Madre hambrienta y complaciente (6)

Tras la tempestad siempre llega la calma, pero ésta viene acompañada de un oscuro chantaje que hará que Isabel se vea nuevamente sometida al deseo de otros.

MADRE HAMBRIENTA Y COMPLACIENTE – Un oscuro regreso.

NOTA DEL AUTOR: Relato puramente ficticio cuya misión es entretener y excitar al lector que gusta de esta clase de relatos. Sin más preámbulos, ¡pasen y lean!

Por medio de su primo Pedro y en varias conversaciones del messenger, Francis se enteró de todo lo ocurrido en su ausencia. Le tranquilizó saber que al menos su primo David había controlado a sus dos colegas y evitado que pasara nada más fuera de lo normal, aunque dejar que dos adolescentes se follaran a su madre ya era algo fuera de lo normal. Sin embargo, le preocupaba, al igual que a su madre, que cada vez que David intervenía en escena todo estaba más cerca de irse al garete, lo que le hizo maldecir el día en que le hizo partícipe de ella.

Aunque los días posteriores a la orgía en el pueblo hizo que el ambiente entre madre e hijo estuviese más frío no tardaron mucho en volver a sus quehaceres sexuales pues Francis siempre encontraba tiempo para un polvete rápido o para recibir una golosa mamada, dejando las grandes sesiones para las noches de los fines de semana.

Isabel en cambio, si estaba más preocupada por lo ocurrido en casa de su hermana porque pensaba que en un pueblo y con jóvenes calenturientos de por medio sería más fácil que la noticia se extendiera rápidamente. No obstante, las noticias que su hijo le daba eran tranquilizadoras.

Ya había pasado casi mes y medio desde la feria y los encuentros con Francis se mantenían. Dedicaba tiempo a sus estudios, a sus amigos, seguía asistiendo al club de tennis, es decir, que hacía la vida normal de un adolescente excepto en fijarse en otras chicas. Según habían profundizado más en su incestuosa relación su fijación en ella había aumentado y pensó que eso no era bueno. Ella mantenía la creencia de que con el paso del tiempo se hartaría de ella, pues al fin y al cabo no era más que una cuarentona de cuerpo aceptable que no podía competir con las jóvenes generaciones de chicas, aunque bien es cierto que ella le ofrecía algo que esas adolecentes se negaban a hacer y no era otra cosa que sexo, sexo prácticamente cuando él quería, donde él quería y como él quería.

Hilando todos estos pensamientos y otros tantos que iban por el mismo camino, llegó a la conclusión de que tal vez estaría creando alguna obsesión en su hijo y que lo mejor sería detener la vida pecaminosa que llevaban. Aunque su apetito sexual lo lamentaría, pensaba que sería lo mejor para su hijo.

Ensimismada estaba en sus pensamientos mientras realizaba algunas de las tareas de la casa que no oyó el teléfono hasta que sonó por tercera vez, por lo qué rápidamente fue hacía él antes de que saltara el contestador.

- ¿Sí?

- Hola, Isa, ¿qué tal? – dijo una voz al otro lado del teléfono.

- Sí, soy yo. ¿Quién es? – preguntó Isabel mientras miraba el número de teléfono que aparecía en la pantalla sin reconocerlo.

- ¿Tan pronto te has olvidado de mí? – rió la voz. – Soy Rafa. ¿De verdad que no me has reconocido?

Pues era totalmente verdad, no había sabido quién la estaba llamando pero ahora sí era consciente de quién era, su "ex".

- Ah, hola. – respondió bastante cogida por sorpresa. - ¿Qué quieres ahora? – preguntó con la frialdad que pudo reunir en tan poco tiempo.

Hacía bastante que no sabía de él y las últimas veces que habían estado en contacto había sido por medio de los abogados y ahora que había podido remontar vuelo tras lo que para ella supuso una dramática separación, lo que menos quería era ver como su "ex" volvía a meterse en su vida.

- Tranquila, no seas tan seca que ahora no te he hecho nada.

- Ja. – rió irónica Isabel. - ¿Qué quieres?

- Así me gusta, directo al meollo. Igualito que antes, bueno… Quería hablar contigo sobre Francis. Lo vi hace un mes o así, en la feria y me comentó sobre algunos problemas en el instituto y quería saber cómo le iba, si se había solucionado o no.

- ¡Qué!¿Qué hablaste con Francis? – preguntaba Isabel recibiendo el segundo golpe de sorpresa. - ¿De qué problema hablas?

- Sí, ya veo que no te ha dicho nada. – dijo Rafael que sonreía al otro lado del teléfono. – Tranquila, le di algunos consejos que creo que le habrán ayudado.

- Pero, pero, ¿qué es lo que le pasa? – preguntó Isabel más angustiada. - ¿Qué le has dicho?

- Mira, es muy largo para explicar por teléfono, si quieres quedamos y te lo explico.

- ¿Pero es grave? A mí no me ha dicho nada.

- No es grave, pero es mejor solucionarlo cuanto antes por si acaso. No te preocupes si no te ha dicho nada, los niños se refugian en los padres o en las madres según les parece. – la consoló Rafael falsamente aunque muy convincente. - Eso sí, no le vayas a decir nada porque confió en mí. A ver si por querer ayudar vas a meter la pata. Sí quieres quedamos y te lo explico, como te he dicho.

- Sí, sí. – asentía nerviosa Isabel. – Está bien. ¿Puedes quedar mañana por la mañana? Es que me has metido el susto en el cuerpo.

- ¿Mañana? Pero tendrá que ser a las 10:00 que tengo el descanso para el desayuno.

- Está bien, no importa.

- ¿Te acuerdas de la oficina dónde estaba, no? Bien, pues si sigues adelante, dirección al Corte Inglés, verás una pequeña plaza a mano izquierda. Podemos desayunar en un bar que hay en la plaza, se llama "Tapas Jamón", "Tapas Jamonete" o algo así. – instruyó Rafael.

- Vale, creo que sé qué plaza es. Pues mañana a las 10:00 nos vemos allí.

- De acuerdo, y tranquila que seguro que el niño ya lo ha solucionado. Si es muy espabilado.

- Sí, bueno. Eso espero. Adiós.

- Adiós.

Lo que le faltaba, cuando creía que su hijo era un estudiante modelo en el instituto ahora resultaba que tenía problemas y lo peor es que ella no se había enterado. No, lo peor era que su ex marido estaba al tanto de todo, eso era lo peor porque se sentía en parte traicionada por su hijo. Sabiendo lo mal que lo había pasado con el divorcio, no le gustó que su hijo acudiese a su padre en busca de ayuda y más después de todo lo que había hecho por él, sobre todo desde el verano.

No le apetecía nada tener que ver a Rafael pero bien era cierto que si Francis tenía problemas, lo mejor era enterarse de cuales eran esos problemas y según fueran de graves, decidiría si hablar con su hijo directamente del tema o bien ayudarle indirectamente.

Cuando Francis llegó a casa no le sacó el tema aunque le costó mucho evitarlo. Lo bueno fue que estuvieron poco juntos pues ella tenía que entrar a trabajar poco después y ya en el trabajo, enredada en sus deberes, aparcó esos pensamientos momentáneamente.

A la mañana siguiente, se preparó y fue al encuentro de su ex esperando enterarse de qué ocurría con su hijo y que ella, tan protectora como le hubiera pasado por alto. Le resultó difícil encontrar aparcamiento cerca del bar, pero lo consiguió. Era mediado de noviembre y hacía frío pues el cielo estaba gris aunque no creía que fuese a llover. Vio a lo lejos el pequeño bar y en una de las mesas de fuera, apartado del resto, estaba sentado Rafael. Según se acercaba los nervios iban creciendo pues era la primera vez que lo veía a solas en mucho tiempo pero para darse ánimos se puso a sacarle defectos. Le parecía que tenía muchas más canas que cuando se separaron y también estaba algo más gordo, no mucho, pero se le veía una incipiente papada.

- Hola. Qué puntual. – dijo Rafael cuando vio llegar a Isabel, la cual le pareció estar más guapa que cuando la vio por última vez, que estaba más entrada en carnes.

- ¿Y tú? ¿Cómo es que ya has llegado?

- Me he escaqueado un poco. Venga siéntate y pídete algo.

- Aquí hace algo de frío, vamos dentro.

- El bar es muy chico y está todo lleno. Es hora punta para los desayunos. Además que están todos fumando y no me quiero intoxicar más de lo exigente.

Entonces Isabel se sentó y le pidió al camarero un café sombra. Reparó también que Rafaél tenía un diente torcido. Siempre lo había tenido torcido, pero ahora le parecía, no… le apetecía que lo tuviera más torcido. Sus nervios se disiparon aunque le dejaron una sensación de intranquilidad.

- ¿Qué tal?¿Cómo te van las cosas? – preguntó Rafael a su ex mujer.

- Genial. Cuéntame, ¿qué le pasa a Francis? – exigió saber Isabel que quería terminar cuanto antes aquel encuentro. - He venido para hablar de Francis, no para hablar de tonterías.

Rafael se recostó en la incómoda silla del bar sin dejar de mirar a Isabel, parecía estar estudiándola mientras cavilaba. Finalmente empezó a sonreír hasta que estalló en una carcajada.

- ¿Pero qué leches te pasa?¿Ahora de qué te ríes? – pregunto Isabel indignada por la situación.

- Está bien, perdón. – se disculpó. – A ver, ufff. Pues mira, como te dije me encontré a Francis de casualidad en la feria y estuvimos charlando. Hablamos de las tonterías de siempre, los estudios, las chicas, qué podía contar conmigo para lo que quisiera y ya está, nada más.

- ¡Qué!¡Pero qué dices!¿Entonces de qué leches querías hablar? Mira, mejor me voy, no voy a perder más tiempo contigo, ya perdí muchos años de mi vida. – dijo mientras recogía el bolso y empezaba a levantarse.

- Siéntate o cuento por ahí que eres una puta de adolescentes. – dijo Rafael rápidamente.

- ¡Qué! – alcanzó a decir Isabel aturdida.

- Lo que has oído. Siéntate o le digo a tu hermana Marga que ahora te dedicas a follar con menores de edad en su casa.

El color de piel de Isabel comenzó a cambiar del rojizo por el frío a uno más pálido mientras su estómago se plegaba sobre si mismo, haciéndola debatirse entre vomitar o cagar, y sus piernas la sostenían con dificultad por lo que se volvió a sentar. Estaba aturdida pues no esperaba que su ex le saliera con eso. Estaba a punto de echarse a llorar.

- Me cago en todo, es verdad. – dijo Rafael con una sonrisa triunfal. - ¡Joder! Estaba convencido pero tenía mis dudas, con lo mojigata que has sido.

- ¡Cállate!¡No digas tonterías! Estás loco, me marcho . – dijo tratando de aparentar que no sabía de lo que hablaba pero para su desgracia su cuerpo traicionaba sus palabras. – No dices más que estupideces.

- Siéntate. - ordenó .- Cuando hablé con Francis, lo acompañé hasta la casa nueva de tu hermana y allí vi salir a dos muchachos. Ambos iban hablando del polvazo que acababan de echar. Así que les pregunté de qué hablaban y algo bebidos me dijeron que se acaban de follar a una puta madura que había pagado su amigo . – se detuvo a mirar como los ojos de Isabel se ponían vidriosos tratando de controlar las lágrimas. – Pensé que realmente la pandilla de tu sobrino y Francis habían contratado a una prostituta pero cuando vi tu coche a la entrada de la casa me hizo dudar. Sin embargo, ha sido tu reacción ahora mismo la que me lo ha confirmado. ¡Joder! Qué bajo has caído coño, follarte a unos chavalines, a tu sobrino, seguro que te has follado a nuestro hijo y todo.

- ¡Cállate! – le dijo mientras se limpiaba las lágrimas y él sonreía.

Se estableció un duro silencio entre los dos y mientras este transcurría podía verse como la autoestima de Isabel caía en picado mientras que el orgullo y la prepotencia inflaban el ánimo de Rafael.

- ¿Qué quieres conseguir diciéndome esto?¿Dejar de pagar la manutención de tu hijo?¿Humillarme?¿Qué? – preguntó Isabel mientras se terminaba de limpiar las lágrimas.

- No, nada de eso. – dijo un sonriente Rafael. – Verás, lo que quiero. – se acercó a ella. – Lo que quiero es acostarme contigo otra vez. Ya sabes, a cambio de que yo no diga nada. He estado muy cachondo desde aquel día y quiero desfogarme contigo.

- De eso ni hablar. – dijo rápidamente Isabel. – No volveré a acostarme contigo, maldito cerdo.

- Lo harás o tu hermana y todo el pueblo se enterará que te dedicas a desvirgar a los jovencitos de la familia.

Isabel recogió su bolso y se arregló la ropa para irse de allí. Quería huir, quería alejarse de ese hombre que tenía delante de ella y olvidar lo ocurrido, aunque sabía que no podría.

- Ya te llamaré y cuando lo haga te abrirás a mí. – le dijo Rafael a su ex antes de que se alejara de la mesa y siguió comiendo su desayuno.

Isabel caminó cual zombie hasta el coche donde se desplomó y rompió a llorar. Le había costado mucho superar la ruptura de Rafael, de quien había estado enamorada y ahora descubría lo ciega que había estado como para no ver a semejante demonio. Lo peor de todo no había sido el encuentro con él, que había sido terrible para su estado de ánimo, si no el chantaje al que la acababa de someter pues si no obedecía se arriesgaba a un escándalo público. De igual modo que había cedido al chantaje de su hijo y su sobrino tendría que ceder al de su ex, y mientras que el primero la había excitado, el segundo le repugnaba.

Los días fueron pasando y sólo cuando Isabel se encontraba atareada en el trabajo conseguía apartar de su mente a su ex y su siniestro chantaje. En esos días había dado largas a su hijo y evitado acostarse con él poniéndole mil pegas pues no tenía ánimo para hacer nada. Mientras, cada llamada de teléfono la sobresaltaba esperando ver reflejado el número de Rafael, pero este no parecía dar señales de vida hasta que finalmente la llamada llegó.

Se encontraba fregando los platos mientras que Francis acababa de salir para el club de tenis a jugar un poco cuando el teléfono empezó a sonar. Se aceró y reconoció el número. Se puso muy nerviosa pero dejó no sonar y sonar el teléfono hasta que calló pero ni medio minuto después volvió a sonar.

Desesperada, Isabel descolgó el auricular.

- ¿Qué quieres? – dijo tratando de aparentar frialdad pero en su voz se leía el miedo que tenía.

- Vaya, vaya. Has tardado en coger el teléfono. Me pregunto qué estarías haciendo, ¿follando con un jovencito?

- ¡Cabrón! – se exasperó Isabel que no era muy propensa a decir tacos. - ¿Qué quieres, cerdo?

- En cuarenta minutos estaré en tu casa, así que ve preparándote para mí.

Ni hablar!¡No vas a entrar en esta casa!

- Ya lo creo que sí. Esta tarde harás lo que yo te diga o le cuento a tu hermana y a tu jefe lo que haces, así que en cuarenta minutos me recibirás y no quiero que tardes en abrir la puerta tanto como has tardado en coger el teléfono, ¿entiendes? – Rafael esperó la respuesta afirmativa de su ex. – Bien, pues nos vemos en seguida.

Nada más colgar el teléfono, Isabel rompió a llorar preguntándose cómo había podido llegar a eso. Varias veces la situación había escapado a su control pero de un modo u otro todo parecía encauzarse, aunque no exento de consecuencias, pero esta vez parecía que terminaba una etapa y se presentaba otra pues estaba seguro de que su ex marido aprovecharía la situación al máximo.

No se había movido del sofá junto al teléfono cuando Rafael llamó al timbre. Los cuarenta minutos se habían pasado volando y como un autómata Isabel se dirigió a la puerta. Rafael entró sonriente sin esperar a ser invitado a pasar y se quedó contemplando a su mujer, porque para él, esa tarde Isabel sería más que su mujer, sería su puta.

- Pensé que te habrías arreglado un poco para mí. – dijo Rafael maliciosamente.

- Rafa, por favor. Vete de aquí, no me hagas esto a mí ni a Francis

- Ssssshhhh. No he venido a hablar. – dijo mientras subía las escaleras para llegar al dormitorio de Isabel. – Venga, cuanto antes empecemos antes terminaremos. Seguro que es lo que quieres.

Sabiendo que eso era una gran verdad, Isabel lo siguió lentamente hasta su habitación. Rafael se movía como si aún viviese allí y pronto bajó persianas, encendió la luz y comenzó a desvestirse colocando la ropa sobre una silla.

Viendo que Isabel permanecía quieta en la entrada de la habitación, Rafael, ya desnudo, fue a buscarla y la llevó hasta la cama para ir quitándole la ropa acto seguido. Isabel por su parte pedía una y otra vez a su ex que se marchara y dejara las cosas estar pero sólo consiguió enfadar a Rafael.

- Mira Isa, será mejor que comiences a cooperar ya o me largo de aquí a gritar a los cuatro vientos lo puta que eres. – la amenazó y la empujó sobre la cama.

Isabel se calló y se terminó de desvestir ante la lasciva mirada de su ex. No le molestaba tanto el hecho de acostarse con él, aunque era pasar un mal trago, pues ya se había acostado con él muchas veces en sus años de casada, lo que la atormentaba es que dejarse follar por él esa tarde no lo mantendría callado, si no que cada vez pediría algo más por su silencio.

- Vamos, chúpamela un rato como tú sabes. – interrumpió los pensamientos de Isabel. – Y mientras quiero que te masturbes, que te quiero bien mojada cuando te la vaya a meter.

Con esta orden, Isabel se acercó obediente a su ex que la esperaba de pie junto a la cama. A cuatro patas en la cama, Isabel gateó hasta aquella verga antaño deseada para lamerla lentamente mientras que con una mano se dedeaba al mismo ritmo que lamía.

- Eso es, así, así. Muy bien, Isa. – animaba Rafael a su ex conforme se iba excitando. – Trágatela toda. ¿La echabas de menos, verdad? Pues chupa que te vas a hartar de polla.

Contrarrestando la excitación de Rafael se encontraba Isabel, la cual llevaba varios minutos mamando y succionando el cañón de su ex y a pesar de sus caricias por autosatisfacerse no conseguía calentarse, por lo que se sorprendió imaginando que aquella polla que comía no era la de Rafael si no la de Francis, y fue sólo entonces cuando su coño respondía a sus caricias.

- Chupa con ansía que me voy a correr, vamos. ¡Traga!¡Traga! – advirtió Rafael. – Oooohhh, sí. ¡Joder! Trágate todo. Así, sí.

Rafael sostuvo la cabeza de Isabel en el mismo instante que su cipote lanzaba las primeras descargas de leche haciendo que las recibiera todas y cada una de ellas en su boca. Isabel trató en lo posible no tragarse el semen que le invadía la boca, pero le fue imposible y volvió a notar su sabor fuerte escupiendo el resto en cuanto la polla de Rafael liberó su boca.

- ¡Guau! Ha estado bien. Veo que te has convertido en una buena comepollas. No quiero ni pensar cuantas pollas de niños te habrás comido. Jejejejeje.

Isabel pensó que dentro de todo lo terrible de la situación podría ir peor ya que en apenas diez minutos había conseguido que Rafael se corriera, sin embargo, debía de estar muy cachondo pues su verga se mantenía igual de erecta.

- ¿Te extraña que aún la tenga dura? – preguntó Rafael como si le estuviese leyendo la mente. - ¿Creías que sólo tus niños son capaces de mantener la erección? Jejejejejeje. Como ya sabes, normalmente no me hace falta, pero hoy, por si acaso me tomé una viagra. – dijo mientras veía como Isabel se desmoronaba aún más anímicamente. – Te dije que te ibas a hartar de polla.

Tras esto, Rafael se tumbó en la cama y le hizo un gesto con la cabeza a Isabel haciéndole entender que debía montarlo. Ésta comenzó a arrodillarse sobre aquella verga que seguía mirando al techo pero lo estaba haciendo de espaldas a él pues no quería verle la cara, algo a lo que Rafael se opuso.

- Date la vuelta. Quiero ver cómo te botan las tetas.

Así que Isabel se giró y siguió metiéndose aquel mástil en su humedecido chochete. La polla de Rafael no era inmensa, ni mucho menos, pero Isabel se había acostumbrado al grosor de la verga de su hijo y a lo sumo, al de su sobrino David, por lo que la penetración estaba siendo molesta.

Poco a poco descendía sobre la barra de carne hasta que quedar completamente empalada en ella.

- Mmmmm. Aaaaahhh. Mmmm. – trataba de ocultar los quejidos cuando Rafael comenzó a moverse bajo ella. – Mmmm. Aaaah. Aaaaahh.

- ¡Muévete coño!¡Cabálgame! – ordenó Rafael quien comenzó a estrujar los melones de Isabel con fuerza provocándole más quejidos.

Muy a su pesar, Isabel empezó a marcar un ritmo bastante rápido subiendo y bajando sobre la polla de su ex que la abría de forma impetuosa cada vez que descendía sobre ella.

- ¡Aaaaahhh!¡Aaaaahhh!¡Aaaarrrghh!¡Mmmm!¡Aaaagghhh!¡Mmm!¡Aaaagghh! – gemía molesta cuando el venoso cipote de Rafael la llenaba por entera.

De este modo estuvieron un buen rato y aunque Isabel aminoraba sus movimientos cuando se sentía más cansada, Rafael no le daba cuartel y aprovechaba estos momentos para mamarle los dos melones que le colgaban.

Rafael estaba gozando como hacía tiempo que no le ocurría y este polvo le parecía mejor que todos los que tuvo con Isabel en sus años de casados. Sentirse amo de ella y controlarla a su placer le excitaba sobre manera y se preguntó por qué habría ocultado esa faceta suya durante el matrimonio. De todos modos, ahora haría con ella lo que quisiera.

- Eso es, eso es. Más rápido. ¡Más rápido! – dijo Rafael mientras pellizcaba los pezones.

Isabel, que sentía el peso del cansancio sobre ella se obligó a sacar fuerzas para incrementar el ritmo de la follada. Buscando apoyo en el cabecero de la cama pudo conseguirlo y al ritmo de su monta se sumó el del mete-saca de Rafael que empezó a pistonear su coño con dureza y profundidad.

- ¡Aaaarrrrgghh!¡Aaaaahhh!¡Aaaaahhhh!¡Aaaaahhh! - gemía molesta Isabel ante la rápida fricción que sufría su cueva.

Las gotas de sudor caían rápidamente por su frente y su espalda y sus pechos botaban desbocados a pocos centímetros de la cara de su ex mientras sus jugos vaginales trataban de lubricar su interior para facilitar tremenda cogida.

- ¡Aaaaggg!¡Aaaaarrghh!¡Aaaagghh!¡Jooder! - se quejaba Isabel. - ¡Aaaaaghh!¡No puedo más!¡Aaaagghh! – comenzó a disminuir la velocidad.

- ¡Sigue puta, sigue! ¡Más rápido! – ordenaba Rafael extasiado y cuyo orgasmo no tardaría en llegar.

En esos momentos y ajeno a todo, Francis entraba en su casa. Había ido a jugar con un amigo al tenis pero se habían cansado pronto y volvía casa. Al no ver a su madre pensó que estaría de compras por lo que comenzó a subir las escaleras dirección al baño pero según subía comenzó a oír los gemidos de su madre y preguntándose qué cojones estaba pasando subió despacio las escaleras.

No terminó de subirlas cuando vio a su madre totalmente desnuda cabalgando sobre la verga de un tipo quedando totalmente aturdido. Su madre a la que tanto amaba se estaba follando a un tío de un modo bestial. Subía y bajaba a gran velocidad sobre aquella verga mientras el tipo le palmeaba el culo y estrujaba sus tetas.

- Más rápido. ¡Fóllame! ¡Fóllame como te follas a esos jovencitos!

- ¡Aaaaggh!¡Aagh!¡Aaaaaahhhh!¡Aaaaagghhh!¡Aaaaahhhh!¡Aah!¡Aaaaaaaghhh! – gemía sin parar una Isabel agotada de cansancio.

- Eso es, ya me corro. ¡Aaaaahhh! – gimió Rafael mientras lanzaba un par de ráfagas de esperma dentro del abierto coño de Isabel.

En cuanto Isabel sintió que la verga de su ex dejaba de expulsar semen y de dar espasmos lo desmontó y se dejó caer a un lado de la cama para descansar y recuperar el aliento. Se tocó la entrada de la vagina y notó sus labios algo hinchados y mojados del semen que se escurría de su interior.

Rafael se incorporó y le dio una sonora palmada en el culo a su ex.

- Esto ha estado bien, joder. Muy bien.

Entonces Francis pudo ver quién era el hijo puta que se estaba follando a su madre y descubrió que el hijo puta era su propio padre.

- ¿Papa? – dijo en un hilo de voz que sus padres no escucharon.

Sus padres estaban juntos y eso no le entraba en la cabeza. Dudaba que tras estos años hubieran decidido volver a estar juntos. Si era así, ¿desde cuándo sería?¿Por qué no le habrían dicho nada?¿Por eso su madre llevaba días evitándolo? Todas estas preguntas y otras más le pasaron por la mente hasta que vio a su madre apartar los brazos de su padre. Eso lo extrañó, por lo que decidió permanecer oculto donde estaba y seguir observando, pues ambos parecían ajenos a su presencia.

- Déjame ya. Por favor te lo pido, Rafael. Márchate.

- Eso es lo que tú quisieras, pero mientras la tenga dura te voy a estar dando por todos lados. – dijo mientras trataba de colocarse entre las piernas de Isabel.

Tras un escaso forcejeo Rafael volvió a colocar su verga en la cueva de su ex y se dejó caer para incrustársela hasta el fondo, haciendo que Isabel gimiera de dolor por la brusca penetración.

- ¡Aaaaaaaggghhhhhhh!¡Despacio por favor! – suplicó Isabel.

Pero inmediatamente Rafael imprimió un rítmico mete-saca. El efecto de la viagra le mantenía la polla dura tras haberse corrido ya en dos ocasiones, pero también notaba cierto malestar por no darle descanso a su cipote. Aún así, y tal y como le dijo a Isabel, pensaba seguir hasta que se le bajara la erección.

- Te voy a reventar, puta. Aunque me rompa la polla. – dijo entre jadeos. – Si hubiera sabido… que eras tan putona no… me hubiera buscando… una amante. – continuó a la par que daba secos golpes de cadera que incrustaban su cipote con fiereza en el coño de Isabel.

- ¡Aaaaahhh!¡Aaaaaarrrgghhh!¡Aaaaaaahhhh!¡Aaaahhh! – se quejaba ella.

- Jodida folla niños.

Sin dejar de embestir hundió su cabeza entre los pechos de ella y se entretuvo en jugar con sendos pezones lamiéndolos y succionándolos.

Por su parte, Francis seguía noqueado con lo que estaba contemplando aunque por lo que veía y oía empezó a comprender que su madre se estaba viendo forzada a acostarse con su padre, pero lo que no entendía era por qué. ¿Por qué se estaría dejando follar si se le veía claramente que no estaba disfrutando con ello? Trataba de comprender pero los gemidos de su madre anulaban cualquier tipo de concentración por su parte, eso sin contar con la visión de verla espatarrada y con su padre clavándosela duramente.

Rafael calculó que desde que habían empezado a follar habrían pasado cuarenta o cincuenta minutos al menos, y aunque su verga no cedía un milímetro en su tamaño y grosor, el cansancio empezaba a hacerle mella, por lo que en breve le pondría fin. Aunque pensaba repetir tardes como aquellas más de una vez, ahora que tenía a Isabel en su poder, no quería irse sin taladrarle el culo que había estado fuera de su alcance durante sus años de matrimonio. Así que abandonó el interior de Isabel y se la quedó mirando unos instantes.

Isabel estaba sudorosa y con restos de algunas lágrimas en sus ojos. Tenía los pezones enrojecidos, el derecho más que el izquierdo y en cuanto se la sacó, se llevó su mano a su vagina para palpársela y tapársela. La tendía irritada al igual que él su polla.

Mientras Rafael se levantó y fue hasta el lugar donde estaba su ropa. Le quitó el cinturón al pantalón y volvió a la cama.

- Date la vuelta y ponte boca abajo. – ordenó Rafael.

- ¿Qué? – preguntó asombrada Isabel que esta vez sí que creía que su ex se habría hartado de castigarla y que ya se iría. – Nooo. No me pegues, por favor, te lo pido. – dijo casi sin voz cuando lo vio que se acercaba a ella con el cinturón en la mano.

- Que te gires, ¡venga! Date la vuelta que no te voy a pegar. Nunca te he pegado, ¿quién te crees que soy? Gírate. – dijo nuevamente a la vez que se arrodillaba a su lado en la cama.

Había pasado mucho nerviosismo toda la tarde, se había sentido humillada pero ahora sentía un poco de miedo por lo que dudó mucho si obedecer a Rafael. Quería decir algo pero sólo consiguió emitir un nervioso balbuceo. Finalmente se giró y quedó en cuatro sobre la cama.

Francis vio como su padre se alejaba de la cama y escapada a su campo de visión pero en un instante regresaba con algo en una mano que no conseguía identificar. Tras hablar con su madre, ésta se colocó en la posición de perrito mostrando su magnífico culo. Entonces, su padre se movió muy rápidamente sobre su madre y oyó a ésta gritar asustada.

- ¡Aaaaaaahhh!¡Suéltame!¡Qué haces! – gritó y forcejeó con Rafael.

No obstante, Rafael actuando por sorpresa había usado su cinturón para atarle las muñecas a su ex sobre la espalda.

- ¿Qué me vas a hacer?¡Suéltame! – rogaba Isabel.

- Voy a hacer algo que siempre quise hacer contigo. – contestó y comenzó a hurgar con sus dedos en el interior del coño que llevaba follándose toda la tarde.

Introducía dos dedos en la cueva de Isabel y los sacaba pringados de esa mezcla de su semen y de flujo vaginal. Esa pringué se la fue colocando en la punta de su cipote pues lo pensaba usar como lubricante a la hora de follarle el culo. Mientras le acariciaba las nalgas a Isabel como si estuviera tranquilizándola, hasta que creyó que su mástil ya estaba bien adornado.

Se colocó detrás de Isabel buscando la postura que le situara su mástil a la misma altura que el culo de ella. Sabía que si Isabel forcejeaba mucho acabaría por deshacerse del cinturón que la ataba, así que con una de sus manos sujetó bien el nudo y con la otra trataría de guiar su verga hasta la puerta trasera de Isa.

Con la cabeza apoyada en la almohada y su culo en pompa, Isabel esperaba nerviosa el siguiente paso de su ex marido, el cual no se hizo esperar. Nada más dejar de manosearla se situó tras ella e intentó metérsela por el culo. Apenas sintió la presión pegajosa sobre su cerrado agujero movió su culo para evitar ser ensartada.

- Nooo. Eso no, eso no que duele, joder. Eso no. – suplicó Isabel rápidamente.

- ¿Así que ya te han abierto el culo? – dijo irónico Rafael mientras intentaba penetrarla de nuevo. – Eres más guarra y puta de lo que esperaba.

Esta vez, y aunque Isabel movió su culo por evitarlo, sintió como el lubricado pistón de Rafael atinaba en su anillo oscuro profanando su interior.

- ¡Aaaaaaaaaaaaarrrrrrrrrrrrrrgggggghhhhhhhhh!¡Noooooooooooo! – aulló Isabel haciendo que Francis sintiera un leve escalofrío al oír sufrir a su madre de ese modo.

Aunque sabía que debía de relajar los músculos de su culo para mitigar el dolor, los nervios, el miedo y la tensión hicieron todo lo contrario. Cuando el cipote de Rafael comenzó a presionar su ano, Isabel apretó todos los músculos para negarle la entrada al pringoso intruso lo que provocó que el ardiente dolor se extendiera con rapidez.

Con dificultad y acompañada de grandes dosis de dolor, pues la lubricación era escasa y estimulación de su culo, nula, la verga había conseguido su propósito de invadirla por entera. Al menos una docena de mete-sacas habían hecho falta para abrirse paso en las entrañas de Isabel.

Sólo tres personas la habían penetrado analmente, su hijo, su sobrino y ahora su ex marido, y aunque su culo debería de estar algo más acostumbrado a invitados sorpresa, esa tarde no lo estaba, y menos si estos eran del tamaño de la polla de Rafael, la cual la estaba destrozando por dentro.

- ¡Sácala!¡Sácala!¡Sácamela!¡Joder! Me duele, joder. ¡Sácamela! – suplicó Isabel cuando las lágrimas volvían a surcar por su rostro.

- ¡Joder! Si que tienes el culo cerrado. ¡Uffff! – dijo Rafael con algo de dolor en su rostro aunque carcomido por la excitación. – Prepárate que te voy a encular a base de bien.

Y dicho y hecho, Rafael empezó un lento bombeo, no por consideración por Isabel para que se acostumbrara a tener su polla dentro, si no porque la escasez de lubricante dificultaba sus movimientos y esperaba que poco a poco su rabo se deslizara con más soltura en sus entrañas.

Mientras le separaba las nalgas a aquella hembra, su polla no dejaba de entrar y salir de dicho ojete provocándole quejidos de dolor que eran amortiguados por la almohada.

- ¡Aaaaaagghhhh!¡Noooooo!¡Paraaa!¡Aaaaaaggghhhh!¡Aaaaarrrgghhhh!¡Nooo! – gemía con cada embestida.

Tras casi diez minutos, Rafael ya podía introducir su verga con más soltura en el ano de Isabel por lo que su velocidad de penetración era mayor.

- Al fin. Ha costado pero tu culo ya es mío. – le dijo a Isabel a la par que le daba una cachetada fuerte en sus nalgas. – Toma rabo. – dio un fuerte empellón.

- ¡Aaaaaaaaaaarrrrrgghhhhh!

- De ahora en adelante… vamos a pasarlo bien juntos… ¿verdad?

- ¡Aaaaghhh!¡Para!¡Aaaaarrrhhh!Bastaaaa.¡Aaaaahhh!¡Aaaaagghh!¡Aaaarrrggghhh! – gemía dolorida. - ¡Aaaaaahhhhh!¡Aaaarrgghhh!

Tenía la vagina irritada, la autoestima por los suelos y el culo desagarrado. Isabel no podía creer que aquella pesadilla fuera verdad, pero lo cierto era que su culo estaba pagando los rencores y las perversiones de aquel que fuese su amado marido. Ahora en cambio, era un violador cruel que taladraba su interior con fuerza.

No podía soportarlo más, su culo ardía en dolor y los cambios de ritmo de Rafael, lejos de excitarla, la estaban atormentando. Sentía como cada vez que la violenta polla se incrustaba en su interior se quedaba sin aire, lo que le hacía respirar más rápidamente y si seguía así, no tardaría mucho en desmayarse hiperventilada. Rezó porque su ex terminase pronto de violarla pues había sobrepasado su límite y se quería morir.

- ¡Aaaaaaaarrrrgghhhh!¡Aaaaaagghhhhh! Por favor… ¡Aaaaggghhhh!¡Para por favor!¡Aaaaaaarrrgghhhh!¡Aaaaaarrrghhh!¡Por favor!

Sin embargo, Rafael seguía taladrando su estrecho culo sin compasión alguna. No obstante, esa súplica hizo despertar por fin a Francis de su hechizo voyerista. Durante mucho tiempo había permanecido como un mero observador, algo que le martirizaría en el futuro, pero ahora iba a hacer algo para que su madre dejara de sufrir. Como todavía llevaba consigo su material de tenis, saco la raqueta del macuto y sin pensárselo entró en el dormitorio donde su padre fornicaba con su madre como un poseso.

Rafael estaba gozado como hacía tiempo que no lo hacía. Tenía a su ex esposa a su total merced y romperle el culo era lo mejor que había podido hacerle. Tan excitado estaba que sentía que en breve se volvería a correr, por lo que incrementó la velocidad de sus embestidas haciendo que a cada estocada de su cipote, éste se enterrara totalmente en el culo de Isabel.

De repente recibió un duro golpe metálico en su sien derecha que le hizo ver todo blanco. Dos golpes más siguieron al primero y cuando abrió los ojos su campo de visión estaba como desenfocado. Poco a poco se fue centrando y vio como alguien desataba las manos de Isabel. Ese alguien era su hijo Francis, así que tremendamente dolorido y cabreado se incorporó a la vez que se llevaba la mano a su cabeza comprobando como ésta sangraba.

- ¡Pero qué coño haces! – gritó Rafael pidiendo explicaciones. - ¿Cómo se te ocurr

Recibió otro raquetazo del joven tenista, esta vez en toda la boca, haciéndole caer de la cama.

- ¡Maldito hijo de puta! No sabes lo que has hecho.

- Lárgate de aquí y no vuelvas más. – dijo Francis escuetamente.

- Os vais a enterar. Diré a todos que tu madre es una puta que se folla a menores de edad. La acabas de cagar, hijo. – amenazó mientras se llevaba las manos a la sien y a la boca sangrante.

- No vas a decir una mierda o diré a todos como has violado a mi madre. Es más, diré que llevas años violándola y que la tienes atemorizada.

Rafael se quedó mudo respirando ruidosamente mientras miraba a su hijo a los ojos.

- ¿A quién crees que creerán?¿A ti, un mujeriego?¿O al pequeño hijo que ve como sufre su madre?

- Putos pervertidos. Estáis locos. – dijo Rafael tras un largo silencio mientras recogía su ropa y se vestía con furia.

Rápidamente salió de aquella casa. Creía que iba a pasar una tarde jodiendo, cosa que hizo, pero no imaginaba que tuviera que irse de allí apaleado y chantajeado por su hijo.

Mientras tanto, en la habitación, Isabel había roto a llorar. Ahora que todo había terminado sentía que podía desahogarse y llorar tranquila. Se quedó boca abajo en la cama, con su hijo acariciándole la espalda y dándole besos en su mejilla, mientras su cuerpo se resentía de la dura tarde que acababa de vivir.

Francis, mientras trataba de consolar a su madre, vio como había manchas de sangre en la cama, algunas eran de las heridas que le acababa de provocar a su padre mientras que otra de ellas provenía de su madre. Un hilo de sangre salía del interior de su ano y se escurría por sus piernas. Fue al cuarto de baño a por algo de algodón, toallitas húmedas con lo cual trató de aplicarle una pequeña cura a su madre y limpiarla.

- Mamá, ¿quieres que llame a una ambulancia o a la policía? – preguntó sabiendo que si decía que sí, se enfrentarían a la tormenta del escándalo público, pero ya le daba igual. Su madre había sufrido mucho, estaba muy mal y no volvería a dejar que eso ocurriera.

- No. – fue la escueta respuesta de su madre entre sollozos. – Abrázame, por favor.

Francis se abrazó a ella tratando de evitarle cualquier tipo de dolor y le susurró a su madre en el oído.

- Lo siento, mamá. Siento todo lo que ha ocurrido. Nadie te volverá a hacer nada semejante. No volverá a ocurrir.

NOTA DEL AUTOR: Bueno, pues doy por terminada la saga de esta familia aunque sea por segunda vez. No creo que vuelva a retomarla salvo que se me ocurriera algo que creyera que pudiera interesar y llamar la atención de los lectores. Espero que estos tres capítulos gusten como los anteriores y que disfrutéis de la saga.

Un saludo y hasta el siguiente relato.