LVDO (77: Cuando quieras darte cuenta, estarás...)

Juan acompaña a Carlos al aeropuerto. Nadamás despedirse de él, ya empieza a echarle de menos. Sin Carlos, Juan estará avocado a cometer viejos errores, entre ellos, Graham Newey.

  1. CUANDO QUIERAS DARTE CUENTA ESTARÁS DE VUELTA

Con el abrigo puesto y el maletín en una mano, he esperado a Carlos en la puerta de casa. Esta debe haber sido la primera vez que le he visto turbado y con prisas. Su avión salía en poco más de dos horas y Carlos aún estaba repasando mentalmente las cosas que había metido en sus maletas.

-Perfecto, creo que ya estoy

-Muy bien, pues vámonos, después de dejarte en el aeropuerto me espera una mañana muy ajetreada.

Tras cargar las maletas en el maletero, hemos entrado en el coche que, aunque parezca increíble tratándose del centro de Barcelona, estaba aparcado frente al portal de casa.

-Ufff… -ha suspirado Carlos.

-¿Todo bien?

-Sí, bien… creo que no me dejo nada… aunque… -Carlos ha vacilado.

-¿Qué?

-Pues que me hubiese gustado despedirme de Valeria

-La viste ayer ¿no?

-Ya, pero me hubiese gustado verla hoy también

-No se puede tener todo, pero tranquilo, cuidaré de ella mientras estés fuera

-¿Cuidar equivale a vigilar en el idioma "Juan"?

-Jejejeje… me conoces muy bien.

-No sé si alegrarme o preocuparme por tu "vigilancia"… jejeje, pero bueno, lo dejo en tus manos.

-Tranquilo, ya sabes que los abogados solemos ser gente movida por las obras de buena fe y en ningún caso por el dinero o por el interés… -añadí totalmente convencido.

-Jajajaja… va a ser eso… como dice la abuela Mercè: "advocats i procuradors a l’infern de dos en dos".

-Jejeje… hablando de ella, creo que me pasaré pronto por Tarragona para hacerle una visita

-Rosa también debería ir a verla

-Bueno, después de tantos años de distanciamiento… no creo que sea fácil para ella.

-Ya ves… la familia es así, no puedes escogerla y si las cosas se tuercen parece que no te toca más remedio que soportarla

-Jejejeje… esa frase es más propia de mí que de ti… -he replicado ante el tono negativo de mi hermano.

Tras un monumental atasco a la salida de Barcelona, hemos llegados al aeropuerto de El Prat. Carlos se removía inquieto en su asiento cuando he aparcado el Mercedes en la entrada de la terminal.

-Bien, nos despedimos aquí, no hace falta que me acompañes… debes tener trabajo.

-No, no… te acompaño.

-No hace falta

-Carlos, de verdad, quiero acompañarte

-¡Qué no!

-¡Ey! Tranquilo –he dicho yo asustado por su reacción.

-Perdona, es que no sabes cuanto me cuesta irme, no quiero alargar la despedida.

-Tranquilo hombre –le he dicho mientras le daba un sorpresivo abrazo- cuando quieras darte cuenta, estarás de vuelta, y aquí seguro que hacemos un esfuerzo por arreglárnoslas sin ti por unas semanas –no me lo creía ni yo.

-Ya, ya me lo supongo, nadie es imprescindible… pero me preocupa tanto irme dejando las cosas así… casi no te hablas con Toni

-De verdad, Carlos, no te preocupes… deduzco que Toni pasará mucho tiempo con Paul y yo me he comprometido a no complicar más las cosas entre nosotros.

-Eso espero… -Carlos se ha quedado en silencio.

-Y por Valeria no te agobies, seguro que cuando vuelvas las cosas vuelven a ser como antes

-Bien, por mi parte lo intentaré… otro fracaso sentimental con una mujer y tendré que cambiar de bando… -ha añadido Carlos con la mejor de sus sonrisas burlonas.

-Si todo fuera tan fácil… -he respondido.

Hemos salido del coche y hemos sacado las maletas del maletero. Carlos se ha colocado bien la americana de piel negra y ha enderezado el cuello de su camisa. Me ha mirado sin dejar de sonreír.

-No sé por qué, pero tengo la sensación de que cuando vuelva de Argentina muchas cosas habrán cambiado en tu vida

-Mmmmm... no me asustes –le he dicho guiñándole un ojo.

Carlos ha soltado el asa de la maleta y me ha abrazado de imprevisto. Con sus labios muy cerca de mi oído Carlos ha murmurado:

-No la líes mientras esté fuera… no la líes

-Haré lo que pueda… -he respondido.

Ha cogido de nuevo sus maletas y ha empezado a caminar hacia la entrada de la terminal, justo antes de desaparecer tras las puertas de cristal, Carlos me ha mirado por última vez. Si digo que esta mañana al despedirme de mi hermano he sentido un vacío en mi interior, me quedo corto en comparación con la sensación de indefensión y vulnerabilidad que siento desde entonces.

De vuelta a Barcelona me he desviado de mi ruta habitual para recoger unos informes sobre uno de nuestros clientes en la Clínica Corachan. Necesitaba hacer tiempo para dejar de pensar en Carlos antes de enfrentarme a la rutina de cada día. Cuando volvía a la Diagonal, he visto en el escaparate del concesionario de BMW en la calle Buigas algo que me ha dejado impresionado. Sin más he detenido el coche en el lateral de la calle y he observado el primer nuevo Serie 6 de mi vida. Casi sin darme cuenta estaba entrando en el concesionario.

He saludado al vendedor que ha venido a mi encuentro y casi sin prestarle atención me he acercado maravillado a aquella especie de nave espacial de formas mastodónticas y rotundas. Algo dentro de mí me a dicho que ese debía ser mi nuevo compañero de aventuras.

-¿Está interesado en nuestra nueva Serie 6?

-Quiero este coche –he respondido.

Sin duda el vendedor me ha visto cara de pardillo enamorado del coche, así que una vez puestos a hacer números aquella maravilla en color marrón tostado, con cambio secuencial SMG, llantas de aleación de 19 pulgadas, techo solar, navegador por satélite, dirección con desmultiplicación variable, faros direccionales y un centenar de avances tecnológicos más, resultaba estar a 100.000 euros de distancia.

Con el catálogo en una mano y el susto en otra, he vuelto al despacho. Eso sí, antes de salir del concesionario le he susurrado a ese flamante 645 Ci que pronto íbamos a estar juntos, aunque aún no sé cómo.

-Buenos días señor Lamarsh –he vociferado Mers desde la lejanía al verme salir del ascensor.

-Buenos días Mers, te espero en mi despacho

Mi secretaria ha entrado tras de mí y ha cerrado la puerta, esperaba que acudiese a mi llamada con celeridad pero ¿tanta? Qué mujer, es una especie de torbellino humano.

-Usted dirá

-Verás, no sé como empezar

-¿Hay algún problema con mi desempeño como su secretaria? –Ha interrogado ella con cara de preocupación.

-No, no es eso

-¡Ay, ay, ay! Que me temo lo peor, le veo preocupado señor Lasars

-Que no, que no es nada… verás, quería hablarte de

-¿Me van a despedir? ¡Ay! Es eso, es eso… lo sabía y todo porque el otro día le traje al señor Larax padre un café solo de máquina en vez de un café con leche descafeinado de sobre … si es que ya lo dije yo: "Mers, la has cagado y te lo van a hacer pagar…"

-¡¡¡Mers!!! Basta por favor… -he dicho abrumado por su verborrea-. Uffff… sólo quería pedirte que fueses discreta con el tema de mi sobrino… -Mers ha sonreído de nuevo.

-Señor Lacaix, eso no tiene ni que pedírmelo, ya le dije que una ya no se asusta de esas cosas, tiene que ir más por Arena, seguro que usted también se acostumbra y se le pasan esas manías de esconderse de los demás

-Jejeje… -su inocencia me vence-, de momento no me apetece ir a un local de ambiente, aunque nunca se sabe, mi vida ha cambiado tanto este último año, que no me cierro las puertas a nada

-Bien, cuando quiera salimos de marcha por ahí y quemamos la ciudad… -ha sonreído de nuevo.

-Podría estar bien… -he respondido para ir cerrando el tema-. Cuando puedas me traes el correo y actualizas la agenda del PDA

-Enseguida señor Lamartx

-Mers

-¿Qué?

-Hagámonoslo fácil, llámame Juan… -le he dicho guiñándole el ojo.

-Jejejeje, muy bien, Señor Juan

Vaya por delante que Valeria era una secretaria excelente, pero nunca jamás hubiese alcanzado el grado de complicidad que he logrado con Mers. Hay conexión, hay feeling. Cierto que es un poco escandalosa y cotilla, pero me da que los "grandes secretos" no salen de su boca. Resulta curioso cuando aún vives con ciertas reservas tu sexualidad, ver a gente como Mers que vive plenamente su vida, que no se asusta de que alguien sepa que es lesbiana, que habla de ello con absoluta normalidad… afortunadamente las cosas en este país han cambiado, y mucho.

Antes de comer he asistido a Roberto en la lectura del testamento de un cliente, bueno, de un ex cliente. Aunque prometía ser un auténtico coñazo de puro trámite, el encuentro casi ha acabado en una batalla campal entre las partes implicadas. El Derecho es así, te pasas entre 4 y 5 años metido en una facultad con la cabeza enterrada en libros par acabar sujetando a una mujer oronda e interminable cuando intenta pegar a la nueva mujer del finado, heredera de la mayor parte de los bienes. Ver para creer.

Tras comer con Ángel y Roberto he vuelto al despacho, una reunión con un cliente para plantear un recurso de apelación, y de nuevo libre. No hay nada como ser el hijo del jefe: pasas una pasantía dulce, te dan un despacho preferente y te asignan una secretaria cuando no llevas ni cuatro meses en el bufete. Eso sí, también ha influido mis grandes aptitudes para el ejercicio de tan sufrida y ardua profesión. Cuando he entrado en mi coche hacia las cinco de la tarde me he dicho a mí mismo: "Juan, que trabajo más duro tienes, esto no es vida".

En esos pensamientos me encontraba cuando el teléfono móvil ha sonado, leer en la pantalla del teléfono "Graham Cell" me ha hecho pensar que podía ser Graham el autor de la llamada, respuesta en el manos-libres tras unos segundos de duda:

-Hola.

-Hola, Juan. ¿Cómo va todo?

-Bien, acabo de salir de trabajar, ahora me voy al gimnasio

-Bien hecho, yo aún estoy en la agencia. Me preguntaba si te apetecía cenar esta noche en mi casa

¿Graham me estaba invitando a cenar? He mirado tras el espejo retrovisor, he abierto la guantera, he mirado tras el volante… no, no había ninguna cámara oculta.

-Pensaba que no tenías ganas de que nos volviésemos a ver

-Bueno, yo nunca he dicho eso… digamos que tengo hambre y no me gusta comer solo… ¿te sirve?

-Hombre, no es lo más bonito que me han dicho últimamente pero puedo pensármelo… -he respondido haciéndome el duro.

-No suelo decir muchas cosas bonitas, pero compenso el defecto follando… ¿qué me dices, aceptas?

-Está bien, estaré allí hacia las nueve.

Seguramente no debería haber aceptado su invitación después de que él me hubiese rechazado una y otra vez, pero al oír su voz, al pedirme que fuese a su casa, no he sabido resistirme

Después de salir del gimnasio, he llamado a mi padre para negociar un pequeño préstamo para comprarme mi nuevo juguete, aunque Ricardo parecía tener la cabeza en otro sitio, algo me dice que cada vez está más cerca de mí ese BMW 645 Ci.

A las nueve horas y cinco minutos he cruzado la puerta de casa de Graham. Él iba vestido con un impecable traje Armani Collezioni, posiblemente había acabado de llegar a casa.

-Mmmm… no sabes las ganas que tenía de verte… -ha susurrado Graham mientras me abrazaba.

-Suena extraño viniendo de ti

-Ya sabes, me apetecía volver a probar esto… -ha añadido mientras me apretaba la polla.

-Me da la sensación que sólo te acuerdas de mí cuando la tienes dura… -he respondido sin bajar la guardia.

-Juuuuuuuuan, no te comas la cabeza por eso ahora ¿no te apetece estar conmigo?

-Sí, sí… claro que me apetece, pero no te entiendo

-No es fácil entenderme, pero para lo que vamos a hacer esta noche, tampoco te hace falta… -ha respondido él con una sonrisa pícara mientras me quitaba la chaqueta y empezaba a aflojarme el nudo de la corbata.

Cuando sus labios han empezado a recorrer mi pecho y he empezado a retorcerme de placer, las pocas defensas que me quedaban han empezado a ceder. Sus manos de nuevo masturbando mi polla por encima de la ropa. He apretado su culo firme, he besado su cuello, he mordido suavemente su oreja… Mientras, he olvidado que había pasado de mí, he olvidado que me había llamado porque estaba caliente… he imaginado que estábamos allí porque nos apetecía, porque aquel era un momento especial para los dos.

Sus caricias me han parecido especialmente tiernas. Sus miradas fugaces mientras me comía la polla de rodillas frente a mí me han parecido cargadas de significado. Cuando Graham me ha arrastrado hasta su cama y me ha desnudado por completo, he imaginado que aquella ternura y aquella dedicación iban a ser comunes entre los dos más allá del sexo. Graham se ha colocado el preservativo mientras dilataba mi esfínter con dos de sus dedos untados en lubricante… cuando su polla me ha empezado a penetrar he deseado que aquel dolor no fuese en balde, que Graham se levantase junto a mí a la mañana siguiente y supiera valorar lo que había hecho por él.

Cuando se ha corrido se ha estirado a mi lado y me ha acariciado el pecho hasta llegar a mi polla. En pocos segundos he eyaculado sin más contacto que su mano deslizándose sobre mi polla… ni siquiera un beso.

Esta vez no ha hecho falta que me invitase a irme, le he mirado a los ojos y Graham ha apartado la mirada casi al instante. Me ha susurrado un:

-Quédate a dormir si quieres… tienes un culo perfecto.

No he respondido, con la luz apagada he empezado a vestirme. Cuando he cruzado la puerta de su casa, Graham ya estaba durmiendo. Pocas veces un polvo me ha dejado tan mal recuerdo. Ha sido como si desde el primer beso supiese que todo lo que Graham estaba dispuesto a darme no iba a satisfacerme esta noche. Porque para Graham soy sólo eso, un culo y una polla

Pongo un Cd en el equipo de música y me colocó los auriculares, suena "Spending My Time" de Roxette. Me estiro en la cama, en mi habitación… y me repito que no debería haber aceptado su invitación, porque cuando en un rollo de este tipo uno espera más que el otro, cada encuentro, cada polvo, cada noche de sexo... supone un paso más hacia la perdida de dignidad y el sufrimiento por un sentimiento no correspondido. Suena a culebrón, pero es muy real… cuando los sentimientos son unilaterales, el efecto puede ser fatal. Cierro los ojos y pienso… hace menos de 24 horas que se ha ido… con Carlos aquí todo sería distinto.

Continuará