Madre drogada

Un supuesto vendedor entra a robar a una casa, en el proceso se aprovecha de una madre, teniendo al pervertido hijo como testigo de todo. (También cabe dentro de la categoría de No consentido).

Este relato lo escribí hace un un par de años, es normal que se encuentren algunos errores, pero preferí dejarlo así. Agradezco sus correcciones pertinentes.


A mis 18 años era un completo vago, no había querido ir a la universidad porque me daba mucha pereza, además mis papás me lo acolitaban y me mantenían. Mi papá es vigilante de una importante compañía en la ciudad vecina, mi mamá es ama de casa, yo por mi parte me la pasaba viendo porno, jugando videojuegos, jugando fútbol o perdiendo el tiempo en la calle con algunos tipos. Esto le preocupaba a mi mamá, por lo que de vez en cuando me ponía alguna tarea en la casa, algo que no me molestaba puesto que me daba alguna propina.

Mi mamá con sus 43 años está buena dentro de lo que cabe, un hermoso color de piel trigueño oscuro, un poquito gorda, pero con una buen par de tetas gigantes, unas buenas piernas y un culazo, con celulitis, pero bien carnosas. También usa ropa apretada, como leggings transparentados, que usa con tangas diminutas y pareciera que no llevara nada, al igual que blusas muy escotadas, con las que pareciera que se le fueran a salir las tetas en cualquier momento. A pesar de esto, yo nunca tuve malos pensamientos con ella pues porque naturalmente era mi mamá y estaba mal visto.

Un miércoles en la mañana como cualquier otro, estaba en mi habitación viendo algo de porno y masturbándome, cuando oigo que tocan a mi puerta, era mi mamá para pedirme que le ayudara con algo. Había lavado algo de ropa y quería que la ordenara y la pusiera en el armario. Yo obedecí casi de inmediato, no era un oficio emocionante, pero me divertía cuando tenía que organizar la ropa interior de mis papás, en especial de mi mamá.

Estaba en el pequeño cuarto de lavado metiendo la ropa de mis padres en una canasta, cuando escuché que golpearon la puerta, mi mamá fue a abrir y pude oír que era un vendedor, yo no le presté atención y seguí metiendo ropa a la canasta. Cuando acabé, me dirigí a la habitación de mis padres que queda en el segundo piso de la casa, al salir pude ver que el vendedor estaba ofreciendo unos perfumes, era un tipo negro, estaba de espaldas por lo que no pude verle la cara, seguí sin prestarle atención, y al parecer él no se percató que yo estaba.

Después de varios minutos ya estaba acabando de organizar la ropa en el armario, cuando oí que alguien subía por las escaleras, me asomé un poco y se me hizo raro que mi mamá venía con el tipo, pero sentí un corrientazo por el cuerpo cuando el tipo dijo:

—Vamos vieja puta, dime ¿dónde tienes la plata?

Lo primero que se me vino a la mente era que nos iban a robar, por lo que por instinto traté de esconderme, pensé hacerlo debajo de la cama, pero era demasiado baja, así que inmediatamente me escondí en el armario, todo eso fue en cuestión de segundos.

Al instante, gracias a que el armario era de puerta corrediza pude ver por una ranura a mi mamá entrando a la habitación seguida del tipo, estaba tan asustado pensando en que le podría hacer daño o en que me había visto y que nos mataría con un cuchillo o una pistola, todo tipo de cosas se me pasaron por la mente, sudaba frío, pero no tenía el valor de salir. Pero después de un rato me pude fijar en un par de cosas, que el tipo no tenía ningún tipo de arma, y que mi madre parecía borracha.

—Vamos puta, quiero que me señales el lugar en el que tengas la plata —le dijo el tipo a mi mamá, que oyendo esto, señaló a la mesita de noche.

El tipo se tiró hacia la mesita y revolcó todo lo que había, hasta que encontró una caja de galletas de la que sacó un buen fajo de billetes que metió a su bolso. Al tiempo de esto, mi mamá estaba parada como una estatua mirando a la nada, totalmente calmada, hasta parecía que la hubiera hipnotizado.

Luego de haber robado la plata, el tipo parecía que se iba, pero después de un par de segundos, empezó a sobarle el culo a mi mamá, le apretaba las nalgas con fuerza y le decía al oído cosas que no alcanzaba a entender. Fue entonces cuando mi mamá se acuesta boca arriba en la cama, el tipo hace un movimiento sobre ella que no alcanzo a ver, de repente sale a volar un leggings y una tanga negra diminuta. ¡El cabrón la estaba desnudando!

Pude ver cómo le levantaba las piernas, yo ya rezaba para que no pasara lo que temía, si bien el tipo no la estaba penetrando, por la posición me pude dar cuenta que le comía cuca, que no era algo menos malo. Intenté salir y parar todo, pero el miedo siempre era más fuerte y no hacía nada más que mirar. El tipo siguió en lo suyo hasta que cambió de posición, ahora sí se venía mi mayor temor, la iba a penetrar y yo no podría hacer nada para evitarlo.

Se desabrochó su cinturón y se bajó los pantalones, no le pude ver la verga, solamente su culo negro. Se subió a la cama, abrió las piernas de mi mamá, se recostó sobre ella y se la empezó a meter de misionero. Intentaba estirar mi cuello para poder ver cómo la penetraba, tenía mucho miedo, pero también algo de morbo, muy dentro de mí tenía unas ganas tremendas de ver la escena. Sólo podía observar ese negro culo subir y bajar, a pesar de que veía poco, me daba cuenta que llevaba un ritmo acelerado, se le escuchaba jadear y decir cosas, también podía escuchar a mi madre gemir, que aunque muy fuera de sí, estaba disfrutando.

Después de un rato, el tipo levantó su cuerpo, y por el movimiento de su mano, me di cuenta que se estaba pajeando, luego pegó unos pequeños gritos de placer, por lo que pude intuir que ya había acabado y encima de mi mamá. Se subió los pantalones, agarró su bolso y se fue corriendo de la casa el hijueputa.

Cuando oí la puerta cerrarse, salí de mi escondite por fin, tenía las piernas temblorosas y me fui acercando lentamente hasta donde estaba mi mamá. Tenía la cuca muy peluda, parecía un bosque, estaba llena del semen de ese tipo hasta el abdomen, ver esos pelos con ese líquido blanco y sus propios líquidos me excitó bastante. Pude ver que tenía los ojos entre abiertos, no sabía cuánto tiempo estaría así, por lo que lo primero que hice fue correr hasta el baño y agarrar todo el papel higiénico que pudiera para limpiarla, cuando volví a la habitación me entraron unas ganas tremendas de tomarle fotos, muy asqueroso todo, pero le tomé unas cuantas fotos.

La limpié dejándola lo mejor posible, luego le fui a poner nuevamente su ropa interior, esa vagina toda inflamadita me tenía la verga a punto de reventar, la rozaba cada vez que podía haciéndome el loco, le puse sus leggings con un poco más de dificultad. A menudo iba revisando su pulso para saber que estaba bien. Decidí dejarla un rato para ver si se despertaba de ese trance, mientras durante ese tiempo me puse a pensar qué le iría cuando despertara, si le decía la verdad tal vez se decepcionaría de que no hiciera nada y viviría con culpa y ella viviría con asco por lo que le sucedió, por lo que opté por hacerme al que también habían hipnotizado, y ella no sentiría asco de sí misma.

Despertó unos minutos después, y yo me fui para mi habitación, que previamente también había desorganizado para no levantar sospechas. Ella estaba como medio borracha, asustada me sacudió para despertarme, yo me hacía el que también estaba mareado. Revisamos toda la casa y ella se dio cuenta que le faltaba la plata, normalmente se asustó y se puso a llorar, pero decidió que no le avisaríamos a la policía porque todo terminaría en nada. Siempre nos preguntamos qué fue lo que “nos hizo” el tipo para manipularnos. Jamás le contamos a mi papá que eso sucedió, sino que le contamos que tal vez se habían metido cuando ninguno estaba en la casa.

Tiempo después salió en las noticias que había un criminal que se metía a casas a robar drogando a las personas usando perfumes para aplicarles esa droga. Naturalmente asociamos esto con lo que “nos pasó”. En algunas ocasiones me pesa ocultarle a mi mamá que alguien se aprovechó de ella, pero se me pasa un poco cuando veo esas fotos que le saqué y con las que me he hecho muy buenas pajas.