Madre hambrienta y complaciente (2)

Abierto ya el camino de la locura, madre e hijo se lanzan a cumplir sus fantasias sexaules.

MADRE HAMBRIENTA Y COMPLACIENTE – Fantasía sexual.

NOTA DEL AUTOR: Relato puramente ficticio cuya misión es entretener y excitar al lector que gusta de esta clase de relatos. Sin más preámbulos, ¡pasen y lean!

Ya había pasado una semana desde que madre e hijo acabaran haciendo el amor y ante todo pronóstico no lo habían vuelto a repetir, no por falta de ganas de Isabel y muchísimo menos por parte de Francis que ahora sólo pensaba en follarse a su madre a cada momento, si no por las obligaciones de cada uno. En el hotel dónde trabajaba Isabel había comenzado la temporada alta del verano y tenía que coordinar a muchos empleados y procurar que todo estuviera listo para afrontar la avalancha de clientes que llegaban cada verano al hotel. Por esto llegaba bastante cansada a casa y no quería afrontar también el desgaste físico que supondría noches y noches de sexo.

También estaban los exámenes finales de Francis, el problema era que Francis había descubierto el placer del sexo que sumado a su edad y vitalidad adolescente le dotaban de energía suficiente para insistir duramente con tal de conseguir su objetivo.

Fue la asombrosa tozudez que Francis mostraba, llegando incluso a enfadarse e indignarse con su madre, que ésta comenzó a arrepentirse de los actos tomados días atrás. Sin embargo ella quería mantener abierta la nueva relación emprendida con su hijo, pero de una manera más esporádica y esto era lo que él no entendía. No entendía que pudiendo estar fornicando siempre que quisieran no lo hicieran, por eso su madre trataba de hacerle entender que primero debían de cumplir con sus obligaciones antes de entregarse a cualquier tipo de libertinaje.

- ¿No querías y harías todo por mí? Parece que olvidas muy pronto. – recriminó Francis su madre.

- Francis, tienes que entender que no se puede hacer siempre lo que uno quiera y si continuas comportándote así lo único que vas a conseguir es que me arrepienta de lo que hemos hecho y que no pase nunca más. – trataba de razonar Isabel.

Parecía que había mimado en exceso a su hijo ya que pocas veces le había negado algo, sobretodo desde su divorcio, pero ahora él estaba dispuesto a usar eso a su favor por conseguir el exquisito premio de hacerle el amor a su madre a su antojo. Algo que Isabel deseaba que ocurriera en el fondo, pero eso sí, con un cierto control.

- Pues a lo mejor o también me arrepiento y se lo digo a mis profesores del instituto. – amenazó Francis de la manera más estúpida e infantil que sabía.

- Pero… pero… Francisco, ¿Acaso te has oído? – Isabel estaba impactada. - ¿No sabes que si alguien se entera de lo que he hecho, de lo que hemos hecho, iría a la cárcel? ¿No sabes que una madre que se acueste con su hijo es ilegal? – se detuvo dándole un poco de tiempo a su hijo para recapacitar. - ¿Eso es lo que quieres? ¿Qué vaya a la cárcel y tú con tu padre o a un centro de acogida? – ahora era ella la que metía el miedo en el cuerpo de su hijo.

- No, claro que no, mamá, pero es que… me gustó mucho y quiero repetirlo una y otra vez, quiero hacerte el amor siempre. Y si, ya sé que está prohibido, pero tengo muchas ganas de ti.

- Claro hijo, pero hay que tomárselo con algo más de calma. A mí también me gustó, pero precisamente porque está prohibido hay que ser cuidadoso y responsable, ¿sabes? – su hijo parecía calmarse y entrar en razón poco a poco. – Yo no puedo desatender el trabajo y tú no puedes desatender tus estudios ni tus amigos. Además, el día de mañana te enamorarás de una chica y no querrás saber nada de tu madre, por eso no puedes obsesionarte tanto.

- Pero ahora yo sólo pienso en ti. – se apresuró a decir Francis.

- Créeme que lo sé. –sonrió. – Pero se te pasará y si quieres disfrutarlo más, tienes que calmarte y no ser tan testarudo.

Francis parecía estar asimilando de una vez por todas las palabras de su madre a pesar de las muchas ganas que tenía de terminar la charla y follársela al instante. Comenzaba a suponer que lo mejor sería dejar que su madre guiara la nueva relación surgida entre ellos, al fin y al cabo, había sido ella la que la había iniciado y se dijo que lo mejor sería dejarse llevar por la experiencia y veteranía de su madre. A ello le daba cábalas cuando su madre habló de nuevo.

- Hagamos un trato. Al menos por este mes en el que ambos estamos atareados en el trabajo y el instituto, ¿quieres? – propuso.

- Ok, ¿qué propones?

- A final de curso siempre te he comprado un juguete o algún videojuego si sacabas buenas notas, ¿verdad? Pues si sacas buenas notas este año, digamos que el premio va a ser otro.

- Pero hasta final de mes no me dan el boletín de notas. – dijo Francis llevándose las manos a la cabeza pues sabía cual era el premio.

- Bueno, pues por cada examen por encima de un ocho. – propuso Isabel a la que tampoco le hacía ilusión esperar tanto tiempo para repetir experiencia.

- Vale, no es un mal trato. – se frotaba las manos, pues aunque tuviera que romperse la cabeza estudiando se veía con posibilidades de sacar más de un ocho en los exámenes que le restaban por hacer.

- Pues entonces ya puedes ponerte a estudiar que has perdido una semana.

- Mamá. –se volvió Francis antes de subir a su dormitorio. – No iba a contárselo a nadie, es sólo que estaba enfadado. – dijo y se fue.

Bueno, Isabel consideró que había conseguido manejar la situación a pesar de la cabezonería de su niño y con ese trato le daría un propósito para estudiar y un modo de controlar el deseo desfogado de su hijo. Pues había advertido que éste se había dedicado a consumir material pornográfico en demasía durante la semana en lugar de estudiar o jugar con los amigos. Así se convertía nuevamente en la persona que tomara las riendas de la relación. Y pensaba esto pues creía que había perdido el timón al hacer el amor con Francis por segunda vez aquella noche de la semana pasada accediendo tan rápido a sus deseos.

A pesar del tratado sexual que tenían acordado ninguno de los dos dejó el sexo de lado. Varias veces se había masturbado Isabel imaginando nuevas situaciones, se había informado en la farmacia sobre las píldoras anticonceptivas y había comprado una caja de condones en previsión de lo que pasaría. En cambio, su hijo, había tratado de espiarla con mayor o menor éxito mientras ésta se cambiaba o bañaba, para luego festejarlo con una gozosa paja. Todo ello sin dejar de obtener información de internet sobre posturas y formas de obtener más placer.

Francis se estaba mosqueando bastante ya que había sacado dos notables y su madre no parecía estar por la labor de cumplir con su parte del trato, pero esto se debía a que le había tocado el turno de tarde, por lo que apenas habían coincidido en casa. Así que se acostó otra noche más "sin mojar en caliente" como decían él y su primo, y ya iban cuatro noches desde que aprobará los exámenes.

Pero llevaba dormido escasamente una hora cuando sintió algo en su pelo y en su hombro, así que tras dar un par de manotazos a lo que creyó que podía ser un mosquito abrió los ojos y lo que vio lo sorprendió gratamente.

Su madre volvía a estar sentada en el borde de la cama vestida nuevamente con bragas y sujetador. Esto lo hizo despejarse instantáneamente y se echó a un lado de su estrecha cama para hacerle sitio.

- Mañana es sábado y tengo el día libre. Pensé que te gustaría que pasáramos juntos esta noche.

- Ya lo creo, llevo días que me muero por ello, mamá.

Francis se despojó rápidamente de su pijama de verano y sin perder tiempo se lanzó a desabrochar el sostén de su madre con bastante dificultad mientras ella se quitaba las bragas y las hacía a un lado.

- No pierdes el tiempo, ¿eh? – dijo Isabel muy socarrona. - ¿Te has pajeado mucho pensando en mí? – preguntó mientras comenzaba a masturbar a su joven hijo.

Él se limitó a asentir pues ya estaba entregado a mamar y lamer esos pechos que tanto saboreó la última vez. Como aquella noche, se esmeró por engullirlos hasta donde su boca le permitía, para luego mordisquear sus pezones haciendo que su madre se agitara entre quejidos de placentero dolor. Su mano mientras tanto buscaba en su entrepierna la entrada a su coño peludito provocando un leve respingo en su fantástica madre.

Isabel ya sentía como los dedos de su hijo se deslizaban en torno a su raja y como un dedo iba perforándola despacio mientras que sus pezones, algo doloridos a esas alturas, seguían creciendo en la boca de su niño. Así que decidió que era hora de empalarse y matar la calentura que llevaba acumulada en todos esos días. Tomó la caja de preservativos que había traído consigo antes de despertar a su hijo y la volvió a colocar en la mesita de noche. Abrió uno de los fálicos impermeables y se lo colocó a su hijo en su más que tiesa polla.

Una vez vestido con el dichoso plástico, se subió sobre él y se clavó su cipote en su coño sintiendo como le separaba las paredes vaginales a su paso.

- Ssíííííííííííííííííí. ¡Joder! – gimió Isabel.

Antes de que ella comenzara a cabalgar sobre él, Francis ya había aferrado sus manos al culo de su madre y había empezado a bombear bajo ella. Isabel se excitó pues sentía las ganas de su hijo, así que también ella se esforzó por montarlo para que éste tuviera un temprano orgasmo. Esta vez no le importaría pues sabía que al ser joven se repondría pronto, así que lo animó a acelerar el ritmo.

- Vamos… más… aaahh, ahhh… más rápido, amor. – le urgía como podía.

Y caliente y cachondo como estaba, más rápido embistió Francis a su madre, que con está petición le hizo pensar que su madre, a pesar de lo maternal y exigente que podía ser con él, resultaba ser una auténtica puta en la cama.

- ¡Toma!¡Toma! – golpeaba con su polla mientras sus manos trataban de atrapar las bamboleantes tetas de su madre.

- ¡Aaaah!¡Aaaahhh!¡Aaaahh!¡Sí!¡Sí!¡Aaaahh!¡Así!¡Aaaahhh!¡Aaahh! – gozaba Isabel, que pensaba que su hijo ya se debería de haber corrido.

En cambio, Francis, notaba que a pesar del placer que estaba sintiendo, el preservativo por muy fino que fuese le había quitado algo de sensibilidad, lo que estaba haciendo que durase más de lo que creía y más teniendo en cuenta las enormes ganas que acumulaba en su polla.

- ¡Aaahh!¡Aah!¡Aaah!¡Aaahh!¡Más!¡Mmm!¡Más!¡Oooohhh!¡Sssíííííí!¡Aaahhh! – aulló Isabel que acababa de correrse.

Se dejó caer sobre su hijo y le besó el pecho, los hombros, la frente y la cara. Esperaba que su hijo se detuviera pero no lo hizo. Francis siguió dándole un envite tras otro a su humedecida vagina que Francis ayudaba a mantener bien abierta con sus manos.

-¡Aaaah!¡Aaahhh!¡Aaahh!¡Hijo!¡Aaahh!¡Sííííí!¡Aaahh!¡Aaahh!¡Sí!¡Sí!¡Aaaahh! - se volvió a correr un par de minutos después del primer orgasmo.

Entonces recibió varios pollazos muy rápidos y sintió como la verga de su querido hombretón se endurecía en su interior mientras el preservativo contenía las ráfagas de esperma.

Cuando se hubo descargado del todo detuvo sus movimientos y se abrazó a su madre. Había disfrutado mucho más al no tener que estar pendiente de si se iba a correr o no y su madre parecía que también disfrutó más que la primera vez ya que se había corrido dos veces.

- Qué bien lo has hecho, mi niño. – felicitó a su hijo.

Isabel lo desmontó y le quitó el preservativo reteniendo toda la corrida en su interior. Se fue a tirarlo a la papelera del baño y volvió con el rollo de papel para limpiar a su hijo los escasos restos de semen que seguían pegados en su polla. Comprobó también con agrado que aún mantenía la erección así que a pesar de estar sudorosa y cansada llevó su boca hasta la verga de su amado.

- Espero que esto también te guste.

Dicho esto, Isabel comenzó a lamer todo el glande terminando de limpiarlo. No era una experta ni mucho menos, ya que no habían sido muchas las ocasiones en las que se la había mamado a su ex marido, pero trató de hacerlo lo mejor que pudo. Ensalivaba bien todo ese mástil y lo recorría con la punta de la lengua, le daba lametones como si de un helado se tratara hasta que decidió meterse aquel cipote en lo más profundo de su garganta.

- Aaaaaahh. Joder, qué bueno, mamá. – se deshacía Francis de placer.

Pensaba que no debía de hacerlo muy mal dada las palabras de su hijo, pero también es cierto de que el pobre tampoco podía comprarla con nadie más. Así que siguió tragándose la verga hasta que casi le dan arcadas, por lo que se dedicó a succionar y lamer la cabeza de aquel cipote adolescente mientras sus manos jugaba con los testículos peludos.

Francis estaba por eyacular en breve pues los labios de su madre lo estaban excitando sobremanera, así que pensó que sería bueno hacerlo en la boca de su madre, del mismo modo que había visto en algunas películas porno. Por eso con sus manos acarició los hombros de ella y poco a poco subió sus manos hasta enredarlas en sus cabellos, así le sujetaría la cabeza en caso de que su madre quisiera retirarse. Y todo esto le hubiera resultado de maravilla, habría cogido a su madre desprevenida y le habría llenado la boca de leche juvenil si sus gemidos y movimientos no la hubiesen alertado.

Isabel, pese a no ser su gran pasión, estaba disfrutando mamando aquel rabo y las caricias sobre los testículos parecía que también excitaban a su niño. Éste había empezado a mover su cintura como queriendo follarse su boca mientras acariciaba su cabeza, lo cual no le pareció mal ya que así no era ella la que tenía que estar moviendo su cuello arriba y abajo, pero entonces su respiración se volvió mucho más agitada y de sus labios escapaban muchos gemidos.

- Sí, sí, sí. Mamá, sí, sí, oh sí. – susurraba.

Quiso entonces sacarse el cipote de la boca pues no estaba dispuesta a tragarse la corrida por muy hijo suyo que fuera y cuando lo intentó su hijo se lo impidió. Detuvo totalmente la mamada para tratar de separarse pero su hijo la tenía bien sujetada y seguía embistiendo su boca.

- Trágatelo, mamá. – suplicó Francis.

Pero para su disgustó su madre le dio un pellizco en la ingle justo cuando se iba a correr, lo que le hizo soltarla y llevarse las manos al lugar dolorido. Sin embargo el orgasmo era tan inminente que Isabel no pudo evitar que el primer lechazo de esperma le impactara en la barbilla.

- Joder, me has hecho daño, mamá. – se quejó Francis dolorido mientras el esperma le caía polla abajo a sus testículos.

- ¿Pero qué pretendías hacer? – quiso saber Isabel.

- Auuu. – seguía quejándose. – Nada, sólo quería correrme.

- Claro, y que yo me lo tragara, ¿no? – dijo molesta mientras se limpiaba la cara con el papel higiénico.

- Sí. Lo podrías haber hecho, ¿no? Ya que me estabas comiendo la polla.

- Pero si querías que lo hiciera, ¿por qué no me lo has dicho? Puede que entonces lo hubiera hecho.

- Perdona, es que no sabrías si querrías. ¿Estás enfadada?

- No, pero no quiero que trates de forzarme. – dijo para calmar a su hijo. – Quiero que me avises de cosas así y ya veremos que hacemos, ¿de acuerdo?

- Vale.

Isabel se levantó para vestirse. Ya se había puesto las bragas cuando su hijo le preguntó si se quedaría a dormir en su cama con él.

- No debería de hacerlo como castigo. – se indignó falsamente mientras su hijo le suplicaba que lo hiciera. – Pero como mañana es sábado lo haré. Además, que te has portado como todo un hombre. – besó a Francis en la frente.

Se colocó el sujetador y se acostó junto a su hijo por otra noche mientras que éste sólo se puso los calzoncillos y el pantalón corto del pijama. Se quedó dormida antes que él, que terminó por dormirse abrazado a ella.

La luz del sol se filtraba por la persiana del dormitorio de Francis y éste comenzaba a desperezarse paulatinamente. Cuando se hubo quitado las legañas de los ojos se fijó en su madre que dormía de espaldas a él a un lado de la cama. Viéndola a la luz del día sintió un tremendo orgullo, felicidad, suerte o un sentimiento que englobara a estos, ya que él había podido follársela.

Centró la vista en las bragas a rayas que tapaban su culo y sintió unas ganas tremendas de cogérsela otra vez. Encima su polla estaba recta por el empalme matutino, por lo que con mucho cuidado para no despertarla se desnudó y acto seguido empezó a magrear su culo con delicadeza.

No se entretuvo mucho en ello y acarició su coño por encima de las bragas, ya que al tener las piernas flexionadas, se podía acceder a él con facilidad. Su madre se movió pero él no se detuvo.

Isabel dormía hasta que sintió las caricias en su entrepierna. Inmediatamente supo que su hijo estaba haciendo de las suyas. Parecía que no había aprendido nada de la noche anterior y pretendía hacerle el amor sin despertarla siquiera. Sabía que debería regañarle para que no sirviera de precedente en el futuro, pero el condenado había conseguido calentarla además de despertarla. Aún así, se hizo la dormida y le dejó hacer para ver hasta dónde era capaz de llegar.

Sintió como Francis se pegaba más a su espalda y como hizo amago de quitarle las bragas, pero como para ello tendría que despertarla, las dejó en su sitio. Cuando creía que se había dado por vencido y que se contentaría con hacerse una paja, escuchó como manipulaba la caja de condones para acercarse a ella nuevamente. Pero esta vez metió un dedo bajo su braga y las deslizó hacia un lado dejando al descubierto su chocho peludo. Tanteó un par de veces con su polla buscando la gruta del placer y cuando la hubo encontrado soltó las bragas para separar los cachetes de su culo. La verga de su hijo mimado comenzó a deslizarse en su interior pero dada la postura su vagina permanecía muy estrecha y por eso mismo Francis se decidió a dar un par de fuertes empellones que le abrieran el camino, sin importar ya si su madre se despertaba o no.

- ¡Aaaaaaaaaaahhhhhhh!¡Aaaaaaaaaahhhhhhhh!¡Aaaaaaaaaahhhhhh! – se quejó Isabel sin poder simular más que se hacía la dormida. - ¿Pero qué me haces hijo? ¡Aaaahhhhh! – volvió a gemir ante otro envite.

- ¿Te gusta mamá?¿Te gusta cómo te follo? – preguntaba a cada lento mete-saca.

- Sííííííííí.

- Pues perdóname y disfruta como yo.

Sin pensarlo mucho, Isabel se llevó una de sus manos a su culo para mantenerlo bien abierto a la vez que se sujetaba las bragas a aun lado. Esto permitió a Francis asirse a las caderas de ella para ayudarse a embestir con más fuerza.

Las penetraciones se estaban haciendo cada vez más rápidas pues Isabel también comenzó a moverse al ritmo de los vaivenes que le daba su hijo. Y en uno de estos vaivenes el cipote de Francis abandonó su coño.

- Un momento. – pidió Isabel.

No dudó un instante en quitarse las bragas de una vez. Se volvió a acostar de lado y con una pierna estirada y la otra flexionada volvió a separarse las nalgas.

- Vamos, dame ahora. – instó a su hijo impacientemente.

Éste no la decepcionó y volvió a embestir con fuerza su vagina hambrienta de polla. Entraba y salida casi en su totalidad mientras su madre oprimía su verga con las paredes de su vagina. Ambos sentían mucho placer y se correrían de un momento a otro.

- ¡Toma mamá, toma! – jadeaba su hijo a la guarra de su madre. - ¡Te follo mamá, te follo, te follo!

- ¡Sí, dame!¡Fóllame!¡Aaaaahh!¡Aaaahh!¡Ya, acaba ya hijo!¡Aaahhh!

Pero Francis no pudo más y comenzó a correrse placenteramente. Cuatro, cinco, seis empellones y acabó por vaciar sus huevos de leche deteniendo todo movimiento.

- No te pares, sigue que ya casi estoy. – suplicó Isabel a su hijo pues no quería quedarse a medías. Por lo que Francis siguió embistiendo a pesar de haber llenado el condón evitando que su polla se desinflara. - ¡Síííííí! Por tu madre, sigue. ¡Más!¡Más!¡Más!¡Aaahh!¡Aahh!¡Aaah!¡Aaaahh!¡Aaaaahhhh!¡Aaaaaaaaaahhhhhh! – se corrió en ese gemido final.

Francis se separó de su madre y quedó boca arriba en la cama mientras su madre seguía de lado acariciándose el culo y la entrada de su vagina. Finalmente se dio la vuelta y se abrazó a su hijo mientras lo acariciaba de arriba abajo.

- Aaayy, gracias, gracias, mi niño. Mmmmm, qué bueno, Dios. ¿Qué me has hecho? – pregunto retóricamente.

- Mamá, te he follado con todas mis ganas.

- Vaya que lo has hecho, ya lo creo.

- Mamá. Hoy vamos a seguir follando como locos, ¿verdad? – preguntó sabiendo que era sábado y podían estar todo el día juntos.

- No abuses cielo. Creo que los notables están más que pagados, ¿no crees?

- Sí, pero hoy podemos estar mucho tiempo. – insistió Francis.

- Francis, tenemos un trato así que no abuses, ¿quieres? – sentenció Isabel.

Una vez hubieron descansado fueron a ducharse, él en el baño de la planta baja y ella en la bañera de la planta de arriba. Luego desayunaron y comenzaron lo que a juicio de Francis iba a ser un desperdicio de sábado, pero que no se quería atrever a forzar pues ya lo había hecho bastante y de momento su madre cumplía con lo prometido.

Francis se encerró en su cuarto para estudiar pues tras el almuerzo iba a salir al cine con varios compañeros de clase mientras que su madre se dedicó a hacer algunas compras para irse a la playa más tarde.

Estando bronceándose en la playa estuvo dando vueltas a lo sucedido con su hijo hasta el momento. No sabía hasta cuando duraría pero tras superar la barrera moral que su conciencia le imponía, tenía clarísimo que iba a continuar con ello pues hasta ahora el sexo con su hijo había sido muy placentero y muy excitante.

Entre todas estas cábalas, Isabel recordó que no a mucho tardar debía de bajarle la regla y en esto su cuerpo era bastante regular. Le preocupaba no seguir cumpliendo con su hijo esos días, pues aunque ella era la autoridad en casa, no quería provocar situaciones tensas con él. Quería evitar todos esos chantajes y amenazas pueriles por si acaso, pues algo le hacía desconfiar de su hijo. Por eso envió un SMS a su hijo citándolo en casa sobre las 20:30 con la excusa de que necesitaba que la ayudara en unas tareas de la casa. Al final, había sucumbido a los deseos de su hijo y no desperdiciaría ese día.

Cuando salió del cine, los amigos de Francis y éste mismo estaban planteándose ir a casa de uno de ellos a jugar con la Playstation o ver otra película. Como las cosas no estaban claras, Francis encendió su móvil y se topó con el SMS de su madre.

Con los ojos como platos y con un vuelco al corazón le faltaba tiempo para volver a casa.

- Lo siento colegas pero he de volver a casa, mi madre quiere que la ayude en casa. Está de limpieza general. – mintió Francis.

Él sabía que sólo tocaba limpieza general por las mañanas pues a su madre le gustaba aprovechar la luz del día. Así que ya se imaginaba que su madre le esperaba con alguna sorpresa, buena o mala, eso no lo sabía, pero confiaba ciegamente en ser recibido con las piernas abiertas.

Tomó el autobús que le dejaba más cerca de casa por lo que llegó a casa con tiempo de sobra.

Allí encontró a su madre revisando unos papeles del trabajo que guardó inmediatamente para hablar con su hijo.

- Ven Francis que tenemos que hablar.

- Tú dirás, mamá. Espero no haber vuelto para nada. – dijo dándose importancia.

- Te puedo asegurar que no. – pensó Isabel. – Pensando en nuestro trato, creo que en el futuro cercano no va a poder cumplirse. – le dijo.

- ¡¿Qué?! Eso no es justo, yo me estoy partiendo los cuernos estudiando. – se quejó.

- Espera. Déjame terminar. – calmó al adolescente. – Por esa razón he pensado que podríamos aprovechar lo que queda del día de hoy. Esta semana me bajará la regla y no íbamos a hacer nada. Así que para que veas lo buena que es tu madre contigo, te puedo adelantar un premio. ¡Y sin saber si vas a aprobar más exámenes!

- ¡Bien! – se entusiasmó Francis que ya se estaba empalmando. – Además, los dos que me quedan los llevo muy bien. Sólo es cuestión de tiempo.

- A ver si es verdad. Aún así lo haré con una condición.

Esto ya no le hacía gracia a Francis, a pesar de que su madre se portaba genial con él, ella era quién iba a "romper" el pacto y no él, sus hormonas juveniles se estaban cansando de tantos tratos, pactos, clausulas y otras tonterías del estilo.

- Con lo fácil que era follar y punto. – pensó. – Está bien, ¿cuál es?

- Me gustaría cumplir una fantasía que tengo. – dijo. - Puede que sea algo estúpida pero me gustaría cumplirla.

- Por supuesto mamá, lo que quieras. ¿Y qué fantasía es? – preguntó caliente e intrigado.

- Pues verás… Me gustaría que pusiéramos una película porno e imitar todo lo que hagan en ella. Que sea la película la que nos guíe.

- Oh. Vale.

La verdad era que Francis esperaba algo distinto, tal vez tener que disfrazarse de algo, simular que eran un doctor y una paciente, practicar sexo anal, algo por el estilo, pero la idea de su madre tampoco le pareció mala.

- Bueno, yo tengo varias películas porno en el ordenador. – dijo orgulloso.

- ¿Ah sí?¿Y desde cuándo, hijo? – preguntó de forma lasciva.

- Bueno, la verdad es que estos días atrás he estado descargándome muchas películas. –se confesó. – Pero no las he visto todas.

Ambos fueron al dormitorio de Francis y buscando entre las películas que éste había descargado, encontraron una titulada "Estudiando con mamá". Isabel preguntó a su hijo por ella y este confesó que las últimas películas que había descargado trataban de polvos entre madres e hijos, aunque reconoció que él dudaba que en realidad lo fueran. Su madre se lo confirmó, salvo a lo mejor en videos de sexo casero.

Mientras la película se grababa en un DVD regrabable, Francis hizo a un lado la mesita que estaba en el salón entre el televisor y el sofá y corrió las cortinas del salón. Encendió la luz y fue a por el DVD. Bajó de nuevo al salón y teniendo todo listo esperó a que su madre bajara.

Isabel apareció bajando las escaleras vestida con una camiseta negra de finos tirantes y un tanga de igual color. No se adivinaba sostén bajo la camiseta. También traía consigo una toalla, el rollo de papel higiénico y la caja de preservativos. Inmediatamente Francis se despojó de la ropa que llevaba lanzándola sobre uno de los sofás y quedando sólo con los calzoncillos.

Al ver llegar a su madre pensó que iba a ser esa tarde-noche cuando realmente iba a verla desnuda pues las otras noches que habían hecho el amor estaban a oscuras y esa misma mañana, poco después de hacer el amor, su madre fue a ducharse sin apenas fijarse en ella.

- ¿Listo? – preguntó ella mientras se sentaba en el sofá frente al televisor.

- Listo. – se sentó a su lado y presionó el "play" del mando a distancia.

Comenzó la película tras el logotipo de la productora. Al instante aparece un joven imberbe que simulaba tener quince o dieciséis años, estaba sentado en la mesa del comedor con un montón de papeles y libros en la mesa. Parecía muy aplicado estudiando.

Francis que ya estaba empalmado, pues toda la preparación previa lo había excitado sobremanera, deslizó su mano sobre los muslos de su madre y está se dejó gustosa.

De vuelta a la película, al fin apareció la "madre" del estudiante. Una rubia cuarentona de pechos claramente operados a lo Pamela Anderson. Comenzaron a hablar en un idioma que ninguno entendía, Isabel, que al trabajar en el mundo del turismo tenía buen oído para los idiomas creyó que se trataba de búlgaro o yugoslavo (serbio o croata). La cuestión era que el chico no se enteraba de lo que estaba estudiando y la madre parecía querer ayudarle. ¿Y qué estudiaba? Pues el aparato reproductor.

Aparecieron en pantalla varias páginas del libro que miraba el chico y se veían los croquis del pene y la vagina.

A estás alturas Isabel también acariciaba los muslos de su hijo y éste quería meter su mano en su coño, pero no se lo permitió. En ese momento, la madre de la película se quedó con el pecho descubierto y animaba a su hijo a tocarle las tetas que se mantenían erguidas contra la ley de la gravedad. Así que Isabel se puso en pie y quedó sólo con el tanga. Su hijo volvió a saborear sus pechos con ansia, tal y como ya hacían en pantalla.

- Mmmmm, así. Qué bien. – susurraba Isabel.

Siempre echando un vistazo que otro a la película Isabel guió a su hijo, mucho más entregado al desmadre que ella que quería disfrutar su fantasía. Y siguiendo la tutela del video porno Isabel desnudo a su niño y sentada en el sofá comenzó a lamer los huevos para terminar metiéndose su cipote en la boca.

El hijo no sólo estaba disfrutando de lo que le hacía su madre, si no de cómo lo hacía, pues la mamá de la tele se estaba comportando como una guarra y su madre también la imitaba en ello. Así con una calentura y una fogosidad nueva para él, dejó que su madre se alimentara de su polla durante un rato. Pues con fuertes succiones y un buen masaje de pelotas lo estaba volviendo loco.

Cuando creía que iba a correrse ella paró y se sentó con el culo en el borde del sofá y las piernas bien abiertas.

- Ahora te toca cenar a ti, mi niño.

Francis nunca había comido un coño, aunque lo había visto de hacer muchas veces en las películas. Así que se arrodilló para deshacerse del tanga que ocultaba aquel chocho materno y dio un lametazo que casi iba desde el culo de su madre hasta la mata de pelo que bordeaba su conejito. Esto hizo que su madre diera un respingo de placer.

- Mmmmmmmmmm.

Aunque el olor no le agradaba especialmente, notar esa carne tan caliente y "beber" de ese jugo cada vez más abundante le instaba a devorarla. Lametazo tras lametazo le iba cogiendo más ganas al asunto, deteniéndose sólo para quitarse algunos pelitos de la boca, su lengua no paró de moverse.

Se entretuvo en su clítoris, el cual chupó fuertemente mientras se atrevía a meter un par de dedos en el coño de su divina madre.

- ¡Mmmm!¡Mmm!¡Aaaaahhhhh!¡Sííííííí!¡Sííííí!¡Sí!¡Sí! - gemía Isabel que sostenía la cabeza de su hijo para obligarlo a seguir chupando hasta que tuvo si primer orgasmo. - ¡Mmmmmmmmmm!¡Síííííííííí!¡Aaaaaaahhh!¡Sííí!¡Mmm!

Mientras su madre se reponía Francis esperaba poder penetrarla pues el tipo de la película ya follaba a su falsa madre. Isabel colocó la toalla en el sofá, le dio un condón a su hijo y se puso en la misma postura que antes.

- Pero en la peli no lo están usando. - se quejó Francis.

- Ya, pero nosotros sí hemos de usarlo, así que póntelo.

Se lo puso y penetró a su madre. Lo hizo de forma brusca, no porque ya estuviera lubricada tras su comida, si no como protesta por tener que usar el condón. Para ayudarse a bombear con más fuerza, separó las piernas de su madre y está, con las piernas alzadas en forma de uve tubo que agarrarse al respaldar del sofá para contener tremenda acometida.

- ¡Aaaauuu!¡Aaaaahhh!¡Aaaahhhh!¡Despacio!¡Aaaahhh! - se quejó su madre que aunque disfrutaba del sexo duro como la que más, esto le parecía demasiado. - ¡Aaahhh!¡Aaaarrrggh!¡Aaaaaahh!¡Aaahhh!

Para su desgracia, su querubín mantuvo el endiablado ritmo un poco más, pero no mucho pues Francis no quería cansarse tan pronto. Así que atendió las súplicas de su madre y comenzó a bombearla con un suave mete-saca en el que de vez en cuando daba un sorpresivo y violento envite.

De este modo Isabel comenzó a disfrutar nuevamente del polvazo que estaban echando hasta que hizo cambiar a su hijo de postura. Imitando siempre la película, aunque con retraso, lo hizo sentar en el sofá y fue ella la que se sentó sobre su dura herramienta. Francis tardó poco en ir lamiendo aquellos melones que botaban frente a su cara mientras que sus manos estrujaban, abriendo y cerrando, el prieto culo de su madre.

- Joder, qué tetas, mamá. Pero que tetas. – le decía tratando de atrapar sus pezones con los dientes. – Mmmm. – los engulló.

Isabel no podía creer que pudiera estar disfrutando de una buena ración de sexo, y el hecho de que fuera su hijo el que se lo estaba dando, la ponía a mil. Bajaba y subía apretándose bien contra la polla de su hijo mientras le rodeaba la cabeza con sus manos haciéndole devorar sus pechos. Su orgasmo estaba próximo.

- Aaaaahh. Mamá… voy aaaahhh… me corro. – avisó Francis echando la cabeza hacia atrás y dándole un descanso a los pezones de su madre.

- Sí. Hazlo conmigo, campeón.

Para acelerar el orgasmo de ambos, Isabel comenzó a botar a más velocidad pero sin engullirse por entero el cipote de Francis, sólo recibiendo la gorda cabeza de su pene.

- Yaaa. ¡Aaahhhhh!

Francis comenzó a escupir lechazos que se estrellaban en el preservativo. Y en uno de esos lechazos comenzó a correrse su madre, que en sus espasmos genitales abrazaban y soltaban su polla provocándole un último instante de placer antes de vaciarse del todo.

- Mmmmmmmmm. Aaaaaaaaahhhhh. ¡Mmm!¡Mmmm! – gruñó Isabel.

Dejó en libertad a su hijo y se desparramó a su lado en el sofá. Ambos agitados, cansados y bien corridos se miraban preguntándose si el otro quería seguir inmediatamente. Miraron la película y vieron que el estudiante no se había corrido aún y se follaba a la tetona de su pornográfica madre, que recibía rabo a cuatro patas sobre el sofá.

- ¿Paramos un poco? – preguntó Isabel.

- Sí, mejor. – contestó mientras normalizaba su respiración.

Francis se despojó del condón y se limpió mientras que su madre se acariciaba muy lentamente sus ingles y la cara interna de sus muslos sin despegar ojo de la televisión. Se centró también en la película y vio como la señora se arrodillaba en el suelo y volvió a meterse la polla del "niño" en la boca. Pensó que la película debía de estar por terminar pues casi todas empezaban y terminaban con una mamada. Se fijó también en la tranca que gastaba el actor y ya la quisiera él. Sabía que su pene no era pequeño ni mucho menos, pero el pollón de aquel tipo debía de reventar coños literalmente.

Empezó una lenta paja para mantenerse en erección esperando que su madre quisiera dar el paso de reanudar la follada. Entonces el actor se corrió, pero lo hizo en la boca de la rubia tetona. Trató de poner cara de poker para ocultar su euforia, lo que no había conseguido la noche anterior lo iba a conseguir ese día. Sólo esperaba que su madre no cambiara de planes como con el preservativo.

Comenzaron los escasos créditos finales de la película e Isabel se puso en cuatro encima del sofá, sosteniéndose al respaldar del mismo, no sin antes pasarle un concón a su hijo.

Con él puesto, Francis estaba listo para follar, pero ante la visión de esas nalgas se arrodilló y dio un par de lengüetazos el coño de su hembra, se levantó, le dio un par de cachetadas en el culo haciéndolo vibrar y se situó tras ella. Su madre guió velozmente el mástil a la entrada de su cueva y esperó.

Sin prisas fue penetrando la gruta carnosa. Lo hizo así sabiendo que podía eyacular con prontitud, pues a pesar de llevar un orgasmo en su cuenta, estaba muy caliente. Poco a poco fue incrementando las penetraciones pues su madre y él mismo se pedía más.

- ¡Más rápido, cielo!¡Más! – pedía ella.

- ¡Síí!¡Toma!

- Mmmmmm!¡Síí!¡Mmmmm!¡Aaaahh!¡Síííí! – volvió a su retahíla de gemidos de puro gozo.

Isabel queriendo disfrutar más aún se entretuvo en dedearse el clítoris a pesar de que estaba recibiendo una buena dosis de verga adolescente. Pero sin olvidarse de su niño también acariciaba las bolas colgantes de éste, que la golpeaban a cada embestida que Francis le propinaba.

Francis en cambio se entretenía toqueteando su culo, excepto cuando quería imprimir dureza en sus penetraciones, que se aferraba a las caderas de su madre.

- ¡Aaah!¡Aaaahh!¡Aaaahhh!¡Aah!¡Aaah!¡Aaaahhh!¡Aaahh!¡Aahh! – jadeaban al unísono.

En un momento Francis quiso agarrar las tetas de su madre, que se bamboleaban a cada envite recibido, pero en esa postura no podía follársela tan rápido como quería así que volvió a sujetar sus caderas y penetrarla con feroz ímpetu.

Isabel, excitada y caliente como estaba, con su mano desgastándole el clítoris y una verga taladrándola no pudo evitar correrse de nuevo, pero esta vez sus gemidos y aullidos quedaron amortiguados por el sofá.

Cuando hubo recibido el último espasmo, trató de apartarse de Francis y tras la reticencia de éste lo consiguió. Se volvió a tumbar en el sofá y se quedó contemplando a su hijo, hijo que se había convertido en todo un hombre, al menos sexualmente hablando. Aún estaba empalmado y el condón vacio, así que se arrodilló frente a él, le quitó el impermeable fálico y comenzó a pajearlo a la vez que lamía su glande con ansias de auténtica guarra.

- Oooohhh sííí. – se derritió Francis. - Chupa, mamá, chupa.

Isabel bajó la piel de la verga lo máximo posible, al borde del dolor para Francis, y así, lamió y chupó con ganas aquel glande descubierto. Repitió esa operación varias veces intercaladas con rápidos pajeos y alguna succión de huevos. En menos de veinticuatro horas, Isabel se había convertido en una gran mamadora de pollas o tal vez siempre lo fue, pero lo practicó poco, ni siquiera ella lo sabía, pero su hijo advirtió que estaba por correrse.

- Venga, córrete. – animó Isabel mientras lo pajeaba con velocidad.

Éste acercó su cipote a la boca de su madre esperando que ella lo engullera otra vez dispuesta a tragar sus lechadas, pero ella no estaba muy por la labor.

-Vamos mamá, chúpamela como en la peli. – pidió Francis que volvía a sostener los hombros de su madre a la vez que contenía su orgasmo

Ella alzaba la vista hasta su hijo y retornaba a su polla mientras proseguía masturbándolo lentamente pues no le hacía ninguna ilusión tener que tragarse todo el esperma de su hijo. Sabía que él se había molestado por tener que follar con preservativo, pero no se iba a arriesgar a embarazarse de su hijo, eso estaba claro. Por lo demás había cumplido su fantasía y llenarse la boca de semen era el punto y final.

No podía evitar sentir asco pero decidió hacerlo, se tragó el rabo de su niño y sujetándolo del culo comenzó un rápido vaivén con la cabeza tragándose casi en su totalidad el cipote emitiendo leves y ahogados gemidos.

Cuando notó que la verga de su mozo se hinchaba en un primer espasmo descendió y ascendió con su boca desde la punta hasta la mitad del joven rabo esperando la descarga. Francis por si acaso agarró la cabeza de su madre pero la dejó moverse a su aire.

- Ooooohhh. Mmmmmm. Sííí. Mmm. – gimió entre convulsiones el aprendiz de hombre.

La primera descarga había impactado en el paladar de Isabel y la siguieron una segunda y una tercera, pero ninguna más. Isabel siguió mamando un poco más a la vez que masturbaba el cipote para terminar de sacar todo el esperma que no hubiera salido con tanta fuerza.

Sin sacar la verga de la boca de su madre notó que ésta tragaba varias veces terminando en una última succión.

- Eres la ostia, mamá. Ha sido… ¡Pffff! Joder que gusto.

- No te quejarás, ¿eh? – dijo pajeando aún a Francis.

Isabel se alegró por contentar a su hijo y pensó que iba a ser más que verdad lo que le dijo en la playa, aquello de que ella haría todo por él. Había accedido a tragarse la corrida por cumplir con su fantasía y por agradar a su hijo y aunque no le había supuesto algo desagradable, a pesar del leve sabor amargo de su semen, no pensaba convertirlo en una costumbre. Definitivamente lo mimaba demasiado, pero ella se resistía a abandonar esta nueva relación con su hijo, sólo tenía que ser más cuidadosa y más firme.

Se levantó y fue al cuarto de baño que había junto al salón. Aún notaba como tenía algo pegado al paladar, así que hizo algunas gárgaras hasta que se quitó esa sensación. Entonces Francis apareció en la puerta del baño aún desnudo y con la verga en estado de semi-erección.

- Mamá, estaba pensando… Ya que estamos podríamos cumplir también una fantasía mía. – sugirió con la carita más dulce que podía poner.

A Isabel se le volvió a acelerar el corazón, pues aunque intrigada estaba temerosa de lo que podría pedirle su hijo.

- Bueno, ¿de qué se trata? – preguntó mientras lo miraba a través del espejo del baño.

- Verás, me gustaría - se acercó a su madre y comenzó a sobarle el culo. – Ya sabes, hacerlo por el culo.

- No, eso no. – sentenció automáticamente.

- ¿Pero por qué?

- Pues porque eso debe doler y no vamos a hacernos daño. Con lo que hemos hecho hoy ya está bien.

- Entonces se puede cumplir tu fantasía pero la mía no. Pues vaya mierda. – se enfadó Francis.

- Pero Francis, mi fantasía era algo, a ver, algo "light" pero lo que tú pides, nos podemos hacer daño, me puedo hacer daño.

- Pero mamá, yo no quiero hacerte daño, si te duele paramos.

Le sorprendió esa disposición de su hijo, así que tras mirarlo un rato, siempre a través del espejo, tras alimentarse del deseo de experimentar algo nuevo y tras los manoseos que éste le daba a su culo y su raja, consintió una vez más a los deseos de su hijo.

- Vale. – dijo ante la creciente euforia de Francis. – Pero se hace como yo diga y si digo de parar se para, ¿de acuerdo?

- Qué sí, que sí. Lo que tú digas.

Buscó Isabel algo que hiciera de lubricante en el baño, a pesar de que casi todas sus cremas y cosméticos se encontraban en el cuarto de baño de arriba, halló un tubo de crema hidratante para las manos. Salieron ambos del baño y volvieron al sofá, recolocaron la toalla para evitar que se manchara nada y le dio el recipiente de crema a su hijo.

- Úntate un dedo y me lo vas metiendo poco a poco. Y si te digo de parar, ya sabes.

Se puso a cuatro patas apoyada en uno de los brazos del sofá, hundió la cabeza y con ambas manos se separó los cachetes del culo dejando bien a la vista su orificio anal. Estaba muy nerviosa y Francis no menos que ella, pero debido a la excitación.

Con el dedo índice ya untado se dispuso a penetrar el agujero negro, pero Isabel en cuanto notó como entraba el dedo, contrajo los músculos impidiendo que aquel dedo la invadiera más profundamente.

- Si haces eso, no puedo, mamá. – dijo. - Tranquila. – la calmó y besó sus nalgas.

Isabel nunca se había dejado dar por el culo, ni siquiera había llegado lo lejos que estaba llegando con su hijo. Se había informado en varias ocasiones sobre cómo hacerlo, pero eso no le impidió estar intranquila. Relajó los músculos y su hijo prosiguió con aquella invasión. Éste iba parando, metiendo o sacando el dedo muy obediente según su madre le guiaba.

Se sentía muy extraña con el dedo hurgando su trasero, pero de momento no sentía dolor, sólo incomodidad. Por eso, ordenó a su hijo hacer movimientos circulares y de mete-saca más rápidos con su dedo.

- ¿Estás bien?¿Te duele? – preguntó Francis sin dejar de obedecer a su madre.

- No, no me duele. Ahora sácalo y méteme otro dedo, pero úntalos bien.

Cuando Francis sacó su índice, el ano de Isabel se relajó y se achicó levemente. Se limpió el dedo con el papel y se untó el índice y el corazón en abundancia. Avisó a su madre cuando estuvo listo. Ella se volvió a separar las nalgas y espero de nuevo a los dos invasores. Él, repitió el mismo proceso que antes pero llegando a introducir los dedos hasta los nudillos.

- Aauuu, Cuidado, Francis. – se quejó. – No tan adentro.

- Perdón. ¿Vas bien?

Su madre asintió y poco después dispuso que era el momento de pasar a mayores aunque hasta el momento no estaba disfrutando. Le dijo a Francis que se pusiera un condón, lo cual hizo tras limpiarse los dedos, y lo sentó en el sofá. Lo hizo así para poder ser ella quien controlara el ritmo y la profundidad de las penetraciones, pues en la postura del perrito debería de resignarse a aguantar las embestidas de Francis.

Untó bien la polla que iba a desvirgarle el culo aunque no sabía si la crema sería suficiente lubricante o si se secaría pronto en contacto con el látex del preservativo.

Francis empalmado y excitado vio como su madre se subía al sofá y empezó a sentarse sobre él dándole la espalda. Buscó un apoyo en el respaldar del sofá y con la otra mano asió su verga para centrarla en el agujero de su culo. Separó ambos cachetes a un ruego de su madre y espero con la polla palpitante.

Isabel hacía leves movimientos de sube y baja sobre el rabo de su niño tratando de abrirle un hueco en su culo pero aquella cabeza se negaba a entrar.

- Vamos mamá. – instó Francis. – Un poco más, ya mismo entra.

La besó en la espalda sudorosa y separó y estrujo sus nalgas con ansias mientras se contenía en dar un empelló hacía arriba que enculara a su madre de una vez por todas.

- Ya casi. Auu. Nnnn. Auu. No sé si va a entrar. – se quejaba Isabel, que temerosa temía hacerse algún desgarro.

Finalmente se dejó caer más y la cabeza de aquella barra de carne se abrió camino en su interior.

- ¡Aaaaauuu!¡Aaaaaahhh! Joder. ¡Aaaahhh!

- Ya está, mamá. Ya entró, sigue más. – la animó sintiendo como se cerraba el culo sobre su polla.

- Nnnoo. Duele. Ufff. – se quejaba entre bufidos teniendo tan solo el glande de su hijo en sus entrañas.

Francis soltó sus nalgas y agarró sus caderas pues no quería que su madre se levantara en ese momento, cuando lo más difícil se había hecho. Sin embargo, no hizo movimiento alguno de penetrarla, tan sólo se mantuvo en su interior.

La sensación de dolor se suavizó en el culo de Isabel, pero no despareció. Y sintiéndose una puta masoquista continuó descendiendo poco a poco sobre el cipote de su hijo, que a pesar de su tamaño normal, lo sentía gigantesco en esos momentos.

- Aaaaahhh. Aaaauu, Nooo. Vamos a parar. – dijo con medio rabo en su culo.

- No mamá, sigue así. Muévete, vamos. – gozó Francis, siendo él quien empezara con un lento mete-saca.

- ¡Aaahhh!¡Aaarrghh!¡Aaauu! Nnnooo, Francis. Para. ¡Aaauu! – se quejaba con palabras y negaba con la cabeza. – Noo. ¡Aaauu!

Francis se detuvo e Isabel pudo respirar con calma. Quiso desmontarse pero su hijo no la dejó aunque su ano pedía algo de libertad.

- Suéltame Francis, que me duele. Venga. – rogó.

- Sigue, lo estás haciendo muy bien, mamá. – dijo Francis que era el único que estaba disfrutando de aquella estrechez sobre su polla. – Por favor, sigue.

Muy a su pesar, no pudo negarse a ese "por favor", por lo que la complaciente mamá empezó a cabalgar lentamente sobre su hijo soportando como los dolores de su culo le iban subiendo por la espalda.

- ¡Aaaarrrrgh!¡Aaarrrgh!¡Aaauuu!Dueeee…le.¡Aaauuu!¡Aaarrgghhh!¡Aaaauu!

Tras un par de minutos desmontó a su hijo, pese a su resistencia, y se desplomó dolorida sobre el sofá ante la estupefacción de su hijo. No más de cinco minutos de ardiente dolor soportó Isabel en su culo antes de desistir. Le hubiera gustado complacer a su hijo y sobretodo le hubiera gustado disfrutarlo a ella, pero no lo había conseguido, tal vez hubiera necesitado dilatar más el ano o tendría que haberse masturbado simultáneamente, pero con los nervios no lo intentó.

- Lo siento, cariño, pero me dolía. – dijo resoplando mientras se palpaba el culo con sus manos.

- Jooo-der. – dijo en un primer momento. - ¿Te ha dolido mucho? No quise hacerte daño pero estaba muy excitado y me costaba controlarme.

- Lo sé, yo también hubiera querido seguir pero dolía bastante. – dijo.

Cuando vio que su hijo aún estaba empalmado lo animó a terminar.

- Vamos, mastúrbate, cielo.

Francis se quitó el condón con cuidado pues tenía algún resto de heces y se masturbó mirando a su madre desnuda, lo hizo muy rápidamente y cuando eyaculó el poco esperma que guardaban sus testículos, lo hizo sobre su muslo y ella se dejó.

Tras esto Isabel pidió a su hijo que hiciera la cena mientras ella se duchaba y el accedió sin rechistar lo cual la complació entrando luego Francis a asearse.

Recogieron todo y durante la cena Francis estaba muy animado y contento, le dijo a su madre lo que había disfrutado desde la noche anterior y propuso intentar de nuevo el sexo anal, cosa que Isabel decidió pasar por alto pues aunque menos dolorido tras la ducha, su culo aún estaba resentido. No le negó que había disfrutado una barbaridad esos días y le agradeció cumplir su fantasía, pero también le recordó que pasaría un tiempo hasta que volvieran a fornicar juntos.

- Lo sé, mamá. Pero eso no impide que tenga ganas de repetirlo.

- Ya, Francis, pero recuerda lo que te dijo. Esto debes tomártelo con calma y más esporádicamente para que no te obsesiones.

Lo volvió a dejar claro para que Francis no se hiciera muchas ilusiones. Aunque Francis lo propusiera, ella decidiría cuando sería el mejor momento. De este modo evitaba que se le pudiera escapar de las manos y se mostraba más firme con su hijo.