosas… ummmm adoro a esta mujer. Me indica que me lo quite todo, sabe que voy empalmado a mil…. no me levanto, me tiro en el suelo de lado y me lo quito todo quedándome en pelota picada con el muñeco a punto. Sigo tumbado, espero su reacción y me indica que me levante frente a ella, se acerca, nos besamos, nos abrazamos, deja que mi muñeco roce sus braguitas, se retira un poco, baja las manos para comprobar mi muñeco y espeta “umm no es larga pero la tienes gorda”.
Madu juega con sus manos por mi pecho, vientre y pubis belludete… yo la acaricio por la espalda, pechos, vientre, juego con las costuras de sus braguitas, noto como parte de ellas están introducidas entre sus bellas nalgas… decido por situar mis manos en su cintura y hacer el gesto para bajárselas. Madu deja de besarme y comienzo a arrodillarme para bajar sus braguitas hasta los tobillos… destapo por completo su precioso pubis. Ella sigue de pie y comienzo a besar su monte de Venus. Madu separa las piernas entregándome su rajita húmeda y brillante. Tremenda campanita y labios carnosos… inicio un tú a tú con su rica mariposa. Me engancho como una ventosa, recorro sus labios mayores y menores, froto su clítoris delicadamente sintiendo sus jadeos, repaso el interior de su vagina con mi lengua sedienta… mmm qué rico el néctar de esta señora. Juego con el cambio de intensidades y por momentos Madu gime fuerte y le tiemblan las piernas, yo disfruto de darle goce. Me ofrece su mano y me indica que vayamos a su habitación.
No nos entretenemos en deshacer la cama. Ella se tumba boca arriba y sigo lamiéndole la entrepierna. Me arrodillo junto a su cara, le muestro mi falo y comienza a besarlo desde los testículos hasta el glande. Siento que estoy a mil y se lo pone en la boca. Comienza a chupar en modo experta, jadeo sin parar y me entretengo acariciando sus pechos y cara para que esta fiesta no sea breve. Tengo el falo bien salivado, siento emanar mis fluidos preseminales y le propongo ponerse a cuatro patas. Madu me susurra “métemela toda sin parar”.
Se coloca a cuatro patas mostrando un culazo precioso y generoso difícil de torear. Le penetro, siento el calor y humedad de sus entrañas, Madu jadea, yo jadeo y comienzo a alternar besos por su espalda, tocamientos por sus pezones con mis dedos húmedos y caricias por su ano. Ambos sudamos, nos movemos acompasados, la cama se tambalea con gran intensidad, mis embestidas y el movimiento de sus nalgas contra mi pubis resuena como una melodía infernal. Madu grita “me corrooo, me corrooo… dame más fuerte, cabrón”. Estoy a tope, no puedo más, voy a explotar, entre jadeos le pregunto que dónde me corro, me responde “donde tú quieras”. Saco mi falo y ella ya sabe dónde quiero, se gira, se incorpora y aprieta sus bellos pechos, me pajeo ante ella y exploto como un bellaco… mi falo escupe 8 ó 9 veces sobre sus pechos, cara, pelo y a saber.
Sonrío de placer, ella refriega la leche entre tus tetas y chupa de sus dedos poniendo cara de pícara “mmm, ¿de qué te alimentas para soltar tanta leche rica?”. Rompo a carcajadas y decido besarla, me abalanzo sobre ella, pringados ambos de nuestros fluidos y sudor. Nos acariciamos, nos susurramos hasta llegar la calma.
Tras quedarnos traspuestos unos minutos sobre la cama, Madu reinicia la conversación:
M: Bueno, espero haberte recompensado por la ayuda que me has servido…
O: Uff, creo que se ha pasado de recompensa… madre de dios… qué generosa es usted… Por cierto, ¿cuál es su nombre?
M: Eso, maleducado… me llamo Madu, guapo… para otro día a ver si eres más caballero ehh?!- Con cara de maliciosa.
O: Yo Observer, encantado de conocerla…
M: Guapo, tutéame que creo que ya te has pasado de conocimiento…- Con tono pícaro.
O: Ah, sí?!… lo que tu mandes… - Sonriente.
M: Pues venga, coge tus cositas que tu bien sabías que aquí iba a haber mambo del bueno, que los chicos de tu edad sólo pensáis en darle baile sexual a las gordis maduritas… muchas gracias por subirme las bolsas, si otro día necesitas algo seré buena vecina… bueno, no sé, no sé, seguro que querrás más baile…- Con tono irónico.
Rompemos a reírnos a carcajadas, cojo mi ropa, me visto apresuradamente. Madu sigue desnuda, me acompaña hasta la puerta y se despide con un “pasa una buena tarde Observer y muchas gracias… voy a dormir un poco y tú no andes con la cabeza loquita toda tarde, anda…”. No pude resistirme y me abalancé para darle un beso en sus preciosos labios. Bajé corriendo a mi casa para tumbarme en el sillón y en contra de los deseos de Madu, rememoré la escena infinitamente. Madu, hasta otra!!!