LVDO (87: No somos tan distintos)

Cuando he salido del gimnasio, la amenazadora tormenta de problemas que se cernía sobre mí ha vuelto a descargar en un sonoro chaparrón… la llamada de Dani ha roto el delicado equilibrio mental que he estado construyendo en la tranquilidad del jacuzzi. He vacilado antes de responder pero finalmente he sentido la necesidad de afrontarlo

  1. NO SOMOS TAN DISTINTOS

-34 llamadas perdidas… -la voz de Toni me ha resultado muy lejana.

-¿Cómo? –He murmurado mientras la luz del día se colaba sin reparo en la habitación cuando Toni ha subido la persiana.

-Tu móvil… -ha añadido mientras me colocaba frente a las narices mi teléfono.

-¿No vas a clase?

-Ya he vuelto, Juan ¿sabes que hora es?

-Mmmm… es de día

-Ya, claro… son las tres de la tarde

-Joder… -he dicho mientras me estiraba en la cama-. Debo haber dormido más de doce horas

-¿Sabes que día es hoy?

-Mmmm… ¿domingo?

-No… lunes ¿no ibas a trabajar hoy?

-Trabajar… -he repetido-. No, Ricardo me despidió

-¿¿Te despidió??

Con los ojos entreabiertos he empezado a repasar la lista de llamadas. Ángel, Mers, Ricardo… Dani. He dejado el teléfono sobre la mesilla de noche.

-Bueno, más o menos

-¿Me tomas el pelo?

-No, no… lo digo en serio. Ricardo se ha enterado de que

-¿De qué? –Toni se ha sentado en la cama.

-Sabe que me he liado con un chico

-Joder… vaya marrón

-Me pidió una explicación, pero hoy por hoy no puedo dársela… así que prefiero no volver a pisar el bufete

-¿Quieres que hable con él?

-No, no… no creo que sea buena idea, mi padre te aprecia, pero sabe que eres gay… no quiero que te salpique todo esto.

-Como quieras… pero ¿te ha llamado esta mañana?

-Tengo llamadas suyas en el teléfono, pero no quiero hablar con él… he tenido un fin de semana horrible

-¿Algo más aparte de la bronca con Ricardo?

-Sí bueno, digamos que me he llevado una gran decepción

-¿Con un chico?

-Sí, con Dani, el chico que viste hace unos días en casa

-Recuerdo, el niño

-Supongo que te alegrarás de ello.

-¿Alegrarme? ¿Por quién me tomas, Juan? –He agachado la mirada sin responderle-. Yo siempre me alegraré de que las cosas te vayan bien.

-No sé que haré con Ricardo… -he susurrado intentando cambiar de tema.

-Habla con él

-Por ahora no. Creo que esperaré a que vuelva Carlos

-¡Ah! De eso quería hablarte. Carlos llamó ayer cuando tu no estabas, me dijo que en dos o tres días estará de vuelta. Nos llamará cuando confirme el día y la hora del vuelo.

-Uffffffff… pensé que nunca iba a oír esas palabras… -he respondido con una sonrisa.

-Carlos no es la solución, creo que deberías ser tú el que hablase con Ricardo.

-Necesito comer algo –he añadido mientras saltaba de la cama.

Ha sido como despertar de un sueño… de una pesadilla, para ser más preciso. Mis expectativas con Dani se han visto totalmente frustradas, y bueno, tras mi conversación con Ariadna, tras pasar la noche junto a ella en la misma cama, abrazados, veo las cosas de otra forma. Realmente Dani no ha sido tan importante en mi vida, sólo ha sido un juguete más… un juguete que se ha roto… posiblemente porque no he sabido jugar con él. Es como haber intentado construir un mundo de Lego con las piezas equivocadas… Dani y yo no encajamos.

Hemos comido juntos en la cocina, en silencio. No había mucho más de lo que hablar. Esa tensión propia de dos personas que han tenido algo en el pasado es una de las sensaciones más incómodas que existen. No es fácil volver a mirar a los ojos a alguien con total naturalidad después de haberle comido la polla. No es fácil.

-Me voy al gimnasio –le he dicho a Toni desde la puerta de la cocina mientras él terminaba de colocar los platos de la comida en el lavavajillas.

-Vale, yo no tengo clase esta tarde, así que me quedaré aquí haciendo un trabajo.

-Estaba pensando que esta noche podía traer comida del japonés para cenar

-Como quieras.

-¿Paul vendrá a cenar? –He interrogado.

-No creo

-¿No crees?

-No, no vendrá

-¿Tenéis algún problema?

-No, todo va como siempre –ha respondido con la mirada clavada en los platos sucios.

-Bien, nos vemos esta noche

Me he pasado la tarde en el gimnasio, me he dado una gran paliza en la sala de máquinas y luego he hundido mi cuerpo y mis pensamientos en el agua burbujeante del jacuzzi. Recordando mi fin de semana con Ariadna, sus palabras, sus abrazos… he intentando romper con mi inevitable tendencia a seguir cayendo, he intentando burlar mi apatía y buscar una salida a todos mis problemas. Pero es inevitable, cuando las cosas te van mal y los problemas empiezan a amontonarse, sientes una abrumadora sensación de pérdida de control, no sabes q hacer… sólo te escondes y esperas que la tormenta pase

Cuando he salido del gimnasio, la amenazadora tormenta de problemas que se cernía sobre mí ha vuelto a descargar en un sonoro chaparrón… la llamada de Dani ha roto el delicado equilibrio mental que he estado construyendo en la tranquilidad del jacuzzi. He vacilado antes de responder pero finalmente he sentido la necesidad de afrontarlo

-Hola.

-Hola, Juan… supongo que estás enfadado

-¿Supones?

-Dafne me dijo que te habías ido muy cabreado de la fiesta

-Si realmente aún dudas de si estoy enfadado o no… es que tienes más morro del que pensaba

-Vale, vale… estás enfadado, pero de verdad que no entiendo por qué estás así

-¿No lo entiendes?

-Bueno, me lo imagino… supongo que te cabreaste porque me lié con Julia

-No, me cabreé porque no me gustaba la música que sonaba en la fiesta… tienes más morro del que jamás hubiera imaginado, Dani. Me invitas a una fiesta llena de colgados y fumetas, te emborrachas y sudas totalmente de mí

-Estuve contigo todo el rato, eres tú el que te fuiste de la habitación

-¿Qué querías qué hiciese si te ibas a tirar a aquel zorrón?

-No me lo tiré.

-Ya, claro

-No me lo tiré –ha repetido él.

-Bueno ¿y qué más da eso ahora? Me sentí como un imbécil en aquella fiesta de mierda, pensaba que me habías invitado por algo

-¿Por algo? ¿Viniste a la fiesta porque esperabas que nos liásemos?

-No, vine a la fiesta porque quería jugar a "adivina quién te mete la lengua en la boca"… ¡joder! ¿a ti qué te parece?

-Joder, ahora el que me siento mal soy yo… o sea quedabas conmigo porque esperabas que hubiese sexo… como si sólo fuese un objeto sexual

-¡Eres la hostia chaval! Eso sí es darle la vuelta a mis palabras. Me apetecía verte, estar contigo y creo que era lógico, que era HUMANO, esperar que sucediese algo entre nosotros como las otras veces… pero aunque no hubiese pasado, creo que tener que soportar como te lías con una tía delante de mí es excesivo

-No nos debíamos exclusividad, ya te dije lo que quería

-Mira Dani, ni tú mismo sabes lo que quieres.

-Sí lo sé. Liarme con Julia fue una oportunidad para mí, quería saber lo que se sentía al liarme con una ninfómana de pechos grandes como ella… vi la oportunidad y la aproveché… sólo eso.

-¿Tu vida se basa en las oportunidades?

-No se basa en ellas, sólo aprovecho las que me parecen interesantes

-Por encima de las oportunidades están las personas, es alucinante que hayas perdido conciencia de ello… me das pena. Piensas que vives una vida moderna en la que los sentimientos no cuentan, en la que todo el mundo está abierto a todo y en la que no hay reglas, no hay correspondencias, ni existe el respeto, ni tan siquiera rige el sentido común… pero en el fondo, tras todo eso se esconde una debilidad de carácter, necesitas saber que has triunfado sobre los demás para sentirte superior… necesitas saber que has ganado tú. Controlas tus sentimientos, no los expones y te suda la polla que alguien lo pase mal por ti… Pero tras esa fachada no hay nada, aún sin conocerte en profundidad, cada vez lo tengo más claro, te has inventado un personaje, un superhéroe… pero en el fondo eres muy predecible, muy obvio. Tu misterio y tu enigma eran de pega, no valen nada… Tu vida es una gran cortina de humo… el impredecible Dani Ibáñez no es nadie. No existe. –casi me faltaba el aire cuando he terminado de vomitar todas esas palabras.

-¿Te doy pena? Más pena me das tú, Juan. Te atreves a juzgarme y no te das cuenta de que realmente no somos tan distintos. Mírate y dime si la vida que llevas no responde a la descripción que acabas de hacer… no somos tan distintos… La única diferencia es que mi vida es la que yo he decidido y la tuya es producto de tu incapacidad para controlarla… Y aún así te atreves a juzgar

-No somos iguales Dani, nos mueven intenciones muy distintas… -he respondido intentando huir de sus reproches.

-No había mala intención en lo que hice

-No puedo estar de acuerdo en eso. Suerte, Dani.

-Bien, si es lo que quieres… suerte a ti también.

Supongo que todo en la vida pasa por algún motivo, pero ahora mismo me cuesta entender de qué va a servirme haber topado con el totalmente prescindible Dani Ibáñez. Cuando he colgado me he sentido liberado en cierta manera… tenía ganas de soltarle todo aquello, de decirle a la cara el tipo de persona que era. Pero sentirse liberado no equivale siempre a sentirse bien. Sigo irremediablemente decepcionado, frustrado. Y ni siquiera es el dolor que produce su rechazo lo que me ha marcado, es más bien la frustración que produce saber que no has sido capaz de lograr que alguien se enamore de ti. Es el fracaso, la aplastante y humillante sensación de fracaso que produce no ser correspondido. No creo que exista algo peor cuando te enamoras de alguien.

-Hola… -he dicho mientras entraba en casa y caminaba hasta la cocina para dejar las bolsas del japonés.

-Hola ¿has comprado mucha comida? –He interrogado Toni desde la puerta de la cocina.

-Bueno, no sé… lo normal ¿por qué?

-Tu madre ha venido a cenar.

-¿Rosa? ¿Rosa está aquí?

-Sí, está en el salón

-¿A qué ha venido? –He preguntado temiéndome lo peor.

-A cenar… -ha dicho Toni sin demasiada seguridad.

-¿Me tomas el pelo? ¿Qué te ha dicho?

-Hemos estado hablando… y bueno, necesita hablar contigo

-Claro, Ricardo se lo ha contado… -me he apoyado en el mármol de la cocina, con una bandeja en cada mano.

-Necesita hablar contigo.

-No puedo hablar con ella ahora.

-Juan –Toni se ha acercado a mí y me ha mirado fijamente-, por una puta vez en tu vida, hazme caso, entra en ese salón y habla con ella.

Sus palabras han golpeado muy dentro de mí. Como un autómata he dejado las bandejas sobre la encimera y he caminado hasta el salón. Rosa estaba sentada en el sofá, cuando me ha visto aparecer sus ojos se han clavado en mí. Su expresión no era de enfado, pero no podía ocultar sus nervios.

-Has hablado con él, ¿verdad?

-Siéntate, Juan, por favor

Me he acercado y me he sentado en el sofá de enfrente. Sin dejar de mirarla. Ha esbozado una sonrisa entre la tristeza y el afecto.

-¿Tú también te sientes defraudada? –he musitado mientras empezaba a sentir como los ojos se me humedecían.

-No, no me siento defraudada… sólo que siento que no hayas sido tú el que me haya hablado de todo eso.

-¿Qué te ha dicho Ricardo?

-Tu padre está preocupado, no sabe muy bien que hacer… esperaba que cuando habló contigo hubieses sido capaz de contarle la verdad

-¿Para que me juzgase?

-Sinceramente no creo que fuese por eso, simplemente necesitaba respuestas… de hecho yo también las necesito

-Hay preguntas para las que ni yo mismo tengo respuesta aún

-Créeme que entiendo tus dudas, pero si no me hablas de ello no puedo hacer nada para entender todo esto.

-¿Qué quieres saber?

-¿Eres gay?

Jamás imaginé que una pregunta podría intimidarme tanto como lo ha hecho esa. Puesta en los labios de Rosa más que una pregunta me ha parecido una gran amenaza. Casi no tenía fuerzas para articular una sola palabra, aún así he hecho un esfuerzo

-Aún me gustan las chicas

-Y también los chicos… -ha murmurado ella agachando la vista, no ha hecho falta confirmación por mi parte, el silencio ha respondido por mí-. ¿Estás con alguien ahora? ¿Con el chico que vio tu padre en el bufete?

-No, no… no estoy con nadie.

-¿Rompiste con Ana por todo esto?

-No exactamente, aunque supongo que todo influyó en nuestra ruptura… -he respondido mientras me secaba las lágrimas con el dorso de la mano.

-No puedo decirte que no me sorprenda… no me lo habría imaginado nunca… -me ha sorprendido gratamente que Eduard no le hubiese contado nada de nuestro pequeño roce durante la mudanza.

-¿Sorprendida equivale a decepcionada?

-No estoy decepcionada, de verdad Juan… sólo que debo hacerme a la idea

-¿A la idea de qué?

-Pues de que te gustan los hombres, de que la vida que me imaginaba para ti posiblemente no sea tal y como la imaginé

-¿Será peor?

-No, no… yo no he dicho eso, será quizás distinta. Que sea mejor o peor sólo depende de ti

-Hasta ahora no he hecho más que empeorarla… me he equivocado… he mentido, me he escondido, he jugado con la gente a la que quiero, he exigido para mí lo que yo no estaba dispuesto a dar, me he ido enredando en las mentiras, me he perdido entre unos problemas que yo mismo he fabricado… y todo por no haber sido sincero conmigo mismo… y con los demás.

Rosa se ha sentado junto a mí y me ha abrazado. La calidez de su abrazo y su familiar aroma me han transportado a una tarde en Sitges, casi podía sentir la calidez del sol en mi piel mientras Rosa me abrazaba sentados en la escalera de la puerta de entrada. Sus abrazos me consolaban por aquel entonces después de una pelea con amigos, pero esta noche su abrazo ha aliviado un dolor muy distinto.

-Todos nos equivocamos, no te lamentes por eso ahora

-Después de todo esto nada volverá a ser como antes, os he defraudado a todos

-Tu padre y yo sólo esperamos de ti que seas feliz… eso es lo que realmente importa

-Él no dijo lo mismo

-Necesita tiempo y necesita que hables con él

-No sé si seré capaz

-Juan, tu padre y yo nos sentimos muy orgullosos del hombre en el que te has convertido, nada va a cambiar eso.

Continuará