Madre satisfecha, padre contrariado

Esta historia es una confesión de un padre que consiente ciertas relaciones de su mujer para que el amor entre familia no se rompa.

Buenas a todos los lectores de TODORELATOS y en especial a los que gustan de mis historias. En esta ocasión les cuento otro punto de vista acerca de las relaciones materno-filiales que pueblan nuestra comunidad.

"La verdad es que mi historia puede que no se comprenda muy bien. Yo soy Juan, un hombre de mediana edad que trabaja como directivo de una gran compañía. No niego que éso me da muchos beneficios, tanto económicos como materiales, sin embargo me resta mucho tiempo personal.

Al comienzo de mi carrera mi vida era un no parara de trabajar, viajar y quedarme largas noches en la oficina. Aunque tenía la edad para poder escabullirme con otras mujeres que no fueran la mía propia, mi propio trabajo y la dedicación a éste me lo impedían. Y ahora, aunque tengo mucho más tiempo libre que antes no tengo cuerpo como para ir detrás de las jovencitas que muchas veces se me insinúan, claramente para poder ascender dentro de la empresa o sólo para poder tirar de mi cuenta bancaria con sus caprichos vanales.

El caso es que mi vida sexual siempre ha sido algo carente. Quiero con locura a mi mujer, quien se ha dedicado a mí y a mi hijo con mucho cariño, amor y respeto. Ella, Serena, tiene 40 años, su tiempo libre, ahora que Luis, nuestro hijo de 16 años que se ha medio liberado de una vigilancia estricta, la permite cuidarse en todos los aspectos, física e intelectualmente, con lo que su belleza es más que resaltable. Mide 1,65, y gracias a sus propios cuidados y a la cirugía estética, tiene unos 99-62-92 muy envidiados por más de una "teenager". Mi hijo estudia que da gusto, hace mucho deporte, mide ya un metro setenta y está bastante fuerte, y la verdad es que es muy obediente. Es un tesoro, le queremos sin límite.

El caso es que mi mujer no me había negado sexo nunca, pues no lo solíamos hacer a diario y para cuando se lo pedía o estaba en casa para pedírselo no ponía pegas nunca. No me voy a dar auto-bombo que además podría sonar increíble, pero no me considero mal amante con lo que creo que aunque lo hacemos poco, las pocas que lo hacemos es más que satisfactorio para ambos. Sin embargo hace unos meses me dio el primer no, con la excusa más antigua del mundo femenino....la dolía la cabeza. Al ser la primera vez no le di importancia, podría ser verdad, a quién no le ha dolido la cabeza, y era su primer no en más de 18 años casados. Pero a los dos días volvió otro no, y al día siguiente otro, con la misma excusa....algo pasaba.

Además mi mujer vestía en casa más coqueta que antes e incluso comenzó a depilarse el bello púbico al mínimo, cosa que antes no hacía de una forma tan exagerada.

Mi hijo también estuvo raro durante esos meses, me esquivaba todo lo que podía y yo no recordaba haberle hecho nada malo, ni prohibirle nada ni siquiera haberme enfadado por ninguna actuación suya.

Tenían un secreto. Supuse que mi mujer me estaba engañando con alguien y mi hijo debía saber quién era, les habría pillado "in fraganti" o se habría enterado de alguna manera. No quería hacerle pasar a mi hijo el mal trago de que me confirmara mis sospechas ni que me dijera quién era el personaje que me estaba haciendo crecer la cornamenta, con lo que idee un viaje falso para poder volver a casa y entonces ver con quién, cuándo, dónde y cómo me engañaba mi mujer.

Hice el "paripé" el día del viaje, preparé la maleta, actuaba como si hablara con mi secretaria y llamé a un taxi con instrucciones para llevarme al aeropuerto. En efecto tomé el taxi no sin despedirme de mi mujer con un tierno beso y un "pasáoslo bien y tened cuidado mientras esté fuera" nada sospechoso.

Mientras viajaba en el taxi no paraba de darle vueltas a si volver a casa o tomar un avión a algún sitio y consumar yo también una relación carnal con una desconocida por dinero. Pero la curiosidad me podía y una vez llegué al aeropuerto me dirigí a otro taxi para volver a casa.

Cuando paré delante de mi hogar estuve dubitativo: ¿debía efectivamente entrar, encontrarme la escena y liarme a gritos? ¿Sería capaz de controlar mi ira? Todo fue más raro de lo que yo pensaba a la par que gratificante.

Una vez en la puerta trasera, escondí la maleta para no hacer ruido al entrar con ella ni que se viera desde dentro de la casa. Suavemente abrí la puerta que llevaba a la entrada de servicio por la cocina, después de comprobar que no había nadie en dicho cuarto y en dirección a mi habitación fui una por una pasando sigilosamente por todas las habitaciones de la planta baja de mi casa. No encontré a nadie.

Al comenzar a subir las escaleras hacia las habitaciones ya oí a mi mujer hablando con alguien en tono meloso, sin embargo no escuchaba a la otra persona. Le estaba diciendo:

-uy...pero qué grande se te está poniendo....voy a tener que hacer algo para arreglarlo...¿quieres?

La otra persona debía asentir con la cabeza o gestos porque no era capaz de detectar sonido suyo alguno.

Una vez subí el último peldaño, tembloroso por descubrir finalmente la infidelidad de mi mujer y con algo de miedo al dolor, arrimé mis ojos a la puerta entreabierta y fue entonces cuando me quedé petrificado....¡¡¡mi mujer me estaba siendo infiel con mi propio hijo!!!!

-Te gusta cómo te cuida mamá – le decía mientras, él de-pie frente a ella totalmente desnudo con su pene erecto y ella sentada en nuestra cama también desnuda agarrándole con la mano izquierda sus imberbes testículos y con la derecha su miembro, que por cierto era ya de un tamaño envidiable para algunos.

-Sí mamá chúpamela – ordenaba él con mirada lasciva.

Y comenzó una mamada de las que no había visto nunca. Mi hijo cerró los ojos y dirigió su cabeza hacia el techo mientras ella se la comía despacio y muy de vez en cuando le miraba con cara de verdadera profesional del sexo.

-Ah mamá qué bien lo haces.

-Hijo, no me llames mamá ahora....ya sabes cómo me gusta...sucio, dime cosas sucias.

-Sí puta....chupa....ohh qué bien lo haces...¿te gustan las pollas jóvenes eh zorra?

Eso parecía gustarle tanto a mi mujer que la avivaba el ritmo de la felación y comenzó al mismo tiempo a acariciarse su propio sexo.

Yo no podía creer lo que estaba viendo, la situación me había desarmado por completo. Yo pensaba que sería un desconocido o algún amigo incluso, pero ¿mi mujer y mi hijo? Era surrealista, surrealista y a la vez de lo más morboso y excitante que había visto jamás.

-Vamos chupapollas que estoy a punto de correrme.....ohhhh...si quieres mi leche gánatela...ohhhh- le decía mi hijo. Aquello era como un acicate para que mi mujer le exprimiera la polla con su boca y recibir cuanto antes el néctar blanco que mi hijo la iba a regalar.

  • Dame tu leche hijo....da tu leche a la puta de tu madre, atragántame con ella. – le decía con una mirada totalmente sucia de la pasión que estaban viviendo en ese momento mientras le pajeaba con frenesí y abría la boca y sacaba la lengua ofreciéndola como receptora de su recompensa.

-ahhhhhhhhh me corrrooooooo – gritó Luis mientras soltaba chorros de esperma en la lengua, la cara y el pelo de mi mujer, quien no paraba de pajearle hasta que la última gota dejó de salir. Entonces ella se tragó de nuevo su polla para limpiarle toda la lefa y al terminar con la verga de Luis, fue dirigiendo con sus dedos la leche que cayó en su cara hasta su boca para tragarla con cara de placer pícaro.

Se abrazaron y besaron, tumbándose ambos en la cama. Mi hijo fue recorriendo el cuerpo de mi mujer a besos y lengüetazos, cuando llegó a los pezones parecía que a ella la estaba electrocutando por la manera que tenía de convulsionarse. Yo sabía que a mi mujer era posible provocarla el orgasmo sólo jugando con sus pechos, siempre y cuando se hiciera bien y parece que mi hijo ya dominaba esa técnica porque mi mujer no duró ni dos minutos en correrse como una loca profiriendo gritos de éxtasis a mi hijo.

Luis prosiguió con los preliminares, que habían dejado de serlo realmente desde hace mucho tiempo, hasta llegar a su sexo. Mi mujer abrió las piernas como suele hacerlo conmigo, es decir totalmente, con las piernas estiradas y cogiéndose los talones con las manos. Ella es muy elástica, de joven hacía gimnasia artística. En esa posición mi descendiente tenía completa libertad para comerle, como lo estaba haciendo, tanto el coño como el culo a mi cónyuge.

-Ohhh cómo lames cabrón....sigue así hijo....sigue así – exclamaba ella.

-Te gusta el coñito de mamá....ohhhh....sigue hijo sigue...ohhhhh...cómete a mamá...ohhh- no paraba de gemirle.

Él comenzó también a jugar con sus dedos introduciéndoselos en ambos agujeros, provocándola unos gemidos más fuertes y descontrolados aún.

-Oh síiii....taladra a mamá con tus dedos hijo...ohhhhhh....sigue....sigue.....me corro....me coroooooooooooohhh- Y volvió a llegar al climax, ésta vez de forma vaginal, clitoriana y anal.

Yo estaba empalmadísimo y no pude hacer otra cosa que sacarme ahí mismo la polla y empezar a meneármela intentando no hacer mucho ruido.

Una vez mi mujer descansó de sus estertores por el orgasmo alcanzado, mi hijo sin darla tiempo a moverse mucho más se la clavó directamente en el culo, el cuál por cierto yo nunca había utilizado con ella pues no se me ocurrió y ella nunca me pidió.

Luis ya lo había dilatado con sus dedos y más que lubricado con su exhaustivo beso negro. Mi mujer volvió a abrir las piernas pero en vez de agarrárselas con una mano se abría más el culo y la otra la utilizaba para masturbarse mientras la rompían a pollazos.

-Qué culo tienes guarra....ohhhhh...te gusta cómo te lo rompo eh...ohhhhh.

-Sí hijo sí.....fóllame el culo....ohhhhhhhh...síiiii

No paraban de jadear. Yo no me pude contener más y me corrí ahí mismo. La verdad es que no sabía qué hacer ahí parado salvo seguir mirando para ver cómo terminaban.

-ohhh me corro hijo...oh...-gritaba ella mientras se masturbaba furiosamente metiéndose el dedo corazón y el anular en su chocho y mi hijo la ensartaba el ano con su miembro.

Luis paró durante unos segundos, mientras el cuerpo de su madre, mi mujer, seguía estremeciéndose de aquellos latigazos de inconmensurable placer que parecía estar recibiendo. Después de eso prosiguió reventándola el orto hasta que no pudo más y la inundó de semen las entrañas, gritando en su orgamos un "Oh", largo y totalmente satisfactorio.

Pensé en entrar, aunque esa idea fue fugaz. Me enfundé mi miembro y sigilosa pero rápidamente salí de la casa por donde había entrado. Cogí la maleta y, armando un escándalo enorme y haciendo como que regañaba a alguien por el móvil entré en casa.

No bajaron enseguida, lógicamente, pero cuando lo hicieron estaban como desencajados, justo como si casi les hubieran pillado haciendo algo malo. Les expliqué que se canceló el viaje porque las visitas que tenía que hacer se habían cancelado y mi repentina vuelta quedó sobradamente razonada.

Aquella noche, entre el calentón y que hacía tiempo que no follaba, comencé a sobar a mi mujer sin "pedir permiso", a lo que respondió mi mujer con un: Uy...ahora no que estoy muy cansada y me duele la cabeza. En ese momento decidí decirla: ¡Pues bien que follaste esta tarde con Luis y no te dolía ni un ápice del cuerpo! Se quedó blanca.

Después de suavizar el corte que la había metido y explicar que no me importaba mientras que única y exclusivamente fuera mi hijo quien disfrutara de su cuerpo cuando yo no estaba, la pedí que me explicara cuándo y cómo comenzó todo. Por lo visto el que en realidad flirteo y se llevó el gato al agua fue mi hijo, quien se insinuaba mucho a mi mujer y más de una vez la llegó a tocar furtivamente haciendo como que jugaba. Comenzó todo cuando Luis tenía 14 años, ya se sabe, las hormonas causan estragos. Y ella al principio no le dio importancia, sin embargo poco a poco él se fue haciendo más atractivo e insistente y ella más débil y necesitada. Y su amor ayudó a que todo se balanceara a favor del resultado final.

La propuse entonces que no renunciara al sexo conmigo, es más, sería la única mujer del vecindario que podría tener sexo con dos hombres que la querían y lo aceptaban.

Al día siguiente, sábado, me fui de casa temprano, para comprar el periódico, el pan y leer un poco algún diario de los que me había comprado. Cuando llegué, lo hice por la puerta de atrás, según quedamos mi mujer y yo. Me fui desnudando de camino al salón y al llegar a éste, ya sin ropa, encontré de nuevo a mi mujer haciéndole una mamada a mi hijo. Ella me vio y asintió con los ojos, a lo que yo entré haciendo a mi hijo una especie de broma para que no se asustara tanto al verme: "bueno hijo...mamá es mucha mujer verdad, así que mejor nos la follamos entre los dos". Al principio se quedó paralizado, pero cuando vió que mi mujer me agarró mi ya dura polla cuando ésta estaba a su alcance se dejó llevar de nuevo por el placer y se entregó al saber hacer de su madre.

Mi mujer estuvo lamiendo polla durante un buen rato, pero parecía que ni siquiera dos pollas la saciaban. Mi hijo la agarró, la puso por detrás del sillón con el cuerpo inclinado hacia los asientos de éste y mientras ella me lamía la polla desde esta posición mi hijo la empezó a lubricar sus entradas a base de lengua arriba y lengua abajo. Ella empezaba a elevar el volumen de sus gemidos añadiendo también frases como:

-Ohhh....si....quiero que me mojes bien mis agujeros que me quiero follar estas dos pollas.....ohhhhhhh....quiero que me penetréis sin piedad mis agujeros de joder....ohhh.

Yo tuve que sacarle la polla de la boca en algún momento porque sino me correría enseguida.

Mi hijo, con su trabajo de lengua y digital, la arrancó un orgasmo de los que no veía si no era en películas X. Ella no paraba de convulsionarse.

Cambiamos las tornas y mientras ella chupaba la polla de mi hijo yo comencé a taladrarla el coño. Ohhhh, que agujero más húmedo y caliente envolvía a mi pene en aquel momento.

Mientras la follaba en esta postura y chupaba la polla de mi hijo, de vez en cuando ella decía mirando hacia mí:

  • Vamos fóllame bien.....ohhhh...venga que hace tiempo que no lo haces....ohhhh qué polla tienes cariño se me había olvidado...ohhhh.

Tuve que ralentizar y algunas veces hasta sacar de nuevo mi verga para no correrme enseguida. Pero mi mujer dijo:

  • Espera Luis – se dio la vuelta, tomó mi polla y comenzó a mamármela para que me viniera enseguida. No pude evitarlo y grandes sacudidas precedieron a los chorros de esperma que mi mujer gratamente bebió hasta dejarme el miembro totalmente limpio de líquidos seminales. – Dentro de un ratito volverás a estar en forma para destrozarme el culo, ya verás.

Y se dio la vuelta para seguir chupandosela a mi hijo un rato más. Él me dijo:

  • Papá, no te preocupes, al principio también me pasaba, pero ya verás que en unos días más duras mucho más tiempo.- No me lo podía creer, mi hijo de 16 años me daba lecciones de follar a mí.

Al rato ella se tumbó en el sofá haciendo esa apertura de piernas que facilita toda maniobra a su conejo y su culo. Mi mujer dijo a mi hijo:

-Esta vez fóllame el coño, a papá le reservamos el culo vale hijo.

Él aceptó gustoso y comenzó con las embestidas sin remordimiento. Los gemidos de mi mujer y las vistas de la escena volvieron a llamar la atención de mi pene que respondió elevándose para un segundo acto.

Mi mujer que me vio listo de nuevo me dijo:

  • Ven....ahhhh...ohhh...que quiero tragar verga antes de que me jodas el culo.

Y de nuevo se metió mi polla en su boca, al tiempo que mi hijo la seguía bombeando.

Cuando ya la tenía llena de saliba, ambos pararon. Mi mujer me dijo que me sentara en el sofá. Así hice, ella se sentó encima de mí introduciéndose mi polla en su ano, que la aceptó sin ningún miramiento, y una vez así acoplados entonces mi hijo se la ensartó en el coño y comenzamos entonces el mete saca en triplete.

Mi mujer no paraba de gritar como poseída por el mismo placer....no paraba de repetirnos a ambos que la jodiéramos bien, que no quería andar en semanas del polvo que quería. Ambos estuvimos bombeando a tope. Ella tuvo dos orgasmos en esta postura casi seguidos, pero nosotros no paramos de empalarla ni un segundo.

Luis fue el primero que notó que le llegaba su momento a lo que mi mujer le pidió que esperara un momento que quería hacer algo que la gustaba mucho. La encantaba ver como en las películas X a la mujer que acaba de cabalgar a dos hombres como ella los exprime y consigue sus jugos a base de paja y mamada y eso es lo que hicimos. Mi mujer se puso de rodillas entre los dos y comenzó a pajearnos y mamárnoslas. Como mi hijo estaba listo desde hace un rato no tardó en soltarle toda la carga en la cara y en la lengua. Ella trago todo lo que mi hijo la lanzaba y lo que quedaba en otras partes de su cuerpo, como las tetas o los carrillos, lo recogía para beberlo lujuriosamente.

Cuando ya no le quedaban gotas a Luis se dedicó plenamente a mí con una mamada de las que hacen historia. Me volví a correr, notablemente mermado de leche, pero no sin que éste líquido dejara de ser abundante, que volvió a tragar con sumo gusto.

Ambos quedamos rendidos en el sofá y después de recuperar el resuello hablamos de lo bien que lo pasaríamos de ahora en adelante y sin secretos."