LVDO (76: Si me pierdo no me busques en un Zara)

De compras por el centro Juan se encontrará en mitad de un Zara a Natalia, un reencuentro de lo más indeseado. Pero no es lo que más preocupa a Juan, la marcha de su hermano a Argentina es inminente...

  1. SI ME PIERDO NO ME BUSQUES EN UN ZARA

Después del estrepitoso ridículo delante del novio de mi madre, fui incapaz de volverle a mirar en toda la tarde. Volvimos a Sitges y acabamos de hacer la mudanza como si nada hubiese sucedido. Deseé que Eduard tuviese la boca cerrada, lo deseé, pero no me asustaba… me importaban más otras cosas en aquel momento. Entre ellas estaba mi conversación pendiente con Toni, mis disculpas con Natalia por todo lo que pasó el último día en que nos vimos… además no sabia nada de Graham… ¿por qué volvía a chocar con un cabronazo? ¿no había tenido suficiente ya con haber conocido a David? David… el lunes por la tarde, después de salir del despacho, fui al gimnasio, tenía que hacer unas compras, pero decidí dejarlas para más tarde.

Cuando crucé la recepción del club estaba pensando en David y en Graham y en las similitudes y diferencias entre ellos dos. Entonces me vino a la cabeza una de esas realidades evidentes en las que no has puesto atención antes, David y yo nos habíamos conocido en aquel club, pero desde que decidimos "separar nuestros caminos", no le había vuelto a ver por allí.

-Hola… mmmm

-Roger –respondió el recepcionista.

-Eso, Roger… -repetí con una sonrisa mientras me apoyaba en el mostrador y miraba al chico fibradito y de cara abstracta que se encargaba de la recepción a esa hora de la tarde-. Verás, hace unas semanas que trato de encontrar a un compañero del gimnasio porque le dejé una sudadera y no me la ha devuelto, y no sé… siempre venía a esta hora pero desde hace un tiempo no le veo… y me preguntaba si podrías decirme si sigue siendo socio del club

-Verá señor Lafarge –me sorprendió que recordase mi apellido- no puedo facilitarle ese tipo de información

-Roger, Roger… -amplié la sonrisa y doblé el brazo para apoyar la barbilla en él, bajo mi camiseta se marcó un potente bíceps- sólo necesito saber si aún es socio, no te pido ningún tipo de información confidencial… -Roger vaciló-. La sudadera tiene un gran valor sentimental para mí

-¿Cuál es el nombre del socio?

-David Alvadalejo –sonreí. Roger tecleó el nombre en el ordenador y esperó un par de segundos.

-El señor Alvadalejo ya no es socio del club.

-Gracias Roger, te debo una… -respondí con una sonrisa.

Hacia tiempo que no pensaba en él, quizás porque terminé por aborrecerle después de todo lo que pasó, pero haber conocido a Graham y haber sentido de nuevo aquellos sentimientos tan incómodos me hizo pensar en David… así que ya no era socio del club ¿qué habría sido de él?

Sesión intensiva de piernas con unas sentadillas que me dejaron las extremidades inferiores destrozadas y un baño relajante en el jacuzzi antes de seguir con mi apretada agenda aquella tarde. Cuando salí del club repasé mentalmente lo que iba a hacer, recordé que me tocaba hacer la compra esa semana y además quería echar un ojo a las rebajas antes de que fuese demasiado tarde, aunque probablemente a esas alturas debía quedar de lo malo lo peor.

Volví al centro y empecé a echar un vistazo a las tiendas de Passeig de Gràcia: Burberry, Diesel, Adolfo Domínguez, Caramelo, Armand Bassi, Levi’s, Carlolina Herrera, Zara… ¿Zara? Perdón, había dicho tiendas, no supermercados. Pero sí, me di una vueltecita por el Zara, más que nada por curiosidad y allí quiso la suerte, o la mala suerte, que me topase de frente justo en la puerta con Natalia, Marc y un chico que no conocía de nada.

-Hola… -dije casi petrificado.

-Hola –respondió el desconocido, Marc y Natalia se quedaron congelados.

-Natalia… -susurré.

Mi ex novia me miró fijamente, su expresión desprendía un odio tan palpable que hubiese podido matarme con aquella mirada.

-Hola, Juan… ¿de compras? –Soltó Marc haciendo un esfuerzo por aparentar normalidad. Si te tiras con frecuencia al ex novio de tu amiga y resulta que os encontráis los tres, la situación es realmente violenta.

-Sí… -respondí sin más. Me acerqué a Natalia- ¿podemos hablar un segundo?

-No tenemos nada de lo que hablar… -Marc y el otro chico se hicieron a un lado mientras yo seguía a Natalia que empezó a rebuscar en las estanterías de la tienda.

-No sabes cuanto siento lo que pasó la última noche que nos vimos… soy un hijo de la gran puta, ni siquiera te he llamado y eso que me he dicho mil veces que al menos debía disculparme por lo que hice

-Juan, no hace falta que te disculpes, que me llames, que me pidas perdón… no quiero escucharte, ni hablarte… ni verte.

-Natalia, siento que debo disculparme

-Me das mucha pena, Juan… mucha pena

-¿Pena? –Respondí ofendido- ¿Pena por qué?

-Las personas no son objetos que puedes usar a tu conveniencia, si necesitabas demostrarte algo, te equivocaste usándome a mí

-No necesitaba demostrarme nada –mentí, me jodió que Natalia se oliese por dónde iban los tiros.

-No vuelvas a hablarme… la noche en la que me forzaste podría haberte denunciado pero no lo hice, no me tientes, Juan

-Gracias… -respondí como un gilipollas egocéntrico que sólo piensa en él.

Natalia no dijo nada más, se perdió en la tienda. Marc fue tras ella visiblemente preocupado… tan preocupado de Natalia que se dedicaba a comerse la polla que ella había dejado libre, eso sí que es estar en todo. Y de repente, sin más, me quedé allí de pie, cerca de la puerta de la tienda, el chico que acompañaba a Natalia y a Marc estaba a unos pasos de mí. Nos miramos, encogió los hombros en un gesto de "no tengo ni idea de que es lo que está pasando" y me sonrió

-Hola –le dije acercándome a él.

-Hola –respondió con toda la tranquilidad del mundo.

-¿Eres amigo de Marc?

-Bueno… vamos a la misma clase.

-Bien, cuando le encuentres, le dices de mi parte que ya hablaremos

-De acuerdo… ¿tú te llamas…?

-Juan… -respondí.

-Yo Dani.

-Encantado, Dani –nos dimos la mano durante un período de tiempo más largo de lo que sería habitual entre dos tíos completamente heterosexuales… es curioso, al final uno empieza acostumbrarse a ese tipo de señales.

-Bueno, hasta otra –me dijo con una sonrisa

-Deu… -respondí devolviéndole la sonrisa.

Cuando salí del Zara casi muero atropellado en la Gran Vía. Estaba totalmente descolocado, la tensión a la que había estado sometido minutos atrás había sido tan desagradable que era incapaz de centrarme. Natalia tuvo una respuesta de lo más lógica, me sentí realmente podrido por mi comportamiento y por mi falta de valor para dar la cara… pero bueno, al fin y al cabo era un tema cerrado, o lo iba a ser desde aquel momento. Marc, mi rollo habitual, había pasado olímpicamente de mí, pero era lógico, delante de Natalia era una actitud necesaria, me recordé que le llamaría más tarde para concretar una cita. Y aquel chico, Dani… de aspecto relativamente común, delgado aunque proporcionado y firme, sin muscular pero de proporciones agradables, pelo moreno espeso despeinado, piercing en la parte superior de la oreja izquierda… y una sonrisa y una forma de mirar que hacían que ese físico aparentemente normal cobrase un especial magnetismo

-Dani… -me repetí mientras cruzaba la Gran Vía, algo me dijo que no iba a ser la última vez que escucharía ese nombre.

Después del encontronazo mis ganas de seguir quemando euros desaparecieron por completo. Así que volví a casa. A la mañana siguiente Carlos se iba a Argentina y prefería pasar esas últimas horas junto a él, algo me decía que iba a echarle mucho de menos, que iba a hacerme más falta que nunca.

Cuando entré en casa, las llaves de Carlos no estaban, debía estar despidiéndose de Valeria. Tras la puerta del comedor, la luz de la lámpara y el lejano sonido del televisor me dejaron muy claro que no estaba solo. Vacilé unos instantes… quizás podía esconderme en mi habitación hasta que llegase Carlos… no, no… ya iba siendo hora de afrontar a Toni. Crucé los dedos para que estuviese solo.

-Hola –dije al entrar en el comedor, efectivamente mi amigo estaba solo, no había ni rastro de Paul.

-Hola… -murmuró sin mirarme. Tomé asiento en el sofá de enfrente.

-Parece que debería disculparme por cómo han ido las cosas entre nosotros estas últimas semanas… siento mucho que no hubiese quedado todo claro en un principio

-Más lo siento yo… -repitió él sin apartar la vista del televisor.

-¿Has vuelto con Paul?

-No creo que sea asunto tuyo

-¿Vivirá aquí con nosotros? -Interrogué. Toni me miró incrédulo, apagó el televisor y se incorporó sentándose frente a mí.

-No tienes límite, Juan… tu insensibilidad no tiene límite.

-Nunca he pretendido hacerte daño y creo que siempre te he dejado claro que por mi parte no podía haber nada más entre nosotros

-Ya, muy claro… pero no te has parado a pensar que cada uno de nuestros encuentros para mí significaban mucho, no te has parado a pensar que me jode ver como te besas con otro tío delante de mis narices… sabes que lo que siento por ti no es fácil de superar y aun así te ha sudado la polla que yo lo pasase mal

-Toni, tienes que superarme de una vez… no puedes culparme por vivir mi vida

-Jajajaja… superarte… que hijo de puta eres, Juan. Estoy enamorado de ti… -soltó con los ojos vidriosos y un gesto de rabia contenida-. Para mi no es fácil… pero tengo lo que merezco, lo que merezco por haberme fijado en alguien como tú… incapaz de ponerse en el lugar de los demás… La culpa es mía, pero estoy dispuesto a empezar de nuevo, no mereces la pena, Juan… me enamoré de un recuerdo y ahora convivo con la realidad.

-Bien, si me odias te resultará más fácil dejar de estar enamorado

-No te odio… aunque esta vez espero que mi orgullo impida que me vuelva a arrastrar por ti

-No quiero que lo hagas y por mi parte no volveré a dejar que las cosas se compliquen entre nosotros. Aunque te parezca increíble, valoro mucho nuestra amistad y quiero que seas muy feliz, no puedo ofrecerte más… te ofrezco una amistad, la que ya teníamos

-Ahora mismo no sé si la quiero… -respondió él.

-Bien, estás en tu derecho… aunque por el bien de todos, si vamos a seguir viviendo bajo el mismo techo, será mejor que hagamos un esfuerzo para convivir

-No me pidas más esfuerzos de los que ya he hecho, esta vez hazlo tú… ni siquiera sabes lo que es hacer un sacrificio por alguien.

-Estás siendo muy duro conmigo –repliqué.

-Si llevases casi un año con una sensación de frustración y angustia que hace que superes los límites de la dignidad, que te arrastres, que supliques una caricia, que te humilles por alguien… sabrías lo que es pasarlo mal. Y a pesar de todo, no te deseo nada malo, espero que la vida no te ponga en una situación similar.

-Lo siento mucho por ti, insito en que te deseo lo mejor, pero ahora vamos a vivir juntos, creo que debemos hacer un esfuerzo

-Si me he quedado en esta casa ha sido porque Carlos me lo ha pedido y me había comprometido con él, nada más. Esta vez no haré ningún esfuerzo, si quieres mi amistad, gánatela otra vez.

Toni lanzó el mando a distancia sobre el sofá y salió del comedor. Suspiré profundamente, al fin habíamos hablado. Aunque me sentí culpable por ver mal a alguien tan importante para mí como lo es Toni, no compartí todos sus reproches. Desde que nos liamos por primera vez le había dejado claro que no podía haber nada más entre nosotros dos. Quizás había tenido poco tacto con él, pero no le había mentido nunca. Esa misma noche me prometí que en el futuro tendría más cuidado con él, personalmente yo sí iba a hacer un esfuerzo por mantener nuestra amistad, pero… ¿es posible la amistad después del amor? Difícil, especialmente si ha sido un amor no correspondido.

Me estiré en el sofá con la televisión apagada, en silencio. Quise ser positivo y pensar que Toni iba a superar todo este follón. Mi amigo me había dicho que esperaba que la vida no me pusiese en una situación similar… demasiado tarde, creo que era la segunda vez que me sentía rechazado por un hombre, y eso en menos de un año es bastante duro. Eso sí, esta vez las cosas era algo distintas, es obvio que mi interés por Graham va más allá de algo sexual, pero no es enamoramiento, más bien es frustración por ser rechazado o por resultarle tan insignificante. Es un sentimiento difícil de clasificar, pero angustioso en cualquier caso. Respiré profundamente una vez más.

-Buenas noches –dijo Carlos al entrar en el comedor.

-Ah… hola, no te había oído entrar –respondí incorporándome en el sofá.

-¿Qué tal la tarde?

-Mmmm… complicada, si me pierdo no me busques en un Zara.

-Jejejeje… ¿de rebajas?

-Más o menos… -respondí, aunque tenía claro que lo único que estaba de rebajas en aquel momento eran mis sentimientos.

-Bueno, pues descansa, mañana tienes que llevarme al aeropuerto muy temprano… -añadió Carlos.

-No hay problema.

-¿No? Pensaba que te ibas a quejar por el madrugón

-Carlos, eres mi hermano, puedes pedirme lo que quieras… mientras no sea sexo… -dije en tono de burla.

-Jejejeje… lo tendré en cuenta.

-He hablado con Toni

-¡Por fin! ¿Y qué tal?

-No te vayas por favor… no sé como me las arreglaré tantos días sin ti

-Sobrevivirás hermanito, sólo es cuestión de no liarla mientras esté fuera

-¿No liarla? ¿Y cómo se hace eso?

Continuará