Madre hambrienta y complaciente (4)

Su hijo y su sobrino no le dan cuartel y se tiene que entregar a los antojos de ambos.

MADRE HAMBRIENTA Y COMPLACIENTE – Camino a la sumisión.

NOTA DEL AUTOR: Relato puramente ficticio cuya misión es entretener y excitar al lector que gusta de esta clase de relatos. Sin más preámbulos, ¡pasen y lean!

Era bien entrada la mañana cuando Isabel despertó. Seguía desnuda en la misma postura en la que se acostara en la madrugada y cuando quiso levantarse comprendió porque no se había inmutado en toda la noche. Un dolor agudo sacudió su culo recordando en el acto todo lo sucedido a lo largo de la noche, además de sentirse como si hubiese recibido una paliza. Se sentía tremendamente agotada.

Despacio y con gestos de dolor consiguió recostarse de lado en la cama y vio una mancha de sangre en la sábana y aunque ésta no era grande, la sangre alarmante y escandalosa como es, consiguió asustarla. Como hiciera antes de dormir, volvió a palparse la entrada de su ano y aunque mucho más cerrado aún estaba levemente dilatado.

Con más dificultad aún consiguió ponerse en pie, entonces reparó en el bote de aceite solar que tan efectivo les había resultado a su hijo y a su sobrino para profanarle el culo. Lo recogió y con andar dificultoso consiguió llegar al cuarto de baño donde se encerró. Al mirarse al espejo vio el resultado de una noche de auténtica locura por lo que evitó mirarse en él.

Dejó el bote de aceite en un estante y se metió en la bañera dispuesta a ducharse. Bajó el agua mucho del cansancio, del dolor y de su malestar pareció irse, pero una y otra vez se preguntaba cómo había permitido que la situación llegara a ese punto. Su apetito sexual y su depravación la habían traicionado y su culo había pagado por ello. Hasta esa noche todo había ido bien a pesar de algunas cabezonerías de Francis y había disfrutado plenamente de lo ocurrido pero el nuevo paso dado había puesto todo patas arriba. Se había acostado con sus sobrinos y debía de encontrar el modo de primero, hacerlos callar por lo sucedido y segundo, conseguir que no se volviera a repetir, pues comprendía perfectamente que al ser jóvenes y traviesos podrían irse de la lengua por fanfarronear ante sus amigos. A su hijo podría controlarlo, pero a sus sobrinos, viviendo en otra ciudad no los podría tener bajo vigilancia y esto le preocupaba.

Salió de la bañera y tras secarse volvió al dormitorio para ponerse algo de ropa, pero cuando vio que agacharse para ponerse unas bragas era aún demasiado doloroso, se limitó a ponerse un camisón largo de verano.

Recogió las sábanas manchadas de sudor, esperma, flujos y sangre para bajarlas hasta la lavadora, algo que resultó toda una hazaña, pues bajar las escaleras fue para ella igual de doloroso que los polvazos recibidos en su agujero negro la noche anterior.

Ya en el lavadero y con una punzada de dolor que la hizo erguirse sin conseguir introducir las sábanas en la lavadora, vio como su sobrino Pedro la observaba desde la cocina.

- Pedro. – lo llamó. - Ayúdame a meter esto en la lavadora, ¿quieres?

Pedro, nervioso fue hasta ella y metió todo en la lavadora. Se había pasado toda la mañana solo encerrado en el dormitorio de Francis porque éste y su hermano se habían ido a trabajar y él tenía miedo de estar a solas con su tía cuando ésta despertara. Había disfrutado como el que más en la orgía pero también había visto sufrir a su tía, y para él su tía era como una diosa.

- Tita, ¿estás bien? – se atrevió a preguntar.

- Sí, cielo. Es sólo que… es sólo que estoy muy cansada. – le respondió tras mirarlo durante un rato.

- Yo... tita, anoche. Siento si te hicieron daño. Todo fue por mi culpa, si yo no te hubiera tocado por la noche no hubiera pasado nada. – Pedro empezó a gimotear.

- Vamos, cariño. No te pongas así. – Lo abrazó para tranquilizarlo. – No ha sido culpa tuya, Pedro. No me hicieron daño. – mintió descaradamente, pues su culo gritaba lo contrario. – Vamos, no llores. ¿Acaso no te gustó lo que pasó?

- Sí. – respondió más calmado. – Pero tú querías parar y ellos no

- Ellos estaban disfrutando, lo mismo que hiciste tú. - Isabel se sorprendió a sí misma justificando y disculpando a Francis y a David. - ¿Pero sabes una cosa Pedro? No puedes contar a nadie lo que pasó anoche. Si se lo contarás a algún amigo, a tu madre o a tu padre, vendría la policía porque es ilegal y no podríamos vernos más.

- Yo no quiero eso, tita. De verdad que no. No diré nada a nadie, te lo prometo. Haré y diré lo que me digas. Te lo juro.

- Y tampoco lo podemos volver a hacer.

- Está bien, tita, como tú digas.

Esto último ya no le gustaba tanto, había subido el cielo y bajar de él no iba a ser fácil pero admiraba y quería tanto a su tía que seguiría siendo el sobrino obediente que gustaba a Isabel aunque se muriera por follársela otra vez.

Isabel dio por convencido a su sobrino Pedro, aunque más tarde le volvería a recordar su silencio, pues sus padres vendrían a buscarlo al día siguiente. El problema vendría con su hermano David, que se demostró más cabezón y bruto si cabe que Francis. Al menos con él tendría todavía un mes para abordarlo y convencerlo. Y por su puesto tendría que hablar con su hijo nuevamente, pues los impulsos de Francis eran difíciles de controlar y tenía que poner remedio a eso como fuera si no quería que la situación se escapara a su control definitivamente.

Cuando los jóvenes adolescentes llegaron de trabajar hicieron un profundo interrogatorio a Pedro sobre lo sucedido en su ausencia y éste le explico su conversación con Isabel y como ésta había pasado la mayor parte del día en su dormitorio descansando. De paso aprovecharon para dejarle bien claro de que no debía decir una palabra de lo sucedido.

Temeroso, Francis quiso comprobar en persona cómo se encontraba su madre, pero ésta lo despachó rápido alegando mucho cansancio. Los primos no vieron a Isabel salir de la habitación en todo el día.

Al día siguiente, cuando Francis y David ya se encontraban de nuevo en el trabajo, la hermana de Isabel y madre de Pedro llegó para recogerlo. Isabel trató de aparentar normalidad aunque estaba muy nerviosa de tener a su hermana frente a ella después de haberse follado a sus hijos. Finalmente y tras charlas triviales Pedro y su madre volvieron al pueblo e Isabel pudo estar más tranquila.

- Bueno, un problema menos, al menos por el momento. Ahora a ver qué hago con los otros dos. – se dijo a si misma recostándose en el sofá con dificultad y dolor anal.

Lo siguiente que hizo fue llamar al hotel para pedir algunos días libres aquejando dolor de lumbago. Aún sentía ardiente dolor cuando se sentaba, agachaba o al subir y bajar escaleras. Después se preparó para la charla que tendría con su hijo y su sobrino, donde les dejaría bien claro de que todo había acabado, incluso las relaciones con su hijo. Era algo que a ella misma le disgustaba pero no podía arriesgarse a cometer más locuras. Con esta determinación se preparó para afrontar a los chicos que en esos momentos regresaban del trabajo.

- Francis, David, cuando terminéis de ducharos, bajad, que quiero hablar con vosotros. – dijo Isabel seriamente.

Los muchachos sabían que tarde o temprano debían encarar la charla de Isabel y por eso se habían preparado a fondo. Tras darles muchas vueltas al coco, estaban totalmente convencidos de que tenían todos los ases de la baraja, por eso fueron a ducharse más tranquilos de lo que Isabel hubiera deseado. Al terminar se sentaron frente a Isabel.

- Una vez. – dijo Isabel alzando el dedo índice.- Una vez ha ocurrido y no va a volver a pasar, ¿entendéis? Lo de la otra noche fue algo que nunca debió pasar y por eso no se va a repetir más. Se acabaron vuestras miradas lascivas, los toqueteos y por supuesto no volveréis a acostaros conmigo. – continuó autoritaria. Se estaba gustando en esa faceta. – Fue un error, yo admito toda la culpa pues soy la adulta y vosotros dos jóvenes con las hormonas revueltas, pero quiero vuestro respeto y por supuesto nada de lo que ha ocurrido debe saberse nunca.

- Pero mamá, ¡qué dices!¿No empezaste tú todo esto porque te gustaba? – repuso Francis.

- Por eso mismo, yo lo empecé y lo voy a terminar. Así que metéoslo ambos en la cabeza.

- Mita, tita, sé que nos pasamos un poco y que te hicimos algo de daño. Pero no niegues que te gustó y disfrutaste de nosotros toda la noche. – argumentaba David.

- ¡Algo de daño! David, he tenido que pedir más días libres porque aún tengo el culo dolorido. Me hicisteis algo más que daño, la sábana estaba manchada de sangre.

- No fue nuestra intención hacerte daño, mamá. Lo sentimos de verdad, pero estábamos muy calientes y nos dejamos llevar, queríamos probarlo todo.

- Eso no es lo importante, lo importante es que no me hicisteis caso, os dije… os rogué que pararais y no lo hicisteis. – se detuvo y los miró. – Es como si me hubieseis violado, chicos, ¿es qué no os disteis cuenta?

- No lo volveremos a hacer, de verdad. – intervino David. - Te haremos caso, la próxima vez.

- Es que no habrá próxima vez. No supisteis aprovechar algo que sucedió por las buenas y ahora, por las malas, lo habéis perdido.

Todos quedaron en silencio e Isabel se sabía triunfadora, le gustaba esa sensación de autoridad que apenas había mostrado a lo largo de su vida, aunque una parte de ella se lamentaba por perder esas jóvenes y traviesas vergas.

- ¿Qué pasaría si contáramos a la tita Marga (Margarita, la hermana de Isabel) que has abusado de nosotros? – preguntó Francis maliciosamente.

- ¿De qué hablas? No digas tonterías, hijo. Eso es falso. – Isabel comenzó a asustarse pues no estaba segura de hasta qué punto sería falso ni hasta dónde estarían dispuestos a llegar los dos adolescentes. – No juguéis con eso, sabéis que nadie se puede enterar de esto. ¿No veis el escándalo que se formaría aquí y en el pueblo? Esto destrozaría a toda la familia si llega a saberse. Así que no lo mencionéis ni en broma.

- Bien, entonces quizá deba plantearlo de otro modo. – intervino David igual de malicioso que Francis. - ¿Qué estarías dispuesta a hacer para que digamos nada?

Isabel sintió como si la golpearan en la boca del estómago y se quedara sin aire durante un instante antes de poder responder.

- Pero, pero… ¿Os estáis oyendo?¿Es qué me estáis chantajeando?¿Acaso queréis que compre vuestro silencio permitiendo que os acostéis conmigo nuevamente?

- No, queremos que te acuestes con nosotros siempre que queramos. – dijo su hijo. – Queríamos que aceptaras por las buenas, pues hemos disfrutado mucho contigo y sabemos que tú con nosotros, pero parece ser que has optado hacerlo por las malas.

- ¡Estáis locos! – les gritó queriendo levantarse del sofá, pero una punzada de dolor le advirtió que hiciera movimientos más lentos. – Salid de mi vista ahora mismo. Espero que penséis bien lo que habéis dicho y no hagáis una estupidez que paguemos todos. – dijo tratando de aparentar firmeza aunque estaba completamente aterrada.

- En tus manos esta seguir gozando como una perra o arruinar nuestras vidas. – sentenció David de forma arrogante y soberbia.

Francis y David salieron de casa dejando sola a Isabel en el sofá tratando de controlar el llanto inminente. Deseó dormir y olvidar todo, volver atrás y que nada de lo ocurrido hubiera pasado, maldijo el día que masturbó a su hijo en la playa y todo lo que ello desencadenó. Subió a su dormitorio y se encerró nuevamente en él, se tumbó boca abajo para que su dañado culo no sufriera y hundió la cabeza en la almohada para ocultar sus lágrimas.

"No se atreverían" se decía una y otra vez pero la duda insana que sus miradas habían provocado en ella, la carcomían, pues conocía lo cabezones y tercos que podían llegar a ser ambos y como había sospechado y comprobado, también podían ser muy perversos.

Dejó de llorar y abrió el cajón de su mesita de noche. Los había llamado locos, pero sabía que en el fondo la loca y la enferma era ella, pues a pesar de sentirse asustada, dolida e incluso traicionada, temblaba levemente de excitación. Así, tomo del cajón la caja con las píldoras anticonceptivas. No la había tomado el día anterior, pero esperaba que el tratamiento siguiera haciendo efecto. Engulló una de las pastillas y de ese modo, con una mezcla de temor y morbosidad, consintió al chantaje de Francis y David.

Durante los días siguientes, Isabel apenas cruzó un par de palabras con los chicos y sintiéndose algo mejor se reincorporó al trabajo para de paso pasar menos horas en casa y evitar encontrarse con su hijo y su sobrino. También esperaba que en cualquier momento se abalanzaran sobre ella para volver a follarla pero esto no sucedía y no sabía por qué. El por qué no era otro que la recuperación de Isabel, pues tanto David como Francis sabían que le habían causado un daño en su ano y esperaban ansiosos a que su hembra madura se recuperara lo antes posible, aunque en la espera tuvieran que pajearse a destajo.

Ellos se habían mostrado muy duros pero realmente querían que Isabel cooperara de buena gana para que todos pudieran gozar y disfrutar, pero siendo dos jóvenes con las hormonas cachondas no iban a dejar escapar la oportunidad de tener a una mujer que complaciera sus deseos más morbosos quisiera ella o no.

Ocho días dejaron pasar los dos pervertidos, ocho días en los que Isabel estaba no sólo recuperada sino también expectante.

Estaba atardeciendo cuando Isabel se acababa de meter en la bañera tras otro día de duro trabajo cuando los chicos volvieron de la playa predispuestos a acostarse con Isabel esa misma noche.

- ¡Mamá, ya hemos llegado! – anunció Francis en cuanto entraron.

Subieron las escaleras dispuestos a ducharse para quitarse la arena y la sal de la playa cuando vieron bajo la puerta del baño que la luz estaba encendida y oyeron un poco de agua.

- ¡Hey, mira! Tu madre se está bañando. – señaló David.

- Entonces vamos a hacerlo ahora, hay que aprovechar. Total, nosotros también nos tenemos que bañar.

Entraron en el dormitorio y se desnudaron con rapidez.

- Joder, ¿ya estás empalmado? Jejejejjeje. – dijo Francis mirando a su primo.

- ¿Qué quieres? Tengo muchas ganas y no puedo perder el tiempo que cuando termine el mes me voy.

Isabel oyó el alarido de su hijo anunciando su llegada y los oyó entrar en el dormitorio, para jugar con los videojuegos, supuso. Y fue por esta suposición por la que se sobresaltó cuando vio que la puerta del baño se abría y entraban en él su sobrino y su hijo, ambos desnudos, uno con la verga totalmente erecta y el otro semi-erecta. Se tapó con una mano su pubis y con la otra sus pechos aunque inmediatamente pensó que era estúpido pues podía leerse en sus miradas y en sus duras pollas (Francis terminó por empalmarse cuando vio desnuda a su madre otra vez) que la iban a follar sí o sí.

- Por favor, no lo hagáis. Esto no puede seguir así. – dijo Isabel aunque en su foro interno anhelaba el reencuentro con las jóvenes pollas.

Se acercaron en silencio y Francis se arrodilló junto a la bañera para comenzar a acariciar los muslos de su madre mientras su primo permanecía en pie a su lado.

- No, Francis. No sigas. – se quejó su madre.

Pero no hizo movimiento alguno de rechazo, de hecho, Francis la notó temblar aunque no sabía si por temor o por excitación. Mientras lo averiguaba llevó su mano hasta la vagina de su madre, le apartó la mano y acarició sus pelos hasta que dio con su raja, la cual empezó a frotar al instante.

- Aaaahhh. Para hijo, por el amor de Dios, no siiii.. aahhh. – comenzó a gemir.

Cerró los ojos y se agarró como pudo a los bordes de la bañera mientras se decía que efectivamente estaba enferma, tenía hambre de sexo pero no con cualquiera, quería follarse a esos dos diablos. Incluso se preguntó cómo pudo haber pensado en dejar de acostarse si estaba claro que su cuerpo y su mente calenturienta lo deseaban. Sin más, se abrió de piernas para facilitar la acción de su hijo y se dejó llevar.

Francis aprovechó esto para comenzar a meter un par de dedos en la cueva de su madre, aunque no muy profundos, quería que se corriera primero, pues era su madre y la quería… a su modo, pero la quería. A la vez, David agarró uno de los pechos semi-sumergidos de su tía y se entretuvo en masajearlo con suavidad pero sin pausa para luego aplicar igual tratamiento al otro. Isabel no sé quedaba atrás y movía su cadera al son de las penetraciones que su hijo ejercía con sus dedos mientras se dedeaba el clítoris.

- Mmmmmm. Sssííííííí. Mmmm. – se esforzaba por callar y contener sus gemidos. – Ya casi, ya casi estoy. Mmmmmmmm.

- Vamos mamá, córrete a gusto. – animaba Francis a su madre mientras movía los dedos con viveza en su coño.

- Sssííííí, así, así. Mmmmmm. Aaaaahhhh. – gemía Isabel. – Ssíí. ¡Sí!¡Sí!¡Aaaaahhhhhh!¡Aaaahhh!¡Sí! Ssííí.

Entre estertores de placer Isabel termino por correrse. Apartó las manos de sus amantes y se encogió como pudo dentro de la bañera toda agitada mientras las manos de su hijo y su sobrino seguían acariciándola. Abrió los ojos y sus chicos seguían acariciándola y con sus cipotes bien armados. Sabía lo que ellos esperaban de ella, pero lo peor, lo que la hacía sentirse como una auténtica guarra era que tenía hambre de verga joven. Se arrodillo sin salir de la bañera y Francis y David se pusieron de pie de inmediato, dejando sus herramientas bien cerca de la boca de su madre/tía. Ella agarró ambos rabos como si de dos joystick se tratasen y se pudo a menearlos.

- Qué bien, tita. Qué bien lo haces, joder. Eres genial. – animaba David a su tía.

Con su mano derecha masturbaba a su sobrino a buen ritmo, mientras que con la izquierda sacudía la verga de Francis de un modo más intermitente pues era su mano mala, pero lo solucionó dándole los primeros lengüetazos a la polla de su hijo.

- Ooohhh. Joder, mamá. Chúpamela, eso es. – dijo mientras sujetaba su cabeza para que terminara de engullir su cipote. – Vamos, así, sí, eso es. Mmmmmm.

Como quería su hijo, se tragó su verga para chuparla como sabía sin dejar de pajear a su sobrino pero tras unos minutos, dejó a su hijo y empezó a mamar el mástil de David dejando que Francis se masturbara solo. Poco a poco iba cambiando de uno a otro lamiéndolos y acariciando sus bolas hasta que David anunció que se corría.

- Córrete. Y tú también cariño. Vamos, correos en mí. – dijo sacándose la polla de David.

Se acariciaba los melones y los ofrecía a sus vástagos para que se corrieran en ellos. Francis entonces se masturbó rápidamente pues no estaba tan cerca del orgasmo como su primo. De hecho no llegó a tiempo y David comenzó a verter semen en los pechos de su tía mientras ésta se relamía y se pellizcaba los pezones. Isabel cogió su verga y la estrujó sobre su pecho para asegurarse que no escupía más semen cuando su hijo lanzó sendas descargas de leche sobre sus tetas.

Ambos jóvenes habían terminado de correrse pero Isabel seguía estrujando sus duras pollas y las meneaba lentamente sobre sus pechos.

- Esperadme en el dormitorio mientras me limpio y me seco un poco. – dijo Isabel a su hijo y sobrino.

- No hace falta mamá, si nosotros también tenemos que bañarnos.

Ambos llevaban muchos días esperando follarse a Isabel y sus ganas e ímpetu eran inmensos, así que sacaron a su hembra cachonda de la bañera y Francis la colocó de pie inclinada sobre la bañera. Sin ningún preámbulo más dirigió su cipote al coño de su madre y la embistió.

- ¡Aaaaaaaahhhhh! – chilló Isabel pero de gusto.

Rápidamente Francis se dispuso a coger buen ritmo en la añorada raja de su madre mientras que David se masturbaba despacio a la vez que veía como las tetas de su tía se bamboleaban con cada pollazo que le propinaba su primo.

- ¡Aaaahh!¡Aaaahhh!¡Ahh!¡Aaaaah!¡Mmmm!¡Sí!¡Aaaahhh! – jadeaba Isabel mientras sentía como las corridas calientes de sus dos pervertidos chorreaban por sus pechos. – Más, sí. ¡Ssííí!¡Aaaahhh! – seguía gimiendo cuando la polla de Francis salió de su interior. - ¿Qué pasa? - preguntó disgustada pues sentía cercano otro orgasmo.

- Ponte de rodillas mamá, que así no estoy muy cómodo.

Isabel obedeció a su hijo y se puso de rodillas frente a la bañera sujetándose a ésta. En cuanto estuvo colocada volvió a notar como el cipote de Francis la llenaba a la vez que sus nalgas eran estrujadas con dureza.

- Así mejor, síí. ¡Aaahh! ¿Verdad que sí, zorrita? – dijo Francis a la vez que le daba un tortazo en el culo y la perforaba a gran velocidad.

- ¡Ssííí!¡Sí, joder, sí! Más rápido. ¡Aaaaahhh!¡Aaaaahhh!¡Aaaahhh!¡Aaaaahhh! ¡Más! Que yaaaahhh. Mmmmm. ¡Aaaaahhhh!¡Aaaahhh!¡Joder!¡Sí!¡Aaaaaaaahhhhh!

- Yo también, mamá. Me corro. ¡Vamos!¡Ssííí!¡Aaaahhh!

- ¡Sssíííí! Mi niño, sí. ¡Aaaaahhh!¡Mmmm!¡Aaaahhhh! Córrete, vamos. Yo me vengo yaaaaaa… ¡Aaaaaaahhh!¡Aaaaaahhhh!¡Sssíííííí!¡Aaaaaahhhhh!

El orgasmo de Isabel fue largo e intenso y cuando acabó, apoyó la cabeza en el borde de la bañera buscando descanso, pero su hijo aún no se había corrido y siguió perforando su coño durante un minuto más antes que una explosión de semen la llenara por dentro.

Francis dejó libre la vagina de su madre y vio como se escurría hacia fuera parte de su semen. Se sentó en el váter para ver como su primo, que había estado de espectador todo el tiempo, le echaba un polvo a su madre. Y fue apartarse Francis y David, impaciente, se colocó detrás de su tía con la polla terriblemente dura de la excitación y se preparó para penetrarla con ansia. Sin embargo, nada más Isabel sintió el rabo de su sobrino se hizo a un lado y se sentó contra la bañera.

- ¡Uff!¡Espera! Dame un momento, por favor. – dijo Isabel que aparte de recuperarse se frotaba las rodillas, algo doloridas de estar arrodilla en el suelo.

- ¿Te duelen? Voy a traerte un cojín. – se ofreció Francis que salió en su busca.

Mientras tanto, David, que seguía caliente e impaciente seguía pajeándose para mantener la rigidez de su verga. Aunque era difícil que se le bajara la erección teniendo a su tía en pelotas frente a él y viendo como algo del semen de su primo se escapaba de su coño.

- Anda, acércate David. – dijo Isabel a su sobrino.

Éste se acercó e inmediatamente Isabel se llevó la polla a la boca y le dio un par de lametones para seguidamente empezar a chupar y mamar todo el glande.

Así los encontró Francis cuando regresó con el cojín y se lo pasó a su primo que se deleitaba con la mamada recibida.

- Vamos, tita, ponte a cuatro patas que ahora me toca a mí. – le dijo a su tía sacándole la verga de la boca y dándole el cojín.

Isabel se colocó en idéntica postura que antes pero ahora sí, con el cojín amortiguando su peso en las rodillas y nuevamente, apenas estuvo colocada, su sobrino se situó tras ella, la agarró de las caderas y guiando su cipote se lo introdujo hasta el fondo.

- ¡Aaaaaaaaahhhhhhh! – volvió a gemir de placer Isabel volviendo a notar la diferencia de grosor con la polla de su hijo.

David estaba ansioso y desde el principio aplicó un rápido mete-saca. Con las manos en sus caderas se ayudaba a embestir con más fuerza, pero también su tía ponía de su parte en muchos momentos en los que echaba su culo atrás para recibir el pollazo con más ímpetu.

- ¡Aaaaahh!¡Aaaahhh!¡Aaahh!¡Aaahh!¡Síííí!¡Joder!¡Aaaahhh!¡Aaaaahhhh! – gemía sin parar Isabel al son de las embestidas de su sobrino. - ¡Aaaaaahhh!¡Aaaaahh!¡Ssííí!

Francis, excitado y contento, veía follar a su madre porque finalmente se había entregado a ellos como él tanto quería, pues sus gemidos y sus movimientos eran claro ejemplo de que estaba disfrutando con la cogida. De este modo, pensaba, no tendrían que usar la fuerza con ella y podrían ver cuán zorra era su madre. Pensó también en ponerse frente a su madre para recibir otra mamada, pero dado la velocidad a la que su primo la follaba dudaba que pudiera hacerlo, así que siguió mirando cómo era embestida una y otra vez.

- ¡Aaaaaaaaaaahhhhhh!¡Aaaaaaahhhh!¡Sííí!¡Yaaaa!¡Aaaaaahhh!¡Síííí! – gemía ante el inminente orgasmo, por lo que Isabel se puso a masturbarse a la vez que el mástil de su sobrino seguía taladrándola y por tercera se corrió. - ¡Aaaaaahhh!¡Aaaaaaaaaahhhhh!¡Aaaaaaaaahhh!¡Mmmmm!¡Aaaaaahhhh!

Ente bufidos y resoplidos David seguía dándole verga a su tía mientras ella tenía un nuevo orgasmo y las contracciones de su vagina sobre su polla fueron la gota que colmó el vaso para que él también se corriera.

- ¡Aaaaaaaaaaagghhh!¡Aaaaaahhhhhh!¡Aaaaaaaaaahhhhhh! – aulló Isabel ante las tres duras sacudidas de su sobrino y tres chorros de leche se perdieron en su interior.

Sin terminar de correrse, David saco su herramienta y soltó el resquicio de semen que le quedaba en sus huevos sobre el culo de su tía.

Aún de rodillas Isabel jadeaba y resoplaba mientras su coño volvía a expulsar algo del semen que previamente la había llenado.

- Joder, qué gustazo. – indicó David. - ¡Ufff! Qué ganas tenía de follarte otra vez, tita.

- ¡Y que lo digas, primo!¡Vaya polvazo más bueno! Si es que mi madre es la ostia cuando quiere. Da miedo de le bien que folla, ¿o no?

- Jejejejejeje, tú lo has dicho. Cuando quiere es la ostia. – puntualizó.

Isabel que se sentaba de nuevo apoyada en la bañera no podía creer los comentarios que su hijo y su primo hacían sobre ella. Definitivamente le habían perdido todo el respeto y la trataban como una cualquiera, pero lo peor de todo (o lo mejor) es que le gustaba, le había gustado el modo en que los dos pipiolos le habían hecho el amor y prueba de ello eran sus orgasmos.

- ¿Tú qué dices, mamá?¿Te ha gustado o no?

- ¿Es que no se ha notado? – contestó tras un breve silencio y sus amantes se rieron. – Vamos a lavarnos un poco, ¿no creeis?

- Sí, vamos rápido que me ha entrado hambre, podemos pedir algo de pizza, hamburguesa o shawarma y que lo traigan a casa. – propuso David.

Estuvieron de acuerdo y los tres se ducharon juntos dentro de la bañera, dónde Francis aprovecho para seguir acariciando a su madre y darle varios besos a sus pechos y en su espalda.

Isabel pensó, que en el fondo todo podía ir bien, ya que se habían portado muy bien con ella y la habían hecho gozar al máximo a pesar de su reticencia inicial. Sí las cosas se mantenían así, todos podrían obtener lo que querían, que no era otra cosa que disfrutar del sexo fogoso y prohibido manteniendo el secreto. Pero lo que Isabel no sabía es que sus amantes, aparte de ser muy pervertidos y salidos, eran muy dominantes y autoritarios, algo que ella había demostrado y demostraría que no era.

Días después de la sesión de sexo en el baño, habían vuelto a follar un par de veces más, algo que a Isabel le sorprendió, pues parecía que los dos adolescentes no querían abusar de su poder. Sin embargo, un día en la que ella se encontraba haciendo de comer, mandó a Francis al supermercado a comprar algo que necesitaba para el almuerzo, pero David se quedó y pronto supo por qué.

Ni cinco minutos llevaba Francis fuera cuando David hambriento de sexo entró en la cocina. Allí vio a su tía con uno de sus camisones de verano, las chanclas y el pelo recogido mientras se afanaba por preparar el almuerzo y tan atareada estaba que no se enteró de la presencia de su sobrino hasta que no estuvo tras ella.

- ¡Por Dios, qué susto! – dijo girándose cuando David la agarró por las caderas. - ¿Qué quieres?

- Quiero follarte un rato. – le contestó mientras subía sus manos hasta sus pechos.

- Ahora no. ¿No ves que estoy cocinando? – dijo Isabel tratando de apartarle las manos. – Deja que prepare esto tranquila y ponte a ver la tele un rato.

- Venga, tita, que tengo muchas ganas y se me ha puesto como un burro.

David pegó el cuerpo de su tía al suyo y restregó su abultada verga por el culo de Isabel a la vez que comenzaba a remangar el camisón.

- ¡Ay, no! Déjame, de verdad. Ahora no, que estoy liada. – seguía oponiéndose.

Entonces, en un arranque de furia, pasión o de ambos, el grandote de David tomó a su tía por la fuerza y la llevó hasta la mesa de la cocina dónde la apoyó usando bastante fuerza pues ella se resistía.

- ¿Pero qué haces, David?¡Suéltame! Deja de hacer el tonto y no seas bruto. – decía asustada.

Pero David se apoyó sobre Isabel para inmovilizarla con su peso y envergadura mientras que una de sus manos ya había bajado su corto pantalón y dejado a plena vista su cipote. Isabel lo notó al instante y seguía luchando por librarse pero no lo estaba consiguiendo, de hecho se sentía cada vez más paralizada y para colmo David había conseguido subirle el camisón dejando sus bragas verdes al descubierto.

- Vamos, David, suéltame. – le pidió. – Déjame que no me apetece y tengo cosas que hacer.

- Tita, si es sólo un casquete rápido y seguro que te gusta, lo mismo que los otros.

Tenía todo su cuerpo sobre su tía, sujetaba sus brazos con sus fuertes manos y restregaba su polla sobre su culo con el único impedimento de las braguitas. Introdujo una de sus piernas entre las de Isabel y haciendo fuerza consiguió que estás permanecieran abiertas. Seguidamente y escuchando la retahíla de quejas de su tía, se ayudó de una de sus manos para deslizar las bragas a un lado y apuntar con su polla en su coño.

- ¡Suéltame, David! ¡No sigaaaaaarrrggghhhh! – gritó cuando el cipote de David se introdujo en su coño con fuerza. - ¡Nooo!¡Aaaarrgghhh!¡Aaaarrrghh!¡Aaaarrgghh!

Las primeras embestidas fueron duras y dolorosas porque la vagina de Isabel no estaba nada lubricada y tuvo que soportar algunas más hasta que su cuerpo reaccionó a los estímulos provocados por la verga de David. Así, con sus tetas estrujadas contra la mesa a la cual se aferraba y los dientes apretados, soportó como pudo cada envite de su sobrino.

- ¡Mmm!¡Mmm!¡Mmm!¡Aaarrgghh!¡Aaahhh!¡Mmm!¡Aaaahhh! – resoplaba Isabel.

- Así. Bien. Sí. – bufaba David, que se había incorporado y perforaba con fuerza a su tía agarrando de su culo y su hombro.

Su polla entraba y salía ahora con más facilidad y procuraba que cada penetración fuera lo más profunda posible pues esto le daba mucho placer, le encantaba saber que la tenía empalada del todo.

- ¡Aaaarrgghh!¡Aaaaahhh!¡Mmmm!¡Aaaaaahhh!¡Mmm!¡Aaaahhh!¡Aaaahh! – trataba de acallar Isabel cuando empezaba a notar ardiente su coño.

Entonces David se puso a follarla a ritmo de conejo dando rápidos pero menos profundos pollazos y entre jadeos comenzó a verter su leche dentro de su tía.

Ésta sintió como su cueva se llenaba del caliente esperma y como su sobrino permanecía dentro de ella tiempo después de haber eyaculado. Poco a poco su verga perdía volumen y por fin la dejó libre.

- ¡Joder, qué polvazo! Ves como ha sido rápido. – dijo David que se limpiaba la polla con el camisón de su tía.

- Eres un bruto. – se limitó a decir Isabel.

David regresó al salón dejando a Isabel con su semen chorreándole por la pierna. Se limpió un poco, se colocó bien la ropa y se fue al baño a asearse mejor.

Poco después regresó Francis de la compra de última hora y tanto primo como madre actuaron como si no hubiera pasado nada, aunque horas después David le contó a su primo todo lo sucedido. Éste se molestó un poco, pero más por no estar presente que por lo dominante y duro que se había mostrado con su madre.

No teniendo suficiente con esto, Isabel tuvo que someterse en más ocasiones a las exigencias de sus machos a pesar de sus negativas, aunque no siempre era así, cada vez más a menudo se acostaban con ella cuando querían y sin que a ella le apeteciera.

En otra ocasión fue su hijo el que reclamó su ración de sexo. A Isabel le tocó el turno de noche y llevaba varios días eludiendo las sesiones de polla juvenil alegando estar cansada, pues lo estaba. Así volvió una mañana a casa tras la noche de trabajo y se acostó.

Francis había pasado una mala noche debido al calor, pues el aire acondicionado seguía estropeado y tras dar muchas vueltas en la cama oyó como su madre llegaba del trabajo. Inmediatamente empezó a hacerse una paja pensando en ella. Iba a un ritmo lento y no conseguía concentrarse del todo en su madre por lo que se la estaba meneando pero no disfrutando. Harto de tanto sacudírsela se levantó y fue al dormitorio de su madre con ganas de desfogarse.

La puerta de su dormitorio estaba encajada, algo que no comprendió Francis, pues así apenas se ventilaría su dormitorio, pero cuando abrió la puerta, vio a su madre tumbada boca abajo y con los brazos y piernas estirados. Tan sólo llevaba un tanga blanco que dejaba casi todo su culo al aire. Francis supuso que entornó la puerta para evitar que él y David la vieran semidesnuda cuando despertaran y ahorrarles la excitación. El problema para Isabel es que Francis tenía excitación y ganas de guerra para regalar.

Entró en el dormitorio, cerró la puerta totalmente y se despelotó. Desnudo y con la polla dura se acercó a su madre subiéndose a la cama. Isabel, que notó el movimiento, se despertó con dificultad.

- ¿Eh?¿Qué pasa? – dijo muy soñolienta. - ¿Francis?¿Qué pasa?

- Nada, mamá. Es sólo que quería dormir contigo. – contestó mientras la acariciaba de arriba abajo.

- Francis, cariño, estoy cansada y necesito dormir. Ve y duérmete anda, aprovecha ya que no tienes que madrugar para trabajar. – dijo Isabel y hundió la cabeza en la almohada.

Pero Francis se tumbó a su lado y siguió acariciándola, sobre todo sus nalgas carnosas. Cada vez más ansioso, deslizaba su mano por la entrepierna de su madre.

- Francis, por favor. Quiero dormir. – se quejó.

- Mamí, quiero follarte. – le susurró al oído. – No hemos estado juntos desde que estás en el turno de noche y tengo ganas.

- Ufff. – Resopló alzando la cabeza. – Pero estoy cansada, no es broma.

Cuando vio a su hijo tumbado a su lado con la polla apuntando al techo se planteó severamente cabalgarlo hasta tener un orgasmo, pero el turno de noche siempre la agotaba pues nunca se llegaba a acostumbrar al horario.

- Cielo, sabes que en unos días me volverán a cambiar de turno, ¿no puedes esperar?

Se sorprendió diciéndole esto a su hijo, pues desde las primeras veces que se acostó con él, no había vuelto a ser ella quien acudiera en su busca para tener sexo, sin embargo, ahora le estaba invitando a follársela dentro de unos días.

Francis seguía acariciando su vagina por encima del tanga a la vez que le masajeaba el culo.

- Venga mamá, date la vuelta.

Dicho esto comenzó a girarla para colocarla boca arriba y a deshacerse del tanga que ocultaba su placentera cueva maternal a pesar de los intentos adormilados de su madre para impedirlo.

- Te pajeo si quieres, pero déjame. De verdad que estoy muy cansada, Francis. – dijo ya completamente desnuda. – No hagas el bruto como tu primo.

- Es que estás buenísima, mamá. Mira como me tienes la polla.

Se había colocado ya entre sus piernas y le restregaba el cipote por la entrada de la vagina que poco a poco empezaba a humedecerse. Cuando Isabel iba a quejarse de nuevo, Francis le metió su verga despacio pero constante y en un instante la había introducido hasta el fondo.

- Aaaaaaahhhhh, Francis. Noooo. – se quejó débilmente.

- Sííí, mamá, síííí. Muevete tú también, vamos, hazlo cómo tú sabes, mamá.

Francis empezaba a acelerar sus empellones mientras mantenía las piernas de su madre bien altas en forma de V. Isabel, poco a poco fue acoplándose al ritmo de su hijo tal y como éste le pedía. Se había espabilado y movía sus caderas haciendo que su hijo la llenara hasta el fondo.

- Aaaaaahhhh. Mmmmmm. Termina pronto, cariño. – pidió a pesar de estar disfrutando como una cerda. – Aaaaahhhh. Aaaahhhh. Aaaahhhh. Mmmm. Síí. Aaaahhh.

Francis se apoyó las piernas de su madre sobre sus hombros y echó su cuerpo sobre ella, bien inmovilizada siguió perforándola con un veloz mete-saca, mientras que su madre, incómoda por la postura, se limitaba abrazarlo por la espalda y a pedirle que acabara pronto.

- Vamos, vamoossss. Aaaaaahhhh. Acabaaaaahhhh. Aaaaahhh. Acaba ya. Mmmm. Aaaaaaahhhhh. Aaahh. Aaaaahhh. Aaaaahhhhh. Ssííí. Aaaahhhh.

Entonces Francis se fue vaciando en su interior con cada pollazo que daba, haciendo que su madre sintiera el semen tibio en su interior.

- Hazte a un lado, cielo. – pidió Isabel cuando la verga de su hijo dejó de lanzar leche en su coño.

Notaba el cansancio y necesitaba estirarse pero su hijo no lo permitió, pues no dejó de bombearle el chocho a pesar de haberse corrido. Estaba muy cachondo y su juventud le permitió seguir cepillándose a su madre sin tener que tomar un descanso, algo que Isabel no se esperaba.

- Aaaaaaahhhhh. Francis. Aaaaaahhh. Para. Vamos. Aaaaaaaahhh. Aahhh. Aaaaaaahhhh. Aaaaahhh. ¡Joder! Aaaaaahhh. Francis.

Pero Francis no se detenía e iba más rápido que antes haciendo que sus huevos le golpearan el culo de forma constante. Notaba como parte del esperma salía chorreando y como las tetas de su madre se movían más rápidamente. Liberó a su madre de esa postura que la tenía paralizada y continuó dándole rabo con el tradicional misionero, pero ahora sí, podía entretenerse en comer teta entre vergazo y vergazo.

- Vamos mamá, pon de tu parte. – le animó su hijo sacándose un pezón de la boca.

Pero Isabel ya no tenía ganas de más, había disfrutado durante un rato y casi tuvo un orgasmo, pero estaba cansada y molesta, por lo que volvía a pedirle a su hijo que se detuviera mientras trataba de quitárselo de encima, aunque con delicadeza. No obstante, esto molestó a Francis pues le cabreaba que su madre no disfrutara mientras él se la follaba, así que se separó un poco de ella y volvió a embestir de forma dura y vigorosa, pensando más en hacerle daño que en hacerla gozar.

- Aaaaaaahhhh. ¡Aaaaaarrrgggghhh!¡Aaaaagghh!¡Aaarrgghhh! Paraaaahhh. Aaaaahhhh. Paraaaahhh. Paraaahh. Aaaaahhh. ¡Aaarrggghh! Aaaaahhh.

Pero Francis no se detuvo y prosiguió envite tras envite, llenándola de cipote juvenil hasta que se corrió por segunda vez. Terminado sus espasmos, desmontó a su madre, pues el esfuerzo había sido considerable, y se dejó caer en la cama a su lado. Isabel en cambio se palpaba su vagina pues estaba resentida y levemente dolorida. Primero había sido su sobrino y ahora su hijo el que la había tratado con dureza, y sus intentos por frenarlos no servían para nada, definitivamente se había metido en una situación difícil de salir.

- ¿Ya has terminado o vas a seguir? – preguntó Isabel a su hijo con una mezcla de pena y de malestar. - ¿Por qué tenéis que ser tan brutos?

- Sí, ya he terminado. Y si somos brutos es porque no cooperas, porque cuando lo haces, bien que te corres y nos pides que te demos más rabo. – contestó molesto. – Bueno, te dejó dormir que estarás cansada.

Recogió su ropa, abandonó el dormitorio de su madre y bajó a desayunar algo pues ya era de día. Isabel se quedó sola y trató de dormir pues no quería pensar en nada, ya que no importara como actuara ante ellos que finalmente se haría lo que ellos quisieran.

Justo al día siguiente Isabel empezó a menstruar, por lo que sumado a su turno de noche, estuvo unos días tranquila, aunque no se libró de hacer alguna mamada que otra. Para su sorpresa, durante los siguientes días también respetaron su culo, el cual creía que sería atacado como compensación, pero se equivocó. No fue hasta una semana antes de que David tuviera que volver a su casa cuando decidieron volver a catar sus entrañas.

Se encontraban los tres amantes en el dormitorio de Isabel teniendo una buena sesión de sexo. En esta ocasión Isabel si estaba muy predispuesta pues se sentía con ganas, algo que Francis y David notaron de inmediato.

Acababa de chuparle la polla a su sobrino hasta que se tragó la corrida y llevaba un rato chupándosela a su hijo cuando éste le pidió que lo montara.

- Ponte encima mía, mamá. Fóllame como lo hiciste el primer día.

Francis se tumbó e Isabel, obediente, se puso a horcajadas sobre él. Con una mano guió la verga hasta la entrada de su vagina y lentamente la fue engullendo haciendo presión sobre ella con sus paredes vaginales.

- Aaaahhh. Ooohhhh, sí. – gimieron casi al unísono. – Ahora muévete, mamá. Fóllame deprisa, vamos, muévete. – urgió Francis.

Entonces Isabel empezó a subir y bajar a buen ritmo. Se apoyaba con sus manos en el abdomen de su hijo y sus tetas eran acariciadas y amasadas por él entre bote y bote. Su vagina era llenada con fuerza pues su hijo también movía su cuerpo para acoplarse al sube-baja.

- ¿Te gusta? Aaaahhhh. Aaaahhh. ¿Te gusta follarte a mamá, no es así? Aaaahhh. – preguntó Isabel, pues estaba bastante cachonda. – Siempre has querido esto, ¿verdad? – decía a la vez que se pellizcaba ambos pezones poniéndolos erectos.

- Me encanta. Me encanta follarme a la guarra de mi madre. Estás buenísima, joder. Te voy a follar hasta no poder más, cerda.

Esos comentarios, sobretodo en boca de su hijo, de "cerda", "guarra", "zorra" y similares habían ido mimando su moral y su ya decaída autoridad, de tal modo que de sentirse en sus inicios como una loca o una enferma sexual, ahora se sentía como una prostituta en manos de depravados. Atrás habían quedado los días en que ella dominaba la situación para dar pasos a los días donde lo mejor que podía hacer en manos de sus dos diablos era tratar de disfrutar lo máximo posible.

- Aaaaaahhhhh. Aaaahhh. Aaaahhhhh. Aaaahhhh. – gemía Isabel cada vez que se dejaba caer sobre el rifle de su hijo. – Chúpameeehhh. Chúpame las tetas. – pidió a su hijo recostándose sobre él para ofrecérselas.

Francis, cuando vio como los melones de su madre se ponían al alcance de su boca no desaprovechó la oportunidad y los engullía, los lamía, los mordía y succionaba con ansía, yendo de uno a otro y del otro al uno. A pesar de lo atareado que se encontraba, en ningún momento dejó de embestir el chochete de su madre, aunque eso sí, a menor velocidad.

La atención tan esmerada que estaban recibiendo los pechos de Isabel hacía que el coño se le estuviera encharcando de gusto. Aunque a veces su niño se excediera en la fuerza de algún mordisco o chupetón, se sentía morir de placer de tal modo que inevitablemente se terminó corriendo sobre su hijo en una ráfaga de pequeños orgasmos.

- ¡Aaaaahhh!¡Aaahh!¡Aaahhh!¡Sssíííiíí!¡Aaaahh!¡Aaagghh!¡Aaaaaaahhhhhh! – aulló de placer y siguió montando a su hijo sin detenerse. – Así. Así. Más. – decía más para sí que a su hijo.

David, con la polla tiesa de nuevo y viendo lo cachondísima que se encontraba su tía, la separó un poco de su primo y le acercó su verga a la boca nuevamente. Isabel en cuando la sintió cerca, la agarró y tras unos instantes de pajeo la devoró.

Francis tuvo que desatender las tetas de su madre por la postura que habían adoptado, pero asiéndola bien de las caderas imprimió un fuerte y veloz mete-saca durante unos minutos en los que Isabel se corrió otra vez.

Ante el comportamiento tan felino de su madre, Francis pensó que era el momento de volver a metérsela por el culo. Tenía que aprovechar lo excitada que estaba, así que hizo que su madre le desmontase ante su leve queja de protesta, y se fue al baño para buscar nuevamente el aceite bronceador que tan buen resultado le dio la última vez.

Desde el baño oía los gemidos de su madre y pensó que decididamente era una guarra. Encontró el bote de aceite, pero lo que no tenía era condones. Esto le preocupaba pues sabía que podían coger alguna infección al hacerlo a pelo, aunque David lo hizo así y no le había pasado nada, así que se volverían a arriesgar.

Al volver a la habitación vio a su primo sobre su madre con sus piernas sobre los hombros bombeando con voracidad, era muy bestia en general y follando también, pero esta vez Isabel agarraba el culo de su sobrino como podía incitándole a que la siguiera penetrando.

- ¡Aaaaaaagghh!¡Aaaaaahhhh!¡Aaaaaahh!¡Aaahhh!¡Aaaaaaahhhh! – jadeaba Isabel entre gemidos hasta que sintió como su sobrino se venía dentro de ella con su leche caliente. - ¡Ssíííí! Lléname de leche. Mmmmm. Sííí.

David se hizo a un lado y se tumbó en la cama, mientras que su tía seguía boca arriba y con las piernas abiertas, empapada en sudor.

- Vamos, cielo. Qué aún no te has corrido. Ven con mamá. – animó Isabel a su hijo mientras se acariciaba el coño sin saber que éste tenía otros planes.

- Ponte en cuatro que te voy a follar así, guarra.

Isabel se colocó como le pedía su niño y esperó a que éste la embistiera con ganas. Como se hacía de rogar se volteó para averiguar su tardanza y lo vio de rodillas tras ella embadurnándose la polla con el aceite bronceador. Inmediatamente supo que quería darle por el culo y su predisposición y excitación se esfumaron.

- No, Francis, no me hagas eso. – dijo sentándose en la cama. – Ya sabes que me duele.

- Tendré cuidado, mamá, voy a lubricarlo todo bien.

- Da igual, me va a doler y no quiero por ahí. Ya lo intentamos y dolía mucho. – seguía poniendo pegas ante su hijo.

- Vamos tita, no te pongas así. – intervino David. – Vamos a tener cuidado. – dijo sumándose a perforarle el culo.

- No, duele mucho y la última vez me hicisteis sangre. Estuve varios días mal. Fóllame como quieras hijo pero no lo hagas por el culo, por favor. – dijo mirándole.

Pero Francis tenía muy claro lo que iba a hacer como para echarse atrás y más después de haber visto a su madre tan excitada. Quería que disfrutara, así que le prometió que iría con mucho cuidado pero está seguía reticente. Sin importarle, Francis fue colocando a su madre como había visto en muchas películas porno, la puso de rodillas con las piernas separadas, la espalda inclinada y la cabeza hundida en la cama.

David se situó junto a su primo para no perder detalle pues el espectáculo lo requería. El carnoso culo de su tía estaba bien elevado, su esfínter no era más que un pequeño anillo rosado que estaba cerrado mientras que de su coño goteaba algo del semen que había derramado en ella momentos antes.

- Mamá, agárrate de los cachetes del culo y sepáratelos. – pidió Francis que seguía untándose bien desde la punta del cipote hasta los huevos.

- Me va a doler, Francis. Me va a doler mucho así que no lo hagas, ¿quieres?

- Es que precisamente darte por culo es lo que quiero, mamá. – se jactó su hijo. – Pero no te preocupes, iré despacio y con cuidado.

- Noo. Joder, me va a doler. No me hagas daño, por favor. – pidió Isabel muy nerviosa, pues aún recordaba lo traumático que había sido para ella su última experiencia anal.

- Cuando el primo te la haya metido, dedéate, tita. Así disfrutarás más. – le aconsejó David.

Le había prometido que iría despacio, que no le haría daño, que tendría cuidado, y sin embargo, Francis había pasado por alto todo proceso de dilatación en el culo de su madre, al contrario de lo que había hecho las otras dos ocasiones. Finalmente se acercó a su madre y empezó su trabajo.

- Voy a empezar, mamá, así que relájate.

Con su mano izquierda se agarró a la cadera de su madre mientras que con la derecha apuntaba su polla hacía el anillo trasero. En cuanto hizo contacto a Isabel la recorrió un escalofrío producto del nerviosismo pero Francis continuó. Empujaba despacio una y otra vez pues parecía que su polla no entraba.

- Sepárate el culo un poco más, mamá. – pidió otra vez e Isabel obedeció, agarrándose las nalgas y abriéndolas todo lo que podía.

Volvió a colocar su rabo en la diana trasera de su madre y empujó. Simultáneamente tiró de ella hacía él y el movimiento combinado hizo que su verga se abriera camino en aquel ano cerradito.

- ¡Aaaarrrgghhh!¡Aaaauuu!¡Aaauuu!¡Uufff! Joder. – se quejó Isabel cuando el glande de su hijo le invadió el culo. Trató de separarse pero su follador se lo impidió. – Sácala, Francis. Por favor, hazlo. Aaaauu, me duele.

- Tranquila, mamá y relájate que voy a ir despacio. – dijo mientras aferraba sus caderas con ambas manos para retenerla.

- Tita, sujétate los cachetes. – ordenó David.

Isabel volvió a separárselos al máximo mientras daba resoplidos por el dolor, pues su hijo, había iniciado un ligero mete-saca en su culo, pero introduciendo tan sólo unos centímetros de polla. Poco a poco su ano se fue haciendo al tamaño de la verga y la sensación de dolor fue disminuyendo y con ello sus quejidos, algo que no hizo que estuviera disfrutando. Sin embargo, su hijo si lo interpretó así por lo que prosiguió penetrándola más profundamente.

- ¡Aaaaaaaaaaarrrrrrrggghhhh! – aulló Isabel de dolor. – Aaaaaaaagggghhh. Francis, sácamela, sácamela. Aaaaauuuu. Jooodeerrr. Francis que daño, sácamela. Aaaaauu.

Dejó de separarse las nalgas en el acto y contuvo con sus manos el cuerpo de su hijo aunque demasiado tarde, pues el rabo llenaba sus entrañas por completo. Debido a lo embadurnada que Francis tenía la polla, cuando embistió con algo de fuerza, su cipote se enterró totalmente en su culo provocándole un enorme dolor.

- Sácala, por favor. - suplicaba mientras trataba de separar a su hijo.

- Lo siento, mamá. No creí que fuera a entrar toda. – se disculpó Francis. - ¿Estás bien?

- Noooo, noo. Aaauuu. Qué daño.

Pero Francis no se la sacó. Se quedó quieto pero con la polla bien dura y rígida en su interior. Amasaba su culo carnoso y se recreaba viendo como su verga se había ocultado por entero en el culo de su madre.

- Francis, por favor. Déjalo. – dijo algo más tranquila y menos dolorida. – Duele mucho, hijo. Joder, no sabes lo que duele.

- Mastúrbate, mamá. Hazlo para que puedas disfrutar o sentirás más dolor.

Francis llevó una de sus manos al coño de su madre y comenzó a acariciarlo y frotarlo, para que momentos después Isabel apartara la mano de su hijo y se masturbara ella misma. Esto lo aprovechó Francis para poder follarle a su madre el culo en condiciones. Le dio una sonora palmada y comenzó a mover su cadera a un ritmo constante, enterrando su verga y sacándola casi hasta su totalidad.

- ¡Aaaaarrrgghh!¡Aaaahhh!¡Aaaarrrgghh!¡Aaaaarrghh!¡Aaaauu! – se quejaba Isabel.

Ocultó su rostro con su mano libre mientras trataba de relajar su cuerpo para luchar contra el dolor que le invadía el culo. Un fuerte ardor se había extendido ya por todo su recto producto de la tensa fricción en su culo, haciendo que el dolor no despareciera a pesar de estar frotándose el clítoris con devoción.

- Ooohhh sí, ooohhh sí. Qué buen culo, qué gustazo. – resoplaba Francis que incrementaba el ritmo de sus vergazos. - ¿Te gusta, mamá? Mira como te follo el culo. ¿Sientes mi polla? ¡Toma!¡Toma!

- Aaaarrrgghh. Aaauu. Aaauuu. Nnnoo. Aaau. Aaaarrgghhh. Jodeerrr. Aaarrgghh. – escapaban de su garganta. – Aaaarrrgghh. Me haces daño. Aaauuu. ¡Aaaaaaaarrrrrgggghhhh!¡Aaaaaaaarrrggghhhh!

- Aguanta un poco más, sólo un poco más. Qué ya casi, ya casi… Qué culazo, por Dios. – disfrutaba Francis cuando su ritmo ya era endiablado y frenético.

Su rabo empezó a escupir todo el semen acumulado de varios días y una larga jornada de sexo sin correrse pero hasta que no paró de lanzar lechadas no paró de dar empellón tras empellón, luego, despacio, liberó a su madre de la polla que la había martilleado el culo durante un buen rato.

- Joder, que abierto se le ha quedado. – dijo David que no había perdido detalle y contemplaba el anillo ahora bien abierto. – Mi turno. – dijo mientras se preparaba a untar su polla en aceite.

- ¿Estás bien, mamá?¿Te ha dolido mucho?

- Ya da igual. Ufff, da igual. – dijo mostrando dolor en su rostro. - ¿Estoy sangrando?¿Tengo sangre? – preguntó notando como algo le caía por la raja del culo hacia el perineo.

David que ya estaba tras ella con su barra de carne lista y embadurnada miró su culo y tan sólo chorreaba el semen que Isabel estaba expulsando con sus doloridos movimientos anales.

- No, tita. No estás sangrando. Es la corrida de Francis. – indicó.

Esto la tranquilizó pues a pesar de la dureza del polvazo no se había desgarrado. Le hubiera gustado parar pero sabía que su sobrino querría su pedazo de culo y tardó poco en reclamarlo. Apenas su hijo había salido a limpiarse un poco la polla, David apuntaba con la suya en su ano abierto a la vez que le pedía que volviera separarse los cachetes del culo para embestir mejor. Así, otra vez más, se los separó para facilitar que su joven follador le pudiera romper el culo a base de duras penetraciones.

Tal y como imaginaba, David tuvo muchos menos miramientos y delicadeza que su hijo, y le introdujo su mástil muy profundo desde el primer momento, aprovechando lo dilatado que estaba su agujero.

- ¡Aaaarrrrggghhhh!¡Aaaarrrrgghhh!¡Aaarrrrgggghhh! – se quejó cuando sintió el tope de sus huevos. – Cuidadooohh. No seas bruto que dueleee… ¡Aaaauuuu!¡Aaaaarrrrggghhh!¡Aaaarrrggghhh!

El ardor volvió inmediatamente a su interior pero la verga gorda de su sobrino la taladraba sin inmutarse en ello, por lo que dejó de abrirse el culo y se dedicó a masturbarse para mitigar el dolor.

- ¡Aaaaaaarrrrgghhh!¡Aaaarrrggghhh!¡Aaaaarrrgghhh! No sigas que me duele. ¡Aaaaauuuu!¡Aaaaarrrgghhh!¡Jodeeerr!¡Aaaaaaarrrgghh!¡Aaaaauuu!¡Ufff!

Para tortura o compasión de Isabel, David la taladraba con extrema rapidez por lo que a pesar de los orgasmos anteriores no aguantó mucho y se corrió con extrema brevedad.

- Qué culazo tienes, tita. Has hecho que me corra en nada de lo guarra que eres.

Tras esto, David también fue a asearse y luego a dormir, pues un día de trabajo, una mamada y dos polvos lo habían dejado agotado. En cambio Francis volvió a la habitación de su madre. La encontró descansando boca abajo y cuando se acercó a ella vio que seguía expulsando algo de semen a la vez que se tocaba el culo.

- Déjame ver si tienes sangre, mamá. - se ofreció. – No tienes nada, sólo el ano bastante dilatado, pero es normal después de los polvazos que te hemos dado. – dijo Francis y beso a su madre en el culo.

- Sois unos animales. Sois dos brutos, sobre todo tu primo, pero tú también. – se quejó. – Dijiste que no me harías daño y me lo habéis hecho. Joder, me duele. ¿Seguro que no tengo sangre? Sería un milagro. No entiendo por qué tenéis que ser así, estábamos disfrutando mucho y siempre acabáis por hacerme daño.

- Lo siento, mamá, pero es difícil controlarse cuando se está tan cachondo. De hecho sigo tan cachondo que lo volvería a hacer.

Su madre lo miró nerviosa y expectante. Era cierto que sólo había eyaculado una vez en toda la noche, y llevaban un buen rato follando, pero pensaba que ya habría terminado todo con la follada de su sobrino.

- Por favor, Francis, no me pidas eso. Te estoy diciendo que me habéis hecho daño y tú quieres seguir haciéndome más.

- No quiero hacerte daño, quiero hacerte el amor, quiero disfrutar contigo y de ti, pero también quiero que disfrutes. – se sinceró mientras se colocaba sobre ella.

- No, por favor. No más que estoy rota. – apeló mientras se ponía boca arriba pero al sentir dolor, se quedó acostada de lado frente a su hijo. – Ves, hijo, si hasta me cuesta moverme un poco de lo que me duele. Si no hubierais sido tan bestias podríamos seguir, pero así no.

- Vamos mamá. Más no te va a doler ya, y si aguantaste lo de la otra vez que fue más duro, puedes seguir un poco más. – alegó Francis que rápidamente pasó por encima de su madre y se puso de lado tras ella.

- ¿Por qué me haces esto, Francis?

- Pues lo creas o no, porque te quiero.

Iba a preguntarle también por qué había incluido a su primo, por qué no se había podido controlar ya que entonces podrían estar disfrutando los dos solos como ella quería, pero esa frase la enterneció, disculpó el sufrimiento y dolor que su hijo le había causado, y sobre todo, derrumbó sus últimas defensas.

- Hazlo, pero despacio y con cuidado, ¿quieres?

Su hijo que no se hizo esperar se pegó a ella y apuntó al agujero de su culo pero cuando la cabeza estaba empezando a entrar Isabel se separó y detuvo a su hijo.

- ¡Espera! Échate aceite que supongo que me dolerá menos.

Isabel no lo vio, pero su hijo sonrió, se cubrió la verga con abundante aceite bronceador, el bote estaba ya casi vacío, y se pegó a ella nuevamente. Ella flexionó una pierna para facilitar la penetración mientras que él fue quien le separo los cachetes esta vez. Movía su cadera intentando metérsela, pero al tener las manos ocupadas, su otro brazo reposaba bajo el cuello de su madre, no lo conseguía. Así, fue la misma Isabel la que se empaló en el garrote de su hijo, se colocó la punta en la puerta de su culo y reculó hacia atrás poco a poco, mientras que Francis embestía despacio.

- Uuffff. Mmmmm. Aaaaauu. Uuuuff. – se quejaba débilmente Isabel, que mantenía su mano en la polla de su hijo, para sentir cuanta verga la iba perforando. – ¡Espera!!Espera!¡Para!

- ¿Estás bien? – dijo habiéndose parado. – Dime cuando sigo.

- Espera. Aauuu. Ufff. Joder, ¿por qué hago esto? Sigue. ¡Despacio! – aulló pues Francis había introducido buena cantidad de rabo de una sola vez. – Aaaarrgghh. Aauuu.

- Ya está. Ya te la metí toda. Qué gusto, mamá. ¿Lo sientes?¿Lo estás disfrutando?

- Joder, si la siento. Uffff, me duele Francis. Me sigue doliendo. Aaauuu.

- ¿Quieres que la saque?

- Termina. Por lo que más quieras termina pero ve despacio. – dijo Isabel.

Quería terminar, sacarse aquel pedazo de carne que la dañaba y sentirse libre, pero las palabras de amor de su hijo la hicieron aguantar. Una vez le dijo que haría todo por su hijo y seguiría cumpliendo su palabra.

Francis soltó su culo y acarició la espalda de su madre cuando empezó a moverse de forma lenta pero continuada dentro de su ano. Como su madre seguía quejándose aunque en mucha menor medida que en los polvos anteriores agarró sus pechos para darle placer. Isabel cuando sintió como la mano de su hijo iba acariciando y estrujándolos de uno a otro, se puso a masturbarse.

- ¿Te sigue doliendo? – preguntó Francis pues a pesar de las caricias su madre no dejaba de resoplar y gemir, pero de dolor más que de placer.

- Nnoo te preocupes. Aaauu. Mmm. Ufff. Disfruta de tu madre que también te quiere. Uufff. Un poco más despacio. Así. Auu. Así.

Con esa forma y ese ritmo de mete-saca, sumado a las caricias y besos que su hijo le estaba prodigando, Isabel se sintió muy querida a pesar de no estar gozando sexualmente.

- Prueba un poco más rápido, cielo. – Se separó las nalgas con su mano dejando se masturbarse. – Pero ve con cuidado.

Con estas palabras Francis vio vía libre e incremento el ritmo, fue muy paulatino pero en poco tiempo tuvo que abandonar las tetas de su madre para agarrarla de las carnes de su culo y poder dar envites de mayor fuerza.

- ¡Aaaauu!¡Aaaarrrgghh!¡Espera!¡Para!¡Aaaarrrgghh!¡Aaauu!¡No tan rápido, no taaaaahh. ¡Uff!¡Aaarrrggghh!¡Francis!¡Para!¡Aaaarrgghh!¡Aaaarrrgghhh! – pedía a su hijo que se había desbocado de nuevo y la taladraba con fuerza.

- Me corro, mamá, me corro, me corro yaaaaaaaa.

Con dolor soportó Isabel la nueva corrida de su hijo dentro de su culo. El ardor de su recto había vuelto a despertar y la hacía quejarse entre dientes.

Francis se abrazó a su madre pidiéndole disculpas por haberle hecho daño.

- No pasa nada. – dijo Isabel.

Ambos se quedaron un buen rato el uno junto al otro, hasta el punto que Francis no sacó su verga si no que fue perdiendo rigidez hasta que se la sacó estando flácida. Entonces Isabel pidió a su hijo que la ayudara a levantarse pues quería ducharse antes de irse a dormir.

Dolorida se puso en pie y ayudado de su hijo llegó hasta el baño lentamente mientras su culo seguía escupiendo semen. Allí ambos se lavaron bien e Isabel pudo ver mitigado su dolor. Finalmente, Isabel volvió a su dormitorio y se acostó boca abajo para no presionar su culo. Estaba dolorida y eso que se había masturbado, con ello había amortiguado o engañado parte del dolor pero no todo. Se dijo que habría podido disfrutar plenamente del último polvo anal de su hijo si previamente no hubiera sido penetrada de forma tan intensa por él y su sobrino. De todos modos, seguía sin gustarle eso de sentir su culo lleno e invadido.

NOTA DEL AUTOR: Aunque inicialmente esta saga estaba concluida he decido continuarla por petición popular. He tardado en hacerlo porque quería continuarla de buena manera y espero haberlo conseguido para que los lectores podáis seguir disfrutando con las aventuras de esta madre. De paso, agradecer los comentarios y críticas a la saga y a aquellos que han valorado mis relatos.