Madre e hija contra hijo
Relato corto de cómo una madre e hija castigan al hijo. Relato dedicado a una gran escritora de esta comunidad a la que admiro y leo con asiduidad.
Sonia se había separado después de años de sufrimiento al lado de su esposo. Al principio solo habían sido insultos y poco más, pero con el paso del tiempo su marido fue abusando más y acabó golpeándola sin parar. Por eso decidió separarse de ese abominable hombre e irse a vivir con su hija Sandra a un pequeño apartamento. Se hubiera llevado también a su hijo Luis, pero el padre consiguió que su hábil abogado lo impidiese y al final el juez optó por darle la potestad del hijo al padre. Ellos se quedaron con la casa grande y ellas tuvieron que mudarse a un minúsculo apartamento.
Los meses y los años pasaron y los niños crecieron. Sandra ya tenía 18 años y Luis 16. Pero ocurrió lo inesperado: el padre falleció víctima de un accidente de coche. Sonia esperaba heredar la mansión del padre y poder rehacer su vida en una casa más grande de la que había tenido que huir años atrás. Pero al abrir el testamento, su exmarido le había jugado una mala pasada: no podría ir a vivir a esa casa hasta que su hijo Luis cumpliera los 18. Así que no tuvo más remedio que acomodar a su hijo Luis en su minúsculo apartamento junto a su hija Sandra.
Luis tenía su propio cuarto, pero Sonia y Sandra tenían que compartir habitación. Aún así el roce era inevitable y Sonia veía en Luis el reflejo de su exmarido, aunque en verdad el pobre chico no había heredado para nada la maldad del padre.
Luis empezaba a tener las hormonas disparadas como cualquier chaval de su edad. Además, el estar conviviendo con su madre y su hermana no facilitaba la labor, ya que ambas eran muy guapas, especialmente Sandra, la hija, que tenía un cuerpo delgadito, pero con unas abultadas tetas y un culo marcado que era imposible no mirar. Sandra era consciente de que Luis la miraba y se divertía con ello, dejándole ver un poco de sus generosos atributos de vez en cuando. Solía subirse un poco la falda, o desabrocharse algún botón de más de la blusa, con el objetivo de calentar a su pobre hermano. Y lo conseguía: Luis no le quitaba ojo de encima y la madre lo notó y le disgustó, pero poco podía hacer aparte de decirle que dejara de mirar con esa cara de pervertido a su hermana. Además, a su hermana esa situación la divertía y excitaba.
Finalmente, un día que Sonia salió a comprar, Sandra aprovechó para pasearse por el apartamento solo con una blusa escotada sin mangas y unas braguitas. Luis no podía quitarle ojo y ella lo sabía y lo disfrutaba: se inclinaba poniendo su generoso culo en pompa y dejando ver sus pechos cada vez que se agachaba. Luis no perdía detalle, pero no osaba decirle nada. Finalmente, Sandra se sentó en el sofá, con las piernas abiertas, frente a Luis. Luis se quedó mudo e inmóvil mirando la esbelta figura de su hermana. Sandra empezó a desabrocharse lentamente la blusa hasta la cintura, dejando que se viera una buena porción de sus pechos. Luis se olvidó de lo que estaba haciendo y se quedó boquiabierto mirando a su hermana. Ella lo miró sensualmente y le dijo:
“
Quieres verme desnuda verdad? Pues primero desnúdate tu anda…”
Luis hipnotizado por esas palabras empezó a desnudarse totalmente delante de su hermana. Sandra lo miro excitada mientras se quitaba las braguitas dejando al aire su coñito perfectamente depilado. Ver así a su hermana provocó una erección inmediata en Luis. Sandra empezó a tocarse lentamente mientras se lamía el labio, excitando más a su pobre hermano que estaba deseoso de ver más de su hermana. Pero en ese momento la madre abrió la puerta del apartamento con las bolsas de la compra y la expresión de Sandra cambió totalmente.
Sandra se abrió bruscamente la blusa haciendo que saltaran los pocos botones que quedaban abrochados. Empezó a gritar:
“
¡¡¡Déjame, no me toques!!!!, ¡¡¡No!!!, Te lo suplico, no me violes…”
Luis se quedó muy sorprendido e inmóvil. No entendía lo que estaba pasando. Su hermana había pasado de ser muy sensual a actuar como una loca. Pero la sorpresa le duró poco tiempo. Cuando la madre entró al comedor, lo que vio y los gritos de Sandra le hicieron entender una situación distinta: Vio a su hijo desnudo y empalmado enfrente de su hija desnuda y tumbada en el sofá, con la ropa arrancada y gritando que no la violase. Inmediatamente dejó caer las bolsas de la compra y se abalanzó sobre Luis y le propinó un bofetón descomunal que tumbó el chaval al suelo. Sandra se abrazó a su madre suplicando que la protegiese y que no dejara que su hermano la violase.
Luis en el suelo y recuperándose del bofetón intentó explicarse, pero la madre solo atendía a las súplicas y sollozos de su hija. Al mirar con cara de odio a su hijo pudo ver su pene duro y desprotegido, ya que el chico estaba con las piernas abiertas. Aprovechó para ir hacia él y propinarle una buena patada que impactó entre su pene duro y la bolsa escrotal. El grito de dolor del chico fue muy fuerte. Inmediatamente de puso en posición fetal protegiéndose los huevos con ambas manos y llorando como un bebé. Al verlo así Sandra sonrió malévolamente. Se abrazó por atrás a su madre y le suplicó que lo dejara a ella castigarle también. La madre aceptó y ató las manos del chico a su espalda y lo incorporó. Luis intentaba hablar, pero el dolor se lo impedía y apenas podía balbucear nada entendible. En ese momento vio a su hermana delante de él, sonriendo con cara de sádica. Por fin podía ver el cuerpo desnudo de su hermana y era realmente espectacular. Pero luego vio el pie de su hermana que avanzaba a gran velocidad hacia sus testículos hasta que impactó y los aplastó de una certera patada. Luis cayó de rodillas lamentándose sin parar. Entonces se acercó la madre y lo sujetó por el cabello, tirando de su cabeza hacia atrás. Lo miró a los ojos fijamente, con cara de odio y le asestó otra patada a sus huevos.
“
Muy bien mamá” exclamó su hija emocionada. Estaba excitadísima de ver como su hermano a pesar de que le estaban destrozando los huevos aun estaba excitado.
“
Hay que darle bien fuerte en los huevos hija” Le dijo su madre. “es donde más les duele. No tengas piedad con este capullo”
Sandra hizo caso a su madre y volvió a golpear con su pie en los huevos provocando más dolor en el pobre chico.
“
Si es difícil de acertar, siempre puedes usar las manos” dijo su madre mientras levantaba a Luis por el cabello y llevaba sus manos a los castigados testículos para luego aplastarlos entre sus dedos.
“
Déjame probar a mi” dijo rápidamente Sandra. E hizo lo mismo que su madre, pero clavando sus afiladas uñas en la bolsa mientras estrujaba con todas sus fuerzas. Mientras lo hacía frotó sus tetas contra el cuerpo de su hermano para que notara sus pezones duros arrastrándose por su piel.
“
Vamos hija, dale el golpe final: un buen puñetazo en todos sus huevos” dijo la madre mientras separaba las piernas de Luis, que apenas podía ofrecer resistencia ya. Sandra se arrodilló delante de Luis, le sujetó el pene, aun duro, con su mano para separarlo y le asestó un puñetazo con su mano derecha. Notó como los testículos del joven se aplastaban entre sus nudillos. Aprovechó para mover ligeramente hacia arriba y abajo la mano con la que sujetaba el pene, provocándole una breve pero intensa corrida al desgraciado chaval.
La madre al verlo exclamó: “Eres un degenerando Luis, merecerías que te castrásemos”. Pero Luis ya había perdido el conocimiento y se desplomaba al suelo totalmente inconsciente.