Lynne 17: No es ningún juego. Parte 2ª

Transcribo estos relatos aqui como justo homenaje a su autor Just Another Bloke (Solamente otro tio).

Lynne: CAPÍTULO 17.

NO ES NINGÚN JUEGO.            Segunda parte

Las dos son mujeres jóvenes, impresionantemente bellas y sensuales. ¿Cómo elegir una por encima de la otra?

"La de arriba." Kylie soltó las palabras en un susurro tembloroso. Tan pronto lo hizo cambiaron las expresiones en los rostros de Cherie y Mónica. Mónica sonrió y cerró los ojos y suspiró aliviada. Pero la cara de Cherie se llenó súbitamente de lo que solo podía describirse como miedo. Pude ver las lágrimas brotando de sus ojos. Parecía aterrada. Yo no lo entendía. ¿Por qué la descolocaba tanto que la pequeña e inocente dependienta la hubiera elegido?

Pude ver a Cherie luchando por recuperar la compostura mientras Mónica empezaba a desenredar su cuerpo del de Cherie. "Gracias por elegirme, Señorita." La voz de Cherie temblaba mientras hablaba. "No la defraudaré..."

"Más te vale que así sea." Dijo con frialdad el Ama mientras ella y Kylie se ponían en pie y caminaban hacia la puerta. "Prepárala, Mónica." Añadió antes de salir de la sala con Kylie y cerrar detrás de ella. Kylie no dijo nada pero su rostro se había puesto pálido y se la veía visiblemente impresionada. Parecía extraño que tanto Kylie como Cherie tuvieran expresiones similares en sus rostros.

Simon me desenganchó la correa del collar y la enganchó en el de Cherie. "Vamos, Cherie, levántate." El tono de su voz era muy distinto a los de las otras veces que había hablado. Había en él un rastro de compasión.

Cherie se esforzaba en ponerse en pie, sus piernas parecían amenazar con hundirse bajo ella. Mónica tomó la mano de Cherie y la apretó ligeramente. No habló pero sus ojos decían mucho que Cherie parecía entender.

Mónica bajó la mano y recogió el minúsculo traje rojo de Esclava y empezó a atarse rápidamente la corta falda alrededor de la cintura. Cherie empezó a agacharse para recoger sus ropas de esclava pero Simon tiró de ella con la correa. "No necesitarás esto, Cherie."

Simon tiró de la correa y condujo a la desnuda Cherie al vestíbulo. Mónica y yo seguimos tras ellos cuando él nos lo dijo. Había un silencio siniestro mientras seguíamos a Simon por el vestíbulo y bajábamos dos tramos de escaleras que me parecieron vagamente familiares. Nadie dijo ni una palabra hasta que Simon nos dejó a las tres en un gran baño con baldosas de pizarra.

Kelly estaba inclinada sobre una gran bañera de esquina llena de agua caliente humeante y espuma perfumada que había empezado a desbordarse por los lados.

"Estarás bien." Mónica volvió a tomar a Cherie de la mano.

"Sé que lo estaré." Dijo Cherie intentando, obviamente, convencerse.

"Vamos, Cherie, tenemos que prepararte." Dijo Kelly con voz suave y tranquilizadora. Cherie liberó su mano de la de Mónica y enlazó sus dedos en los de Kelly y entraron juntas al baño. Kelly la ayudó a entrar en la espuma y el vapor.

"¿Qué va a pasar?" Susurré a Mónica mientras miraba como Kelly restregaba los hombros de Cherie con una esponja rosa. "Esa mujer... Kylie... parece tan..."

"¿Inocente?" Interrumpió Mónica.

"Sí. E inofensiva." Añadí mientras los ojos de Mónica se encontraban con los míos.

"Es una jodida zorra sádica." Dijo Mónica fríamente. "No sabes nada, Lynne. No entiendes nada. Quieres ser una pequeña esclava ¿verdad? Bueno, estás a punto de tropezarte con lo que eso significa realmente."

Aparté la mirada cuando vi la ira en los ojos de Mónica. "Lo siento, Lynne." Dijo mientras me acariciaba dulcemente la cara. "No es culpa tuya. Pero entregarte al Ama significa mucho más de lo que percibes. Y la gente no siempre es lo que parece. Sé que Kylie parece normal e inocente, pero no lo es, está totalmente pirada. Es una fanática del dolor. Se coloca viendo como castigan a mujeres hermosas. Es el chocho de mujer más frío y cruel que me he encontrado nunca."

Estaba un poco impresionada por la forma en que hablaba Mónica, no solo por las palabras sino por la manera de usarlas. "¿Qué le va a hacer a Cherie...?"

"¡Cualquier jodida cosa que quiera!" Interrumpió Kelly airadamente. "Y Cherie estará bien. Tú estarás bien..." Dijo Kelly suavemente mientras pasaba los dedos entre el largo pelo de Cherie.

"Estaré mejor que bien cuando el Ama me recompense." Dijo Cherie mirándonos con una expresión decidida y confiada en su rostro.

Mónica sabía que no lo entendía. "Cualquier esclava que satisfaga al Ama satisfaciendo a Kylie recibe una recompensa muy especial. Obtiene pasar la noche en la habitación del Ama."

Cherie tenía un aspecto increíble cuando salió del baño. Su largo pelo rubio cayendo sobre sus hombros y pechos. Su piel sonrosada por el calor del baño. Pequeñas manchas de espuma perfumada adheridas a su cuerpo. No era solo hermosa y sensual, era elegante y majestuosa.

Mónica y yo la secamos con gruesas toallas suaves, recorriendo lentamente su cuerpo. Sus pezones se pusieron duros mientras empleábamos más tiempo en secarle los pechos del que se necesitaba, luego nos arrodillamos en el suelo junto a ella mientras le secábamos los pies y recorríamos sus piernas y muslos hasta la piel tersa y suave de su culo prieto y redondo.

Ambas mirábamos la franja húmeda de pelo rubio entre las piernas de Cherie. Las dos deseábamos acariciarla allí con la toalla. Mónica me sonrió y me observó mientras acariciaba suavemente la entrepierna de Cherie con la toalla.

Todavía estábamos de rodillas en el suelo pasando las toallas por el cuerpo de Cherie cuando Kelly nos pasó unas pesadas jarras de cristal llenas de un aceite marrón y espeso que teníamos que aplicar en cada pulgada del exquisito cuerpo de Cherie.

"Ayuda a evitar que se agriete la piel." Me susurró Mónica mientras pasábamos tiernamente las manos sobre los suaves muslos de Cherie. Cherie oyó lo que Mónica decía y sentí como su cuerpo se tensaba.

Cuando terminamos nos volvimos a levantar y admiramos el magnífico cuerpo de Cherie brillando con el rico aceite oscuro que le habíamos aplicado. Tenía un aspecto increíble. Kelly le puso un collar rojo brillante tachonado en plata alrededor del cuello y le enganchó una larga cadena.

"Ponle esto." Dijo Kelly mientras le pasaba a Mónica un tanga de plástico.

Cherie se relamió los labios nerviosa mientras se ponía el tanga de plástico duro que encajaba perfectamente entre sus piernas. "Es para protegerme ahí abajo." Dijo Cherie intentado sonreír. "No querrían que me hiciera daño ahí. Realmente les estropearía la diversión." Había un tono de frialdad en su sarcasmo.

"Vamos, Cherie." Dijo Kelly con calma mientras la sacaba de la sala.

"Aún no lo entiendes, ¿verdad, Lynne?" Me susurró Mónica aunque ahora estábamos solas.

"Realmente no. El otro día me flagelaron y fue increíble. Dolía pero el dolor era muy placentero. Llegué al clímax con el látigo..."

"Esa fue una flagelación de un tipo muy distinto, Lynne. Fue una flagelación de placer. Una en la que la esclava obtiene placer además de la persona que la flagela y los que lo ven. No hay placer para la esclava en este otro tipo de flagelación. Solo Kylie disfrutará realmente con lo que le van a hacer a Cherie."

"¿Entonces por qué el Ama ...?

"En parte para comprobar el nivel de entrega de la esclava, pero principalmente por el placer que ella recibirá dentro de un rato con la lengua inocente de la joven Kylie en su culo."

No me podía imaginar a la pequeña asistente de tienda con su lengua en el culo del Ama. Las mujeres como Kylie no hacen ese tipo de cosas. Pero había muchas cosas que no me había imaginado que fueran posibles y lo eran.

Estaba todavía pensando, intentando imaginar a la pequeña e inocente Kylie dando placer al Ama cuando Trevor entró en la habitación empujando un carrito de aluminio brillante con todo tipo de cosas en él.

Cada vez que veía a Trevor hacía que mi piel se erizara. Él y su hermano eran muy parecidos, altos y feos. Y siempre tenían aspecto sucio y asqueroso. Odiaba pensar en las cosas que había hecho con ellos. Trevor nos miró con sonrisa lasciva y vi que Mónica le respondía con una sonrisa seductora.

"¿Hay algo que pueda hacer para agradarle, Señor?" Dijo Mónica mientras se arrodillaba delante de él, restregando su cara contra la entrepierna de sus vaqueros mientras lo hacía. El rostro de Trevor se iluminó con aire de suficiencia mientras miraba a la hermosa joven escasamente vestida, de rodillas a sus pies, ofreciéndosele.

Mónica le volvió a sonreír mientras se le ponía la polla dura y se apretó contra la entrepierna de sus vaqueros. "Quizás más tarde si tienes suerte, Mónica." Dijo Trevor mientras se volvía y salía de la sala.

Mónica se puso en pie rápidamente y lanzó una mirada furtiva al recibidor para comprobar que se había ido.

"Evita hasta cruzarte con Trevor o Peter." Susurró Mónica. "Sé lo cabrones que son y son unos bastardos enfermos. No son sádicos como Kylie, son solo unos jodidos bastardos enfermizos. Solo pueden hacer aquí tareas serviles pero el Ama siempre se pondrá de su lado si hay algún problema con alguna de las esclavas. Limítate a hacer lo que ellos te digan, sé amable con ellos, haz que piensen que te ponen, que piensen que les deseas y probablemente no te tropezarás con lo enfermos que son.

"Gracias, Mónica..."

"¿Por qué gracias Mónica?" Dijo al Ama enfadada mientras entraba al baño seguida de cerca por un hombre enorme que llevaba pantalones ceñidos de cuero negro y grandes botas negras. Tenía la cabeza afeitada y estaba desnudo de la cintura para arriba. Los músculos de su pecho y brazos ondeaban a cada movimiento. Toda la parte superior de su cuerpo estaba cubierta de tatuajes, y tenía una cara fría y cruel que tenía esa expresión de fuerza inducida por esteroides.

Mónica cayó rápidamente de rodillas e inclinó la cabeza. No imité sus actos con suficiente rapidez y sentí la mano del hombre abofetearme la cara. "¡Ponte sobre tus putas rodillas cuando entre en una habitación, chocho!"

Caí al frío suelo de pizarra con un ruido sonoro. El hombre se colocó sobre mí y echó el pie atrás preparándose para darme una patada con su gran bota negra de cuero.

"Lynne es nueva aquí. Perdónala por esta vez." Dijo el Ama viniendo en mi ayuda. "Estoy segura que no volverá a cometer la misma equivocación."

"Lo siento, Amo. Por favor, perdóneme." Le supliqué mientras me arrastraba de rodillas hasta sus pies. Me agarró del pelo y me levantó la cabeza hasta que nuestros ojos se encontraron. "¡Si fueras mi esclava no tendrías segundas oportunidades, chocho! ¿Me entiendes?".

"Sí, Amo. Le entiendo." Sus fríos ojos me dijeron más de él de lo que hubiera querido saber.

"¡Ahora contesta a mi pregunta!" Dijo el Ama de nuevo enfadada. "¿Por qué te estaba Lynne dando las gracias?" Mónica repitió lo que me había dicho sobre Trevor y su hermano Peter casi palabra por palabra. El Amo me sujetaba del pelo y me miraba a los ojos durante todo el tiempo. No podía retirar mi mirada y bajar los ojos al suelo. No sabía como reaccionaría, esperaba el siguiente golpe de su enorme puño pero no pasó nada. Las esclavas probablemente siempre apartaban la mirada de él por miedo, era probablemente lo que esperaba y deseaba.

No entendía por qué Mónica decía al Ama todo lo que había dicho. Podía ser castigada por hablar así.

"Me lo dijo porque una esclava siempre dice la verdad a su Ama."

Como si supiera lo que estaba pensando, y así había ocurrido. El Ama me entendía muy bien, mejor de lo que me entendía yo misma en muchos sentidos.

"Pero esa no es realmente toda la razón ¿verdad Mónica? Me dijiste la verdad porque..."

"Porque no sabía cuánto tiempo llevaba usted allí, Ama. Si hubiera mentido y hubiera escuchado lo que había dicho me habría castigado más que lo que me vaya a castigar por lo que dije de los dos Caballeros."

El Ama sonrió. "Ves Lynne, Mónica entiende que una esclava está siempre equivocada y que mentir a su Ama no compensa el riesgo. Te sugiero que aprendas esa lección también."

"Sí, Ama."

El Amo me tiró al suelo y se rió en alto mientras le miraba. "Quizás algún día seas mi esclava."

"Sería un honor servirle, Amo."

Me miró con expresión depravada y furiosa en la cara mientras el Ama nos decía que teníamos que hacer cuando se fuera. Cuando se fueron Mónica vino y me ayudó a levantarme y me preguntó si estaba bien y se preocupó por mí. "Estoy bien, Mónica." Dije y luego la besé dulcemente en los labios. Fue sin pensar, solo ocurrió. Me sonrió y me devolvió el beso, un beso largo y suave. "Espero que el Ama te tome como esclava."

Nos sonreímos mutuamente otra vez y luego la expresión de Mónica cambió de repente. "¿Qué es lo que va mal, Mónica?"

Se dirigió al carrito y levantó una pequeña toalla blanca de la parte superior."

"¡Mierda! Apuesto a que Cherie no sabe que Kylie va a usar esto con ella."

Me puse a su lado y mantuvo en alto un tubo metálico brillante del tamaño aproximado de un cigarrillo con un pequeño cable colgando de un extremo, y otro tubo más largo de plástico negro que parecía un poco como una pluma solo que mucho más gruesa. También tenía un pequeño cable colgando de uno de sus extremos.

"El pequeño se mete en el culo y éste es el control."

Mantuvo el pequeño metal contra mi rostro y apretó el botón de la parte superior del otro. "¡Mierda!" En realidad no dolía mucho solo que me pilló de sorpresa.

"Le oí a Simon una vez explicárselo a Trevor. Tiene algo que ver con que el voltaje y la corriente sean diferentes o algo así. En todo caso, como dije, este se lo meten en el culo y le ponen estos encima." Mónica levantó un pequeño par de pantalones cortos, de látex rojo brillante sin entrepierna.

"Los pantalones de látex son tan cortos y ceñidos que una vez puestos sobre ella no podrá quitárselos. Se le enrollarán el cuerpo y formarán una especie de molde con la silueta de su cuerpo. Tendrán que cortárselos luego. Mientras tanto Cherie tendrá esto metido en el culo." Volvió a levantar el pequeño tubo de metal.

"No duele mucho en realidad." Dije confundida.

"En la piel no, pero dentro del culo es muy distinto. Allí hay todo tipo de nervios y un tejido suave. Créeme, Lynne, es una tortura."

Hubo una pausa tensa y larga mientras Mónica miraba el tubo de metal brillante.

"Solo tiene tres pequeñas pilas en la parte del controlador, pero de alguna forma es como si estuviera conectado a la red. No entiendo realmente como funciona, pero entiendo cuánto dolor provoca en una esclava."

"Se siente como si alguien te estuviera metiendo un bate de béisbol en el culo." Dijo Kelly mientras entraba en la sala con Simon. "El Ama quiere que yo sea la silla de Kylie y vosotras dos sus auxiliares." Kelly me miraba mientras hablaba, no entendía por qué.

Simon se dispuso a cambiarle las baterías al pequeño cilindro de metal del tamaño de un cigarrillo que iban a insertarle a Cherie en el culo. "Todo se hace con capacidades." Dijo, aparentemente para sí mismo. Luego se volvió y nos miró. "Veis. Tres baterías L544XANC de litio. Hace un año hubiéramos tenido que atarle un par de voluminosas 731 a la espalda, pero estas pequeñas L544XANC resolvieron el problema. Los japoneses saben hacer buenas baterías de bajo consumo. Son solo 27 voltios. Pero es más que suficiente con un poco de ayuda de otras tecnologías. Supongo que podría decirse que muerde como una pica para ganado."

Parecía muy orgulloso del pequeño útil de tortura. Como un padre orgulloso. La 'pica para ganado' era obviamente hija suya, su pequeño invento.

"Un par de pilas ordinarias alcalinas triple A y un pequeño transmisor de VLF (very low frecuency: muy baja frecuencia) en el controlador y un receptor en el cilindro significa nada de molestos cables estorbando... la circulación."

Disfrutaba describiendo como funcionaba su pequeño juguete. "El vástago anal es de acero inoxidable, por dos razones: higiene, porque es fácil de esterilizar, y sus excelentes propiedades conductoras. Pero su belleza real estriba en la naturaleza de su diseño, baja corriente/pico de voltaje, es angustioso para la esclava pero no produce ningún 'daño' en absoluto. ¡Ninguno! Puedes torturar a una esclava con esto durante horas y no le hará ningún daño que la deje fuera de servicio por algún tiempo."

Siguió mirándonos, observando nuestras reacciones mientras se jactaba de lo ingenioso que era todo. "Se siente como si alguien estuviera metiéndote un bate de béisbol por el culo, ¿verdad, Mónica?"

"Sí, Señor." Respondió Mónica tímidamente. "Así es como se siente."

"Pero es más que eso, ¿verdad Mónica?" Es una combinación de diferentes tipos de dolor ¿verdad?"

"Sí, Señor. Te sacude desde el agujero del culo hacia arriba hasta la médula con esa especie de dolor de la intensa sacudida eléctrica además, y también quema..."

Sonrió a Mónica y le pasó la punta del vástago de acero inoxidable por la cara, por los pechos y bajo la falda.

"Mejor probarlo, ¿no crees Mónica?"

"Sí, Señor." Contestó Mónica sin ganas mientras Simon pasaba el tubo de metal sobre la piel suave entre sus piernas.

"Sí, mejor probarlo. Levántate la falda y dóblate hacia delante, Lynne."

Mi cabeza giró hacia él. Mi cuerpo sintió como si ya hubiera sido sacudido por este pequeño instrumento de tortura.

"Méteselo en el culo en mi lugar, Mónica. No quiero tocarla ahí."

"Sí, Señor." Respondió Mónica sin dudar.

"Dóblate un poco, Lynne." Dijo mientras se arrodillaba detrás de mí y empujaba la parte de atrás de mi pequeña falda de esclava blanca por encima de mis caderas. Todavía estaba un poco aturdida cuando me doblé hacia delante y sujeté la falda levantada. Volví a la realidad muy rápidamente cuando sentí la fría punta de tubo de acero contra mi ojete.

Me volví a mirar a Mónica de rodillas detrás de mí. Cuando Simon no estaba mirando se lo metió rápidamente en la boca para lubrificarlo un poco con su saliva. Luego lo deslizó suavemente dentro de mi cuerpo. Podía sentir mi culo absorberlo en mi interior hasta que la antena metálica de 2 o 3 pulgadas (5 o 7 cm) quedó colgando fuera de mí.

"Ya está dentro, Señor." Simon sonrió y se alejó unos pasos manteniendo el control en la mano, ondeándolo, provocándome con él.

"¿Quieres ponerte sobre las manos y las rodillas, Lynne?"

"Si usted quiere lo haré, Señor..."

Fueron las únicas palabras que pude emitir cuando el dolor abrasador explotó en mi interior. Creó que grité pero no estoy segura. El dolor era intenso pero solo duró un instante y cuando se fue estaba de pie con las rodillas dobladas hacia delante, la cabeza doblada hacia atrás y los puños enganchados firmemente en mis costados.

"¿Quieres ponerte sobre las manos y las rodillas, Lynne?"

"Sí... Sí, ya lo hago, Señor..." Me dejé caer al suelo sobre las manos y rodillas, como el quería. "Quiero estar sobre las manos y las rodillas a sus pies, Señor... quiero estar..." Sé que grité fuertemente la segunda vez que el dolor me rasgó por dentro. Los brazos me flaquearon y creo que golpeé las duras baldosas de pizarra con la cabeza.

De nuevo el dolor duró solo un instante y cuando se fue tenía la cara enterrada en el suelo, los ojos cerrados y apretados intentando borrar el dolor.

"¿Funciona, Lynne?" La voz de Simon destilaba sarcasmo mientras se burlaba de mí y gozaba con lo que me estaba haciendo.

"Sí, Señor, funciona..."

"Tal vez debería probar de nuevo, solo para estar seguro." Miró hacia mí a cuatro patas delante de él, con el pulgar chasqueando ominosamente sobre el pequeño botón que controlaba el dolor.

"No, Señor, por favor no... por favor..." Miré hacia arriba suplicándole con los ojos tanto como con las palabras. "Por favor, no..."

Le vi sonreír justo antes de sentir brotar de nuevo el dolor a mi través. Me tambaleé hacia delante del impacto en mi interior y mi cuerpo se estrelló ruidosamente sobre las duras baldosas, mi cara aterrizó a sus pies.

Mónica tenía razón, el dolor era tremendo. Instintivamente empecé a lamerle los zapatos mientras le suplicaba y me ofrecía a él, habría hecho cualquier cosa para que él no volviera a apretar el botón.

"¡Quita tu sucia lengua de mis zapatos limpios, putilla asquerosa!" Enarboló el controlador delante de mí, amenazándome con volver a pulsar el botón.

"Lo siento, Señor." Dije rápidamente mientras me retiraba a toda prisa de él, deslizándome hacia atrás sobre el estómago por las frías baldosas de pizarra.

"¿Crees que ya lo hemos probado bastante, Mónica?"

"No, Señor." Mi cabeza giró y la miré. '¡Jodida zorra, Mónica!' Las lágrimas manaban de mis ojos. Simon le pasó el mando a Mónica, lo miró unos segundos y luego a mí.

"Por favor, Mónica, no..." No podía creer que fuera a hacerme esto a mí. Se puso encima de mí, mirándome.

"¿Por qué no le lames los pies a Mónica como me lamías los zapatos, Lynne? ¿Podría no pulsar el botón si haces eso por ella?"

Me deslicé por el suelo y estaba lamiéndole los pies a Mónica antes de que Simon hubiera terminado de hablar. Tenía pies pequeños y delicados, las uñas con pedicura y pintadas de color rojo brillante que hacía juego con su minúsculo uniforme rojo de esclava.

Había pensado en pasarle la lengua por el cuerpo a Mónica la primera vez que la vi, y otra vez cuando compartimos aquel beso, pero no me imaginé que sería de esta forma.

"Creo que realmente deberíamos probarlo de nuevo, Señor." Dijo Mónica sonriendo a Simon mientras mi lengua escarbaba entre sus dedos.

"Por favor, Mónica, no." Le supliqué mientras me acurrucaba a sus pies.

La súbita sacudida de dolor me tiró de espaldas y me agarré el culo intentando sacar la cosa que tenía dentro. Simon se rió satisfecho.

"Funciona bien. Quítaselo."

Mónica me dijo que me levantara y me doblara. Me arrastré hasta ponerme sobre los pies y me doblé descansando las manos en las rodillas mientras me lo quitaba. Lo lavó en el grifo y lo volvió a poner en el carrito cerca del control que Simon había dejado allí antes de salir sonriendo de la habitación.

El dolor había desaparecido, Mónica me daba la espalda mientras se lavaba las manos en el lavabo. Veía su cara en el espejo, entonces mis ojos se encontraron con el reflejo de los suyos.

"¿Cómo has podido hacerme eso...?"

"Tienes todavía mucho que aprender, ¿no crees, Lynne?" Su tono era un tanto condescendiente y no me gustó. No me gustaba la expresión arrogante de su rostro cuando se volvió y me miró a su vez. "Lynne... podría decirte que él quería que te hiciera eso, que si hubiera dicho no se habría cabreado y que la habría tomado contigo, o conmigo o con las dos. Y hay algo de verdad en eso. Pero no es por lo qué lo he hecho. Lo hice porque quería, porque disfruté haciéndotelo a ti. Disfruté teniendo poder sobre ti, disfruté escuchándote suplicarme que no lo hiciera, disfruté haciéndote daño, disfruté teniéndote lamiéndome los pies y chupándome los dedos. Solo soy una esclava, Lynne, pero en ese instante tu eras mi esclava, esclava de una esclava. Y me encantó. Lo volvería a hacer si tuviera la oportunidad, sin dudar ni un momento." Su comportamiento y expresión cambiaron súbitamente y una única lágrima rodó por su mejilla.

"Lo siento, Lynne, pero así son las cosas aquí. Si los papeles estuvieran cambiados me hubieras hecho lo mismo a mí y habrías disfrutado igualmente. Puede que todavía no lo sepas, puede que todavía no lo entiendas, pero así son las cosas aquí, así es como somos nosotras. Ese nosotras te incluye, Lynne."

Odiaba admitírmelo a mí misma al principio pero en el fondo de mí sabía que cada palabra que decía era cierta. Avancé la mano y enjugué suavemente la lágrima de su mejilla.

"Lo sé, Mónica, tienes razón, y lo entiendo, lo siento..." Caímos cada una en brazos de la otra y disfrutamos del calor de nuestros cuerpos y de la ternura de nuestro contacto. Era una sensación especial. Ambas habíamos elegido dar nuestras vidas y darnos a nosotras mismas a la Mujer Rubia como esclavas suyas. Compartíamos este lazo especial, y encontrábamos confort y reafirmación en los brazos de la otra.

Mónica me besó suavemente una vez, los ojos cerrados, la cara llena de amor y pasión. "Será mejor que nos preparemos." Dijo suavemente mientras nos separábamos lentamente y a regañadientes.

"Es tremendo, ¿verdad?" Dije mirando al objeto del carrito.

"Pero no 'daña' a la esclava." Dijo Mónica sonriendo.

"De todas formas, ¿quién es él?"

"¿Simon? Realmente no estoy segura. Está por aquí de vez en cuando, no es un Amo, pero no quieras estar en el lado contrario al suyo. Te usaría para experimentar su próximo invento si fuera así. Es otro fanático del dolor, pocas veces nos usa de forma sexual. Una pena realmente, está bueno."

"¿Y por qué estaba Kelly tan cabreada conmigo esta vez?"

"La van a usar de mueble, Kylie la usará de silla para sentarse encima mientras observa lo que le hacen a Cherie. Tú y yo seremos las asistentas de Kylie. No es una buena señal para Kelly. Tú deberías haber sido el mueble. Eres nueva y sin experiencia, deberías haber sido tú la silla, no Kelly. Realmente está fuera de juego en este momento, como dije antes. Es poco más que una ayuda de cámara estos días y ahora esto. Las pequeñas cosas como esta, cosas simbólicas, significan mucho en nuestro mundo, Lynne.

Hubo una pausa, un silencio corto, la expresión de la cara de Mónica cambió. "Suéltame la parte de arriba, Lynne." Se dio la vuelta lentamente y tiré del nudo que ataba el pañuelo de seda rojo alrededor de su cuerpo.

Deseé tan terriblemente adelantar las manos y tocarla cuando se dio la vuelta con sus pechos expuestos delante de mí, los pezones tiesos apuntándome invitadores.

"Me encantaría que nos ducháramos juntas, Lynne. Me encantaría estar bajo el agua caliente contigo, cerca de ti, tocándote. Pero si nos pillan..."

Miramos cada una como se duchaba la otra, y nos ayudamos mutuamente a vestirnos con los uniformes negros de esclava. Eran exactamente iguales que el blanco que tenía yo y los rojos que llevaban las otras. Una falda muy corta de borde irregular que se ataba en las caderas y un pañuelo de seda arrollado alrededor de nosotras y sujetándonos los pechos.

"¿Por qué distintos colores?" Pregunté mientras admiraba el cuerpo de Mónica.

"El rojo es el color favorito de las Amas, por eso sus esclavas van de rojo. Tu todavía no eres esclava, el blanco que llevas es simbólico, justo como en el otro mundo del que ambas venimos. Muestra que eres... no virgen o pura ni nada de eso sino... nueva... no poseída. Todavía no te has entregado a nadie como esclava y nadie te reclama todavía como propiedad suya.

"Cuando dices 'el otro mundo del que ambas venimos' quieres decir el mundo real..."

"¡No, de ninguna manera!" Dijo Mónica con tono de estar enfadada conmigo. "Para nosotras este es el mundo real, no es un juego que representamos o una fantasía en la que actuamos. Vivimos esta vida cada minuto de cada día. Vivimos en un mundo de esclavas y Amas y dolor y humillación y éxtasis, más allá de lo que la mayoría de las mujeres podrían siquiera imaginar. Ella pagó por mí 150.000 dólares hace 7 meses. Me compró en una subasta como compraría ganado en una feria. Ella es mi dueña. Soy esclava, y este es para mí el mundo real. Si no es así para ti no deberías estar aquí."

Era Mónica la que hablaba pero eran las palabras de la Mujer Rubia. Y yo quería que fuera también mi mundo. Cuando Mónica dijo que la habían comprado en una subasta por 150.000 dólares sentí que me atravesaba una ráfaga de excitación que no puedo describir.

Mi marido y la Mujer Rubia me habían llevado a este mundo y me habían mostrado lo que yo era. Lo que quería ser. El otro mundo ya no era el mundo real para mí. Ser una esclava como Mónica y Cherie y las otras era lo real. Quería vivir mi vida como esclava, quería tener dueña, quería entregarme como esclava por completo: pero más que eso, lo necesitaba. Me habían llevado tan lejos y era demasiado tarde para volverse. Sabía que ya no era un juego y cuanto más real llegara a ser, más claro sería para mí que había encontrado el sitio al que pertenecía verdaderamente.

"Bueno, ¿qué hacemos ahora, Mónica?"

"Pues esperamos hasta que se nos requiera." Dijo Mónica mientras se colocaba detrás de mí y cepillaba con suavidad mi cabello. "Cuando el Ama haya terminado de cabalgar sobre la lengüecilla inocente de Kylie mandará llamarnos."

"¿Cuántas veces lo han usado contigo, Mónica?" Pregunté mirando al pequeño instrumento de tortura de Simon; había estado preguntándome que experiencias habría tenido Mónica con él desde que empezó a describir el dolor que producía.

"Una vez. Pero no por esa jodida zorra de Kylie. Trevor me pilló en la ducha masturbándome sin permiso. Tenía dos dedos aquí arriba y un dedo allí y estaba en ello. Esperó hasta que empecé a correrme antes de interrumpirme. Intenté parar pero no podía. Sabía que sería castigada y eso hizo mi orgasmo aún más intenso. Acabé en el suelo de la ducha gimiendo y gritando y revolcándome. Cuando finalmente terminé de correrme supliqué a Trevor que no se lo dijera al Ama, pero lo hizo. No importó lo que le ofrecí hacerle, tenía que hacerlo en cualquier caso si él me lo hubiera dicho. Y parte de mi castigo incluía eso..." Mónica miró al pequeño cilindro de acero que estaba en el carrito.

"¿Qué quieres decir con eso de que era parte de tu castigo...?" La expresión de Mónica cambió. Durante un instante creí percibir un rastro de vergüenza o quizás apuro en su rostro, pero de repente empezó a hablar de nuevo como si no hubiera vacilado en absoluto.

"El Ama decidió castigarme haciéndome desear hacer algo por unos amigos suyos que no quería hacer. Y utilizó eso para hacerme desear hacerlo." Hubo una ligera pausa, otro atisbo de vergüenza en sus ojos mientras la miraba en el espejo.

"Los amigos del Ama viven en una casa grande con vistas al puerto, en Vaucluse. Los dos son médicos, creo, y comparten una 'afición' particularmente ... desagradable.

El Ama había hecho que Kelly insertara unos de estos en mi interior. Luego me pusieron un par de los pantalones cortos de látex sin entrepierna y un collar rojo. Y me llevaron a la casa de Vaucluse en el maletero del BMW negro del Ama.

Sus amigos eran una pareja bastante atractiva pero sabía que me querían para algo... inusual. Lo pude ver en sus ojos cuando Trevor abrió el maletero y me vieron allí tumbada. Suponía que eran fanáticos del dolor, y que se excitarían usando el juguetito de Simon conmigo.

Bueno, la mujer enganchó una correa a mi collar y empezó a tirar de mí para que saliera del maletero. El Ama me había dicho que gateara sobre manos y rodillas todo el tiempo que estuviera entreteniendo a sus amigos, pero eso era realmente todo lo que me había dicho.

La mujer que me llevaba de la correa me hizo cruzar el garaje y subir algunos escalones y entrar en una enorme sala de estar con grandes baldosas blancas en el suelo. Me acarició la cabeza y me dijo que me quedara allí, luego fue a sentarse en un gran sofá de cuero con su marido al otro lado de la sala.

El Ama todavía no había entrado en la sala, y me quedé allí esperando a cuatro patas, de cara a sus amigos en el sofá. Hablaban de mi, pero no podía oír lo que decían. Aquello pareció durar siglos. Ellos mirándome y hablando entre ellos. Durante todo el tiempo podía ver la lujuria en sus ojos haciéndose cada vez más intensa, y podía sentir aquella cosa en mi interior.

Quería seguir con aquello, pero los fanáticos del dolor son así, les gusta prolongarlo, hacerte sudar pensando en lo que te van a hacer. Había visto a mujeres mojarse de miedo en situaciones como esa, pero yo no lo hice. Estaba aterrorizada y llena de pánico pero todavía tenía control sobre mí misma. Podía sentirme el pulso en el cuello y los brazos mientras me miraban y las palmas de mis manos estaban todas sudadas.

Luego le oí caminar hacia mí sobre las baldosas, estaba detrás de mí pero no podía verle. Pero podía oír que estaba cada vez más cerca."

Mónica hizo de nuevo una pausa, un poco más larga esta vez. De nuevo un rastro de culpa o vergüenza en su cara. Evitaba mirarme a los ojos en el espejo mientras seguía cepillando delicadamente mi cabello, luego continuó:

"Bueno, su nombre era Rex. Sé que los Rottweiler son grandes, pero Rex era enorme. El Ama dijo algo así como 'A Mónica le encanta follar con bellas criaturas como Rex, ¿verdad Mónica?' Estaba colocada en un costado. No me había dado cuenta de que había entrado en la sala.

Le dije a la pareja del sofá que me encantaba hacer aquello, luego el Ama me preguntó si quería follar con Rex y dije 'Sí.'"

Los ojos de Mónica se encontraron con los míos en el espejo. Ya no había rastro de vergüenza o culpa. "Una esclava no tiene dignidad, Lynne." Dijo Mónica con una mirada desafiante ahora en su rostro.

Hubo un largo silencio mientras Mónica, en pie tras de mí, me cepillaba lentamente el pelo. No sabía entonces lo que acabaría haciendo en el suelo de la lavandería de la casa de la otra Lynne solo unas cuantas noches más tarde con el Rottweiler de mi marido; y pensar en lo que Mónica describía me repugnaba; pero por alguna razón quería escuchar el resto.

"¿Qué ocurrió luego...?"

"Seguí diciéndoles lo mucho que deseaba que Rex me follara pero el Ama sabía que no quería decirlo. Sabía que no quería hacerlo. Sabía que pensar en ello me repugnaba, pero también sabía como cambiar mi mente, como hacer que DESEARA hacerlo."

Mónica hablaba ahora de forma relajada de hecho, mientras tomaba el pequeño cilindro de acero inoxidable. "El Ama utilizó esto conmigo hasta que estuve rogándole a ella y a sus amigos que dejaran que Rex me follara. En una ocasión incluso me arrastré hasta Rex y le supliqué que me follara. Pero el Ama no estaba convencida de que realmente DESEARA que Rex me follara."

"Me hizo gatear hasta ella y pasó los dedos entre mis piernas por la abertura frontal de los pantalones. No estaba húmeda y el Ama me castigó un rato más, mucho rato más."

"Entre las sacudidas de dolor describí lo que deseaba que Rex me hiciera, como deseaba que me follara. Estaba echada en el suelo a los pies de la pareja del sofá suplicándoles que dejaran que Rex me follara, cuando vi que el Ama se levantaba y dejaba la cosa que controlaba el dolor sobre una lámpara de mesa junto al sofá."

"Me estaba dando otra oportunidad de mostrarles que DESEABA hacerlo. Volví a describir de nuevo con detalles muy íntimos lo que deseaba que Rex hiciera y cuantas ganas tenía de que lo hiciera. Creo que incluso jugaba con mi cuerpo... En todo caso el Ama se acercó y pasó sus dedos de nuevo entre mis piernas. Esta vez sus dedos estaban cubiertos con mis jugos cuando los mantuvo levantados delante de mi cara. La cantidad precisa de dolor puede hacer que DESEES cualquier cosa, Lynne. Y en ese instante DESEABA hacerlo, realmente DESEABA que Rex me follara."

"Me dijeron como colocarme para él, sobre las manos y las rodillas con las piernas separadas y el culo levantado un poco en el aire, y Rex hizo el resto. Obviamente lo había hecho con otras mujeres. Y no hizo falta ponérsela dura ni ayudarle a metérmela. Y, salvo algunos desgarrones, en la espalda fue una experiencia libre de dolor."

"¿Y tú...?"

"¿Qué si disfruté? ¿Qué si me corrí?" Se interrumpió. No contestó con palabras; la respuesta estaba en sus ojos.

"No creas que puedes juzgarme por lo que hice, Lynne. No creas que eres mejor que yo por lo que hice. No eres mejor que yo, Lynne. Piensa en las cosas que has hecho en las últimas semanas y eso que todavía no eres una esclava. Si llegas a ser esclava harás todo tipo de cosas y serás usada de todo tipo de formas que ni siquiera imaginas. Puedes muy bien acabar haciendo algo como eso y puedes muy bien disfrutarlo."

¡Cuán ciertas resultaron ser las palabras de Mónica! Había pensado en lo que dijo cuando estaba en el suelo de la lavandería unas pocas noches después. Quizás el Ama había ordenado a Mónica que me contara lo que había hecho. Quizás era solo otra pequeña parte de mi introducción a su mundo.

Lo más extraño de esto es que, a pesar de cuanto me repugnaba lo que Mónica había hecho, escucharla describirlo me había hecho humedecer.

"Hablar de ello también hace que yo me humedezca, Lynne." Mis ojos volvieron a encontrarse con los suyos en el espejo. Me estaba mirando mientras yo estaba perdida en pensamientos sobre lo que había descrito y ella lo sabía.

"Nos requieren ahora." Dijo Kelly mientras entraba en la sala. Llevaba un uniforme negro de esclava, el mismo que llevábamos nosotras. Se la veía bien, el negro le sentaba bien. Nos pasó nuevos collares de cuero negro con grandes remaches de plata para que nos los pusiéramos y se revisó en el espejo. La seguimos por un laberinto de salas y bajamos un tramo de escaleras. Nos dijo lo que se quería de nosotras mientras caminábamos detrás de ella.

Nos detuvimos ante una pesada puerta de madera que daba paso a una gran sala con paredes y techos de espejo y suelo de baldosas de espejo. La sala estaba débilmente iluminada excepto por un punto de luz brillante e intensa que se dirigía a Cherie.

Estaba en el centro de la sala, atada entre dos postes de metal brillante. Sus brazos estaban atados en alto por encima de su cabeza, sus piernas muy separadas y enganchadas a los postes por los tobillos.

No se movió cuando entramos en la habitación. Allí estaba mirando al frente. El rico aceite marrón que habíamos extendido por su cuerpo brillaba bajo la intensa luz, su largo pelo rubio le caía sobre los hombros y por la espalda. Parecía una estatua. Una estatua bellamente esculpida de una bella mujer sumisa.

Por todas partes alrededor de la sala y en el suelo y el techo podía yo ver su reflejo, podía ver cualquier parte de ella.

Las otras luces se apagaron y un haz más suave vino a alumbrar a unos 2 metros por delante de Cherie. Kelly se adelantó y lentamente se agachó sobre sus manos y rodillas en medio de la zona de luz cálida. Mónica se arrodilló a un lado de ella y yo al otro lado.

La sala estaba en silencio ahora y, excepto las dos zonas de luz que caían sobre las esclavas, estaba completamente oscura. Miramos a Cherie y esperamos, pero se podía sentir en el aire la sensación de expectación, excitación y miedo.

El silencio se rompió súbitamente cuando se abrió la puerta. Los ecos de unos tacones de mujer sobre el suelo de espejo en la oscuridad. Luego Kylie apareció en la zona de luz donde la estábamos esperando.

Era todo tan intensamente erótico y a la vez tan increíblemente extraño. En medio de la oscuridad y de las luces brillantes, con mujeres vestidas de esclavas y otra atada desnuda a unos postes esperando ser azotada, apareció Kylie, todavía con su uniforme de empleada de tienda. Una mujer joven de aspecto inocente vestida con ropa de lo más normal en una mujer de la más ordinaria clase trabajadora que era ella.

Se quedó en pie y miró a Cherie, su cara sonrojada, sus ojos salvajes de excitación mientras miraba el magnífico cuerpo de la mujer atada a los postes esperando ser flagelada. Lego miró abajo a Kelly en el suelo sobre sus manos y rodillas. Kylie se sentó en la hondonada del arco se su espalda, sus esbeltas piernas extendidas delante de ella. Kelly agachó la cabeza y pude ver los músculos de sus brazos delgados tensarse ligeramente cuando recibió el peso de Kylie.

"¡Muestra a la putilla!" Dijo Kylie con una voz tan suave y tímida que apenas resultó audible. El enorme hombre de los tatuajes salió de las sombras tras Cherie y se quedó en la zona de luz blanca brillante con ella.

Podía ver el miedo en los ojos de Cherie mientras él caminaba lenta, ominosamente, a su alrededor y se ponía delante de ella. Llevaba un gran látigo negro, largas tiras de cuero basto colgaban amenazadoramente en el extremo del mango grueso y negro.

Mantuvo el látigo delante de la cara de Cherie y ella lo besó dulcemente, luego él reanudó su paseo alrededor de ella y se paró detrás de ella, y lanzó el látigo hacia atrás preparándolo.

"¡Azota a la jodida zorra!" Dijo Kylie. Su voz sonó más alta, más apasionada esta vez.

Hubo una pausa, un momento de expectación y anhelo; luego el sonido del látigo silbando en el aire, luego el del cuero chascando sonoramente contra la piel, luego un jadeo bajo amortiguado cuando Cherie recibió el primer golpe.

"¡Azota a la putilla!" Gritó Kylie, con voz alta y enfadada.

Cherie gritaba mientras las largas tiras de cuero la golpeaban de nuevo y se enrollaban alrededor de su cuerpo. La flagelación se hizo más rápida y más violenta, los gritos de dolor de Cherie se hicieron más sonoros y empezó a suplicarles que pararan.

Kylie cerró los ojos y disfrutó del sonido del cuero duro sobre la suave piel de Cherie y el sonido desesperado de la voz de Cherie mientras les suplicaba que pararan.

"¡Azota a la jodida putilla!" Gritaba Kylie una y otra vez mientras empezaba a pasarse las manos por todo su cuerpo.

El enorme hombre tatuado azotó a Cherie brutalmente, dando vueltas a su alrededor, golpeándola desde todos los ángulos hasta que su cuerpo estuvo cubierto por franjas rojas brillantes. Lloriqueaba lastimosamente mientras sollozaba y suplicaba a Kylie que parara.

"Hazla chillar. ¡Haz que chille la putilla!" Respondió Kylie mientras sus manos se agarraban a su cuerpo con urgencia creciente; luego, de repente, Kylie se puso en pie y el látigo colgó lánguida pero amenazadoramente en el costado del hombre de los tatuajes.

"Por favor, párelo..." La voz de Cherie era apenas más que un susurro. Su piel relucía bajo las luces brillantes, una mezcla de sudor y del aceite marrón oscuro contrastaba con las marcas rojo oscuro que el látigo había dejado por todo su cuerpo. Al principio sus gritos se hicieron más sonoros y más desesperados pero al rato se convirtieron en poco más que lloriqueos.

La sala estaba en silencio salvo el sonido de la pesada respiración de Cherie y su voz suave que sollozaba: "Gracias, Señorita." Una y otra vez. Luego el sonido de los tacones de Kylie sobre el suelo embaldosado con espejos resonó por toda la sala mientras se desplazaba lentamente hacia Cherie.

La cabeza de Cherie se había hundido delante de ella pero levantó los ojos rápidamente para encontrarse con los de Kylie cuando la oyó acercarse. "Gracias, Señorita... Gracias..."

Kylie se quedó a poca distancia de ella, escuchándola, mirándola.

El látigo chasqueó de nuevo en la espalda de Cherie y gritó y su cuerpo se tambaleó hacia delante. "No, por favor, Señorita... Más no, por favor..." El látigo desgarró de nuevo su piel y gruñó sonoramente y su cabeza volvió a hundirse.

"Por favor, Señorita..." Era todo lo que Cherie podía decir ahora.

"Por favor ¿qué?" Replicó Kylie en tono burlón.

"Basta, por favor... Haré todo lo que usted quiera..."

Kylie deslizó una mano bajo su falda y empezó a restregarse rápidamente entre las piernas, mientras se quedaba cerca de Cherie mirándola y escuchando sus súplicas. "¿Qué harás por mí, putilla?" La voz de Cherie temblaba de excitación mientras hablaba. "¿Qué puede hacer por mí una fulana como tú?"

"Cualquier cosa, Señorita." Contestó Cherie rápidamente mientras levantaba los ojos para cruzarse de nuevo con los de Kylie. "Haré cualquier cosa que usted me pida, Señorita..."

"¿Cualquier cosa... Cualquier cosa que yo quiera...?" La provocó Kylie. "¿Qué pasa si quiero que te tumbes en el suelo para que pueda agacharme encima de ti y mearte toda tu carita bonita?" El látigo mordió la suave carne del culo de Cherie y ella echó atrás la cabeza y gruñó sonoramente.

"Me lo beberé, Señorita. Beberé hasta la última gota..." El látigo volvió a cortar de nuevo su carne. "Oh, dios, por favor, Señorita. Por favor, déjeme beber su precioso y caliente p..."

El aguijón del látigo hizo gritar a Cherie de dolor y Kylie gimió sonoramente de placer.

"De acuerdo putilla, hay otra cosa que quiero hacer contigo..." Kylie se sacó la mano de debajo de la falda y la puso delante de la cara de Cherie. "Cualquier cosa, Señorita, haré lo que quiera..." Cherie jadeaba mientras lamia ansiosamente los dedos de Kylie.

Cherie no se había dado cuenta de que el carrito de metal estaba siendo introducido en la sala mientras la estaban azotando, y no se había dado cuenta de que el enorme hombre tatuado que la había estado azotando se encaminaba al rincón oscuro para recogerlo ahora. Estaba tan pillada por el alivio que sentía de que la flagelación hubiese cesado que no podía notar nada salvo el sabor de los dedos de Kylie.

No fue hasta que el carrito fue colocado delante de ella que lo vio y se dio cuenta de lo que Kylie iba a hacer con ella. Solo unos minutos antes Cherie estaba suplicándoles que dejaran de flagelarla, ahora estaba suplicándoles que siguieran azotándola.

Kylie retrocedió lentamente y se sentó otra vez en el hondonada de la espalda de Kelly mientras disfrutaba de la visión de Cherie desnuda delante de ella, su cuerpo marcado por el látigo mientras suplicaba que la siguieran azotando. El látigo sería mejor que la otra cosa que Kylie quería usar en ella. Kylie adoraba ver a Cherie suplicar, le encantaba la expresión de miedo en sus ojos.

Cherie rogaba y suplicaba en vano mientras Mónica y yo gateamos hasta allí y soltamos las cadenas que le enganchaban los tobillos a los postes. Sus súplicas se hicieron desesperadas cuando le quitamos el protector de la entrepierna y aún más desesperadas todavía cuando le separamos las nalgas y Mónica deslizó suavemente el pequeño cilindro de metal dentro de ella.

Pero una vez que estuvo dentro sus súplicas cesaron, y Cherie se calmó de forma extraña, como si aceptara su destino. No dijo nada mientras la ayudábamos a meterse en los pantalones cortos de látex rojo sin entrepierna.

Mónica y yo luchamos para subírselos por las piernas y pasárselos por su diminuto culo. Mónica tenía razón, tendrían que cortárselos. Eran increíblemente ceñidos y casi le cortaban la piel alrededor de la cintura y en la parte alta de los muslos. Pero obviamente servían para su propósito. Cubrían el ojete de Cherie impidiendo que pudiera salírsele la cosa, y la apertura de la entrepierna permitía fácil acceso a ella por allí, de la misma forma que había permitido el fácil acceso de Rex a Mónica cuando ella llevaba los pantaloncitos de látex.

Cherie siguió tranquila y cooperadora mientras la preparábamos, se limitó a quedarse allí mirando al frente, a Kylie, con un aire de confianza que lindaba con el desafío.

El hombre tatuado que había flagelado a Cherie se llevó el carrito de la sala y Mónica y yo tomamos posiciones de rodillas a cada lado de Kylie, Mónica mantuvo el control delante de ella preparado para cuando Kylie lo quisiera.

Kelly hacía muecas de dolor mientras luchaba por aguantar el peso de Kylie mientras se retorcía y movía excitada sobre su 'silla'. Todavía vestía como una aburrida e inocente dependienta de tienda, pero ahora no parecía para nada eso. Tenía una expresión salvaje, casi depravada, mientras miraba a la mujer que iba a torturar.

Cherie se estremeció ligeramente cuando Kylie alargó la mano y agarró el control de las manos extendidas de Mónica, la calma que la había acosado desapareció rápidamente cuando vio a Kylie acariciar el controlador.

"Por favor, no, Señorita." Suplicó Cherie suavemente.

Kylie apretó el botón una docena de veces o más. Los brazos de Cherie todavía estaban atados a los postes por encima de su cabeza y su cuerpo se tambaleaba hacia delante a cada sacudida de la cosa que llevaba dentro, hasta que su cuerpo se quedó fláccido y ella quedó colgando con la cabeza hundida delante de ella. Los gemidos de placer de Kylie eran casi tan sonoros como los gritos de dolor de Cherie.

"Por favor, no me haga más daño..." Las lágrimas corrían por las mejillas de Cherie cuando Mónica y yo le desatamos los brazos. "Por favor no dejéis que me haga más daño..." Tuve que volver la cabeza cuando sus ojos se encontraron con los míos.

No sé durante cuanto tiempo Kylie torturó a Cherie, pero Mónica tenía razón, era una zorra cruel y sádica. Hizo que Cherie se tirara al suelo y jugó consigo misma apretando el pequeño botón del dolor cuando Cherie no se humedecía lo bastante o lo bastante rápidamente. Castigaba a Cherie con el dolor por no correrse y luego la castigó aún más cuando se corrió.

Es difícil describir los ruidos que hacía Cherie y la expresión de su cara mientras Kylie la torturaba y atormentaba sin piedad. Cherie le suplicaba una y otra vez que parara, seguía agarrándose el culo intentando alcanzar la cosa que tenía en su interior.

Kylie llegó al clímax varias veces mientras veía a Cherie revolcarse en su agonía en el suelo, a sus pies. Sus orgasmos eran largos y sonoros y llenos de gritos de insulto para 'La puta que está en el suelo con esa cosa en el culo.'

Es difícil describir lo que suponía observar a Cherie torturada de esa manera. Creo que la mejor palabra es...

Lynne soltó la pluma y miró por la ventana del dormitorio. El cálido sol de invierno lucía brillante a través de los visillos, era ya después del mediodía. Miró al reloj junto a la cama, las 12:34 pm. Había estado escribiendo el diario durante más de cuatro horas. Hasta ahora las palabras habían salido fácilmente. Recordaba cada sonido, casa sensación, cada palabra que se había dicho. Pero luchaba para encontrar las palabras correctas para describir como se sentía viendo torturar a Cherie.

Había sido consciente de la salida del coche de su marido mientras estaba perdida en su diario pero no estaba segura de que no hubiera vuelto. Revisó furtivamente lo que había sido su casa y salió al garaje a comprobar. No estaba el coche.

Se preparó el almuerzo, solo una ensalada, que era lo que comían siempre cuando estuvo aprendiendo lo que significaba realmente ser una esclava en la casa de la Mujer Rubia. "Nadie quiere una puta gorda, Lynne." Le habían dicho cada vez que le daban de comer. Le habían dicho unas cuantas veces que tenía el culo gordo, y había llegado a ser muy consciente de su peso. Tenía buena figura, lo sabía, y también sabía que no tenía el culo gordo; pero sabía también cuanto más jóvenes eran la mayoría de las otras esclavas; y había empezado a darse cuenta que aunque había un lazo entre las mujeres que se habían entregado como esclavas, también había una intensa competencia por conseguir la atención; y la siempre presente posibilidad de que la Mujer Rubia perdiera interés por una de ellas y las vendiera a alguna otra persona.

Lynne vagó por lo que una vez fue su casa, sintiéndose cualquier cosa menos en casa. Ya no pertenecía a aquello, ahora pertenecía a la Mujer Rubia, no había vuelta atrás a su vida de ama de casa.

Había pensado que había tenido todo lo que había querido, el hombre que deseaba, una bonita casa con vistas a la playa en Cronulla, la zona donde había crecido. Pero ya no era lo que quería.

Pasó algún tiempo deambulando por la casa y los recuerdos que asociaba. Estuvo un rato en el porche mirando a la playa y observando a los jóvenes que soportaban el frío invierno haciendo surf, por la emoción de la cabalgada. Nunca lo había entendido hasta ahora. A veces la emoción de la cabalgada compensaba un poco de dolor e incomodidad. Era el momento de que ella avanzara, ahora lo sabía. La emoción de la cabalgada compensaba lo que le habían hecho a ella.

Se acomodó de nuevo en la cama y revisó lo que había escrito:

"Es difícil describir lo que suponía observar a Cherie torturada de esa manera. Creo que la mejor palabra es..." Al principio no quería admitirlo pero ahora se daba cuenta de que no importaba. No podría cambiar lo que era, en lo que se había convertido y no podía esconderse más de ello, no quería esconderse más de ello. Tomó la pluma y empezó a escribir de nuevo en su diario.

Es difícil describir lo que suponía observar a Cherie torturada de esa manera. Creo que la mejor palabra es estimulante. Alguna gente encuentra estimulante el paracaidismo o el vuelo sin motor o el puenting, pero estar en aquella habitación con Kylie torturando a Cherie era más estimulante que cualquier cosa que pudiera imaginar. Era todo tan intensamente erótico, casi primario. Hubo tantas veces en que podría haberme corrido mirando pero conseguí no hacerlo.

Mónica había llamado a Kylie 'fanática del color', 'jodida zorra sádica'. Quizás esas palabras se me podían aplicar también a mí.