Madre hambrienta y complaciente (5)

Tras el verano, Isabel y su hijo acuden a ver a su familia durante las fiestas del pueblo. Allí, los jovenes muchachos volverán a hacer de las suyas.

MADRE HAMBRIENTA Y COMPLACIENTE – Las fiestas del pueblo.

NOTA DEL AUTOR: Relato puramente ficticio cuya misión es entretener y excitar al lector que gusta de esta clase de relatos. Sin más preámbulos, ¡pasen y lean!

Corría la tercera semana de septiembre y el nuevo curso había empezado por lo que Francis volvía a estar más ocupado. Esto le vino bien a Isabel para volver a encauzar las cosas con su hijo, aunque tras la marcha de su sobrino todo había sido más fácil. Los encuentros se habían moderado y los impulsos de su hijo a forzar ciertas situaciones también habían remitido, aunque ni mucho menos cesado. Todo iba ciertamente bien hasta que recibió una llamada de su hermana Margarita.

Lo primero que pensó fue que de algún modo su hermana se había enterado de lo sucedido con sus sobrinos. Seguramente ellos, ahora que habían empezado las clases, habrían contado algo a sus amigos para alardear y ahora la noticia se había extendido por el pueblo como una plaga.

Una angustia insana le estaba oprimiendo el pecho mientras veía el número de teléfono de su hermana en la pantalla del móvil. Tenía que descolgar por si era por otra razón, o si era una urgencia, pero no se atrevía. Cuando había sonado ya el sexto tono descolgó.

- ¿Pero dónde te habías metido, niña? – dijo Margarita. – Estaba a punto de colgar.

- Sí, jejeje. Es que no encontraba el móvil en el bolso. – mintió Isabel. – Dime, ¿qué querías?

- Pues que la semana que viene es la feria y no me has dicho si vais a venir este año. ¿Tienes que trabajar? Bueno, si trabajas podemos pasar a recoger a Francisco para que se quede aquí esos días o te puedes coger un par de días libres, ¿no? Empieza el jueves y termina el domingo por la noche.

- Ay, pues no sé. Se me había olvidado, la verdad. La semana que viene cambio el turno así que tendré que preguntarlo en el hotel. Y no, no creo que me pueda coger esos días, este verano ya me he cogido demasiados. – dijo pensando en lo que había hecho esos días. – Bueno, yo mañana lo preguntó y te llamo con lo que sepa, ¿vale?

- Vale, tú me llamas, pero que no se te olvide que siempre te llamo yo.

- Sííí. Hablamos mañana, que yo te llamo. Adiós, Marga. Un besito.

- Adiós, Isa.

Finalmente no era nada, pues con lo temperamental que era su hermana, si estuviera al tanto de las correrías con sus hijos le habría dicho un insulto tras otro. Tan solo era algo tan trivial como la feria. Acudían casi todos los años y solo cuando ella había trabajado no habían acudido. Incluso en sus años de casada, si su marido trabajaba ella y el pequeño Francis iban a pasar un par de días al menos.

Llamó al hotel y le informaron del siguiente turno y luego, calendario en mano se puso a hacer cálculos descubriendo que no estaba mal. El viernes terminaba el turno de mañana, descansaba el sábado y el domingo no entraría hasta la noche, con lo que podrían irse el viernes cuando Francis saliera del instituto y volver el domingo después de comer.

A Francis le haría mucha ilusión pero a ella este año no le hacía tanta gracia. Después de lo que había pasado ese verano, le costaba hablar con su hermana sin que a su mente acudieran las imágenes de sus sobrinos follándola a placer. Y esa era otra, sus sobrinos. Estaba claro que no habían dicho nada y eso era buena señal, pero estar en la misma casa que ellos nuevamente se le asemejaba a regar un bosque con gasolina, aunque no pudo negar que también le dio morbo.

Finalmente acudió al dormitorio de Francis y le preguntó que le parecía el plan y a éste por supuesto le encantó, pero antes de que pudiera maquinar nada con su primo vía Messenger, le advirtió una y otra vez que en casa de sus tíos se comportara normal, que no se le ocurriera tocarla ni hacer ni decir nada que pudiera dar pistas de lo que había pasado y pasaba entre ellos.

- Qué sí, mamá. Voy a ser bueno. Además si estaré todo el tiempo con la pandilla de David en las casetas de tiro o bailando o por ahí haciendo el gamberro en los olivares. – dijo conteniendo la risa pues imaginaba alguna locura que podrían hacer.

- De hacer el gamberro, nada. – le riñó Isabel. – Diviértete pero ni se te ocurra meterte en líos. Y lo mismo que te he dicho a ti, se lo dices a tu primo, que no quiero que con lo bruto que es, la vaya a liar.

- Si el primo David me ha dicho que tiene un rollete. Creo que está intentando que una chica del pueblo salga con él. Ni te hará caso.

- Ah. – se calló pues no esperaba esa noticia. – Pues muy bien, entonces mejor.

Abandonó la habitación pensando quién sería la pobre chiquilla que tendría que aguantar las embestidas animales de su sobrino. Al día siguiente, su hermana la llamó antes de que pudiera hacerlo ella.

Ya había llegado el viernes de la partida y estaban a apenas quince minutos de llegar. Durante el trayecto Isabel había recordado a su hijo mil y una veces lo que hablaron en su dormitorio una semana antes. Estaba bastante nerviosa y según entró en el pueblo, cada vez que se acercaba a la casa de su hermana, su corazón latía más deprisa hasta el punto que no reparó en las decoraciones que engalanaban todo el centro del pueblo.

La casa estaba algo alejada del centro del pueblo, en una de las muchas zonas nuevas del creciente pueblo, rodeada de una pequeña valla amurallada y adornada con setos. Era muy reciente y la primera vez que ella, no Francis, estaba en ella. Tenía dos plantas y una terraza con una buhardilla, y toda la casa estaba rodeada por un jardín que incluía una piscina que era algo más grande que un jacuzzi.

Isabel condujo el coche hasta aparcarlo justo delante de la puerta, dejando libre la entrada del garaje y apenas ella y Francis se apearon del coche, Margarita salió de la casa a recibirlos.

- ¡Hola! – se abrazó y besó con su hermana. – Ven aquí Francis y dale un beso a tu tía, anda. – lo besó y lo espachurró entre sus brazos.

- Hola, tita Marga. – dijo Francis zarandeado entre los brazos de su tía.

- Venga, entrad. Déjame que te ayude con el macuto. Los niños están dentro y Ramón está preparando algunas cosas en el ayuntamiento.

Isabel, asentía, sonreía, caminaba, incluso parecía que escuchaba, pero estaba como ausente, no sabía lo difícil que le resultaba mirar a su hermana a la cara y cuando aparecieron sus sobrinos frente a ella dispuestos a saludarla notó como le temblaban las piernas.

Pedro, igual de efusivo que su madre se lanzó a abrazarla, pero sin malicia ninguna. Él siempre había sido así con ella y sabía que la idolatraba en cierto modo. David para su asombro le saludó más despreocupadamente, algo que la alivió, aunque a la vez le hacía sospechar, sabía que él y su hijo podían ser muy bribones.

- Francis dormirá con David en la misma habitación. Hemos puesto una cama y ven que te voy a enseñar dónde vas a dormir tú.

Margarita llevó a su hermana escaleras arriba hasta la terraza que era no era muy amplia debido a que una buhardilla o desván ocupaba bastante espacio.

- ¿Es que me vas a meter en el trastero Marga? – rió al estar más distendida y relajada.

- Calla, boba. – abrió la puerta y encendió la luz. – Entra y mira.

El supuesto trastero no tenía nada de trastero. Era una habitación en toda regla, tenía una cama ancha, aunque no de matrimonio. Tenía una mesita junto a la cabecera de la cama y a un lado un armario estrecho.

- Mira esto, Isa.

Margarita abrió una puerta corredera que estaba enfrente de la cama, junto a la puerta del desván y dejó ver un pequeño cuarto de baño, con su lavamanos y la taza del váter.

- Joder, Marga. Esta genial. No me habías dicho nada de esto y está mejor que muchos hostales.

- Ramón y yo penamos que era mejor agrandar el trastero y convertirlo en habitación, así cuando vinierais tú y Francis nadie dormiría en el sofá. Bueno, el cuarto de baño es pequeño, pero al menos si tienes prisas no tienes que bajar las escaleras en mitad de la noche.

- ¡Qué dices! Es más que suficiente. – la abrazó y besó.

- Bueno, pues si quieres antes de que se vaya el sol puedes cambiarte y darte un chapuzón en la piscina o nos tumbamos a tostarnos y a cotillear un poco.

Mientras bajaban llegó Ramón y los tres juntos se fueron al jardín a charlar y tomar el sol un poco antes de que empezaran los espectáculos del día. Por su parte, los tres jóvenes estaban dentro jugando con la consola preparando planes para esa noche y comentando lo que no se habían comentado por el Messenger desde que David volvió a casa al terminar el verano.

Así pasaron parte de la tarde hasta que oyeron la música que comenzaba a sonar en la plaza, por lo que los padres se prepararon a salir mientras que los adolescentes seguían enganchados a la consola.

Eran algo más de las 01:00 de la madrugada y el ambiente en la feria era sensacional, había mucha gente, bastante más que otros años, comprobó Isabel. Había actividades para los pequeños y mucha bebida y baile para los mayores. Ella estuvo bailando y conversando bastante con un hombre del pueblo, Manuel, tenía un taller de coches y se le veía en sus ojos que estaba loco por follársela, pero lo único que provocó fue que ella jugara un poco con él, calentándolo y haciendo que pagara casi todas las bebidas para finalmente disculparse y marcharse.

- Isa, no seas mala, jejejeje. – rió Margarita cuando se acercó su hermana.

- No soy mala, solo estoy contentilla. – rió también, pues había bebido bastante y estaba muy desinhibida. - Marga, ¿tú crees que yo me iba a liar con un catetillo de pueblo?

- Oye, que yo estoy casada con un catetillo.

- ¡Eso! Qué el cateto soy yo. – se ofendió Ramón falsamente. – Y a mucha honra.

- Ay, Ramón, pero tú eres un cateto con glamour. – dijo mientras hacía gesto con su mano haciéndole ver que tenía mucha pasta. Volvió a reír.

Estaban los tres y algunos amigos de Ramón y Margarita riendo cuando llegó Pedro.

- Mamá, dame las llaves, que los demás se han ido ya a sus casas y me aburro.

- ¿Por qué no te vas con tu hermano y el primo? – preguntó su padre.

- Es que no los encuentro.

- Bueno, te acompaño que hay mucha gente y no vas a ir solo. – dijo Ramón.

- Deja, yo lo llevó. – se ofreció Isabel. – He bebido mucho para lo que estoy acostumbrada. Además, tú has trabajado mucho estos días para preparar la feria así que aprovecha ahora y disfruta.

- Está bien.

- Toma mis llaves, Isa. – le ofreció su hermana. – Qué Ramón lleva también las del trabajo.

Esquivando a la muchedumbre se fueron andando tranquilamente tía y sobrino entablando una conversación trivial sobre los estudios hasta que llegaron a casa.

Durante todo el camino Pedro había ido empalmadísimo por encontrarse a solas con su adorada tía y ahora que estaba en casa se refrenaba por no saltar sobre ella como le hubiera gustado.

Como Isabel no atinaba a encontrar la luz pues no conocía la casa, Pedro encendió la luz de la entrada. Su tía aprovechó para ir al baño a mear y al salir fue subiendo escaleras arriba hacia el desván. Detrás de ella y muy cerca iba Pedro con la excusa de evitar que se cayera por la larga escalinata.

Isabel podía notar la tensión que había entre ambos y a pesar de estar algo bebida, que no borracha, advertía como las miradas de su pequeño sobrino iban directas a sus piernas y a su culo, lo cual la puso nerviosa de excitación. Recordó lo atrevido que había llegado a ser el canijo, como había ido acariciándola hasta ir cada vez más lejos, hasta el punto de haber terminado follando con él, haciendo que se calentara más aún.

Cuando llegaron al desván Pedro abrió la puerta e Isabel se dejó caer en la cama nada más llegar. Había decidido acostarse nuevamente con su obediente sobrino aunque fuese una locura.

- Vaya con las escaleras. Tu padre se olvidó de poner el ascensor. – dijo.

- Eso es que has bebido, tita. – dijo Pedro riéndose.

- No digas eso de tu tía y ayúdame a quitarme este vestido. – se ofreció poniéndose en pie y dándole la espalda. – Vamos, que me quiero acostar pronto.

Tras el instante de perplejidad Pedro reaccionó y ayudó a su tía a quitarse el vestido dejándola en sujetador y con unas braguitas que si fueran más pequeñas serían un tanga.

Isabel se dio la vuelta y vio la erección de su sobrino abultar el pantalón.

- ¿Qué te pasa? Cualquiera diría que nunca me has visto así.

- Tita, yo… yo. Joder, tita. – balbuceo Pedro llevando una mano a una de las tetas de su tía sin llegar a tocarla.

- Tú quieres follarme otra vez, ¿verdad? – preguntó y Pedro asintió. - ¿Y vas a decir algo si te dejo? – Negó con la cabeza. - ¿Harás lo que yo diga? – Volvió a asentir mientras Isabel recordaba esa sensación de poder y autoridad. – Pues desnúdate y date prisa que tus padres pueden llegar en cualquier momento.

- No creo. Anoche llegaron tardísimo. Me despertaron al llegar y eran casi las 04:00. – dijo mientras se despelotaba a la velocidad del rayo.

Sentada en el borde de la cama Isabel le hizo una señal a Pedro para que se acercara y obedientemente se acercó. Teniendo entonces la verga al alcance la comenzó a sacudir arriba y abajo mientras Pedro comenzaba a jadear y se peleaba por desabrochar el sostén de su tía aunque sin éxito. Isabel entonces se metió la polla de su sobrino en la boca y se desabrochó y quitó el sujetador ella misma.

- Tita, mee gustaas mucho. Yo… tita, yo tee quiero. – se confesaba Pedro mientras su amada tía le comía la polla de arriba abajo.

Isabel se saco el pene de la boca y miró a su sobrino dedicándole una sonrisa tierna pero a la vez picara y morbosa. Se recostó en la cama y se quitó las braguitas dejando sus piernas bien abiertas, lo que hacía que su coño se mostrara en magnífica plenitud.

- Entonces ven y haz disfrutar a tu tía que también te quiere, sobrino. Vamos Pedro, lámeme y cómeme toda. – lo invitó mientras se acariciaba la entrada de la vagina.

Pedro se arrodilló frente a ella y comenzó a besar y lamerle todo el chochete. El olor le disgustaba pero sentir esa carne caliente con su lengua le parecía algo maravilloso. De vez en cuando se detenía para apartarse algún pelo de la boca, pero su lengua apenas dejaba de moverse.

- Aaaaayyy, sííííííí. Sigue así, Pedrito. ¡Mmmmm! – animaba Isabel que se humedecía por la calentura que llevaba. – Aaaaahhh, qué bien. Eso es, eso es. Sssííííí. ¡Aaaaahhh!¡Ssssíííiíííí! – aulló corriéndose. – Qué bien lo has hecho Pedro, muy bien. – dijo mientras lo apartaba y se terminaba de tumbar en la cama.

Su tía se había corrido en su boca y esto lo excitó más aún, por lo que cuando su tía se apartó y se tumbó, no dudó en plantarse encima de ella para penetrarla. Pero Isabel, que quería aprovechar esos momentos de autoridad sobre su sobrino se dijo que le haría darle más placer antes de permitir que se la follara. Por esa razón cerró sus piernas cuando vio el ímpetu de su sobrino ante el disgusto de este.

- Tita, déjame follar contigo ya, la tengo muy tiesa y no aguanto más. – dijo mientras se la sacudía. – Vamos, por favor. – dijo mientras intentaba separarle las piernas.

- Bésame aquí, Pedro. – dijo señalándose uno de sus pezones. – Venga, cómetelas. ¿No te gustan? – dijo jugando con él.

Pedro inmediatamente trepó por su cuerpo hasta llegar a sus pechos y besarlos primero, lamerlos y terminar por devorarlos mientras Isabel se retorcía de placer.

- Aaaaahhhh. Mmmmmm. Ssíííííí. Eso es, así. Dale gusto a tu tía favorita.

Mientras sus globos eran engullidos uno tras otro con devoción, Isabel no pasó desapercibido como la tiesa verga de su sobrino se restregaba por sus muslos buscando una y otra vez la entrada de su cueva. Finalmente se apiadó de él y abrió sus piernas permitiéndole entrar en su interior.

- Vamos cariño, métete aquí. – dijo cogiéndole la verga y acercándola a su raja. – Empuja ahora, Pedro. Muévete rápido.

Sin despegarse de su tía, Pedro empezó a moverse rápidamente dentro de ella. Estaba muy caliente y movía sus caderas en un rápido mete-saca que no profundizaba mucho en su tía. El tamaño de su polla no era como la de su hermano o la de su primo e Isabel lo notaba, así que se abrió más de piernas e hizo que su sobrino se incorporara un poco sosteniéndoselas. Así, podría dar envestidas más profundas.

- Aaaaaahhhh. Aaaaaahhhh. Así, más. Dame más. Aaaaaahhhh. – farfullaba Isabel mientras acompasaba su cadera a las embestidas de su sobrino. – Aaaahhh. Aaaahhhhh. Aaaaahhh. Aaahhh.

- Ya… tita, me voy a correr. No aguan

Comenzó a llenar de esperma el coño de su tía. Una vez vaciado se hizo a un lado sentándose en la cama. Se había pasado semanas esperando que esto se repitiera, llegando incluso a pensar que jamás volvería a acostarse con su tía y esa noche había sido ella la que se lo había pedido. Su larga paciencia había dado sus frutos.

Miró a su tía y la vio introduciéndose algunos dedos en su chorreante coño mientras se estrujaba un pezón de sus tetas. Tras un par de minutos ella también se corrió.

- ¿Te ha gustado, tía? – preguntó Pedro. - ¿Lo he hecho bien?

- Claro que sí, mi niño. Muy bien.

Por su puesto lo había disfrutado, pero había gozado más de la comida de coño que de la penetración, algo que en el futuro muchas novias de Pedro estarían de acuerdo. Sin embargo, la herramienta de Pedro volvía a estar lista para un nuevo asalto y quiso colocarse nuevamente entre las piernas de Isabel, pero ella no le dejó.

- Por esta noche es suficiente, Pedro. Será mejor irse a dormir antes de que lleguen tus padres.

- Jooo, tita. Mira como estoy, podría seguir.

- No Pedro, no esta noche al menos. Venga, se bueno y hazme caso como dijiste que harías. – dijo levantándose y yendo al pequeño cuarto de baño. – Ven que te limpie si quieres, pero luego te vas a dormir.

El cuarto de baño no era muy grande, así que mientras Isabel mojaba una toalla en el lavamanos, Pedro se introdujo con dificultad tras ella para dejarse asear. Sin embargo, cuando vio su culo desnudo se pegó a él y con la polla aún dura buscó la entrada de aquel esplendido coño maduro.

- Ay, Pedro, tú también eres muy cabezota, ¿no? No te he dicho que noooo… Aaaaaaahhhhh. – gimió cuando su sobrino consiguió metérsela. – Aaaaahhh, eres muy malo, Pedro. Aaaaahhh. Termina rápido, no nos vayan a pillar. Aaaahhhhh.

- Sí, tita, ya mismo estoy. Estoy muy caliente. Me pones muy caliente. – dijo mientras la agarraba por las caderas para embestirla más ferozmente. - Cuando te veo se me pone dura, tita. Te adoro, eres la mejor. Te quiero.

Isabel se dejó caer sobre el lavamanos y flexionó sus piernas un poco para facilitarle las penetraciones a su sobrino.

- ¡Aaaaahhh!¡Aaaahhh!¡Aaaaaahhh!¡Aaasssííí!¡Síííí!¡Aaaaahhhhh! – gemía sin parar.

Pedro se pegó a la espalda de su tía y con las manos estrujando sus tetas se volvió a correr aunque en menor cantidad.

- ¡Uff! Este ha estado muy bien, Pedro. – dijo Isabel mientras recuperaba la respiración. – Muy bien, sí. Ahora déjame que te limpie y vete a dormir.

Se limpió con la toalla húmeda y limpió a su sobrino. Una vez se desearon buenas noches, cerró la puerta y se hundió en la cama esperando que el sueño se llevara los pensamientos de culpabilidad que volvían a aparecer.

Mientras tanto, Francis y David habían estado de marcha con sus colegas, bebiendo y bailando por la feria, haciendo tiro en las casetas y participando en varias atracciones. En un momento se separaron de sus amigos y fueron a la plaza en busca de sus madres para pedirles algo más de dinero. Cuando los encontraron solo estaban los padres de David así que Francis preguntó por su madre.

- Pues se ha ido hace un ratito para casa, tu primo la ha acompañado. – dijo Margarita.

Ambos primos se miraron y debieron de pensar lo mismo. Isabel se había ido y el canijo de Pedro con ella con la única meta de follársela. Entonces se disculparon y dijeron que también se irían a acostar ya. En cuanto salieron de la plaza mayor se pusieron a correr como posesos en dirección a la casa.

- Joder, seguro que el cabrón de tu hermano se quiere tirar a mi madre.

- Fijo que sí. Qué callado se lo tenía que no me ha dicho nada con las ganas que tengo. – dijo David.

Sin aliento llegaron a la casa y antes de entrar cogieron un poco de aire pues habían recorrido la distancia en poco tiempo. David abrió y vieron que la luz de la escalera estaba encendida. En silencio comenzaron a subir David primero y Francis detrás. Cuando alcanzaron la planta donde estaban sus habitaciones se toparon de lleno con Pedro.

- Jodido canijo. – dijo David al verlo. - ¿Has estado con tita Isa, verdad?

- Sí. – respondió tras el susto y shock inicial de ver a su hermano y su primo jadeantes frente a él. – Pero ha sido ella la que ha querido primero. – se defendió antes de que le acusaran de cualquier cosa.

- Jejejeje, qué suerte tienes. Siempre la pillas a solas. – dijo David. – Bueno, ahora nos toca así que tú vete a dormir y avísanos si oyes a papá y mamá de llegar.

Los dos primos subieron lentamente mientras Pedro iba a su habitación a soñar con su adorada tía. Cuando los dos adolescentes llegaron a la terraza vieron que la luz del cuarto-desván estaba apagada y se asomaron a una pequeña ventana para ojear el interior. Con dificultad vieron que Isabel estaba tumbada boca abajo totalmente desnuda lo que les terminó por endurecer las pollas. Pero cuando fueron a abrir la puerta la encontraron cerrada.

- Joder, está cerrada. – dijo David. – Mierda. Ha debido de cerrar por dentro.

- Vaya mierda. Nos vamos a quedar con las ganas. ¡Qué putada! – se quejó Francis. – Llama a la puerta que yo llamó a la ventana, lo mismo se despierta y así nos abre.

Sin hacer mucho ruido ambos llamaron pero Isabel no se inmutaba. No lo hicieron muy fuerte, pero creían que sería suficiente para despertarla mas no lo consiguieron, por lo que enfadados y empalmados se fueron a su dormitorio.

A Francis le costó dormir mucho más que a su primo. La actitud de su madre le había molestado, le había molestado mucho. Le había prometido que él no haría por acosarla y que evitaría que su primo David hiciera lo mismo, sin embargo, ella se había acostado con su primo Pedro a la primera oportunidad. Por esa razón, se prometió antes de dormir que la noche siguiente si se la follarían.

Al día siguiente todos se despertaron tarde y volvieron a actuar como si nada hubiera ocurrido. Sin embargo, tanto Francis como David estaban más distantes de Isabel, pues aún estaban molestos, mientras que Pedro apenas se despegaba de su tía. Por la tarde la fiesta comenzaría un poco antes porque era el patrón del pueblo, así que todos juntos se fueron a celebrarlo a la plaza aunque poco a poco se dividieron, los adultos por un lado y los jóvenes con sus amigos.

A lo largo de la tarde y de la noche, Francis y David daban rondas cerca del lugar donde se encontraba Isabel pues lo habían hablado y esa noche esperaban ser ellos quienes se la trabajaran. Quiso entonces la suerte que en una de sus rondas de espionaje vieran a Pedro irse de la mesa junto con Isabel dirección a la casa, aunque esta vez, Isabel estaba mucho más borracha que la noche anterior. Francis y David decidieron seguirles y sorprenderlos en mitad de la faena ya que entonces Isabel no les negaría nada, del mismo modo que ocurrió la primera vez en casa de Francis.

Apenas habían conseguido salir de la plaza que estaba abarrotada cuando un par de chicos del pueblo y amigos de David los vieron irse.

- Mierda. – maldijeron los dos primos cuando fueron interceptados.

- ¡Ehhh!¡David!¿Ya os vais? – preguntó Jorge, uno de los amigos que se caracterizaba por su multitud de pecas en torno a la nariz y mejillas. – Aún es temprano.

- ¿Qué? No, no nos vamos aún. – mintió David que no sabía que más decir.

- Entonces vamos con los demás que están en la atracción del barco. – dijo Andrés mientras le pasaba una bebida a los primos. – Vamos.

- Bueno, esperadnos allí que ahora vamos. – dijo Francis que agarró a su primo del brazo y lo hizo ponerse en camino a la casa.

- Joder, ¿pero adónde vais?

- Nada, que no tenemos más dinero y no encontramos a nuestras madres así que vamos a casa a coger más. – respondió Francis ingeniosamente. – Esperadnos que no tardaremos.

- Ah, pues os acompañamos. – dijo Jorge y tanto él como Andrés siguieron a la pareja de primos.

Iban caminando lentamente, los primos delante y los amigos detrás, los primeros muy serios y los segundos riendo estúpidamente.

- ¡Joder!¿Ahora qué hacemos? – preguntó Francis en voz baja. – Me cago en la leche.

- Pues cogemos el dinero y nos vamos o se unen a la fiesta. – propuso David pensativo.

- ¡Qué dices! Estos no se follan a mi madre, que tú eres mi primo y es distinto. – se quejó. – Además, cuanta más gente se entere más fácil es que alguien se vaya de la lengua. Sin olvidar que mi madre no creo que acepte.

- Bueno, la verdad es que no creo que tu madre se enterara de mucho, iba bastante pedo, casi se la pega cuando se levantó de la mesa. Si no se agarra a mi hermano se hubiera caído seguro. – puntualizó David. – Por cierto, ¿estos dos no conocen a tu madre verdad?

- No, ¿por qué?

- Pues porque si no la conocen podemos decir que nos hemos ligado a una madurita. – le dijo a su primo.

- ¿Qué cuchicheáis ahí delante, parejita? – interrumpió Andrés que acababa de tirar el vaso ya vacío.

- Mirad, no vamos a casa a coger dinero, vamos porque hemos pagado a una puta para cepillárnosla. – dijo David pillando a todos de improviso y noqueando mentalmente a Francis. Ahora resultaba que su primo quería hacer pasar a su madre por puta.

- ¡No jodas! – gritaron los amigos al unísono. - ¿Pero la has metido en tu casa?¿Y si te pillan tus padres? Joder, llevadla al olivar como todo el mundo. – dijo Andrés.

- Por eso queremos aprovechar ahora y vosotros nos vais a joder el plan. – dijo David casi seguro de que esto bastaría para deshacerse de ellos. – Así que esperadnos con los demás que luego iremos.

- Sí claro, yo también me la quiero tirar. – dijo Jorge que era virgen.

- Vamos a dejarlo, David. Hoy no puede ser y ya está. – dijo Francis pues veía que la cosa se iba a ir de madre y nunca mejor dicho.

- No, ya hemos pagado y no vamos a perder el dinero aparte de quedarnos sin follar. – contestó David que pensaba que su primo le seguía el juego.

- Bueno, yo estoy dispuesto a pagar algo. – se ofreció Jorge. - ¿Cuánto tendría que pagar?

- Veinte euros cada uno. – respondió rápidamente David que en realidad no tenía ni idea de lo que podría costar contratar a una prostituta. – Si no los tienes, mala suerte.

Francis no acababa de creérselo, su primo estaba ejerciendo de chulo con su madre. No sabía cómo sentirse, pues una parte estaba mosqueada pero la otra estaba a punto de partirse de risa por la situación, eso sin contar las ganas que seguía teniendo de follar. Iba a llevarse a su primo aparte para dejarle bien claro que no iba a alquilar a su madre a esos paletos cuando oyó una voz que lo llamaba.

- ¿Francis, eres tú? – dijo la voz.

Francis se giró y se sorprendió con lo que vio. Frente a él a escasos cuatro metros estaba su padre. Su corazón se aceleró, hacía tiempo que no lo veía y aunque éste siempre se había portado bien con él, o era lo que él recordaba, no se portó igual con su madre por lo que no tenía muy claro que sentimientos tener.

- Hijo, ¿qué tal? Divirtiéndote en la feria, ¿no? – dijo Rafael mientras abrazaba a su hijo.

- Sí. ¿Y tú?¿Qué haces aquí? – preguntó Francis.

- He venido con algunos compañeros de trabajo y ya nos íbamos, tenemos el coche aparcado por aquí.

Francis vio detrás de su padre, un poco más lejos, a un par de hombres que hablaban animadamente.

- Francis, te esperamos en casa, no tardes. – le dijo su primo que se iba junto con sus dos amigos haciéndole un gesto de OK con la mano que indicaba "tranqui, todo bajo control".

- ¡Esperadme! – gritó Francis pero su padre lo detuvo.

- Espera muchacho, ¿no quieres que hablemos un rato? Hace mucho que no nos vemos, hijo.

La mente de Francis se estaba despedazando como un puzle. Por un lado estaba su madre, caliente y borracha en manos de sus primos, para colmo el secreto de su relación iba a ser desvelado a un par de chavales de pueblo con el peligro de chismorreo que eso conllevaba. Su padre, aquel que había causado tanto daño a su madre estaba frente a él con una sonrisa queriendo tener una charla paternal. Todo esto estaba haciendo que su corazón se acelerara, su respiración se agitara y su mente empezara a quedarse en blanco, pero lo que más le jodía de todo es que se iban a follar a su madre sin él.

David había aprovechado la interrupción del padre de su primo para explicarle a sus amigos que habían conocido a una madurita la noche anterior que estaba dispuesta a desvirgarlos por un poco de dinero y habían quedado esta noche en casa de David. Se suponía que ella debería esperarles a él y a su primo en la entrada pero habían mandado a su hermano Pedro para que la metiera en casa y los vecinos no sospecharan al verla esperando en la puerta.

Rápidamente se pusieron en camino y por el camino terminaron de negociar lo que pagarían Andrés y Jorge. Tan sólo tenían treinta euros entre los dos, por lo que David accedió a invitarles a condición de que le hicieran caso y no dijeran nada para que sus padres no le regañaran.

Mientras tanto Isabel y Pedro ya se encontraban en casa. Iban subiendo las escaleras directos al desván y esta vez sí que Pedro tenía que sujetar a su tía para que no se cayera. Así abrazado a ella también aprovechaba para tocarle el culo descaradamente.

- ¿Qué quieres Pedrito?¿Quieres jugar con tu tía otra vez? – preguntaba Isabel ebria por el alcohol. - ¿Te gusto mucho, verdad?

- Sí, tía. Me gustas mucho y quiero acostarme contigo otra vez . – dijo mientras abría la puerta del desván.

Isabel le dio una palmada en el culo a su sobrino y se metió en el pequeño baño mientras su sobrino se desnudaba y la oía mear. Poco después salió con el vestido arrugado y vio a su sobrino con el pene en pie de guerra. Sonrió y se desabrochó el vestido dejándolo caer con dificultad a sus pies pues se había atascado un poco a la altura de sus caderas.

En cuanto quedó en ropa interior Pedro se abalanzó hacía los pechos de su tía sacándolos de la copa del sostén. Ya en libertad, los lamió y chupó.

- Me tenéis que hacer caso u os doy de leches a los dos, ¿eh? Yo seré el primero y ya que Jorge ha puesto más dinero, es justo que él lo haga después. – dijo David en cuanto entraron a su casa y ambos amigos asintieron dando su aprobación. – Otra cosa. Dadme los móviles porque no se va a grabar nada, a ver si por colgarlo en youtube nos metemos en un lío.

Andrés obedeció pero a regañadientes, era lo que pensaba hacer ya que sería el último en follar al menos se divertiría grabando durante la espera.

Tras confiscar los teléfonos subieron despacio y los dejó en un cajón de su dormitorio. La luz de la escalera volvía a estar encendida por lo que David explicó que su hermano estaría arriba con la mujer, algo que hizo que sus amigos rieran de imaginar a Pedro, tan pequeño y desvirgándose.

Cuando llegaron a la terraza todos estaban nerviosos, de hecho Andrés y Jorge se iban a desvirgar, aunque Andrés había recibido algunas mamadas sería la primera vez que probaría un coño. Así se asomaron a la puerta del desván y vieron a Pedro desnudo abrazado a una mujer de unos cuarenta años. Tenía una melena por encima de los hombros y se encontraba con las tetas fuera del sujetador y con las bragas todavía puestas. Se empalmaron en el acto, pues a pesar de no ser una veinteañera, la madura estaba de muy buen ver. Con un carraspeo de David, su hermano y su tía percataron en ellos.

- ¿Pero qué es esto? – preguntó Isabel extrañada a la vez que trataba de cubrirse con movimientos torpes y se agachaba para recoger su vestido, lo que hacía que sus melones colgaran facilitándole la visión al grupo de amigos.

- Pedro. Sal a la terraza y vigila, si ves a papá y mamá, entras y nos avisas. – ordenó David aunque su hermano, dubitativo, no se movía. – ¡Pedro, joder! – le alcanzó los pantalones a su hermano, entonces fue cuando éste los tomó y salió de la habitación.

Isabel, aturdida por el alcohol y la presencia de esos dos extraños que acompañaban a su sobrino, la pusieron nerviosa y las prisas por vestirse hicieron que tropezara y cayera sobre la cama. Algo que aprovecharon los muchachos para entrar en la habitación y empezar a desnudarse.

- Esperad, ¿qué vais a hacer? – preguntó asustada. – No sé que hacéis pero marchaos.

- No digas eso, si estás aquí para que te follemos. – dijo David de modo perverso. – Quítate la ropa que estarás más cómoda.

Isabel comprobó como los tres jóvenes ya se habían desnudado por entero y mostraban vergas de similar tamaño, todas tiesas y rígidas. Se acercaron a ella y quisieron desnudarla pero ella se resistía aunque de un modo lento y desacertado. Con lo que consiguieron quitarle el vestido y el sujetador.

- Joder qué tetas tiene la guarra. – dijo Jorge.

- Te vamos a dar a base de bien, tía. – dijo Andrés. – Ya estoy verraco. Venga, que hay prisa.

- Será mejor que lo hagas por las buenas, tita. De verdad. –susurró David al oído de su tía pero sin mostrarse amenazante, sino más bien, previniéndole.

Comprendió entonces que esos adolescentes iban a follarla quisiera o no, algo que de haber sido su hijo y sobrinos no le hubiera importado, pero aquellos jóvenes, no sabía quiénes eran y eso le preocupaba. Su calentura había disminuido aunque debido al alcohol veía las tres pollas que tenía delante bastante apetecibles. Sus pensamientos se movían con rapidez de uno a otro, lo que le provocó una sensación de mareo. Esto lo aprovechó su sobrino para sentarla al borde de la cama y colocarle el rabo a la altura de la boca. Cuando se recuperó vio como David le sujetaba por un hombro y le acercaba la verga a los labios. Lo miró a él y a los otros chavales que se masturbaban lentamente mientras decían burradas sobre follarla hasta reventar, el morbo de estrenarse con una madura y que el dinero estaba bien invertido. Pero al final, lo que el alcohol le permitía ver era una polla frente a su boca, así que obedeciendo a su sobrino, prefirió cooperar y hacerlo por las "buenas".

Con reparo agarró la verga de su sobrino comenzando a masturbarlo, pero éste le apartó la mano y acercó su polla nuevamente a la boca. Comprendiendo, Isabel terminó por lamerla, primero la punta y poco a poco terminar tragándola entera empezando una masturbación bucal.

- Eso es tía, chúpasela. Hasta el fondo. – animaba Jorge.

Andrés sin embargo, hizo que Isabel agarrara su mástil para que lo pajeara, algo que Jorge imitó al instante. Así, David, Andrés a su diestra y Jorge a su siniestra, los tres compañeros de clase eran masturbados por una Isabel que se veía desbordada antes las exigencias de los jóvenes.

- Venga, David, no seas acaparador. Comparte, coño. – dijo Andrés separando a Isabel de su sobrino y plantándole el cipote en la boca. – Oooohhh, qué bien la chupa, coño. Se nota que lleva años mamando pollas.

- Jejejeje, pues mi polla está lista para que me la chupe. – dijo Jorge atrayendo a Isabel hacía él para que le prestara el mismo servicio que a los demás.

Durante varios minutos estuvieron los tres pervertidos turnándose y compartiendo la boca de Isabel.

Mientras estaba ocupado con uno, los otros dos le magreaban los pechos, le estrujaban los pezones o le hacían masturbarlos. Esto hizo que Isabel se calentara pero no llegaba a desinhibirse ni soltarse del todo. Los muchachos la obligaban a mamar y chupar muy deprisa y ese movimiento junto con el alcohol la hacía sentirse un poco mareada.

- Oooohhh. ¡Espera!¡Para!¡Ooooohhhh! – bufaba Jorge mientras Isabel le chupaba todo el glande. - ¡Mierda, no!

Isabel se detuvo cuando oyó al muchacho decirle que se parara y nada más lo hizo un lechazo de semen le inundó la garganta. Del sobresalto se apartó de inmediato para escupir el semen del joven extraño, pero para él ya era difícil detenerse, por lo que se pajeó con rapidez para correrse haciendo que el resto de lechazos impactaran en su boca y cuello. Escupió aquel extraño semen tragado haciendo que se deslizara por su barbilla para terminar limpiándose la cara con la sábana de la cama.

- Bueno. Uno menos. Jejejejeje. – rió Andrés.

- Mierda. No quería correrme tan pronto. – se molestó Jorge. – Pero la muy zorra me ha puesto muy cachondo. Qué gustazo. Tras esto las pajas me van a saber a poco. Jejejejeje. – rió.

- Ya es hora de algo más, creo yo. – dijo David que trataba de sacarle las bragas a su tía mientras ésta se limpiaba la corrida de la cara. – Venga. Túmbate y ábrete de piernas. – ordenó cuando la hubo dejado totalmente desnuda.

- Joder, qué chochazo gasta la tía puta. – dijo Andrés. – Venga David, rápido que tengo ganas.

Entonces David se echó sobre ella, que con el culo al filo de la cama sintió como el gordo falo de su sobrino la atravesaba con lentitud.

- Aaaaaaahhhhhh. – gimió Isabel cuando la tuvo toda dentro.

Isabel no se encontraba bien, se había visto obligada, hasta cierto punto, a chupársela a unos desconocidos que querían acostarse con ella también, lo bueno era que estaban muy calientes y eso haría que todo terminara con prontitud. Mientras tanto, su coño soportaba los envites de la verga de David que en pocos minutos había alcanzado ese ritmo duro y bruto que a él le satisfacía.

- Aaaaaahhhh. Aaahh. Aaaahhhh. ¡Aaaaaaggghhhh! – gemía a cada golpe de polla recibido. - ¡Ufff! Aaaaaahhhh. No tan duro. No taaaaahhhhnnn. ¡Aaaaaaahhh! ¡Aaaagghh!

- Vamos tío, que le estás dando bien. – animaba Andrés. – Qué le entre toda, David. Tú sí que sabes. Vamos.

- Como aguanta la tía. Es cierto que las maduras son las mejores follando. – añadió Jorge.

- Aaaaahhhh. Aaaaahhhh. ¡Aaaahhh!¡Aaaaaaaahhhh!¡Mmmm! Mmm. Aaaahhh. – seguía gimiendo ante el poderoso mete-saca de su sobrino.

- Si las maduras follan mejor lo vamos a averiguar en breve. – rió Andrés.

Los comentarios de ánimo de sus amigos hicieron que David se pusiera más cachondo si cabe por lo que aceleró el ritmo y en pocos envites más lanzó sus ráfagas de leche dentro del coño de su tía. Le hubiera gustado quedarse un rato sobre ella, pero sus colegas le apremiaban a que dejara sitio así que la desmontó y dejó vía libre para el siguiente.

- ¡Hey! Qué voy yo. – se quejó Jorge a Andrés. – Tú eres el último.

- Qué dices. Tú ya te has corrido, mala suerte. Espera a la siguiente ronda. – dicho esto se puso entre las piernas de la sudorosa hembra que tenía delante. Le hubiera gustado lamer el coño peludo pero tras haberse corrido David desechó la idea. – Ahí voy. – tras tantear un par de veces atinó a meter su polla en el jugoso y chorreante coño de Isabel.

El ritmo era más lento que el de David pero igualmente no la sacaba hasta que previamente le hubiera metido el rabo entero. Con este cadencioso mete-saca se entretuvo a engullir los melones que tenía delante dando diminutos mordisquitos en sus pezones que hacían que Isabel se quejase entre los jadeos. En poco tiempo se hartó de esta postura y colocó las piernas de Isabel sobre sus hombros, y ahora sí, la taladró con intensidad.

- ¡Aaaaaahhh!¡Aaaaaaaagghh!¡Aaaaaaahhh! – gemía mientras la verga le abría el chocho a cada empellón. - ¡Aaaaahhhh! Despacio. Despacio. ¡Aaaaaahhhh!¡Aaaaahhhh!

- Pero a las putas maduras… os gusta así, ¿verdad? – le dijo Andrés para acto seguido comenzar a besarle con pasión ante la oposición de Isabel.

Muchas veces se había acostado Isabel con su hijo, y puede que demasiadas con sus sobrinos, sin embargo, ninguno trató de besarla en ningún momento, ni ella lo había hecho. Pero ese joven extraño luchaba con ella por meterle la lengua en la garganta y la hizo sentir sucia por lo que se resistió a dejarse besar.

- ¡Toma!¡Toma!¡Toma! Cómo a ti te gusta. – le decía Andrés a Isabel entre jadeos.

- ¡Aaaaaahhh!¡Aaaaahhh!¡Aaaaahhhh!¡Aaaaahh!¡Aaaaaahhhh!¡Aaaaaahhhh! – gemía Isabel mientras sentía como Andrés se iba vaciando dentro de ella lechazo tras lechazo.

- Joder qué polvazo. – dijo Andrés que aún jadeaba. – Muchas veces he soñado con tirarme a una cuarentona como tú. El gasto ha merecido la pena. – tras decirle esto le dio un par de chupetones más a sus pezones y se separó de ella liberándola de su agarre. – Toda tuya Jorge. – dijo haciéndose a un lado.

El ambiente en la habitación-desván estaba cargado, olía a sexo y sudor. Isabel que ya se encontraba acalorada creía que ya había terminado todo pues los tres se habían corrido pero el tal Jorge, quien se corriera con su mamada, se acercaba a ella con la verga dispuesta para más.

- Límpiate un poco que no me quiero pringar de tanta leche. – le ordenó Jorge mientras se la sacudía despacio.

Isabel se incorporó de la cama dispuesta a ir al baño a limpiarse pero los jóvenes no la dejaron. Les pidió que la dejaran ya, que ya habían gozado todos pero Andrés le alargó el vestido que se había puesto esa noche y ante la mirada de los tres, usó su vestido para limpiarse. Cuando hubo terminado, Jorge le dijo que se pusiera a cuatro patas en el borde de la cama. Isabel, cansada y sumisa le obedeció esperando que no quisiera penetrarla analmente y para su suerte así fue.

- Vamos a probar este chochito maduro. – dijo Jorge mientras acercaba su verga a la raja caliente. Le dio un par de pasadas por la entrada de la vagina y luego embistió de un golpe. - ¡Toma!

- ¡Aaaaaagggghhh!¡Joder! – se quejó Isabel que ya sentía el coño algo dolorido. Despacio, por favor. – pidió.

Al principio Jorge si marcaba un ritmo lento pues se entretenía mucho en su culo mientras bombeaba. Le gustaba sopesarlo y amasarlo con ganas. Luego se pegó a ella para alcanzar mejor sus pechos e hizo lo mismo que con los cachetes de su culo. Estrujaba y amasaba los dos melones que colgaban sin dejar de perforarla.

Con semejante magreo Isabel no pudo resistir calentarse y a pesar del cansancio su cuerpo agradecía los toqueteos pues no había tenido ni un orgasmo y por el momento Jorge la estaba aproximando al primero de la noche.

De repente, sintió moverse la cama y encontró a su sobrino volviendo a colocarle la polla cerca de la boca. Como ya sabía lo que esperaba de ella no se hizo de rogar y se puso a lamerle y chuparle todo el glande.

- ¡Qué putona está hecha esta tía! – dijo Jorge cuando vio como se la mamaba a su amigo mientras él le daba ración de rabo.

- Sí, tío. – dijo Andrés. - Esta tenía más ganas de chavales que nosotros de cuarentona.

Entonces, Jorge le agarró de las nalgas y dejándoselas separadas embistió con fuerza.

- ¡Mmmmmm!¡Mmmmm! – se oían los apagados gemidos de Isabel hasta que Jorge incrementó su velocidad y lanzó sobre su coño duras y veloces envestidas obligándola a dejar de chuparle la polla a su sobrino pues los pollazos le entorpecían en sus movimientos. - ¡Aaaaaaaahhh!¡Aaaaaaahhhhh!¡Aaaaaaahhhhh!¡Aaaaaaahhhh!

- ¿Te gusta que te follemos, verdad?¿Te gusta? – jadeaba Jorge. – Joder, me voy a correr otra vez.

Y en efecto no aguantó mucho más en volver a descargar su ración de esperma en el chochete de Isabel que ardía de la tanda de envestidas tan intensas que había recibido. Cuando sacó su verga Isabel se dejó caer en la cama cansada.

- Ya basta. No sigáis más que estoy molida. – consiguió decir entre jadeos.

Pero no tenían bastante. David estaba con la polla dura y se había quedado a media mamada, así que apenas Jorge abandono su lugar, se puso detrás de Isabel y con su polla buscó la entrada del coño de Isabel que trataba de recuperarse tumbada boca abajo.

Le costó trabajo pues Isabel no cooperaba ofreciendo una mejor postura pero consiguió penetrarla. No había dado ni seis envestidas cuando su hermano Pedro entró en el cuarto.

- Ahí vienen. – dijo solamente.

- ¡Joder! – gritaron los tres amigos a la vez.

David dejó de follarse a su tía muy a su pesar y les dijo a los demás que se vistieran rápido. Todos obedecieron pues aunque les hubiera gustado seguir no querían ser pillados por los padres de su colega. Bajaron al dormitorio de David cuando estuvieron listos y allí les devolvió los móviles. Les recordó que no dijeran una palabra o se buscarían un gran problema y prometieron no contar nada.

Jorge y Andrés se fueron solos a la salida mientras David subía en busca de su hermano para que se fuera a su dormitorio pues ambos debían de aparentar llevar dormidos un rato. Lo encontró sentado en la cama junto a su tía y lo sacó de allí rápidamente.

- Vamos. A tu cuarto, tonto. – le dijo. – No nos pueden ver aquí.

Cada uno se metió en su dormitorio y cerró la puerta. En realidad sus padres aún estaban en la feria, pero Pedro mezcla de venganza por haberle fastidiado la noche con su tía y por amor a esta, había decidido esperar un rato antes de interrumpir alegando que venían sus padres para que dejaran a su tía Isa tranquila. El problema era que se había puesto a mirar por la ventana como su hermano y sus amigos se la follaban y excitado, se olvidó, dejando pasar el tiempo hasta que vio que su tita no podía aguantar más, momento que finalmente aprovechó para interrumpir.

Por otro lado, cuando Andrés y Jorge abrían la puerta de casa de su amigo vieron a Francis acercarse a la puerta y a un hombre tras él, al otro lado de la valla de la casa.

- ¡Joder que follada te has perdido macho! – dijo Jorge medio riéndose.

- ¡Pedazo de hembra putona! – añadió Andrés. – Nos ha dejado secos. – siguió y sin demorarse más salieron los dos amigos riéndose y comentando la jugada.

Esto no hizo sino incrementar el cabreo que Francis ya tenía. Había tenido que aguantar una charla padre-hijo, se había perdido un polvo con su madre y para colmo esos dos se habían acostado con ella. Así que entró rápidamente en la casa antes de que se cerrara la puerta y sin pensárselo dos veces subió dirección al desván donde suponía hallaría a su madre.

Durante el camino vio los dormitorios de sus primos con las puertas cerradas y siguió subiendo. Cuando llegó al desván vio que la luz estaba apagada y la puerta estaba entornada por lo que se deslizó con sigilo en su interior. Al instante el olor a sexo le hizo suponer la juerga que se habían corrido esa noche y ver a su madre tumbada y desnuda no hizo más que confirmarlo.

Miro su reloj y era tarde, sus primos y amigos no habían estado mucho con ella, poco más de cuarenta minutos pero sabía que su madre debía de estar agotada. No obstante y a riesgo de que lo descubrieran, se la iba follar. Le cabreaba que le hubiera puesto tantos impedimentos antes de llegar al pueblo para luego ser ella la que se hubiera follado todo lo que se le había puesto por delante. Así que se despelotó y se encaramó sobre su madre buscando la entrada de su coño.

Isabel notó como la cama se movía y como alguien se subía sobre ella buscando su coño. Pensó que David habría venido a terminar lo que no había podido antes.

- Déjalo ya. No sigas que no puedo más. – dijo Isabel tratando de darse la vuelta.

- Te follas a los demás pero conmigo no quieres, ¿no? – dijo Francis.

- Por favor, estate quieto Francis. Estoy muy cansada. – dijo Isabel que reconoció la voz de su hijo. – Ya os habéis aprovechado de mí bastante, así que déjame.

Pero Francis no la dejó girarse y consiguió meterle el mástil dentro arrancándole un quejido a su madre. Se tumbó sobre ella y comenzó a moverse mientras le jadeaba sobre la nuca.

- Aaaaaahhhh. Francis para. Aaaahhhh. Aahhh. Aaaaahhhh. Para. – se quejaba Isabel.

- ¡Cállate! Cállate porque te voy a follar igual que te han follado los demás.

Francis empezó a moverse más rápido no tanto por excitarse él sino para vengarse de su madre, pues a cada embestida ella se quejaba. A esa velocidad y en esa postura su polla se salió un par de veces del coño materno y como le costaba volver a meterla obligó a su madre a ponerse de rodillas. Le tanteó el coño con la polla y se la enchufó de golpe hasta el fondo.

- ¡Aaaaaarrrrggghh! – se quejó.

- No querías que me acostara contigo mientras estábamos aquí pero te acuestas con los primeros tipos que pillas, ¿no? – le dijo enfadado manteniendo su barra de carne totalmente incrustada en su interior. – Igual que una prostituta.

- Francis, yo no queríaaaaahhhh. – Francis le interrumpió dándole una sonora palmada en el culo para iniciar el bombeo seguidamente. - Aaaahhhhh. Aaaaaaahhhhh. ¡Aaaaaahhhhh!¡Aaaaahhh! Para y te lo explico… ¡Aaahh!

Pero Francis no paraba, tenía las caderas de su madre bien sujetas y movía su cintura a buen ritmo. Su polla entraba y salía sin mucha resistencia, prueba de que varias pollas habían pasado ya por allí. Los pensamientos de imaginar a su madre con otros jóvenes lo enfadaban pero se mentiría a sí mismo si negara que también lo excitaban.

Su madre había dejado de quejarse y solo emitía algunos gemidos y resoplidos por lo que el silencio solo se interrumpía por el sonido de su cuerpo al chocar con las nalgas de su madre. Decidió entonces que como castigo se la metería por el culo, pues a ella no le gustaba y esta noche, al contrario que otras no quería que su madre disfrutara, quería que sufriera un poco. Así, aminoró hasta detenerse totalmente y separándole las nalgas con una mano, sacó su cipote para ponerlo en el anillo de su culo, dando un fuerte y seco golpe de cadera.

Agotada como estaba, Isabel no lo vio venir y con ardiente dolor sintió como la verga de su hijo traspasaba la puerta de su culo enterrando el glande y algo más en sus entrañas.

- ¡Aaaaaaaaarrrrrrrggggghhhhh! – aulló. - ¡No!¡Para!

- Esto te pasa por puta, mamá.

Quiso separarse pero su hijo la retuvo atenazando sus caderas. Trató entonces de apartarlo dando manotazos mientras él continuaba introduciéndole verga.

- ¡Aaaaaarrrgggh!¡Nooo!¡Aaaaarrrggghhh!¡Paaaaraa!¡Aaaaaggghhh! – se quejaba sin dejar de dar manotazos y tratando de aguantar a su hijo para que no la penetrara más profundamente.

Francis encontró una resistencia en el culo de su madre, que bien cerrado le oprimía la polla con fuerza y le dificultaba la penetración al no contar con lubricación alguna. Para colmo su madre le importunaba dándole golpes, así que soltó sus caderas y agarró sus brazos pero en el proceso de lucha su verga escapó de su culo. Se agarró la polla y la guió hasta un agujero para dar un nuevo envite. Se la había vuelto a meter en el coño. No le importó y la taladró con fiereza.

Para alivio de Isabel su hijo había abandonado su culo aunque había vuelto a su vagina. Le había dejado un intenso dolor dentro de su ano y se imaginó que la habría vuelto a desgarrar. Ahora Francis le agarraba de los brazos tirando de ella cada vez que arremetía haciendo que su polla llegara a perforarla profundamente.

- ¡Aaaaaahhh!¡Aaaahhh!¡Aaaaahhh!¡Aaaaahhhh!¡Aaaaahhh! – gemía Isabel que había empezado a llorar en silencio.

Su hijo estaba siendo muy duro con ella, estaba enfadado y esta era su forma de castigarla. Quiso enfadarse con él y odiarlo pues le hacía daño pero se dijo que la culpa de haberse acostado con esos jóvenes y su sobrino era suya. Se dijo que en cierto modo lo había traicionado, pues era cierto que le pidió que mantuviera las apariencias en casa de sus tíos y ella se había acostado con uno de sus sobrinos la primera noche, y se había dejado follar por su otro sobrino en una orgía con sus colegas, así que aguantó en espera de que su hijo terminara con ella, algo que no tardó en llegar.

El ritmo de Francis era vertiginoso por lo que su corrida era inminente. Tras un par de mete-saca disparó sus furiosas ráfagas de esperma dentro de ella. En cuanto dejó de correrse se levantó y se vistió. Cínicamente le dio las buenas noches y bajó al dormitorio que compartía con David dejando a su madre chorreando algo de semen por su coño.

Isabel ni siquiera se levantó para comprobar si era cierto que le había desgarrado el culo ni para asearse un poco, simplemente hundió la cabeza en la almohada para ahogar sus lágrimas y dejó que el sueño la venciera.

Cuando Francis entró en el dormitorio su primo dormía o se hacía el dormido, el se cambió a oscuras y se acostó, aunque tardó en dormir. El sentimiento de culpa de lo que le había hecho a su madre se lo impedía.

A la mañana siguiente todos en la casa despertaron tarde y con mala cara, algo que Ramón y Margarita achacaron a trasnochar, el alcohol y la fiesta. Isabel comprobó por la mañana que no tenía desgarro alguno aunque si una pequeña molestia en el culo y en su vagina cuando subía las escaleras.

Los primos estuvieron muy distantes unos de otros y cruzaron muy pocas palabras hasta que Francis e Isabel decidieron volver a casa. Durante el trayecto, madre e hijo estuvieron más tensos si cabe que en casa de sus familiares y no fue hasta que estuvieron a punto de llegar a casa cuando Francis habló.

- Mamá… lo siento. – dijo y a su madre se le resbalaron un par de lágrimas. Sin soltar el volante cogió la mano de su hijo y la besó.

- Yo también lo siento, hijo.