Lydia Valentín y la sesión de fotos

Lydia no entendía como había llegado a esa situación, apoyadas sus manos sobre aquel espejo, doblada mientras su culo recibía azotes y su coño embestidas salvajes. El sudor y las lágrimas recorrían su cara y ensuciaban todo con goterones de rímel mientras jadeaba agotada esperando el desenlace lógico.

Lydia no entendía como había llegado a esa situación, apoyadas sus manos sobre aquel espejo, doblada mientras su culo recibía azotes y su coño embestidas salvajes.

El sudor y las lágrimas recorrían su cara y ensuciaban todo con goterones de rímel mientras jadeaba agotada esperando el desenlace lógico.

Aquella mañana tenía una sesión de fotos para una revista de deporte y fitness, así que se había maquillado para la ocasión, coqueta como era, y se recogió el pelo en una coleta (sin ser consciente que ahora la usarían para tirar de su cabeza hacia arriba y reírse de sus gestos, forzándola a arquear la espalda y marcar sus exuberantes ubres).

No se molesto en vestir muy elegante pues la ropa solía ser cosa de la marca que patrocinara el reportaje así que simplemente se puso un modelo deportivo de mallas y top azul, mientras se despedía de su vikingo que iba a pasar una semana a su tierra.

Además, esos días tenia que entrenar duro para la competición que se acercaba y no iba a tener vida social en ningún caso.

Ya la resulto extraño que el fotógrafo se encontrara acompañado del responsable de la marca patrocinadora, y más aún los 4 gorilas que le acompañaban, pero tampoco era infrecuente, aunque nunca la gustó, por que en esas ocasiones se sentía observada lujuriosamente, y estos no eran la excepción, podía ver como la seguían con la mirada y no se perdían ningún detalle mientras conversaba con el fotógrafo.

Podía sentir como la desnudaban en su imaginación y a saber que más cosas estarían soñando en hacer con ella. Quizás muchos hombres se mostraran intimidados o poco atraídos por una mujer tan fuertes o musculada, pero desde luego Lydia era el prototipo para esos gorilas.

Durante la sesión se fue probando conjuntos deportivos, mallas superajustadas y tops que dejaban poco a la imaginación, remarcando sus grandes tetas, su culo y piernas y con cada cambio podía sentir la tensión en el ambiente.

Ya finalizando la pidieron entre risas que mirara hacia el cuarto donde se había estado cambiando y apartaron una tela que había a modo de decorado.

Se quedó pálida cuando pudo ver que el espejo en el que se había estado mirando antes de salir con cada modelito era en realidad un cristal transparente por este lado, como los famosos espejos de las comisarias. Podía oír como se elevaban las risas y los comentarios obscenos recordando cada striptease que les había regalado, lo bien que se enterraba el tanga entre los cachetes de su pandero, o lo apetecibles que se veían sus melones en aquel sujetador que hacia horas extras para contenerlas.

Solo pasaban en su mente aquellas imágenes, sobre todo cuando recordó que llevaba unas noches sin poder disfrutar de su “vikingo” por que estaba preparando la próxima competición y se demoró en un cambio rozando sus pezones. Especialmente por que en ese momento uno de los matones se puso detrás suyo y sopeso con sus manazas esas tetas, pellizcando los pezones para que se endurecieran.

La milésima que tardo en reaccionar, la aprovecharon otros dos para agarrarla fuertemente de los brazos. Hubiera podido darle una paliza a cualquiera de ellos, pero eran cuatro mastodontes, y el ultimo aprovecho las dudas para darla un puñetazo en la boca del estomago que termino de doblegarla.

Sin aliento y echada hacia delante, aprisionada con fuerza vio como el que estaba delante suyo se saco la polla y se la restregaba por la cara, amenazándola que si intentaba rebelarse o morderle la partirían los brazos y podía ir despidiéndose de las medallas, tiraría el trabajo de años por la borda.

Pese a haber vivido orgullosa de su fuerza habían conseguido asustarla, y tímidamente abrió su boca para permitir que el intruso entrara sin contemplaciones. Aquello no era un intento de darle placer mutuo, sino solo de robarlo, así que empezó directamente a follarla la boca llenándosela hasta la garganta, tirándola del pelo cada vez que tenia un reflejo de arcada.

Mientras el de atrás sacaba sus pechos del top y desenganchaba con una mano el sujetador para tener libre acceso a sus tetas que colgaban y se bamboleaban, y con la otra mano bajaba bruscamente mallas y tanga que cayeron hasta las rodillas en símbolo de rendición.

Ella, que jamás había realizado una mamada por que odiaba el sentimiento de sumisión que implicaba ahora no tenía capacidad de reacción para resistirse al embolo que entraba y salía de su boca. Sabía que era inútil ante 4 rivales así, pero además no podía evitar sentirse cachonda por la abstinencia de los últimos días, y así sintió como gruesos dedos exploraban su coño y colocaban algo aún más grueso entre sus labios.

De un golpe la penetraron, clavándola hasta que su nariz se enterró en el abdomen del que estaba delante suyo. Seguramente tenían experiencia por que iniciaron un movimiento coordinado, empalada por boca y coño, y sintiendo como sus tetas eran brutalmente magreadas por sus compinches.

La estaban reduciendo a una muñeca de trapo, y no tardo en notar como su coño se inundaba de caliente semen, provocando que su propia subiera hasta un cercano orgasmo que la hizo succionar de forma salvaje y haciendo que la manguera del matón no aguantara más y descargara la leche en su garganta en grandes cantidades, tanta que reboso su boca y goteaba en pesados grumos.

Saciados ambos abandonaron su cuerpo, pero los otros dos no la dejaron caer y el tercero se introdujo rápidamente en su coño, aprovechando la viscosa lubricación y cargándola contra el espejo.

Así había llegado a esa situación humillante, pero su mente seguía sin comprenderlo, igual que no podía entender como volvía a excitarse viéndose sometida en el espejo.

Su torturador no perdía el tiempo y azotaba rítmicamente sus nalgas mientras el ultimo se entretenía colándose debajo suyo y succionando las tetas como si quisiera ordeñarla.

En breves momentos cambiaron de posición a su amazona, tumbándose uno de ellos para sin dejarla descansar volverla a ensartar sobre él y haciéndola cabalgar salvajemente.

Sus tetas se movían sin parar mientras aquel salvaje la impulsaba agarrada por las caderas y otro jugaba a pellizcarla el clítoris, haciéndola jadear y chillar sin descanso.

Sentía acercarse un nuevo orgasmo cuando la echaron hacia delante y empezaron a jugar con su culo, por lo que se empezó a revolver, negándose y suplicándoles que no lo hicieran, sin reparar en que solo provocaba mayor placer aun en el violador debajo suyo.

Nuevamente se impuso el poder de la lógica, 4 mastodontes contra una, por fuerte que fuera, y los primeros dedos se introducían en su ano, primero dos, luego tres y algo viscoso que ayudaría en la penetración.

Sus lamentos y chillidos se alternaban con los jadeos, hasta que la empalaron brutalmente a golpes de cadera, y el grito fue desgarrador, les pedía que salieran, que la iban a romper, pero ellos solo se quedaron quietos dejando que su cuerpo se acostumbrara a la doble invasión, y cuando ya se iba relajando uno de los primeros gorilas se acerco a su cara y empezó a besarla, acallando sus quejidos, disfrutando de su lengua y relajándola acariciando en círculos sus pezones.

Lentamente los dos invasores empezaron a moverse, entrando y saliendo con suavidad, tornando el dolor en placer, hasta que ella misma separo su boca y jadeando les pidió que aceleraran, que la follaran hasta que la dejaran sin sentido, y vaya que si la hicieron caso esta vez.

Aquello se convirtió en una orgia desenfrenada con los cuerpos golpeándose entre sudores, los 4 tipos se fueron corriendo alternativamente entre sus 3 agujeros, y dieron paso al fotógrafo y al responsable de la marca de ropa deportiva que habían estado calentándose mirando el espectáculo.

Tras varias horas Lydia estaba espatarrada en el suelo, con su cuerpo inundado de esperma por dentro y por fuera, el pelo alborotado y restos del maquillaje por toda la cara, pero sobre todo, la sonrisa de saberse plenamente satisfecha. Ya se habían ido todos excepto el fotógrafo que la acerco su ropa y la pidió que se fuera a lavarse y vestirse, que olvidara todo aquello por que tenia la grabación y no le costaría nada editarla para que todo parecía incitado por ella misma, y sonriendo irónica la ofreció que el mes que viene, después de la competición podrían realizar otra sesión para la misma marca si ella quería.

Se fue de allí humillada, y se centro tanto en los entrenamientos que logro las tres medallas de oro en liza, y un mes después volvió a ponerse el mismo conjunto de mallas y top azul, para acudir a “hacerse fotos”.