Lynne 13: La fulana de una fulana.

En el anterior capitulo cometí un error lo numeré con el 13, cuando en realidad era el 12, este si és el 13.

Lynne: CAPÍTULO 13.

LA FULANA DE UNA FULANA

"Sí Ama, lo entiendo." Sabía que podía percibir la sensación de alivio en mi voz. Confiaba en ella completamente, y esta era mi oportunidad de demostrárselo.

"Y asegúrate de que Lexy disfrute de tenerte, Lynne. Contrastaré con ella lo obediente que hayas sido y si has satisfecho sus necesidades."

"Entendido, Ama." Dije disfrutando de la sensación de sus dedos pasando entre mis cabellos. "No la defraudaré... ni a Lexy."

"No se te dará la oportunidad de defraudarme de nuevo si lo haces, Lynne." El Ama retiró su mano de mí mientras hablaba.

"Ahora vete, Lexy te está esperando."

"Sí, Ama." Dije en un tono que esperaba que le demostrara que quería decir lo que decía.

Hubo un suave golpe en la puerta y me volví y vi a Kelly con su pequeño traje de doncella francesa. Tiró los zapatos en el suelo a mis pies.

"¿Los limpiaste después de terminar con ellos, Kelly?"

"Sí, Ama." Dijo Kelly evitando mirarme mientras contestaba.

Recogí mis zapatos del suelo y seguí a Kelly al recibidor y a la sala de estar donde Lexy esperaba con lo que parecía una mezcla de anhelo y desasosiego.

"Así que puedo hacer lo que quiera con ella... ¿Verdad?" Preguntó Lexy todavía no muy segura del por qué me daban a ella de esta forma.

"Puedes hacer lo que quieras con ella y hará lo que le digas. Solo asegúrate de devolverla aquí de una pieza por la mañana." Dijo Kelly, incapaz de esconder lo que disfrutaba diciéndolo.

"Ahora ven conmigo, Lexy. El Ama quiere hablar contigo."

Lexy se levantó nerviosa y siguió a Kelly de vuelta al recibidor. Unos segundos más tarde Kelly volvió a la sala de estar.

"¡Sígueme, puta!" Me espetó, y la seguí al vestíbulo donde esperamos a Lexy. Probablemente esperamos solo algunos minutos pero parecieron horas. Kelly me miraba todo el rato. Una mirada de odio y asco. Yo no pude mirarla. Me odiaba tanto por dejar que recibiera la flagelación en mi lugar. Y luego el Ama la había usado para demostrarme que era lo que significaba realmente ser una esclava. No había ni rastro del afecto y la pasión que Kelly sentía por mí antes de que todo eso ocurriera. Pero yo todavía tenía esos sentimientos hacia ella.

Lexy tenía una expresión casi vanidosa en su rostro cuando finalmente bajó al recibidor y salió al vestíbulo.

"Ábrele la puerta a Lexy, zorrita." Me riñó Kelly. Abrí la puerta y Kelly se acercó a mí mientras Lexy caminaba hacia el porche, nuestras caras a solo unas pulgadas.

"De modo que ahora eres la fulana de una fulana." Me susurró Kelly con desdén mientras me miraba a los ojos.

"Soy lo que el Ama quiera que sea." Contesté desafiante antes de pasar rozando a Kelly y salir al porche. Lexy ya estaba al final de las escaleras y me apresuré para alcanzarla.

"Vamos Lynne. Esta noche eres mi zorrita."

Seguí a Lynne mientras recorría callejones y subía por Fitzroy Gardens hasta The Cross. Mientras caminaba tras ella me di cuenta que no sabía ni que día era ni que hora era.

Fue el lunes por la mañana cuando el Ama me había pillado en el burdel de Surrey Hills. Pero habían ocurrido tantas cosas desde entonces.

Había un señor mayor sentado en uno de los bancos. Estaba sentado muy erguido con las dos manos descansando delante de él, sobre el bastón, y miraba la gran variedad de gente que subía por The Cross.

"Discúlpeme, Señor." Dije esperando que Lexy no pudiera oírme o que no se volviera para ver donde estaba. "¿Podría decirme que hora es, por favor?"

Me miró de arriba abajo con recelo durante unos segundos, supongo que tenía que tener un aspecto 'normal' con mi ropa de ama de casa.

"Las cinco y veintitrés." Dijo con voz agitada mientras miraba su reloj.

"Y es lunes..." Sabía lo estúpida que debía resultar al agradable anciano pero no había otra forma de decirlo.

"No, es martes." Dijo volviendo a su rostro la expresión de recelo.

"Gracias." Casi tuve que correr para alcanzar a Lexy. Subía por la calle Victoria y no quería perderla entre la multitud.

Lexy bajó por la calle Roslyn y la alcancé justo cuando entraba en una tienda que anunciaba juguetes para adultos y baratijas. Era realmente horrorosa desde fuera pero bastante limpia y bien ordenada por dentro.

"¿Sigues vendiendo esas cosas para ordenadores, David?" Dijo Lexy mientras se dirigía al cajero. David era un tío rubio increíblemente atractivo, probablemente al final de la veintena. Llevaba una camisa de seda blanca realmente bonita, con los botones de arriba desabrochados mostrando la piel lisa y tersa de su pecho. Obviamente hacía ejercicio pero sus pantalones negros ceñidos demostraban lo realmente bien hecho que estaba.

"Vuelve a meterte la lengua en la boca, Lynne." Dijo Lexy sarcásticamente. Sabía que estaba mirando a David pero no sabía que fuera tan obvio.

"Hola Lynne." Dijo David con voz suave y seductora. Tenía profundos ojos azules que podría estar mirando toda la noche. "Es un bonito vestido, realmente te queda bien."

Le gustaba. Sentí que me sonrojaba como una escolar tonta.

"Gracias, David... a mí también me gusta tu camisa..." Tartamudeé nerviosa y sentí que la cara se me ponía más roja.

'Vaya tontería he dicho' me dije a mí misma. 'Realmente voy a impresionarle.' Pero su cara lucía una sonrisa amigable.

"Soy Lynne." Balbuceé, intentando tapar lo tonto de mi respuesta, porque él ya lo sabía.

"Hola Lynne, es realmente un placer conocerte." Allí estábamos mirándonos el uno al otro. Sabía que era mi turno de decir algo pero no se me ocurría nada que decir.

"¡Qué hay de las cosas para ordenadores, David!" Dijo Lexy fastidiada obviamente por nuestro comportamiento.

"¿Te refieres a los salvapantallas, Lexy?" Preguntó David. Estaba todavía más molesto con Lexy de lo que ella estaba con nosotros. Quería seguir flirteando conmigo.

"Sí, lo que me pidió el Geek."

"Dijiste que no te interesaba. Dijiste que no estabas tan desesperada."

"No lo estoy. No hago esa mierda de cosas raras como esa. Pero ella sí."

Pude ver la desilusión en el rostro de David. Su sonrisa había desaparecido cuando me miró de nuevo. No pude devolverle la mirada esta vez. Pero podía sentir lo que estaba pensando.

"¿Es cierto eso, Lynne?" Su voz era diferente cuando me habló esta vez.

"Sí." Contesté con suavidad.

"¿Sabes lo que supone esto, Lynne?" Creo que David todavía esperaba que hubiera algún tipo de malentendido.

"Ella hace cualquier puta cosa que le diga." Dijo Lexy saboreando mi humillación y vergüenza. "Es mi Zorrita, ¿verdad Lynne?"

Podía sentir los ojos de David en mí. No me importaba decir que era su pequeña zorra, de hecho me gustaba que me obligaran a decirlo. Solo que no me gustaba tener que decirlo delante de David.

"Sí. Soy tu zorrita."

"Ya veo." Dijo David, su voz todavía llena de desilusión porque se daba cuenta que yo era solo otra fulana barata como Lexy. La expresión de la cara de Lexy casi producía náuseas por lo llena de vanidad.

"Sí, todavía hacemos los Salva Pantallas." Dijo David apartando la mirada de mí.

"El Geek dijo que unos 1000 dólares."

"El Geek dijo ¿qué?" Dijo un hombre joven con pelo engominado y gafas de montura metálica.

"Dijiste 1000 dólares por hacer las cosas para los ordenadores."

"Has cambiado de idea ¿verdad?" Dijo con voz irritada.

"¡No! Yo no hago cosas raras pero ella sí."

El Geek me miró con una sonrisa enfermiza en la cara.

"Para ella solo 500." Dijo David bruscamente.

"¡Una puta mierda!" Dijo Lexy enfadada. "¿Por qué...?"

"Porque ella no es tan atractiva y tiene el culo gordo."

El Geek miró a David con expresión confundida. Obviamente pensaba que era atractiva y no tenía el culo gordo. Pero David tenía una vena desagradable que no había visto cuando le había mirado a lo ojos antes.

Lexy estuvo jurando y discutiendo con David pero se limitó a cruzar los brazos y se apoyó en el mostrador escuchando solo a medias la letanía de Lexy.

"500 o vosotras dos ya podéis volver vuestros putos culos a la calle ahora. No tengo tiempo que perder con fulanas de 50 dólares como vosotras." Dijo David con calma pero firmeza. Había dejado claro que ese era el trato. Lo tomaba o lo dejaba.

"¡Está bien!" Dijo Lexy a regañadientes. "Pero eres un jodido cabrón, David..."

David la ignoró y nos dijo que le siguiéramos atrás. Pasamos tras el mostrador y cruzamos la cortina hasta una sala grande y limpia llena de estanterías con vídeos y CD's y todo tipo de Juguetes Sexuales perfectamente empaquetados y almacenados.

Había un banco de trabajo equipado con ordenadores en la parte trasera y David tomó una cámara digital y me dijo que me pusiera contra la pared junto al banco.

El suelo era de cemento desnudo y la pared estaba pintada de negro. David me tiró un trozo de seda negra brillante como del tamaño de una sábana y me dijo que lo extendiera en el suelo.

"Así que ya sabes en lo que te estás metiendo, Lynne, este es el tipo de salvapantallas que hacemos y vendemos." David todavía no podía creerse que yo fuera a hacer esto. Todavía no podía creerse que la mujer guapa del vestido bonito con la que flirteó hiciera esto.

Cuando vi las imágenes que aparecían en el monitor me di cuenta de que había llegado el momento en que tenía que decidir si convertirme en esclava de la Mujer Rubia era realmente lo que quería.

Cualquiera podía tener este tipo de fotos mías en su ordenador. Gente que conozco, amigos, parientes, conocidos, cualquiera. Podían imprimirlas, pegarlas en sus cuadernos, enviarlas por correo a quien quisieran.

El tipo de fotos que estaba viendo aparecer en el monitor no podía haber sido más explícito o degradante. ¿Quería realmente que este tipo de fotos mías estuvieran libremente a disposición de cualquiera?

Podía ver a la gente que conocía pasando este tipo de fotos mías en oficinas y casas y autobuses escolares y comedores de grandes almacenes y sabe dios en que otros sitios.

Ni siquiera una puta callejera barata como Lexy estaba dispuesta a hacer algo tan repugnante y público como esto. ¿Estaba realmente dispuesta a mostrar al mundo lo que era? ¿En lo qué me había convertido?

David notó mi duda y empezó a golpear con más rapidez el botón de "intro" del teclado. En la pantalla aparecieron una tras otra fotografías repugnantes. Cada una de ellas me afectaba. Como una corriente eléctrica transmitida visualmente me pinchaban durante un instante y la siguiente todavía me pinchaba más.

Simplemente no lo sabía. Necesitaba tiempo para pensar pero no lo había. Hasta entonces estaba segura de lo que quería, ninguna otra cosa importaba. Pero esto hizo que lo que estaba haciendo golpeara muy dentro de una forma que ninguna otra cosa lo había hecho.

Miré a la mujer de la pantalla y me pregunté por qué se habría rebajado de semejante manera. ¿Cómo podía dejar que la usaran de esa forma? ¿Cómo podía degradarse de esa manera para que la viera todo el mundo?

Luego en la pantalla apareció una imagen que contestó a mis preguntas. Era una foto que presentaba una toma clara del bello rostro de una mujer joven. Estaba sonriendo. No con una sonrisa fingida sino la sonrisa de una mujer que disfrutaba con lo que hacía. Y sus ojos eran tan vivos. Tan llenos de pasión y placer. Lo hacía porque quería, porque disfrutaba con ello. No le importaba como lo juzgaran los demás.

Luego apareció otra foto con la bella cara de la mujer contorsionada en el éxtasis. Estaba en mitad de un orgasmo o justo en el borde, estaba segura. Luego apareció la siguiente y tenía la cabeza hacia atrás, con su largo pelo negro esparcido alrededor mientras la cámara capturaba ese instante de gozo que la consumía.

Volví a pensar en la gente mirando fotos mías como esa y lo que pensarían y lo que dirían.

"Mira a esa jodida guarra." "Mira el chocho de esa cosa."

"¿No te gustaría follarte a eso?" "Mira esa zorra viciosa"

"Conozco a esa puta de algo." "¡Mierda, si es Lynne!"

Sentí como me humedecía mientras todo tipo de pensamientos e imágenes pasaban por mi cabeza. Me pregunté por qué coño dudaba. Sabía lo que era yo y lo que quería.

Soy puta y fulana. Y quiero ser la zorra viciosa de los ordenadores de la gente. Quiero fotos mías repugnantes en los tablones de anuncios y pasadas de mano en mano en las oficinas y pegadas en las paredes. Pero lo que más quiero es ser esclava de la Mujer Rubia.

"¿Qué quieres que haga ahora, David?" Dije con toda la calma que pude, fingiendo que no había dudado en ningún momento. Ahora él sabía que realmente solo era otra puta barata y me trataba de acuerdo con eso.

Me sacó unas cuantas fotos de mi aspecto normal e inocente con mi ropa de ama de casa y luego miró como me desnudaba. Meneaba la cabeza y apartó la vista con asco cuando vio la mancha de humedad en la parte delantera de mis bragas.

'Eres un puto hipócrita, David.' Pensé para mí mientras le sonreía a través de la lente de la cámara. 'Sé que solo soy otra puta posando para tus repugnantes fotos. Pero tú estás haciendo las fotos. Tú vas a venderlas. Así que haz lo que haces.'

Me habría encantado haberle dicho a David lo que estaba pensando, pero no era sitio para que dijera nada. 'Una buena esclava guarda sus opiniones para sí misma, Lynne. A nadie le interesa lo que piensa una esclava.' Podía escuchar al Ama decirlo.

David me hizo tumbar sobre la sábana y se agachó entre mis piernas y sacó algunos primeros planos de mi chocho. No me sentía humillada ni avergonzada en absoluto. Pero me estaba poniendo cada vez más excitada a cada disparo de la cámara a solo unas pulgadas de mi chocho húmedo.

"Vale, ahora ábrete todo lo que puedas." Dijo David sin mirarme. Bajé las manos y separé los labios y me sacó un par de fotos.

Me pasó un gran consolador negro y me dijo que me lo metiera. Estaba bien lubrificada pero el consolador era realmente grueso y necesitaba facilitarle la entrada.

"Vamos Lynne, date prisa. Estoy seguro de que has tenido cantidad de cosas grandes ahí dentro en todos estos años. Deberías estar bien y eficazmente ensanchada por ahí." Dijo David en tono despectivo.

"Sí que lo he estado." Dije desafiante mientras me metía el resto del consolador con un rápido movimiento. Lo hice a pesar de que me dolió un poco pero también me sentó bien.

David volvió a disparar la cámara mientras lo metía y lo sacaba. Luego me dijo que me diera la vuelta para que pudiera hacer algunas tomas de mi culo.

"Sepárate las nalgas para que pueda hacer algunas tomas de tu ojete."

Me dio un poco de KY y un consolador más pequeño y me dijo que me lo metiera por el culo. Lo apliqué al consolador y a mi ojete y gemí suavemente cuando oí los disparos de la cámara mientras lo deslizaba en mi culo.

David sacó fotos mías de pie y en cuclillas y doblada. Tuve que meterme un gran pepino verde en el chocho y luego un plátano y luego el mango de un bate de cricket.

Me hizo tumbar sobre el estómago con el culo levantado al aire y me metió el mango de una cuchara de madera en el culo. Tuve que dejarlo entrar y retenerlo apretando mi ojete a su alrededor. Luego tuve que hacer lo mismo con uno de esos globos con palo que decía "Te quiero." Pero el palo era demasiado fino, no podía sujetarlo de la forma que el quería al principio. Costó varios intentos antes de que pudiera hacerlo bien lo que no les sentó muy bien a David ni a Lexy.

David hizo que me metiera todo tipo de cosas en el coño y el culo y cada vez me sacaba unas cuantas fotos. Estaba tumbada de espaldas chupándome y mordiéndome los pezones cuando se acercó a mí un tío y se desabrochó los pantalones y se sacó la polla fuera. Tuve que ponerme de rodillas y chupársela mientras David hacía algunas fotos y cuando el tío se corrió tuve que sacar su polla de mi boca para que pudiera correrse en mi cara.

Tuve que untarme la corrida por toda la cara y lamérmela de los dedos mientras David seguía disparando la cámara.

"Ahora ponte en cuclillas contra la pared y abre todo lo que puedas las piernas y juega contigo y finge que te corres." Dijo David mientras me tiraba una toalla para que me limpiara la cara de lo que quedaba de la corrida.

Pude haberme corrido varias veces pero no me lo permití. No quería hacer nada mal. Pero no podría haberme retenido mucho más. Bajé las manos y empecé a acariciarme.

"Vale, finge que te corres." Dijo David con voz que sonaba casi aburrida.

"Me correré de verdad si me das un minuto, David." Dije, gimiendo mientras me acariciaba con fuerza el clítoris.

"Vale pero date prisa y asegúrate de mirar a la cámara cuando te corras."

"Casi está." Jadeé. "Ya casi está." Escuché el disparo de la cámara otra vez y me acercó al límite.

"¡Coño, me voy a correr!" Grité.

"Mira a la cámara."

"Me estoy corriendo, David." Gruñí mientras miraba directamente al objetivo de la cámara. David alargó las manos y me retiró las mías de entre las piernas.

"¿Qué haces?" Gemí desesperada mientras intentaba soltar mis manos de su agarre pero él las retenía con fuerza.

"Ya tengo todas las fotos que necesito, Lynne."

"Oh, David, por favor, me estoy corriendo... por favor, déjame que me corra..."

"Dijo que ya está, Lynne." Oí decir a Lexy y la vi encima de mí.

"Vale..." Dije sin aliento a causa del tormento de que se parase mi orgasmo antes de que hubiese empezado de verdad. "Vale..."

La cabeza me daba vueltas y estaba un poco desorientada mientras me vestía, pero el aire fresco me ayudó a aclararme la mente cuando volvimos a salir. Pero no hizo nada para enfriar el fuego que tenía entre las piernas.

"¡Eres una jodida zorra viciosa!" Dijo Lexy mientras caminaba delante de mí.

Sus palabras solo consiguieron que necesitara aún más correrme que antes. Ella no tenía ni idea de cuanto placer me producía la expresión de su cara. Era la fulana de una fulana como había dicho Kelly y me encantaba. Solo la expresión 'fulana de una fulana' hacía que mis jugos fluyeran.

No le dije nada a ella. Me limité a seguirla. Iría siempre donde me llevara y haría cualquier cosa que quisiera que hiciese. Ahora ella lo sabía.

Lexy caminó delante de mí y torció a la izquierda por William St. Me sentí extraña cuando vi el punto donde había estado probando a venderme a cualquier hombre que pasara. Había otra fulana ocupando mi sitio ofreciéndose a los hombres que se cruzaba. Todavía tendría que haber estado allí. Si hubiera sido una buena fulana para el Ama todavía habría estado allí haciendo dinero para ella.

Lexy dijo algo que no escuché a la fulana que me había sustituido mientras pasaba a su lado.

"Sí, bueno, ¡Jódete, Lexy!" Gritó la otra fulana. No la miré mientras seguía a Lexy escaleras arriba. Las mismas escaleras sucias y malolientes por las que había subido tantas veces como fulana en los últimos días.

Lexy se dirigió a una puerta marcada como 1A en su pare izquierda y golpeó con fuerza la puerta con el puño. La puerta se abrió y apareció en ella un hombre enorme mirando receloso a Lexy.

"¿Qué coño quieres, Lexy?" Su voz era profunda y sonora.

"Vengo a pagar el alquiler, Garry."

"Los alquileres no se cobran hasta el viernes. ¿Qué es ..."

"Aquí mi amiguita Lynne va a pagar el alquiler por mí." Lexy se echó atrás para que el gordo pudiera verme. Era obvio que le gustaba lo que veía pero todavía recelaba.

"Parece una jodida señora de las de Avon, Lexy. ¿Por qué va a pagar el alquiler...?"

"El por qué no es asunto tuyo, Garry. Pero calculo que vale el alquiler de tres semanas de esa jodida ratonera de ahí arriba..."

"Hay un montón de fulanas que tomarían tu 'cuarto de follar' si tú no lo quieres, Lexy. Y esta zorra no vale el alquiler de tres semanas."

"¡Vamos, Garry, mírala!" Lexy me agarró y empujó hasta que estuve justo delante del enorme gordo. "Cristo, Garry, es casi virgen."

Garry me miró de arriba abajo mientras consideraba cuantas semanas de alquiler valía yo.

"El alquiler de dos semanas." Dijo bruscamente y se dio la vuelta y se encaminó hacia otra habitación dentro del piso.

"Aquí tienes." Dijo Lexy mientras me pasaba unos cuantos condones. "Asegúrate de que lleve uno de estos puestos en cuanto se la pongas tiesa. No quiero que le tome gusto a hacerlo sin goma."

Tomé los condones y seguí a Garry mientras se metía en otra habitación. La parte de arriba de su enorme culo colgaba fuera de sus asquerosos vaqueros y michelines de grasa se apretaban contra su camiseta. No creía haber visto nunca un hombre más gordo y menos atractivo en toda mi vida. No estaba segura de lo que iba a tener que hacer por él. Esperaba que solo fuera follar y que pudiera ponerme yo encima.

El dormitorio era pequeño y desordenado y apestaba como el resto del piso.

"Pónmela dura." Dijo con sonrisa de nicotina. Me arrodillé delante de él y le desabroché la cremallera y el botón del pantalón e intenté bajárselos. Cayeron al suelo con facilidad una vez que los pasé por su enorme culo y le ayudé a salir de ellos.

No llevaba calzoncillos y apenas podía verle la polla ni los huevos bajo los michelines de grasa que le colgaban por delante.

Tenía una polla pequeña para un hombre tan grande y era difícil llegar a ella. Me las apañé para meter la cara entre sus gruesos muslos y me la metí en la boca.

"Trátale bien y con fuerza, puta." Me dijo la voz de Lexy cuanto estaba disfrutando de verme hacerle esto al tío gordo y feo.

'¿Cuántas veces has hecho esto TÚ con él, Lexy?' pensé para mis adentros. Pero no quería mirarla. No quería ver lo mucho que odiaba lo que me estaba obligando a hacer.

Garry empezó a moverse hacia atrás y adelante deslizando su polla dentro y fuera de mi boca mientras se ponía más dura. Me limité a agarrarme a los costados de sus piernas y mantuve los ojos cerrados intentando imaginar que estaba en algún otro sitio. Algún otro sitio con la Mujer Rubia, mi Ama. Y en cuanto empecé a pensar en ella me sentí diferente. No estaba haciendo esto por Lexy, y no lo estaba haciendo por Garry. Lo estaba haciendo por mi Ama.

Podía imaginarla allí de pie mirando como chupaba la pequeña polla del hombre enorme y hacía que me sintiera bien. Me hacía humedecerme de nuevo.

Ya estaba salida como una mona de posar para las fotos repugnantes. Nunca habría pensado que nadie pudiera disfrutar del sexo con alguien como Garry pero sabía que estaba empezando a disfrutarlo.

Cuando ya la tuvo tiesa me retiró la cabeza y me dijo que me desnudara y me subiera a la cama. Hice un pequeño striptease en su honor.

Bailé un rato alrededor mientras me bajaba la cremallera de la espalda del vestido y me lo bajaba lentamente por los hombros y me lo deslizaba por el cuerpo hasta los muslos y lo dejaba caer al suelo.

Jugué un rato con mi cuerpo. Me acaricié entre las piernas y me estrujé las tetas a través del sostén. Garry se limitaba a estar allí devorándome con los ojos con una expresión casi de aturdimiento en la cara.

Me senté en la cama y me quité las medias y a continuación me volví a levantar y deslicé lentamente mis bragas por las piernas abajo y las dejé colgando de un pie antes de lanzarlas de una patada.

Garry se quedó casi babeando cuando me vio el coño afeitado.

Me di la vuelta y me incliné mostrando mi culo y me volví a mirar a Garry por encima del hombro y le pedí que me ayudara con el sostén. Pasó sus manos regordetas y pegajosas por mi cuerpo y sentí su aliento caliente y apestoso en mi cuello mientras empezaba a morderme y besarme en el cuello y los hombros.

Buscó a tientas la tira de mi sostén pero sus dedos gordos eran incapaces de desabrochar los pequeños broches.

"Está bien, déjame hacerlo por ti, Garry." Dije mientras me daba la vuelta y me echaba las manos atrás y me desabrochaba el sostén. Garry me agarró las tetas con rudeza con sus manos enormes tan pronto como cayeron de las copas de encaje.

Le sujeté la cabeza con ternura mientras enganchaba con la boca mis duros pezones. Los chupó y mordió con fuerza y gemí suavemente.

"Fóllame, Garry." Le susurré al oído y casi me tira en la cama.

Me coloqué para él con las piernas muy separadas y me acaricié entre las piernas. El chapoteo de mi humedad llenó la habitación.

La cama se hundió de repente cuando Garry dejó caer sobre ella su enorme estructura. La cama crujió y se hundió aún más cuando se arrastró por ella y se colocó entre mis piernas.

"Tendré que ponerte una goma, Garry." Dije todo lo agradablemente que pude, intentando no mirar con que estaba a punto de follar. Agarró uno de los condones de mi mano y rasgó el paquete enrollado y lo desenrolló rápidamente sobre su polla.

La cama se agitó casi violentamente mientras se situaba para penetrarme. Le llevó varios intentos antes de que pudiera colocar su estómago y su polla en una postura en la que pudiera meterme la polla.

Mi chocho estaba empapado y su polla se deslizó fácilmente en mi interior. Gruñí ruidosamente cuando dejó caer su cuerpo encima de mí, obligando al aire a salir de mis pulmones. Su aliento apestaba a cerveza y cigarrillos y casi estaba contenta de poder respirar aunque fuera con dificultad con su enorme peso encima de mí.

La cama se agitó y crujió cuando empezó a follarme. Pasé las manos por sus grandes brazos y hombros cuando sentí su polla deslizarse dentro y fuera de mí.

Cada embestida de su enorme cuerpo me obligaba a expulsar el aire y me follaba con un ritmo gobernado más por el ímpetu que por otra cosa. Fue el sexo más incómodo y desagradable que he practicado nunca, pero lo necesitaba.

Había estado tan cerca de correrme cuando David me había parado por despecho. Iba a sacar lo más que pudiera de cualquier hombre y polla que se me permitiera tener.

"Oh, dios, fóllame Garry... Fóllame más rápido." Jadeé mientras el orgasmo que se me había negado antes crecía de nuevo en mi interior. Garry gruñía y babeaba mientras me follaba todo lo rápido y fuerte que podía.

Agarré los costados de su enorme culo e intenté ayudarle a follarme más aprisa. Quería avanzar mi cuerpo contra el suyo pero no podía moverme bajo su peso.

Gruñía con más fuerza y supe que se iba a correr.

"Oh, dios, todavía no, Garry." Gemí desesperada. "Espérame. Sigue follándome y me correré contigo. Ya está casi, Garry. Por favor sigue follándome..."

Pero Garry no podía esperar. Dejó escapar un gruñido sonoro mientras su polla empezaba a llenar el condón con su corrida.

"Oh, dios, no..." Grité. Estaba tan cerca. Cerré los ojos e imaginé que mi Ama estaba allí de pie viendo como Garry me follaba. La imaginé jugando con su bonito coño húmedo. Me corrí cuando mi Ama deslizó un dedo dentro de ella.

Pero me corrí más de desesperación que por estimulación. Mi orgasmo fue solo una muestra torturadora de lo que podía haber sido si alguien me hubiera follado adecuadamente. Todavía me estaba corriendo cuando Garry se dejó caer encima de mí obligando al aire y a lo que quedaba de mi orgasmo a salir de mí.

Gemí sonoramente una vez más. Un gemido de placer y de frustración a la vez. Mi cuerpo embestía contra Garry intentando desesperadamente mantener el orgasmo que necesitaba de tan mala manera. Intenté pasar la mano entre las piernas para tocarme pero no pude meterla entre nuestros cuerpos.

Lloriqueé de forma casi patética mientras Garry estaba derrumbado encima de mí y me rendí ante lo inevitable. No podía respirar ni moverme con todo el peso del cuerpo de Garry aprisionándome.

Después de lo que pareció una eternidad se separó de mí y rodó prácticamente fuera de la cama.

"Vamos zorra. Tienes cosas que hacer." Dijo Lexy mientras se daba la vuelta y salía detrás de Garry. Casi corrí por la habitación recogiendo mi ropa y vistiéndome todo lo aprisa que pude. Todavía me estaba subiendo la cremallera del vestido y ajustándome las medias cuando seguí a Lexy escaleras abajo.

Se encaminó por William Street y cruzó la carretera hasta el Porky's, un club de striptease en el que había estado con mi marido cuando era una mujer muy distinta. Pero no bajó las escaleras hasta la parte del striptease sino que subió por ellas a donde están las cabinas del "peep show".

El hombre de los tatuajes y acento italiano del mostrador quería partir al 60/40 pero al final él y Lexy acordaron partir al 50/50.

Después de que se hubieran establecido los acuerdos financieros Lexy dijo que volvería a buscarme al cabo de algunas horas y desapareció escaleras abajo.

El hombre de los tatuajes me llevó unos pasos y me metió en una habitación detrás del 'escenario' donde trabajaban las chicas de las cabinas.

"Ofrécenos un vistazo." Dijo en tono desinteresado. Me desabroché el vestido y me lo bajé por los hombros. La expresión de su cara no cambió cuando me quité las bragas y vio mi coño afeitado. No había probablemente mucho que no hubiera visto.

"Tienes unas tetas jodidamente grandes." Fue todo lo que dijo mientras me soltaba el sostén y quedaba desnuda delante de él. "Ponte estas." Dijo tirándome un par de bragas tanga de piel de leopardo. Era obvio que se las había puesto antes otra mujer.

Una vez que me puse las bragas me llevó a una puerta que se abría a la parte trasera del escenario. Me señaló la fila de ventanas que miraban al escenario. Había como unas diez.

Las ventanas estaban como a un metro del suelo. Había una mujer de pie delante de una de ellas restregando su chocho contra el espejo y apenas pude adivinar la cara de un hombre en la oscura cabina detrás del cristal.

"Es sencillo." Dijo el hombre de los tatuajes. "Ellos ponen dos pavos en la ranura y la pantalla se baja para que pueden ver dentro. Cuando veas que la pantalla se baja mueve hacia allí tu culo y ofréceles un poco de teta y coño. Consigue que metan dinero en la ranura. Diles lo que quieran oír y haz lo que quieran que hagas pero consigue que metan por la ranura todo el dinero que puedas. Seguirán metiendo monedas para mantener la pantalla bajada así que interésales todo el tiempo que puedas. Y las habitaciones de atrás son para exhibiciones privadas. Consigue que quieran verte en una exhibición privada para ellos. Diles que 30 dólares y se los cobras antes de llevarles a la habitación. Pero los 30 dólares solo cubren 5 minutos y sin sexo. Si quieren follarte son otros 50. Hay condones y otras cosas en las habitaciones pero quieran lo que quieran lo principal es quitártelos de encima cuanto antes y traer tu culo de vuelta allí. ¿Entendido?

"Sí, entendido." Dije con algo más que un rastro de sarcasmo. Quería añadir 'Sé que crees que soy una fulana y una puta pero no soy estúpida." Pero no lo hice.

Una de las pantallas se bajó y me dio una palmada en el culo y dijo.

"Ale, a lo tuyo."

La mayoría de los hombres al otro lado de la ventana eran o verdaderamente viejos o verdaderamente jóvenes. Esta era la manera más baja y más barata de que se lo hiciera un tío o de que una mujer hiciera dinero. Incluso las strippers de abajo y las fulanas callejeras miraban con desprecio a las mujeres que trabajaban en las cabinas. Eso fue lo que Jan, la otra mujer que trabajaba en las cabinas, me dijo. Era una mujer bastante atractiva, esbelta y guapa. Solo pude preguntarme por qué se rebajaba a hacer esto.

Jan obviamente aborrecía cada minuto de esta actividad pero yo estaba disfrutando. La mayoría de ellos solo querían que restregase mi chocho contra el cristal para ellos. Algunos de ellos se la meneaban mientras lo hacía. Otros simulaban lamerme el chocho o el rastro de jugos que dejaba en el cristal.

Algunos pagaban 5 dólares, otros 10 pero ninguno más de diez. Unos pocos tíos querían que me inclinara y abriera las nalgas para poder verme ojete. Me hubiera gustado que hubiera unos pocos hombres más que quisieran que lo hiciera.

No muchos se interesaron por una exhibición privada. Hice unas pocas. Pero solo eran jovencitos que se hicieron una paja viendo como me toqueteaba. Todos se corrieron muy rápidamente.

Había tenido unas pocas parejas que pagaron para observarme a través del cristal. Era su idea de ser atrevidos. Pero ninguna se quedó mucho tiempo. Todo era demasiado sórdido para las parejas, pensé.

No sé cuanto tiempo llevaba allí pero me lo estaba pasando realmente bien. Aunque como la antigua Lynne ya era un poco exhibicionista, como la mujer que era ahora adoraba exhibirme. Restregar mi chocho húmedo contra el cristal con hombres salidos al otro lado observándome me hacía humedecer aún más. Estuve a punto de correrme restregándome contra el cristal en un par de ocasiones.

Una de las pantallas se bajó y me trasladé allí y bailé y di vueltas delante de la ventana durante unos segundos y luego me incliné y coloqué la cara cerca del cristal.

"Hola cariño. Mete 10 dólares por la ranurita y me quitaré las bragas y restregaré mi gran chocho húmedo contra el cristal para ti."

"¿Cómo estás, Lynne?" La voz lanzó un estremecimiento frío por mi médula. Conocía esa voz. Solo que no podía ponerle un rostro. Me quedé bizca intentando ver quien estaba en la oscuridad tras el cristal.

"¿Sabe tu marido que estás haciendo esto?"

La voz me era tan familiar. Pero era incapaz de ponerle un nombre.

"¿Quién eres?" Dije nerviosa.

"Eso no importa, ¿verdad, Lynne? Mi dinero es tan bueno como el de cualquier otro ¿verdad? Ahora restriega tu chocho en el cristal para mí, Lynne"

Vi un billete de 10 dólares asomando por la rendija. Me aparté de la ventana y llamé a Jan. Se arrastró hasta la ventana y tomó los 10 dólares y se quitó las bragas y empezó a restregarse contra el cristal mirando al vacío mientras lo hacía.

'¿Quién es?' Seguía preguntándome. La voz era tan familiar. ¿Era un vecino o alguien con quién había trabajado o un pariente? Definitivamente era alguien que me conocía muy bien. Por un momento pensé que podía haber sido mi cuñado pero no podía ser él. Todavía estaba intentando pensar, ponerle nombre a la voz cuando se abrió de golpe la puerta que había tras de mí y el hombre de los tatuajes entró hecho una furia y me agarró del brazo y empezó a chillarme e insultarme. Quienquiera que fuera el que estaba en la cabina se había quejado de mí y el hombre de los tatuajes estaba furioso.

"Por favor, me estás haciendo daño." Dije mientras me tiraba contra la pared.

"¡Te voy hacer un jodido daño dentro un momento, zorra! Ahora mueve tu culo de puta allí y dale al tío lo que ha pagado."

"Vale, vale, lo haré..." Grité mientras me agarraba del pelo y me aporreaba la cabeza contra la pared.

"No quiero oír ni una queja más contra ti. ¿Entendido, guarra?"

"Sí. Entendido. No tendrás más quejas..."

Me empujó una vez más contra la pared antes de dejarme ir.

Mi corazón latía a toda velocidad y en mi frente habían aparecido gotas de sudor. Tuve una visión del hombre de los tatuajes sacando una navaja automática y poniéndola contra mi garganta. Tuve que recordar donde estaba y con que tipo de gente estaba mezclada y de qué eran capaces.

Respiré hondo unas cuantas veces e intenté calmarme. Luego oí bajar la pantalla y vi la silueta del hombre en la cabina, detrás del cristal. Lentamente caminé hacia la ventana, todavía intentando imaginar quien era.

"Siempre me pregunté como sería tu chocho bajo esas faldas cortas que llevas, Lynne."

Tendría que saber quien era. Tendría que ser capaz de ponerle un rostro a la voz, era tan familiar, pero cuando cerraba los ojos y escuchaba su voz no aparecía ninguna cara en mi mente, no sé por qué pero simplemente era incapaz de ponerle un nombre a la voz.

"No pensé que tuviera que quejarme a tu chulo para conseguir que hicieras lo que se te ha pagado, Lynne." Dijo mientras asomaba un billete de 10 dólares por la ranura. "Ahora enséñame ese chocho bonito y grande que tienes, Lynne."

Retiré los 10 dólares y los puse en mi bote de dinero en el suelo. Quizás fuera alguien del centro comercial donde compraba. El del quiosco de prensa o el carnicero. Había visto la forma en que estos hombres me miraban en el pasado. Podían haber sido, pero realmente no lo sabía, solo estaba conjeturando y en todo caso no importaba realmente ahora.

Sentí sus ojos puestos en mí mientras me quitaba las bragas de piel de pantera y me acercaba a la ventana.

"Siempre supe que tendrías grandes labios en tu chocho, Lynne. Podía ver su silueta con esos vaqueros apretados que llevas a veces. Pero no sabía que te hubieras afeitado el chocho. Me gusta de verdad tu gran chocho, Lynne, sabía que me gustaría. Nunca esperé que solo me costara 10 dólares vértelo. Tendrías que habérmelo enseñado hace años si llego a saberlo. Normalmente siempre llevo 10 dólares conmigo."

La forma en que me estaba hablando y el sonido familiar de su voz tenía en mi el efecto que había temido que tuviera. Hacía que me humedeciera. Podía sentir mis labios y mi clítoris hinchándose mientras me apretaba contra el cristal.

"Mira ese gran clítoris tuyo. Sabía que tenías un clítoris grande, Lynne y he esperado mucho tiempo para verlo."

Empecé a deslizar mi chocho por el cristal, untándolo con mis jugos.

"Ahora date la vuelta y dóblate y enséñame ese bonito y rosado agujero de tu culo, Lynne."

Gemí suavemente cuando le oí decirlo y otra vez cuando me doblé y separé ampliamente los carrillos de mi culo.

"Apuesto a que te gusta que te la metan por el culo, ¿verdad, Lynne?"

'Sí. Me encanta que me la metan por el culo.' Dije para mí misma con los ojos cerrados, disfrutando de la humillación y del misterio de lo que estaba ocurriendo.

"Ahora date la vuelta y restriega ese gran chocho húmedo tuyo contra el cristal otra vez para que puede simular que te lo lamo."

Me temblaban las piernas mientras me apretaba otra vez con fuerza contra el cristal. Intentaba no disfrutar con ello. Intentaba con toda mi voluntad no dejar que ocurriera lo que sabía que ocurriría. Pero mi cuerpo ganó la batalla a mi mente.

Pero ya no me importaba. Había estado reteniendo los sonidos que necesitaba emitir de una forma tan fuerte mientras sentía mi chocho deslizarse por el frío cristal. Empecé a gemir sonoramente y Jan se acercó a ver si todo estaba en orden.

Cuando vio la expresión de mi cara y se dio cuenta de lo que significaba su rostro se cubrió con la misma expresión de asco y desprecio con la que tanta gente me había mirado últimamente. Jan se alejó de mí como si estuviera enferma, como si pudiera pillar lo que fuera que iba mal conmigo. Todo el tiempo estuve apretando más fuerte contra el cristal. Él todavía me estaba hablando pero no podía oír nada de lo que decía.

"¡Oh, dios, No!" Jadeé suavemente unas cuantas veces mientras lo sentía a punto de ocurrir.

Luego la voz dijo. "¿Es eso el jugo de tu chocho lo que está por todo el cristal, Lynne?" Y fue entonces cuando me corrí. Jan miraba como mi cuerpo se retorcía y mi cabeza se agitaba de un lado al otro mientras gemía en éxtasis. Ver la expresión de asco en la cara de Jan solo hacía que me corriera con más fuerza.

Me llevó un rato recuperar el aliento después de que mi orgasmo hubiera terminado, y me agaché para echar otro vistazo a la cabina al hombre que conocía pero no reconocía. Se había ido.

Jan no me volvió a hablar después de aquello. Se fue a hacer una exhibición privada para una pareja horrible y nunca la volví a ver. Lexy volvió unos minutos más tarde y antes de que me diera cuenta estábamos de nuevo en las calles de The Cross. El aire fresco de la noche ayudó a despejar la cabeza.

No sé cuanto tiempo estuve en las cabinas o cuanto dinero saqué para Lexy pero parecía bastante contenta con los rollos de billetes que puso en su bolso.

Durante el resto de la noche Lexy me usó para pagar deudas, conseguir algunos favores y hacer algo de dinero rápido. Fue una experiencia mucho más allá de lo que podía haber imaginado.