Madre entregada 1
Una madre decide enseñar a su hijo pequeño los secretos del sexo.
Madre entregada
CAPITULO 1
María cuarentona trabajadora vive una vida tranquila y sosegada, algo aburrida, pero sobre todo tranquila. Tiene tres hijos, Jacinto el mayor, Sergio el mediano y Eduardo el pequeño, su ojito derecho. Precisamente Eduardo era un joven un poco retraído, un poco intimidado por Jacinto, su hermano mayor que representaba casi el papel de padre.
Jacinto y Sergio salían todos los fines de semana de fiesta y no volvían a casa hasta casi el mediodía del sábado. Uno de esos fines de semana María decidió tener una conversación con su hijo pequeño. Sin darse cuenta la conversación deriva en las chicas y de ahí al terreno sexual sobre todo porque el joven era virgen, María, entregada a su pequeño y tras pensárselo un poco decide enseñarle a su retoño todo sobre el sexo empezando por el principio.
--- ¿Alguna vez has besado a una chica? --- pregunta María.
--- No, nunca he besado. --- contesta el joven Eduardo.
--- Bueno, por eso no te preocupes que voy a enseñarte.
Ni corta ni perezosa, María se sienta a horcajadas sobre las piernas de su hijo y poco a poco acerca su cara a la de él, hasta que sus labios se juntan. El joven permanece quieto y un poco nervioso, ella es la que lleva toda la iniciativa.
Primero opta por besar los labios del adolescente para calibrar su reacción, luego los separa con la lengua y finalmente la introduce en la boca adolescente entrando en contacto con la joven lengua. Mientras le morrea, coge las manos de su hijo y le hace acariciarle los muslos, subiendo poco a poco hacia su culo. María se separa un momento de la boca de su hijo para susurrarle al oído: --- Mete las manos por dentro de las bragas y sóbame el culo --- el joven muy nervioso decide hacer caso a su madre. Introduce las manos por dentro de las bragas y se agarra a las nalgas.
--- Así no, Así --- le dice María haciendo que su hijo le estruje las nalgas.
Así pasaron un buen rato durante el cual el adolescente se soltó besando a su madre, pues ahora era él el que la morreaba, ella le correspondió chupándole los labios y la lengua. Cuando se les cansó la lengua María dio por finalizada la primera lección.
Ella se puso de pie y se quitó el vestido quedándose en braguitas y sostén sentándose después dando la espalda a su hijo.
--- Ahora aprende cómo es el cierre del sostén, ábrelo y ciérralo varias veces para que comprendas cómo funciona.--- su hijo se puso a ello inmediatamente hasta comprender su funcionamiento. Poco después María se sentó a horcajas frente a su hijo.
--- Ahora quítame el sostén.
--- ¿Te voy a ver las tetas?
--- Esa es la idea, verás que las tengo un poco caídas pero aun cumplen.
Eduardo soltó el sostén en un santiamén, ella se lo quitó mostrando por primera vez los pechos a su hijo, el cual los miraba embobado María le cogió las manos y las puso sobre sus tetas.
--- Acarícialas con ternura, también puedes estrujarlas pero despacio.
El hijo acarició y estrujó las tetas a su madre y al ver que los pezones se levantaban jugó con ellos. Ella le pidió que se los chupara y su hijo se amorró a uno de sus pechos mamando como un cachorrillo, María observaba a su hijo acariciándole la cabeza, guiándole de un pecho a otro.
Más tarde ambos se pusieron en pie y María procedió a desnudar a su hijo, al quitarle el calzoncillo observó que el joven estaba empalmado.
--- ¡Vaya! Sí que la tienes tiesa.
--- La tengo pequeña.
--- De eso nada cariño, es normal. Date cuenta que sólo los diez primeros centímetros de la vagina es donde se aglutinan las terminaciones nerviosas, con el tamaño que tienes es más que suficiente para dar placer a una mujer, ¿si te toco te corres?
--- Lo más seguro.
--- Entonces dejémoslo para luego.
Al quitarse las bragas vio que Eduardo tenía la vista clavada en su entrepierna.
--- ¿Te gusta peludo o afeitado?
--- No sé.
--- Hijo no me digas que no has visto mujeres desnudas en internet.
--- Claro que las he visto.
--- ¿Entonces?
--- Mejor afeitado.
--- Muy bien, espérame aquí.
María fue al baño, cogió la espuma de afeitar de sus hijos y se rasuró todo el coño volviendo después con su hijo pequeño.
--- ¿Te gusta así? --- dijo poniéndose frente a Eduardo.
--- Así me gusta más.
--- Bien pues vamos a la siguiente lección.
--- Esto es el coño, y esto es el chocho --- dijo abriéndose la vulva con los dedos.
--- Esto es el clítoris si lo frotas despacio me corro de gusto ---María dejó que su hijo lo contemplara un ratito, incluso llego a tocarlo causándole un estremecimiento de gusto.
--- Por aquí es por donde meo y este agujero es la vagina, por aquí me tienes que meter la polla para follar ¿comprendes? --- Eduardo asentía embobado a las explicaciones de su madre.
--- Bien pues ahora chúpamelo, aprende a jugar con tu lengua y de paso saboréalo.
El joven arrimó la boca y con la punta de la lengua recorrió la raja varias veces, así hasta que aprendió a chupar el chocho materno con toda la boca.
--- La vagina, la vagina, méteme la lengua. ---pidió María.
Eduardo metió la lengua en la vagina materna tragando los flujos que emanaban del interior, pero enseguida volvió al clítoris pues era donde su madre gemía más y deseaba verla correrse.
María no tardó mucho en sentir los primeros latigazos de placer en el vientre y en las tetas y no pasó mucho tiempo hasta que sucumbió al clímax del orgasmo abrazada a la cabeza de su hijo. Nada más recuperarse, besó a su hijo en los labios, le agarró de la polla y le condujo a su dormitorio echándose los dos sobre la cama.
--- Ahora vamos a hacer un 69 ¿qué prefieres arriba o abajo?
--- Me da igual.
--- Entonces arriba.
María colocó a su hijo y empezaron la faena. Ella agarró la polla con la boca y comenzó a chupar con fuerza, también besó y lamió los huevos a su hijo y al volver a acoger su polla con la boca sintió tres disparos de leche que tragó sin problemas.
Mientras tanto Eduardo se afanaba en dar placer a su madre metiendo y sacando la lengua en la vagina y frotando el clítoris con la punta de la misma, de esa forma sorprendió a su madre con un nuevo orgasmo. Descansaron marreándose un rato.
María bajo la mano a la entrepierna de su hijo y al notar que estaba empalmado decidió que había llegado el momento de follar. Se tumbó de espaldas sobre la cama y separó las piernas para acoger a su hijo, le agarró de la polla y la dirigió a la entrada de su vagina; Eduardo sólo tuvo que empujar para meterse dentro de su madre, ella se estremeció, hacia tanto que no follaba… el adolescente empezó a entrar y salir de su coño acelerando las embestidas poco a poco.
Llegó un momento en que el joven empezó a empujar de forma desenfrenada y ella acabó encadenando varios orgasmos seguidos; mientras se relajaba sintió los espasmos de la polla de su hijo al correrse.
Descansaron jugando a morrearse y cuando vio a su hijo nuevamente empalmado volvieron a follar; esta vez ella sólo tuvo un orgasmo pero fue largo y muy dulce. Después del cuarto polvo María decidió hacer un alto para cenar.
Durante la cena comentaron sus sensaciones, sobre todo su hijo que estaba entusiasmado y lanzado. Después de cenar fue él el que cogió de la mano a su madre y la condujo al dormitorio; allí la echó el quinto polvo y se quedó dormido.
María contempló a su retoño con amor, se agachó sobre su entrepierna y le lamió la lefa que aún salía a borbotones del capullo, se lo lamió hasta dejárselo limpio. Luego se puso la mano en la entrepierna y se levantó de la cama para dirigirse al baño. Se sentó en el bidet y al retirar la mano de su entrepierna, vio la palma salpicada de leche y se la lamió mientras el resto de la corrida de su hijo escurría de su coño.
Según se lavaba pensó en lo ocurrido y se sorprendió por no sentir ningún remordimiento, al contrario, había conseguido a un amante fijo que la daría el placer y el cariño que necesitaba.