Madre hambrienta y complaciente (3)

La llegada de sus sobrinos hace que la situación se desmadre y escape a su control.

MADRE HAMBRIENTA Y COMPLACIENTE – 1,2,3… ¡Desmadre!

NOTA DEL AUTOR: Relato puramente ficticio cuya misión es entretener y excitar al lector que gusta de esta clase de relatos. Sin más preámbulos, ¡pasen y lean!

No hubo insistencia suficiente por parte de Francis que hiciera que su madre se acostara con él mientras ella estuvo con la menstruación, y eso que habiendo terminado el curso disponía de mucho tiempo. Por supuesto él pensaba volver a encular a su madre o recibir alguna mamada, pero su madre se negó en redondo explicándole que muchas mujeres durante la menstruación estaban muy incómodas y sentían el cuerpo cansado y dolorido. Y por supuesto era ella una de ellas. No obstante, eso no evitó que éste aprovechara cualquier ocasión para tocarle el culo, restregarse contra ella, espiarla y masturbarse sin temor a ser descubierto. No con mucho éxito, su madre trataba de hacer que se relajara pero Francis tenía las hormonas a cien por hora.

Por su parte, Isabel había empezado a tomar la píldora, así tanto ella como su hijo podrían estar tranquilos si alguna vez no disponían de condones.

Contando los días para que su madre estuviese disponible nuevamente, Francis no recordó que su primo llegaría en los últimos días de Julio a pasar el verano. Ni siquiera lo recordó Isabel hasta que su hermana llamó a casa por la mañana diciendo que irían después de comer.

David, su sobrino y primo de Francis, era de la misma edad que él, de hecho unos tres meses mayor. Era hijo de su hermana y vivía a hora y media en coche de ello, en un pueblo del interior, pero vendría a vivir con ellos durante los meses de Julio y Agosto, ya que Isabel les había conseguido un trabajo a su hijo y su sobrino en el buffet del hotel donde trabajaba. Su hermana y ella consideraban que ya era hora de que supieran lo que era la responsabilidad del trabajo.

Ante la inminente llegada de David, madre e hijo bajaron desde la pequeña buhardilla de la terraza y con esfuerzos titánicos un colchón que guardaban para los invitados. Lo llevaron al dormitorio de Francis y preparó las sábanas. También le hizo un hueco en el armario del dormitorio y se dispuso a aleccionar a su hijo para la nueva situación.

- Francis, lo de las últimas semanas es como si no hubiese pasado. Así que ni una palabra y ni un gesto. – Isabel advertía seriamente. – Mientras tú primo esté aquí no va a pasar nada, ni tú vas a hacer nada raro, ¿entiendes? No vamos a dar el espectáculo delante de tu primo.

- ¡Pero si no se va hasta septiembre! – se quejó.

- Francis, no seas crío. Has estado dieciséis años sin saber lo que es el sexo, podrás aguantar dos meses.

- Me cago en la puta.

- ¡Esas palabrotas! – riñó Isabel. – Mira, te prometo que siempre que haya una oportunidad te daré una sorpresa. No creas que yo no quiero, pero lo que hemos hecho no está bien visto por la sociedad, así que ambos hemos de contenernos. Además, puedes que tengas un ligue de verano.

- Joder, vaya tostón. – miró a su madre. – Me fió de ti, mamá. Me portaré bien, pero seguro que me va a costar. – dijo haciéndose un poco la víctima.

- No te creas, entre el trabajo y los ratos que pasarás con tu primo y tus amigos, al final ni te acordarás.

- Bueno, ya veremos.

Dejó instrucciones a su hijo pues ella volvía a tener el turno de tarde y no podría recibirlo. Y como estaba previsto, David llegó a la casa de sus familiares.

Él y Francis se llevaban muy bien, al ser de la misma edad, y de pequeños vivían más en la misma ciudad y se veían más. Era algo más grandón y gordito que Francis pero conservaba rasgos de la familia de su madre.

Apenas la madre de David se hubo marchado, los dos adolescentes ya estaban de cachondeo como buenos colegas. Dejaron el equipaje en el cuarto que sería de ambos ese par de meses y salieron a dar una vuelta por ahí.

En la noche con la llegada de Isabel a casa, ambos seguían despiertos, pero no fue hasta la mañana siguiente que se sentaron a hablar los tres juntos. Tras las típicas preguntas sobre los estudios, la familia y demás, se dedicó a explicarles a los dos las tareas que realizarían en el trabajo. Entrarían a las 10:00 y saldrían a las 17:00 y ayudarían en el buffet a servir y retirar platos. Con este horario no tenían que madrugar mucho y dispondrían de toda la tarde libre, además de un día de descanso rotativo.

Durante la primera semana Isabel se sorprendió con el comportamiento de su hijo, pues quitando algún toqueteo de culo no había hecho nada extraño, aunque notaba sus ganas en algunas miradas a sus escotes o a su entrepierna. Ella también tenía ganas de retornar a esas noches locas, pero como su hijo apenas pasaba tiempo en casa con la llegada de su primo, se conformaba con masturbarse cuando su deseo era insostenible. Lo que no sabía es que exactamente once días tras la llegada de su sobrino, su hijo se fue de la lengua.

Estaban Francis y David en la playa tras el día de trabajo mirando y babeando a las mujeres y chicas que había en la playa, haciendo comentarios sobre sus culos, sus tetas, sus piernas, preguntándose como de putas serían en la cama cuando David le contó orgulloso a su primo como una chica del pueblo le había hecho varias mamadas.

- Si me prometes guardar el secreto, te cuento una cosa que no te vas a creer. – dijo Francis de pronto.

- Ya está prometido y ya estás tardando en hablar.

- Pero no puedes decir nada o se me cae el pelo. – insistió.

- Qué sí, cojones. Qué no digo nada. Habla. – ordenó intrigado mientras se aseguraba de que no había nadie cercad e ellos que pudiera oírlos. – Venga, dime.

- Yo ya he follado varias veces. – dijo tras un silencio.

- No jodas, ¿con quién? Ya está, Carolina, tu compi de clase, ¿no?

- No, con mi madre. – dijo muy serio.

- Jajajajajajjajaja. –rió David. – Qué fantasma eres, primo. Ostias que bueno. Jajajajaja. Ay que me parto de risa. Jejejeje.

- Qué es verdad, tonto.

La cara de poker que David vio en su primo le hizo detener su carcajada paulatinamente. Pero, ¿cómo iba a ser eso cierto?¿quién en su juicio iba a follarse a su propia madre? En cambio la actitud que mantenía su primo le hacia pensar en la veracidad de su palabras.

- Pero…pero… ¿Cómo?¿Qué te has acostado con tu ma… con mi ti…? Estás de coña, ¿verdad? – dijo tratando de superar el shock.

- Te dije que no te lo ibas a creer. – dijo y comenzó a relatar como empezó todo, desde la partida de cartas, la paja en la playa, la primera noche con ella, el pacto… todo.

Mientras iba escuchando todo el relato e iba exigiendo detalles para tratar de imaginar y comprender todo lo sucedido. David visualizaba a su tía y de hecho llegó a la conclusión de que estaba buena. Bien es cierto que nunca se había fijado en ella desde el punto de vista sexual por ser familiar suyo, pero la consideraba la mujer de su familia más guapa y con mejor cuerpo. Así se lo hizo saber a su primo.

- La verdad es que la tita está bien buenorra. Tiene su morbazo, no me extraña que te la tiraras. – se calló un momento. – Qué suerte tienes, primo.

- El problema es que con tú llegada no lo voy a poder repetir hasta que termine el verano y te vuelvas al pueblo.

David ya ponía cara de que él no tenía la culpa pues no sabía nada, incluso se rió de él diciéndole que si se hubiera buscado una chica de su edad no le hubiera pasado eso.

- Claro, pero lo que pretendo es que nos follemos los dos a mi madre.

Estás palabras silenciaron a su primo y lo dejó pensando en lo que acababa de oír. Poder estar todo un verano follando con una mujer de buen culo y buenas tetas como lo era su tía, eso era algo más que interesante, era como si le hubiese tocado la lotería, pero del dicho al hecho había mucho trecho.

Durante un buen rato siguieron hablando de cómo podrían hacerlo, pues dudaban que la madura madre y tía consintiera abrir la relación a otro jovenzuelo.

En los días posteriores a esa charla, David vio a su tía con otros ojos, unos ojos más lascivos y hambrientos de sexo y Francis por supuesto, acompañó a su primo en el festín de miradas que se pegaban a costa de su madre. Varias películas porno vieron sobre tríos y orgias para ir memorizando posturas aunque no sabían cómo harían para montárselo con ella.

Isabel comprobó como los dos adolescentes andaban muy ligeros de ropa cuando estaban en casa, lo que ciertamente la ponían a tono, ver los cuerpo juveniles volvían a despertar su deseo sexual como ya hiciera su hijo. Incluso advirtió que ambos aprovechaban cualquier descuido suyo para verla ligera de ropa o en posturas descuidadas que daban mejor imagen de su culo o sus pechos.

Llegó a pensar que su hijo había hablado con su primo sobre lo que había sucedido entre ellos, pero desechó la idea. Creía que si así hubiese sido, y dada la impetuosidad de su hijo, ambos se habrían abalanzado sobre ella días atrás.

La idea comenzó a no disgustarle, incluso soñó que se acostaba con dos hombres a los que no pudo poner rostro. Pero todas estás ideas fueron apartadas de su mente cuando su hermana volvió a llamar a casa.

Al parecer su sobrino Pedro, el hermano de David, estaba enfadado y aburrido, pues sus amigos estaban de vacaciones y él se había quedado sólo en el pueblo. Entonces quería saber si podía ir a su casa a pasar unos días con su hermano y su primo Francis. A pesar de lo precipitado, Isabel no puso pega alguna. Pidió librar en el trabajo los cinco días que su sobrino pequeño, tenía trece años, estaría en casa. Así podría estar con él y llevarlo a la playa mientras su hijo y sobrino mayor estuviesen trabajando.

Esta noticia cayó como un jarro de agua fría a los calenturientos primos que maldijeron al pequeño Pedro. Si ambos tenían pocas posibilidades de consumar su nuevo sueño, con él en casa era ya imposible.

Por su parte, Isabel tenía un problema, no había más camas en su casa, a pesar de ser un dúplex, este no era muy grande y sólo tenía dos habitaciones aunque amplias, la suya y la de su hijo. Aunque bien podría dormir en la misma cama que su hermano o con su primo.

- Ni de coña. – respondieron ambos ante esta idea.

Finalmente decidió que dormiría en su cama, pues al fin y al cabo Pedro era un niño y sólo serían cinco días, en los cuales no iba hacerlo dormir en el sofá.

Pedro llegó y fue recibido cálidamente por su tía aunque no tanto por su hermano y su primo. El niño, ya daba muestras de desarrollo, pues se le veía algo larguirucho y algunos pelos morenos se dejaban ver en su bigote. Cuando se enteró de que dormiría con su tía, casi se desmaya pues desde pequeño admiraba a su tía.

Ya ese primer día, Isabel y Pedro fueron a la playa. Pedro fuera de sí, no dejaba de mirar a todas las chicas de los alrededores aunque con disimulo, pero gran parte de las miradas iban hacía su tita. Ella siempre le había comprado los juguetes más chulos de su niñez y le consolaba cuando su hermano y su primo se reían a su costa. Y ahora con trece años y viéndola en bikini descubrió que su tía estaba buenísima.

- Tita, vamos a jugar con las raquetas, anda. – dijo sonriente.

- Claro, vamos a la orilla.

Empezaron a jugar y aunque les costó coger el ritmo, pues siempre se les caía la pelota, consiguieron mantear peloteos más largos. En estos peloteos Pedro veía como botaban las tetas de su tía de un lado a otro exhibiendo un gran espectáculo para él y para varios jóvenes y padres que estaban en las cercanías. Pedro terminó jugando bastante empalmado.

De vuelta a casa encontraron a los adolescentes jugando con el ordenador Y Francis advirtió a su madre que el aire acondicionado de los dormitorios no funcionaba.

- ¿Has llamado al servicio técnico?

- Sí, pero dicen que ahora están muy ocupados montando aires acondicionados, como muy pronto en tres días se pasa a arreglarlo, pero no promete nada. Llamaría para confirmar.

- Pues vaya gracia. – protestó Isabel. - Ahora que vienen los días calurosos se estropea. Bueno, voy a hacer unas croquetas para la cena.

Pedro se duchó rápidamente y se unió a los adolescentes para jugar con el ordenador, aunque estos le ignoraban por hacerle rabiar un poco.

- ¿Qué tal en la playa, canijo? – le preguntó su hermano.

- No veas qué tías. Estaban todas buenísimas. – contestó ilusionado. – Y las guiris también. Qué suerte tienes, Francis.

- Claro, es lo bueno de vivir en la costa, no como tú, catetillo.

- Ya ves. Y la tita, cómo le botaban las tetas. – dijo sin maldad alguna.

Instantáneamente Francis y Pedro dejaron de jugar. Francis pausó el videojuego y ambos se volvieron hacía el pequeñajo. Eso de que le botaban las tetas a su madre/tía era una información suculenta.

- ¿Por qué dices eso? – preguntó Francis.

- Nada, perdón. – se calló tapándose la boca como si hubiese dicho algo malo.

- Habla, Pedro. Que no pasa nada. – le tranquilizó su hermano.

- Es que estuvimos jugando con las paletas y de moverse de un lado a otro las tetas le estuvieron botando casi todo el rato, como en los Vigilantes de la playa cuando corren, pues igual.

- ¿Te gusta la tita o qué? – preguntó David.

- Es guapa y está buena. – dijo. – A mí se me puso tiesa en la playa al verla. – se sinceró.

- Pues aprovecha, tonto. Qué tu vas a dormir con ella estos días. – animó Francis.

Ambos jóvenes pensaron que si finalmente no podían follarse a su madre/tía, podían reírse de Pedro y con mucha suerte la cosa podía desembocar en buen lugar.

Esa noche no hizo calor y mientras Francis y David veían una peli porno antes de acostarse, Isabel fue a su cama donde ya estaba Pedro. Cada uno en un lado de la ancha cama de matrimonio se dispuso a dormir. Isabel lo hizo muy rápido, pero Pedro estaba excitado. Era la primera vez que dormía con una mujer y está era su tía, cuyos pechos había visto bambolearse esa misma tarde. No pudo evitar empalmarse y aunque en principio se acostó dándole la espalda, se giró de cara a ella.

Dormía de espaldas a él, vestida con un moteado pijama corto. Recordando las palabras de su primo, reunió valor y le tocó la espalda muy suavemente. Como no se despertó le toco el culo y lo siguió haciendo hasta que su tía se movió, por lo que retiró la mano rápidamente. Asustado, no se atrevió a más y se durmió con sueños calientes en los que follaba con su tía.

A la mañana siguiente, cuando Pedro despertó estaba sólo en la cama. En el dormitorio de su primo tampoco había nadie así que bajó a la cocina. Allí los encontró a todos. Sus primos estaban sentados a la mesa desayunando y su tía de pie preparando un sándwich. Lo primero en lo que se fijó fue en el culo de su tía, el pantaloncito se pegaba a su culo dándole una forma muy apetecible.

- ¿Te mola el culo de mi madre? –le susurró Francis que se había dado cuenta de cómo lo miraba.

Pedro asintió. Isabel que oyó algo se giró y vio a Pedro, entonces lo animó a sentarse mientras le servía el desayuno.

Los adolescentes se fueron a trabajar y tras hacer unas compras, Isabel llevaría a Pedro a la playa nuevamente.

En la playa, Pedro disfrutó nuevamente de las vistas que le ofrecían su tía y las demás mujeres que allí estaban. Esta vez habían llevado una colchoneta hinchable de plástico y tras volver a jugar un rato con las paletas de playa, para alegría de Pedro, Isabel cogió la colchoneta y se metió en el mar, pues estaba acalorada del ejercicio.

Pedro guardó las raquetas y rápidamente se lanzó al agua para ir tras su tía. Ésta se había alejado a zonas donde no se hacía pie, por lo que cuando vio que su sobrino venía nadando hacia ella se detuvo y fue a su encuentro.

- Te pillé. – dijo él agarrándose a la colchoneta.

- ¿Haces pie, Pedro?

- Un poco. – dijo con el agua al cuello.

- Súbete, que cómo eres delgadito, lo mismo cabemos los dos. – le invitó Isabel.

Isabel comenzó a hacer un sitio en la inestable colchoneta pero para su asombro Pedro no se subió por ese lado, si no que, desde la parte de atrás se subió sobre ella que estaba boca abajo.

Pedro tras escanear el culo de su tía mientras subía, se tumbó sobre ella reposando la cabeza sobre su espalda y su verga peligrosamente en la parte baja de su culo.

Se hizo un inquieto silencio que Isabel no se atrevió a responder. En cambio, Pedro si lo hizo.

- ¿Peso mucho, tita?

- No, tranquilo. – respondió nerviosa.

Sobre aquella piel suave y húmeda, Pedro, en plena revolución hormonal, no pudo contener una creciente erección que dada su posición sobre su tía, hizo que una vez tiesa su polla, esta quedara encajada casi con perfección entre las nalgas de su tía. Su corazón se había lanzado, mezcla de la excitación y de la posible regañina de Isabel.

Su tía notó claramente como la verga de su sobrino se abría hueco entre los cachetes de su culo producto de la excitación de estar en contacto con una mujer. Esto la inquietó y la excitó, sabía que lo mejor hubiera sido separarse con alguna excusa, pero no se le ocurrió ninguna. En cambió, confirmó lo que sospechó la noche anterior, que su sobrino, al que creía un niño aún, le había estado tocando el culo.

De improviso, Pedro acarició tímidamente su hombro y acto seguido dio un espasmo con su rabo, más bien pequeño. Ante su impasibilidad dio otro, incluso hizo un leve movimiento de penetrarla. Esto ya era demasiado para ella y antes de excitarse más quería ponerle fin.

- Pedro, cielo. Vamos a salir para que te ponga crema en la espalda que te vas a quemar. – consiguió decir.

- Vale.

Dando unas brazadas Isabel guió la colchoneta a la orilla. Salieron del agua y le untó crema solar como había dicho. Se fijó en la cara de su sobrino y era de puro gozo. No quiso alargar el momento, pues tenía muchas dudas y cosas en que pensar con estos nuevos hechos, así que terminó rápido.

Esa tarde los primos se fueron juntos a pasear y ver a otros amigos de Francis. Pero cuando estuvieron solos y tras varias preguntas cotillas de David y Francis, Pedro les dijo como le había tocado el culo y como se subió sobre ella en la playa.

Los adolescentes estaban entre cachondos y cabreados. Cachondos de imaginar la situación vivida por el "canijo" y cabreados por ser él y no ellos. Pero ambos siguieron el juego y lo animaron a seguir metiéndole mano por las noches cuando ella dormía.

A pesar de las dudas que tuvo, esa noche Isabel permitió a su sobrino dormir con ella nuevamente, lo hizo para aparentar normalidad a lo ocurrido en la playa. Pero Pedro, inquieto y salido como estaba, volvió a las andadas. En cuanto creyó que su tita estaba dormida volvió a tocarla pero esta vez directamente el culo.

Isabel, adormilada, sintió que las caricias eran cada vez más notorias y se preguntó como es que de repente llamaba la atención de todos los jóvenes. Cierto que tenían las hormonas inquietas, pero tanto su hijo como sus sobrinos la comían con la vista a pesar de ser su madre y su tía. Lo de Francis era comprensible dado lo vivido semanas atrás, pero lo de sus sobrinos era muy nuevo.

Mientras tanto, Pedro seguía tocándole el culo, por lo que volvió a moverse como si estuviese dormida. Se giró y se puso cara a él, pensando que así se detendría. Así fue por unos instantes, pero armándose de valor llevo una de sus manos a su muslo. Isabel no se lo creía, estaba muy envalentonado y no le gustó donde podía llegar, así que volvió a moverse retornando a la posición anterior. Pasaron minutos y no volvió a sentir roce alguno, algo más tranquila consiguió dormirse.

Al día siguiente, todos los primos se iban con unos amigos de Francis a pasar el día a una playa algo más lejana, pues era el día que Francis y David descansaban. Al disponer de la casa para ella sola, Isabel hizo algo de limpieza y reflexionó en lo que se había excitado con su joven sobrino. No sabía si podría resistir más noches así si Pedro iba a más cada noche, pues ella también comenzaba a notar la falta de sexo que su hijo le había proporcionado. No llegó a ninguna conclusión pero se hizo una fabulosa paja en el sofá.

Cuando los chicos regresaron estaba muy avanzada la tarde y lo peor es que el tiempo había cambiado. El aire se había vuelto muy cálido, haciendo que cada movimiento fuera un suplicio. No había casi nadie en la calle pues se estaba mejor en casa, con las ventanas cerradas y el aire acondicionado puesto. Por eso en cuanto llegaron los tres jovenzuelos se pelearon por ser los primeros en ducharse. Finalmente Francis y Pedro ocuparon los baños. David para pasar el rato se fue con su tía.

La encontró en el lavadero junto a la cocina, llevaba una amplia camiseta negra a modo de camisón y estaba agachada sacando ropa de la lavadora. Tenía todo el culo en pompa apuntándole directamente pero lo mejor era ver como al agacharse se le había subido la camiseta y le veía el culo casi desnudo pues debajo llevaba solamente un tanga blanco.

Isabel notó una presencia detrás de ella y se giró, vio a su sobrino David mirándole directamente el culo. Se incorporó rápidamente y se bajó la camiseta.

- Vaya calor, ¿eh?

- Ya ves, el aire está que arde y todo. A ver quién duerme esta noche con el aire acondicionado roto.

- Pues sí, esperemos que cambié el tiempo durante la noche. – dijo trivialmente, pues sabía que su sobrino la estaba desnudando con la mirada.

- ¡Baño libre, David! –gritó Francis desde el piso de arriba.

David subió a bañarse y en el camino le contó a Francis como había visto a Isabel en el lavadero. Esto hizo que Francis bajara a la cocina y con la escusa de beber agua, vio a su madre en pompa mientras recogía la ropa.

Empalmado en el acto se acercó a su madre y le dio un empellón en el culo cogiéndola por sorpresa.

- Mamá, tengo ganas de follarte. Aprovechemos ahora.

- ¿Pero que dices, Francis? – se incorporó. – Tus primos nos podrían oír.

- Pero se están duchando. Ni se van a enterar. – dijo mientras le acariciaba el muslo.

- Estate quieto, Francis. No la vayamos a liar ahora, ¿quieres? – se negó y apartó su mano. – No me hagas esto, anda.

En ese momento irrumpió el pequeño Pedro diciendo que iba a acostar, que estaba cansado y tenía sueño. Se dieron las buenas noches y madre e hijo volvieron a quedar solos.

- Anda, haz la cena mientras yo tiendo la ropa. – pidió su madre.

Cenaron los tres juntos, Isabel, Francis y David mientras veían una película. Pero hacía tanto calor que no estaban muy a gusto. A Isabel la camiseta se le pegaba del sudor haciendo que sus pechos sobresalieran y los adolescentes, duchados apenas unas horas estaban acalorados.

Terminada la película todos se fueron a dormir o al menos a tratar de dormir.

Una media hora llevaría Isabel acostada cuando se despertó sudando y acalorada, no tener aire acondicionado era un inconveniente, pero no poder desnudarse como le hubiera gustado, era peor. En una noche como esa, hubiera dormido desnuda, pero teniendo a su sobrino a su lado no se lo podía permitir. Lo que si hizo fue quitarse el sujetador pues le estaba dando mucho calor. Intentó entonces dormir ataviada sólo con la camiseta ancha y el tanga.

Apenas había conseguido coger el sueño cuando algo la despertó. Era nuevamente su sobrino que le acariciaba las nalgas, pero el muy pillo le había subido la camiseta o tal vez se le subió mientras se movía buscando la postura para dormirse. La cuestión es que Pedro, su niño, le estaba tocando el culo desnudo y no sólo eso, pues notó su respiración agitada muy cerca de su nuca. Debían de estar separados por escasos centímetros. Aquella mano pequeña y delgada comenzó a acariciar no sólo su culo si no su vagina por encima de su diminuto tanga y a pesar del primer sofoco notó como se humedecía. Tenía que parar a su sobrino.

- Pedro, duérmete. – dijo a la vez que detuvo la mano de él con la suya.

- Pero tita, no puedo dormir y me gustas mucho.

Isabel no podía creer lo que había oído. Así que volvió decirle que se durmiera pero el joven Pedro siguió acariciando la vagina de su tía con la otra mano.

- Por favor, Pedro. No hagas eso y duérmete. – dijo calentándose y excitándose. – No hagas… No.

- Tita, déjame hacer el amor contigo. – dijo parando sus caricias pero pegándose completamente a su tía y abrazándose a ella.

Eso no podía permitirlo, pensaba Isabel, pues una cosa era lo ocurrido con su hijo de dieciséis años, que ya era casi un adulto. Pero Pedro era un niño aún, eso si que era pederastia. No podía hacerle eso a su sobrino, aunque curiosamente era él quien se lo estaba pidiendo. Pues pegando a su espalda se abrazaba a sus caderas como bien podía y hacía movimientos de mete-saca con su picha.

- Vamos, tita. Déjame. – seguía insistiendo.

- ¡No me pidas eso Pedro! – alzó la voz a la vez que conseguía separarlo de ella. – Eso no está bien, Pedro. Yo no puedo hacer eso. – dijo luchando consigo misma pues tenía ciertas ganas.

- Pero yo quiero mucho, me gustaría hacerlo contigo por primera vez. ¿Tú no me quieres?

Se volvió cara a él y lo vio tumbado, tenía solo los calzoncillos puestos y bajo ellos se intuía su verga en erección, lo que le despertó el hambre de polla juvenil.

- Claro que te quiero, Pedro. Pero no está bien lo que me pides.

Metió una mano bajo los calzoncillos de su sobrino y agarró el cipote ante el asombro de éste. Era más pequeño que el de su hijo, pero era normal, pues era tres años más pequeño y ya se terminaría de desarrollar. Con el pequeño rabo en sus manos comenzó a masturbarlo.

- Te voy a pajear hasta que te corras y ya está, ¿eh? Pero no me pidas nada más.

- Síííí. – jadeaba Pedro.

Para mayor comodidad, Isabel le bajo los calzoncillos hasta las rodillas y lo pajeaba velozmente para terminar pronto. Entonces la luz de su dormitorio se encendió.

La noche era muy calurosa y Francis se despertó a beber agua. Para no tener que bajar más veces se subió una botella pero cuando iba entrar a su cuarto escucho hablar a su madre en voz alta. Se detuvo en el umbral del dormitorio de su madre a escuchar y tratar de ver algo.

Al parecer Pedro con esos tocamientos de los que les había hablado había despertado a su madre y está le había regañado. Espero un poco más y quedó perplejo con lo que vio en la oscuridad. Su madre metía su mano en la entrepierna de su primo. Esta era la oportunidad que llevaba esperando todas esas semanas, así que despertó con rapidez a su primo, que tampoco estaba durmiendo bien, y lo arrastró al cuarto de su madre. Cuando estaban los dos en el umbral vieron como Isabel bajaba los calzoncillos de Pedro para pajearlo con comodidad. David quedó impactado ante lo que vio y más aún cuando su primo encendió la luz.

En cuanto se hizo la luz Isabel miró a la puerta del cuarto y allí vio a su hijo y a su sobrino, ambos en calzoncillos y empalmados mirando como le hacía un pajote al pequeño de Pedro. Éste se subió los calzoncillos con rapidez temeroso de una represalia de su hermano y su primo.

Isabel no sabía como reaccionar. Finalmente su calentura la había traicionado y ahora estaba al descubierto. Trataba de ordenar sus ideas para salir de la situación tan incómoda que se había metido. Pero no hizo falta pues su hijo actuó más rápido. Se acercó a ella y se sentó en la cama para comenzar a acariciarla acto seguido. David lo imitó poco después y tan sólo Pedro estaba a un lado de la cama, tratando de averiguar que estaba pasando.

Ya no había nada que hacer, no quería seguir luchando contra ella misma, luego compraría silencios, amenazaría o haría lo que fuese necesario para mantener callados a aquellos jóvenes, pero esa noche al menos iba a rendirse a los deseos de ellos y suyos.

Francis y David llevaron sus caricias hasta el coño y las tetas de Isabel y cuando les molestó la camiseta se deshicieron de ella. Antes los tres adolescentes quedaron un par de estupendos melones de piel blanca. Pedro estaba flipando ante aquellos melones y se acercó también a meterle mano a su tía. Pero como estaban estorbándose unos a otros, Isabel puso algo de orden.

Dejó que sus sobrinos se amamantaran con sus tetas mientras que su hijo la terminó de desnudar y se preparó para lamerle el cocho peludo. Ella acariciaba sus cuerpos como podía pero siempre tratando de buscar sus vergas.

- Ay tita, qué tetas. – dijo David.

- Sí, qué tetones. – añadió Pedro.

- Aaaaahhhh. Ahhhhh. Aaaahhh. Mmmmm. – gemía ella cuando su hijo la penetró con su lengua.

Francis dejó de comer coño y se puso a buscar la caja de condones que guardaba su madre. Su lugar en la vagina lo ocupó David.

Cuando la halló y vio que sólo quedaba uno, se asustó pues pensó que su madre no accedería a follar con ellos sin los preservativos.

- Mamá, sólo queda uno.

- No importa, estoy tomando la píldora. – dijo. – Ven, vamos.

Llevaban apenas cinco minutos y estaban empapados en sudor pero eso no le importó a Francis, que hizo a un lado a su primo y se arrodilló entre las piernas de su madre. Pedro paró de comer teta para ver como su primo penetraba a su tía. Francis consiguió poner su polla en el coño de su madre sin su ayuda y empezó a embestir.

- ¡Aaaahhhh!¡Aaaaahhh!¡Aaaahhh!¡Aaaahhh!¡Aaaaahhh!¡Aaaaahh!¡Aaaahhh! – gemía Isabel producto de los intensos envites de su hijo.

- Fóllatela, Francis. - Animaba David.

Se estaba follando a su hijo frente a sus sobrinos, se lo estaba follando a pelo. Notaba como su verga entraba y salía sin descanso en su coño, estaba cerca del orgasmo pero su hijo se le adelantó. Sus ráfagas de leche caliente salían proyectadas a su interior con cada penetración hasta que la verga que le acababa de vomitar semen se quedó quieta en su interior.

Francis se hizo a un lado dejando que su primo David ocupara su lugar. Colocó las piernas de su tía sobre sus hombros y ayudado por su tía le introdujo su cipote en el coño.

- Qué buenas estás, tita. – dijo en cuento empezó a bombear. – Qué ganas de follarte.

- ¿Sííí? Pues fóllame que estoy aaaalhh… aaahh… borde del orgasmo.

David notó la vagina de su tía muy húmeda, principalmente porque estaba llena con la corrida de su primo pero no le importó. Por la postura en la que tenía a su tía la penetraba fuerte y profundamente. Eufórico como estaba por perder la virginidad con una mujer buenorra embestía con dureza. Aunque su tía también movía la cintura buscando su verga.

- ¡Aaaahhh!¡Aaaahh!¡Aaahh!¡Aaahh!¡Aaaaahh!¡Sí!¡Aaaah!¡Aaaahhh!¡Sí!¡Sí! – jadeaba y gemía por los mete-saca de David hasta que se corrió.

David sintió presión en su polla y un arañazo en la espalda. Su tía se estaba corriendo con su bombeo pero como él seguía estando como un toro, así que no se detuvo ni disminuyó el ímpetu de sus pollazos.

Isabel, ante el fracaso de quitarse a su sobrino de encima para descansar y reponerse un instante del orgasmo, tuvo que limitarse a seguir gimiendo como una cerda.

- ¡Aaaahh!¡Aaaahhh!¡Mmmmm!¡Aaaahhh!¡Aaahh!¡Aaahhhh!¡Sí!¡Aaahhh!

Entonces, volvió a sentir los lechazos en su cueva. Su sobrino había acabado dentro de ella imitando a su hijo y lo había gozado, el pillo le había arrancado el orgasmo que casi le arranca su hijo.

Cuando el rabo abandonó su chocho sintió resbalar parte de las descargas de semen que la habían llenado hasta entonces.

Como Pedro no se animaba a imitar a los mayores, Isabel tuvo unos momentos de descanso hasta que su gula fálica la hizo buscar su joven polla con la que alimentarse. Se incorporó y miró a su sobrino que la miraba excitado.

- Pedro, ¿no decías que tenías ganas de follarme? ¿A qué esperas? – preguntó acercándose a él que estaba arrinconado en un lado de la cama.

Él sólo asentía.

- Está bien. Túmbate y déjame a mí, ¿vale?

Fue a subirse sobre su pequeña picha cuando su coño expulsaba esperma que le chorreaba por la cara interna del muslo. Se detuvo y se metió un par de dedos ante la mirada de sus amantes adolescentes. Salió algo más de semen y luego se limpió con la misma sábana. Entonces fue cuando se subió sobre su pequeño sobrino y se introdujo su verga lentamente. Comenzó un sube y baja suave.

- ¿Te gusta? ¿Es lo que querías, cielo? – preguntó lasciva llevando las manos de su sobrino a sus pechos que empezaban a botar según incrementaba la velocidad.

- Sííí, tita. Me gusta, sííí. Me gus… aaahhh, sí.

Isabel pensó que definitivamente debía de estar enferma, acostarse con su hijo y con sus sobrinos, con Pedro que aún era un niño. ¿Lo estaría violando? No le importó, a esas alturas sólo le importaba tener una polla a mano que saciara su hambre.

Pedro estuvo pellizcándole los pezones un buen rato haciendo que su tía gimiera alguna vez de dolor en lugar de placer. Llevó las manos al culo que golpeaba sus muslos con cada sube y baja pues prefería ver las tetas botar en libertad. También ganó más confianza y empezó a embestir a su tía aunque ésta siguiera con su trote.

Como el cipote de Pedro era más pequeño que el de su primo y su hermano, Isabel tuvo que empezar a masturbarse el clítoris mientras cabalgaba a su sobrinito para alcanzar más placer. Al conocer bien su cuerpo no tardó en correrse y las paredes de su vagina se contrajeron en espasmos provocando el orgasmo de Pedro.

- Sí, tita. ¡Aaahh!¡Aaahhh! – gimió cuando su esperma fue escupido dentro de su adorable tía.

- Lo has hecho muy bien, Pedro. – le felicitó Isabel.

Y así era, pues todos, hasta el propio Pedro creyeron que iba a correrse mucho antes. Su hermano le guiñó un ojo a modo de aprobación.

Isabel se tumbó boca arriba en la cama, dejando a un lado a Pedro, mientras que Los dos mayores estaban sentados al borde y al pie de la cama. Contrajo varias veces los músculos de su vagina y David y Francis vieron como el semen de Pedro, y algunos restos de los suyos propios, abandonaban la cálida gruta maternal.

Cuando Francis comenzaba a colocarse nuevamente sobre su madre está le pidió paciencia.

- Espera. Necesito descansar y beber algo. Estoy sedienta con este calor.

Todos estaban sedientos y sudorosos. El aire caliente, el calor que despedía la lámpara encendida, los cuatro cuerpos moviéndose activamente y el olor a sexo que impregnaba la habitación alimentaban un ambiente muy sofocante. Francis fue entonces a su cuarto a por la botella que había subido de la cocina. Todos se refrescaron y descansaron un poco, excepto sus pollas, pues las tres estaban tiesas y pidiendo más faena, sobre todo las de David y Francis que llevaban más tiempo descansando.

Francis, dispuesto a recuperar el tiempo perdido, volvió a tomar la iniciativa. Se arrodilló junto a su madre y mientras le masajeaba una de sus gordas tetas le acercó su polla a la boca.

- Chúpamela. –ordenó más que pidió.

Acostándose de lado, obedeció a su hijo sin rechistar. Su lengua jugueteaba con el glande descubierto cuando unas manos separaron y alzaron una de sus piernas. Sin dejar de chupar vio como David, de rodillas, se preparaba para empitonarle el chocho nuevamente.

Aunque la postura era algo incómoda para la penetración, se las apañaron para gozar entre todos. Pues mientras que Francis disfrutaba de la mamada y estrujándole un pecho y David follaba con suavidad su coño, Pedro tomó una de sus manos para que le pajeara mientras él estrujaba la teta que le quedaba libre.

A veces le costaba mantener el ritmo de la mamada y la paja pues se dejaba llevar por las penetraciones de David, pero tanto Pedro como Francis no tardaban en recordarle aquella placentera labor.

Francis iba a correrse, pues la excitación que le producía la lengua de su madre y la visión de verla a merced de tres jovenzuelos que eran sus sobrinos y su hijo, pudieron con él, pero esta vez no dejaría el final su orgasmo en manos de su madre. Le sostuvo la cabeza con ambas manos y empezó a correrse en su boca mientras se convulsionaba de placer.

- Traga, cerda. Así. Trágatelo, mamá. – dijo cuando notó su resistencia.

Extasiada estaba con la orgía que Isabel no se esperó la eyaculación de su hijo. Apenas le había soltado la teta y agarrado la cabeza, las ráfagas de esperma llenaron su boca. En el acto dejó de pajear a Pedro y trató de sacarse la verga de su hijo de la boca, pero éste la sujetaba con fuerza de la cabeza impidiéndoselo. Pensaba escupir el semen cuando su hijo sacara la tranca, pero éste le estaba follando la boca suavemente aunque ya había terminado de eyacular. Sin desearlo, se tragó el semen de su hijo.

Cuando Francis sintió acabar los movimientos de succión de la boca de su madre la soltó y sacó su cipote, echándose a un lado para beber agua y descansar.

- ¡Joder, Francis! ¿Qué te había dicho? – se quejó Isabel indignada con su hijo pero esté no le contestó.

David que había dejado de embestir cuando vio que madre e hijo luchaban dio un fuerte empellón al que siguieron muchos más. Haciendo que Isabel parara de quejarse para seguir gimiendo.

- ¡Aaauuu!¡Aaaaahhh!¡Aaahhhh!¡Aaarrrghh!¡Aau!¡Aaaahhhh!¡Aaaaahhh!

David no sólo se había desvirgado con su tía, se había corrido por segunda vez en una noche dentro de ella.

Isabel vio como Francis y David salían de la habitación con sus falos flácidos para refrescarse un poco la cara y para mear. Eso volvió a darle un respiro a su chochete, el cual empezaba a estar algo dolorido de tanta fricción con aquellas pollas. Bebió agua otra vez.

- Tita. Quisiera que me la chuparas a mí también como al primo. – pidió Pedro cuando estuvo a solas con su tía, pues su polla seguía dura.

- Está bien. – accedió pues su sobrino parecía el más sumiso de los tres adolescentes. – Pero avísame cuando vayas a eyacular .

- Como tú digas.

Ella se quedó sentada en la cama mientras que a él lo hizo ponerse de pié a su lado. Como había hecho con su hijo, engulló, lamió y succionó esa polla a la vez que masajeaba sus pelotas colgantes. También acarició su joven culo y sus muslos, sacándose la verga de la boca sólo para tomar algo de aire o para lamerla por fuera con la lengua.

En el cuarto de baño estaban Francis echándose algo de agua en la cara y en su pelo corto, pues estaba acalorado, mientras que de pié a su lado, su primo hacía una corta meada.

- Qué pasote, primo. Estoy que me muero, pero hasta que no me muera no voy a parar de follarme a la tita.

- Joder, ya ves. Ha salido mejor de lo que hubiéramos pensando. - dijo. – Al final tendremos que agradecérselo al salido tu hermano.

- Sí, jejje. Vaya con el canijo . – rió.

Cuando terminó de mear, David imitó a su primo y se refrescó. Francis mientras rebuscaba en los cajones.

- ¿Qué buscas?

- Alguna crema. – dijo sin más sin dejar de buscar. – Como la última vez apenas estuve un par de minutos dándole por culo a mi madre, quiero volver a intentarlo.

- No creo que te deje y menos después de correrte en su boca sin permiso. – agregó a la vez que tomó un bote de aceite para bronceado solar que había en una estrecha estantería. - ¿Y este?

- Bueno, pues me ayudas a sujetarla si acaso, así podemos hacerle un sandwich. ¿A ver? Sí, creo que éste valdrá.

- Lo de hacer el sándwich me mola, pero yo también quiero probar follar por el culo.

En el dormitorio Pedro estaba a punto de correrse y como prometió avisó a su tía. Ésta dejó de chupársela para masturbarlo.

- Sigue chupando, tita. Por fa. – rogó Pedro.

Isabel, tras un breve momento de duda, lo hizo. También se tragaría el semen de su sobrino, total, ya se había tragado el de su hijo, se había dejado follar por aquellos tres diablos. Además, el pequeño al menos la había avisado como ella había pedido, así que le daría ese gusto.

Se volvió a meter el pequeño mástil en la boca y en cuanto lo hizo, el semen empezó a abarcar su boca mientras que Pedro se retorcía de gusto. Se saco la verga de la boca y entonces se tragó la amarga corrida. Volvió a beber agua para apagar su sed y para arrastrar cualquier resto de semen que quedara en su garganta. Se cruzó con David y Francis en la puerta del dormitorio pues ella también iba refrescarse.

Francis escondió envuelto entre las sábanas el bote de aceite en una esquina de la cama junto con el preservativo que quedaba en la caja. David le hizo una seña a su hermano para que callara pues éste no entendía que estaban tramando.

En el cuarto de baño, Isabel se miró al espejo donde se hiciera aquel scanner anatómico que evaluaba su edad. Tenía la cara y el cuerpo completamente empapado en sudor, el peló revuelto, los pechos algo enrojecidos, especialmente en torno a las aureolas y los pezones, y su entrepierna tenía manchas de semen y flujo vaginal eco. Tenía el aspecto de una auténtica puta, pues se había convertido en la puta de tres pequeños degenerados.

Analizando los pros y contras había merecido la pena, pero por esa noche era suficiente. Hacía demasiado calor y todos necesitaban dormir y descansar.

Cuando volvió a su dormitorio después de refrescarse y secarse el sudor con una toalla, vio a los tres muchachos sentados en la cama y hablando. Se sentó junto a ellos y habló.

- Bueno, chicos. Es hora de acostarse ya. Mañana hablaremos con calma de lo que ha pasado hoy.

- No tía. Sigamos un poco más. –dijo David masajeando sus muslos. – Francis y yo aún podemos seguir. Mira.

En efecto, ambos mostraban una erección entre sus piernas a pesar de haberse corrido ya en dos ocasiones. Eran los privilegios de la divina juventud. Pedro en cambio, a pesar de la energía que había mostrado para estar despierto y follarse a su tía, dijo que estaba cansado y tenía sueño.

- Veis, es mejor acostarse ya. Pedro tiene sueño. – dijo Isabel cuando su hijo también se decidió acariciarle la espalda.

- Pues que se acueste él si quiere o que mire. –dijo David. – Además tú apenas te has corrido un par de veces.

Eso era verdad. A pesar de las penetraciones que había recibido sólo se había corrido dos veces y una de ellas masturbándose ella misma.

Ante su pasividad Francis comenzó a lamer sus pezones suavemente mientras que David le masturbaba y metía la punta de un dedo en su coño.

- Ooohhh sí. Sí. Si es que podéis conmigo. – se dejaba hacer. – Follad… Ooohhh. Folladme. Síí.

Se habían ganado a su madre/tía melosamente y tras un rato lamiéndola por entero, la colocaron de rodillas a cuatro patas en la cama. Pedro se hizo a un lado de la cama para dejarles sitio a David y Francis. Francis se colocó detrás su madre y tras brochearle el coño con su mástil se lo metió en la cueva peludita. David le puso la polla a su tía a un palmo de la boca.

- Vamos, tía. Que ya sólo falta que me la comas a mí.

Y mientras era empalada desde atrás, Isabel engulló la verga que le quedaba por saborear. Tras ella su hijo la sometía a un buen ritmo de perforaciones, aumentando y disminuyendo la velocidad de las embestidas aleatoriamente. La verga de su sobrino, más gruesa que la de su hijo, era lamida con ganas a pesar del cansancio acumulado. Sus gemidos eran ahogados por la barra de carne que degustaba y el sudor volvía a recorrer su espalda.

En un momento su hijo se recostó un poco sobre ella que sin dejar de moverse suavemente acarició sus labios vaginales y su botón del placer mientras que su pulgar, húmedo, se movía en círculos en la entrada de su ano haciendo tímidas perforaciones.

Esta combinación que le aplicaba su hijo la hizo detener la mamada a su sobrino para poder retorcerse de placer. Tan sólo unos minutos más aguantó su cuerpo antes de correrse.

- Sigue, Francis que me voy. Oooooohh. ¡Sigueeee! Sí. ¡Sí!¡Sí!¡Asííí!¡Aaaaaaaaaaahhhhh!¡Sííííí! – se contrajo su cuerpo por el orgasmo.

Francis siguió con ese ritmo lento y magreando a su madre con sus hábiles e inquietas manos. Su pulgar avanzaba poco a poco en su culo y su primo reclama la boca de su tía cuando ésta hubo recuperado un poco el aliento. Francis volvió a erguirse para follar a su madre con velocidad. Sacó el bote de aceite de su escondite y sin dejar de follar se untó bien el pulgar, confiado lo introdujo de golpe en aquel pequeño agujero.

Isabel se sobresaltó y emitía un quejido ahogado por la polla de David.

- ¡Uuuuhhhmmmmm!

Trató de apartar esa mano invasora de su culo pero su hijo sacó el dedo anticipándose, pero a poco que se calmó lo volvió a introducir.

- Haz lo de antes, pero eso no, Francis. – dijo Isabel para volver a meterse el rabo de su sobrino hasta la campanilla.

Su hijo le hizo caso pero cuando menos se lo esperaba ella volvía a ser penetrada por su pulgar. Tras un rato en esta situación y sintiéndose terriblemente cansada deseo acelerar el orgasmo de los muchachos pues no podía estar toda la noche follando.

- Vamos chicos, correrse ya que no puedo más. – dijo entre jadeados con la cara y el cuerpo sudoroso.

Oyó a su hijo resoplar profundamente y abandonar su chocho poco después, pensó que estaba agotado de estar tanto tiempo bombeándole el coño. Lo que no sabía es que el resoplido era porque no aguantaba más y quería darle por el culo ya. Mientras ella se concentraba más tranquila en el cipote de David, no sabía que su niño se había enfundado el preservativo y lo había untado en abundante aceite.

David que no estaba disfrutando mucho la mamada, pues a su tía le costaba realizarla con su hijo dándole por detrás, vio prepararse a su primo para encular a su madre así que se preparó para sujetarla si fuese necesario.

En pie sobre la cama pero con las piernas algo flexionadas, Francis apuntó su polla al culo de su madre para acto seguido dejarse caer con fuerza sobre ella.

- ¡Aaaaaaaaarrrrrggggghhhhhh! – chilló Isabel mientras se sacaba el pene de David de la boca en el acto.

A pesar de no haber dilatado el ano lo suficiente, la verga de su hijo se abrió paso entre las paredes de su esfínter llegando a introducirle todo el glande de una sola vez. Las manos de su hijo se aferraron a sus caderas con fuerzas para evitar su fuga mientras que su sobrino le agarró de los hombros con fuerza empujándole hacía el colchón.

- Nooooo, Francis. Por ahí nooo que duele. – suplicó viéndose inmovilizada por los jóvenes pervertidos. - ¡Sácala!

Así lo hizo pero sólo para volver a meter su verga más profundamente que antes, repitiendo el proceso hasta que sus huevos hicieron tope y su cipote quedó completamente incrustado en su culo sin que sus desordenados manotazos a su hijo y sobrino consiguieran liberarla.

- ¡Aaaaaaaaaarrrrgggghhhhh!¡Noooooo!¡Hijo eso noooo!¡Aaaaarrrrggghhhhh!

Francis se quedó llenándole el culo un rato para que el ano de su madre se amoldara y para evitar correrse con prontitud debido a la presión que el culo de su madre ejercía sobre su tranca.

- Francis. – balbuceó Isabel. - Hijo, sácala. No hagas eso. Sácala, por favor.

- Mamá, tengo ganas de follarte el culo. – dijo mientras empezaba a bombear su ano.

- ¡Noooo!¡Hijo, me dueeeeleee!¡Aaaaaaauuuuu!¡Aaaaaarrrrgggghhhhhh!

Pero Francis no tuvo piedad y le estaba follando el culo a su madre. Sólo se detuvo para ponerse de rodillas y proseguir con lo suyo. Gracias al abundante aceite su cipote se movía sin más dificultad que los movimientos anales de su madre tratando de expulsar el miembro de su interior.

Pedro que había estado inactivo todo el tiempo se levantó a ver como su primo enculaba a su madre y éste lo hacía cada vez con mayor intensidad.

- ¡Aaaaarggghhh!¡Aaaarrrgggh!¡Nooo sigaaaaas!¡Paaaara!¡Aaaaaaarrggghh! – seguía quejándose Isabel a su hijo. – Me duele, Francis. ¡Paaara!¡Aaaarrrrgggh!

El rostro de Isabel era un ejemplo de dolor y resignación. El pelo se le pegaba a la frente por el sudor y su espalda brillaba sudorosa. A pesar de que David la había soltado para ver también como era taladrada por su hijo, ella ya no hacía gestos de resistencia. Los músculos de su cuerpo estaban tensos y sus manos se agarraban a las sábanas con fuerza mientras que el interior de su culo ardía de dolor con cada acometida que soportaba. Los ojos cerrados y los dientes apretados con fuerza para apagar sus aullidos y alaridos de dolor, aunque muchos se escapaban roncos de su garganta amortiguados sólo por la cama cuando decidió hundir la cabeza en el colchón esperando que su hijo terminara de violar el negro agujero de su culo.

- Joder, que culazo, coño. – dijo Francis eufórico. - ¡Toma!¡Te follo el culo, mamá!¡Toma!

- Dale duro, dale duro, primo. – animó David.

Al escuchar esas palabras locas de excitación de sus niños dejó escapar algunas lágrimas. Sabía que no tendría que haber hecho lo que había hecho y ahora por no controlar su calentura su hijo la violaba con la dureza y rapidez propias de su juventud.

- Nnnoooo. Aaaaarrrgggh. Aaaarrrggghh. – gruñó entre las sábanas.

Con el corazón a mil por hora, el cuerpo cansado y dolorido, sudando al límite de la deshidratación y sus entrañas ardiendo ante aquellos pasmosos mete-sacas sintió como sus fuerzas le abandonaban hasta que se desvaneció.

Abrió los ojos al sentir un violento empujón sobre su culo. Su hijo continuaba abriéndole el ano a base de un pollazo tras otro. Durante un minuto había perdido la consciencia y para su suplicio había despertado sin que nada hubiese cambiado. Pues aquella verga que había adorado momentos y días atrás ahora era cruel con ella.

- ¡Aaaaaaaaaaaarrrrggggghhhh! – gritó ronca cuando despertó. – Nooooo, por favoooorrrr, noooo. ¡Bastaaaahhhh… aaaahhh!

- Primo, déjame a mí, ¿no? – pidió David.

Francis que no se había corrido pero sacó su verga para dejarle sitio a su primo que llevaba un rato embadurnándose el cipote con el aceite solar pese a no usar condón. Este intercambio le permitió a Isabel respirar aliviada creyendo que al fin iban a dejarla en paz por lo que se tumbó en la cama con dificultad.

De un tirón de las piernas, David, grandón como era, la arrastró al borde de la cama, le alzó el culo y la embistió con cuidado.

- ¡Aaaaaarrrrrgggghhhh! – volvió a gritar Isabel.

A pesar de que su hijo le había dejado el ojete bien abierto, notó la diferencia en el grosor de las pollas y supo que era su sobrino quien la enculaba en esos momentos. Éste la fornicaba sin piedad desde el primer momento mientras la humillaba con sus comentarios.

- Joo, tita. Qué puta eres, te hemos dado por el culo.

De improvisó terminó la enculada y sacó su cipote.

- Vamos a hacer el sándwich, Francis. – propuso David.

Francis que ya se había quitado el concón manchado de algo heces y sangre se tumbó junto a su madre boca arriba, con los pies en el suelo y la polla dolorida y hambrienta de un orgasmo. Entre ambos primos consiguieron tumbarla sobre él para que su verga desnuda volviera a incrustarse en el coño.

- Nooo, ya basta. No puedo más. – suplicó su madre.

Espero a que su primo la llenara por el culo y empezaron a moverse con torpeza hasta que alcanzaron un ritmo decente para ambos. Su madre, un saco muerto de bellas carnes, mordía su hombro cuando era embestida por su primo.

- Perdóname mamá. Estás muy buena y quería follarte por todos lados. – dijo Francis al oído de su madre.

Si no había tenido bastante hasta entonces, sentirse llena de aquellas dos trancas, sentir como violaban su coño y su culo simultáneamente la acabaron por reventar. Ya no sólo por el ardor que había prendido en su culo cuando éste fue taladrado, sino que el dolor de su débil anillo anal y de sus entrañas se había extendido hasta la zona lumbar de su espalda. Y las caricias que su hijo le propinaba en su espalda sudada no conseguían mitigarla.

Más de una vez había soñado con ser empalada en un sándwich y disfrutar de tener sendas pollas dándole placer y llenándola de semen caliente, pero en ese momento lo que fuera un sueño estaba siendo una tortura. No podía soportar más aquellas dos barras de carne joven en su interior.

- Basta ya, por favor. Parad. Parad. Nnnoo puedo más. – le susurró a su hijo con la cara envuelta en dolor.

- Un poco más, mamá. Aguanta un poco más. – consoló su hijo mientras le besaba el cuello, la frente y los hombros.

Instantes después Francis comenzó a llenar el coño de su madre una vez más con las escasas ráfagas de semen que pudo escupir su cipote. Pero David aguantaba aún y no permitió que su primo sacara su verga de donde estaba. Le gustaba sentir aquella polla cuando perforaba ese magnífico culo.

- Ay, tita, qué culazo.

Aferró sus nalgas con fuerza como si quisiera amasarlas y le propinó una serie de secas e intensas acometidas en el desgarrado culo que le hizo correrse con los últimos quejidos de su tía.

- ¡Aaaaaaaarrrrrrggggghhhhh!¡Aaaaaaaarrrrgggghh!¡Aaaaaaarrrrrgggghhh! – aulló tensando todo su dolorido cuerpo de una vez.

Su sobrino se desplomó sobre ella aplastándola contra su hijo. La habían follado, lo habían hecho con ganas y con fuerza, se había comido sus pollas y tragado su semen, le habían dado por culo, de hecho se lo habían roto, la habían violado entre los dos, en definitiva, la habían dejado molida y su interior aún era invadido por los jóvenes cipotes.

Cuando su sobrino y su hijo abandonaron su cuerpo sintió descargas de dolor recorrerle el cuerpo desde su culo y por toda la espalda.

Su hijo estaba a su lado acariciándola y besándola pues sabía que su madre lo había pasado bastante mal y quería consolarla de algún modo. David en cambio fue al cuarto de baño a limpiarse la verga y advirtió de que en algún momento sin que se dieran cuenta su hermano había abandonado la habitación.

Isabel se arrastró como pudo por la cama para alcanzar la almohada y se quedó tumbada boca abajo notando un profundo ardor en el interior de su culo.

- Mamá, ¿quieres - Francis no pudo terminar la pregunta.

- No. Alcánzame la botella de agua y déjame. – dijo mientras seguía haciendo muecas de dolor.

De vuelta a su dormitorio Francis encontró a su primo Pedro desnudo en la cama de David, el cual regresó poco después. Juntos hablaron un poco de lo sucedido, de lo gozado y de cómo se pasaron en la parte final, pues eran conscientes de que habían reventado a Isabel desde que empezaron a perforarle el culo. Finalmente se durmieron, Francis en su cama y David compartiendo cama con su hermano.

En la oscuridad de la noche, Isabel, por fin a solas, apenas se podía mover. Estaba dolorida, agotada, extenuada y encharcada en sudor. Como pudo bebió un par de tragos de agua descubriendo que cada mínimo movimiento de su cintura y sus piernas era un suplicio.

Se llevó lentamente una mano a la entrada de su culo y comenzó a palpárselo con mucha suavidad, pero aún así sentía las descargas de dolor. Su agujero negro, pequeño en condiciones normales estaba bien abierto. Con mucho cuidado comprobó que le cabían dos dedos de su mano sin mucha dificultad dentro de su esfínter y allí notó algo de humedad en su ardiente ano. Se sacó los dedos y estos estaban manchados de semen y como intuía de algo de sangre. Habían conseguido hacerle un pequeño desgarro en sus entrañas. En esos momento quería morirse y quiso culpar a su hijo y sobrinos por lo que habían hecho, pero en el fondo sabía que toda la culpa y responsabilidad habían sido suya. Guiada por un hambre sexual había estado jugando con fuego a un juego que no había sabido controlar y se había terminado quemando. Sin poder aguantar más, cayó rendida en un pesado sueño esperando que la llegada de la mañana mitigara el dolor de su cuerpo.

NOTA DEL AUTOR: Esta saga ve su final aquí, al menos de momento, pues aunque tengo algunas ideas para continuar, no me gusta alargar (más de lo que ya hago) la historia, pues a pesar de ser puro producto de mi imaginación quiero mantener un ambiente lo más realista posible.