Mª Carmen (1)
Experiencias de alfredo un soltero cachondo con su vecina y...
Quiero contaros a todos el último año de mi vida; soy Alfredo, tengo 40 años y siempre he sido un cachondo mental; estoy soltero pero he tenido una muy intensa vida sexual; de hecho mi piso es un picadero al que todas las semanas viene alguna visita femenina. Pero lo que quiero contar es el cambio que ha ocurrido en mi vida en este último año.
En el mismo edificio donde yo vivo, justo debajo, vive Mª Carmen, enviudó hace dos años y ya pasó de los 40 hace tiempo. Yo con ella me llevo bien pues como en mi casa hay bastante movimiento, más de una vez he tenido que disculparme por los ruidos y molestias causados. Su marido murió después de varios años enfermo, además era bastante mayor que ella y se pasaba discutiendo todo el día con el vecindario y con quien fuera. Como digo yo ahora hablo bastante con ella y un día que coincidimos en el ascensor le pregunté si conocía a alguna señora del barrio que pudiera hacerme las labores de la casa, porque yo soy un desastre y la señora que lo hacía, al enfermar un familiar, iba a dejar de venir. Mª Carmen dijo que no sabía pero que se iba a enterar; la semana siguiente la vi en la calle y me dijo que no conocía a nadie disponible pero que sino era necesario estar mucho tiempo ella misma podía hacerlo. A mí me pareció estupendo pues la conozco desde siempre y es de confianza. Subió a mi casa para acordar el trabajo y quedamos que ella hiciese lo que creyese necesario y que luego yo ya le pagaría las horas que estuviese trabajando.
Todo fue perfecto además como tenía la llave subía por las mañanas y hacía las labores cuando mejor le venía, así cuando yo venia al mediodía del trabajo estaba todo hecho. La veía poco pero todas las semanas bajaba a su casa y le pagaba; ella se ría mucho conmigo pues supongo que es muy evidente cuando he tenido visitas femeninas y me tomaba el pelo diciéndome lo golfo que soy.
Un Lunes no pude ir al trabajo porque tenía una gripe de caballo y me quede en la cama, ella subió a media mañana a hacer la casa y al verme en la cama se quedó a cuidarme, me hizo incluso algo para comer; también subió a la tarde a preguntar que tal estaba y me hizo compañía un rato.
El día siguiente pese a encontrarme muchísimo mejor, tampoco fui al curro, también subió a media mañana, limpió un poco todo y mientras limpiaba mi habitación y el baño charlábamos. Yo desde la cama la veía trabajar, con una bata bastante amplia, supongo que para estar cómoda, y al ir y venir mostraba parte de sus tetas; yo empecé a ponerme nervioso y mi herramienta también empezó a animarse. Mª Carmen me mandó levantarme para poder hacer la cama y al hacerlo mi pijama dejaba ver claramente que estaba empalmado, ella se dio cuenta, pero no dijo nada. Yo dije que iba a la ducha a arreglarme un poco, me afeité, me duché y salí de nuevo, ya estaba todo recogido y Mª Carmen esperaba en la cocina.
Yo no había desayunado, así que dije que iba a prepararme algo y que ella me acompañase, ya había desayunado pero se sentó conmigo y tomó un poco de zumo. Estuvimos charlando de todo un poco, de su hija a la que conozco también desde siempre, de lo mal que lo había pasado en los últimos años con su marido, que era un calavera y que mientras él estaba por ahí de borrachera y de putas (así me lo dijo) ella tenía que sacar adelante a su hija como pudo. Yo pregunté porque no se había separado, me contestó que no estaba bien visto y luego enfermó su marido y por lástima o porque todavía le quería, le cuidó hasta que murió.
Yo bromeando dije que ahora que estaba libre tendría muchos pretendientes, y ella riendo también, contestó que era demasiado mayor para que nadie interesante se fijase en ella, que solo le abordaban vejetes buscando una chacha y viejos verdes. Yo muy serio dije que todavía podía alterarle el pulso a más de uno y ella riendo todavía me dice que ya había notado que me levanté todo "animado" de la cama y preguntó sí siempre tenía ese buen "animo". Yo viendo una oportunidad dije que la que me animaba era ella y que me estaba poniendo como una moto imaginándomela e intentando ver lo que tenía y no tenía. Ella se puso seria y que por favor no intentará reírme de ella, que ya era bastante duro y que no era justo que le hiciera eso.
Yo me levanté, me puse tras ella y con mis manos en sus hombros y hablando suave y tranquilo pregunté que seria justo que hiciéramos, ella no habló, se quedó callada y quieta, yo pasé mi mano por el pelo acariciándola a la vez el cuello y las orejas, ella suspiró pero siguió callada, así que de nuevo pregunté que deseaba que hiciera; no habló pero volvió un poco la cabeza, me incliné hacía ella y junté mis labios con los suyos.
Mª Carmen abrió la boca y empezó a morderme como desesperada, cerrando los ojos y respirando entrecortadamente, abrió los ojos un momento y parecía suplicar que no me fuese. Yo estaba lanzado, la cogí de un brazo y la hice levantarse; al hacerlo quedamos frente a frente y seguimos besándonos como locos; yo mordía su boca, su barbilla, su cuello y ella gemía sin abrir los ojos. La apreté a mí; tal como estaba, mi albornoz (sin nada debajo) se fue abriendo dejando al aire y a su alcance mi polla totalmente tiesa, me arrimé empujándole con mi rabo duro como un poste, ella se dejaba hacer pero sin dejar en ningún momento de besarme y morderme. Con la mano libre le agarré del culo apretándola todavía más a mi bulto, y me hice sitio a través de su bata llegando a sus bragas, grandes, de algodón y blancas; desde su culo tire de la goma para arriba, haciéndole pegar un pequeño grito, a su oído pregunté que pasaba y ella calló, así que le volví a preguntar si no se estaría calentando y ella ronca gritó "SI" pero sigue por favor. Así que esa mano empezó a abarcar su culo, llegando hasta su ojete en el que metí un dedo, la otra mano iba de su cara, de su pelo, hasta sus tetas donde acaricié todo lo que podía por encima de la bata. Seguíamos mordiéndonos y una de las veces cogí su mano llevándola hasta mi polla, al sentirla pegó un respingo pero no la dejó, la agarró y empezó a meneármela. Yo bufando le dije al oído que parase un poco porque si hacía eso me iba a correr y que lo que yo quería era follármela y correrme en su coño y ella chilló "SI por favor".
En ese momento y tirando de su mano la llevé al dormitorio, sin dejar de tocarnos ni de manosearnos en ningún momento, seguimos de pie delante de la cama un buen rato, ella tocándome la polla; yo quité su bata y deje caer mi albornoz. Mª Carmen estaba alborozada y como una niña, allí en sujetador y bragas y yo desnudo apuntándole entre las piernas con mi misil, la hice sentarse en la cama y tal cual estaba arrimé la polla a sus labios, ella me miró como diciendo que no sabía que hacer, así que empujé y deje que tragase como pudiese; más bien fui yo quien se folló su boca pues ella casi no hizo nada mas que tragar. Casi a punto de vaciarme paré, le empujé para atrás en la cama y con su ayuda le quité las bragas, quedó a la vista un potorro negro muy peludo y de grandes labios abiertos y mojado como nunca antes había visto otro, la adelanté un poco en la cama y poniendo sus piernas en mis hombros le metí la polla hasta los mismísimos cojones de un solo golpe.
Mª Carmen pegó un grito bestial y a la vez empezó a berrear y a decir cosas sin sentido; puso los ojos en blanco y sus tetas y su cabeza no paraban de moverse, se corrió en un orgasmo lento, intenso, brutal, boqueando y llorando. Cuando se tranquilizó un poco y sin salirme de dentro de ella me dejé caer encima suyo abrazándola y besándola y diciendo en su oreja palabras de tranquilidad. Mi polla aunque tiesa se salió pero seguimos abrazados, Mª Carmen seguía llorando, así que pregunté si se arrepentía de lo que había pasado y en un sollozo me dijo que para nada, que lloraba porque era feliz y que era el primer orgasmo de su vida. Yo estaba alucinado, hablamos y quise saber como era eso, ella dijo que su difunto marido era un cabrón con un rabo enorme que lo único que hacía era follarla a lo bruto, sin preparación ni caricias y que lo único que conseguía era irritarle el coño, además cuando se corría la dejaba estuviese como estuviese.
Y como los últimos años de su vida estaba todo el día de putas, no quería tener relaciones con él y las cosas se agriaron de tal forma que en 10 años no había practicado sexo y nunca se había masturbado. Mientras hablábamos seguíamos abrazados y yo todavía con la polla como un poste de teléfonos, así que volví a besarla, a tocar sus tetas y a morderle los pezones que ahora tenía super sensibles y cada vez que los besaba pegaba un respingo, como pude me coloqué encima de ella y volví a penetrarla; ella se dejaba hacer, supongo que vencida pero sin reaccionar, así que yo seguí bombeando y culeando; como no reaccionaba paré un poco y abrazándome a ella le di la vuelta quedando yo ahora debajo y ella encima, Mª Carmen no sabia que hacer, así que le pedí que me cabalgase, que fuese ella la que me follase a mí, preguntó que tenía que hacer así que le dije que se clavara encima de mí polla, que estaba dura, muy dura, durísima. Se la metió como pudo y se dejó caer encima de ella; le pedí que se moviese y a la vez apretaba con mis manos en sus pezones que estaban muy sensibles, al poco empezó de nuevo a reaccionar y a suspirar, yo con una mano le pellizcaba los pezones y con la otra le daba cachetes en el culo. Se puso otra vez como loca y empezó a correrse de nuevo; con sus movimientos descontrolados me apretaba la polla pareciendo que me la rompía y me corrí con una corrida larga y espesa, ella seguía a lo suyo y yo me agarré a sus tetas y en un último impulso le metí la polla todo lo que pude y me deje ir.
Debimos de preparar una buena escandalera pues la casa es vieja y se oye todo y las vecinas al día siguiente le contaron a Mª Carmen todo con pelos y señales pero sin saber que había sido ella y hablando mal de mi y de mis amigas, Bueno cuando acabamos nos acurrucamos otra vez y metidos debajo de las mantas descansamos un rato, cuando se nos pasó la dormilera seguimos hablando y yo pregunté si querría volver a repetirlo otro día, y ella muy seria dijo que si después de todo lo que le había hecho disfrutar no volvía a hacerlo era capaz de matarme. Ahora sigue viniendo a hacer las labores de la casa por las mañanas y por la tardes sube a follar conmigo, pero sólo se quedaba a dormir lo días que su hija Raquel no estaba en casa Pero lo que pasó cuando su hija Raquel se enteró de nuestra relación os lo cuento en otra ocasión, siempre que Mª Carmen me lo permita.