Madre, dueña y Señora( final)
Llegaba la primavera y la sangre estaba más que alterada en aquella santa casa. Doña Eloisa, de repente decidió, que esa tarde se follaría a su hijo, aun no sabía como pero lo haría, sobre las 6 de las tarde pensando que estaban sólos en casa le dijo a su hijo...
( Sería conveniente leer las partes anteriores)
La última paliza que le había dado doña Eloisa a su hijo Juan, había acabado con una comida de coño de éste que dejó a ambos agotados, felices y avergonzados.
Los siguientes días pasaron como si no hubiera sucedido nada entre madre e hijo, ambos intentaban pensar en otra cosa, pero cuando estaban solos se miraban de reojo, y no podían dejar de recordar aquella sesión de lamida de coño que tanto habían disfrutado tanto madre como hijo, las conversaciones entre ambos eran como siempre, con sumo respeto de madre a hijo, aunque había un punto más de cariño en las palabras y en la actitud de la madre.
Mientras Sara, la hija de doña Eloisa y un año mayor que su hermano Juan, sospechaba algo, veía a su madre menos severa y estricta de lo normal, y a su hermano en un estado de alelamineto que parecía no bajar de las nubes.
Las noches eran duras para madre e hijo, doña Eloisa vió despertaada su dormida líbido con la experiencia que tuvo con su hijo y no podía pasar ni una sola noche sin masturbarse en su cama pensando en que necesitaba un hombre, y ese hombre no podía ser otro que su Juanito, ella siempre lo trató con dureza, pero eso no había hecho más que hacerlo más sumiso y más maleable, además pensaba en sus nalgas, le parecieron siempre tan tiernas, tan apetecibles mmmmmm imaginaba su zapatilla restallando contra aquel delicioso trasero y se corría sin apenas tocarse.
Pero aquella mujerona quería más, en las últimas palizas que había dado a su hijo a culo desnudo, se había percatado de la tranca que lucía el chaval, nada que ver con la de su difunto padre, Juanito gastaba un maromón que hacía relamerse literalemente los labios a su madre, y su mente solo se dedicaba a trazar un plan para poseer a su propio hijo, no sabía como, pero lo iba a conseguir, se le secaba la boca de placer de solo pensarlo.
Llegaba la primavera y la sangre estaba más que alterada en aquella santa casa. Doña Eloisa, de repente decidió, que esa tarde se follaría a su hijo, aun no sabía como pero lo haría, sobre las 6 de las tarde pensando que estaban sólos en casa le dijo a su hijo:
-Juan, acompáñame a la buahardilla.
-Si madre.
El joven emprendió el camino subiendo las escaleras detrás de su madre, ésta llevaba una falda gris acampanada por las rodillas, blusa blanca, y zapatillas sin medias, eran unas zapatillas-chinelas abriertas por detrás, azulonas aterciopeladas con suela de goma amarilla, Juan pensó al verlas y al oir aquel maravilloso chancleteo que picaban como demonios y una paliza con aquellas zapatillas suponía como mínimo tres dias sin poder sentarse, al menos si la tunda era dada por su madre, pero a pesar de ello, o quizá deberíamos decir que precisamente por ello, Juan adoraba aquellas zapatillas, en realidad aquellas, y todas las que tenía y había tenido su queridísima madre.
No sabía cuando se había hecho adicto a las zapatillas y a los zapatillazos de su madre, pero ahora además estaba profundamente obsesionado con ella, la deseaba sexualmente, muy probablemente el clic que había provocado aquel deseo fue cuando ella le ordenó zapatilla en mano que le comiera el coño, pero también es muy posible que estuviera enamorado desde muy niño, y todas las azotainas que recibía por parte de su madre, lo único que hacían era reforzar su amor y su entrega.
Por su parte doña Eloisa subía las escaleras con el corazoón a mil por hora, deseaba a su hijo, y pese a que había estado pensando en como seducirlo para satisfacer sus instintos, no tenía ni idea de como llevar a cabo sus planes, ella hasta hacía unas semanas era una mujer devota, religiosa, estricta con la moral, pero ahora iba follar con su hijo, estaba decidida a ello, aunque lo tuviera que forzar, el corazón se le salía por la boca, de miedo pero sobre todo de excitación.
Por fin llegaron al final de la escalera y abriendo la puerta, le dijo a su hijo.
-Pasa.
-Gracias madre.
Doña Eloisa pasó detrás de su hijo dejando la puerta entreabierta tras de ella , echó un vistazo por la amblia buhardilla abrió una persiana para iluminar la estancia y se sentó en la amplia cama que había junto a la ventana, cruzó las piernas y apoyó las palmas de sus manos sobre el edredón que cubría el colchón, y le dijo a su hijo.
-Juanito Juanito que no eres bueno.
-Madre porque dice eso?
-¿Te crees que no me he dado cuenta como me miras?
-...
-Contéstame Juan
El pobre chaval se puso rojo rojísimo, ¿ se habría dado cuenta su madre de sus deseos hacia ella?, estaba a punto de darle un síncope cuando volvió a oir de boca de su madre.
-Juan ven aquí!!!.La mujer estiró su robusta pierna de forma muy sensual quedando su zapatilla casi al alcance de las manos de su hijo, que supo desde el principio lo que iba a suceder, así que se acercó , descalzó con cuidado el pie derecho de su madre, tomó la zapatilla en sus manos, y sin ni siquiera saber porqué, se la acercó a la nariz y empezó a olerla y a besarla antes de tendersela a su madre para que lo castigara como hacía habitualmente.
Al coger la zapatilla en sus manos Eloisa vió el azoramiento de su hijo que no había podido resistir el impulso de olisquear y casi babear las zapatillas de su madre como un vulgar perrito, entonces decidió aprovecharse de la situación.
-¿Te gustan mis zapatillas Juan?
-Eh si.. si, están bien.
-PLASSSSSSSSSSSSSSS no me mientas, y contéstame a lo que te pregunto. El primer zapatillazo había caido sobre el muslo.
-Si madre, me gustan mucho...
-Y te gusta también que te pegue con ellas?, no se te ocurra mentirme que te breo.
Juan tragó saliva, miró a su madre avergonzado, el color de su cara no era rojo, era casi morado, y entonces se derrumbó literalmente a los pies de su madre, cayó de rodillas, se quedó abrazado a sus piernas y le dijo.
-Siiiiiiiiiiiiiii mamá, lo siento mucho, no se que me pasa buaaaaaaaaaaaaaaaa, me gusta que me pegues, no puedo dejar de pensar en ello, despues me arrepiento al segundo zapatillazo y me arrepiento, pero es verdad que a veces te provoco para que me pegues, lo siento , lo siento mucho, soy un idiota buaaaaaaaaaa buaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa buaaaaaaaaaaaaaaaaaa, no se porque tengo que ser tan raro, y no ser un chico normal buaaaaaaaaaaaaa.
Juan babeaba sobre la falda de su madre, abrazado a sus piernas, allí estaba en el paraiso, era la persona más feliz del mundo, y mientras su madre también disfrutaba de la situación, le encantaba tener a su niño prostrado a sus pies, y la revelación que acababa de hacerle si bien no la sorprendió del todo, pensaba usarla para sus oscuras pretensiones, quería sexo con su hijo, y este secretillo la iba a ayudar.
-Tranquilo mi niño no llores más
-Mamá estoy enfermo?
-Porque dices eso?
-Porque me gusta que me pegues mamá, eso no es muy normal, reconócelo. Soy tonto, no es normal que me gusten los palizones que me das mamá...dijo el pobre chaval ya desatado y muy alterado , al borde del llanto.
-Tu no eres tonto Juan, y tu madre estará aquí para cuidarte siempre, me oyes cielo?, siempre.
Juan que no estaba ni muchísimo menos acostumbrado a oir de su madre cosas tan agradables y cariñosas se abrazó aún más fuerte a su progenitora dandole las gracias y sollozando de puro agradecimiento mientras que la mano de su madre que tantas veces lo había azotado ahora le acariciaba con ternura, la cabeza, la cara, incluso la espalda, no eran caricias maternales, eran algo más, había sensualidad e incluso había sexualidad...
-Dime otra cosa cariño, el otro día cuando lamiste a mamá ahí abajo... que sentiste?
Los ojos se le salían de la órbita al pobre muchacho, miró a su madre a los ojos, y de pronto se dió cuenta de que ella había dejado su zapatilla en su regazo mientras que le acariciaba la cabeza , estuvo tentado de besar otra vez aquella zapatilla y de seguir besando más hasta llegar de nuevo al coño de su madre, pero lo que salió de su boca fue lo siguiente.
-Mamá lo del otro día es lo mejor que me ha pasado en mi vida, lo siento se que estoy enfermo por eso, que es inadmisible, pero si te soy sincero, fue maravilloso, gocé como nunca, y me pasaría toda la vida haciendolo, te lo juro por lo más sagrado... El pobre chaval se avergonzaba de todo aquello, obviando que fue su madre la que lo fue obligando -zapatilla en mano- a que le comiera el coño tras darle una soberana azotaina.
-Cariño eso que me estás diciendo es muy grave, y sabes que soy tu madre y eso es un pecado mortal, pero quiero que te tranquilices, será un secreto entre nosotros, ¿de acuerdo?,¿quieres que sea nuestro secreto, cariño?
-Mamá eres la mejor madre del mundo buaaaaaaaaaaaaaaa, te quiero mucho, buaaaaaaaaaaaaaa, muchas gracias mami , eres la mejor , te quiero más que a nada en el mundo ,muacks muacks muacks, besaba las rodillas de su madre...
-Cariño mío sabes que mamá te quiere mucho, verdad?
-Claro que lo se madre
-Pero también sabes que lo que me cuentas está muy mal
-Si madre, lo se - dijo Juan bajando la cabeza con tristeza.
-Entonces también sabrás que mereces una buena azotaina,¿ no es cierto?
-La merezco madre... ya me bajo los pantalones y los calzoncillos.
-Quiero que sepas que te azoto para castigarte, así que te dolerá y mucho, lo sabes verdad?
-Claro que lo que se mamá, me has dado muchas de esas, y aunque temo mucho tus palizas, ahora ya sabes que también las deseo
Doña Eloisa se tocó levemente su muslo con la zapatilla que tenía en la mano, su hijo supo rápidamente que hacer, así que se desnudó como un relampago de cintura para abajo y se puso sobre el regazo de su madre intentando que no se notara demasiado la enorme erección que tenía, pero ella se percató perfectamente de ese detalle, y antes de que se pudiera acomodar sobre su regazo, abrió un poco las piernas, subiendose la falda para que se acomodara perfectamente entre sus piernas, de modo que el pene de su hijo se quedó bajo su muslo izquierdo haciendo palanca hacia arriba, algo que no sabemos si gustó más a la madre o al hijo.
La paliza empezó con zapatillazos lentos pero fuertes, al ser tan espaciados a Juan le parecieron muy eróticos, lo que hizo que hiciera una enorme presión con su herramienta sobre el muslo de su madre que gozaba de ello de una manera incrible, los zapatillazos seguían inconmensurables, uno tras otro y tras otro y tras otro, alternandose en cada nalga, pronto empezaron los suspiros, después los quejidos, y finalmente los llantos, pero era un llanto limpio, de alegría, era la azotaina más placentera que había recibido nunca en su vida y la estaba disfrutando pese a que su culo estaba como un tomate maduro maduro, tras sus nalgas fueron los muslos los que empezaron a ser castigados por aquella incansable zapatilla, Juan gemía y gritaba como liberándose de tantos años de palizas crueles y severas, esto era otra cosa, al menos asi lo intuía él ... y no se equivocaba.
Cuando llevaba no menos de 200 zapatillazos muy muy bien repartidos la paliza pareció haber llegado a su fin, aunque realmente quedaba la parte más placentera para ambos; doña Eloisa que estaba relamente muy excitada sintiendo la polla de su hijo sobre haciendo palanca sobre su muslo, quería sentirla en otro sitio, y no sabía como hacerlo, así que optó por la forma más directa, y cuando tenía a su hijo junto a sus pies recuperandose de aquella placentera tunda que acababa de propinarle y dispuesto a calzarla como hacía siempre después de cada castigo, entonces se levantó se descalzó la otra zapatilla que llevaba puesta sin soltar la otra de su mano de derecha, y con su mano izquierda metió la mano bajo su falda y se sacó sus bragas mojadísimas tirandoselas a la cara a su hijo y le dijo.
-Ahora quiero disfrutar yo, y quiero que seas tú el que me haga disfrutar ¿ estamos?
-Si madre.
Eloisa se dejó caer en la cama y le dijo a su hijo.
-Ven aquí y folla a tu madre.
-Si mamá
Juanito se subió sobre su madre que se levantó la falda, y se dispuso a follar por primera vez en su vida, notó como le cogía la polla y se la acomodaba a la entrada de su coño, que se la tragó sin absolutamente ningún problema
-Has sido muy malo Juanito, ya te lo dije, y esto no puede quedar así mmmmmmm, ¿lo sabes?
-MMMM Si mamá, como tú digas.
-Ahora te voy a pegar mientras me follas mmmm
-Si mami, mmmmm, muy bien
Entonces doña Eloisa tomó de nuevo su zapatilla que había dejando previamente en el colchón junto a ella, la agarró con fuerza por el talón como siempre hacía, y se dispuso a pasar un buen rato.
-PLASSSSSSSSSSSSSSS, quiero que sepas mmmmmm, que en esta casa, mmmmmmmmmmm los castigos van a continiar como siempre, ayyyy siiii, está claro Juanito?
-Oh si mami si , mmmmm como tu me digas ay que rico.
- Sigue mmmmmmmmmm PLASSSSSSSSSSSSS, SI SIGUE MÁS MÁS PLASSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSS, TOMA TOMA, FOLLATE A TU MADRE SIIII, TE QUIERO DENTRO SIGUEEEE
-SI mama si si si si si si auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu siiii te quiero mama, te quiero mucho siiiiiiiiiiiiiiiii auuuu
-De ahora en adelante, te pegaré mmmmm y me follarás, cuando me plazca, me oyes? PLASSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSS, SIGUE ASI AMOR ASI ASI ASI, MAS MAS MAS, DAMELA TODA SIIIIIIIIIIIII
-Si mamá siiiiiiiiiiiiiiiii auuuuuuuuuuuuuuuuuuu siempre haré lo que me ordenes, me gusta que me pegues, te follaré mmmmmmmmm cuando te plazca, te comeré toda, cuando me lo ordenes mmmmmmmm sii siiiiiiiiiiiii auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu auuuuuuuuuuuuu ahhhhhhhhhhhh.
-Dios mio Juan me vas a matar, pero antes te mato yo a palos PLASSSSSSSSSSSSSS toma PLASSSSSSSSSSSSSSSSS toma PLASSSSSSSSSSSSSSSSS toma PLASSSSSSSSSSSSSSSSS toma ....
Los zapatillazos eran durísimos el pobre Juan pese a estar muy acostumbrado a la zapatilla de su madre berreaba pero esta vez además de dolor era por el placer, estaba follando a su madre de una manera salvaje, la estaba empotrando literalemtne contra el cabecero de la cama, su culo estaba ya más que amoratado, pero esos azotazos que recibía a través de la zapatilla de su madre, se los reenviaba a ella a través de su polla , le estaba reventando el coño, se la estaba metiendo hasta las entrañas, de pronto notó como ella cruzaba las piernas sobre su cintura, , dejó caer su zapatilla y se abrazó a su hijo de una forma desaforada, ahí recibió los últimos empellones.
La habitación se llenó de gritos, de gemidos de placer; la cama gruñía debido a la paliza que le estaban dando madre e hijo...
-Me corro amor mio, me voy a correr, sigue si sigue, damela toda si , por Dios bendito siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii auuuuuuuuuuuuuuuuuuuu
Y de forma milagrosa en aquella alcoba se corrieron los tres a la vez.
Sí los tres, porque no sólo se corrieron al unísono madre e hijo, sino que Sara, la hermana mayor de Juanito , se corrió a la misma vez que su madre y su hermano, ella estaba en casa y cuando los vió subir hacia la buhardilla decidió espiarlos ya que sospechaba que había algo entre su madre y su hermano, y no pudo evitar masturbarse desde el primer zapatillazo que le recibió su querido hermano, sentía mucha envidia por lo que veía a través de la rendija de la puerta y sobre todo de lo que oía, ella también quería participar en aquel maravilloso y excitante aquellarre, tanto con su hermano como su madre... pero eso ya sería otra historia.