Lynne 13: Introducción a la sumisión

Introducción a la sumisión

Lynne: CAPÍTULO 12.

INTRODUCCIÓN A LA SUMISIÓN

Avancé la entrepierna todo lo que pude para hacer más fácil a Ama Rebecca azotar mi chocho. El látigo giraba cada vez más rápido cruzando el aire y golpeándome cada vez más fuerte en el chocho y el orgasmo estalló dentro de mí. Al principio chillé ante las oleadas de placer que se estrellaban entre mis piernas y a través de mi cuerpo, pero el placer era tan intenso y duraba tanto que me vi reducida a la sollozante, sudorosa y patética putilla que soy.

De alguna forma acabé de espaldas sobre el lecho de paja en un rincón del suelo, desnuda, las manos atadas tras la espalda con una cuerda que me quemaba las muñecas. Me dejaron allí de esa forma, de nuevo en la oscuridad y me quedé dormida, exhausta del dolor y el placer que me habían proporcionado.

Me desperté de repente cuando alguien me agarró y empezó a tirar de mí por el pelo arrastrándome por el frío suelo de cemento de la mazmorra. Grité e intenté agarrar las manos que habían hecho presa en mí.

"¡Suéltame!" Grité. Y me dejé caer al suelo cuando, quienquiera que fuera quien me había estado agarrando del pelo, me soltó. Alcé la vista pero no podía ver con claridad, mis ojos no se habían adaptado a las luces brillantes que volvían a llenar la mazmorra. Podía adivinar a alguien delante de mi y luego pude escuchar el sonido de tacones altos sobre el cemento cuando alguna otra persona se dirigió hacia mí.

"¡Levántate, y lárgate!" Dijo la Mujer Rubia, escupiéndome las palabras. Ahora podía ver con más nitidez. La Mujer Rubia estaba encima de mí, mirándome desde arriba con una expresión de asco en su rostro. La otra persona que estaba cerca era el Ama Rebecca. Era ella la que me había arrastrado por el suelo.

No entendía por qué la Mujer Rubia estaba tan enfadada conmigo. Pensaba que estaría contenta de cómo había soportado mi flagelación, de la forma en que la había disfrutado tanto.

"Por qué, Ama, ¿por qué quiere que me vaya? Yo..."

"¡No me llames Ama, putilla!" Me contestó groseramente. "Tú no eres mi pequeña esclava y yo no soy tu Ama. Yo no tengo esclavas que se comporten como lo haces tú."

No entendía que era lo que había hecho mal, todo lo que yo quería era ser suya, ser su esclava. "Lo siento Ama. Por favor, lo siento." Las lágrimas empezaron a caerme por las mejillas mientras me arrastraba de rodillas y le suplicaba perdón. No sabía que había hecho mal, todo lo que sabía era que tenía que superarlo. Convertirme en su esclava era ahora mi obsesión, mi adicción, ninguna otra cosa importaba más.

"¿Todavía no sabes por qué estás pidiendo perdón, Lynne?"

"No, Ama, no lo sé..." Se me escaparon las palabras sin que pudiera contenerlas. Podía sentir mi corazón en el pecho cuando me di cuenta de lo que había dicho. Sabía que ahora me echaría con toda seguridad.

"Eso está mejor, Lynne." Dijo la Mujer Rubia con voz más suave. También la expresión de su cara había cambiado. "Me gusta que no intentes mentirme otra vez. Las esclavas no mienten a sus Amas, Lynne, no si quieren seguir siendo esclavas, o llegar a serlo en tu caso."

"Nunca le mentiré, Ama." Sollocé. "Y todo lo que quiero es ser su esclava. Usted lo sabe, sabe que haré cualquier cosa que me diga, cualquiera. Por favor, dígame que he hecho mal y nunca más lo volveré a hacer..."

Mi voz se desvaneció mientras sollozaba patéticamente. Capté una imagen mía en el espejo tras el poste de flagelación. Es difícil describir lo que veía. Estaba desnuda, mi cuerpo todavía mostraba leves marcas de los sitios donde había sido azotada antes. De rodillas, con las manos atadas tras la espalda, a los pies de dos mujeres plantadas delante de mí. Podía ver el rastro trazado por las lágrimas en mi rostro cuando había suplicado ser perdonada, sin saber todavía por que era por lo que estaba suplicando perdón.

Todo lo que importaba a la patética mujer del espejo, todo lo que me importaba, era que la Mujer Rubia me dejara ser su esclava. Que me enseñara como agradarla. Que me dijera que era lo que quería de mí, y me dijera lo que había hecho mal.

No estoy segura de lo que vi cuando me miré en el espejo, y no puedo explicar por qué, pero me encantó el aspecto que tenía. Solo pensar en ello hace que me humedezca.

Todavía estaba mirándome en el espejo cuando sentí que la suela de la bota del Ama Rebecca me golpeaba en el pecho y caí al suelo, la cuerda cortándome en las muñecas mientras me aterrizaba pesadamente en el suelo de cemento.

La Mujer Rubia se puso sobre mí y me pateó suavemente los pechos unas cuantas veces con la punta de sus valiosos zapatos negros de tacón. Estaba absolutamente bella con su largo pelo rubio cayendo sobre los hombros de un vestido de noche negro corto. El escote dibujaba una V en la parte delantera que ofrecía una tentadora visión de sus pechos.

Sentí que me humedecía mientras empujaba mis tetas y mi estómago con la punta de su zapato y me miraba. Los pezones se me endurecieron para ella y los chasqueó con la fría punta metálica del tacón de sus zapatos negros.

"También me gusta el aspecto que tienes, putilla." Dijo mirándome a los ojos.

"Gracias, Ama." Gemí suavemente. "Lo único que deseo es agradarla. Debe saber eso a partir de ahora. Sé lo que quiero decir cuando digo que haré todo lo que me pida. Solo deme una oportunidad de ser su esclava y se lo demostraré, por favor..."

"Ya veremos, Lynne." Dijo secamente, todavía empujando partes de mi cuerpo con la punta de su zapato. "Lame mis zapatos, putilla."

"Sí, Ama. Gracias, Ama." Dije mientras me agachaba sobre las rodillas y me colocaba en el suelo a sus pies y empezaba a recorrer con la lengua sus brillantes zapatos negros de tacón alto.

"¿Entiendes realmente qué es lo que quieres, Lynne? ¿Entiendes realmente lo que significa darte a otro por completo? ¿Entiendes realmente lo que significa ser esclava?"

No dije nada, no creía que se supusiera que debía hacerlo, me limité a lamer sus deliciosos zapatos de piel mientras hablaba.

"Es necesario que hablemos, Lynne." Retiró su zapato de mi boca y se volvió hacia el Ama Rebecca.

"Haz que Kelly la lave y luego me la traes."

Kelly no tenía la misma expresión de afecto y pasión en los ojos que la última vez que me había bañado, no había la misma ternura en su contacto. No me había perdonado que la dejara recibir mi castigo. Seguí intentándole decir que lo sentía pero no me habló ni una sola vez en todo el tiempo, ni siquiera soportaba mirarme. Sabía que tenía que encontrar un camino para arreglarlo con ella.

Kelly se apartó para que saliera del baño y me secó con una enorme y esponjosa toalla blanca. Pero no había afecto ni sentimiento en la manera en que pasó la toalla por mi cuerpo, no como lo había habido antes. Era como si bañarme y lavarme fuera una tarea doméstica, una tarea desagradable.

Después de que Kelly me hubiera secado me señaló una ropa doblada perfectamente en un vestidor, en la esquina. En cuanto vi la ropa la reconocí. Era mía; o ¿era realmente mía?. Pertenecía a la mujer que se llamaba Lynne antes de aquella noche en el garaje.

Las bragas y el sostén eran los de encaje blanco que la otra Lynne había comprado en David Jones hacía un mes. Las mallas baratas color carne todavía estaban en el paquete en el que estaban cuando Lynne las había comprado en Coles, hacía meses. El vestido era uno que Lynne, la amita de casa, había llevado muchas veces. Era de color crema pálido con un borde y un escote muy modestos. Los zapatos eran un par viejo, blanco, de tacón bajo que hacía siglos que ella los iba a tirar.

Me estaba poniendo cada vez más nerviosa a medida que Kelly me ayudaba a vestirme y me aplicaba un poco de colorete en las mejillas, un rojo pálido a mis labios y varios toques de perfume Avon. El nerviosismo se transformó en pánico cuando me vi en el espejo mientras Kelly me cepillaba el pelo.

Miré al espejo y vi que la antigua Lynne me devolvía la mirada. Tenía la horrible sensación de que esta era la forma en que la Mujer Rubia me decía que no me quería.

"¿Qué va a pasar, Kelly?" Pregunté, temerosa de la respuesta. Pero Kelly no dijo nada. Lo que vi en el espejo me lo dijo. Volvía a ser la otra Lynne. La pequeña ama de casa a la que le gusta cocinar y leer las novelas de John Grisham y ver los Sharkies. No quería volver a ser esa Lynne.

Volví a pensar en todas las cosas que había hecho en las últimas semanas. Ya no era aquella Lynne y nunca más lo podría ser. Me habían convertido en una puta y en una fulana callejera barata. Había sido flagelada y humillada de tantas formas, y había adorado hasta el último de aquellos momentos.

Kelly me había castigado de la forma más repugnante y había tenido que dejarla, habría tenido que volver a dejarla si la Mujer Rubia me lo hubiera dicho.

Había hecho cosas tan asquerosas, me habían hecho a mí tantas cosas asquerosas. Qué más tenía que hacer para demostrarle lo mucho que necesitaba entregarme a ella, convertirme en su esclava.

Miré a Kelly, de pie junto a la puerta con su pequeño atuendo rojo de esclava. Quería vestir como ella. Quería pertenecer a la Mujer Rubia de la forma en que ella lo hacía.

"Por aquí, Señorita, por favor." Dijo Kelly suavemente con la cabeza inclinada.

Un frío estremecimiento me recorrió la médula cuando la oí. Habían desatado dentro de mí todas esas sensaciones que ahora me consumían toda, y ahora se iban a limitar a echarme.

¿Qué se suponía que tenía que hacer? ¿Pretender que todo esto no había ocurrido? ¿Pretender que no sentía las cosas que sentía? ¿Se suponía que iba a volver a ser solo una amita de casa aburrida más, viviendo en las afueras con su marido? ¿Tenía todavía un marido con el que regresar? No podía volver, ahora no. Y sabían que no podía.

Mi cabeza daba vueltas mientras Kelly me conducía por un laberinto de salones y escaleras. Kelly se detuvo en la parte alta de un rellano y abrió una puerta y luego se echó atrás con la cabeza inclinada y dijo:

"Entre aquí por favor, Señorita."

Rocé a Kelly al pasar y entré en la sala donde tanto había ocurrido aquella noche de la cena. La Mujer Rubia estaba sentada en uno de los sofás, las piernas cruzadas, los brazos doblados delante con la barbilla descansando en la mano. Se daba golpecitos suaves con el dedo contra el carrillo mientras observaba como Kelly me escoltaba hasta el sofá de enfrente.

Mientras me sentaba miré a la mesita que nos separaba. La mesita donde había entretenido a la Mujer Rubia y sus amigos con Tom la noche de la cena.

Podía sentir los ojos de la Mujer Rubia fijos en mí y quería decir algo desesperadamente pero no tenía ni idea de que decir. El silencio era agónico y me alivió que Kelly lo interrumpiera para ofrecerme un vaso de champán en una bandeja de plata. El vaso alto temblaba en mi mano cuando lo subí hasta la boca.

Después de servirme Kelly se retiró y dejó la bandeja en la parte trasera del bar, sus pies desnudos hacían un ruido suave y apagado sobre el suelo de pizarra cuando se movió silenciosamente por la habitación y luego se quedó de pie junto a la chimenea, a mi izquierda con las manos en los costados. Estaba en el mismo sitio donde me habían hecho humillarme mojándome delante de todo el mundo la noche de la fiesta y la cena.

Aquel terrible silencio volvió a la habitación. El corazón me latía tan fuertemente en el pecho que sentía que tanto Kelly como la Mujer Rubia tenían que oírlo.

"Por favor no me haga esto, Ama." Murmuré suavemente. No podía soportar más el silencio. No podía aguantar por más tiempo  el no saber lo que me iba a hacer.

"¿Hacer qué, Lynne?" Dijo la Mujer Rubia sin interés mientras se inclinaba hacia delante y tomaba su vaso de champán de la mesita y daba un delicado sorbo.

"Por favor no me eche a la calle. No puedo volver a que las cosas sean como eran, ahora no. Ahora todo es distinto. Solo quiero ser suya. De la forma en que lo es Kelly."

"¿Por qué debería ocuparme de lo que tú quieres?

Levanté la mirada hacia la Mujer Rubia, no sabía como contestarle. No había razón para que ella se ocupase de lo que yo quería.

"Kelly es mi esclava, Lynne, se entregó a mi por completo y me obedece sin dudar. A mí no me importa lo que ella quiera más de lo que me importa lo que quieras tú. Pero lo más importante es que lo que ella quiere no le importa a ella tampoco. Lo único que importa es lo que yo quiero.

"Yo también quiero ser su esclava, Ama..."

"Ya estás otra vez, Lynne, hablando de lo que tú quieres. Te acabo de decir que no me interesa lo que tú quieras. Kelly no quiere ser esclava ni necesita ser esclava, es solo lo que ella es. No pareces entender la diferencia."

Tenía razón, no entendía la diferencia. Había muchas cosas que no entendía pero sabía lo que quería, incluso aunque a la Mujer Rubia no le importase lo que yo quisiera. La miré a los ojos y vi una ternura que nunca antes había visto en ellos.

"¿Entiendes al menos lo que es una esclava, Lynne?" Me preguntó con voz suave. Me estaba mirando a los ojos de la misma forma que yo le miraba los suyos. Me pregunté que vería en mis ojos.

Dio otro sorbo de su vaso y lo volvió a dejar en la mesita y dijo: "El uso de la palabra esclava en el contexto en que la usamos nosotros es muy distinto de cómo la mayoría de la gente percibe su significado. Kelly es mi esclava, pero no la uso como instrumento de trabajo, como se usaba a los esclavos en el pasado. Y no la mantengo como esclava mía contra su voluntad.

Esclava, esclava sexual, son solo palabras, Lynne. Pero tienen significado solo hasta el punto en que expresan la propiedad de una persona por parte de otra. Kelly me pertenece, si me aburro de ella o deja de gustarme la venderé a alguien, y Kelly consentirá ser vendida a algún otro. Kelly es esclava porque es total y completamente sumisa. Es lo que es y no puede cambiar lo que ella es."

"Por supuesto que hay cierta carga erótica y sexual en la palabra esclavo. Evoca imágenes de todo tipo. Como Ama me excita porque aumenta mi sensación de posesión y dominio y excita a Kelly porque se añade a sus sensaciones de sumisión y de ser poseída. Es una palabra muy sexual y muy poderosa."

Entendía lo que la Mujer Rubia estaba diciendo. Y sabía que yo era igual que Kelly, sabía que era igual de sumisa y necesitaba ser poseída tanto como Kelly, pero tenía que encontrar alguna forma de convencer a la Mujer Rubia. O al menos conseguir que me diera otra oportunidad de demostrarle que era como Kelly.

"¿Puedo hablar, Ama?" Pregunté cortésmente, intentando mostrar que entendía y que iba aprendiendo.

"Sí, Lynne, puedes hablar."

"Gracias, Ama. He aprendido mucho sobre mí misma en las últimas semanas desde aquella noche en el garaje, y sé ahora que ser esclava es tan parte de mí y de lo que soy como lo es de Kelly."

"Vuelvo la vista a las cosas que he hecho en las últimas semanas, a lo rápidamente que he llegado a ser lo que ahora soy y me doy cuenta que esto es lo que siempre he sido. Solo que no lo sabía hasta que usted me lo ha mostrado."

La Mujer Rubia me estaba escuchando, no solo oyéndome sino escuchando realmente lo que yo tenía que decir. Dio otro sorbo a su vaso y me volvió a mirar y dijo:

"Estoy de acuerdo, Lynne. Has hecho un largo camino en muy poco tiempo, y todavía tienes mucho que aprender sobre lo que se exige de una esclava, pero ese no es el problema."

"Entonces, ¿cuál es el problema, Ama? ¿Qué he hecho mal?"

"Has hecho muchas cosas mal, Lynne, pero eso en sí mismo no es necesariamente un problema. Enseñar a una mujer como ser una esclava obediente y sumisa es una experiencia agradable para un Ama."

"Entonces enséñeme, Ama." Mis ojos le estaban suplicando y me sonrió con un calor que nunca antes había mostrado conmigo.

"Es una cuestión de límites, Lynne." Dijo mientras se volvía hacia Kelly.

"¡Ven aquí!" Le ordenó a Kelly con un tono de voz muy diferente del que estaba usando para hablar conmigo. Kelly cruzó aprisa y se colocó junto a su Ama. La Mujer Rubia pasó suavemente la mano por la pierna de Kelly y le acarició el interior del muslo.

"Es verdaderamente espectacular, ¿verdad, Lynne?" Dijo la Mujer Rubia mientras devoraba el cuerpo de Kelly con los ojos.

"Sí, Ama. Lo es." Contesté dócilmente. Sabía lo que la Mujer Rubia iba a decir a continuación. Iba a decir que yo no era tan atractiva como Kelly. Sabía que no lo era, no muchas mujeres lo eran.

"Tú no eres ni remotamente tan atractiva o excitante como lo es Kelly, ¿verdad, Lynne?"

"No, Ama, no lo soy." No pude mirarla mientras contestaba.

La Mujer Rubia me volvió a sonreír. "Me alegra que seas honesta conmigo, Lynne. Pero el hecho de que no seas tan guapa o con tanto atractivo físico como Kelly tampoco es el problema. Eres más atractiva que alguna de las mujeres que he tenido como esclavas y menos atractiva que otras. Tampoco eso es lo importante. Como dije, Lynne, lo que importa son los límites."

Los ojos de la Mujer Rubia seguían recorriendo el cuerpo de Kelly mientras hablaba.

"Ves, Lynne, Kelly no tiene límites en lo que hará para complacerme. No tiene límites en su obediencia o sumisión. Es totalmente sumisa y completamente obediente. Su único propósito es servirme a mí y a cualquier otro al que elija entregarla. El placer para Kelly viene de ser obediente y sumisa. Y desde luego la obediencia y la sumisión traen con ellas otros placeres, ¿verdad, Kelly?"

La Mujer Rubia deslizó la mano hacia arriba por la falda de Kelly y empezó a acariciarla suavemente entre las piernas.

"Sí, Ama." Gimió Kelly suavemente mientras abría las piernas ligeramente para ofrecer a su Ama un acceso más fácil a aquella parte de su cuerpo.

Los dedos de la Mujer Rubia brillaban con los jugos de Kelly cuando retiró la mano de debajo de la falda de Kelly. Mantuvo la mano alzada y Kelly lamió ansiosamente sus jugos de los dedos de su Ama. Sentí que me humedecía mientras miraba.

"Ama." Dije nerviosamente. "¿Qué hay de todas las cosas que he hecho en las últimas semanas, ¿no demuestra eso lo que soy?"

La Mujer Rubia me miró como si hubiera estado esperando que dijera algo así.

"Muchas de las cosas que has hecho las últimas semanas las has hecho por ti, por tu propio placer. Eso demuestra que eres una viciosa, Lynne, pero no quiere decir que seas una esclava. Las calles están llenas de viciosas, pero ¿tienes realmente los instintos naturales de sumisión que tiene una mujer como Kelly?"

"Sé que los tengo, Ama, solo deme la oportunidad de demostrárselo."

La Mujer Rubia pasó los dedos afectuosamente entre el cabello de Kelly.

"Entonces ¿por qué le gritaste al Ama Rebecca que te soltara?"

De repente la Mujer Rubia agarró a Kelly por el pelo y se puso en pie y la arrastró alrededor de la habitación hacia mí. Luego tiró a Kelly al suelo a mis pies.

"Límpiale los zapatos a la putilla." Le gruñó la Mujer Rubia a Kelly. Y Kelly se arrodilló a mis pies y empezó a lamerme los zapatos. Miré hacia abajo y vi la lengua de Kelly lamiéndome los zapatos. Mirarla me hizo humedecerme aún más. Sentía las bragas empapadas con mis jugos.

"Ves." Dijo la Mujer Rubia mientras bajaba la mirada hacia Kelly. "No se ha resistido cuando la he arrastrado por el pelo por la habitación. No me dijo que la soltara y no dudó cuando le dije que te limpiara los zapatos."

"Pero yo..." No sabía que decir y me alivió que la Mujer Rubia me interrumpiera.

"Son instintos y límites, Lynne. Los instintos de Kelly la llevan a someterse y no tiene límites para la sumisión o la obediencia. Quítale los zapatos a Lynne y lámele los pies, Kelly."

"Sí, Ama." Dijo Kelly mientras sentía que me quitaba los zapatos. Luego sentí su lengua lamiéndome los pies a través de las mallas.

"¿Qué piensas de Lynne, Kelly, te gusta?"

"No, Ama, odio a la puta fea." Dijo Kelly justo mientras rodeaba mis dedos con su boca y los metía dentro de ella.

"¿Te gusta lamerle los pies a Lynne, Kelly?"

"Sí, Ama. Me encanta lamerle los pies. Me pone húmeda."

La Mujer Rubia dejó que las palabras de Kelly flotaran en el aire un momento.

"¿Por qué te encanta lamerle los pies a Lynne, si la odias tanto, Kelly? ¿Por qué esto hace que tu dulce coñito se humedezca al hacerlo?"

"Porque usted quiere que lo haga. Y me encanta hacer cualquier cosa que usted quiera que haga. Hacer lo que usted desea hace que me humedezca."

La Mujer Rubia miró casi con orgullo a Kelly.

"¿Ves, Lynne?" Dijo mirándome. "El placer de Kelly viene de hacer lo que se le dice, de hacer lo que yo quiera que haga."

"Sí, Ama, entiendo." Dije con suavidad mientras miraba a Kelly chupando los dedos de mis pies. Mi coño goteaba. Deseaba la lengua de Kelly entre mis piernas.

"Pero hay también un elemento de humillación en tener que lamer los pies de alguien a quién odias." Dijo la Mujer Rubia mientras Kelly empezaba a lamerme la planta de los pies. "Eso es parte de la razón de que Kelly obtenga placer haciéndolo. Para ella es humillante tener que hacerlo, y disfruta cuando la humillan. Le excita que la humillen, hace que se humedezca. Pero finalmente no te lamería los pies si no se lo hubiera dicho yo. De manera que Kelly obtiene placer por una combinación de razones. Ser una pobre esclava obediente, ser humillada y el acto en sí, todo se combina para hacer de ello una experiencia placentera para ella que la excita."

La Mujer Rubia me volvió a sonreír.

"La sumisión es mucho más complicada que lo que piensan de ello los que nunca la han experimentado, Lynne."

La Mujer Rubia dio otro sorbo de su copa de champán y le dijo a Kelly que se levantara. "¿Estás húmeda?"

"Sí, Ama, lo estoy." Dije mirándola directamente a los ojos.

"¿Oíste lo que te llamó, Lynne? Dijo que eras una puta fea."

"Sí, Ama. Lo oí." No estaba segura de cómo se suponía que tenía que reaccionar o que esperaba que dijera. La Mujer Rubia miró a Kelly y ella cayó de rodillas a mis pies.

"Lo siento, Señorita. Por favor, perdóneme. Por favor, dígame que puedo hacer para demostrarle cuanto lo siento, Señorita." Dijo Kelly mirándome a los ojos, volviendo a mirar los de ella podía decir que ella lo sentía. Lo sentía porque su Ama quería que lo sintiera.

"Dame la pala, Kelly y tiéndete en el regazo de Lynne." Dijo enfadada la Mujer Rubia. Kelly se fue deprisa y volvió con una pala negra de cuero. Se levantó la falda dejando al descubierto su bonito trasero desnudo y su coño afeitado y se tendió en mi regazo. Su cuerpo se notaba caliente contra el mío.

La Mujer Rubia caminó hacia nosotras y Kelly le pasó la pala.

"Quiero hacerte daño, Kelly."

"Por favor, Ama, hágame daño. Lo merezco." Jadeó Kelly.

"Ves como me suplica que la castigue, Lynne. Ves como quiere que le haga daño. Una esclava disfruta con el dolor que su Ama le produce. Una esclava desea ser castigada si disgusta a su Ama."

La Mujer Rubia empezó a golpear a Kelly con dureza en la suave piel de su culo desnudo. Kelly le daba las gracias cada vez que la paleta le golpeaba y suplicaba más.

"Dile a Lynne cuanto sientes lo que dijiste, zorra."

Kelly levantó la cabeza y miró hacia atrás por encima de su hombro hacia mí mientras la Mujer Rubia seguía azotándola con la pala.

"Lo siento mucho, Señorita. Merezco que me castiguen por lo que le dije. Solo lo dije porque estoy celosa de usted. Estoy celosa de que el Ama le preste más atención de la que me presta a mí. También estoy celosa de su cuerpo, Señorita. Desearía tener unos pechos bonitos como usted. Yo soy la puta fea, Señorita, no usted. Soy una estúpida puta plana, Señorita. Por favor permítame demostrarle lo que lo siento. Una puta barata como yo no merece lamer su dulce coño, pero puedo lamerle el culo, Señorita. Puedo meterle la lengua en el culo. Por favor, déjeme, Señorita. Déjeme mostrarle cuanto lo siento."

El culo de Kelly estaba al rojo vivo y su cabeza se desplomó hacia delante. No pudo seguir hablando. Sentí que su cuerpo se estremecía en mi regazo mientras la Mujer Rubia seguía castigándola con la pala.

"¿Quieres que deje de golpearte, Kelly?"

"No, Ama." Jadeó Kelly sin aliento, la cara enterrada en el sofá mientras se esforzaba en soportar el castigo.

"Ves, Lynne." Dijo la Mujer Rubia mientras empezaba a golpear a Kelly en el interior de sus muslos con la pala. "Kelly disfrutó del dolor un instante pero ahora el placer ha desaparecido y ya solo queda dolor. Pero una esclava nunca quiere que su castigo se detenga hasta que su Ama esté preparada para detenerse. Sabe que lo que ella quiere no importa en ningún caso. Todo lo que le queda es esperar el placer que recibirá cuando pare el dolor. ¿Entiendes, Lynne?"

"Sí, Ama, entiendo." Ver castigar a Kelly y oír lo que dijo de meterme la lengua en el culo habían hecho que mi coño goteara aún más. Sabía que había una mancha de humedad en el sofá de cuero donde estaba sentada.

De repente la Mujer Rubia dejó de golpear a Kelly con la pala.

El culo y los muslos de Kelly estaban al rojo vivo. "Gracias, Ama." Oí que decía Kelly. Su voz era un susurro sin aliento. "Gracias por castigarme, Ama. Me lo merecía."

La Mujer Rubia avanzó la mano y agarró a Kelly por el pelo y la retiró de mi regazo. Aterrizó pesadamente en el suelo a mis pies.

"¿Escuchaste lo que te dijo Kelly, Lynne? Quiere decir lo que dice. Está celosa de ti. Está celosa de tu cuerpo. Desearía tener tetas grandes como tú. Pero te odia. Nadie que tenga un mínimo de autorespeto o dignidad u orgullo te admitiría eso. Pero una esclava no tiene autorespeto ni dignidad ni orgullo. Y nadie trata a una esclava con respeto ni dignidad. Una esclava está precisamente para ser usada. Y es una mercancía para vender o regalar cuando ya no se puede usar más. ¿Lo entiendes, Lynne?"

"Sí, Ama. Lo entiendo." Ahora entendía muchas cosas. Y quería ser usada de la forma en que la Mujer Rubia usaba a Kelly.

"¿Quieres que Kelly te demuestre cuanto lo siente de la manera en que te sugirió, Lynne?" Preguntó la Mujer Rubia mientras se sentaba en el sofá opuesto al mío.

Deseaba desesperadamente que Kelly me hiciera eso. "Lo que yo quiera no tiene importancia, Ama, lo que importa es lo que usted quiera." Dije, esperando que fuera la respuesta correcta. La Mujer Rubia me volvió a sonreír.

"Levántate e inclínate sobre la mesita para que Kelly pueda demostrarte cuanto lo siente."

Las piernas me flaqueaban cuando me puse en pie. Me doblé sobre la mesa y coloque las manos encima para que me soportaran mientras separaba un poco más los pies.

Oí que Kelly se movía detrás de mí, luego sentí sus manos meterse bajo mi vestido y retirar mis mallas y mis bragas hasta las rodillas. Luego me subió el vestido por la espalda para dejar al aire mi culo.

Mi cara estaba a solo unos pies de la de la Mujer Rubia que me miraba a los ojos mientras sentía la lengua de Kelly lamiendo todo el recorrido por la parte trasera de mis piernas. Gemí de esperanza.

Kelly lamió los carrillos de mi culo unas cuantas veces y luego sentí su lengua lamiendo mi agujero. Gemí ruidosamente al notar la sensación de la lengua de Kelly en el agujero de mi culo. Me lamió suavemente al principio y, de repente, apuñaló mi agujero con la lengua, metiéndola profundamente dentro de mí y grité y me corrí.

Estaba perdida en el placer que me proporcionaba Kelly pero sabía que la Mujer Rubia me estaba mirando, y el saber que me estaba mirando hacía mi orgasmo más intenso.

Nunca antes me había corrido solo con estimulación anal y era una experiencia asombrosa. Distinta a cualquier otro orgasmo de los que hubiera tenido nunca. Podía sentir mi agujero palpitando, apretando la lengua de Kelly mientras me corría.

La cabeza se me cayó sobre la mesita mientras el orgasmo se desvanecía.

"Arregla la ropa de Lynne y sírvenos algo más de champán, sucia putilla." Dijo la Mujer Rubia a Kelly sin mirarla siquiera.

Después de que Kelly hubiera vuelto a ponerme las bragas y las mallas y arreglado mi vestido se apresuró a traer el champán y me volví a sentar torpemente en el sofá.

Después de que Kelly nos sirviera nuestro champán la Mujer Rubia le dijo que trajera el vibrador con arnés. Quería mostrarme algo. Kelly salió menos de un minuto y volvió trayendo algo que parecía un cinturón con todo tipo de cosas en él.

"Explícale a Lynne como funciona mientras te lo pones y luego túmbate en la mesita." Dijo la Mujer Rubia mientras tiraba del nudo del lateral de la pequeña falda roja de esclava de Kelly y ésta caía al suelo dejando al aire su coño pelado y húmedo y su culo todavía al rojo vivo.

"Sí, Ama." Dijo Kelly mientras se acercaba a mí. "Mire, Señorita. Este pequeño dedo de goma se mete en mi culo." Kelly lo chupó unas cuantas veces para humedecerlo y luego se lo deslizó dentro del culo, gimiendo silenciosamente mientras lo hacía.

"La polla de plástico va dentro de mi coño, Señorita." Dijo con voz jadeante.

"Y este pequeño botón descansa sobre mi clítoris." Kelly separó las piernas un poco y deslizó la polla de plástico de 6 pulgadas (15 cm) dentro de su húmedo coño. Se detuvo un momento tomando aire con calma unas cuantas veces antes de seguir.

"Todos vibran y la intensidad de las vibraciones se controla mediante este botón delantero, Señorita. Y el cinturón se coloca en mi cintura para mantenerlo en su sitio." Kelly se abrochó el cinturón ciñendo su cintura y luego se tumbó sobre la mesita entre la Mujer Rubia y yo como se le había dicho que hiciera.

"Gíralo un tercio de su recorrido, Kelly." Dijo la Mujer Rubia mientras sorbía champán. Kelly hizo lo que le ordenaba y la habitación se llenó con los débiles zumbidos de los vibradores dentro del cuerpo de Kelly.

Casi inmediatamente la respiración de Kelly se hizo más sonora. Su pecho se movía arriba y abajo mientras las sensaciones le recorrían el cuerpo.

"¿Puedes sentirlo dentro de tu culo, puedes sentirlo dentro de tu sucio chochete?" Dijo la Mujer Rubia con aquella voz seductora suya.

"Sí, Ama, puedo sentirlo." Jadeó Kelly.

"Ponlo a tope para ella, Lynne." Me dijo la Mujer Rubia, así que me incliné hacia delante y llevé el conmutador a su posición extrema. Los sonidos de los vibradores se hicieron más fuertes y solo podía imaginar lo bien que debían sentirse.

La Mujer Rubia se inclinó hacia atrás en el sofá y observó a Kelly retorcerse alrededor de la mesita durante lo que pareció una eternidad.

"¿Quieres correrte, Kelly?" Preguntó mientras se inclinaba sobre ella.

"Sí, por favor, Ama, si usted quiere que me corra." Gimió Kelly.

"Bien, no quiero que te corras todavía, putilla."

Kelly dejó escapar un leve lloriqueo y se agarró a los lados de la mesita. Su culo sobresalía de la mesa y sus nudillos se volvían blancos mientras los apretaba con más fuerza contra los bordes de la mesa.

"Una esclava no se corre sin permiso, Lynne. ¿Entendido?"

Entendía. Me había corrido sin permiso. La Mujer Rubia me estaba mostrando como se comporta una esclava obediente como Kelly.

"Sí, Ama, entendido." Dije escondiendo la cara mirando a Kelly.

"¿Todavía quieres correrte, Kelly?" Preguntó la Mujer Rubia en tono medio burlón.

"Oh, dios, sí, por favor Ama." Gritó Kelly. "Si usted lo quiere."

"Puedes correrte cuando cuente diez. ¿Entendido, Kelly?"

"Sí, Ama." Gimió Kelly en alto. "Gracias, Ama."

La Mujer Rubia empezó a contar lentamente, y Kelly empezó a agitarse más rápida y salvajemente sobre la mesita."

"7..." Podía ver a Kelly intentando retener la marea de su orgasmo que amenazaba con ahogarla a cada segundo.

"8... 9.......... He cambiado de idea, Kelly, no quiero que te corras."

Kelly dejó escapar un largo y sonoro gimoteo y rápidamente echó la mano abajo y desconecto los vibradores. "Gracias, Ama." Jadeó Kelly, su cara estaba roja y su voz era un susurro desesperado.

"Levántate, puta." Le dijo groseramente la Mujer Rubia a Kelly y observamos como se soltaba el cinturón y se extraía del culo el pequeño dedo de goma. Por la expresión de su cara estaba segura de que Kelly iba a correrse mientras se extraía la polla de plástico de su chocho goteante. Pero no lo hizo.

De repente la expresión de la cara de la Mujer Rubia cambió.

"Se te ve muy bien con tu ropa de ama de casa, Lynne. Te queda muy bien." Todavía me sonreía mientras hablaba pero de forma algo distinta.

"Lo que lleve no cambia mis sentimientos, Ama. Soy una esclava, Ama. Necesito entregarme a usted completamente, someterme a usted por completo. Estoy segura de que puedo hacer cosas para agradarla y que usted puede encontrar formas de usarme para su placer o diversión. Puede usarme de la forma que quiera, Ama. Sé que he cometido errores pero haré cualquier cosa que quiera... cualquier cosa. La obedeceré completamente si me da otra oportunidad de demostrárselo."

Sé lo patética y desesperada que tenía que sonar. Las lágrimas habían empezado a manar de mis ojos. La Mujer Rubia me miraba con un rastro de ceño fruncido en la cara.

"Has aprendido mucho en poco tiempo, Lynne, pero no soy una mujer paciente. Será mejor que aprendas más rápido."

"Sí, Ama, lo haré, gracias Ama." Mis palabras se atropellaban mientras hablaba. Me estaba dando otra oportunidad y nunca me había sentido más aliviada ni agradecida por algo en toda mi vida.

"Es la única vez que hablaremos nunca de esta manera, Lynne. De ahora en adelante serás tratada como la esclava que crees que eres. No me desobedezcas ni me contraríes nunca. Y no creas que esto significa que ya te he aceptado como esclava mía, no lo he hecho. Tendrás que hacer mucho para demostrar que eres válida. Y todavía no he decidido si te quiero."

"Sí, Ama, gracias, no la defraudaré."

"Lo veremos, putilla. Ahora ¡levántate y sígueme!"

Solo oír que me llamaba putilla otra vez hizo que un escalofrío de excitación recorriera mi cuerpo. "Sí, Ama." Dije mientras me levantaba y la seguía hacia el recibidor. Kelly estaba en pie a un lado. La expresión de su cara me indicó la tortura de la que su mente y su cuerpo intentaban recuperarse, y todavía aguantaba.

De repente el Ama se detuvo mientras llegaba a la altura de Kelly. "Quiero que te corras ahora, Kelly." Dijo con una voz que expresaba poco interés en ver a Kelly correrse o no...

"Gracias, Ama." Dijo Kelly mientras sus ojos se encendían. Podía ver como le temblaban las manos y las rodillas, parecía que tenía que luchar solo para estar en pie. "¿Cómo quiere que me corra para usted, Ama?"

El Ama se volvió hacia mí y dijo. "Ves, Lynne. Una esclava se corre siempre para su Ama, no para sí misma, y siempre pregunta como quiere su Ama que se corra."

El Ama volvió a mirar a Kelly. "Échate al suelo y móntate en la pierna de Lynne como la puta perra callejera en celo que eres."

"Sí Ama, gracias, Ama." Kelly soltó las palabras rápidamente y se lanzó al suelo y se arrastró hasta mí. Se agachó en el suelo junto a mí, abrió mucho las piernas y apretó con fuerza su entrepierna contra mi pierna. Sentí que sus manos me rodeaban estrechamente el muslo mientras se colgaba y empezaba a follarse mi pierna como se le había dicho que hiciera, como un perro en celo.

Dejaba la huella del jugo de su chocho en mis medias mientras deslizaba su húmedo chocho arriba y abajo por mi pierna y se apretaba con fuerza contra mí. Su agarre alrededor de mi muslo se hacía más firme mientras se acercaba.

"Córrete para mí, Kelly." Dijo la Mujer Rubia y Kelly gritó y se corrió salvajemente gimiendo frenéticamente. Gruñía como un animal mientras oleada tras oleada del orgasmo que había retenido se liberaban de repente. Kelly todavía se estaba corriendo cuando el Ama la retiró de mi pierna.

"Termina con uno de los zapatos de Lynne." Dijo el Ama y Kelly se arrastró rápidamente hasta donde había estado sentada y agarró uno de mis zapatos del suelo y empezó a follarse con la punta de mi zapato.

"Gracias, Ama, gracias, Ama..." Siguió diciendo mientras seguía corriéndose.

Todavía podía oír a Kelly gruñir y gemir mientras seguía al Ama por el recibidor. Se detuvo delante de una puerta, me llevó unos segundos darme cuenta de que se suponía que tenía que abrírsela.

Abrí la puerta y me eché atrás para permitir al Ama pasar delante a la habitación y la seguí. La sala era un estudio o una oficina de algún tipo. Había un gran escritorio bajo la ventana situada frente a la puerta y una fila de estanterías en la pared a mi derecha. A mi izquierda había una gran chimenea, dos hombres estaban en pie frente a ella disfrutando de su calor. Me miraron y les reconocí.

Eran los dos hombres que me habían tirado en el maletero del coche cuando me pillaron en el burdel de Surrey Hills. La impresión que me habían dado en aquel momento era correcta, eran a cual más feo, con los brazos cubiertos de tatuajes. Parecían hermanos. Los dos eran altos y musculosos de tez morena y pelo oscuro. Los dos llevaban vaqueros mugrientos azules y camisetas. Uno llevaba botas de trabajo y el otro playeras baratas. Pero los dos tenían la misma asquerosa sonrisa bobalicona en sus caras.

Había una mujer sentada en el sofá marrón oscuro de piel frente a la chimenea de espaldas a mí.

"¿Es ésta?" Preguntó el Ama a la mujer.

Sentí que el pulso se me aceleraba cuando Lexy se levantó y dijo.

"Si, esta es la putilla." Los ojos de Lexy me taladraron. Pude ver como el odio que sentía por mí le recorría la cara. No la había visto desde aquella noche en la oficina de Tony. No sabía lo que Tony le habría hecho por mi culpa pero sabía que no habría sido agradable para ella.

El Ama le dijo a Lexy que se sentara y me dijo que me pusiera frente a ella, luego se sentó en el sofá al lado de Lexy.

No sabía qué hacer ni dónde mirar mientras permanecía en pie sobre el suelo brillante, frente a Lexy. El no poder ver a los dos hombres feos con sus asquerosas sonrisas en sus caras detrás de mí se añadía a mi creciente nerviosismo.

"¿Recuerdas lo que escribiste sobre Lexy en tu diario, Lynne?" Preguntó el Ama en tono sarcástico.

"No exactamente Ama, sé que no me gustó." Balbuceé.

De repente sentí una mano pegajosa que agarraba mi brazo desde atrás. El hombre feo de las playeras sucias me pasó una fotocopia de un extracto de mi diario. Me di cuenta de que también tenía las uñas sucias mientras la tomaba de su mano.

"Léele a Lexy lo que has escrito de ella, Lynne." Dijo el Ama.

Eché los hombros hacia atrás e intenté aparentar compostura mientras empezaba a leer lo que había escrito sobre ella.

'Vi a Lexy calle abajo acercarse a los hombres que se cruzaban con ella. Ella me había costado casi todo, no creía que hubiera sentido tal odio por otra persona en mi vida como el que sentía por aquella puta.

Y tampoco pensaba que ella fuera particularmente atractiva. Era aproximadamente de mi estatura 5 pies y 2 pulgadas (aproximadamente 1'60m), pero parecía un poco gordinflona con sus ropas de fulana. Llevaba un vestido negro. Realmente corto, sus tetas parecían bastante grandes, pero nada especial. Su vestido era demasiado corto, sus muslos resultaban un poco demasiado grandes para un vestido tan corto.

Obviamente intentaba parecer con un poco más de clase que las otras chicas de la calle con su vestido negro y sus medias negras y zapatos. Pero no creía que hubiera nada de clase en ella. Era algo guapa, con pelo negro largo y rizado. Y aunque cada vez me sentía más atraída hacia las otras mujeres, Lexy no me decía nada. No me sentía atraída por ella en absoluto. Cuanto más la miraba más feo me parecía su aspecto. Despreciaba a la puta fea.'

Me esforcé en mirar a Lexy mientras leía y cuando terminé de leer. No quería hacerlo pero sabía que el Ama quería que lo hiciera, y eso era todo lo que importaba. La expresión de odio de su cara se hacía cada vez mayor a medida que leía. Cuando acabé de leer y bajé la mirada hacia Lexy estaba esperando que se levantara del sofá y me atacara, como había hecho en la calle. Todo aquello parecía tan remoto ahora.

"Crees que eres mejor que Lexy, ¿verdad, Lynne?" Dijo el Ama mientras pasaba los dedos entre el largo y rizado pelo de Lexy.

"Sí, Ama, lo creo." No mentir al Ama ya estaba demostrando ser más difícil de lo que había pensado que sería.

"Sí, sé que crees que eres mejor que ella, Lynne." Dijo el Ama con una sonrisa despreciativa en la cara. Me hizo soportar mi humillación y vergüenza durante unos instantes y luego volvió a mirarme y dijo.

"Lynne, ponte de rodillas delante del de las playeras y chúpasela, y Lexy ponte de rodillas delante del de las botas y chúpasela a él."

"Sí, Ama." Dije obediente y me arrodillé delante del hombre de las playeras sucias. Lexy no dijo nada, se limitó a levantarse y arrodillarse sobre el suelo inmaculado delante del hombre con las botas de trabajo.

Lexy y yo estábamos separadas por solo unos pies y nos miramos mutuamente mientras bajábamos las cremalleras de sus vaqueros y sacábamos sus pollas. Ninguno de los dos estaba circuncidado y ambos la tenían todavía flácida.

Me metí la polla en la boca y la chupé para conseguir que se empalmara. Veía a Lexy por el rabillo del ojo, mantenía la polla de su hombre en la mano y pasaba la lengua por la parte de abajo y se la meneaba. El hombre de Lexy se empalmó antes de que lo hiciera el mío.

Sentí que la polla de mi hombre se ponía dura mientras la deslizaba dentro y fuera de mi boca. Cuando ya estuvo empalmado le chupé y le lamí la polla con una pasión que me sorprendió. Me encantaba chuparle la polla al hombre feo. Quería que el Ama viera como se corría en mi boca. Sentía que me ponía húmeda mientras él se follaba mi cara.

Lexy todavía estaba meneándosela a su hombre, y me di cuenta de que se ponía algo en la boca. Luego deslizó su polla entera en la boca, mientras la volvía a sacar vi el condón en la cabeza de la polla y Lexy lo desenrolló por su dardo con la mano mientras le volvía a chupar con la boca.

Ambas estábamos de rodillas sobre el suelo sujetando los culos de nuestros hombres y les chupábamos la polla mientras se follaban nuestras caras. El hombre de Lexy la agarró por el pelo y empezó a follarse su cara cada vez más rápido, gruñó mientras se corría en el condón.

Un poco después mi hombre gruñó unas cuantas veces y sentí su corrida escurriéndose por mi garganta. Algo de su corrida se me escapaba por las comisuras y la limpié con los dedos y lamí y chupé hasta la última gota, y luego le limpié la polla con la lengua.

Lexy empezó a quitarle el condón a su hombre pero el Ama la detuvo. "Lynne lo hará, Lexy, ven y vuelve a sentarte en el sofá conmigo."

Pensé que sabía que quería que hiciera pero esperaba estar equivocada. Me arrastré hasta el hombre de las botas de trabajo y deslicé suavemente el condón de su polla que ahora estaba semierecta.

"Una buena esclava nunca desperdicia una buena corrida, Lynne." Dijo el Ama y escuché a Lexy gruñir asqueada ante lo que iba a hacer yo.

"Sí, Ama." Dije intentando que sonara como sí realmente quisiera hacerlo. Pero mientras acercaba el condón lleno de corrida a mis labios me di cuenta de que realmente quería hacerlo.

Era una cosa increíblemente asquerosa de hacer, especialmente con los hombres y Lexy mirando, pero era un hecho que hacer una cosa tan asquerosa hacía que me humedeciera cuando la hacía. Y me aseguré de que Lexy y los dos hombres tuvieran una buena vista de mí mientras lo hacía.

Después de verter toda la corrida en mi boca que rebosaba, le di la vuelta al condón dentro y lo chupé hasta limpiarlo, luego lo hice una bola y me lo metí en la boca y lo masqué como si fuera un chicle. Lexy y los dos hombres me miraban con asco. El Ama me miraba con un rastro de sonrisa en la cara.

Mi coño estaba goteando y esperaba que el Ama me hiciera jugar con mi cuerpo delante de Lexy y los dos hombres mientras mascaba el condón usado.

"¿Hacer eso te pone húmeda, Lynne?" Preguntó el Ama.

"Sí, Ama, muy húmeda." Dije mientras daba vueltas al condón en mi boca.

"Vaya una sucia putilla que eres, Lynne." Me soltó. "Arrástrate hasta la papelera que hay detrás del escritorio y escupe esa cosa asquerosa."

"Sí, Ama." Dije, rabiando por tocarme pero sabiendo que no podía. Sentía sus ojos puestos en mí mientras me arrastraba hasta el escritorio y escupía el condón usado en la papelera.

"Arrástrate hasta aquí, putilla, y colócate delante de Lexy."

Miré a Lexy a los ojos todo el rato mientras me arrastraba por el suelo de madera pulida. La expresión de su cara hizo que mi coño goteara aún más. Solo podía imaginar el aspecto que tenía que tener haciendo las cosas que hacía vestida con mi vestido de ama de casa normal.

Como se me había ordenado me puse delante de Lexy que me miró desde el sofá y esperó a que el Ama me dijera lo que tenía que hacer a continuación. Bajé la mirada hacia Lexy, parecía bastante más guapa de lo que recordaba. Llevaba el mismo vestido negro corto y los zapatos que llevaba la noche de nuestra pelea de gatas. Pero no llevaba medias y sus muslos parecían demasiado grandes para una falda tan corta, y era un tanto rechoncha, pero parecía mucho más atractiva de lo que le había concedido aquella primera vez que la vi.

El Ama pasó a Lexy tres billetes de cien dólares y Lexy dijo "Gracias." Mientras tomó el dinero y lo guardó en su bolso barato y negro que estaba junto a ella en el sofá.

"Lexy es una furcia callejera barata, Lynne." Dijo el Ama mientras miraba a Lexy. "Pero no se avergüenza de lo que es, y no debería hacerlo. Folla con hombres por dinero, así es como se gana la vida. Insiste en que los hombres usen condón, no permite que nadie se corra en su boca o dentro de ella sin condón y gasta el dinero que gana en disfrutar de la vida. No utiliza su cuerpo para alimentar el hábito de las drogas, tiene pareja, un apartamento y le gusta su vida."

Miré a Lexy, tenía una sonrisa en la cara. Nunca antes la había visto sonreír y le daba un aspecto muy distinto.

"Lexy ha conseguido 300 por chupársela a su hombre, ¿qué has conseguido tú, Lynne?"

"Nada, Ama." Dije con suavidad.

"No hiciste que tu hombre usara condón como hizo Lexy... ¿verdad, Lynne?"

"No Ama, no lo hice." Dije con voz aún más suave.

"¿Crees que eres mejor que Lexy, Lynne?"

Chupársela al hombre de las playeras sucias era degradante y me encantó hacerlo. Beberme la corrida del condón era repugnante y humillante en un grado que me había excitado y humedecido. Pero decir lo que tenía que decir ahora era aún más humillante y vergonzoso que cualquiera de las cosas que había hecho.

"Lo creía, Ama. Hasta esta noche pensaba que era mejor que ella. Ahora sé que no lo soy. Lexy puede ser una furcia callejera barata, pero yo soy aún más barata que eso. No hay palabra para describir lo que soy. Ella es mejor que yo, Ama. Tiene más clase de la que yo tendré nunca. No valgo ni para lamerle los zapatos."

"A lo mejor le gustaría que le lamieras el agujero del culo, Lynne." Dijo el Ama mirándome. "Deberías hacer algo para mostrarle como te arrepientes de haber escrito las cosas que has escrito sobre ella. ¿Te gustaría que Lynne te lamiera el agujero del culo, Lexy?"

"Es posible..." Dijo Lexy con una expresión que me asustó un poco. Antes me odiaba, ahora me odiaba aún más. Pero era más que eso. Le daba asco. Podía decir que me despreciaba. Lo llevaba escrito en la cara.

"Puedes llevarte a Lynne a casa para toda la noche si quieres, Lexy. Hará todo lo que le digas. Solo tienes que devolverla por la mañana."

Mis ojos se clavaron en el Ama. No quería que me cediera a Lexy para que me llevara con ella toda la noche. No sabía que me haría.

"¿Y no me costará nada...?" Dijo Lexy dubitativa.

"No." Dijo el Ama con voz firme. Llévatela a casa y haz lo que quieras con ella, y no te costará ni un céntimo."

"Acompañad a Lexy al vestíbulo." Dijo el Ama a los dos hombres feos a los que se la habíamos chupado Lexy y yo. "Lynne bajará en unos minutos."

Observé nerviosa como Lexy me volvía a mirar con una expresión extraña en la cara mientras los dos hombres la escoltaban fuera de la habitación y cerraban la puerta.

La habitación quedó en silencio. El Ama sentada en el sofá con su bonito traje de noche negro, mirándome. Sabía lo que yo quería decir y cuanto deseaba decirlo. Estaba viendo si era capaz de mantener la boca cerrada y hacer lo que se me había dicho.

"Hay algo más que debes entender, Lynne." Dijo el Ama después de unos cuantos minutos eternos de un silencio que destrozaba los nervios. "Cuando un Ama da una esclava a otra persona la esclava obedece a esa otra persona como si fuera su Ama. Hará lo que pueda para satisfacer a esa otra persona como si fuera su Ama. ¿Lo entiendes, Lynne?"

"Sí Ama, lo entiendo." Dije con una tensión y un desasosiego en la voz que sabía que notaría ella.

"Bien." Dijo el Ama mientras se levantaba y se acercaba a mí. Empezó a pasarme los dedos entre el cabello y a mirarme como si me admirara. "Y aún hay otra cosa, Lynne. Una esclava tiene absoluta confianza en su Ama. Confía en que su Ama nunca hará nada que la ponga en verdadero peligro. Obediencia, sumisión y confianza en su Ama, una esclava tiene que tener todo eso, o nunca podrá ser verdaderamente una esclava. ¿Lo entiendes, Lynne?"

"Sí Ama, lo entiendo." Sabía que podía percibir la sensación de alivio en mi voz. Confiaba en ella completamente, y esta era mi oportunidad de demostrárselo.

"Y asegúrate de que Lexy disfrute de tenerte, Lynne. Contrastaré con ella lo obediente que hayas sido y si has satisfecho sus necesidades."

"Entendido, Ama." Dije disfrutando de la sensación de sus dedos pasando entre mis cabellos. "No la defraudaré... ni a Lexy."