Madre e hija: de tal palo, tal astilla.

En una cena navideña, Clarisa reconoce que quiere acostarse con su madre y someterse a ella.

Se acercan las festividades navideñas y la familia viene a cenar a casa de Clarisa y Elena. Elena es una divirciada de 40 años, pelo castaño y largo, delgada pero con un culo y unas tetas notables. Su hija, Clarisa, tiene 20 años, el pelo rubio y tiene un cuerpo regordito, pero sus tetas son escandalosamente grandes, y eso es algo que sabe y le gusta. La verdad es que Clarisa, a su corta edad, ha tenido una vida sexual muy completa: bisexualidad, bdsm, le encanta la humillación, el dolor, sexo en público... E incluso alguna vez ha llegado a masturbarse pensando en su madre. Pero, tras correrse, se sentía culpable y pensaba en ello como una simple guarrada más que no reflejaba la realidad. Esta noche descubriría si eso era cierto o no.

Eran las 20:30, los invitados no tardarían en empezar a llegar. Clarisa se había puesto un escote bastante revelador con una falda demasiado corta. Si un tenedor se caía y ella se agachaba a recogerlo, todos los invitados le verían el culo y la rajita. Podrían haberle visto las bragas, pero esa noche se sentía especialmente cachonda y había preferido obviarlas.

Su madre la vio y entró en histeria:

-¡Clarisa! ¿Qué haces vestida así?

-¿Así cómo?

-¡Sabes perfectamente a lo que me refiero!

-Mamá, ya tengo 20 años, ¿puedes dejarme vestirme como quiera?

-No vas a ir vestida como una cualquiera a esta cena. Vienen familiares pero también compañeros de trabajo. ¿Qué van a pensar de mí?

-De ti nada, puede que lo piensen de mí y no tengo ningún problema -respondió Clarisa, desafiante.

Antes de que pudiese seguir, Elena le había cruzado la cara con la mano abierta. Nunca le había pegado. Recordemos que a Clarisa le gustaban este tipo de cosas, pero nunca habían venido de su madre. Se quedó congelada. Su madre procedió a intentar cerrarle un poco el escote con las manos. Al rozar las tetas de Clarisa, ésta se estremeció muy disimuladamente. Definitivamente estaba cachonda y quería algo más que un roce en las tetas. Su madre le cosió a prisa y corriendo el escote para que fuese más pequeño.

-Quizá hasta el final de la cena aguante. -dijo Elena enfadada.

También le bajó un poco la falda para que no estuviese tan alta, rozando sus muslos. El cuerpo de Clarisa pedía más.

-Te sentarás a mi lado. -ordenó Elena.

Clarisa no dijo una palabra mas.

Entre las charlas de los invitados, Elena no dejaba de meter la mano por debajo de la mesa para bajarle la falda a Clarisa, la cual se volvía a subir y en cualquier momento podía dejar a Clarisa expuesta.

No podía más. Sentir el rozar de esa mano en sus muslos, le estaba haciendo demasiado. Se estaba sintiendo dominada... Y estaba bastante cachonda por su madre en ese momento.

Necesitaba llamar la atención. Se apoyó en la mesa, con las tetas encima de los brazos. Los hilitos que había cosido su madre hace un rato se rompieron y el escote se abrió del nuevo. Elena se llevó la mano a la cara en señal de vergüenza.

-Vamos, Ele, no seas remilgada, sabes perfectamente que tú eras así a su edad. -Paco, compañero de trabajo y amigo de la infancia de Elena, llevaba ya unas copas de más.

-Paco, por favor...

-Tus padres siempre te echaban la bronca por toda la gente a la que colaste en casa por las noches y por llevar ese tipo de ropa.

-¿Gente? ¿No sólo chicos? -Preguntó Clarisa

-No, chiquilla, a tu madre le gustan las cosas en las dos direcciones tanto como se comenta por el pueblo que te gustan a ti jaja

A Clarisa se le encendieron los ojos. ¿Su madre también era una guarra y bisexual igual que ella? ¿Podría tener suerte esa noche? Era ahora o nunca.

Clarisa, con disimulo, se subió la falda hasta dejar su coño expuesto y bajó un poco el culo en la silla. Así, cuando su madre fuese a buscar la falda, se encontraría con su coño.

Y así ocurrió. La mano de Elena buscó por sus muslos. Iba subiendo poco a poco para encontrar la tela de la falda. Hasta que sus dedos notaron una humedad que le resultaba familiar. Le había puesto la mano en el coño a su hija, y estaba chorreando tanto que la mano se le empapó con sólo ponerla encima. Tardó más de un momento en retirarla y recuperar su cara de escándalo.

Clarisa estaba completamente roja. En cualquier momento podría tener un orgasmo en plena cena con público.

Su madre recuperó la cara de decepción, se limpió la mano con una servilleta y le dijo a Clarisa que si podían ir a hablar un momento en privado. La chica se bajó la falda y fue detrás de ella.

Según entraron en la otra habitación, Clarisa se llevó otro bofetón.

-¿SE PUEDE SABER QUÉ HA SIDO ESO? ¿NO LLEVAS BRAGAS? ¿POR QUÉ TENÍAS LA FALDA TAN ARRIBA?

Clarisa ya no podía pensar con claridad. Había cruzado la línea, estaba completamente ida, consumida por la lujuria.

Hizo un movimiento estratégico. Abrazar a su madre y pedirle perdón.

-Lo siento, mami.

Era impropio de ella. Nunca abrazaba a su madre. Nunca pedía perdón. Pero sí estaba haciendo algo: apretar bien su coño contra el de su madre, sus tetas contra las de su madre, poner sus labios en su cuello. Cada vez apretaba más. La falda de Clarisa ya estaba mojada y estaba empezado a traspasarse a los pantalones de Elena.

-Clari... Qué está ocurriendo...

-Mamá, soy una guarra. He tenido fantasías terribles. Pero, tú también lo eres, ¿verdad?

-Clari...

-Mira lo guarra que es tu hija...

Clarisa le empezó a comer la boca a su madre, la cuál se mantuvo quieta un momento pero reaccionó al minuto comiéndosela también a ella.

Empezaron a despojarse de la ropa de la otra. Clarisa se metió los pechos de su madre en la boca. Los mismos de los que había mamado cuando era pequeña, ahora ambas gemían con ese mismo gesto. Elena agarró los de su hija y empezó a darle pellizcos en los pezones.

Clarisa no dejaba de gemir. Levantó la cabeza de los pechos de su madre y pronunció sus palabras favoritas:

-Soy tuya.

Elena tiró a su hija contra la cama. Pasó su dedo por su rajita.

-¿Esto es de cuando te he cruzado la cara, cerda?

-Sí, mami.

Empezó a intentar tocarle el clítoris, pero estaba tan resbaladizo que era casi imposible. Elena estaba cachonda, pero quería llegar al mismo nivel. Le puso a su hija el coño en la boca.

-A ver qué sabes hacer.

Clarisa empezó a mover la lengua en varias direcciones hasta que encontró dónde veía más espasmos en el clítoris de su madre. Elena gimió sin parar sobre la boca de su hija.

Primer orgasmo conseguido en dos minutos, pero la cosa no iba a parar ahí.

-Veo que tienes práctica. ¿Eres una guarra?

-Sí, mami.

-Pues te voy a hacer una buena guarrería.

Clarisa se pensó que su madre también le comería el coño, pero hizo algo mejor. Puso su coño sobre el de ella.

Al principio estaban ambos de labios cerrados. Elena frotó suavemente su coño contra el de su hija. Clarisa ya desprendía hilitos de flujo vaginal incluso con los labios cerrados.

Elena abrió su coño y el de su hija para que estuviesen en contacto total. Clítoris contra clítoris. Sus flujos entremezclandose. Empezó a hacer movimientos más intensos.

-MAMÁ. JODER. MAMÁ. DIOS TENGO EL COÑO LLENO DE TU FLUJO. Y TÚ TIENES EL COÑO LLENO DEL MIO. DIOS. QUÉ GUARRADA. ME ENCANTA.

Elena le pellizcó los pezones a su hija mientras seguía frotando su coño contra el de ella. Ambas gemían. Clarisa explotó en un orgasmo gigante bajo el coño de su madre, con squirt incluido. Su madre, tras notar aquel chorro, se vino también. Cayó en la cama al lado de su hija. Le pasó los dedos en el coño y se los metió a Clarisa en la boca.

-Prueba tu sabor, puta incestuosa.

-Sí lo soy. Y no voy a negarlo más. Quiero follar más contigo y, si no lo haces, me masturbaré pensando en ti. Me pondré tus bragas sucias, te espiraré mientras te vistes. Mi madre me pone cachonda. -Admitió al fin Clarisa.

-Buena chica. -dijo Elena mientras le daba otro beso en los labios a su hija.

Lo que ambas no sabían es que Paco había estado mirando a través de la puerta todo el rato... Os lo contaré más adelante.

Nota: Este es mi primer relato y me he corrido tras escribirlo. Pero no sólo quiero disfrutarlo yo. Dadme vuestra opinión para seguir mejorando. pronto tendréis la segunda parte. Firmado: La Cruzadora de Líneas