Madres e hijos y viceversa

La atracción sexual entre madres e hijos siemrpe ha existido y cuando se dan las circunstancias adecuadas, esa tensión sexual, puede acabar desencadenandose en que los hijos vean a sus madres como putas y las madres a sus hijos con ese amor que les hace consentirles todo

Nunca me pude imaginar que cerca de cumplir los 50 años, mi vida daría un vuelco que lo cambió todo. Yo era una mujer casada, con dos hijos, el mayor Marco, de 19 años y Cris, recién cumplidos los 18. Los que tengan hijos adolescentes sabrán lo que es pelear con ellos en esos años rebeldes, con las hormonas disparadas y sus cambios de humor.

Mi vida sexual con mi marido era normal, si a eso le podemos llamar que me echara un polvo cada una o dos semanas, de forma rutinaria y más por cumplir que por otra cosa, aunque yo ya conocía mi cuerpo lo suficiente como para llegar al orgasmo por mi cuenta, excepto las veces que tenía la cabeza en otra cosa.

Él tampoco es que cumpliera siempre, porque muchas veces ni se le ponía dura o se le bajaba y me dejaba con las ganas; por otra parte, nada nuevo que no sepan todas las mujeres casadas.

Mi hijo Marco, siempre fue mi preferido, no sé si por eso que dicen, que los hijos son de las madres y las hijas de los padres, pero quizás siempre le consentí demasiado y en cosas que no debí haber cedido, pero una madre siempre tiene la impresión de que sus hijos siguen siendo esos niños, aunque de pronto ya sean unos hombres.

Por eso, en casa, no me cuidaba de si me veía desnuda, hasta esa edad en que una madre, como mujer, nota esas miradas de su hijo, cuando descuidadamente te sientas en el sofá dejando que el vestido se te suba hasta arriba, mostrando las piernas y sintiendo cierto morbo de que tu hijo se excite con eso, jugando con esa situación de una forma irresponsable, quizás, por lo que puede provocar en su hijo.

Pero llega un momento en el que tu hijo ya es mayor de edad, tiene o ha tenido novias y tú sigues tratándolo como ese adolescente que se masturbaba a diario, mientras disimulabas que no le veías, pero tenías que acabar limpiando los restos de semen que quedaba en la ropa o en las sábanas.

Así que un día, mientras está sentada en el sofá, de esa forma descuidada, notas la mirada de tu hijo mientras te dice:

— Menudas piernas que tienes, mamá. Estás hecha toda una milf con esos muslazos.

— No me digas, hijo, no será para tanto……

Pero yo, en mi ignorancia, le pregunto:

— ¿Qué es una milf?

— ¿No lo sabes…..? Pues es una abreviatura inglesa que usan los chicos jóvenes, que en español significa “madura que me follaría”.

— ¿Y tú me ves así? ¿Cómo una madura que te follarías?

— Claro, mamá. Yo y mis amigos……

— ¡Ay, hijo!, pero si soy una vieja para vosotros, con las nenas tan preciosas que hay de vuestra edad.

— No tiene nada que ver. Son todas unas guarras, lo único  que quieren es follar y ver quien se tira a más tíos. Pero las mujeres mayores como tú, sois puro morbo y con una carnes de quitar el hipo.

— Eso seguro, hijo, carnes me sobran por todos lados, jaja.

— Que va, a mí me encantan. Cuando cruzas las piernas así, me quedo embobado mirándote los muslos y adivinando lo que tienes en el medio.

— No digas esas cosas, que me avergüenzas…..

Marco puso una mano sobre una pierna y empezó a acariciármela. Yo no vi inconveniente en eso, a pesar de la conversación que estábamos teniendo, o quizás precisamente por eso, dejé que lo hiciera, acabando por excitarme y al abrir las piernas él entendió que podía llevar su mano hasta mi coño, llegando a pasar sus dedos por encima, pero se lo impedí, porque creí que eso ya era demasiado, a pesar de que tenía mis bragas empapadas y tuve que ir a cambiarme.

En ese momento no me di cuenta, pero había permitido iniciar un camino sin retorno con mi hijo, ya que así continuó cuando en otra ocasión, al salir del baño, después de ducharme, fui desnuda a mi habitación para vestirme y Marco al verme, no se le ocurre otra cosa que decir:

— Menudas tetazas que tienes, mamá.

Y fue detrás de mí hasta la habitación, agarrándome los pechos por detrás, moviéndolos con las manos:

— ¿Qué haces….?, un poco de respeto, que soy tu madre.

— Uufff, es que me encantan, papá tiene que ponerse morado sobándotelas y chupándolas.

— A tu padre ya le dan un poco igual mis tetas.

— ¿Por qué dices eso?,  ¿no follas con él?

— No seas tan descarado. Bien sabes que sí, seguro que nos oyes muchas veces.

— Sí, es verdad, jaja. Siempre que os oigo follar, me hago una paja.

— ¿Pero tú no tienes novia? ¿No lo haces con ella?

— Sí, claro, pero tú me das mucho más morbo que ella.

— No sé cómo dices esas cosas. Pobre chica, si lo supiera…..

— Mientras la folle, está contenta, así que no te preocupes por ella.

— Bueno, deja de tocarme ya las tetas, que me estás poniendo cachonda y voy a tener que ducharme otra vez.

Pero él continuó, llevando su mano a mi coño:

— A ver, ¿es que estás mojada ya?...... ¡Joder!, mamá, si estás encharcada, menuda puta estás hecha.

— Pero bueno, ¿cómo me dices eso?, deja de meterme los dedos, que está tu hermana en casa y a ver si nos pilla.

— Está con el móvil muy entretenida y con los cascos puestos, no se entera de nada. Además, si nos viera, no podría decir nada, porque yo vi también como la sobaba papá.

— ¿Queeeeé…..?  ¿Qué tu padre soba a tu hermana….?

— Sí, mamá, siento que te enteres así, pero Cris me contó que se la había chupado también.. Bueno, ahora ya sabes por qué no se le pone dura contigo. Con ella sí que se le puso bien dura, según me dijo.

— Será posible. Y yo preocupada por él, pero viendo cómo se fija en las jovencitas no me extraña lo que me dices.

— Pues ya sabes, mamá. Tú deberías disfrutar también, que todavía eres joven y yo estoy deseando follarte.

— Pero que barbaridades dices. Estás muy loco, ¿te crees que me voy a abrir de piernas para ti?

Y bajándose los pantalones, me enseñó su polla, ya totalmente en erección, mientras yo estaba cada vez más nerviosa con esa situación:

— Mira, mamá, ¿no te apetece? Al menos hazme una paja para quedarme tranquilo.

Yo no sabía ya como quitarme a mi hijo de encima, que no paraba de sobarme las tetas y meterme mano en el coño, así que acepté su proposición, quizás llevada también por la rabia de lo que me había contado de su padre y su hermana:

— Pero sólo una vez ¿eh? Te corres y ya está, ¿vale?

— Está bien, mamá.

Yo le agarré esa maravilla, ya que no se la había visto de esa forma nunca y por un momento, me olvidé que era mi hijo y me relajé pajeándole. La verdad es que me apetecía un montón chupársela, pero con todo lo que estaba pasando, ya consideré suficiente solo hacerle correr con mi mano, porque se pensaría que estaba loca por meterme en la cama con él.

El caso es que a la vez que yo le pajeaba, mi hijo me frotaba el coño con los dedos, masturbándome igualmente y con lo excitado que estaba él y con mi experiencia haciendo pajas, no tardó mucho en correrse, echando varios chorros que cayeron sobre mi cuerpo, por lo que me tuve que ir a la ducha otra vez a limpiarme, mientras él se limpiaba también de los restos de semen.

Yo no sabía lo que había hecho, porque le había hecho una paja a mi hijo y puede que me acabara arrepintiendo, pero estaba muy confusa con todo lo que había pasado, de lo que me había enterado y no sabía cómo reaccionar ni lo que iba a pasar en el futuro, por lo que me decidí a hablarlo con una amiga íntima, que se llama Marga y tiene un hijo de la edad del mío. Y aunque nos lo contamos todo, esto me iba a costar trabajo.

Al día siguiente había quedado con ella, y al poco rato, ya me notó rara:

— ¿Qué te pasa? Te veo preocupada ¿Te pasó algo con tu marido?

— No, no es él. Es Marco, mi hijo.

— Vaya, ¿qué ha hecho esta vez? Están en una edad muy mala.

— Es que no sé cómo decirte esto y lo que vas a pensar de mí.

— Mujer, que nos conocemos hace un montón de años, puedes hablarme en confianza.

— Verás, es que a Marco le he ido consintiendo demasiadas cosas y ahora ya no sé cómo pararlo.

— ¡Uuyyy! ¿Es lo que me estoy imaginando? Que tiene la mano muy larga, ¿no?

— Sí, demasiado….

— Como el mío, no te vayas a pensar…..

— ¿Es que tu hijo también……?

— Claro, mujer, eso es normal.

— Bueno Marga, normal, normal, que tu hijo te meta mano en el coño y le hagas una paja, no se…….

— Ah, ya entiendo, que te has puesto cachonda con él…...

— Eso es lo malo, que hace lo que quiere conmigo, porque sabe que me dejo y que me pongo como una perra.

— Jaja, que canallas son. No te sientas tan culpable, Rafa cuando empieza, no sé cómo pararle tampoco y tengo miedo de que su padre acabe enterándose y se arme una buena.

— Eso es lo que temo yo también, por eso me pone tan nerviosa cuando se me acerca y empieza a sobarme el culo con todo el descaro. O sea, que a ti te hace de todo también.

— De todo no, pero también me pone cachonda perdida y si yo me dejara, sería capaz de follarme.

— ¡Ay, Marga! ¿Cuánto crees que aguantaremos?

— Uufff, no sé, pero Rafa tiene muy buena polla y es una gozada tenerla en la boca.

— ¿También le haces mamadas?

— Es que, hija, no me aguanté. Me lo pide  y se la veo tan rica  que siempre acabo cediendo.

— A mí también me dieron ganas, pero todavía no se la hice.

— ¿La tiene grande Marco?

— Más que mi marido, así que imagínate. Siempre está enseñándomela, yo se la agarro  y ya me mojo toda.

— Pues vaya situación que tenemos las dos. Y la semana que viene nos vamos de vacaciones con ellos al apartamento  de la playa, así que no sé cómo vamos a hacer.

— Ya ves, encima nosotras dos solas con ellos, menudo plan. Y nuestros maridos trabajando.

Después de esta conversación con mi amiga, volví más confundida de lo que estaba antes y con las ideas menos claras de lo que tenía que hacer para que esta situación no causara una desgracia en mi casa, porque ella estaba igual que yo, aunque no le diera tanta importancia y parecía que lo llevaba mejor.

Esa misma noche, mientras hacía la cena, ya se volvió a poner mi hijo detrás de mí a sobarme por detrás el culo y poniendo las manos por delante para meterlas en mi escote, aprovechando que no llevaba sujetador:

— Por favor, Marco, no empieces otra vez.

— Anda, que se nota que te gusta.

— Pero pueden pillarnos tu padre o tu hermana, no seas pesado.

— Está bien, pero esta noche, cuando papá esté dormido, vienes a mi habitación a hacerme una paja.

— No te pases, ¿cómo voy a hacer eso? ¿Te crees que soy tu puta?

— Serías mi puta si te dejaras follar, pero eso solo es una paja. No pasa nada porque me la hagas.

— Claro, para ti es muy normal que las madres les hagan pajas a sus hijos.

— Pues algunas si se las hacen y tú la conoces.

— ¿Qué pasa, que Rafa ya te contó…..?

— Claro, mamá, somos muy amigos y nos lo contamos todo, como hacéis vosotras.

— ¡Ay, Dios! Esto es demasiado ya.

— Anda, que lo estás deseando, que papá no se entera…..

— No sé cómo me hablas así, ¿Es que no tienes ningún respeto por tu madre?

— Venga, mamá, déjate de respetos, que estás muy buena y ahora papá apenas te folla, porque no se le pone dura.

—     ¿Por qué sabes tú eso?

— Porque os escuche, que él quería metértela y como no se le ponía dura,  tú le dijiste que daba igual, que lo dejara si no podía.

— ¿Tú no sabes que es de mala educación escuchar esas conversaciones íntimas?

— Es que cuando empiezo a oírte a gemir, siempre me pongo detrás de la puerta a masturbarme, porque me pones muy cachondo.

— Qué descarado eres, antes no eras así, eras un niño muy bueno.

— Sí, era tonto, hasta que una vez te vi montada encima de papá, moviéndote como una puta.

— Madre mía, ¿es que tú siempre estás espiándonos?

En ese momento, entró mi marido preguntando cuando estaba la cena y se acabó nuestra conversación, pero me había dejado bien caliente, como siempre, y luego, estando en la cama, eran ya las dos de la madrigada y no podía dormirme porque oía a mi marido roncar y no sé si es que ya me estaba volviendo loca o qué, pero me levante para ir a la habitación de mi hijo:

— Ya estoy aquí, cariño.

— Sabía que ibas a venir, jeje.

Creo que él sentía que me tenía dominada y que al final iba a acabar accediendo a lo que mi hijo quería, lo que me hacía sentirme en sus manos, como si yo no tuviera voluntad, pero el caso es que él quitó las sábanas y ahí estaba su polla toda dura desafiándome y empecé a hacerle la paja, mientras él me sobaba las tetas por dentro del camisón, pero me acordé de la conversación con mi amiga Marga, de que ella le hacía mamadas a su hijo y Marcos se quedó sorprendido, cuando me agache y me la metí en la boca:

— ¡Caray, mamá!. Esto sí que es bueno, sabía que lo estabas deseando.

Yo empecé a disfrutar con la polla de mi hijo en la boca y cada vez me iba acercando más a esa puta que él pensaba que era, porque mi lengua saboreaba su glande y me la metía hasta la garganta, haciéndole correrse en poco tiempo:

— ¡Aaahhh, mmmmm! Que bien lo haces, se nota toda la práctica que tienes. Ves como las milfs sois la mejores, no estas crías de ahora que ni si quera saben chuparla bien.

— Bueno, hijo, en experiencia tu novia no me ganará, pero con ella te correrás igual.

— Sí, me corro, porque es muy guarra y sabe ponerme, pero no la cambio por ti, por nada.

Yo me sentía halagada por sus palabras, cuando debería sentirme muy preocupada porque mi hijo me dijera que le gustaba más tener sexo con su madre que con su novia, pero esperaba que fuera algo pasajero, y que con los años, se le pasara, aunque yo estaba disfrutando como nunca de ese momento y con la excitación de haberle chupado la polla a mi hijo, no sé que me pasó por la cabeza, que me monté encima de él, diciéndole:

.- Ahora vas a ver si yo te monto mejor que tu novia.

Y me clavé toda su polla en mi coño que ya estaba ardiendo, ante el entusiasmo de mi hijo, que no se debía creer que yo al final hubiera cedido  y me hubiera metido t oda su polla hasta el fondo, empezando a cabalgarle mientras disfrutaba del movimiento de mis tetas que me sobaba sin parar mientras subía arriba y abajo, sobre su polla, hasta que él no pudo más y empezó a correrse, sintiendo su semen caliente dentro de mí, haciéndome llegar a mi también al orgasmo.

Me quedé tumbada sobre él, pero una vez recuperada y recobrada la noción de o que había hecho, me vi en la obligación de decirle:

— Esto no puede repetirse, porque van a acabar enterándose tu padre y tu hermana y destrozaremos la familia.

— No sé por qué, mamá, que cada uno folle con quien quiera y ya está.

— Sí, tú lo ves todo muy fácil, pero lo normal es que yo joda con tu padre y vosotros con vuestras novias y novios.

Cuando llegó el día de irnos al apartamento de la playa, Marga vino a recogernos y allí fuimos con nuestros dos hijos, algo que era habitual todos los años, que estábamos allí solas hasta que nuestros maridos llegaban, pero esa vez iba a ser especial, porque habíamos llegado a esa situación con nuestros hijos en nuestra casa y creo que las dos sabíamos lo que iba a pasar allí y eso nos tenía muy nerviosas.

Siempre dormíamos cada una con nuestro hijo en cada habitación y esta vez, no iba a ser menos, así que como llegamos ya tarde, nos fuimos a la cama directamente, yo creo que más que por el cansancio del viaje, por las ganas que teníamos de estar en la cama con nuestros hijos, con toda libertad, por primera vez.

Y así fue, como nada más acostarnos, mi hijo se puso pegado a mi espalda, haciéndome sentir en el culo su polla dura. Yo, en mi interior, me moría de ganas de darme la vuelta y empezara hacer de todo con él, pero seguía reprimiéndome, porque sentía que eso no era lo correcto, que como una madre podía sentir esas cosas por su hijo, que no era normal, pero la calentura aumentaba y nublaba toda mi razón, así que cuando él empezó a tocarme, yo no hice nada por oponerme, hasta que noto como pone su pene en la entrada de mi coño, intentando entrar, y yo reacciono, intentando evitar lo inevitable:

— No, hijo, por favor, por ahí no…….

— Pero mamá, estás toda mojada, si casi me entra sola, con solo empujar un poco.

— Ya te dije que no volvería repetirse, que no debemos hacer esto, me siento fatal, por tu padre, poniéndole los cuernos de esta manera, con su hijo.

— Ya sabes lo que te dije de él. Ahora se quedó en casa a solas con mi hermana. ¿Qué crees que estarán haciendo?

— Es que no puedo creérmelo, hijo, no me imagino a tu hermana con su padre en la cama.

— Pues igual que nosotros y que Rafa con su madre.

— ¿Tú crees que lo están haciendo también?

— Sí, Rafa me dijo que se la iba a follar y antes estuve escuchando como gemía su madre….

— Esto es una locura, Marco. Tu padre y tu hermana jodiendo en casa, mi amiga Marga con su hijo y tú ya me tienes la polla medio metida……

— Vega, mamá, deja que te la meta toda, que te voy a dar un gustazo que te vas a correr como nunca.

— Bueno, pero sólo un poco, ¿eh?

— Claro, un poco como el otro día, que te la metí hasta el final, bien metida y bien que te gustaba.

— Como no me va a gustar eso, si es lo más rico del mundo, pero una cosa es que me guste y otra que esté bien.

— Aquí estamos solos, nadie se va enterar, y Rafa y Marga tampoco van a decir nada, porque están igual que nosotros.

Mi hijo cada vez me convencía más, si es que hiciera falta hacerlo, porque ya estaba deseando que me metiera la polla del todo y empezara a joderme olvidándonos de que éramos madre e hijo, o quizás sería mejor tenerlo presente, porque eso me hacía correrme de una forma tremenda.

Marco empezó un movimiento de mete-saca muy suave, cada vez más adentro de mí y mis gemidos ya debieron de hacerse audibles hasta en la habitación de al lado, en la que Marga estaría haciendo eso mismo con su hijo.

Luego continuó follándome más fuerte, sujetándome por la cadera para que su polla no se saliera de mí, pero yo necesitaba sentirle más y me tumbe de espaldas para que se pusiera encima de mí y pudiera metérmela más cómodamente y ahí estuvo un rato, comiéndome las tetas y haciéndome sentir su polla en todo el interior de mi coño rozándome especialmente esos puntos sensibles que disparan mi orgasmo.

Eso no tardó en pasar y Marco se corrió también dentro de mí, sintiéndome en ese momento, la mujer más dichosa del mundo, pero también con un sentimiento de culpabilidad que amargaba un poco ese placer y con esa contradicción de sentimientos pude dormirme hasta la mañana siguiente.

Por la mañana, nos levantamos un poco tarde, como muestra de que habíamos dormido poco esa noche en las dos habitaciones, pero no comentamos nada sobre lo que había pasado y lo que suponíamos que había pasado en la otra habitación, así que después de desayunar, fuimos a la playa y ahí ya empezamos a relajarnos un poco, con las bromas de nuestros hijos, diciendo Rafa a su madre:

— Mamá, ¿por qué no te quitas la parte de arriba, para que no te quede marca en las tetas?

— Es que está Marco y me da un poco de vergüenza.

Contestándola su hijo:

— Marco está cansado de ver tetas, no se va asustar, jaja.

Y algo más convencida Marga, quiso provocarme a mí también:

— Bueno, si nos quedamos las dos en top-less, lo hago.

Empezando a insistirme mi hijo para que me quitara la parte de arriba, no sé si porque quería que su amigo Rafa me viera las tetas o porque él quería ver las de Marga, así que no me quedó otra que dejar mis tetas al aire, de una talla 95c que dejaron a Rafa boquiabierto, pero el caso es que a Marco le pasaba algo parecido con las tetas de Marga, de un buen tamaño también y con unas aureolas muy grandes que resaltaban sus pezones, lo que hizo que las dos nos riéramos de la actitud de nuestros hijos:

— Jaja, vaya dos, y decían que estaban cansados de ver tetas……

Justificándose Rafa:

— Sí, de tetas de las chicas de nuestra edad, pero unas tetas como las vuestras no son fáciles de ver; bueno, a ver, yo si veo muchas veces las de mi madre, pero otras no.

— Sí, ya veo como se os ha puesto dura la polla a los dos, jaja (bromeé yo).

Contestando mi hijo:

— Será mejor que nos vayamos a bañar, Rafa, a ver si baja esto, jaja.

Los chicos fuero na bañarse y Marga y yo nos quedamos solas, por lo que pudimos sincerarnos:

— ¡Oye! Esta noche estuve escuchando unos sonidos en tu habitación que sólo podían ser de una cosa….. (Me dijo Marga).

— ¡Ay, qué vergüenza! ¿Nos oestes?

— Como para no oírlo, si gritabas como una posesa, jaja.

— Pues eso fue porque nos animamos escuchándoos a vosotros, que empezasteis primero.

— Es que yo tenía unas ganas que no veía y teniendo a mi lado la polla de Rafa todo empalmada, no es fácil dormir, así que empecé a comérsela y no paré hasta que me jodió bien jodida.

— Pues lo mismo hice yo. Marga, no sé lo que estamos haciendo, jodiendo con nuestros hijos, como si fuéramos dos putas.

— Mira, amiga, somos dos mujeres con ganas de polla, nada más; eso es lo más normal del mundo.

— Sí, puede ser, pero hay más pollas en el mundo que las de nuestros hijos, Marga.

— Eso es verdad, pero ahora las que tenemos más a mano, son las de ellos.

— ¿Y qué va a pasar cuando vengan nuestros marido?

— Disimularemos y disfrutemos ahora hasta que vengan…..

La vuelta de nuestros hijos del baño, interrumpió nuestra conversación, pero nosotras seguimos con el juego morboso sin saber hasta dónde iba a llevarnos, diciendo Marga:

— Ya nos habéis visto las tetas a las dos, pero nosotras no hemos visto nada, no es justo.

Nuestros hijos se quedaron un poco desconcertados, diciendo el mío:

— ¿Qué queréis, vernos la polla?

— Claro, no estaría mal. Ahora hay poca gente y no nos ve nadie aquí, podíais bajaros el bañador. Rafa que se ponga al lado de tu madre y tú aquí conmigo para verlas bien.

A nuestros hijos les hizo gracia la situación y tumbados en la toalla, se bajaron el bañador, dejando sus pollas a nuestra vista. La de mi hijo sabía que iba a gustarle a Marga, porque estaba muy bien dotado, pero al ver la de Rafa, no se quedó corto y entendí por qué su madre no podía resistirse a ella, como yo, que no pude evitar agarrarla con la mano y palparla bien, poniéndose al instante dura como un palo. Lo mismo hizo Marga con mi hijo, que un poco en broma, protestó por nuestro descaro:

— Esto no estaba en el plan. Nosotros no hemos tocado nada……

— Es verdad, podéis tocarnos las tetas también.

Y así cada uno  de nuestros hijos se puso a tocar las tetas de la madre de su amigo, encendiéndonos los cuatro con esa situación y menos mal que no había nadie alrededor que pudiera vernos, porque nosotras empezamos a pajearlos descaradamente y ellos a comernos las tetas, poniéndonos a cien y haciéndoles una mamada a cada uno hasta que se corrieron en nuestra boca.

Después de lo que había pasado en la playa con nuestros hijos, ¿qué más podía pasar? Pues en la cena, acabamos acordando intercambiar a nuestros hijos para dormir cada una con el hijo de la otra.

Si ya había sido tremendo empezar a follar con mi hijo, ahora lo iba a hacer con el de mi amiga y ella con el mío. En poco tiempo, mi vida había cambiado de tal forma que ahora ya nada de lo que pasara me parecía descabellado.

Así que esa noche, cuando nos fuimos a la cama, me encontré a Rafa, el hijo de mi amiga a punto de acostarse conmigo teniendo yo, el camisón de costumbre y él únicamente con los bóxers marcando su paquete, pero una vez a mi lado en la cama, estaba muy cortado y  se quedó como paralizado, sin atreverse a tocarme:

— Bueno, Rafa, para eso querías tenerme en la cama, para no hacerme caso. ¿No te apetece meterme mano?

— Sí, perdona, lo estoy deseando, pero estaba pensando si Marco ya estaría follando a mi madre.

— Pues supongo, porque la tenía muchas ganas, y tú a mí también, por lo que vi en la playa, anda, aprovéchate ahora que puedes…….

Rafa empezó a sobarme las tetas y a chuparlas, mientras yo no perdía tiempo y le bajé el boxers dejando libre su polla que ya estaba dura, y que rápidamente me puse a chupársela, porque la tenía muy apetecible, haciendo que él bajara a mi coño también para que me lo comiera, teniendo que parar de vez en cuando de chuparme, por el placer que sentía por mi mamada, preguntándole:

— ¿Lo hago mejor que tu madre?

— Uuufff, las dos lo hacéis genial……

— Jódeme ya, que no puedo más……

Rafa se puso encima de mí, abriendo yo las piernas para recibir su polla dentro, que entró esa primera vez hasta el fondo, de lo lubricada que estaba y ahí empezó a follarme aumentando su ritmo y el de mis gemidos hasta que él se corrió dentro, pero al sacarla, me echó otro chorro de semen en las tetas y en ese momento me sentí como la mayor de las putas.

De pronto, la puerta de la habitación se abrió y aparece Marga preguntándome:

— ¿Qué tal te ha jodido mi hijo? ¿Te ha dejado satisfecha?

— ¡Emmhh!  Sí, me ha jodido muy bien…..

— Tu hijo también ha estado fantástico, pero me ha dejado con ganas de más….

— Entonces no  te jodió bien?

— Sí, amiga, pero ahora me apetece estar los cuatro juntos.

— ¿Cómo los cuatro? ¿Nosotros, dices?

— Sí, quiero estar a la vez con nuestros dos hijos y contigo, haciéndonos de todo, y llenándome los dos.

— Qué viciosa eres, Marga. Yo nunca me hubiera atrevido a tanto…..

Marga se puso a dirigir la situación:

— A ver, Marco, tú ponte a joderme el coño mientras se la chupo a Rafa.

Se pusieron así y fue la escena más morbosa que había visto nunca, algo que hasta ese momento solo había visto en videos, ahora estaba sucediendo frente a mí, y no pude evitar empezar a masturbarme mientras los veía, especialmente disfrutando a mi amiga Marga, como loca.

Yo, de lo excitada que estaba, me puso a comerle las tetas a mi amiga y viéndome mi hijo hacer eso, hizo que se corriera en el coño de Marga, sacándola y poniéndomela en la boca para darme el semen que le seguía saliendo. Cuando se l dejé bien limpia, me fijé en le coño de mi amiga, todo lleno del semen de mi hijo y me puse a lamérselo. Nunca me había comido el coño de otra mujer y aquello me pareció lo más rico del mundo, preguntándome como me lo había estado perdiendo todo este tiempo.

Y ya para culminar la degenerada fiesta, Marga se puso a hacer lo mismo con mi coño, formando un 69 entre nosotras, con nuestros hijos jodiéndonos el culo. A Marga ya se lo había jodido su hijo, pero en el mío, solo me había entrado por ahí mi marido, hacía tiempo ya, así que sentí la polla de mi hijo como si fuera mi primera vez, haciéndome gritar de dolor, pero el placer acabó viniendo en seguido y los gemidos de mi amiga y los míos se juntaron, mientras nuestros hijos nos estaban jodiendo a la vez, teniendo por mi parte, el orgasmo más largo de mi vida.

Después de esta mini-orgía, nos quedamos dormidos los cuatro en la misma habitación y a la mañana siguiente, nuestros maridos llamaron diciéndonos que llegaban por la tarde.

¿Cómo podríamos seguir con nuestras vidas como si nada hubiera pasado, después de haber vivido durante los últimos días el sexo más intenso de mi vida?