Madrid 1936 conocí a Adela en la guerra civil y II
de como Adela se convierte en una joven y liberal anarquista en el Madrid de la guerra civil y como las brigadas internacionales dejaron huella en nuestras vidas..
EL PASO DE LAS SEMANAS .y los años..
El fracasado alzamiento de julio de 1936 catapultó a las mujeres de la España republicana hacia nuevas actividades en el mundo político y social. Fue la guerra civil la que le otorgó un nuevo rol dentro de la sociedad, actuando de catalizador de la movilización femenina. En el verano de 1936, la figura heroica de la miliciana se convirtió rápidamente en el símbolo de la movilización del pueblo contra el fascismo. Las diferentes fuerzas políticas lanzaron constantemente llamadas a la mujer de cara a su movilización. Oradoras como la Pasionaria (P.C.), Federica Montseny (C.N.T.-F.A.I) o las jóvenes Teresa Pamies y Aurora Arnáiz (J.S.U.) se dirigieron a las mujeres para la incorporación a la lucha antifascista.
Y Adela se vistió de uniforme.
Yo seguía escoltando a Adela en todos sus movimientos por Madrid desde el día en que Doña Eulalia me había contratado en el verano de 1936
Desde el episodio del metro el día del bombardeo, aparte de furtivas miradas cómplices y cierta tensión sexual en el ambiente, nada había pasado entre nosotros. Madrid vivía día a día y salía adelante con dificultades y hambre mucha hambre
Adela se había convertido en una mujer espectacular, morena y con el pelo largo, dejando atrás en muy poco tiempo, su adolescencia y tomando consciencia de la realidad histórica del Madrid que vivía.
Un dia se proyectaba en un cine a Durruti, con la revolución en Madrid documental de las jornadas de julio y Adela como siempre me pidió que la escoltara al cine con mi compromiso de no contarle a Doña Eulalia el motivo real de nuestra salida nocturna.
Como he comentado en mi anterior relato, Doña Eulalia madre de Adela , era mujer de un general sublevado que había huido nada mas iniciarse el alzamiento a la zona nacional y estrechamente unido a el general Franco, luchaba enérgicamente contra la República desde Burgos.
Dispuesto a hacer mi trabajo, subí como siempre, al piso de Adela desde la portería de mi madre en los bajos de Carretas 36.
Adela me sorprendió, vestía pantalones como lo hacían las milicianas , su precioso pelo negro recogido y su camisa con el cuello desabrochado al estilo de las anarquistas de la CNT.
Confieso que me quedé sorprendido, no estaba acostumbrado a que Adela vistiera de esa manera, mas bien vestía normalmente al estilo ligeramente burgués del Madrid acomodado de la época y confieso que me sentí confuso por esa nueva manera de vestirse, que no sabia las consecuencias que podría traernos.
La miré casi de forma descarada en el descansillo de su casa, al estilo de las milicianas por primera vez enseñaba bastante escote, sus mangas remangadas hasta el codo, la daban un cierto aire de aplomo, autonomía y decisión, algo a lo que la mayoría de los Madrileños de la apoca no estaban muy acostumbrados.
Tengo que confesar que su nueva imagen me dejó fascinado, descubrí que Adela salía esa noche sin sujetador al agacharse por sus llaves y sentí renacer en mi el erotismo los nervios y el deseo de nuestro anterior encuentro sexual durante un bombardeo, refugiados en el metro de Madrid.
Adela, mujer muy alegre y pizpireta con una gran sonrisa, me agarró del brazo y me empujó fuera de su casa escaleras abajo, corriendo y casi perdiendo el equilibrio al llegar a nuestro portal.
Enfilamos la calle Carretas bajo una tremenda tormenta y de portal en portal llegamos al cine para ver al famoso Durruti.
Para mi sorpresa Adela había quedado en la puerta del cine con un hombre rubio, vestido de militar, pero uniforme extranjero, o por lo menos eso me pareció a mi viéndole entre la lluvia, apoyado en una columna de la fachada del cine.
El sujeto en cuestión resultó llamarse Albert, o lo que es lo mismo Alberto, en castellano. Original de Fort Lauderdale en Florida, EE.UU , había decidido enrolarse en las brigadas internacionales para luchar contra el fascismo en España. A pesar de mi indiferencia primera, resultó ser un chico simpático, con un castellano mas que aceptable y mucho que admirar en su voluntariado, jugándose la vida para defender la democracia en España..
Disfrutando de un permiso del frente, había conocido a Adela en la biblioteca de la calle Arenal, donde el buscaba libros en su idioma , mientras yo montaba guardia en la taberna de la esquina.
Cuando yo estaba a punto de comprar las entradas del cine mientras nos saludábamos, Adela me agarró del hombro y me dijo que no lo hiciera, que el verdadero motivo de haber quedado, era una fiesta de mascaras con brigadistas internacionales en un piso cercano y que por supuesto yo era mas que bienvenido, al tiempo que se disculpaba por no haberlo dicho antes.
Inmediatamente nos pusimos en marcha y muy poco después estábamos llamando bajo una intensa lluvia, a la puerta de una casa en el barrio de Salamanca.
Lo que mis ojos vieron nada mas entrar fueron hombres y mujeres semidesnudos, ellas riendo y bailando, algunas con una visible transposición de uniformes con ellos. Gorras de plátano, cartucheras y botas militares sobre cuerpos y pechos desnudos eran la tarjeta de visita al recién llegado, risas y alegre música, hacían de este encuentro algo casi sobrenatural para mi estricta y clásica educación española.
Albert, o Alberto no tardó en reconocer a sus compañeros de batalla y de trinchera y de forma inmediata tenía en mis manos un vaso de un licor con hielo que en ese momento me supo muy extraño y tiempo después supe que era whisky.
Yo andaba un poco perdido entre diferentes idiomas, milicianas amando hombres en sofás que probablemente no conocían y muchos o la mayoría, tapados con mascaras que no dejaban ver mas que la nariz y boca.
Reconozco que la extraña bebida se me subió a la cabeza demasiado pronto y que perdí de vista a mi protegida Adela durante un buen rato. Incrédulo al liberal espectáculo que me rodeaba, pero dispuesto a participar de la fiesta, pronto estaba de animada charla con una joven y bella anarquista con un rojo pañuelo anudado al cuello, camisa desabrochada hasta el segundo botón y de grandes curvas, culo prieto y pechos mas que sugerentes, que aseguraba, entre copa y copa, haber despedido, consolado y enamorado a muchos combatientes de todas nacionalidades, antes de salir para el frente.
El perfil de la miliciana en el Madrid de la época, era el de una mujer joven, con vínculos políticos, familiares o afectivos con sus compañeros de milicias, nacionales o extranjeros. Actuaban motivadas por su conciencia política y social, sus motivaciones fueron el rechazo al fascismo, y la defensa de los derechos políticos y sociales adquiridos durante la Segunda Republica incluyendo de forma muy clara su completa y total libertad sexual.
Pronto mi compañera me agarraba de la mano y entre risas y furtivos besitos en mi cuello, tiraba de mi, con sonrisa cómplice y ojos de no haber roto un plato , a un cuarto de la casa, mientras yo en un último intento, intentaba buscar a Adela entre la gente de la fiesta, sin poder encontrarla.
Lola, que así se llamaba mi anarquista, abrió la puerta de un cuarto de la casa sin llamar, de forma brusca y empujándome dentro casi a trompicones al tiempo que me besaba la boca de forma húmeda y muy apasionada.
Entregado a los besos y agarrado a la estrecha cintura de mi joven combatiente republicana, entré en el dormitorio que estaba en penumbra, solo iluminado por la tenue luz de una vela.
Lola, de pié, me rodeó el cuello con sus brazos y me besó de forma apasionada, sus manos en mi nuca, yo sentía sus firmes pechos apretados contra mi pecho y mi manos pronto empezaron a subir, una vez encontrado el hueco de su camisa, muy poco a poco, desde su estrecha cintura por su espalda sin sujetador, al nacimiento de lo que yo sentía, un poco mas blando..
Noté, mientras avanzaba hacia sus pechos como su respiración se tornaba rítmica, pero suavemente jadeante y separándose de mi, pedía con su mirada que mis manos abarcaran y alzaran de forma gradual y completa sus pechos. No tardé en alcanzar sus pezones desde abajo, rodeando casi tembloroso y con mucha suavidad la redondez y curvada suavidad de un pecho que ascendía hasta un pezón rosado, altivo y erecto.. que delataba la excitación de mi casual compañera combatiente.
Casi de forma inmediata y controlando a su antojo la situación, Lola se quitó la camisa de golpe, como si fuera un jersey y por fin, pude ver sus grandes ojos negros, que sentí, habían hecho amigos para siempre, en mis vulgares pero muy sinceros ojos marrones. Sus manos me desnudaron y pronto mi desnudez estaba tirada en algún lado de esa oscura habitación.
El sonido apagado de la fiesta, los gritos y las risas detrás de la puerta continuaba, Lola y yo estábamos abrazados, de pié, totalmente desnudos y besándonos apasionadamente y en silencio.
Hacía calor y empezábamos a sentir nuestros cuerpos húmedos de sudor, mi mano en su espalda, empezó a deslizarse poco a poco hacia su culo y desde atrás y separando ambas partes del culo encontré y acaricié la entrada de su vagina, no sin antes tocar muy levemente, casi como por casualidad , el agujero apretado arrugado y duro de su ano.
Lola, muy excitada, flexionaba y abría poco a poco, las rodillas para facilitarme el acceso a su ya muy lubricada vagina mientras mis dedos se paraban casi siempre en su clítoris y sus labios menores, estirándolos de forma suave y sacándolos fuera de sus labios mayores con gran excitación de Lola.
Fuera, al piano, se cantaban alegremente canciones antifascistas en diferentes idiomas, mientras Lola, amparada en la penumbra de nuestro dormitorio, se había puesto de rodillas, me lamia muy suavemente los testículos y ascendía poco a poco por los laterales de mi pene hasta mi rosado y lubricado glande mirándome descaradamente a los ojos, mientras yo me chupaba el dedo que había estado momentos antes, profundamente dentro de su vagina y todavía mojado, mantenía el cálido olor de sus fluidos corporales.
Concentrado e ilusionado en la tremenda mamada que Lola me estaba haciendo y con las expectativas puestas en penetrar de forma inminente a mi liberal anarquista, escuché un débil gemido en algún lado de la habitación y poniendo mi mano en la cabeza de Lola, la frené de golpe en su rítmico vaivén sobre mi polla.
No estábamos solos, alguien compartía con nosotros la intimidad del cuarto y yo quería saber quien mas había visto lo que Lola se había comido y chupado hacía unos breves momentos.
No tardé en descubrir entre las sombras a una mujer totalmente desnuda, que avanzaba directa a mi, con un moreno pero cuidado vello púbico y con sus redondos pechos parcialmente tapados por su larga y negra melena, tendiéndome una mano con una gran y sincera sonrisa.
Era Adela!
Adela me abrazó y besó rodeándome con sus brazos, de forma muy apasionada, mientras Lola, todavía de rodillas y en un descuido mío, se mantenía frenada firmemente por mi mano en su coronilla y con su boca muy abierta y expectante de lo que pasaba arriba. Lola se mantenía agachada, acariciándose los pechos, a un milímetro de mi polla y a escasos dos milímetros de los morenos y rizados pelos de la vagina de mi largamente deseada Adela.
Supe que era evidente que mi protegida, no estaba sola, su desnudez estaba dedicada desde antes y yo solo era el afortunado oportunista que había caído en el momento adecuado, igual que el día del bombardeo fascista sobre Madrid..
Buscando entre las sombras a mi alrededor, presentía que Robert debía estar en algún lado, agazapado, amparado en su torpe castellano y elegido por Adela por su rubia melena, su juventud y ejemplar compromiso antifascista.
Al fondo y sobre la cama, esforzando la vista en la oscuridad a través de unas cortinas transparentes, descubrí por fin, lo que andaba buscando.. Un bulto humano, tumbado y expectante, pero yo no podía moverme todavía, Lola seguía desnuda de rodillas y con la lengua pegada a mi erecta polla, Adela seguía enroscada en mi cuello, besándome y suspirando levemente con lo que mis manos en la espalda de Adela y frenando la cabeza de Lola me impedían cualquier movimiento.
Fue Adela quien separándose poco a poco de mi y agarrando cariñosamente la mano de Lola, nos empujó a todos a la cama, cayendo en el colchón yo muy expectante, Lola sorprendida y todavía con la boca abierta, y Adela visiblemente excitada ejerciendo de improvisada maestra de ceremonias.
En la cama había un hombre, pero sorprendentemente no era Roberto! , era un hombre bastante maduro de barba muy cuidada, y canosa, que rondaría los 60 años y se notaba en su desnudez la flacidez inexorable de los muchos años vividos.
A pesar de sus años este hombre muy blanco y maduro estaba muy empalmado y sonriente, dándonos la bienvenida a la cama con un fulgurante brillo en sus ojos y acariciándose los testículos de forma paciente al tiempo que en un muy torpe castellano, nos saludaba y daba la bienvenida.
En la mesita de noche, junto a un retrato de Bakunin, un cenicero vacío y una botella llena de un barato brandy con dos vasos a medio beber, aseguraban la continuidad de la fiesta.
Lola entendió muy rápidamente la nueva y explicita situación a la que nos veíamos abocados y no puso ninguna pega, la cama era lo suficientemente ancha para caber sin problemas los cuatro y Adela armoniosamente y después de besarme suavemente en los labios, se giró y empezó a acariciar y besar la canosa barba de nuestro anónimo compañero.
Yo con una erección extrema y deseando como nada el mundo follarme a mi pequeña Adela , me dediqué a la bella y recién conocida Lola , penetrándola rítmica y vaginalmente con dos dedos y vigilando a Adela, que de forma muy cariñosa y entregada, se la chupaba armoniosamente al veterano extranjero, inclinada sobre sus rodillas a escasos centímetros de mi.
De pronto una pareja supongo recién presentada en la fiesta y probablemente de despedida antes de ir al frente, hablando en una mezcla alcohólica de español e ingles, con una botella de vino y dos copas en la mano, irrumpió en nuestra habitación riendo y borrachos, el con su mano dentro del escote de ella , y ella buscando una alcoba libre donde consumar una vez mas, la despedida de su nuevo amigo extranjero.
Mientras mi protegida Adela saboreaba lentamente y con ganas de arriba abajo la polla de nuestro desconocido amigo, acariciaba sensual y suavemente el ano de este hombre, que relajado disfrutaba del favor de Adela mientras sacaba lentamente una mano y con una gran sonrisa, empezaba de forma gradual y constante a acariciar los preciosos, y redondos pechos de la rubia Lola, bajando lentamente hasta su pequeño y muy excitado clítoris, manejado por el, aparentemente de forma magistral y a su entero antojo.
Adela, en cuclillas y agachada sobre el pene del barbudo extranjero dejaba desprotegido su trasero y yo rápidamente y de un breve salto, me puse detrás de ella, dejando a Lola sola, a merced de las manos del veterano brigadista y con un movimiento firme y separando con mis dedos desde atrás los labios menores vaginales de Adela, introduje mi glande de un solo y certero golpe y agarrando con mis manos su precioso culo, empujé de una sola vez, firme, gradual y constantemente hasta hacer tope en el fondo de su ser, notando una fuerte tensión en el frenillo de mi glande, al tiempo que Adela gemía de placer apretando sus piernas . Mi mano derecha agarraba su negro pelo y mi mano izquierda sujetaba el peso colgante de sus bamboleantes pechos, que bailaban y se agitaban al ritmo acompasado de mis empujones cada vez mas rítmicos dentro de su vagina..
Adela seguía chupando el rabo del hombre que tenia debajo, escupiendo saliva y acariciando a nuestro desconocido amigo que ya tenia en ese momento a Lola sentada sobre su cara y estirando y abriendo de forma descarada sus labios vaginales sobre la boca de nuestro desconocido brigadista.
Fuera de nuestro dormitorio, resonaban los gritos del no pasaran, Paletos, señoritas del barrio Salamanca, soldados y milicianos extranjeros brindaban unidos en una torre de babel, bebían y se besaban y amaban intensa y apresuradamente como si esa fuera su última botella, su último beso y su última noche..
Yo mientras tanto acariciaba el culo de Lola, muy muy cerca de la barbilla y de los canosos pelos de nuestro amigo, insinuando con la yema de mi dedo índice, una breve, pero constante y ligera presión anal con mi dedo, al tiempo que sentía que Lola quería relajar los músculos de su ano para permitir de forma libre la entrada suave de mi dedo en su culo.
Lola se movía sentada, estirada y rítmicamente sobre la boca y canosa barba del desconocido extranjero y sobre mi dedo introducido ya, hasta la primera falange, en su casi dilatado culo, al tiempo que desde atrás y con firmeza, yo, penetraba a Adela haciendo tope al fondo de su vagina en cada empujón,, separando para dejarme espacio desde atrás los cachetes de su culo y provocando un agudo y mantenido gemido de placer en mi bella protegida.
Adela reventó arañando la almohada con sus manos ,en un tremendo y sonoro orgasmo. Mientras yo me mantenía apretando firmemente mi polla contra el fondo de su vagina , nuestro desconocido amigo, tomando aire y casi al mismo tiempo que mi protegida, eyaculó generosa y espasmódicamente en la boca de Adela, de la cual ,al poco , colgaba de sus labios, una ligera cadenita de semen y saliva que se estiraba hasta el pecho de nuestro amigo y que Adela trataba de retrotraer sorbiendo morbosamente el semen de regreso a sus labios.
La imagen de Adela sorbiendo el semen eyaculado del desconocido y la presión que yo ejercía con mi pene apretando fuertemente el fondo de su vagina, me hizo saber que yo también estaba listo para inundar a Adela y de forma urgente saqué mi polla del fondo de Adela y apuntando a su ano con dos pequeñas sacudidas y la ayuda de sus suaves dedos, eyaculé en escopetazo, llenándole el apretado y arrugado orto de mi semen, al tiempo que ella se acariciaba y restregaba el tibio y viscoso liquido por la raja de su precioso culo, introduciendo suavemente algo de mi liquido seminal dentro de su cuerpo, mientras el sobrante resbalaba y caía poco a poco por su muslo hasta alcanzar la sabana .
Lola muy entregada y sentada sobre la boca y lengua de nuestro amigo, alzando la vista, mirando al techo, erguidos sus preciosos pechos, dorados pezones y en esa postura, soltó un largo y sonoro grito al tiempo que yo sacaba sin remilgos el dedo índice de su culo y ella se corría en un tremendo, muy prolongado y sonoro orgasmo, que seguro, no pasó desapercibido a nadie en la fiesta y creo que tampoco en el Madrid republicano.
Pronto los cuatro estábamos tumbados boca arriba y jadeantes , Lola y Adela con los ojos cerrados descansaban, mi anónimo compañero y yo con un cigarro en las manos jadeábamos tratando de controlar nuestra respiración y parcialmente tapados por una triste sabana.
Aquella noche, una vez mas, Adela y yo regresamos caminando, vigilando las esquinas, a nuestro domicilio en silencio, sin agarrarnos de la mano después de una noche de sexo intenso, seguía lloviendo en el Madrid de la guerra, mi protegida se había convertido en una bella mujer comprometida con la causa republicana, sexualmente liberada y lo que es peor, yo tenia que mantener el secreto a su muy fascista familia, garantizando su honor , asegurando su virginidad y la seguridad de su preciosa y única niña
Que poco sabían que el lobo estaba en casa acompañando a su preciosa gallina..
Lo que pasó después con Adela, la republica y su desbordada sexualidad ya os lo contaré en otro capitulo de nuestra historia