LVDO (78: Buscando algo o alguien)

Sin habituarse aún a la ausencia de Carlos y encadenando decepciones con Graham, Juan decide salir de marcha con sus amigos. Y cuando alguien como Juan busca algo o a alguien, está claro que lo encuentra.

  1. BUSCANDO ALGO O A ALGUIEN

Anoche, dos días después de que se marchase, Carlos se puso en contacto conmigo… en contacto vía telefónica, claro. Un vuelo tranquilo aunque pesado, algunos problemas iniciales de adaptación por el jet lag , pero por el resto todo bien. Carlos parecía encantado con Buenos Aires, aunque nuestra conversación fue más bien breve. Estuve tentado a contarle mis penas y mi decepción con Graham, pero me pareció que no era oportuno complicarle la vida con mis problemas, estoy seguro de que sabré arreglármelas solo… o no.

Empiezas pensado que tienes un problema serio de autoestima, te miras al espejo y ves que hay algo en tu reflejo que no te satisface. Te apuntas a un gimnasio y trabajas cada uno de esos defectos. Muchos meses después vuelves a mirarte y te das cuenta que tienes un cuerpo que desea y/o envida la mayoría de la gente, la cara es la que es… ahí poco cambios has podido hacer. Entonces tienes la extraña sensación de estar por encima del resto, piensas que nadie podrá rechazarte, que nadie podrá negarse a tu atractivo… pero un día conoces a alguien que parece ser fantástico… y resulta que él pasa de ti. Ni tu autoestima, ni tu físico, ni nada… puede salvarte entonces de un desengaño. Ni siquiera un cuerpo perfecto te asegura el éxito

Hace unos días que no sé nada de Graham, después del polvo en su casa se ha vuelto a olvidar de mí. Esa sensación de angustia permanente que te oprime cuando te sientes rechazado, cuando no puedes tener algo que deseas, es realmente agobiante. Ayer, viernes por la mañana, camino del bufete seguí dándole vueltas a todo esto. Me pregunto por qué coño me he ido a fijar en un chulo prepotente cuyo mayor interés en esta vida es seguir ampliando la lista de tíos buenos que se ha follado. Graham despierta mi rechazo por ser como es, pero una parte de mí insiste en pensar que si no fuese así, si fue distinto, más cercano a la idea que yo tengo de él, sería un tío genial… sigo colgado de un recuerdo. Si algo puedo aprender de todo esto es que las personas son como son, no como uno quiere que sean.

En el hall del bufete me encontré con Ricardo, si no fuese porque me saludó, ni siquiera le habría visto. Me repetí que debía dejar mis problemas personales al margen del trabajo, pero es que se me empezaban atragantar los líos.

-Ricardo ¿podemos hablar?

-Sí, claro… vamos a mi despacho –respondió mi padre.

Le seguí hasta su despacho, en la última planta del edificio, y después de saludar a su secretaria… ¿Valeria! Cerré la puerta tras de mí.

-De eso quería hablarte

-¿De qué?

-De Valeria, iba a preguntarte por qué había solicitado el cambio, pero creo que ya tengo respuesta para eso

-No, no… no te confundas, Valeria está sustituyendo a mi secretaria mientras está de baja, pero este no será su puesto definitivo, está pendiente de recolocación. El traslado fue a petición suya

-¿Suya? ¿Por qué?

-Motivos personales, es lo único que puedo decirte. En todo caso lo puedes hablar con ella y te

-Yo no tengo nada más que hablar con ella –dije tratando de controlar mis nervios-, si no quiere trabajar para mí, perfecto… he salido ganando con el cambio. Pero si descubro que tu interés en ella está detrás de todo esto

-Juan, en primer lugar me alegro de que Mers y tu hayáis conectado, en segundo lugar, yo no estoy interesado en Valeria… estoy muy enamorado de Sara

-Ya, ¿y por qué tengo la impresión que vas a la caza de las chicas con las que Carlos ha tenido relación?

-No te consiento que hables así, mi relación con Sara es algo de lo que no me arrepiento, a pesar de cómo empezó todo. Yo respeto mucho a mis hijos, eso no lo dudes nunca.

-Ufff… -suspiré sin saber muy bien que añadir.

-Pronto os daremos una sorpresa

-¿Una sorpresa?

-Sí, eso todo lo que puedo decirte… y haz el favor de calmarte, no sé qué es lo que te pasa, pero te veo muy agobiado.

-Lo siento, en casa sin Carlos se me acumula el trabajo

-¿Y Toni, no te ayuda?

-Sí, sí… Toni hace su parte, no tengo queja, aunque a veces me da la sensación de que vivo solo… apenas coincidimos

-Bueno, si alguna noche te apetece, ya sabes que tienes las puertas de mi casa abiertas

-Gracias –respondí-. Bueno, me voy, tengo una reunión con un cliente

-Bien, pero antes de que te vayas… -Ricardo sacó de su maletín un portafolio con el logotipo de BMW y me lo tendió-. Me parece buena idea, pero con la condición de que lo compre "Lafarge i Associats" y lo uses tú como coche de empresa… -sonreí como un tonto, casi dejé de sentir mis preocupaciones.

-Bien… jejeje, supongo que sabes que me acabas de alegrar el día

-Me alegro –respondió Ricardo con una de sus sonrisas de hombre poderoso que todo lo puede comprar, incluso la felicidad de sus hijos-, esta tarde llamaré al concesionario, en una semana podrás recogerlo.

-Gracias… -respondí justo antes de salir de su despacho. Al pasar junto a la mesa de Valeria, ni la saludé. Ojalá fuésemos capaces de entendernos, pero hoy por hoy parece que es imposible. Esta chica desconfía de mí… y yo de ella.

La mañana se me hizo excesivamente larga y pesada, ayer incluso Mers me pareció desesperante. Necesitaba calma y estaba claro que en el bufete no podía encontrarla. Tras seguir dándole vueltas a la cabeza toda la mañana, durante la comida no pude contener la tentación de llamar a Graham.

-Hola, soy Juan.

-Hola… ¿qué quieres?

-Me preguntaba si podríamos vernos hoy, hace días que no sé nada de ti.

-Lo siento, Juan, ya tengo planes para esta noche

-¿Y esta tarde? –Insistí.

-De verdad, Juan, estoy muy liado, lo siento

-No lo sientes… para sentirlo, deberías tener sentimientos

-Vaya… intuyo cierto rencor en tus palabras… mira, lo mejor será que cortemos con esto, no quiero malos rollos, y parece que tú buscas algo que yo ahora mismo no puedo ofrecerte

-¿Cómo sabes lo que busco? Ni siquiera hemos hablando

-Juan... hablamos cuando estés más calmado. Siento de verdad que te tomes las cosas así, yo siempre te he dejado claro lo que podía ofrecer

-Sí, nada… -murmuré antes de colgar.

De un golpe en la mesa partí la pantalla del teléfono móvil… la gente de las mesas de alrededor me miraron con disimulo. Sin más clavé mi vista en el plato y seguí comiendo. Hay que joderse. Graham es de aquel tipo de personas que cuando sienten que alguien está interesado en él, le aborrecen directamente. Más interés por mi parte encuentra como respuesta más rechazo por la suya ¿alguien lo entiende? Estoy convencido que Graham huye, como lo hacia David, de los lazos afectivos, que cierra las puertas a sentir algo por alguien. David tenía cierta justificación, tenía novia, pero Graham… Graham es un imbécil, un inmaduro, un prepotente, un chulo. Puta mirada, puta sonrisa, puto encanto… ojalá no le hubiese conocido nunca.

"Juan, tienes que salir más", me dije cuando volvía al bufete. Ya en el despacho, llamé a Mers por el interfono:

-Mers, cuando puedas llamas a Ruth, tienes el número en la agenda

-Enseguida le pasó la llamada, Señor Lafant

-Juan, gracias

-No, Juan es usted, yo soy Mers

-¡Qué me llames Juan!

-¿Pero no me había dicho que llamase a Ruth?

-Ufff… -respiré profundamente.

-¿Se encuentra bien?

-Estaré mejor cuando me pases esa… ¡llamada!

-Perdoooooooooone usted, si no me estuviese entreteniendo con tanto cambio de nombre, ya le habría llamado a esa tal Ruth

No contesté, simplemente me puse a reír… más que una secretaria, Mers parece una actriz de comedia de situación. Realmente surrealista.

-Hola Ruth

-Hola guapo, cuanto tiempo sin saber nada de ti

-Ya ves, se nota que somos gente ocupada –bromeé-, me preguntaba si os apetece salir hoy de marcha

-Hombre, eso no hay ni que preguntarlo.

-¿Puedes llamar al resto?

-Claro, claro… para un día que te da por salir hay que aprovecharlo ¿vendrá Ángel?

-Se lo preguntaré, con Carlos no cuentes

-Lo sé, nos vimos antes de que se fuese a Argentina… me contó que habías roto con Natalia, o sea que no cuento ni con ella ni con aquel amigo suyo... ¿cómo se llamaba?

-Marc… hay que ver como se va de la lengua Carlos… no sé por qué no se hizo periodista del corazón

-Jejejeje… entre amigos todo se sabe, no hay secretos

-Mmmm… yo diría que algunos hay… -Le recordé sutilmente a Ruth nuestro trío.

-Bien –dijo ella eludiendo el tema-, quedamos a las doce en Diagonal con Tuset, iremos al Sutton Club si te parece

-Mmmmm… por un día déjame que escoja yo

-Vale, tú dirás

-Quedamos a las doce en la calle Almogàvers, me apetece ir a Razzmatazz

-Perfecto, hasta las doce

El resto de la tarde me lo pasé discutiendo en una comisión creada para tal efecto sobre los recursos que destinaremos al servicio de asesoría jurídica para automovilistas. Antes de salir del despacho llamé a Ángel, que estaba en el juzgado con Joana (la socia arpía), para preguntarle si saldría de marcha con nosotros, pero la respuesta fue negativa, ya tenía planes… cena romántica con Roberto, que boooonito.

Cuando llegué a casa, Concha ya se había ido, pero la buena mujer me había dejado preparada la cena. En la ausencia de Carlos he encontrado en ella a mi mejor aliada… cuando está él, siempre dice que no podemos permitirnos a una asistenta. Después de un baño relajante en el que casi me fundí y desintegré bajo el agua caliente, cené frente al televisor enrollado en el albornoz. De Toni no había ni rastro. En un momento de enajenación mental pulsé el olvidado primer botón del mando a distancia y ante mi mirada perpleja resurgieron del polvo de mis recuerdos las archiconocidas azafatas gafudas del "1,2,3… a leer esta vez". ¡Qué momento! Casi muero de un ataque de caspa y apolillamiento televisivo retrofranquista. Sigo sin entender porque la televisión de hoy me recuerda tanto a la que veía de pequeño… ¿seguro que Franco ha muerto?

Después de cenar me vestí, bueno, antes me hice una paja… para qué engañarnos, la agradable sensación de sentir tu polla en estado de semierección bajo el albornoz es un gran estímulo. Pantalones vaqueros de Energie y camiseta ajustada de manga larga de Desigual… veinte minutos para conseguir un despeinado que parezca casual, un poco de Truth de Calvin Klein y listo.

Hacia las doce nos encontramos en la puerta del local: Ruth x Jesús + Jordi x una chica que parecía ser el lío de Jordi / dividido por mí ¿resultado de esa compleja operación matemática? = Juan sobraba.

-Hola, Juan… te presento a Marga, una amiga

-Hola… –respondí mientras le daba dos besos. Acto seguido miré a Ruth y la arrastré fuera del grupo- podrías haberme dicho que vendríais en pareja

-Lo siento, no he podido convencer a nadie más para que viniese.. Carlos no está, Ángel era cosa tuya, Toni no ha querido venir… ya sabes

-Vale, vale… ya me espabilaré

-Juan, tío… que puedes quedarte con nosotros, Jesús y yo llevamos tanto tiempo saliendo que si estamos solos nos aburrimos… -bromeó ella.

Siguiendo la recomendación de Ruth, entramos en Razzmatazz. Y aunque al principio todo iba muy bien, a medida que avanzaba la noche y las copas, la simbiosis entre Ruth y Jesús y Jordi y la otra… se hizo más pronunciada. Así que como alma en pena me perdí por el local. El alcohol empezaba hacer estragos en mí. Estaba apunto de irme con la música a otra parte cuando vislumbré a Marc bailando unos pasos más allá de donde me encontraba yo, fue casi un espejismo… ¿sería Marc mi salvación? Estaba con unos amigos, entre ellos Dani, el chico que le acompañaba el día que nos encontramos en el Zara. Empecé a creer en las casualidades.

-Hola… -le grité intentando hacerme oír por encima de la música.

-¿Eh? Ah… mmmmm… hola… -balbuceó Marc, casi tuve que leer sus labios.

-¿Qué haces por aquí?

-Nada… yo… nada… con unos amigos

-Tranquilo, tío… que sólo he venido a saludarte

-Estoy con mis amigos… ya hablaremos –me susurró acercándose fugazmente a mi pabellón auditivo.

-Joder, eres un paranoico tío… -lo último que necesitaba anoche era que Marc también pasase de mí, porque una cosa es que me ignorase un tío como Graham y la otra que un crío de 18 años huyese de mí cada vez que estaba con sus amigos

Marc no respondió, me lanzó una última mirada fulminante antes de tirar de un amigo suyo y desaparecer entre la gente camino de la barra.

-Hola… -dijo el chico del Zara al verme allí de pie como un imbécil.

-Hola

-Marc está un poco rallado esta noche, no le hagas mucho caso

-Ya, bueno, vuelvo con mis amigos

-¿Te vas?

-Me están esperando… -le miré detenidamente, llevaba unos pantalones de pana de color marrón con marcas de desgaste y una camiseta de manga corta granate con la palabra ACT escrita por duplicado. Todo muy rollo Pull, pero le sentaba bien

-Bueno, si quieres puedes quedarte aquí y esperar a que Marc vuelva

-Ya, pero no creo que vuelva

-Bueno, ¿y qué? –Dani me sonrió y en su cara se dibujó una expresión tan cándida y pícara al mismo tiempo… no sé… una mezcla de bondad y seguridad en él mismo que me atrajeron al instante. Si Marc huía, quizás Dani podía ser una buena compañía.

Continuará