Lynne 24: UN PRINCIPIO

Transcribo estos relatos aqui como justo homenaje a su autor Just Another Bloke (Solamente otro tio). Lynne:

Lynne:

CAPÍTULO 24. UN PRINCIPIO.

Por su mente pasaron veloces imágenes de David y Jayne y el joven rubio mientras se iba acercando; pero fue a Kristy a quien veía en su mente cuando se corrió. Fue el nombre de Kristy el que gritó cuando la primera oleada de placer le recorrió el cuerpo. Lynne jadeó y gruñó y gritó mientras el orgasmo más intenso de los que había conseguido masturbándose la consumía. Cuando el orgasmo finalmente remitió estaba sin aliento y con su cuerpo empapado en sudor.

Lynne pasó el resto de la tarde tumbada junto a la piscina y pensando. Había sido casi una semana. Estaba bien y realmente 'en uso' para cualquiera que la deseara e incluso se había divertido algo; quería ser la miserable y puta esclava de la Mujer Rubia; quería que la usaran y la maltrataran; ¿por qué la dejaban allí, sentada junto a una piscina? Se detuvo en la tienda de regalos en su camino de regreso a la habitación. Había una chica nueva tras el mostrador de Jayne, pero sabía quien era Lynne.

"Buenas tardes, señorita, ¿en qué puedo ayudarla?"

Lynne miró su tarjeta identificadora: Kerry. "¿Vendéis vibradores, Kerry?"

Kerry se quedó un poco estupefacta al principio, pero se recuperó enseguida. "No señora, aquí en la tienda de regalos no." Dijo con voz suave. "Pero podría conseguir comprar uno y llevárselo a la habitación si le interesa. Por supuesto, seré extremadamente discreta sobre el asunto, señora. O puede recogerlo aquí si quiere, estará obviamente a su altura. Puedo tener uno aquí para usted en una media hora. Lo siento si es un inconveniente, pero ciertamente haré todo lo posible para tener aquí su encargo lo antes posible. Si quiere, señora, yo..."

"Corta el rollo, Kerry."

"Lo siento mucho, señora."

"Ya puedes sentirlo, Kerry." Lynne dejó a Kerry con estos pensamientos y examinó alguna de las otras tiendas. Esta vez llevaba puesto el vestido playero y no atraía la atención como cuando fue a comprar en biquini.

La etiqueta identificativa de la joven de la boutique de modas decía: Donna.

Lynne había notado que la miraba cuando estaba examinando la lencería. Lynne estaba empezando a tener una mejor comprensión de la gente y de la sexualidad. Y después de echarle un par de miradas 'Fóllame' tenía una fuerte intuición sobre las preferencias sexuales de Donna.

"Necesitaré que me ayudes dentro de un momento, Donna." Dijo Lynne con voz sensual mientras se llevaba un conjunto de braga y sostén rojos brillantes.

"Por supuesto, señora." Contestó Donna nerviosa.

Donna era una mujer de apariencia muy vulgar, veintipocos, pelo corto castaño claro. La falda negra y la blusa blanca no realzaban exactamente su figura etérea.

"¿Puedo ayudarla en algo, señora?" Preguntó Donna a través de la cortina del probador.

"Sí, entra." Lynne tenía puestas las bragas rojas, y el sostén rodeando sus grandes pechos. "Engánchamelo."

"Por supuesto, señora." Dijo Donna amablemente mientras enganchaba las pequeñas sujeciones del sostén de Lynne.

"¿Qué te parece, Donna?" Preguntó Lynne mientras se pasaba las manos por el cuerpo y se rozaba entre las piernas.

"Se la ve preciosa, señora." Replicó Donna, con voz temblorosa; pero eran sus ojos lo que la delataba sobre todo.

"¿Te gusta el tacto del material?" Preguntó Lynne mientras tomaba la mano de Donna y la guiaba a su entrepierna. Donna no decía nada, se limitaba a dejar que Lynne llevara su mano a su entrepierna.

"Bueno, ¿te gusta su tacto, Donna?"

"Muchísimo, señora, me gusta muchísimo su tacto."

Donna gimió suavemente cuando vio que la mano de Lynne desaparecía debajo de su falda y luego la sintió sobre sus bragas de algodón húmedas. "Aquí no." Jadeó Donna. "Podría tener problemas"; pero no se retiraba ni retiraba la mano de Lynne; todo lo que hizo fue separar un poco más los pies para que Lynne pudiera llegarle mejor.

Donna empezó a respirar con dificultad, y Lynne deslizó su mano por dentro de sus bragas. Donna era, obviamente una lesbiana de armario muy frustrada, estaba a punto de correrse muy rápidamente. Mientras se iba preparando el orgasmo dentro de ella Lynne movía su mano cada vez más aprisa y dijo: "Eres una mujer muy poco atractiva, Donna. De hecho eres más bien fea. Gorda y fea, lárgate." Pasaría mucho tiempo antes de que Lynne olvidara la expresión de la cara de Donna mientras salía a toda prisa del probador.

Por la noche Lynne se puso un costoso vestido de noche negro y cenó en uno de los restaurantes, sola. La comida y el vino eran excelentes pero cenar consigo misma la deprimía. Observó a las parejas disfrutando de pequeñas cenas románticas juntos y se sintió muy sola. Había renunciado a su marido para estar con la Mujer Rubia; ¿cuándo enviaría a buscarla?

Después de cenar Lynne fue al club nocturno Neptune buscando un polvo. Todavía estaba caliente y un poco achispada. Muchos hombres se le acercaron pidiéndole un baile o si la podían invitar a una copa; la mayoría parecían tíos agradables; pero Lynne no quería un tío agradable. Quería alguien que la tratara como la sucia putilla que era. Las perspectivas de encontrar alguien aprovechable para follar disminuían a medida que la noche avanzaba y los hombres estaban más bebidos. Lynne se había decidido por otra sesión con su vibrador cuando vio que se acercaban David y Kristy.

"Hola ¿cómo estás... ?" Dijo, obviamente había olvidado su nombre.

Lynne se quedó un rato más y les vio bailar juntos. A Lynne le gustaba la forma en que Kristy acoplaba el cuerpo a la música; rebosaba sexualidad.

Lynne estaba mirando a Kristy, imaginando que hacía cosas con ella cuando una voz la distrajo. "¿Le gustaría bailar?" Era un hombre razonablemente atractivo, cerca de los treinta, con pelo corto oscuro y tez aceitunada. Un tío de aspecto muy normal. La cosa más destacable era el anillo de casado de su dedo. "¿Le gustaría bailar?" Volvió a decir. "No." Dijo Lynne mientras se levantaba. "Lo que quiero es follar."

Las manos no descansaban, las de cada uno sobre el otro, mientras el ascensor les subía al piso 16. Una vez en la habitación de Lynne casi se arrancaron mutuamente la ropa y cayeron en la cama, las bocas y los cuerpos enganchados en el calor del momento. El hombre se deslizó hacia abajo por el cuerpo de Lynne y lamió su coño recién afeitado. Lynne gimió ruidosamente en cuanto su lengua le tocó allí. Luego él se puso encima de ella, y dentro de ella. La folló con la pasión de un hombre que no ha disfrutado del sexo en mucho tiempo. Lynne gritaba "Sí. Sí." a cada embestida mientras se sentía más cerca del orgasmo. "Sí, fóllame." Gritó. "Haz que me corra." El hombre gruñó sonoramente y Lynne supo que se iba a correr. "No." Jadeó desesperada. "Todavía no..." El hombre gimió ruidosamente mientras se corría y luego dejó caer su cuerpo sobre el de ella.

"¡Mierda!" Le maldijo Lynne. "¿Por qué no me has esperado?"

"Lo siento, no podía esperar." Jadeó sin aliento.

"Está bien." Ronroneó Lynne. "Cómeme. Cómeme el coño y haz que me corra."

"No voy a bajar ahí abajo ahora..."

"¿Qué... Qué quieres decir?" Lynne miró hacia abajo y vio su semen saliendo de ella. "Así que... Venga..." Pero el hombre ya se estaba vistiendo. Lynne estaba aún en una nebulosa de frustración sexual cuando el hombre cerró la puerta tras él.

"Bastardo." Le gritó cuando se fue. Corrió a la puerta y estaba a punto de abrirla cuando oyó gente fuera. Miró por la mirilla y vio a David y Kristy. Obviamente se alojaban en la habitación de enfrente. Él la había inmovilizado contra la puerta y estaba intentando subirle la falda con la mano. Kristy dijo algo pero Lynne no pudo oírlo; pero podía decir lo que significaba la mirada de Kristy. Les vio tambalearse dentro de su habitación mientras se besaban y se sobaban.

Lynne corrió hasta la cama y se puso la bata de seda negra y agarró la llave de plástico y abrió lentamente la puerta. Era tarde, la 1:45 de la madrugada y el pasillo estaba desierto. No había visto mucha gente en esa planta desde que había llegado. Podía oírles desde donde estaba en la puerta de su habitación. Cerró la puerta sin ruido y se deslizó hacia la puerta de David y Kirsten.

Podía escuchar el sonido de sus cuerpos al entrechocar; Kristy jadeaba sonoramente y David emitía gruñidos. Lynne miró al corredor de arriba abajo y luego se recostó en la puerta y deslizó una mano bajo su bata. Su coño estaba empapado con sus jugos y la corrida del hombre cuyo nombre no conocía ni había preguntado.

Kristy gemía y jadeaba ruidosamente, gritándole a David que se la follara con más fuerza. Lynne sabía que Kristy se iba a correr, y ella iba a correrse con ella. Escuchó los ruidos que Kristy hacía y se acarició más deprisa para poder hacer coincidir su orgasmo con el de Kristy. Los tres estaban a punto de correrse cuando se oyó el 'ping' del ascensor.

'¡Mierda!' Maldijo para sí y se trasladó rápidamente a su propia puerta. Una pareja de mediana edad se paseó lentamente por el corredor, alejándose de ella. 'Daos prisa.' Les animó por lo bajo Lynne. La pareja llegó a su puerta e intentó torpemente abrir con la tarjeta. Lynne oyó a Kristy correrse justo cuando la pareja abría la puerta, David se corrió en cuanto lo hizo Kristy.

Para cuando la pareja hubo desaparecido en su cuarto había silencio en el de David y Kristy. 'Cabrones.' Renegó para sí. Sacó su llave del bolsillo de la bata y abrió la puerta. Justo cuando lo hacía la recorrió una extraña sensación. Miró al techo y vio la familiar burbuja de plástico negro que cubre las cámaras de seguridad. Casi estalló en una carcajada. 'Me pregunto si lo grabarán todo.' Pensó para sí mientras empujaba la puerta todavía riéndose.

Lynne se quitó la bata antes de que la puerta se hubiera cerrado tras ella. Agarró el vibrador de la mesilla de noche, lo puso a tope y lo tiró en la cama y se arrojó encima. Se pasó la mano abajo y lo colocó donde le pareció y rápidamente empezó a follarse contra él mientras se imaginaba a Kirsten con su biquini y recordaba los sonidos que hacía cuando se corrió.

Lynne se pasó una mano atrás y se acarició suavemente el exterior de su ojete mientras se follaba como una loca a la cama con el vibrador, apretándolo con fuerza contra su coño escurridizo. Se deslizó un dedo dentro del culo mientras se corría y gritó por la intensidad del placer que se estaba proporcionando. Su ojete se agarró a su dedo mientras su cuerpo era presa de espasmos con cada oleada de su orgasmo. Justo cuando el éxtasis empezaba a remitir se volvió a correr, esta vez con menos intensidad pero con un orgasmo largo y plenamente suave.

Finalmente retiró el dedo y se quitó de encima del vibrador, exhausta de placer. Se quedó dormida con el vibrador todavía zumbando junto a ella. A la mañana siguiente estuvo en el jacuzzi durante un largo rato pensando en la Mujer Rubia y las cosas que le había hecho hacer cuando era su esclava. Pero ya era sábado ¿cuándo iba a mandar a buscarla la Mujer Rubia?

Se vistió con unos vaqueros cortados ajustados, sin sostén y camisa blanca suelta atada con un nudo por debajo de sus pechos y se miró al espejo. 'Humm un poco putilla, Lynne.' Dijo sonriendo, era el aspecto que quería tener. Claro que hubiera preferido estar vestida con la minúscula falda y blusa de esclava, y arrodillada a los pies de su Ama, lamiendo sus pies mientras el Ama hablaba informalmente con otras personas sentadas en el salón. Los tacones de los zapatos negros de Lynne resonaron en el suelo de baldosa de la zona de recepción mientras se acercaba al mostrador. Comprobó si había algún mensaje para ella pero no había ninguno.

"Gracias." Dijo, incapaz de ocultar su desencanto. La joven del mostrador le prometió pasarle cualquier mensaje en cuanto pudiera si llegaba alguno. Eran las 11:40 a.m. Lynne no había comido así que se dirigió a uno de los cafés para tomar un desayuno tardío. Lo prolongó todo lo que pudo y luego se fue a la habitación y se puso el biquini y pasó las siguientes horas tumbada en la toalla en la piscina cuidando su bronceado y esperando a que la Mujer Rubia enviara a buscarla.

"Hola..." Dijo Kristy mientras se acercaba con su pequeño biquini blanco.

"Hola Kristy." Contestó Lynne mientras sus ojos recorrían el cuerpo de Kristy.

"¿Dónde está David?"

"Ha tenido que volar a Perth. Negocios, como siempre. Pero la habitación está pagada así que me voy a quedar unos días más. De todas formas no tengo nada que hacer en casa."

Las dos mujeres estuvieron hablando un rato y luego tomaron unas copas por la tarde que se transformaron en cena por la noche. Después de cenar fueron al Neptune y bailaron hasta las 3:00 a.m.

Cuando volvió a su habitación puso pilas nuevas en el vibrador y se masturbó mientras pensaba en lo excitante que resultaba Kristy cuando bailaban juntas; lo bien que olía; cómo notaba Lynne cuando sus cuerpos se tocaban mientras bailaban. Se imaginó que Kristy le estaba lamiendo el coño. 'Oh dios, sí, Kristy, méteme la lengua dentro.' Jadeaba Lynne con los ojos cerrados y una vívida imagen en su mente de Kristy con la cara enterrada entre las piernas de Lynne. Siguió invocando el nombre de Kristy; diciéndole que le comiera el coño húmedo; y gritó el nombre de Kristy cuando se corrió.

Al día siguiente, domingo, todavía no había mensajes, y Lynne y Kristy pasaron el día juntas en Wet'N Wild (Húmedo y Salvaje) un parque temático acuático. Lynne se reía para sí cada vez que pensaba en el nombre: 'Húmedo y Salvaje'.

Habían vuelto a cenar juntas esa noche. Lynne había reservado una mesa romántica en un rincón apartado, con velas y mucho vino. Kirsten estaba más que achispada cuando se dirigieron al club nocturno. Lynne siguió invitando a Kristy a copas; en una ocasión la convenció para tomar un par de zambucas (anisete italiano). Cuando bailaron juntas Lynne siguió acercándose a Kristy, sus pechos se tocaban de vez en cuando; sus cuerpos restregándose el uno contra el otro en la concurrida pista de baile.

"Volvamos a mi habitación y tomemos un night cap (cóctel de ron ligero, azúcar molida y leche caliente espolvoreado con nuez moscada)." Dijo Lynne cuando se sentaron juntas en un sofá estrecho; con las rodillas tocándose.

'Dios, tienes un culo magnífico.' Dijo Lynne para sí mientras observaba a Kristy caminando un poco delante de ella. Lynne no había podido quitar los ojos de Kristy en toda la noche. Estaba tan guapa con su falda blanca corta y su blusa roja brillante. A Lynne también le había resultado difícil mantener las manos apartadas de Kristy. A veces no había podido; ella le había sujetado la mano unas cuantas veces; la había rodeado con los brazos cuando bailaban. Nada flagrantemente sexual; nada que las mujeres no hagan con amistosa inocencia. Pero los pensamientos de Lynne respecto a Kristy y lo que quería hacer con ella distaban mucho de la inocencia.

Cuando llegaron a la habitación de Lynne, Kristy sugirió tomar mejor las copas en su habitación. Lynne lo había planeado todo; no sabía si podría seducir a Kristy; cuando era sincera consigo misma dudaba que pudiera. Kristy era una mujer increíblemente excitante, pero era igualmente y obviamente una mujer muy inocente; pero valía la pena intentarlo.

Lynne tenía las cosas organizadas en su habitación para optimizar sus posibilidades de seducirla.

"Um... Vale..." Dijo Lynne pillada de improviso. Kristy preparó unos Tía María en el bar mientras Lynne se sentaba en el sofá observándola. "¿Sabes que hice la noche pasada cuando volví a mi habitación?" Dijo Kristy de pasada mientras le alcanzaba la copa a Lynne y se colocaba delante de ella. Kristy siguió antes de que Lynne pudiera decir nada.

"Estaba tan caliente de estar contigo que ya me había quitado el vestido antes de que hubiera cerrado la puerta. Te observé a través de la mirilla. Me pasé la mano por dentro de las bragas y jugué conmigo misma mientras observaba como abrías la puerta. Tienes un culo magnífico, Lynne; y me encantan tus grandes tetas." La cara de Lynne se puso roja de deseo mientras veía a la inocente Kristy pasarse la mano por debajo de la falda mientras hablaba.

"Estaba tan jodidamente caliente, Lynne. Me deslicé fuera y me puse delante de tu puerta. Oí como te masturbabas; te oí cuando te corrías; oí que decías mi nombre mientras te corrías." La voz de Kristy era suave y sin aliento y su mano se movía bajo la falda. Lynne abrió las piernas y se subió la falda para poder jugar con su cuerpo mientras observaba a Kristy.

"Mi coño estaba goteando, Lynne, como ahora. Quiero correrme contigo; quiero clavar mi lengua en tu coño y hacer que te corras; había pensado en ello desde el día que te vi con tu biquini en la piscina. Apostaba que tendrías un coño dulce, Lynne; con grandes labios y un gran clítoris sonrosado." Hubo un breve silencio; lo único que se oía era la respiración pesada de las dos mujeres mientras sus ojos se encontraban y se tocaban a sí mismas.

"Llamé a recepción." Siguió Kristy con voz jadeante. "Pagué 300 dólares a un mozo para que me metiera en tu habitación. Estabas en la cama dormida, con el vibrador en el suelo a tu lado. Tenía tantas ganas de ver tu coño húmedo y tus grandes tetas; pero te habías subido las sábanas. Recogí el vibrador del suelo y lo lamí. Allí estaban tus jugos y lo lamí hasta dejarlo limpio. Sabes muy bien, Lynne."

"Oh dios, Kristy." Gimió sonoramente Lynne mientras se acariciaba el clítoris y observaba como Kristy hacía lo mismo.

"Me corrí así, Lynne. Me corrí mientras me tocaba y lamía el jugo de tu dulce coño de tu vibrador... Lynne..."

Las dos mujeres se corrieron juntas. Lynne retorciéndose en el sofá con las piernas muy separadas y Kristy de pie delante de ella, las piernas amenazando con venirse abajo mientras llegaba al clímax. Se engancharon en un apasionado abrazo en el sofá antes de que sus orgasmos hubieran empezado a desvanecerse. Hicieron el amor juntas en el sofá y luego otra vez en la cama; y se levantaron juntas a la mañana siguiente con sus cuerpos todavía entrelazados.

A partir de ahí se sacaron todo lo que pudieron la una de la otra. Pasaban juntas cada momento; comían juntas; dormían juntas; se daban juntas sensuales baños en el jacuzzi. Hicieron el amor 4 veces el lunes y 5 veces el martes, incluida una en la piscina el martes de madrugada. Era una experiencia que ni se habían encontrado antes ni se habían imaginado que una relación pudiera ser tan amorosa y a la vez tan ardiente y apasionada.

Paseaban cogidas de las manos ajenas a las miradas que les echaba la gente. Bailaban agarradas estrechamente, los cuerpos apretados el uno contra el otro. Se sentaban rodeándose mutuamente con los brazos mientras jugaban a la ruleta y se besaban apasionadamente mientras se tumbaban al sol en la piscina. Incluso tenían su propia canción, la primera que habían bailado juntas en el Neptune. Iban juntas a comprar lencería excitante que pudieran arrancarse mutuamente más tarde. En tres días llegaron a ser mucho más que amigas, mucho más que solo amantes; estaban las dos enamoradas pero ninguna quería ser la primera en decirlo. Estaban cenando la noche del miércoles en la que ahora llamaban 'Su' mesa. Iban por la tercera botella de Chardonnay y estaban esperando la carta de licores cuando Lynne avanzó la mano y enredó sus dedos en los de Kristy.

Quería decirle a Kristy que la amaba, pero no sabía como decirlo. Nunca se había imaginado enamorada de otra mujer. "Lo sé." Dijo Kristy, suavemente. "Yo también."

Estuvieron allí sentadas un momento mirándose a los ojos, y luego empezaron a reír como colegialas. "¿Qué hacemos ahora?" Dijo Kristy con una amplia sonrisa. "No tengo ni la menor idea." Contestó Lynne, la cara tan radiante como la de Kristy y volvieron a reír como colegialas.

"Soy lesbiana." Dijo Kristy riéndose mientras lo decía.

"Bien, mi pequeña amante lesbiana." Dijo Lynne mirando a Kristy a los ojos.

"¿Quieres ser lesbiana en tu habitación o en la mía?"

"Me da igual." Replicó Kristy, los ojos llenos de una mezcla de deseo y travesura. "¡Pero necesito ser lesbiana AHORA!"

Se ocuparon rápidamente de la cuenta y se dirigieron a los ascensores cogidas de la mano. Se besaron profundamente mientras se cerraban las puertas y el beso no cesó hasta que se abrieron las puertas en el piso 16. Un camarero del servicio de habitaciones casi deja caer la bandeja que llevaba cuando vio a las dos mujeres estrechamente unidas en un ardiente abrazo.

"Que pena que seas un tío, te habríamos invitado a unirte a nosotras." Dijo Kristy riéndose mientras pasaban a su lado. "¿Has visto la expresión de su cara?" Dijo Lynne riéndose a carcajadas cuando llegaron a la puerta de Kristy y se echaron una en brazos de la otra.

"Quiero comerte, Lynne." Susurró Kristy. "Quiero comerme tu dulce coño."

"Dame solo un minuto." Le devolvió el susurro Lynne. "Tengo algo especial que quiero ponerme para ti."

"¿Qué estás haciendo, Lynne?" Preguntó Kristy maliciosamente.

"Ya lo verás. Dame solo un minuto."

"Bien, no tardes demasiado o empezaré sin ti."

"Bueno, ya lo has hecho otras veces, Kristy." Kristy le sacó la lengua a Lynne. No se resignaban a separarse y se apresuraron a abrir sus respectivas puertas. "Creo que te gustará mi sorpresita." Dijo Lynne con voz baja y suave. "Bien, yo también tengo una sorpresita para ti." Dijo Kristy provocadora y luego cerró la puerta. "Pero date prisa." Oyó Lynne que le decía desde dentro de su habitación.

"¿Cuál es la sorpresita?" Preguntó Trevor cuando Lynne encendió la luz.

"¿Qué haces aquí?" Tartamudeó Lynne, su mente a toda velocidad.

"¿Qué jodido negocio es éste tuyo? Estoy aquí y es hora de irse. Así que cierra tu boca de puta antes de que te la cierre yo."

"No puedo ahora. Ahora no..."

"Por mí perfecto. En todo caso nunca me gustaste." Trevor se levantó y miró a Lynne de arriba abajo con una expresión de desprecio y se dirigió a la puerta.

"Espera." Dijo Lynne ansiosa. "¿Puedes darme solo unos minutos?"

"¿Quién coño crees que eres, zorra?" Dijo Trevor mientras giraba el picaporte. Una vez más Lynne estaba en una situación en la que tenía que tomar una decisión sin tiempo para pensar. Amaba a Kristy y quería desesperadamente explorar más a fondo su relación con ella. El tiempo pasado con Kristy había sido algo muy especial; quizás era una mujer como Kristy lo que realmente había deseado todo el tiempo. Tal vez lo que había ocurrido con Kristy en los últimos días era justo un comienzo; los primeros días de la nueva vida que había estado buscando.

"Por favor, Trevor." Le suplicó. Lynne podía ahora ver la puerta de Kristy. Sabía que ella estaba allí, con algo especial puesto para ella, esperando para hacer el amor con ella.

"Tu pequeña novia está allí esperándote, puta." Dijo Trevor burlándose. "Poniéndose guapa y excitante para ti. Que te diviertas."

"Lo siento, Señor." Dijo Lynne con suavidad. "Estoy lista para irme cuando lo diga, Señor." Lynne no podía ver a Trevor mientras esperaban el ascensor. Pero sentía sus ojos en ella. Incluso Trevor a regañadientes admitió para sí mismo que tenía buen aspecto. Un vestido con la espalda al aire color crema hasta las rodillas con un gran escote en 'V'; medias finas color carne que resaltaban sus piernas bronceadas; zapatos de tacón alto color crema; y un toque de maquillaje. Dos hombres de mediana edad medio calvos con chaqueta deportiva y corbata estaban cerca de ellos esperando el ascensor; Trevor les miró y luego volvió a mirar a Lynne.

"¿Qué hace una puta como tú vestida de esa forma?" Dijo con voz llena de desprecio. Lynne vio la reacción de los hombres que estaban junto a ella.

"Sé que es demasiado buena para una fulana como yo, Señor." Se esforzó en decir Lynne. "Pero me lo dieron, Señor, así que..."

"¡Cierra la puta boca, zorra!"

"¿Está disponible, tío?" Preguntó uno de ellos a Trevor mientras miraba a Lynne.

"No, sorprendentemente está reservada para esta noche." Dijo Trevor con suficiencia. "No pasa muy a menudo con esta. No te pierdes nada. Mírala; lo único bueno de ella es que es barata. ¿Verdad, Lynne?"

"Sí, Señor." Dijo Lynne mirando al hombre que había preguntado si estaba disponible. "No hay mucho que mirar; pero soy barata."

"A mí me parece bien." Dijo uno de los hombres. "Tiene un polvo." Añadió el otro cuando se abrieron las puertas.

"No la habéis visto sin maquillaje ni ropa." Dijo Trevor despectivamente. "Es como un topo feo con el culo gordo y celulitis. ¿Verdad, Lynne?" Ahora estaban en el ascensor, y los hombres estaban uno a cada lado de Lynne.

"Sí, Señor. Soy una fulana fea con el culo gordo, pero soy barata." El coño de Lynne se estaba poniendo más húmedo a cada insulto.

"¿Cuánto?" Insistió el hombre.

"Me puede tener una noche por 100 dólares; sin límite de tiempo y hago todo. Anal, oral; sin condones; me tragaré toda su corrida y su pis; haré lo que quiera. Puede reservarme para mañana por la noche si quiere."

"Todo lo que pagues por follarte a esta puta será demasiado." Dijo Trevor mientras se abrían las puertas y salía del ascensor; Lynne le siguió de cerca.

"¿Quieren reservarme para mañana por la noche?" Preguntó Lynne a los dos hombres con voz seductora.

"De ninguna puta forma, jodida zorra enferma." Le soltó uno de los hombres.

"Es fea, incluso con todo ese maquillaje." Dijo el otro mientras se alejaban. "Sí, y su culo es más gordo que el de mi mujer."

"Es una jodida puta fea..." Sus voces se desvanecían mientras se alejaban.

"Ese es el tío que quería follarte en la piscina, ¿verdad?" Dijo Trevor mirando hacia abajo hacia el Casino.

"Sí, Señor." Contestó Lynne mientras levantaba la vista y veía al rubio entrando a un bar cerca de la entrada del Casino, y preguntándose como Trevor sabía eso.

Trevor miró su reloj y su cara se iluminó con esa sonrisa que Lynne odiaba tanto; luego echó a andar hacia el bar; Lynne le siguió.

Trevor pidió Bacardi con cocacola. "Hacia allí." Los ojos de Lynne miraron en la dirección que señalaba. Vio al joven rubio de la piscina sentado en una mesa con un grupo de 8 ó 9 hombres y mujeres que parecían ser de la misma edad que él; alrededor de los veinte años.

"El marido de tu novia te interrumpió antes de que pudieras darle lo que quería; vete y haz que se lo pase bien; pero date prisa o me iré sin ti. Tienes 15 minutos."

"Sí, Señor." Replicó Lynne preguntándose donde se suponía que se lo iba a follar y como se suponía que lo haría en 15 minutos.

"Hola." Dijo Lynne cuando estuvo delante de él y puso la mano en el brazo de su silla. "¿Te acuerdas de mí?"

"Sí, ¿qué quieres?"

"Solo quería disculparme por lo del otro día, me gustaría hacer que te lo pases bien, ¿podemos hablar un minuto? Haré que te valga la pena." Lynne podía sentir los ojos de los otros componentes del grupo fijos en ella.

"Vete a tomar por el culo, zorra." Le dijo una mujer muy joven y atractiva de pelo rubio, mientras agarraba del brazo al hombre con el que se suponía que Lynne iba a follar en los siguientes 15 minutos. "Jason está conmigo, topo viejo."

"Sí, vete a la mierda. Solo intentaba ser amable el otro día. No pensarías realmente que estaba interesado en un vaca vieja y gorda como tú ¿verdad?" Los otros se rieron e intercambiaron comentarios sobre ella. Uno de los hombres hizo un mugido y todos se rieron en alto.

"Realmente haré que valga la pena tu tiempo, Jason. Por favor, ven y hablemos un minuto."

"Pero ¿qué clase de jodida estúpida eres tú?" Dijo Jason todavía riéndose de ella. "¿Por qué iba a ir con una fulana vieja como tú cuando tengo una muñeca caliente como Melissa...?"

"Lo siento." Dijo Lynne con suavidad mientras se daba la vuelta hacia Trevor en medio de un coro de mugidos y comentarios despectivos. "Lo siento Señor, él no me desea."

"No me extraña; pero vuelve a probar; tienes 12 minutos." Lynne miró y vio a Jason dirigirse hacia el baño de caballeros y le siguió rápidamente. Dudó un instante, respiró a fondo y empujó la puerta de baño y entró. Jason y otros tres hombres estaban en los urinarios.

"¡Qué coño...!" Dijo uno de los hombres cuando la vio.

"Ven, deja que te ayude." Dijo Lynne mientras tomaba suavemente la polla de Jason con la mano y miraba como la orina se estrellaba contra la porcelana. Jason no dijo nada durante unos segundos, pero a pesar de que estaba orinando empezó a empalmarse.

"Puedes venir a ayudarme." Dijo uno de los otros hombres.

"A mí también." Añadió otro.

"Vamos a una de las cabinas y te la chuparé. Puedo hacerte una mamada mucho mejor que esa muñequita de cabeza hueca de 19 años. Ven y te lo demostraré." Todavía salía un pequeño chorro de orina por el agujero de la polla de Jason cuando Lynne se arrodilló y se la metió en la boca. Estaba caliente y ácida y le quemaba la parte de atrás de la garganta mientras la tragaba; pero su polla ya estaba casi totalmente erecta.

"¡Mierda!" Fue todo lo que pudo decir Jason. Los otros hombres que miraban no podían ni pensar en nada que decir.

De repente Lynne fue puesta en pie. Dos enormes hombres de piel oscura con uniformes de Seguridad casi la mantuvieron en vilo. "¿Está con usted?" Le preguntó uno de ellos a Jason con voz amenazadora.

"No." Replicó Jason como un colegial asustado. "No sé quien es. Ha estado molestándome todo la noche. Creo que debe ser prostituta o algo así."

"Vuelve a la calle a la que perteneces jodida fulana." Dijo con asco el guarda de Seguridad. Lynne pudo sentir cientos de personas mirándola mientras era medio llevada, medio arrastrada fuera del baño de caballeros. La sacaron rápidamente al exterior por una salida trasera llena de contenedores de basura y cajas vacías. La arrojaron al suelo junto a una pila de bolsas de basura. "La próxima vez llamaremos a la poli." Fue todo lo que dijeron antes de cerrar la puerta del basurero exterior.

"Mierda." Maldijo Lynne para sí. Levantó la mirada y vio las luces delanteras de un coche enfocadas en ella. Se arrastró con rapidez por el cemento y una furgoneta negra se detuvo donde había estado tendida. Trevor salió por el lado del pasajero, abrió la puerta trasera de la furgoneta, la tiró dentro y cerró de un golpe. La parte trasera de la furgoneta estaba vacía, las ventanas oscurecidas, una mampara la separaba de quien fuera delante. Lynne se acurrucó en una esquina, aliviada de que Trevor no se hubiera ido sin ella.

No pudo contenerse. Su mano se deslizó bajo el vestido, bajo el elástico de las bragas de encaje y deslizó un dedo en su interior, alcanzando el clímax mientras el dedo se deslizaba en su coño húmedo y caliente. Su orgasmo era intenso pero no hizo ruido mientras se corría.

Después de que se hubiera tranquilizado cerró los ojos y se acurrucó y pensó en Kristy. Así estaba sentada en soledad en la furgoneta cuando se le ocurrió por primera vez a Lynne que ellos podían haber preparado todo el asunto con Kristy.

Tal vez habían jugado con las probabilidades y preparado al joven rubio, a David y a Kristy esperando que se enamorara de alguno de ellos. Habían jugado con ella tantas veces con anterioridad que Lynne sabía que eran capaces de cualquier cosa. Pero algo en su interior le decía que los sentimientos que tenía por Kristy y los de Kristy por ella eran auténticos. Que nadie habría podido planear lo que había ocurrido entre ellas. Ni siquiera la Mujer Rubia podía manipular las emociones de la gente de esa manera.

Luego sus pensamientos volvieron de nuevo a Kristy; esperándola y luego yendo a su habitación cuando no volvía. Podía ver a Kristy acurrucada en su cama, llorando y preguntándose por qué. Y Lynne empezó a llorar también en silencio. Había perdido a su marido y ahora había perdido a Kristy.

Las lágrimas cesaron tan rápidamente como habían empezado. Lynne había perdido mucho persiguiendo vivir como esclava de la Mujer Rubia; pero era el reflejo de lo consumida que estaba por el deseo de seguir ese tipo de vida. Le habría encantado haber pasado más tiempo con Kristy, mucho más tiempo; pero Lynne sabía en su corazón y en su alma lo que realmente quería más en su vida, y eso era convertirse en esclava. Era por eso por lo qué había dejado a su marido y por lo qué abandonaba a Kristy. Sus sentimientos por ellos no cambiarían, pero no habría más lágrimas por ninguno de los dos.

La furgoneta se detuvo de repente y Lynne se deslizó por el suelo de metal pintado de la parte trasera y se estrelló pesadamente contra la mampara tras el asiento del conductor. La puerta de abrió y Trevor sonrió cuando vio a Lynne abierta en cruz sobre el suelo de la parte trasera de la furgoneta. "Sal fuera."

Lynne se arrastró hacia la puerta y Trevor la agarró y la empujó hacia fuera. Aterrizó en la franja de hierba natural de una calle de las afueras, bien iluminada. "Levántate." Lynne se puso en pie y se sacudió algunas hojas y hierbas de los brazos e intentó arreglarse el vestido. Trevor se dirigió hacia el camino de un bloque de pisos y Lynne le siguió rápidamente. El número 3 estaba al nivel del suelo y Trevor llamó a la puerta. "De rodillas, puta." Ordenó Trevor y Lynne se dejó caer rápidamente sobre las manos y las rodillas en el sucio cemento.

"¿Es esta?" Preguntó Trevor.

"Sí. Esta es." Replicó Jayne airada.

Trevor entró al piso y Lynne se arrastró tras él cuando le dijo que lo hiciera, con la cabeza baja, los ojos en el suelo de manera que no pudiera mirar a Jayne.

"Te dije que esta vez valdría la pena, Jayne." Dijo Trevor con suficiencia.

"Trae aquí tu culo de puta." Ordenó Trevor.

Lynne podía sentir sus ojos fijos en ella mientras se arrastraba hacia ellos. No había mirado a Jayne desde que la vio por primera vez; pero sabía que ahora tendría que mirarla. Levantó lentamente la cabeza hasta que sus ojos se encontraron con los de Jayne, y sintió que una ola de vergüenza y humillación se abatía sobre ella cuando vio la expresión de la cara de Jayne.

"Supe que eras una puta desde el instante en que te vi." Jayne le escupió las palabras a Lynne. Y Lynne siguió todo el tiempo mirándole a los ojos. Jayne no parecía tan atractiva como en la tienda de regalos. Llevaba un falda vaquera azul

corta, una camiseta Bronco y un par de sandalias. Su largo pelo castaño recogido a la espalda en una cola de caballo. Se la veía mucho mejor con la falda negra y la blusa blanca que llevaba en la tienda de regalos. Se la veía mucho mejor con el maquillaje cubriendo su cara y el pelo suelto sobre sus hombros. Pero con todo lo diferente que resultaba ahora Jayne, no era nada comparado con lo diferente que la veía ahora Lynne.

"Lynne es una de las nuestras y no tenía derecho a tratarte de la forma en que lo hizo. Desde luego hemos arreglado que puedas volver a tu trabajo y el dinero que te di antes es nuestra forma de disculparnos por su comportamiento, pero a Lynne le gustaría disculparse contigo por sí misma."

'¿Una de vuestras qué?' Había pensado Jayne para sí, pero todavía le resultaba difícil hablar. Era difícil decir cual de las dos mujeres estaba más incómoda con el guión que se estaba desarrollando. La cara de Jayne estaba un grado o dos más roja que la de Lynne.

"Lo siento, Señorita." Dijo Lynne suavemente, esforzándose en mirar a Jayne a los ojos. "Soy solo una puta barata y no tenía derecho a tratar a una señora como usted de la forma en que lo hice. Una fulana patética como yo no encaja en la misma habitación que una dama como usted, Señorita, lo sé. Pero quiero demostrarle cuanto siento el haberla tratado como lo hice. Haré cualquier cosa para demostrarle cuanto lo siento, Señorita, cualquier cosa... Debería castigarme, Señorita; podría flagelar mi culo gordo de puta por lo que hice. Por favor, castígueme, Señorita."

Mientras Lynne se humillaba en el suelo del piso de Jayne supo que había hecho lo correcto dejando a su marido y abandonando a Kristy. Por alguna razón, por inexplicable que pudiera resultar todo, esta era la vida que Lynne quería.

"Por favor, déjeme hacer algo para demostrarle cuanto lo siento, Señorita."

"¿Qué es lo que eres tú...?" Dijo Jayne con una mezcla de asco y desprecio, pero también con una cierta intriga.

"Soy lo que quiera que sea, Señorita."

"¿Es una fulana...?" Preguntó Jayne a Trevor mientras cogía un cigarrillo de la pequeña mesa de café junto al sofá.

"Algunos dicen que es una fulana, pero es mucho más que eso. Hará todo lo que le digas, no por el dinero sino porque sabe que es lo único para lo que sirve."

"Es todo tan raro." Dijo Jayne nerviosa.

"Lynne es muy buena con la lengua, Jayne." Dijo Trevor. "Demuéstraselo Lynne. Te dejaré con ella, solo tienes que echarla cuando hayas terminado con ella. Hará todo lo que le digas."

Lynne se inclinó hacia delante y empezó a lamerle los pies a Jayne. Al principio Jayne quería retirar los pies, pero no lo hizo. Observó con una mezcla de emociones como la lengua de Lynne lamía con hambre sus pies y entre los dedos. Dio unos golpecitos al cigarrillo haciendo que la ceniza cayera en el pelo de Lynne.

"Gracias, señorita." Dijo Lynne cuando sintió la ceniza en su pelo y en la parte de atrás del cuello. "Seré su cenicero, Señorita, úseme como cenicero." Su lengua no dejaba de lamer los pies de Jayne o chuparle los dedos mientras hablaba.

"Te haría besarme el culo." Dijo Jayne mientras echaba más ceniza sobre Lynne.

"Te haría que me metieras la lengua en el culo como pretendía que hiciera yo."

"Oh, sí, por favor Señorita." Jadeó Lynne. "Me encantaría besar su bonito culo y meter mi lengua dentro de su ojete. Por favor, déjeme que meta la lengua en el culo para usted, Señorita."

Jayne alejó a Lynne de una patada. "Lárgate." Gritó. "Me pones enferma, ahora lárgate."

"Sí, Señorita." Dijo Lynne mansamente y se arrastró hacia la puerta.

"Espera un momento." Dijo Jayne, con voz temblorosa mientras se quitaba las bragas de algodón y se las tiraba a Lynne. "Métetelas en la boca."

"Gracias, Señorita." Dijo Lynne mientras recogía las bragas del suelo y se las embutía en la boca. Jayne fue a la cocina y agarró una botella de vodka de un armario y le pegó dos grandes tragos y luego encendió otro cigarrillo mientras observaba a Lynne mascando sus bragas. Podía decir que Lynne estaba disfrutando; disfrutando de comerse sus bragas sucias. Pegó otro trago a la botella de vodka. Lynne se pasó una mano bajo el vestido y empezó a jugar consigo misma. Jayne sintió que su cuerpo respondía a la visión de Lynne en el suelo. Dio otro trago a la botella.

"Ven aquí, putilla." Dijo Jayne con voz desesperada mientras se doblaba sobre el banco de cocina. "Ven aquí y bésame el culo."

Lynne se arrastró hacia Jayne, se quitó las bragas de la boca y se irguió sobre las rodillas de manera que pudiera alcanzar el culo de Jayne. Sintió que el cuerpo de Jayne respondía mientras le besaba las nalgas y lamía el camino que la acercaba a su ojete.

Cuando Lynne apuñaló el ojete de Jayne con la lengua ésta gimió ruidosamente. "Clávamela dentro." Jadeó Jayne.

Lynne no estaba segura de cuantas veces se corrió Jayne tocándose mientras tenía su lengua dentro del culo; pero la cara de Jayne estaba sonrojada y su respiración era profunda y pesada cuando finalmente retiró a Lynne y le dijo que se largara. Jayne tampoco estaba segura de cuantas veces se había corrido.

Cuando Lynne y Trevor se hubieron ido Jayne se sentó a solas en el sofá de su pisito fumando cigarrillos y bebiendo de la botella de vodka. En los meses y años venideros Jayne pasaría muchas noches masturbándose con un vibrador anal mientras recordaba la noche en que se corrió con la lengua de Lynne en su culo.

Media hora después de haber estado en el suelo del piso de Jayne Lynne estaba en un avión, con los ojos vendados y una mordaza de bola en la boca. Dos horas y media más tarde estaba de rodillas a los pies de la Mujer Rubia. Se había bañado y vestido con su minúsculo vestido blanco de esclava, y se había puesto mucho maquillaje, de la forma que sabía que le gustaba a la Mujer Rubia.

Sentaba tan bien estar de nuevo con su Ama, acurrucada en el suelo a sus pies. "Has sido una putilla ocupada mientras has estado fuera, Lynne." Dijo el Ama, obviamente divertida con lo que había pasado Lynne.

"Lo siento si hice algo mal, Ama."

"Me voy dentro de unos minutos, Lynne, pero quiero ver como tienes un orgasmo. Date prisa y córrete para mí."

"Sí, Ama. Gracias, Ama." Dijo Lynne y rodó rápidamente sobre su espalda y se levantó la minúscula falda de esclava. Su coño estaba húmedo solo de ver a su Ama y estar a sus pies. Se separó los labios con una mano y se restregó el clítoris con la otra mientras levantaba la vista hacia su Ama.

"Date prisa, Lynne."

Lynne no necesitaba que le metieran prisa. El orgasmo ya estaba a punto en su interior cuando se restregó su húmedo e hinchado clítoris. "Me corro, Ama... Me estoy corr..." Las palabras de Lynne fueron cortadas por los sonoros gruñidos y gemidos que hacía mientras se corría en el suelo a los pies de su Ama.