Madre para todo

Me enseño todo en la vida, hasta el sexo.

Hola, me llamo Jesus, tengo 19 años y el verano pasado me ocurrió algo que nunca hubiera imaginado. Mi madre, Marta, y yo vivimos solos desde hace unos 10 años en que se separó de mi padre, desde entonces no lo he vuelto a ver. Mi madre es enfermera y ocupa su vida entre el trabajo, la casa y algo de deporte que practica con una compañera del trabajo.

Nuestra relación era de bastante confianza, ella era prácticamente mi madre y mi padre, con lo que casi todos mi problemas se los tenía que contar a ella. En todo el tiempo que estuvimos solos no la vi tener ningún tipo de relación sentimental con un hombre y en el tema sexual no creo que tuviera aventuras, siempre estaba pendiente de mí.

La historia comenzó un día del verano del año pasado. Era por la mañana, no muy temprano sobre las 10:30 horas, cuando llegó mi amigo Jorge. Él era mi mejor amigo. Tenía 18 años recién cumplidos y yo notaba que últimamente mi madre se ponía contenta cuando él estaba allí. Muchas veces le invitaba para que se quedara a comer con nosotros. Jorge era un chico alto, de unos meses acá se le veía más musculoso. Creo que estaba desarrollando su cuerpo de hombre y eso debía de poner a mi madre muy caliente.

Jorge pasó todo el día en casa. Por la noche quedamos para el día siguiente y se marchó. Sobre las 1:00 horas nos acostamos y dormimos. Me desperté y miré el reloj de la mesita junto a mi cama. Había dormido apenas tres horas. Sentí ganas de orinar y me levanté sin hacer ruido para no despertar a mi madre. Abrí la puerta de mi habitación, casi siempre dormía con ella cerrada, y me dirigí en silencio en la oscuridad para el cuarto de baño.

Al llegar a la puerta de la habitación de mi madre, escuché ruidos dentro. Me acerqué despacio y haciendo menos ruido que antes y miré. Entraba una poca luz por la ventana, suficiente para ver a mi madre en medio de la cama con las piernas totalmente abiertas y metiéndose un consolador, pero lo que me dejó helado fue escuchar que llamaba a Jorge, se estaba masturbando pensando en mi amigo.

Tropecé e hice ruido. Ella rápidamente dejó lo que hacía y se tapó. Miró a la puerta y me llamó.

-Jesús, ¿estás ahí? – dijo toda alterada.

-Sí. – y entré en la habitación.

-Perdona pero... –y le tapé la boca para que no siguiera hablando, encendí la luz de la mesita.

-Te he escuchado llamar a Jorge. ¿Te gusta?

-La verdad es que sí... –me dijo sinceramente aunque estaba muy cortada. – Muchas veces pienso que me folla y me masturbo... así consigo desfogarme.

-Pues la verdad es que a él muchas veces lo he pillado mirándote. Incluso me ha confesado que más de una paja se la ha hecho pensando en ti... – al escuchar esto su cara se iluminó. - ¿te gustaría probar con él?

-Pues... sí, por qué no. – dijo toda contenta. – Durmamos y mañana veremos que hacemos.

A la mañana siguiente después de levantarnos estuvimos hablando del tema de mi amigo Jorge. Ella lo había pensado bien y no quería hacerlo. Tras un buen rato la convencí para que probara. A fin de cuentas los dos eran adultos y si tomaban las precauciones oportunas, no debía pasar nada. Ella volvería a follar y él dejaría de ser virgen y seguro que aprendería mucho.

Pasaban los días y mi madre no se lanzaba a actuar. Se ponía nerviosa y caliente, pero no era capaz de entrarle a Jorge. Cinco días después, mi madre le pidió a él que se quedara esa noche allí a dormir pues ella saldría con una amiga del trabajo. Me resultó extraño que le pidiera que me acompañara, yo me había quedado muchas veces solo y no pasó nada. Me extrañó pero no le di más importancia. Desde las 9 de la noche había estado arreglándose y a eso de las 10 sonó el timbre. Abrí la puerta y era Luisa la compañera de mi madre.

Luisa era una mujer de unos 50 años, viuda desde los 34 y, según me había contado mi madre, mucho bagaje en los temas sexuales. La verdad es que estaba buena, aún teniendo la edad que tenía, algunas operaciones para mantenerse y mucho gimnasio. Ahora empecé a ver más claras las intenciones de mi madre. Había pedido refuerzos a Luisa para poder tirarse a Jorge. Empecé a ver que tendríamos una noche muy movidita y empecé a excitarme.

Mi madre bajó del piso de arriba y estaba más hermosa que nunca. Imaginar que follaría con Jorge y verla así, hizo que me excitara más con ella que con su amiga. Yo me senté en uno de los sillones del salón para ver la tele. Jorge estaba en el otro viendo un documental. Entraron las dos.

-Jesús, se nos han rajado los dos hombres que iban a salir con nosotras, ¿os importa si nos quedamos aquí con ustedes? –dijo mi madre y ya imaginé de que iba la cosa.

-Claro que no. –le dije. - ¿Os preparamos unas copas?

-Vale. – dijo Luisa. – A mí ron con cola.

-Yo un licor 43 con piña. – pidió mi madre.

Hice que me acompañara Jorge a la cocina para preparar las bebidas. Le comenté lo buena que estaban las dos, aún siendo ya mujeres maduras tenían un buen polvo. Le animé a intentarlo, los dos éramos vírgenes y aquella noche podríamos aprender de dos expertas. Él me miraba como no creyéndose lo que le decía y lo seguí animando. Aceptó intentarlo, pero no estaba muy convencido. Era un chico tímido y tirarse a la madre de su mejor amigo...

Llegamos al salón con las copas e hice que Jorge se sentara en el sillón donde estaban las dos. Se puso en medio totalmente cortado. Las dos mujeres seguían hablando con sus copas en la mano.

-Pues esta noche le había buscado a tu madre un hombre joven para que la animara. – me dijo Luisa.

-¿Y qué es lo que ha pasado? – pregunté.

-Nada, que hablan pensado que somos muy viejas para ellos y nos han dejado en la estacada. – dijo con orgullo de madura. - ¿A qué estamos buenas? – y se levantó para que pudiéramos ver su hermoso cuerpo.

-Yo... – dije haciéndome un poco el tímido. – es que está mi madre aquí y me da corte...

-Habla tranquilo. – me dijo mi madre. – Y tú ¿qué piensas del tema? – le preguntó a Jorge mientras le acariciaba el pelo.

El se puso colorado y todos mirábamos como reaccionaba. Luisa se volvió a sentar junto a él y también lo empezó a acariciar.

-¿Te gustaría aprender sexo de una mujer madura? – le preguntó Luisa y Jorge asintió con la cabeza. – Pues prepárate.

Luisa bajó su mano y desabrochó el pantalón de Jorge, metió la mano y sacó la polla. Las dos la miraron con cara de asombro. Él nunca se había desnudado delante de mí, pero lo que las dos sacaron fue una polla grande. Luisa le pidió a Marta que le diera un metro de costura.

-Hijo, eso no lo puedes llevar guardado todo el día. – le decía mientras mi madre buscaba lo que le había pedido. – De vez en cuando déjanosla para que las mujeres disfrutemos de ella.

Con el metro constataron que tenía 23 centímetros desde los huevos. Luisa se la tocaba y mi madre se inclinó para chupársela. Empezó a lamerle el glande y la otra tiró para que saliera de su envoltorio. El pellejo dejó salir un glande más fino que el resto de la gran polla. Mi madre abrió la boca y comenzó a chupar.

Yo los miraba desde el otro sofá y veía como Jorge le empezó a subir la falda a mi madre. Llevaba debajo un porta ligas que sujetaban unas medias de color negro. Se giró un poco y pude ver su coño tapado por unas bragas de encaje negras. Jorge llevó una de sus manos para tocarle el coño. Mi madre se agitaba con las caricias de Jorge y se metía su polla todo lo que podía en la boca.

Luisa se levantó y se vino a mi sillón. Se puso delante mía de pie. Levantó una pierna y apoyó el pie en el filo del sofá. Levantó la falda y apareció ante mí un coño sin bragas y totalmente depilado. También llevaba un porta ligas y unas medias, pero de color blancos. Acaricié su muslo mientras miraba como mi madre se había quitado las bragas y estaba haciendo un 69 con Jorge. Veía la redondez de su culo y la cabeza de él en medio de las piernas chupando su coño.

Acerqué mi boca al coño de Luisa y saqué la lengua para lamer por fuera. Ella con una mano se abrió los labios y me pidió que metiera dentro la lengua. Me acariciaba la cabeza y empujaba contra su coño. Yo hundía mi lengua todo lo que podía.

Me levantó y ella se sentó en el filo del sofá, me puso delante de ella y sacó mi polla que no era muy larga, pero que tenía un glande gordo que a ella le puso más caliente aún. Me la acarició y empezó a mamarme la polla. Desde arriba veía como poco a poco se iba tragando cada vez más mi polla. Miré al lado y mi madre estaba boca arriba en el sillón, Jorge encima de ella sentado deslizaba su enorme polla entre las tetas haciéndose una cubana con ellas y una de sus manos le acariciaba el coño a ella.

Luisa se levantó, me desnudó por completo y ella se quitó todo, quedándose solo con el porta ligas y la medias. Cogió de su bolso un preservativo y me lo colocó en mi erecta polla. Se puso a cuatro patas en el sillón mirando hacia donde estaban los otros dos. Me acerqué a su culo y ella cogió mi polla con una mano por debajo de su coño. La dirigió a la entrada de su vagina y me animó a empujar. Sentí una extraña sensación cuando mi glande abrió los labios de su coño. Cuando separaba las cálidas y húmedas paredes de su vagina. Seguí empujando hasta que se la había metido toda. Instintivamente comencé a meterla y sacarla y mi placer aumentó hasta sentir que me iba a correr.

Apenas pude decir nada. Sentí que de mi polla salió más leche que nunca y quedé sin fuerzas por el placer. Luisa se separó de mi y me pidió que mirara a mi madre. Jorge le estaba echando la leche sobre su pecho y su cara. No pudo aguantar la cubana que le había echo. Luisa se arrodilló junto a ellos y mamó la polla de Jorge para dejarla limpia, después lamió la leche que había sobre mi madre.

Después de limpiarnos un poco con toallitas no fuimos a duchar. Subimos a la habitación de mi madre en la que hay un hermoso cuarto de baño con una bañera redonda. La usaba poco, pero para aquella noche era perfecta. Luisa sugirió que nos bañásemos los cuatro juntos, pero mi madre y yo pensábamos que no estaba bien, que éramos madre e hijo.

-Habéis follado uno delante del otro... y ahora remilgos por meteros en la misma bañera juntos y desnudos... – dijo Luisa y lo que dijo parecía tener lógica.

Nada, los cuatro nos metimos en la bañera una vez que la llenamos. Jorge disfrutaba ya que tenía a dos mujeres maduras para rozarse con ellas. Hablábamos de lo que habíamos sentido en el salón y las mujeres nos prometían más maravillas aquella noche. Estuvimos hasta que el agua se había enfriado un poco y decidimos salir. Nos secamos y las mujeres se echaron en la cama. Mi madre estaba en el lado derecho y Luisa al lado. Jorge se echó junto a mi madre y la besó para empezar a magrearse. Yo me puse junto a Luisa y ésta no me dejó tocar la cama. Tomó mi polla y empezó a mamarme.

Mi madre se incorporó e hizo que Jorge se colocara de lado detrás de Luisa. Ésta se movió para ponerse en posición. Mi madre tomó la polla de Jorge cuando la otra levantó una pierna para dejar su depilado coño expuesto a la inminente penetración de la gran polla del joven. Mi madre la dirigió a la entrada de la vagina y de indicó que empezara a empujar. El coño de Luisa se abrió al entrar la polla y sacó mi polla de su boca al sentirse penetrada, volvió la cabeza atrás y los dos se besaron. Después volvió a chupar mi polla.

Jorge follaba a Luisa y mi madre le tocaba los huevos. Unos minutos después Luisa le pidió a Marta que era el turno de que la follara a ella también. Puso a mi madre a cuatro patas para que Jorge la follara, pero cuando este se acercaba al culo lo paró y me indicó que me pusiera yo. No sabía que hacer. Quería que me follara a mi madre. Dudé pero tenía un culo precioso y excitante. Mi madre tenía la cabeza entre los brazos y no echaba cuenta de lo que pasaba detrás de ella cuando empezó a sentir que su coño se abría al entrar la polla. Ella animaba a Jorge para que la follara y yo seguía sus indicaciones. Le hundía la polla hasta el fondo y mis huevos rebotaban en ella. Le daba cachetadas en el culo y ella gimoteaba de placer. Disfrutaba con la follada cuando escucho a su amiga que le pedía a Jorge que se tumbara en la cama que lo iba a montar.

Jorge se echó en la cama boca arriba junto a mi madre y ésta botó al ver que no era él el que tenía su polla dentro de ella. Intentó zafarse al mirar atrás y verme follarla totalmente excitado. La aguanté con fuerza y aumenté la velocidad de la follada. Luisa la animó para que se dejara follar y mi madre no hizo más fuerza y se dejó llevar.

Luisa abrió las piernas y se colocó encima de la polla de Jorge. La tomó con una mano y la llevó a su coño. Poco a poco se sentó y le fue entrando toda entera. Comenzó a cabalgarlo yo veía como la polla le entraba. Aquello me excitó y pedí a mi madre que me montase también.

Se la saqué del coño y ella se echó a un lado. Me tumbé boca arriba y antes de que ella se montara, Luisa se subió y se metió mi polla. Le pidió a la otra que cabalgara a Jorge y mi madre así lo hizo. Se metió la polla de él y cabalgó. Luisa hizo lo mismo con mi polla y empezó a moverse.

Al rato, mi madre se sacó la polla y se levantó. Pidió a Jorge que se pusiera detrás de Luisa y le dirigió la polla al ano de ésta, que la miró y sonrió como indicando que aquello no era nada para ella. Jorge apretó el culo de Luisa cuando se lo indicó mi madre y poco a poco la penetró. Luisa dio un grito de dolor al sentir como le rompían el culo. Jorge la empezó a follar por el culo mientras mi polla le penetraba el coño.

Luisa gemía y se corrió con nuestras pollas dentro sin bajar el ritmo. Chillaba y retorcía al sentirse totalmente penetrada. Jorge sintió que se iba a correr y le descargó toda la leche dentro del culo de Luisa. Los dos se quedaron inmóviles después de sus orgasmos y yo no me podía mover. Jorge y Luisa se bajaron y mi madre pudo acercarse a mí.

Me miró a los ojos y me acarició el pecho. Me besó en la boca y hundió su lengua. Los otros dos se marcharon al servicio para ducharse y mi madre y yo quedamos solos en la cama para acabar el polvo que habíamos empezado, pero que ninguno había acabado. Lo acabaríamos los dos a la vez.

-Hazme ver las estrellas y ámame como nunca me hayan amado. – me dijo mientras abría sus piernas y se subía encima mía.

Mi polla, aún erecta, quedó entre los labios de su coño sin llegar a penetrarla. Comenzó a mover su culo para rozarse el clítoris contra la gran cabeza de mi polla. La sentía gruñir cuando el glande pasaba por su bultito. Se retorcía y poco a poco veía como se iba a correr. A los pocos minutos gemía con fuerza y sintió un orgasmo, se había masturbado con mi polla.

Levantó el culo y se metió toda la polla dentro de su coño. Sentí como el calor de su coño envolvió mi pene. Movía su culo y se la metía toda dentro, intentando meter todo lo posible y rozando su culo contra mis huevos. Yo le acariciaba las tetas y le chupaba a ratos los pezones ella gemía y no paraba de follarme.

-Dame más, quiero toda tu polla. – me decía totalmente excitada.

Ya no le importaba que la follara su hijo, ella estaba disfrutando como hacía ya muchos años que no lo hacía. Sentí que mi leche quería subir por mi polla y descargarse en su interior, así que se lo comunique para que la sacara. Sin embargo, aumentó el ritmo de la follada y me pidió que me corriera dentro.

Todo fue tan rápido que no me dio tiempo a pensar, sentí como mi leche recorría mi polla y se derramaba en el interior de mi madre. Ella tuvo un nuevo orgasmo al sentir el calor de mi esperma dentro de ella. Gritamos y nos convulsionamos con cada descarga del orgasmo. Ella quedó encima de mí y mi polla en su interior fue menguando hasta salirse de ella.

Mientras descansábamos en la cama, escuchamos como Luisa y Jorge follaban en la ducha. Luisa era algo puta y la polla de aquel chaval le había hipnotizado. Al rato salieron y pudimos ducharnos mi madre y yo. Después de un rato de charla, Luisa y Jorge durmieron en mi cama, mientras mi madre y yo desde entonces dormimos en su cama.

Ha habido otras noches en la que hemos hecho de todo, pero ya lo contaré poco a poco...