Lynne: capítulo 7
La palabra fulana es demasiado buena para ti
Lynne: CAPÍTULO 7.
LA PALABRA FULANA ES DEMASIADO BUENA PARA TI
Se levantó, se vistió y se fue. Unos pocos minutos más tarde estaba de vuelta en la calle. Todo el asunto con Ray había durado menos de quince minutos.
Pero había follado con mi primer cliente.
No era que no me fiara de Tony, pero quería llevar un registro para mí misma de mi primera incursión en la prostitución. Corrí por la calle hasta el quiosco y compré un pequeño cuaderno de notas, un bolígrafo y una regla que agotaron mis 1,25. No iba a gastar nada de mis 50 dólares de fulana que había conseguido de Ray. No sabía si Tony lo aprobaría y no iba a ponerme las cosas difíciles.
Volví a mi habitación y rápidamente preparé unas cuantas páginas.
Día Nombre Sexo/Edad $ Comentarios
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Dom Ray V40? 50$ ¡Gilipollas! Polla pequeña, 15 min, con ropa, el 1º
Anoté mi primer registro y bajé. Eran las 4:00 y todavía había un flujo continuo de personas que subían y bajaban por la calle. Estaba cómoda con mi línea "¿Buscas una chica?" Y debí usarla treinta veces en los siguientes veinte minutos con respuestas variadas.
Algunos hombres sonreían nerviosamente y decían amablemente "No, gracias." Otros se limitaban a ignorarme. Algunos me miraban y no decían nada, otros me miraban y decían cosas como:
"Tendrías que pagarme tú." Y "Eres una jodida perra." Pero la respuesta más común que obtenía cuando decía "¿Buscas una chica?" era:
"Siií, ¿sabes dónde puedo encontrar una?" No me resultó divertido la primera vez, y sería cada vez menos divertido a medida que la noche avanzara.
Los primeros insultos me afectaron un poco, especialmente el que me llamaran perra. Pero me acostumbré a ellos a sorprendente velocidad. La otra cosa que noté era la cantidad de mujeres que parecían estar valorándome. Realmente nunca me había fijado mucho en las mujeres con anterioridad, pero durante la semana anterior había llegado a darme cuenta de que ahora me atraían más las otras mujeres que los hombres. Había descubierto cuanto más interesantes eran los cuerpos de las mujeres que los de los hombres.
No había tenido ningún contacto sexual con otra mujer en todos mis 32 años. Y luego en el espacio de una semana me había convertido en bisexual con preferencia por las mujeres. Supongo que siempre lo fui, solo que no lo supe hasta que la Mujer Rubia entró en mi vida.
Estaba perdida pensando en ella, en mi Ama, y en el último punto de todo lo que estaba haciendo cuando oí la voz.
"¿Cuánto?" Se escondía tras un par de gafas oscuras y miraba alrededor nerviosamente. Al comienzo de la veintena, y llevaba un anillo de oro de casado en el dedo con el que jugaba nerviosamente. Supongo que estaba consiguiendo sensibilidad para el negocio de las fulanas porque le miré y dije.
"Hablaremos arriba." Luego le tomé del brazo y subí con él. Para cuando llegamos a mi puerta acababa de saber la historia de su vida. Se llamaba David, tenía 23 años, y llevaba casado unos cuatro años. La adorable señora David estaba embarazada de 7 meses y no estaba ni remotamente interesada en el sexo.
Una foto de su preciosa cara me sonrió desde su cartera cuando me dio los 100 dólares que le pedí. Se puso aún más nervioso cuando nos desnudamos y nos metimos juntos en la cama. No hubo necesidad de ponérsela dura, su polla ya me apuntaba por debajo de la camisa cuando se quitó los pantalones.
Le puse un condón a él y algo de lubrificante a mí, se puso encima y me la metió. No sé el tiempo que el pobre David llevaría sin hacerlo, pero me folló a cien millas por hora tan pronto estuvo dentro.
Gemí un par de veces y se corrió. Pensé que la totalidad de los suburbios del este le habrían oído. "Dios, lo necesitabas." Pensé para mí misma.
Dijo "Gracias" unas cinco veces mientras se vestía rápidamente y se iba.
"¿Qué clase de mujeres ignoran las necesidades sexuales de sus maridos porque ellas no tienen ninguna?" Me pregunté respecto a la estúpida cabrona con su hijo en la barriga. Obviamente él no quería engañar a su esposa, pero que se supone que va a hacer un tío como él. "¡Cabrona estúpida!" Murmuré mientras me subía la cremallera de las botas.
Habíamos entrado a la habitación a las 4:24. Estaba de vuelta en la calle a las 4:36. Si mis dos primeros clientes eran una referencia, era entre 10 y 15 minutos lo que llevaba el asunto.
Miré a la gente que pasaba por la calle, vi un tío mayor que parecía posiblemente interesado y dije. "¿Buscas una chica?"
Oí la voz que me gritaba mientras él se acercaba.
"¿Qué coño crees que estás haciendo, zorra?"
No vi de donde venía el impacto, pero con los tacones que tenían mis grandes botas perdí el equilibrio y acabé sobre la sucia acera con las colillas de los cigarrillos y los envases de comida y toda la otra basura que ensuciaba la calle.
Miré hacia arriba y la vi. Obviamente era una prostituta, y me estaba gritando. "Vete a tomar por el culo de aquí, jodido feto..."
Luego se quedó callada de repente. La gran mano de Desmond le golpeó el carrillo y cayó sobre la acera junto a mí, con un hilillo de sangre brotando de la comisura de su boca.
Podía sentir todos los ojos de la calle fijos en nosotros. Era como si toda la calle se hubiera parado y callado. Todos miraban a las dos fulanas tiradas sobre la sucia acera.
Desmond paso por encima de mí y se colocó sobre la otra mujer.
"Lexy, esta es Lynne. Dile hola a Lynne, Lexy."
Movió la cara hacia mí y dijo "Hola, Lynne." Nunca había visto a nadie mirarme con tal odio como el que tenía en los ojos.
"Dile hola a Lexy, Lynne." Dijo Desmond mientras me agarraba del brazo y me ponía en pie. "Hola, Lexy." Murmuré, todavía aturdida por el impacto con el cemento.
"Levántate, Lexy." Dijo Desmond con voz fría, y se arrastró hasta ponerse en pie. "A Tony no le va a gustar esto, Lexy. A Tony no le va a gustar nada esto."
"Lo siento, Desmond, yo no sabía... Por favor... No se lo digas a Tony..."
Desmond no la escuchaba, se había dado la vuelta y se alejaba. El odio de sus ojos se había convertido en terror total.
"¡Oh mierda!" Gritó mientras rebuscaba en su bolso y sacaba un cigarrillo y lo encendía. La calle de repente pareció volver a la vida. El ruido, el movimiento de gente por la acera, el tráfico circulando. El incidente con las dos fulanas había terminado.
"Te tendré jodida zorra." Dijo Lexy, con el humo saliéndosele de la boca mientras hablaba, el odio retornado a sus ojos, mientras subía por mis escaleras, nuestras escaleras.
Subí tras ella. No para pelearme con ella sino para ir a mi habitación. Cerré de un portazo y me tiré en la cama.
Me quedé allí un rato, hecha una pelota, como una niñita aterrada. Esto había ido demasiado lejos. ¿Qué era lo que pensaba que estaba haciendo? Esto ya no era un juego. ¿Por qué estaba aquí vendiéndome para el sexo? ¿Cómo es que estuve de acuerdo en seguir adelante con esto? ¿Cómo me había metido en esto?
Hubo una llamada a la puerta. "¿Quién es?" Sollocé como una niña asustada, enfadada. "Soy Kelly, Lynne. Traigo tus cosas."
Corrí a la puerta y estallé en lágrimas de nuevo en cuanto la vi. Entró y me abrazó. Me daba golpecitos en la espalda como una madre consolando a su hija.
"El Ama sabía que no podrías soportarlo. He traído tus cosas. Se acabó todo, Lynne."
"¿Qué quieres decir con eso de que se acabó todo?" Sollocé mientras la apretaba con más fuerza.
Se apartó de mí y levantó la bolsa que yo le había dado a Daniel, y mi bolso que había dejado en los escalones de la casa de la Mujer Rubia.
"Cámbiate, arreglaré con Tony lo que le debes, te pediré un taxi y puedes volver a tu vieja vida, a la forma en que eran las cosas."
Me pasé las manos por el pelo y aspiré por la nariz unas cuantas veces. No quería volver a mi antigua vida. No podía. Solo quería estar con la mujer rubia. Quería llamarla Ama, solo quería ser su esclava.
Kelly parecía saber lo que estaba pensando.
"Las cosas no son así, Lynne. No puedes escoger ni elegir. Te limitas a hacer lo que se te dice. El Ama no perderá el tiempo con mujeres que no puedan soportarlo, mujeres que realmente no necesitan ser lo que ella quiere que sean. Ahora cámbiate y volveremos a tu casa."
"Pero si estoy en casa." Me escuché decir. "Todo lo que quiero es ser su esclava. No me lo puedo creer, Kelly. No me puedes mandar de vuelta a esa otra vida ahora... por favor."
No me había dado cuenta de que todavía había una parte de mí que no aceptaba en lo que me había convertido. Una parte de mí que no quería ser puta, ni fulana, y menos esclava. Pero la repentina posibilidad de ser devuelta a vivir mi vida como la otra Lynne hizo que todo estuviera claro.
Incluso esa parte de mi que todavía tenía dudas estaba aterrada ante la perspectiva de volver a la vida de la otra Lynne. "Por favor, Kelly, lo siento."
"Se acabó, Lynne." Dijo Kelly suavemente. "No puedes con ello."
"Sí que puedo, Kelly... Por favor... dame solo una oportunidad más. Haré todo lo que ella quiera que haga... todo. Díselo. Por favor, díselo, Kelly." Estaba empezando a echarlo a perder. No había manera de que pudiera volver atrás ahora. Estaba furiosa conmigo misma por llevarlo de la forma en que lo hice. Las fulanas se pelean todo el tiempo en las calles de Kings Cross. No es nada del otro mundo. Pero me había costado todo lo que necesitaba. Todo lo que quería ser.
Kelly había sacado un móvil de su bolso y podía oír el tono de llamada. "Dice que lo siente, que no volverá a ocurrir. Quiere otra oportunidad de mostrarle que puede ser lo que usted quiere que sea."
Observé mientras Kelly escuchaba al Ama. El rostro de Kelly estaba blanco, sin expresión. Yo pensaba desesperadamente en una forma de demostrar que sabía lo que quería decir. Y sabía lo que significaba. Toda yo lo sabía esta vez. Ya no había ninguna parte de mí que no quisiera ser puta y fulana y esclava. No había ninguna parte de mí que no necesitara ser todo eso y más. Ya no había dudas en absoluto, de ningún tipo.
"Dile que me castigue." Dije desesperadamente. "Dile que me castigue de la forma en que dijo que lo haría. Me lo merezco. Dile que sé que lo merezco. Por favor."
Kelly me dio la espalda y susurró por el teléfono para que no pudiera oír. Solo habló unos minutos pero pareció una eternidad. Era como esperar a que un doctor me dijera si iba a vivir o a morir.
De alguna manera era una cuestión de vida o muerte. No podía vivir de la forma en que acostumbraba a vivir la otra Lynne. Ahora no, no después de todo lo que había ocurrido.
El móvil pitó cuando Kelly apretó un botón para colgar. Se tomó un tiempo en colocar el teléfono en su bolso, y luego se volvió y me miró. Pero no dijo nada. No podía soportarlo, tenía que saberlo.
"¿Qué dijo, Kelly...? ¿He conseguido...?"
"Está muy disgustada contigo. Le gustas, pero ha tenido dudas sobre ti todo el tiempo... Pero..." La habitación quedó en silencio.
"Pero ¿qué, Kelly? Por favor, ¿qué dijo?"
"Pudo oír que suplicabas que se te castigara de esa forma, y eso le agradó."
"Es lo que quería decir, Kelly. Debería ser castigada. Quiero que se me castigue. Yo..."
"¿Sabes que castigo estás sugiriendo que te aplique, Lynne? ¿Lo comprendes realmente?"
"Sí, Kelly." Dije ansiosa, agarrándome al vislumbre de esperanza que veía en sus palabras. Sabía que era lo que me ocurriría cuando lo sugerí. Era la única manera que se me ocurrió de probarme a mí misma; y sabía que me lo merecía.
"Muy bien, Lynne." Dijo Kelly mirándome con frialdad. "El Ama me ha ordenado que te castigue de esa manera. Si admites bien el castigo tendrás una oportunidad más. Pero será solo UNA oportunidad más."
"No volverá a ocurrir, Kelly, lo prometo. Y quiero que me castigues, quiero demostrarle a ella..."
"Cállate, Lynne. Hablas demasiado. Eso tendrá que cambiar también."
Asentí dócilmente, y esperé que continuara.
"Sabes lo que supone el castigo, quítate la ropa."
Mientras me bajaba la cremallera de las botas se abrió la puerta y el oscuro y enorme armazón de Desmond entró en la habitación. Llevaba un lote de 6 botellas de agua mineral. Sacó una botella y barrió con su enorme brazo la parte superior de la mesilla de noche tirando mis pañuelos y lubrificante y condones al suelo, y puso el lote de agua embotellada sobre la mesa.
Desmond y Kelly intercambiaron miradas más que amistosas mientras él le abría una botella y se la pasaba. Kelly pegó un trago largo, vaciando casi la botella.
"Date prisa, putilla." Kelly me dio una palmada.
Mientras me gritaba me había quitado las botas y estaba bajándome la cremallera de la falda. Desmond daba vueltas a mi alrededor mientras me quitaba la ropa de fulana, y finalmente quedé allí totalmente desnuda, mientras Desmond seguía dando vueltas, mirando mi cuerpo. No parecía particularmente impresionado.
Sin duda había visto mejores cuerpos con mucho que el mío. Mujeres mucho más atractivas que yo. Me hacía sentirme inferior, ni siquiera alcanzaba la media.
Kelly había terminado su primera botella de agua y Desmond le abrió otra, de nuevo intercambiaron esa mirada y esa sonrisa mientras se la pasaba. Luego empezó a dar vueltas de nuevo a mi alrededor. Se detuvo detrás de mí donde no podía verle, pero todavía podía sentir sus ojos sobre mi cuerpo.
Nadie había dicho nada desde que Kelly me ordenó desvestirme. El silencio era tan intenso que casi podía sentirlo en mi piel.
"¿Vale la pena todo este trabajo?" Dijo finalmente la voz profunda de Desmond rompiendo el agónico silencio. "A mí no me parece que valga la pena todo este trabajo con ella. Es un poco vieja ¿no es cierto?"
Estaba contenta de no poder verle mientras escuchaba lo que tuviera que decir de mí.
"Hizo 32 hace unas semanas." Dijo Kelly, luego dio otro trago largo de agua embotellada. "Yo creo que sí que vale la pena."
Con todo lo estúpido que pueda sonar Kelly acababa de hacerme, al menos para mí, el mayor cumplido que me hubieran hecho nunca. Me di cuenta que los sentimientos que tenía respecto a Kelly iban más allá de lo sexual.
"Cada uno a lo suyo." Dijo Desmond zanjando el asunto. "Aunque tiene unas bonitas tetas."
Quería mostrarle a Desmond que era mucho más que solo un bonito par de tetas. Quería demostrarle cuanto placer podía dar a un hombre si me daban la oportunidad. Quería demostrarle lo obediente que ahora sabía que era."
"Pero tiene el culo gordo." Sus palabras me hirieron de nuevo.
"Eso no es cierto." Dijo Kelly. "Solo es que... tiene las caderas grandes. Podía haberse cuidado mejor el cuerpo, pero todavía me gusta lo que veo."
Siguieron algún tiempo discutiendo sobre mi cuerpo mientras Kelly bebía el agua. Desmond encontraba todo tipo de fallos a lo que veía, y Kelly me defendía. Luego hablaron del castigo que estaba esperando recibir.
Discutieron cada detalle repugnante de lo que me iba a ocurrir. Pero no había segundas intenciones, ni reservas nerviosas. Ahora yo sabía lo que era y lo que quería ser. Admitiría cualquier castigo que quisieran aplicarme. En mi propia mente yo era ya la esclava de la Mujer Rubia. De repente Kelly dijo.
"Sabe chupar una polla, ¿verdad Lynne? ¿Por qué no le demuestras a Desmond lo buena putilla que puedes ser? Aún no le has agradecido que te ayudara con Ray."
"Solo si antes se limpia los dientes y hace algo con su cara." Sonó su voz tras de mí.
Kelly aprobó con la cabeza y me volví para ir al baño y me topé directamente con el hombre enorme que estaba detrás de mí. Me echó a un lado con una expresión de asco en la cara. Caí al suelo a sus pies como una muñeca de trapo.
"Jodida zorra estúpida." Me insultó mientras se arreglaba las zonas de su chaqueta que había tocado yo.
"Lo siento." Lloriqueé desde el suelo. Me arrastré hasta ponerme en pie y me tambaleé hacia el baño. Me miré la cara en el espejo. Tenía los ojos un poco hinchados de llorar, pero estaban llenos de pasión. Me encantaba ser tratada de la forma en que me estaban tratando. Adoraba ser tratada como una puta y una fulana, y ansiaba ser tratada como una esclava.
Me lavé la cara y me arreglé el maquillaje. Hice que mi aspecto fuera todo lo bueno que pude pero todavía estaba llena de sentimiento de inferioridad. Siempre había pensado que era una mujer razonablemente atractiva, pero no fue eso lo que vi cuando me miré al espejo.
Volví al dormitorio decidida a demostrarle a Desmond la putilla útil que era yo. Kelly estaba tumbada sobre la cama, bebiendo de la tercera botella de agua. No me había dado cuenta antes pero llevaba vaqueros de algodón cortados y una camisa blanca atada con un nudo por debajo de los pechos. El Ama había vestido a Kelly de la forma en que yo me había vestido para ella.
Desmond estaba en pie cerca de la mesa de noche, abriendo la cuarta botella de agua para Kelly. Miré a Kelly insegura respecto a que hacer a continuación.
"Sigue, Lynne. Muéstrale que eres buena para algo."
Me arrodillé a sus pies y le solté el cinturón y la cremallera. Kelly se movió en la cama hacia nosotros. Mi cara estaba al nivel de la entrepierna de Desmond y Kelly se movió de manera que su cara estuviera el mismo nivel que la mía desde donde estaba tumbada. Se apoyó en un codo y descansó la cabeza sobre su mano, y bebió de la nueva botella que tenía en la otra mano.
"Sigue, Lynne, haz tu trabajo."
Metí la mano en los pantalones, aparté sus calzones y le saqué el pene. No era tan grande como el de Tony, pero no era mucho más pequeño.
"Vamos, Lynne, pónsela dura, demuéstrale que puedes hacerlo."
Su cara estaba más o menos a un pie (unos 30 cm) de la mía cuando tomé la gran polla flácida de Desmond en mi mano. Kelly se rió cuando se dobló en mis manos mientras intentaba rodear con los labios la gran cabeza circuncisa.
Conseguí meter algunas pulgadas en la boca y chupé y lamí como solo puede hacerlo una puta. Luego enterré mi cara en su cremallera abierta y lamí sus huevos mientras le sobaba con la mano la polla flácida.
Su cuerpo no respondía a lo que le estaba haciendo. Volví meterme a la polla en la boca y tragué todo lo que pude de ella e intenté deslizarla dentro y fuera de mi boca, pero estaba demasiado flácida. Oía su respiración llena de aburrimiento.
"Vamos, Lynne, esta es una de las pocas cosas para las que eres buena."
Mantuve derecha su polla por la cabeza y lamí la sensible parte de abajo, pero su polla aún no me respondía. La chupé de nuevo, volví a lamerle los huevos, la volví a meter en la boca y la chupé y lamí frenéticamente.
Me empujó y caí al suelo junto a la cama. Su gran polla flácida colgaba entre sus piernas. No le había excitado en absoluto. Me miraba con desprecio.
"¿Por qué no le enseñas lo que una auténtica mujer puede hacerle a un hombre, Kelly?" Dijo Desmond mientras miraba a la hermosa joven tumbada en la cama.
"Por supuesto, Desmond." Dijo Kelly con una sonrisa traviesa en la cara.
Me quedé tumbada en el suelo donde había aterrizado mientras miraba como Kelly tomaba y acariciaba suavemente su pene. Ambos se sonreían mutuamente mientras su polla respondía a sus toqueteos. La vi crecer y engordar mientras Kelly se limitaba a acariciarla con la mano.
Luego se inclinó hacia delante y le tomó en su boca. Movió la cabeza arriba y abajo un par de veces mientras la deslizaba dentro y fuera de su boca. Luego la metió toda y la dejó allí tiesa y dura por estar en su boca.
"Ves lo que quiero decir, Kelly. No sé por qué estamos malgastando nuestro tiempo con ella." Dijo con una voz que me hizo sentirme aún más patética de lo que ya me sentía. "No va a tener muchas segundas oportunidades abajo en la calle. Ray solo se la folló porque ya ha follado con todas las otras fulanas de los suburbios del Eastern una docena de veces. Y no volverá. Me dijo que ella era una jodida inútil."
"Y qué me dices del tío joven con anillo de casado." Dijo Kelly mientras le pasaba la mano arriba y abajo por su enorme polla erecta.
"Estaba tan salido que no le importaba con quién follaba." Dijo Desmond, con un arranque sin aliento que cambiaba su forma de hablar.
"Todavía me gusta." Dijo Kelly. "Si aguanta bien el castigo y el Ama decide darle otra oportunidad estoy segura de que será una buena fulana." Hablaban de mí como si no estuviera allí.
Kelly rodeó su polla con la mano y empezó a masturbarle, lentamente al principio, luego cada vez más rápido. Sabía cuando estaba a punto de correrse y le rodeó la cabeza de su polla con los labios justo cuando sus huevos empezaban a bombear su corrida por el dardo de la polla.
Observé las contorsiones de su cara mientras salpicaba su corrida dentro de la boca de Kelly. Cuando terminó sacó suavemente su polla de entre los labios de Kelly. Ella abrió la boca para mostrarle lo llena que estaba de su blanca leche. Dejó la boca abierta para que pudiera ver como se deslizaba por su garganta hasta que la boca estuvo vacía. Luego lamió algunas gotas de sus labios, y enjuagó lo que quedaba de su corrida con la botella de agua que todavía sujetaba en su mano izquierda.
Su cuerpo no había respondido a nada de lo que le había hecho yo. Pero Kelly había sido capaz de ponérsela dura al gran hombre y hacer que se corriera en cuestión de minutos.
"Eres increíble, Kelly." Le dijo Desmond mientras se inclinaba y la besaba en la parte alta de la cabeza.
"Ve y túmbate en el suelo del baño, Lynne. Estaremos allí enseguida."
No dije nada. No había nada que decir. Me limité a hacer lo que se me ordenaba.
Las baldosas del suelo del baño estaban frías cuando me tumbé allí a esperar el castigo que yo había sugerido. Me hicieron esperar un rato. Probablemente pensaban que estaría allí tumbada llena de miedo a lo que estaba a punto de ocurrir. Esperando a que cambiara de idea mientras yacía allí pensando en lo que ella iba a hacerme.
Pero estaban equivocados. Estaba impaciente por que me lo hiciera. Sabía que esto les mostraría que realmente quería decir lo que dije. Quería demostrarles que ya no habría más vacilaciones, más explosiones emocionales.
Los pensamientos que llenaban mi mente eran sobre la fea puta Lexy, que me había causado todos estos problemas. De Desmond, y como había sido incapaz de excitarle de ninguna manera, de lo poco atractiva que debía encontrarme. Y como siempre pensamientos sobre la Mujer Rubia.
Solo deseaba que Kelly se diera prisa y me castigara para que la Mujer Rubia estuviera contenta conmigo. Contenta de la forma en que soportaba el castigo. Solo quería hacer cualquier cosa para conseguir que la Mujer Rubia estuviera contenta conmigo y así me perdonaría y no me echaría.
Miré a Kelly mientras entraba al baño.
"Has sido una putilla estúpida, ¿verdad, Lynne?" Dijo mirándome.
"Sí, Señorita, lo he sido, lo siento. No volverá a ocurrir, lo prometo."
"No basta con sentirlo, Lynne. Tienes que ser castigada."
"Sí, Señorita, lo sé, merezco ser castigada, por favor, castigue a su estúpida putilla."
Me miró mientras se bajaba la cremallera de sus pantalones cortos y se los quitaba. Desmond estaba de pie en el marco de la puerta recostado en el arco. Iba a ver como Kelly me castigaba. Ella le pasó sus pantalones, y luego se quitó las bragas y Desmond se las guardó también. Me miró con una expresión de desprecio.
Kelly se puso sobre mí con una pierna a cada lado de mi cabeza. Mis ojos se clavaron en la carne bella y suave entre sus piernas. Sentí que me humedecía cuando vi su precioso coño rapado. Siempre me humedecía cuando veía el coño de Kelly.
"¿Qué es lo que eres, Lynne? ¿Qué quieres ser?" Dijo Kelly con suavidad.
"Soy una puta y una fulana." Dije mientras movía mis ojos hacia los suyos. "Y quiero ser esclava de ella, necesito ser su esclava."
"Tienes mucho que aprender antes de que te conviertas en esclava de nadie, Lynne."
"Lo sé, Señorita. Sé que la he defraudado. Pero nunca más la defraudaré. Y sé que tengo que ser castigada por lo que hice."
"Sabes lo que te voy a hacer, ¿verdad, Lynne?"
"Sí, Señorita. Me lo merezco. Por favor, castígueme. Por favor, hágamelo."
"No la defraudes nunca más, sucia putilla."
Se agachó encima de mí, su coño estaba justo encima de mi cara. Luego me miró. Abrí la boca cuando vi que los músculos de su estómago se tensaban mientras apretaba para expulsar la orina de su cuerpo.
Estuvimos todo el tiempo mirándonos mutuamente a los ojos.
Cuando terminó se pasó la mano entre las piernas y empezó a acariciarse. Su coño estaba solo a seis pulgadas (15 cm) de mi boca mientras se masturbaba.
Se lamió el dedo y se restregó con fuerza su clítoris. Castigarme de esa forma la había excitado tanto que enseguida se puso al borde del orgasmo. Podía decir por la expresión de su cara que estaba a punto de correrse, y gritó. "Lámeme, Lynne. Lame mi chocho, sucia putilla."
Ataqué su clítoris con mi lengua y se corrió. Se folló mi húmeda cara mientras el orgasmo rasgaba su cuerpo. Luego me apartó la cara y se masturbó en los momentos finales de su placer.
Agarró una de las toallas que Tony me había dejado y se limpió. Había empezado a masturbarme cuando vi que los músculos de su estómago se tensaban, todavía estaba masturbándome cuando dijo:
"Date una ducha deprisa. Te esperaremos en el dormitorio."
Estaba a punto de correrme, pero había estado conteniéndome pensando que Kelly lo terminaría. No apartó los ojos de mí mientras se ponía los pantalones. Podía asegurar que le gustaba como se me veía, tumbada en el suelo jugando con mi cuerpo después de lo que acababa de hacerme.
Luego miré a Desmond, Kelly se rozó con él cuando salió del baño, el desprecio que sentía por mí era aún más intenso que antes. Pero me encantaba aquella expresión en su cara. Me encantaba que pensaran en mí como una sucia fulana, una despreciable y patética putilla.
Verle mirarme de esa forma me llevó más allá del borde y empecé a correrme. Me observó durante parte de mi orgasmo pero empezó a irse antes de que hubiera terminado.
"Mírame, Desmond." Supliqué entre espasmos de placer que agitaban mi cuerpo. "Mira como se folla a sí misma la sucia putilla, mira a la pequeña cubierta por el p..." No podía decir la palabra. Solo pensar en ella me hacía gritar de éxtasis.
Mi orgasmo se esfumó en cuanto no hubo nadie que me mirara. Tumbada en el suelo recuperé el aliento, intentando volver a enfocar el mundo.
Limpié el suelo con la toalla de Kelly y algún desinfectante que encontré debajo del lavabo. Me alegré de que Tony hubiera dejado artículos de limpieza. Me restregué la cara y el cuerpo en la ducha y me eché champú y acondicionador tres veces en el pelo.
Luego volví a restregarme la cara y me cepillé el pelo dos veces. No me sentía sucia. No sentía que lo que había hecho fuera sucio o malo. ¿Cómo podía serlo? si las dos nos habíamos corrido haciéndolo. Todo lo que había hecho era aguantar el castigo que merecía. El hecho era que había disfrutado de mi castigo, como haría una buena esclava. Y sabía que podría ser una buena esclava para ella.
No me importaba lo que Desmond o cualquier otro pensara de mí, nadie excepto la Mujer Rubia. Lo que pensaba ella y lo que quería era todo lo que me importaba.
Pero quería ser tan buena puta como pudiera para ella. Quería oler bien para los hombres que pagaran por follarme.
Pero todavía no estaba segura de si soportar el castigo me había proporcionado la segunda oportunidad que había suplicado. Pensaba que había probado mi valía para ellos. Seguramente lo había hecho después de lo que acababa de hacer. Pero todavía no entendía este mundo suyo.
Encontré un par de bragas limpias entre lo que Tony había dejado para mí y eran todo lo que llevaba puesto cuando salí al dormitorio peinándome el largo pelo húmedo. Desmond se había ido, Kelly estaba hablando por el móvil.
"Sí, incluso abrió la boca sin tener que decírselo, la sucia putilla. Lo deseaba... Sí, lo hizo, se masturbaba todo el tiempo que duró, y tuvo un orgasmo con sus propios dedos, nosotros no la tocamos...... Sí Ama."
Kelly se sentó en la cama, mirándome. Esperé todo lo que pude soportar.
"¿Qué dijo ella?" Supliqué, incapaz de soportar la espera.
"Tendrás tu segunda oportunidad." Dijo mientras se dirigía a la puerta.
Luego se detuvo y se volvió y me miró.
"No la vuelvas a joder, Lynne. No te dará más oportunidades. Limítate a hacer lo que se te diga. Te perderé si la vuelves a joder."
Me dejé caer en la cama, aliviada. Me daba cuenta de lo cerca que había estado de que me echaran, sin poder alcanzar mi última victoria. Y eso no iba a ocurrir. Ya no había más dudas. Ya no había ninguna parte de mí que no estuviera segura.
"Soy una puta. Soy una fulana. Y voy a ser su esclava. No hay manera de que la vuelva a cagar."
Si hubiera habido alguien en la habitación para escucharme, la determinación de mi voz no le habría dejado duda de que sabía lo que quería decir. No iba a darle ninguna excusa para que me echara.
Me vestí con mi ropa de fulana, me puse algo de maquillaje, y volví a bajar para conseguir algún cliente.
Obviamente tenían gente observándome. Ahora sabía que clase de puta y fulana era yo, y se lo iba a demostrar. Quería que ellos supieran lo que ahora yo sabía de mí misma.
Eran las 6:30 cuando me volví a recostar en la pared. Había desperdiciado casi dos horas del tiempo de una fulana por mi pequeña explosión emocional. Pero estuve aprendiendo más sobre mí misma durante todo el tiempo. Quizás necesitaba un incidente como ese para finalmente dejar ir lo que quedaba de la otra mujer llamada Lynne. Pero ahora sabía que se había ido.
Y tal vez necesitaba mostrarme a mí misma lo lejos que estaba dispuesta a llegar para convertirme en esclava. No había duda ahora de lo lejos que estaba dispuesta a llegar. Con todo lo repugnante que suena, pensar en lo que Kelly me hizo en el baño hace que mi coñito pelado gotee.
Vi a Lexy calle abajo acercarse a los hombres que se cruzaban con ella. Ella me había costado casi todo, no creía que hubiera sentido tal odio por otra persona en mi vida como el que sentía por aquella puta.
Y tampoco pensaba que ella fuera particularmente atractiva. Era aproximadamente de mi estatura 5 pies y 2 pulgadas (aproximadamente 1'60m), pero parecía un poco gordinflona con sus ropas de fulana. Llevaba un vestido negro. Realmente corto, sus tetas parecían bastante grandes, pero nada especial. Su vestido era demasiado corto, sus muslos resultaban un poco demasiado grandes para un vestido tan corto.
Obviamente intentaba parecer con un poco más de clase que las otras chicas de la calle con su vestido negro y sus medias negras y zapatos. Pero no creía que hubiera nada de clase en ella. Era algo guapa, con pelo negro largo y rizado. Y aunque cada vez me sentía más atraída hacia las otras mujeres, Lexy no me decía nada. No me sentía atraída por ella en absoluto. Cuanto más la miraba más feo me parecía su aspecto. Despreciaba a la puta fea.
Estaba mirando a Lexy, pensando cuanto la odiaba cuando oí la profunda y amenazadora voz de Desmond detrás de mí. Me volví a mirarle. Sabía lo que pensaba de mí. Lo llevaba en la cara cuando había estado arriba en mi cuarto. Pero no me acobardó su mirada fría. Yo era todo lo que él pensaba que era, y aunque le diera asco, eso conmovía todo mi ser.
Sus ojos dijeron más de lo que pensaba de mí que sus palabras cuando habló con aquella profunda voz suya.
"He conocido algunas mujeres patéticas y desesperadas en mis horas de calle, Lynne. Pero nunca una mujer que me repugne de la forma en que tú lo haces. No sé que es lo que eres, no sé que palabra usar para describirte. No sé si hay una palabra para describir lo que eres. Pero una cosa sé, la palabra fulana es demasiado buena para ti.