LVDO (93: Las bodas son una absoluta estupidez)

No estábamos saliendo, pero había algo entre nosotros… y estaba allí, conmigo, en la boda de mi padre. Y todo el mundo lo sabía, o se lo imaginaba, ¿y qué? Quedaban muy lejos las horas que pasé escribiendo lo mucho que me jodía sentir deseo por un hombre.

  1. LAS BODAS SON UNA ABSOLUTA ESTUPIDEZ

Cogió impulso hasta casi tambalearse y lo lazó. Ni en una comedia romántica salida de los estudios de Hollywood y protagonizada por la Julia Roberts de turno, hubiese salido mejor. De las nerviosas manos de una Sara rigurosamente vestida de blanco a las serenas manos de una Valeria radiante de felicidad al lado de Carlos. Ironías del destino, la mujer por la que tanto sufrió Carlos entregaba su ramo de boda a la más que futurible de mi hermanito. Las broncas y los malos rollos entre Ricardo y Carlos quedaron en un lejano recuerdo aquella tarde.

Con la sensación de que una etapa muy importante de mi vida empezaba a cerrarse salí del Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona. El Teniente de Alcalde acababa de oficiar la ceremonia civil que había unido en matrimonio a Sara y Ricardo, mi ex cuñada y mi padre. Y la sensación de estar cerrando un ciclo se hizo aún mayor al reencontrarme con Graham a las puertas del Ayuntamiento. No estábamos saliendo, pero había algo entre nosotros… y estaba allí, conmigo, en la boda de mi padre. Y todo el mundo lo sabía, o se lo imaginaba, ¿y qué? Quedaban muy lejos las horas que pasé escribiendo lo mucho que me jodía sentir deseo por un hombre.

-Ha ido todo muy rápido ¿no? –reflexioné en voz alta camino del coche.

-Hombre, ha sido una ceremonia civil, es lógico que haya sido rápida y sencilla… -añadió Toni mientras entraba en el coche.

-Ya, ya… pero no sé, esperaba otra cosa –repliqué.

-Las bodas son una absoluta estupidez. Firmar un papel que te condena a estar junto a alguien de por vida. Ni siquiera sé lo que comeré mañana, cómo voy a saber con quién quiero pasar el resto de mi vida… -Graham se sentó al volante del Cayenne. Los tres rumbo a Begur, al parador donde se celebraría el banquete.

-Bueno, bueno… cuánto miedo al compromiso escucho en esas palabras –soltó Toni.

-No es miedo, simplemente no es lo que quiero… aunque con alguien como tú quizás me lo replantearía… -Graham lanzó el comentario con una sonrisa pícara.

-Sigue soñando… jejeje –respondió Toni.

-Bueno, la noche será muy larga… -replicó Graham. Algo se sacudió en el fondo de mi estómago.

-Jejejeje… -Toni simplemente sonrío.

Su intercambio de tejos me dejó un poco tocado. Me hundí en el asiento del acompañante y me dejé llevar por la música. Sonaba "Heaven" de Confidential. Me detuve un momento a pensar en lo que sentiría si viese a Toni siguiéndole la corriente a Graham, si finalmente tuviesen algo esa noche. Sentía como me ardía el pecho y mi estómago se sacudía. Pensé qué me disgustaría más de aquella situación, si que Graham pasase de mí y se liase con alguien cercano a mí, o ver a Toni con otro. Supongo que el simple hecho de verlos juntos me jodería, pero algo me decía que me sentaría mucho peor ver a Toni con otro… Toni siempre había estado cerca, ni siquiera cuando estaba con Paul llegué a sentir que no estaba cerca de mí si le necesitaba

Los 150 km que separan Begur de Barcelona se hicieron poco más que un suspiro en el Porsche de Graham, aún así, durante el camino no pude evitar sentir que mi felicidad no era, ni de lejos, completa, y eso que viajaban en el mismo coche, el rollo que tanto ansié poseer semanas atrás y mi mejor amigo, con el que acaba de recuperar una amistad de lo más fructífera. Aún así, mi felicidad no era completa.

El sol empezaba a ponerse cuando llegamos al Parador de Aiguablava. Roberto y Ángel llevaban a los novios en su discretamente decorado BMW Serie 7. Todo un ritual. Pisar aquel lugar provocó un familiar efecto en mí. Desde mi viaje a Deltebre no había estado en ningún otro lugar que me hiciese sentir tan de allí, que desarrollase un sentimiento de pertenencia tan intenso como el que sentía. Con la terraza del parador colgada literalmente sobre un acantilado natural, las vistas de la playa de Aiguablava eran toda una postal. El sitio no podía ser más adecuado.

El resto de los invitados fueron llegando poco a poco, algunos ni siquiera habían estado presentes en la ceremonia civil, pero claro, un banquete, es un banquete… si te invitan no puedes decir que no. Aunque la boda de Ricardo y Sara no era apta para gorrones hambrientos: regalo de boda necesariamente caro para no defraudar a los novios, combinado con un menú de degustación para paladares exquisitos y estómagos diminutos. ¡Jubiladas abstenerse!

-Juan, ya hemos llegado –Rosa apareció tras de mí con Eduard y Mario.

-Vaya, vaya… chaval, cada vez que te veo estás más grande –dije mientras lanzaba un repaso a aquel adolescente que crecía tanto y tan bien.

-Bueno, todo crece en la misma proporción –soltó el chaval quedándose una vez más conmigo. Qué habilidad para tomarme el pelo, Toni lanzó una carcajada a mi espalda.

-Ya, claro… a ver cuando me lo demuestras… jejeje –añadí dejando al chico totalmente fuera de combate. Ruth y Jesús hicieron su aparición en aquel mismo instante.

-Ruth, cada día estás más… guapa –añadí.

-No, no… la que está preciosa es Sara, el vestido le sienta fenomenal –replicó ella.

-Cariño, tú eres la más guapa de la boda –respondió Jesús. Eso es suerte.

-Qué vas a decir tú… -añadió ella con una sonrisa mientras se recolocaba el ajustadísimo vestido de Versace que llevaba-. ¿Y tú qué tal Juan? Ese es el chico con el que estabas la noche de la fiesta de Carlos, ¿no?

-Sí, ven, te lo presentaré –nos acercamos a Graham que estaba hablando con Toni, para variar-. Graham, Ruth y Jesús querían saludarte, les conociste en la fiesta de Carlos

-Sí, sí, nunca olvido una sonrisa como la tuya –le dijo a Ruth.

-Pues más vale que la retengas bien en la memoria, porque la vas a ver muy poco –añadió Jesús marcando su territorio.

-Tranquilo, deberías estar más nervioso por ti que por ella… -respondió Graham tomándole el pelo a mi amigo.

-Jejejeje… -Ruth rió la gracia, Jesús se limitó a ignorar el comentario.

Se respiraba un ambiente agradable en aquella cena. Graham parecía tener una habilidad especial para acercarse a la gente y lograr romper sus barreras de desconfianza y recelo. Resulta curioso como hay gente con esa extraña capacidad… sabes cómo son, sabes que no son todo lo sinceras que deberían… pero aún así, logran engancharte y llevarte a su terreno. Es ese encanto que los hace especiales, una cualidad innata en todo tío cabrón.

-¿Cómo va eso? –Ángel me cogió por el hombro.

-Bueno, bien

-¡Uy! No lo dices muy convencido

-No, en serio, mírales –señalé con la mirada a Sara y a Ricardo que tomaban aperitivos cerca de una de las mesas dispuestas en la terraza-. Son felices, me basta por esta noche para sentirme bien también

-Hombre, no lo dudo, pero esa cara no es de felicidad

-Ya, no sé… supongo que hay algo que no me encaja

-Graham… -murmuró él.

-Sí, supongo

-¿Ha hecho alguna de las suyas?

-No, no… bueno, sí

-¿Sí o no?

-Sí… -Ángel me miró expectante-. Lleva toda la tarde tirándole los trastos a Toni

-¡Bueno! ¿Y de qué te sorprendes? Creía que ya tenías claro que es lo que podías esperar de Graham

-Ya, si lo tengo claro, de Graham puedo esperarme cualquier cosa

-¿Entonces?

-Pues que no sé qué puedo esperar de él –respondí mirando a Toni. Mi compañero de piso seguía charlando con Graham cerca de una de las mesas.

-Deberías confiar más en tus amigos… -replicó Ángel infundiéndome confianza.

-Quizás… pero bueno, dejemos de hablar de mí ¿qué tal tú?

-Bueno, bien, bien… un viaje muy divertido. Sara es la hostia, Roberto y yo venimos partiéndonos el pecho desde Barcelona, tiene cada ocurrencia

-Jejejeje… ya, Sara es muy especial –dije por no decir otra cosa peor.

-Hablando de gente especial… -Ángel clavó su vista más allá de donde estaba yo-. Varón moreno, unos veinte años, jugador de… ¿fútbol? No, no.. nada de eso… waterpolo diría yo, ojos marrones

-Hijo de Ernest y Maite, amigos de mis padres, residente en Sitges, estudiante de Ingeniería Química… -continué yo.

-Proceda a la identificación del sujeto

-Roger Camps si la memoria no me falla

-¿Orientación sexual?

-Potencialmente heterosexual –respondí-, aunque la confirmación de la orientación sexual se la dejo a usted

-Jejejeje… ese tío tiene que ser gay

-Ángel que te pierdes, gay o no, a ti te la suda… tienes a Roberto

-Ya, ya… -Ángel se deslizó de mi lado casi sin dejarme terminar la frase y se acercó a la mesa donde estaba el sujeto en cuestión para servirse una copa. Tan humanos y tan primitivos.

Para estar en abril el tiempo no acompañaba. Entramos de nuevo al restaurante. En el comedor estaba todo dispuesto para la cena. Nos fuimos sentando en mesas redondas respetando el orden que marcaban las tarjetas. Ruth, Jesús, Valeria y Carlos, Roger –sorprendentemente le habían colocado en nuestra mesa, supongo que por la edad y por el hecho de que Roger no conocía a nadie más en aquella boda si exceptuábamos a sus padres y Carlos y a mí-, Toni, Graham y yo. La proximidad entre Toni y Graham me incomodaba cada vez más.

-Bueno… Roger, ¿qué tal? ¿Cómo va todo? Hace un siglo que no te veíamos… Roger era vecino nuestro en Sitges y un buen amigo de la familia –aclaró el políticamente correcto Carlos Lafarge.

-Bien, bueno… todo igual en la urbanización. Aunque ha habido malos rollos con la familia que se quedó con vuestra casa… son un poco folloneros

-Vaya, vaya… el cambio no fue para mejor pues –añadió Carlos.

-Fue para mucho peor –Roger dijo esa frase mirándome a mí.

-¿Y a Toni no le conoces? Vivía también en la urbanización… -añadió Carlos.

-Sí bueno… me suena tu cara… -respondió.

-A mí también, ¿ibas al club de la urbanización?

-Sí, hago waterpolo allí –dos minipuntos para Ángel, lástima que no pudo oírlo, estaba en la mesa de Roberto.

-Pues creo que nos hemos visto alguna vez por allí… -añadió Toni.

-¿En las duchas? –Soltó Graham. A Roger la cambió la cara de inmediato.

-En la piscina. Si le hubiese visto en las duchas le recordaría con toda seguridad –replicó Toni con una sonrisa. Roger se removió en el asiento.

-Vaya, tendré que apuntarme a ese club… -insistió Graham.

-Al que vas seguro que ya hay ganado para ir de caza… -contestó Toni.

-Ya, pero ninguno como tú… -Toni no respondió.

Carlos me miró alucinado. Valeria, Jesús y Ruth habían desconectado de la conversación y seguían a lo suyo. Puse cara de indiferencia fingida. Realmente los comentarios de Graham me sacaban de las casillas. Nos sirvieron el segundo plato. Casi no había probado el primero.

-¿Y qué tal la carrera, Roger? –Pregunté para romper la tensión que se había generado.

-Bien, bien… en segundo ya. Hacemos lo que podemos. Tú ya estás trabajando con Ricardo ¿no?

-Sí, estoy en su bufete, en la Diagonal… si alguna vez estás en problemas… -añadí con una sonrisa burlona. Roger río mi gracia.

-Sí, Juan es muy bueno… -añadió Graham.

-Gracias… -respondí.

-Y como abogado también… -añadió con una sonrisa triunfal.

-No deberías beber tanto –solté empezando a cabrearme por su comportamiento.

-¿Por qué no? Así necesitaré que alguien me acompañe hasta la cama… ¿me ayudarás Roger?

Roger dio un salto al escuchar su nombre, cuando aterrizó de nuevo en la silla, su mano izquierda se llevó por delante su copa de vino y la derramó casi al cincuenta por ciento sobre los pantalones de Toni y los suyos propios.

-¡Joder! –Exclamó Toni.

-Lo siento, lo siento, lo siento… -repetía avergonzado Roger.

-Tranquilo, no importa –un camarero apareció enseguida y se ofreció para ayudarles-. No, no… esto se quita con agua. Vamos al baño y nos lo quitamos… -le dijo Toni a Roger.

-Vale, vale… -atinó a decir el abrumado chaval.

-Si necesitáis ayuda… -añadió Graham antes de que Toni y Roger desaparecieran camino del lavabo.

Hubiese deseado que me tragase la tierra, sentía vergüenza ajena de los comentarios de Graham. Entonces miré a Carlos y nuestras miradas se cruzaron. Algo en sus ojos me dijo que el comportamiento de Graham tenía que ver con su presencia y la de Valeria. Carlos no era un tema superado para Graham y supongo que al tenerle cerca quería hacerse notar y poner de relieve uno de los temas que debía suponer que más incomodaban a Carlos, la homosexualidad. El resultado fue que Carlos ni siquiera se inmutó, y Roger acabó perdiendo los nervios… ¿sospechoso? Mucho, y ahora estaba en el baño con Toni.

Terminamos de cenar sin Toni ni Roger, que tardaron más de 20 minutos en acondicionar su ropa… o al menos eso quise pensar. Ya tenía suficientes preocupaciones aquella noche. Cuando pasamos a una sala acondicionada como improvisada discoteca, Graham se acercó a mí.

-Estoy muy caliente esta noche

-Vaya, me alegro por ti, pero al paso que vas te la vas a tener que cascar solo en tu habitación

-¿Por qué? ¿No me quieres ayudar? –Su voz le delataba, Graham había bebido más de la cuenta.

-Te estás pasando

-Toni no creo que opine lo mismo, se ríe mucho conmigo

-Muy bien… -respondí apretando los dientes.

-¿Sabes? Creo que han hecho algo esos dos en el lavabo

-Es cosa suya.

-¿No te da morbo?

-No –respondí tajante.

Empezó a sonar "Sweet Child O'Mine" con la voz sensualmente rota de Sheryl Crow. Graham se acercó más a mí, hasta casi posar sus labios sobre mi cuello.

-¿Sabes lo que me daría morbo esta noche?

-No.

-Un trío… montármelo con tu amiguito Toni y tú.

-Bien… -la rabia empezaba a consumir mi interior. ¿Un trío? Quizás si lo hubiese propuesto con otro tío… pero con Toni

-¿Te apetece la idea?

-Pregúntaselo antes a él… -quise dejar le decisión en manos de Toni, aún no sé por qué.

-¿Si acepta lo harás?

-Pregúntale a él antes

Graham desapareció de mi lado y fue en busca de Toni. Yo me acerqué a la barra y pedí un whisky. Empezaba a beber. Cinco minutos y un par de whiskies después, Toni se acercó a mí

-He hablado con Graham

-Ya… -respondí mientras nos alejábamos de los demás.

-¿Sabes lo que me ha propuesto?

-¿Un trío?

-Sí

-Ya… -respondí sin mirarle- ¿Y qué le has contestado?

-¿Te apetece a ti?

-¿Tú qué opinas?

-No sé, quizás esta sea una de mis últimas oportunidades para volver a estar contigo

-Si lo haces estarás más lejos de mí que nunca… -respondí-. Aunque creo que me usas como excusa… lo que realmente te apetece es que te folle Graham –dije encendido por la ira. A Toni le cambió la cara. Pocas veces le había visto tan serio… o quizás tan… enfadado. Graham se acercó a nosotros.

-La fiesta aquí abajo es un puto coñazo… seguro que en la habitación se está mucho mejor –Graham zarandeó la tarjeta magnética de la habitación en la que íbamos a pasar la noche.

-Parece que a Juan no le apetece –soltó Toni con rabia.

-¿Ah no? ¿Y eso?

-Creo que no me necesitáis… -respondí.

-Bueno, para un trío se necesitan tres, aunque si no te apetece… -añadió Graham con una sonrisa estúpida.

-Todo tuyo… -le dije a Graham justo antes de darme la vuelta y dirigirme a la barra. Ángel y Roberto estaban allí con algunos de los socios del bufete.

-¿Todo bien? –Interrogó Ángel al ver mi cara.

-Las bodas son una absoluta estupidez… -murmuré mientras veía como Graham y Toni salían de la improvisada discoteca camino de los ascensores

Continuará