Lynne 27: LA COMPETICIÓN 1ª
Una semana más tarde Lynne estaba sentada en su jaula escribiendo su diario; Kristy estaba en la jaula al lado de la de Lynne escribiendo el suyo.
Lynne:
CAPÍTULO 27. LA COMPETICIÓN I.
Una semana más tarde Lynne estaba sentada en su jaula escribiendo su diario; Kristy estaba en la jaula al lado de la de Lynne escribiendo el suyo. La competición se había terminado pero ninguna de las mujeres sabía quién había ganado. Les habían dado sus diarios y les habían dicho que escribieran sobre lo que les había ocurrido desde la noche en que Zaheer las valoró; y que esperaran. El Ama les informaría de quien había ganado cuando estuviera preparada; pero las dos estaban seguras de que ya sabían quien había ganado.
Supe todo el tiempo que Zaheer diría que Kristy valía más que yo. Escribió Lynne: Quería creer otra cosa, durante un instante, mientras estaba repasando todos sus defectos casi esperaba que podría decir que yo valía más que ella; pero en el fondo sabía que no era así. Zaheer tenía razón. Era más joven, y tenía mejor tipo que yo. Era obvio que la gente pagaría más por ella que por mí. Me quedé muy aliviada cuando el Ama le negó el punto por su insolencia. El comportamiento de Kristy le costó un punto en nuestra competición, pero también me hizo aprender una lección.
El Ama estaba furiosa con Kristy y nos dejó solas en la sala de exhibición un tiempo que pareció enorme. Kristy y yo intercambiamos miradas de odio y nos insultamos durante un rato.
"¡Valgo más que tú... fulana vieja de culo gordo!" Me gruñó.
"Zaheer preferiría entretenerse conmigo que contigo, puta fea de pecho plano." Le respondí bruscamente.
Había tanto que nos queríamos decir mutuamente pero pienso que ninguna de las dos sabía por donde empezar. Después de un rato dejamos de decirnos nada; solo nos sentamos y esperamos a ver que era lo siguiente que nos pasaba.
Mirando hacia atrás no creo que me hubiera enamorado de Kristy en absoluto. Creo que había caído ante la idea de estar 'enamorada' de otra mujer. Estos sentimientos habían desaparecido ahora. La odiaba más de lo que nunca había odiado a nadie; y sé que Kristy sentía lo mismo.
Cuando fuimos amantes durante aquel corto periodo de tiempo en la Gold Coast pensaba que era preciosa y sensual y excitante. Nunca más la encontré así. Tenía un tipo estupendo pero sin todo su maquillaje y su peinado exagerado resultaba una mujer de aspecto muy soso.
Pero se interponía entre yo y la vida que deseaba como esclava de la Mujer Rubia. No me importaba lo que le ocurriera a Kristy, siempre que ganara la competición y consiguiera ser esclava de la Mujer Rubia.
Ahora puedo ver a Kristy a través de las barras de nuestras jaulas, está escribiendo su diario, lo mismo que yo. Debo admitir que tengo curiosidad por lo que esté escribiendo pero ahí es donde termina mi interés por ella. Ahora es mi enemiga, y haré lo que sea para batirla.
El Ama había dicho que Kristy hubiera conseguido 'otro' punto si no hubiera sido por su insolencia. Eso significaba que se había corrido más rápidamente cuando el Ama nos grabó masturbándonos para ella. Tenía un punto más que yo y no estaba segura de cuanto duraría esta competición ni cuantos puntos había en juego. El Ama había dicho que 13, pero ahora sabía que podía cambiar de idea fácilmente o manipular los números según le apeteciera. Era su mundo; ella hacía las reglas y las cambiaba cuando le venía bien.
Kristy me miró entonces, con la misma mirada de odio que me había dedicado tantas veces desde que esta cosa de la competición había empezado. Sigue pretendiendo que va a ganar, sigue fingiendo su sonrisa confiada y suficiente para intentar convencerme de que ya sabe que ha ganado. Pero puedo asegurar que está tan insegura y nerviosa respecto a todo esto como lo estoy yo. El Ama nos dirá quién ha ganado cuando ella esté preparada. Todo lo que podemos hacer es esperar.
Estoy segura de que el Ama y mi marido y probablemente también otras personas leen lo que escribo en este diario. No estoy segura si lo que escribo puede contar en mi contra en la competición; pero me limitaré a escribir la verdad sobre lo que ha ocurrido y sobre como lo siento y confío en que eso sea lo que ellos quieran.
Zaheer es un hombre extraordinario. Puede hacer que me humedezca con solo mirarme; o puede que me humedezca de miedo con solo mirarme. Ser su esclava sería una experiencia interesante; una para la que no estoy preparada... todavía.
La noche en que nos tasó fue una experiencia increíble, una experiencia que no olvidaré nunca. Ni nunca olvidaré todo lo demás que me ha ocurrido desde aquella noche en el garaje.
No sé cuánto tiempo nos dejaron solas en la sala de exhibiciones aquella noche en que Zaheer nos tasó. Kristy y yo estábamos sentadas en el suelo dándonos la espalda cuando finalmente Mónica vino a recogernos. Kristy todavía tenía una señal roja en la cara donde Zaheer la había golpeado.
Mónica estaba vestida con sus grandes botas de cuero y su falda y sostén de cuero; y llevaba la fusta con la que le gustaba tanto pegarme. Era una persona muy distinta de la Mónica que solía estar en la jaula donde ahora está Kristy. Mónica obviamente disfrutaba haciendo de Ama; pero me pregunto si cometerá el mismo error que Rebecca y dejará que se le suba a la cabeza. Mónica todavía es una esclava como el resto de nosotras. Rebecca se había olvidado de eso y pagó un elevado precio por haberlo hecho. Mientras sentía el aguijón de la fusta en mis muslos me preguntaba si no le esperaría el mismo destino a Mónica.
"Levántate puta." Me gruñó mientras me volvía a golpear con la fusta, luego golpeó a Kristy y le dijo que se levantara también. Nos puso collares alrededor del cuello y les enganchó correas y nos llevó por corredores y escaleras hasta la sala del sofá y la chimenea. Nos hizo arrodillar en el suelo delante del sofá en el que estaba sentada el Ama hablando con Zaheer. Cherie estaba a su lado, todavía desnuda excepto por su pelo rubio largo que le caía sobre los hombros. Resultaba increíble con el anillo de oro en el clítoris y la cadena de oro rodeándole la cintura.
Ni Zaheer ni el Ama parecieron darse cuenta de nuestra presencia al principio. "Dos mujeres que fueron amantes ahora enemigas. Enfrentándose la una contra la otra en una batalla por el último premio." Decía Zaheer con aquella voz suya distintiva y profunda. "Eres una mujer muy imaginativa. Esta competición resultará de lo más entretenida." El Ama sonrió modestamente y se volvió a mirarnos, de rodillas a sus pies. "Sé cuál de vosotras puede correrse más deprisa para mí; pero ¿cuál de vosotras puede combatir el orgasmo durante más tiempo para mí? ¿cuál de vosotras tiene voluntad para aguantar más tiempo para mí?"
Mónica sujetaba lo que parecía un poco como dos viejos cinturones de castidad. Estaban hechos de cuero grueso con tiras y grandes hebillas de latón y dos piezas de plástico negro con forma de pene en el interior de cada uno, una del tamaño aproximado de una polla de hombre de tamaño medio, la otra del tamaño de un dedo de mujer.
Mónica había hecho levantarse a Kristy y quitarse la falda. Aplicó algo de lubrificante en las cosas de plástico y lentamente deslizó la grande dentro del coño de Kristy. Observé la expresión de la cara de Kristy mientras se deslizaba entera en su interior. Luego Mónica hizo doblarse a Kristy y le metió con cuidado la del tamaño de un dedo por el culo. Cuando ambas estuvieron metidas a fondo en su interior, Mónica enganchó rápidamente las correas y hebillas.
"Un dispositivo interesante." Dijo Zaheer. Mientras Mónica me había hecho levantar y quitarme la falda. Insertó lentamente la polla de plástico dentro de mi coño; había en la base un bulto plano de goma dura que no había visto antes. Se abrió camino entre mis labios y se encajó perfectamente contra mi clítoris. Mónica luego me hizo inclinarme y deslizó la más pequeña con forma de dedo por mi culo arriba; igual que había hecho con Kristy; pero no fue tan delicada conmigo como con ella. Podía sentir las cosas de plástico en mi interior mientras Mónica enganchaba las correas y hebillas.
"El arnés encaja muy ajustadamente en el cuerpo de una mujer." Dijo el Ama a Zaheer. "Ponles pilas nuevas a los dos, Mónica."
"Sí, Ama." Dijo Mónica mientras se dirigía a una mesa lateral y volvía con ocho pilas de tamaño D. Había cajas de plástico para pilas, conectadas a la parte trasera de los arneses que ahora llevábamos Kristy y yo, y Mónica y Cherie pusieron cuatro de las pilas nuevas en cada una y se quedaron detrás de nosotras para supervisar lo que nos estaba ocurriendo. Mónica se puso detrás de Kristy, Cherie detrás de mí.
"Simón utilizó el cuerpo de Kelly para diseñar exactamente donde enganchar el pene y el dedo de plástico cuando fabricó estos." Dijo el Ama a Zaheer. "Pero Kelly era una mujer mucho más joven y más esbelta que cualquiera de estas dos. No les quedan tan bien como a Kelly; y estoy segura que no encajan como deberían donde más importa." Añadió sonriendo.
Mónica nos hizo ponernos luego a cuatro patas, cada una de cara a la otra, sobre la alfombra a los pies del Ama y de Zaheer. "Conéctalos a bajo ritmo." Dijo el Ama mientras ella y Zaheer discutían sobre la pena que suponía que el Ama hubiera tenido que vender a Kelly. La pena que suponía que se hubiera convertido en una esclava aburrida.
"Malgastas el tiempo cuando una esclava te aburre." Dijo Zaheer despectivamente. "Mejor deshacerse de ellas rápidamente. Hay tantas mujeres disponibles en estos tiempos. Con tipos y tamaños y colores de todas clases. Raramente mantengo una mujer durante más de algunas semanas conmigo. Me canso de ellas muy rápidamente. Son todas tan diferentes y sin embargo tan iguales. Recuerdo una mujer negra que tuve hace muchos años..."
Nunca escuché el resto de lo que Zaheer tenía que decir sobre su esclava negra. Cherie había conectado un interruptor y las cosas de plástico que tenía dentro de mí empezaron a vibrar suavemente. En particular la que tenía en el culo me hacía imposible concentrarme en lo que Zaheer estaba diciendo. Levanté la mirada hacia Kristy, su cara estaba a solo unos pies de la mía. Podía adivinar que las vibraciones que le recorrían el cuerpo la habían afectado de la misma manera.
Pero al cabo de un rato me acostumbré a las cosas que tenía dentro de mí y a la forma en que vibraban suavemente. Estaban teniendo el efecto para el que se habían diseñado, mi coño se había puesto muy húmedo, y mi ojete había agarrado la cosa plástica que tenía dentro; pero tenía el control.
"Es muy sencillo. Incluso dos putillas como vosotras deberíais ser capaces de entender esto." Dijo el Ama mirándonos a Kristy y a mí. "Si te corres pierdes... Y ¿cómo está Ailene?" Preguntó volviéndose a Zaheer.
"Vaya espécimen excepcional que es." La cara de Zaheer se iluminó. "El hombre al que se la vendí le cambió el nombre posteriormente, pero no recuerdo en este momento el nombre. Pero está muy contento con su compra. Una mujer joven blanca asombrosa, de apenas 18 años, instintivamente obediente... Tiene mucho de lo que estar contento."
"Dime, Zaheer." Dijo la Mujer Rubia maliciosamente. "Si una mujer como Lynne a su edad vale cinco millones, ¿cuánto obtuviste por Ailene? Solo pagaste cinco millones por ella. Debes haber conseguido un beneficio muy considerable con esa venta."
"Tus palabras me hieren." Dijo Zaheer riéndose ruidosamente. "Tengo gastos generales, costes... Comerciar con esclavas es un negocio caro. Hay muchos oficiales a sobornar, hay que hacer muchas donaciones políticas, muchos parientes a los que pagar..." Zaheer volvió a reír ruidosamente.
"Te estás yendo por las ramas, Zaheer." Dijo la Mujer Rubia tonteando con él con la mirada.
"Veinticinco millones americanos." Zaheer y la Mujer Rubia se sonrieron de una forma que me hizo preguntarme sobre la verdadera naturaleza de su relación.
"Pagaste cinco millones de dólares australianos por ella y la vendiste por veinticinco millones de dólares americanos. Supongo que tu fondo de pensiones tendrá un balance muy saneado."
"La transacción fue realmente beneficiosa." Dijo Zaheer admirando la sonrisa de la Mujer Rubia. "Pero debes recordar que hay muy pocas mujeres como la que llamas Ailene. La mayoría de las mujeres que vendo son como estas dos." Bajó la mirada hacia Kristy y yo a cuatro patas sobre el suelo, a sus pies. "No podría ganarme la vida comerciando con las que son como estas dos; mucho menos con las fulanas de calderilla como esa asiática de allí."
No había visto a la asiática de pie en la esquina hasta que Zaheer la señaló. Todavía llevaba las pinzas en los pezones que tenía la primera vez que la vi. Su expresión nunca cambiaba cuando Zaheer se refería a ella como 'esa cosa asiática'. Era obviamente una mujer que había nacido en la esclavitud y conocía su lugar.
"Ponedlos a media potencia."
"Sí, Ama." Replicaron Mónica y Cherie y las cosas empezaron a vibrar dentro de nosotras con mucha más intensidad. Kristy gimió suavemente cuando Mónica aumentó la velocidad de la polla de plástico y el dedo que vibraban dentro de su cuerpo.
Hasta entonces yo había sido capaz de apartar mi mente de lo que estaba ocurriendo en mi interior, concentrándome en lo que Zaheer y el Ama estaban diciendo. La pieza plana apretada contra mi clítoris empezó a vibrar ahora también. No lo había hecho con la velocidad baja. Ahora toda mi atención estaba ocupada en las cosas que había dentro de mí y rozándose contra mí.
"Esto será más entretenido." Dijo Zaheer mientras veía como empezábamos a retorcernos en el suelo. "¿Cuál de ellas se correrá primero? Más entretenido."
"¿Te gusta como se siente esa cosa dentro de tu culo, Kristy?" Preguntó el Ama.
"Sí, Ama. Me encanta como se siente dentro de mi culo." Su respiración era rápida y errática.
"¿Puedes sentir ese botón de plástico duro rozándose contra tu clítoris, Lynne?"
"Sí, Ama." Jadeé. "Está justo encima de mi clítoris..."
Levanté la vista hacia Kristy, su cara estaba sonrojada y su cuerpo se agitaba ligeramente hacia atrás y adelante, como si las cosas dentro de ella estuvieran follándosela. Intenté pensar en alguna otra cosa, intenté apartar la mente de lo que estaba empezando a ocurrir dentro de mí. Kristy ya tenía un punto en nuestra competición. No podía dejarla que consiguiera otro. No podía ser la primera en correrse.
Kristy emitió un gruñido bajo que reconocí de las veces que habíamos hecho el amor. Pero escuchar los ruidos que hacía me lanzaban una oleada de placer que cruzaba mi cuerpo y gruñí ruidosamente y eché la cabeza hacia atrás.
"¿Puedo usar a tu esclava, Zaheer?" Preguntó la Mujer Rubia con aquella voz sensual suya. "Añadirá algo a nuestro entretenimiento, y a su tormento."
"Haz con ella lo que quieras." Dijo Zaheer con un movimiento despreciativo de su mano.
El Ama nos dijo que gateáramos hacia la asiática. Cada movimiento provocaba una sacudida de placer que recorría mi cuerpo a partir de las cosas que tenía dentro; las dos nos apañamos para gatear hacia la asiática sin corrernos.
Nos arrodillamos a cada lado de ella, cada una sujeta a uno de sus muslos suaves y morenos mientras la ayudábamos a quitarse las bragas. Tenía un bonito coño sonrosado, con solo una franja de pelo negro que pasaba por encima de sus labios. Su coño estaba a solo unas pulgadas de mi cara y podía ver lo húmeda que estaba.
Kristy tiró de uno de los labios de la asiática para abrirlo y yo tiré del otro y empezamos a lamer cada lado de su clítoris hinchado; nuestras lenguas se tocaban cuando lo hacíamos. Kristy estaba otra vez haciendo aquellos ruidos sordos mientras lamíamos el clítoris de la asiática y la llevábamos al borde del orgasmo. Yo gruñía sonoramente mientras la saboreaba y la oía gemir.
"Córrete, mujer." Oí decir a Zaheer detrás de mí. Por un instante perdí casi el control y casi me corrí cuando oí correrse a la asiática; pero conseguí alejar mi orgasmo esta vez; pero lo mismo hizo Kristy.
La asiática no hizo mucho ruido cuando se corrió; solo muchos grititos; pero su orgasmo duró mucho tiempo. Cuando al fin terminó vi la expresión de la cara de Kristy. Estaba a punto. Si yo pudiera aguantar un poco más...
Gatear de vuelta por la alfombra hasta los pies del Ama y de Zaheer fue una experiencia torturante y estimulante. Las cosas dentro de mi culo y mi coño se movían con cada movimiento que hacía; pero volví a mi posición en la alfombra sin correrme; Kristy hizo lo mismo.
"¿Quieres correrte, Lynne?" Preguntó el Ama provocadoramente.
"Sí, quiero correrme, Ama..." Jadeé.
"¿Y tú, Kristy...?"
"Sí, Ama... Quiero correrme..." Su voz era apenas más que un susurro. Sabía que no podría aguantar mucho más; pero yo tampoco podría.
Mónica y Cherie pusieron las cosas que llevábamos dentro a la velocidad máxima y las dos empezamos a gruñir y gemir sonoramente. "Oh, dios. No." Decía Kristy una y otra vez mientras intentaba no correrse, de repente nuestros ojos se encontraron. Vi la lujuria en sus ojos igual que ella la vio en los míos. Las dos estábamos tan cerca.
Súbitamente Kristy echó atrás la cabeza y gritó mientras la consumía el placer, Estaba emitiendo los gruñidos que yo sabía que emitía justo antes de correrse.
Yo jadeaba salvajemente y mi mano sujetaba mi entrepierna y no podía apartarla. Sabía que me iba a correr, y sabía que no podría hacer nada para evitar que ocurriera.
"Quiero clavarte la lengua en el culo, Kristy." Gemí. "Quiero clavarte la lengua en el culo y hacer que te corras, Kristy..."
"Oh, dios. No..." Gritó. Sabía que le gustaba; sabía que le gustaba oírlo. La coloqué casi en el borde, pero consiguió mantenerse. Sus ojos estaban inyectados en fuego, su cara se contraía del placer que amenazaba con asolar su cuerpo.
"Inclínate y te clavaré la lengua en el culo de la manera en que sé que te gusta, Kristy." Jadeaba salvajemente, no muy lejos de perder el control. "Oh, dios, Kristy, quiero meterte la lengua en el culo. Quiero oír como te corres, quiero ver como te corres... Córrete para mí, Kristy... Córrete para mí..."
Gritó y se dejó caer al suelo retorciéndose como un animal salvaje mientras el orgasmo la invadía. "¿He ganado, Ama?" Supliqué desesperadamente.
"Sí, Lynne, ella se corrió antes."
"¿Puedo correrme ahora también yo, Ama." No me contestó. "¿Puedo correrme ahora yo también, por favor, Ama...?" Siguió sin contestarme pero mi cuerpo no podía esperar más tiempo la respuesta. El orgasmo me golpeó con una fuerza casi brutal. Los brazos y las rodillas se me vinieron abajo y acabé en el suelo junto a Kristy, retorciéndome y revolcándome de forma incontrolable a cada sacudida de placer. Gimiendo y gruñendo sonoramente mientras mi cuerpo se consumía por un orgasmo tan intenso que el placer era casi doloroso.
No sé cuanto duraron nuestros orgasmos y creo que las dos perdimos la consciencia durante un instante hasta que todo hubo terminado. Kristy y yo yacíamos en el suelo juntas, exhaustas y con los cuerpos bañados en sudor. Levanté la vista hacia el sofá, Zaheer y el Ama se habían ido.
"Jodida zorra..." Dijo Kristy sin aliento, sin mirarme.
Mónica nos quitó las cosas de nuestros cuerpos y nos devolvió a las jaulas.
"Putilla estúpida." Le gruñó a Kristy. "Las pilas tuyas estaban usadas, las de ella eran nuevas. Deberías haber podido aguantar."
"Lo siento, Mónica." Dijo Kristy suavemente. Luego su voz se llenó de rabia.
"Esa jodida zorra empezó a mirarme de esa forma y no pude soportarlo..."
"¿Intentaste ayudarla a ganar...?" Miré a Mónica mientras le preguntaba; pero no había rastro de culpa o remordimiento. "¿Por qué...?" Mónica me miró de arriba abajo, con expresión de desprecio en la cara.
"Porque me gusta más que tú. Quiero que gane ella. Quiero que el Ama se quede con ella... no contigo."
"Jodida zorra." Le dije bruscamente. Luego gruñí cuando la fusta mordió la piel de mi muslo.
"No vuelvas a llamarme zorra, puta vieja." Mónica se burló de mí mientras me golpeaba con la fusta una y otra vez. "Ponte de rodillas y con el culo levantado y al aire, puta."
"Sí, Señorita." Dije desafiante. Llevaba todavía solo la parte de arriba, mi falda creo que se había quedado en la sala de estar. Me puse a cuatro patas sobre el suelo de mi jaula y levanté el culo para ella.
"¿Es esto lo que quiere, Señorita?"
Mónica me azotó el culo con la fusta hasta que la piel estuvo cubierta de marcas rojas. Kristy miraba a través de las barras que separaban nuestras jaulas. Disfrutaba con mi dolor. Pero no emití ningún sonido en todo el tiempo que Mónica me estuvo azotando. No quería darle el placer de oírme sufrir.
No iba a chillar para ella y no iba a rogarle que parase. Me mordí el labio y aguanté en silencio la paliza.
Cuando Mónica terminó conmigo nos dejó solas en la sala de las jaulas. Kristy me miró airadamente un par de veces pero la ignoré. Me acurruqué en mi litera y me quedé dormida con el culo todavía escociéndome de la fusta, pero sabiendo que había ganado el punto.
No sé cuánto tiempo estuve durmiendo, y, al principio, no reconocí el rostro de la mujer que estaba delante de mí diciéndome que me levantara. "¿Colleen...?" Dije todavía medio dormida.
"Tengo que prepararte. Ven conmigo." Solo me había encontrado con Colleen unas cuantas veces. Tenía unos treinta años y un bonito pelo largo castaño y un tipo espléndido. Su cara no era realmente guapa pero me gustaba. Tenía cara de puta.
Miré alrededor. Kristy no estaba en su jaula. "Vamos, Lynne." Dijo Colleen de pie con su minúsculo uniforme rojo de esclava. "No querrás hacer esperar al Ama."
Me llevó a uno de los baños, me quitó la parte de arriba y me ayudó a entrar en un baño caliente desbordante de espuma perfumada. Se arrodilló junto a la bañera y suavemente, casi con ternura, me lavó con una esponja suave y sonrosada. Vi la expresión de su cara y sus ojos. Colleen era una mujer en celo. Dejó que la esponja se escurriera de su agarre y siguió lavándome con la mano.
Su respiración se estaba haciendo más difícil mientras su mano me recorría los pechos, me toqueteaba los pezones y luego bajaba lentamente por mi estómago hasta el montecillo afeitado de carne entre mis piernas.
"Oh, dios..." Gimió quedamente. "Lynne... ayúdame, por favor." Me suplicó. "El Ama no me ha dejado correr en casi dos semanas. Ayúdame, por favor..."
"¿Qué quieres que haga...?"
"Solo levantarte y dejarme que te mire; por favor, solo deja que te mire, es todo lo que tienes que hacer, pero no puedes decírselo al Ama; tienes que prometérmelo, Lynne."
Parecía tan lastimera, tan desesperada. "Te lo prometo Colleen. No se lo diré."
"Gracias, Lynne." Jadeó mientras me levantaba en la bañera. Mi cuerpo estaba cubierto por la espuma perfumada que suavemente se iba deslizando o se evaporaba mientras yo estaba allí en pie.
"Dios mío, que guapa eres, Lynne." Gimió Colleen mientras su mano desaparecía bajo su falda roja. "Solo déjame que te mire. Déjame que te mire las tetas. Tienes unas tetas magníficas, Lynne. Son tan grandes, tus tetas son tan jodidamente grandes..." Su mano se movía rápidamente entre sus piernas; sabía que no le llevaría mucho tiempo correrse. Me limité a seguir allí en pie y a ver como se masturbaba y a esperar a que se corriera. Me emocionó de una forma que es difícil describir. Saber que estuviera tan excitada solo de mirarme, que se fuera a correr solo de mirarme mientras jugaba con su cuerpo.
"Déjame ver tu coño, Lynne..." Gimió. "Oh, dios, adoro tu gran coño; adoro tu gran coño húmedo... Los labios de tu coño son tan jodidamente grandes...
Grande... húmedo... coño... labios..." Gruñía Colleen y se corrió con los ojos fijos en mi coño. Emitió gemidos muy sonoros mientras el orgasmo llegaba al pico y suaves jadeos mientras remitía.
"Gracias, Lynne... Gracias..." Decía una y otra vez mientras disfrutaba de los últimos espasmos de un orgasmo que necesitaba tan desesperadamente.
Cuando su orgasmo se esfumó me secó rápidamente y me vistió con un uniforme de esclava blanco y me volvió a llevar a la sala de exhibiciones.
Como había sido el caso las otras veces que había estado allí antes, la sala de exhibiciones estaba muy poco iluminada; estaba a oscuras excepto unas cuantas luces blancas brillantes que emanaban de los focos del techo. Kristy estaba de rodillas en el suelo, desnuda. Parecía pálida bajo la brillante luz. Simón, el "Tipo del dolor", como uno de los otros le había llamado, estaba enganchando cables y cosas a sus pezones.
Pensé que Simón era un hombre atractivo la primera vez que lo vi y todavía tenía buen aspecto. Era bastante guapo, joven, de unos veintipocos años probablemente, pelo teñido y un pendiente de plata en la oreja izquierda. Pero sabía que su afición era provocar dolor a las esclavas; los cables enganchados a los pezones de Kristy y a su coño eran un recordatorio del tipo de hombre que era; de cuál era su especialidad. Kristy parecía tan vulnerable y asustada arrodillada allí con todos aquellos cables colgando de su cuerpo. Aparté la mirada; no quería pensar que nos iban a hacer.
Podía ver reflejos borrosos de mí misma en los espejos doquiera que mirase. Estaba empezando a acostumbrarme a verme con mi minúsculo uniforme de esclava blanco. Me gustaba el aspecto que tenía vestida así.
El Ama estaba sentada en un pequeño sofá, con Kristy bajo los focos brillantes a unos pocos metros frente a ella, y la asiática acurrucada en el suelo a sus pies. Podía ver las siluetas del Ama y de la asiática, pero estaban en las sombras y no podía verlas con claridad, no podía verles las caras.
"La he preparado para usted según sus instrucciones, Ama." Dijo Colleen con la cabeza agachada.
"Estás realmente arrebolada, Colleen." Dijo el Ama llena de sospechas desde la oscuridad. "¿Cuánto tiempo ha pasado desde que tuviste un orgasmo?"
"Casi dos semanas, Ama." Replicó Colleen nerviosa.
"Tienes el aspecto de una mujer satisfecha, Colleen. Tienes el aspecto de una mujer que ha saboreado el placer recientemente; muy recientemente. Tienes la expresión de satisfacción que una mujer lleva en la cara y los ojos después de haber experimentado el éxtasis de un orgasmo. No tienes el aspecto de una mujer que lleve dos semanas sin placer. ¿Te has corrido sin mi permiso?"
"No, Ama." Mintió Colleen con la cabeza todavía gacha.
"¿Es cierto eso, Lynne?" Preguntó el Ama. No podía verle la cara, pero podía sentir sus ojos fijos en mí. Le había prometido a Colleen que no le contaría al Ama lo que había hecho.
"No, Ama, no es verdad. Se masturbó mientras me bañaba y se corrió."
"Gracias, Lynne. No verás a Colleen en un rato. Llévala a la mazmorra Mónica."
"Sí, Ama." Replicó Mónica mientras agarraba a Colleen del brazo y la arrastraba fuera. Sus ojos se cruzaron con los míos y sentí la vergüenza de haberla traicionado y vi que las lágrimas empezaban a brotar de sus ojos. Quería decirle a Colleen que lo sentía; pero que lo volvería hacer si tenía que hacerlo. Haría cualquier cosa para conseguir la confianza del Ama y convertirme en su esclava. Incluso aunque significara traicionar a una de las otras esclavas, como había hecho con Colleen. Me quedé allí con la correa colgando en mi costado mientras Mónica se llevaba a Colleen para castigarla por mi culpa.
"Desnúdate para mí, Lynne." Dijo suavemente el Ama. Intenté desnudarme seductoramente para ella. Me desaté el nudo que ataba al tenue pañuelo de seda a mi cuerpo, y dejé que mis tetas se derramaran para ella. Luego me desaté el nudo de mi minúscula falda de borde irregular y lentamente me la quité y la dejé caer al suelo.
"Ponte en el suelo, frente a Kristy." Dijo el Ama, aparentemente poco impresionada con el pequeño striptease que había hecho para ella. "Sí, Ama."
Me arrodillé en el suelo, unos pocos pies delante de Kristy como el Ama me había dicho que hiciera. Simón se agachó junto a mí y me enganchó a los pezones cables equipados con pinzas de cocodrilo, los afilados dientes de metal hacían daño mientras me mordían los pezones. Se puso guantes de goma para enganchar más cables con pinzas metálicas a los labios de mi coño. Tres en cada labio. Miré para asegurarme de que Kristy tuviera también tres en cada labio. Una vez que las de mi coño estuvieron colocadas firmemente Simón me hizo doblarme y me deslizó en el culo algo pequeño y frío; también tenía cables asociados.
Kristy y yo nos miramos nerviosamente la una a la otra cuando Simón terminó su trabajo. Cuando estuvo hecho había una pequeña caja metálica, de unas doce pulgadas (unos 30cm) de lado en el suelo entre nosotras. En la parte superior de la caja metálica había un gran botón rojo con forma de hongo de unas 4 pulgadas (unos 10cm) de diámetro.
"¿Cuál de vosotras aguantará más dolor por mí?" Dijo el Ama pensativamente, mientras caminaba y se colocaba junto a nosotras. "Cuando se pulsa el botón rojo envía impulsos eléctricos a las pinzas enganchadas a vuestros cuerpos. Las dos recibiréis la misma cantidad de dolor. Simón me asegura que los riesgos para vosotras son... mínimos. Haréis turnos para pulsar el botón y provocar el dolor sobre vosotras mismas y sobre la otra. La primera que deje de pulsar el botón será la perdedora."
El Ama nos dio tiempo para considerar lo que estábamos a punto de acometer por ella.
"Hay un temporizador que se activa cuando se aprieta el botón rojo. Si el botón no se vuelve a pulsar en 30 segundos pierde al que le corresponda el turno de pulsarlo. ¿Lo habéis entendido las dos?"
"Sí, Ama." Replicamos al unísono.
"Bien. Veamos cual admitiría más dolor por mí. Normalmente se dice 'las señoras primero' pero como ninguna de vosotras es una señora tendremos que recurrir a una moneda. ¿Quién quiere pedir?"
"Yo lo haré." Dije rápidamente. La 'cruz' siempre me había dado suerte, pero esta vez no fue así, la moneda cayó de cara. Vi a Kristy mirar al botón rojo con forma de seta; vi como temblaba su mano mientras la acercaba. El dolor era intenso pero solo duró un instante. Puse la mano en el botón y lo pulsé de nuevo.
Las primeras veces que se pulsó el botón el dolor era más intenso en los pezones; pero cuantas más veces se pulsaba más intenso parecía ser el dolor producido por las cosas que tenía dentro del culo y el coño.
No sé cuantas veces nos aplicamos el dolor Kristy y yo mutuamente y a nosotras mismas; pero al cabo de un rato el dolor parecía más salvaje cada vez que se pulsaba el botón rojo. Cada vez gritábamos con más fuerza y tardábamos más en volver a pulsar el botón, lo más que podíamos.
Podíamos vernos mutuamente y a nosotras mismas en cualquier parte alrededor de la sala llena de espejos. Era el turno de Kristy de pulsar el botón rojo, tenía el pelo desordenado, el cuerpo brillante de sudor. Sus ojos miraron al botón rojo y luego a mí. Lo volvió a pulsar y ambas gritamos cuando la corriente atravesó nuestros cuerpos.
Me temblaba la mano mientras la acercaba para pulsar el botón, pero no sabía si podría. No podría aguantar el dolor mucho tiempo más, y estaba segura de que Kristy tampoco. 'Solo unas cuantas veces más' me dije a mí misma. 'Ella se rajará antes... solo unas cuantas veces más...'
Mi mano estaba encima del botón rojo mientras intentaba obligarme a pulsarlo. "Espera." Dijo de repente el Ama, de nuevo a mi lado. Un hombre con camisa desabrochada y corbata se agachó a nuestro lado, llevaba un estetoscopio al cuello. Le reconocí; era nuestro 'médico de familia'. Simón hizo algo en la caja metálica y luego volvió a desaparecer en las sombras.
"¿Están en condiciones de continuar, Justin?" Preguntó el Ama, obviamente enfadada por haber tenido que interrumpir su entretenimiento por tener que comprobarnos. Justin puso el estetoscopio contra mi pecho mientras una mujer muy atractiva con pelo rubio largo se agachaba al otro lado. Era su recepcionista, un zorra realmente destacable. Siempre tenía buen aspecto con su uniforme blanco corto muy apretado, y ella lo sabía. No me gustaba y yo no le gustaba; pero siempre se había llevado bien con mi marido.
"Pásale la abrazadera del esfigmomanómetro alrededor del brazo." Le dijo Justin. "Quiero tomarle la tensión sanguínea. El corazón está bien, la respiración un poco superficial, pero era lo que se esperaba." Le dijo al Ama.
La zorra rubia me rodeó el brazo con la cosa y empezó a bombear. "¿Arteria braquial?" Preguntó.
"Sí." Replicó Justin mientras me ponía el estetoscopio en la muñeca. Sentí que la abrazadera me apretaba el brazo mientras la rubia bombeaba más de lo que yo creo que hacía falta. Sentí que el pulso en el brazo se hacía más fuerte y luego se paró. Justin empezó a soltar presión y noté que mi pulso latía con fuerza.
"Está bien." Dijo Justin mientras se levantaba. "Tiene un pulso de 115, un poco alto pero no está muy en forma. Todo lo que no llegue a 130 es válido para ella bajo este tipo de tensión. Su presión sistólica es de 140, la diastólica de 90. Un poco alta, normalmente tiene 120/70 que está bien para su edad. Está perfectamente."
Justin y la zorra rubia comprobaron el estado de Kristy. Su pulso y tensión arterial eran también un poco altos; pero estaba muy en forma según Justin y dijo que estaba perfectamente. Justin me ignoraba, pero la zorra rubia me miró con una sonrisa casi diabólica. Siempre había pensado que era mejor que yo; siempre me había mirado por encima del hombro; siempre me hablaba como si fuera una completa estúpida. Ahora me veía así; y saboreaba cada instante de mi humillación. Siempre había pensado que era mejor que yo; ahora podía ver por sí misma que lo era.
"Vale, mis putillas." Dijo el Ama, contenta de que el entretenimiento estuviera a punto de reanudarse. "Veamos cual de vosotras soporta más dolor por mí. ¿De quién era el turno?"
"De ella." Dijo Kristy rápidamente. El sonido de los tacones del Ama sobre el suelo de espejo llenó la habitación. Miré y vi la silueta del Ama con la asiática en el suelo a cuatro patas. El Ama había estirado las piernas y sus pies descansaban sobre la espalda de la asiática. Me pregunté que otros usos tendría en mente el Ama para la asiática, además de usarla para reposar los pies.
Vi que Kristy apretaba los dientes y tensaba el cuerpo, preparándose para el dolor. Me preparé para la agonía que sabía que estaba en camino y golpeé el botón rojo con la palma de la mano. Nuestros cuerpos se estremecieron y las dos soltamos pequeños ruidos lastimeros, pero no había dolor. Oí reírse a la gente en la oscuridad que nos rodeaba. No sabía cuanta gente había acechando en las sombras mirándonos, ni quienes eran.
"Simón no ha vuelto a conectarlo todavía, putas estúpidas." Dijo el Ama riendo tranquilamente. Simón apareció de nuevo desde la oscuridad que nos rodeaba e hizo algo en la caja metálica, y luego se sumergió otra vez en las sombras.
Tenía que soportar el tormento de esforzarme otra vez en pulsar el botón rojo. Lo alcancé rápidamente y lo pulsé. No me dio tiempo a pensar en ello o en el dolor que iba a venir. Kristy y yo gritamos con fuerza cuando la corriente eléctrica sacudió nuestros cuerpos. Mis pezones y mi coño sentían como sí agujas calientes se hubieran clavado en ellos; no puedo describir el dolor abrasador que me subió por el culo.
Kristy estaba lloriqueando suavemente cuando volvió a pulsar el botón. Esto siguió y siguió. El dolor se había hecho insoportable. Los ojos de Kristy se encontraron con los míos y las dos deseábamos que la otra cediera; pero ninguna lo hacía.
"Aumenta la corriente, Simón." Oí decir al Ama a través de la neblina de la tortura física y emocional que estaba obligada a soportar. Simón salió de la oscuridad, hizo algo en la caja metálica y se volvió a retirar a las sombras.
Era el turno de Kristy. En mi mente le rogué que no lo hiciera. Cerró los ojos y golpeó el botón. Esta vez la fuerza del choque resultó peligrosa. Ambas chillamos con fuerza mientras el dolor nos rasgaba el cuerpo. Mis manos agarraron instintivamente mi coño y mis pezones mientras las dos caíamos al suelo del impacto del dolor.
"Mierda..." Gruñó Kristy mientras yacía en el suelo, intentando tratar el dolor que acababa de experimentar y prepararse para el dolor que iba a venir. "Date por vencida jodida puta testaruda." Murmuró sin aliento mientras yo me arrastraba rápidamente a cuatro patas para alcanzar el botón rojo con forma de seta. Mi mano temblaba y el corazón me latía con fuerza cuando saqué la mano para pulsarlo.
Mis ojos se encontraron con los de Kristy mientras mi mano estaba sobre el botón rojo. Podría asegurar que ella sabía que yo no podría aguantar más el dolor. Ella sabía que yo no podría volver a pulsar el botón.
"Te equivocaste otra vez, zorra." Jadeé mientras palmeaba con fuerza el botón rojo. Las dos chillamos con fuerza y nuestros cuerpos se estremecieron; pero no pasó nada.
"Tardaste demasiado, Lynne." Dijo el Ama desde las sombras. "Has perdido."
El rostro de Kristy se iluminó; una mezcla de emociones. Alivio de que se hubiera acabado y engreimiento de haber ganado. "Gané... jodida zorra." Masculló las palabras pero no habló. Yo golpeaba el botón una y otra vez.
"Por favor, Ama... No sabía, por favor... Aguantaré más dolor por usted... vea como sufro por usted..." Le supliqué, pero aquella parte de la competición había concluido.
"¿Le gustaría a alguno de vosotros usar a alguna de estas dos mientras estamos aquí?" Preguntó el Ama a quienquiera que fueran los que estaban escondidos en las sombras.
Sabía que la zorra de la recepcionista rubia encontraría demasiado buena como para perdérsela cualquier oportunidad para humillarme. Salió de las sombras y se colocó encima de mí, mirándome.
"¿En qué puedo servirla, Señorita." Me esforcé en decir.
"No puedes servirme en nada... fulana." Sonrió con desprecio.
"Lo siento, Señorita." Dije mirándola. Estaba disfrutando muchísimo. "Pero la otra es muy bonita." Dijo mirando a Kristy.
"¿Puedo acordar una cita para verla?"
"Tienes un excelente gusto para las mujeres." Simón sonreía mientras lo decía. Obviamente disfrutaba sumándose a mi humillación y vergüenza. Quizás también quería que el Ama se quedase con Kristy en lugar de conmigo. Ciertamente parecía ser más suave quitando los cables y las cosas que tenía encima y dentro de ella de lo que lo era conmigo.
Mónica nos llevó de vuelta a nuestras jaulas y sonrió a Kristy. Estaba muy contenta con la mujer que ella quería que se quedase con el Ama. Luego me miró. "¿Por qué no te das por vencida, puta vieja. Kristy va a ganar esta pequeña competición."
"No me voy a rendir, Señorita. Siento desengañarla." Mónica restalló la fusta en el aire para que pudiera escuchar el sonido amenazador que hacía.
"Lo veremos, zorra. Tu dolor todavía no ha terminado." Me puse a cuatro patas en el suelo de mi jaula con el culo al aire antes de que Mónica tuviera tiempo de decírmelo. "Puede hacer conmigo lo que quiera. Puede azotarme cuando quiera, Señorita, haré todo lo que me diga. Pero no voy a rendirme."
Tenía la cara enterrada en el suelo de cemento de mi jaula mientras esperaba el sonido de la fusta silbando en el aire y el aguijón de su punta de cuero en mi culo. Escuché cerrarse la puerta de la sala de las jaulas. Nerviosa levanté la cabeza y miré a mi alrededor: Mónica se había ido.
Kristy tenía en la cara una expresión irritante de suficiencia. Pero las dos estábamos demasiado exhaustas para discutir o arrojarnos insultos la una a la otra. Nos acurrucamos en nuestras literas y nos quedamos dormidas enseguida. No sé cuanto tiempo dormimos pero tenía la sensación de haber dormido mucho tiempo cuando Mónica me despertó con la fusta.
No había visto a Mónica con otro atuendo que el de Ama desde que regresé de la Gold Coast. Otra vez estaba vestida así. Botas altas de cuero rojo, falda y sostén de cuero con incrustaciones de plata en ellos; y, como siempre, llevaba una fusta de equitación. Obviamente Mónica disfrutaba haciendo de Ama.
Nos llevó a baños separados donde nos dieron media hora para bañarnos y prepararnos para la siguiente fase de la competición. No tuve problemas en vestirme con mi uniforme blanco de esclava. Me até la corta falda de borde irregular con un nudo a la cintura; y deslicé el tenue pañuelo de seda por el cuello, lo crucé delante, por encima de mis pechos; copé los pechos con el tenue material y lo até en un nudo a la espalda.
Mónica nos subió al porche que daba al este, hacia Bondi. Era una mañana clara de invierno; el sol lucía en el porche cerrado. Mónica nos había dejado a cuatro patas sobre el frío suelo embaldosado con las caras tocando el suelo y los culos al aire. Había un sofá de caña detrás de nosotros, cerca de la fuente con la estatua de la señora desnuda. "No se os ocurra daros la vuelta. Mantened las caras en el suelo." Dijo Mónica mientras sentí el aguijón de la fusta en el culo.
"Levanta tu culo gordo más arriba, puta." Se burló Mónica mientras me volvía a golpear con la fusta. "Así está bien, Kristy." Le dijo Mónica a ella. "Así está muy bien." Kristy no sintió el aguijón de la fusta en su culo. Todo lo que sintió ella fue el suave tacto de la mano de Mónica cuando la acarició.
Hubo sonido de pasos detrás de nosotras, dirigiéndose hacia nosotras, luego se detuvieron. "¡Jodida puta estúpida!" El rostro de Kristy se puso repentinamente pálido cuando escuchó la voz de su marido. "¡Lynne es SIETE años más vieja que tú. SIETE! ¡Tiene treinta y dos jodidos años, por la gloria de Cristo! No deberías tener problemas en batir a esta puta vieja, deberías ganar fácilmente la competición. Lo mismo que alguna puta de 18 años te debería ganar fácilmente."
"Lo haré, Amo. Lo prometo." Kristy se estremeció cuando la fusta golpeó con fuerza su culo.
"Ya es bastante malo que seas una puta tan plana de pecho." La fusta volvió a golpear con fuerza. "Pero también tenías que ser una jodida puta culo listo, ¿verdad Kristy?"
"Lo siento, Amo." Jadeó Kristy, justo cuando la fusta le aguijoneaba el culo de nuevo.
"Zaheer siempre te iba a tasar por encima de ella. Incluso una jodida estúpida fulana como tú debería haber sido capaz de figurárselo, Kristy. No hay ni una puta manera de que esta zorra valga más que tú; pero la cagaste. ¿Verdad zorra?" La fusta volvió a golpearla sonoramente.
"Sí, Amo. La cagué, no volverá a ocurrir, ganaré, le prometo que ganaré esta competición... lo siento..."
"Lo sentirás de verdad si la cagas otra vez, Kristy." La voz de su marido tenía un tono inquietante.
Se escucharon más pasos, voces, gente moviéndose por todas partes tras nosotras.
"Esta parte de la competición la decidirá Rex." Dijo el Ama desde detrás de nosotras. Oí los pasos del marido de Kristy mientras se retiraba, creo que se sentó en el sofá de caña detrás.
"Rex tiene un gran olfato para los coños. No os ha probado nunca, al contrario que Princess que ya sabe como sabéis las dos, como estoy segura que recordaréis. Levanten los culos señoras." Dijo el Ama en tono de burla. Entonces escuché las patas de Rex sobre las baldosas.
"¿Cuál de ellas tienen el coño más sabroso, Rex? Venga Rex, muéstranoslo."
Mónica dobló sobre la espalda lo que quedaba de nuestras minúsculas faldas. Nuestros culos y coños estaban expuestos a la vista de todos, y para que los probara Rex. "Aquí, Rex." Le llamó y escuché las patas del gran Rottweiler sobre las baldosas mientras caminaba hacia nosotras. Rex ya conocía íntimamente a Mónica.
Podía oírle jadear a medida que se acercaba, luego se detuvo. Pude sentir su cálido aliento entre mis piernas; creía que frotaba débilmente su fría nariz contra mi culo pero no estaba segura. 'Eso es, Rex.' Dije para mí. 'Prueba mi dulce coño, te gustará mi coño...' Quería sentir su lengua en mis labios y contra el agujero de mi culo. Quería que me clavara dentro su gran lengua; pero pareció retirarse.
Torcí levemente la cabeza para poder ver a Kristy; nuestras caras estaban solo a unas pulgadas. Supe por la expresión de la cara de Kristy que sentía a Rex detrás de ella.
Es difícil imaginar una situación más degradante que esta. Dos mujeres a cuatro patas sobre el suelo con los culos levantados en el aire, las piernas separadas y los coños expuestos para que un perro pudiera decidir cual de los dos sabía mejor.
Me sentía totalmente degradada y humillada y me encantaba sentirme así. Deducía de la expresión de la cara de Kristy que a ella también le encantaba. Mirando atrás, he renunciado a mi dignidad con sorprendente rapidez y facilidad desde aquella noche en el garaje. El hecho es: me excita ser degradada y humillada. Me excita que me traten como a una fulana barata. Esa es quien soy; eso es lo que soy. Los jugos cálidos que fluían de mi coño eran prueba suficiente de ello, si es que se necesitaban más pruebas.
A ninguna de nosotras le quedaba ningún sentido de la dignidad; no teníamos en que usarlo; no encontrábamos placer en la dignidad. Todo lo que quería cualquiera de nosotras en aquel momento era sentir la lengua del perro entre nuestras piernas.
La expresión de la cara de Kristy cambió de repente y gimió en alto. Podía escuchar el sonido de la lengua de Rex al lamerla. 'Mierda." Maldije suavemente para mí misma; pero Kristy me oyó. Torció la cabeza y nuestros ojos se encontraron. "Eso es, Rex." Me susurró. "Lámeme el coño. Te encanta mi coño. Sabe mejor que el suyo."
Luego gimió sonoramente y enterró la cara en el suelo y volvió a gemir.
De repente el sonido de las lamidas se detuvo y la expresión de la cara de Kristy volvió a cambiar. Pude sentir a Rex detrás de mí otra vez; su cálido aliento en mi coño húmedo. Luego su lengua larga y rugosa se deslizó por mis labios y mi ojete. Gruñí en voz alta y mi cuerpo se estremeció con una súbita sacudida de placer.
Me lamió unas cuantas veces más y gruñí sonoramente cuando su lengua me pinchó el ojete y luego se deslizó por mi coño. Es difícil describir lo bien que se siente una lengua de perro, cuanto placer produce en una mujer.
Cualquier mujer que no haya experimentado la sensación de una lengua de perro no tiene idea de lo que se está perdiendo. Cómo me ocurría a mí hasta hace poco. Una lengua de perro es tan grande y larga y cálida y áspera y dura y ... es increíble.
Cualquier mujer adora la sensación de una lengua de hombre o mujer en sus labios y clítoris y dentro de su coño y en su ojete. Pero ningún hombre ni mujer puede darte el placer que puede un perro. Y un perro habilidoso y experimentado en dar placer a una mujer de esta forma como lo es Rex, es una experiencia que ninguna mujer debería negarse.
Kristy se había corrido casi de tener la lengua de Rex entre las piernas y yo me estaba acercando rápidamente hacia el orgasmo cuando se detuvo. No podía decidir cuál de nosotras sabía mejor.
"Vamos, Rex. Ven aquí, chico..." Llamé desesperada.
"Cierra la jodida boca, zorra." Me gritó Mónica y me golpeó en el culo con la fusta. Sabía lo que estaba haciendo. Quería espantar a Rex de mí. Tal vez funcionara o tal vez no, pero podía saber a partir de la expresión de la cara de Kristy donde estaba la lengua de Rex. Estaba tan enfadada conmigo misma por haberle llamado de esa forma. Me sentí aún peor cuando oí la lengua de Rex lamiendo ruidosamente entre las piernas de Kristy. Seguí esperando que dejaría de lamerla a ella y volvería conmigo pero no lo hizo. De repente embistió y puso sus grandes patas en la espalda de Kristy; estaba intentando montarla; intentando meterle su enorme polla. Me había golpeado en su ansia por follarse a Kristy y yo estaba en el suelo tumbada observando su gran polla pinchando en su coño mientras intentaba desesperadamente metérsela dentro.
"Oh, dios, sí..." Gritó Kristy. Sus ojos inyectados en fuego mientras el gran Rottweiler intentaba montarla y clavar dentro de ella su polla enorme.
"Basta." Dijo el Ama desde detrás de mí. "Quitádselo y llevadlo con Therese; ella se ocupará de Rex."
Kristy estaba jadeando como una salvaje, pidiendo a gritos que se la follara Rex; que le clavara su gran polla de perro dentro de ella y se la follara. Lloriqueó patéticamente cuando Mónica retiró a Rex justamente cuando sentía que su polla estaba a punto de penetrarla.