Madre e Hijo Comen del Manjar del Incesto

Primero me sentí la peor madre del mundo, pero luego descubrí que era la mejor.

El amor de una madre suele ser el más puro, profundo, e incondicional; un vínculo afectivo que puede ser una maravilla para quien lo experimenta y algo perturbador y aberrante para quien se limita.

Hola, mi nombre es María Sofía; tengo 36 años; soy psicóloga, madre y esposa; hace unos días se publicó entre los colegas, el caso de una madre, que enfrentaría juicio, por cometer incesto con su hijo, lo que me hizo tener que visitarla en la cárcel para brindarle ayuda y apoyo. Recuerdo haber visto a los ojos a una mujer, fuerte, valiente y hermosa; con una etiqueta de pervertida en su rostro; entonces… supe, que éramos retorcidamente semejantes.

Mi nombre es Virginia Ester, tengo 40 años, y enviude hace 10 años. Soy una mujer bajita, cabello corto y liso, tez blanca, un culo muy prominente, tetas mas reservadas, y un cuerpo delgado. Por mí profesión (soy visitadora médica) siempre trato de vestir elegante, y no niego que he tenido una que otra aventurilla con más de un colega, pero nada comparado con el placer que está relación prohibida me ha obsequiado. Mi hijo se llama Sebastián, tiene 19 años, y es mucho más alto que yo, su cuerpo es atlético ya que es aficionado a los deportes. Es Rubio como su padre y tiene el mismo carisma que mi marido ahora fallecido.

Todo comenzó una noche cuando realizaba un reporte en mi laptop. Después de cenar, mi hijo veía una película en una plataforma digital de paga, en  el salón, y yo estaba junto a él en el sofá, por momentos le prestaba atención a la película;  pero en algún momento note la incomodidad de Sebastián, yo levante la vista y note un beso muy apasionado y de larga duración, entre los dos protagonistas, los cuales, se suponía, que eran madre e hijo. tuve que dejar por un lado lo que estaba haciendo y confieso que me excite levemente.

- Cuando eras pequeño te daba besos en la boca. -exclame; sin atreverme a ver a los ojos a mi hijo y tan solo para romper ese momento incomodo.

- Y… ¿Por qué ya no lo haces? -pregunto mi hijo.

- porque ahora ya estás grandecito, y no vaya a ser que se pongan celosas tus novias. -dije para salir de ese problema en el que me había metido, yo solita.

Sabía que, el comentario que había lanzado, no era  lo más inteligente por mí parte, pero; la respuesta de mi hijo, acompañado de la escena, había hecho que cuestionara, El amor entre madre e hijo y el incesto.  Los siguientes días fueron cruciales, me encontré sola en la casa antes de ir a trabajar; acababa de salir de bañarme y mientras andaba completamente desnuda por la casa busqué la película adelante hasta la escena y la contemplé con mucho cuidado, rápidamente note una excitación en mi, y aunque se trataba de un simple beso, me creaba un morbo muy grande el saber que eran madre e hijo. No dudé en masturbarme llegando al orgasmo rápidamente y casi en tiempo récord. Me había excitado tanto que incluso ensucie el sofá, y tuve que limpiarlo antes de salir a mis labores.

Ese día trate de acortar mis visitas, y como no debía ir a la oficina, me fui directo a casa, donde comencé a investigar sobre el incesto; me sentía con mucha curiosidad, pero ni siquiera había comenzado a leer los títulos y ya estaba calentándome, y cuando reaccioné ya me estaba masturbando mientras veía un vídeo muy explicito encontrado en la web. Después de ese momento me metí a bañar y sentí mucha culpa por los pensamientos y pulsiones que estaba experimentando, me sentía sucia, e incluso me sentía depravada conmigo misma. Cuando salí de bañarme me cambié y salí a preparar la cena, mi hijo no tardó y llegó a casa, me sentía tan mal que no quería ni ver a mi hijo; me avergonzaba de mi misma. Ese día no cene y solo me fui a dormir. Así pasaron los siguientes tres días, pasé evitando a mi hijo, tratando de hacer otras actividades para distraerme y no pensar en cosas relacionadas al incesto.

Entonces llegó el día Domingo; Mi hijo estaba en la final de un torneo  amateur de tenis, y obviamente tenía que acompañarlo desde las gradas. Yo iba con un vestido de verano algo escotado, y corto sin ser vulgar. Un sombrero grande para el sol, gafas oscuras, unas sandalias y debajo… una tanga negra de encaje, y nada de sostén, lo que me provocaba un sentimiento rico cada vez que el vestido rozaba mis pezones.

Después de una hora o más de juego, mi hijo sacó la última jugada y tras un gran esfuerzo se lanzó para regresar la pelota y ganar el juego de forma espectacular. Todos nos pusimos de pie y los aplausos no se hicieron esperar, mi hijo salió corriendo y me fue a buscar entre el público, se paró frente a mi y cuando yo abrí los brazos para recibir a mi hijo, el me tomo el rostro con gran delicadeza y me fundió un gran beso que me sorprendió tanto que nuestros labios tan solo se chocaron por unos segundos, a todos les pareció algo muy lindo y pensaron que éramos pareja. Después de la premiación mi hijo fue a los camerinos y la final de otra categoría dio inicio. Yo me sentía confundida pero excitada, sabiendo que mi hijo había dado el primer paso, sabía que el resto era mío. Así que fui a buscar un baño para masturbarme pero antes de entrar me di valor y decidida, me cole al camerino de mi hijo, cerré la puerta y coloqué llave, escuché la ducha cayendo, y fue lo que me animó, y sabiendo que no había nadie, corrí la cortina rápidamente y vi las nalgas tersas de mi hijo en primera escena, me quite las gafas, al momento que Sebastián se volteaba y cuando mis ojos quedaron libres, la virilidad de mi hijo quedó frente a mis ojos.

Mi hijo se sorprendió, y su primera reacción fue taparse el pene con sus manos, levante mi vista a los ojos de Sebastián, y con una sonrisa pícara me acerqué a él; puse mi mano detrás de su cabeza y lo atraje hasta mi altura donde nos fundimos en un beso en donde probé los labios de mi hijo y casi por sorpresa, comencé a introducir mi lengua en su boca, mi hijo se paralizó y apenas movía su lengua para juguetear con la mía, y mientras me comía la boca de mi propio hijo, lo acerque apretando mi cuerpo contra su cuerpo desnudo, y de inmediato note su erección pegando contra mi ombligo, lo que hizo que perdiera toda cordura y sin dejar de besarlo comencé a frotar su verga, como si estuviera masturbando a mi propio hijo; Entonces Sebastián puso sus manos en mi cintura, las bajo a mis caderas y con mis manos las baje a mis nalgas, donde no dudó en apretarlas fuertemente.

Yo estaba en un trance sexual, y completamente excitada, y quería ser follada por mí propio hijo, mis bragas estaban mojadas y mi vagina ya estaba lubricada a un nivel considerable, y estaba lista para consumar el incesto. Así que me bajé, hasta hincarme frente a la virilidad de mi hijo, la cual ya estaba muy dura y erecta. Bese sus testículos y los chupé, lamí el tronco de su pene hasta la orilla del glande, junte mucha saliva en mi boca, y luego la escupí sobre la verga de mi hijo al mismo tiempo que introducía su pene en mi boca, y mientras chupaba la verga de mi hijo, cada vez que levantaba mi vista veía a Sebastián con sus ojos cerrados y llenos de placer; entonces me levanté, y le di un beso en la boca a mi hijo, y con sus manos desacomodo los tirantes de mi vestido, desnudando así mis tetas, que al verlas actuó sin mesura y se pegó a mis senos y mientras chupaba y lengüeteaba mis pezones con sus manos me amasaba las tetas, esas que alguna vez lo alimentaron de pequeño. Su lengua en mis pezones me hicieron descubrir una zona erógena que jamás había sido explorada, y cada lengüetazo en mis tetas me producía escalofríos en mi vulva, y una gran tensión; lo que hizo que tomara la mano de mi hijo y la colocará sobre mi concha mojada.

Sebastián movió mi tanga y comenzó a frotar mi sexo hidratado con su mano, lo que me hizo doblar mis piernas cuando encontró mi clítoris y dar unos pasos hacía atrás, hasta topar en una cama de masajes; entonces me levanto sobre la cama, arremangue mi vestido y sin permitirme pensar, mi hijo me despojo de mis bragas, lanzándomela en la cara. Mi cuerpo estaba en estado de ebullición, así que tome mis bragas y la chupe limpiando mi propio flujo vaginal; abrí mis piernas como invitando a mi hijo, y su lengua comenzó a recorrer mi entrepierna hasta llegar a mis labios carnosos y gordos de excitación, de inmediato cerré los ojos, su lengua se abrió paso e ingreso a mis labios internos hasta entrar a mi vagina y succionar mis labios y luego comenzó a absorber mi clítoris, lo cual me produjo una gran carga que me hizo retorcer mi cuerpo, de lo rico que se sentía, mientras yo me pellizcaba los pezones. Fue algo incontrolable que hizo soltar un par de gemidos hasta llegar al orgasmo.

Sin darme tiempo de respiró, mi hijo me acomodó a su manera mientras yo aún me reponía de mi orgasmo, se subió a la cama de masaje, abrí mis piernas cómo una madre consentidora, y me miró a lo ojos, los cuales estaban hinchados de placer, y sin perder detallé comenzó a masturbarse frente a mi, lo que me puso muy caliente nuevamente, acercó la punta de su verga a mi vulva y lo frotó en la entrada de mi vagina la cual babeaba descontroladamente, yo sentía que me moría y con mis piernas enrolladas sobre su cuerpo trataba de ejercer fuerza para que se introducirá en mi. Yo quería ser penetrada por mí hijo de inmediato, quería saber qué se sentía copular con mí propio hijo, y ya no aguantaba, y Sebastián me estaba haciendo sufrir mientras rozaba su verga en mi sexo; y cuando menos lo esperaba Mi hijo levantó un poco su cuerpo y con fuerza dejó caer su peso sobre mí hundiendo su verga hasta mi útero, cerrándome los ojos y sacándome un suspiro. Mi cuerpo se retorcía del placer, lo que hizo que llevará uno de mis senos a mi boca, mientras mi hijo metía y sacaba su verga de donde una vez habitó, y al mismo tiempo mi hijo se lamia mi otro seno.

Entonces Sebastián levantó una de mis piernas con sus manos, permitiéndole más profundidad, yo levante uno poco mi cuerpo y con mis manos lo acerque y le di un beso lleno de lujuria mientras era embestida y fornicada por mí propio hijo, nuestros cuerpos comenzaron a transpirar, y un par de gotas de  sudor de mi hijo cayeron sobre mi rostro, mis tetas estaban rojas por calor, y la verga de mi hijo se hundía muy dentro de mi; de inmediato mi vulva se llenó de gran tensión, mi cuello y mi espalda soltó un sudor frío, mi respiración se fue acelerado demasiado, mis músculos se fueron contrayendo, mi hijo comenzó a emitir gemidos mientras sus ojos se cerraban y mientras mis resoplos se hacían más fuertes sentí la verga de mi hijo comenzar a bombear grandes cantidades de semen que chocaban contra mis paredes vaginales, lo que me hizo dejar de moverme para sentir el cuerpo de mi hijo frotarse contra el mío, y una electricidad deliciosa explotó en mi vagina y recorrió todo mi cuerpo en medio de mis gemidos, haciendo sacudir mi cuerpo mientras perdía todo tipo de sentido sobre mi cuerpo el cual aún recibía los últimos borbotones de esperma de mi hijo, hasta quedar Extasiados.

Nuestros cuerpos estaban colapsados, y cuando mi mente se fue aclarando noté que había tenido el mejor sexo de mi vida y había sido con mi propio hijo, y estaba dispuesta a volver a hacerlo. Adán y Eva comieron el fruto prohibido y nosotros como madre e hijo comimos el manjar prohibido del incesto. Yo me levanté y le di un beso rápido a mi hijo quién aún no se movía, Sebastián se sonrió y le dije que se diera prisa, porque en cualquier momento podía tocar a la puerta alguien. Yo me detuve el vestido para no mojarlo y fui directo a la ducha donde solo me lave mi sexo y mi hijo tuvo que volver a ducharse, me puse mis bragas y cuando Sebastián se terminó de cambiar trasladamos sus pertenencias al auto. Nos dirigimos a casa donde dimos rienda suelta como dos reciencasados, o como dos amantes que son, madre e hijo.