LVDO (72: La última noche: las campanadas)

La noche continúa. Juan entrará en el nuevo año junto a un especialmente interesado Graham Newey, que no se detendrá hasta lograr llevarle a un lugar más... tranquilo.

  1. LA ÚLTIMA NOCHE (LAS CAMPANADAS)

01:00:43 para las campanadas

No hubo cena, sólo aperitivos, sándwiches, canapés, y mil y una cosas para picar… pero técnicamente no hubo cena, y Juan es de los que debe cenar bien antes de una noche donde las bebidas no alcohólicas no han sido invitadas.

-Hola –oí una voz a mi espalda.

-Hola, no te había visto llegar… estaba hablando con Carlos y un amigo suyo

-Acabo de llegar, he tenido un pequeño problema

-¿Ah sí? ¿Qué ha pasado?

-Paul me ha llamado, está hecho polvo

-Vaya… -dije yo intentando pensar con claridad después de mi cuarta copa de cava-. ¿Qué le pasa a Pablo?

-Paul

-Vale, Paul.

-Hemos roto

-¿¿Roto??

-Sí… después de lo que pasó el día que me mudé a casa creo que era lo mejor para los dos

-¿Qué dos?

-Paul y yo

-Toni, creo que te estás confundiendo

-¿Por qué?

-Tú y yo sólo nos hemos enrollado unas cuantas veces, no debías cortar con tu novio por lo que sucedió entre nosotros

-No estaba seguro de cortar con él hasta que nos volvimos a enrollar en Nochebuena

-Estábamos borrachos –contesté.

-Eso no nos justifica

-¡Ey! Para, para… baja marchas… no me estoy justificando, simplemente no creo que nos debamos ninguna explicación, nos apetecía y punto, como las otras veces… Creo que ya habíamos dejado claro lo que hay entre nosotros

-¿Qué hay entre nosotros? –Preguntó Toni con la cara impasible.

-Nada… bien, en todo caso una amistad.

-Yo pensaba

-¿Pensabas? –Dije interrumpiéndole, empezaba a estar cansado de tanto malentendido-. ¿Qué pensabas?

-Que después de tener un rollo y repetir, estábamos enrollados… nada de relaciones serias, pero ahora que no tienes novia, pensaba que las cosas serían diferentes

-Ya, pues te equivocaste… y creo que yo por mi parte siempre te he dejado claro donde estaban mis límites

-Pesaba que cambiarías de opinión… -dijo él en un susurro.

-Lo siento –no pude añadir nada más. Me sabía muy mal por él, seguramente lo estaba pasando fatal, pero no era culpa mía que lo hubiese confundido todo y que hubiese cortado con su novio por una tontería.

Toni se dio la vuelta y despareció entre la gente. Su expresión y su mirada lo decían todo cuando dimos por terminada nuestra conversación. ¡Joder! Debía hacer algo para dejarle bien claro que entre él y yo no podía haber nada… nada, ahora incluso el sexo debía quedar fuera de nuestra amistad.

0:09:07 para las campanadas

Había bebido mucho. No sé cuando fue la última vez que había visto a Carlos o a Toni, ni me importaba. Llevaba un buen rato bailando con una rubia que podía haber pasado por la hermana guapa de Gwyneth Paltrow, y que no me había quitado las zarpas de encima desde que había pisado aquella improvisada pista de baile.

La gente se movía a mi alrededor con movimientos casi mecánicos bajo los efectos del alcohol. Mis propios ojos me jugaban malas pasadas y me costaba separar la realidad de la imaginación. La música rallaba lo despertante con un machacón Techno-House que agravaba aún más mi estado de enajenación.

Notaba los roces de la gente al pasar, los empujones por la escasez de espacio al bailar. Un amigo de la rubia se acercó a ella y le tendió un porro ya encendido. La imitación de Paltrow le dio dos sensuales caladas y me lo tendió. Pese a no fumar desde los 16 años, cogí el porro. Aquel repugnante aroma lo delataba, era de marihuana. ‘No tiene nada de malo’, pensé, y me lo llevé a la boca.

Alguien detuvo la música. A lo lejos una voz trataba de imponerse entre tanto griterío. Era Susana. Por sus gestos creo que intentaba que pusiésemos atención a la gran televisión encendida que habían colocado en medio del salón. La rubia me besó en el cuello. ¿Dónde estaba Graham? Desde que estuvimos hablando con Carlos no le había vuelto a ver.

-¡A ver! Silencio chicos... quedan 5 minutos para las campanadas.

Dos chicos de la edad de Susana y Carlos empezaron a repartir pequeñas bolsitas con las doce uvas reglamentarias para despedir el año y recibir el prometedor 2004. Dudaba seriamente de que fuese capaz de tomarme las doce sin morir atragantado. Curioso, antes de la media noche y ya iba borracho, todo un record para mí desde que empecé a probar la bebida.

-¿Quieres que después de tomarnos las uvas vayamos a mi casa? Vivo cerca, en Granollers.

-No he traído coche –respondí.

-Yo sí

-Hola… pensaba que te habías perdido –dijo Graham apareciendo de repente de entre la gente.

-No, estaba aquí… -respondí con una sonrisa boba.

-Venía a despedir el año contigo, Carlos está ocupado, ha llegado una amiga suya… -Valeria, pensé yo instintivamente.

-Bien –respondí intentando controlar mis comentarios hirientes sobre Valeria-. Te presentó a… a

-Gina –dijo ella con un gesto de reprobación.

-Hola Gina.. –respondió Graham con una sonrisa-. ¿A que es majo mi novio?

-¿Sois novios? –Interrogó ella perpleja.

-No, no… que va… -respondí yo casi automáticamente.

-¡Ey! No me digas que te vas a cortar ahora… -insistió Graham.

-¡Joder! Que no somos novios

-¿Seguro? –Su mirada y su sonrisa me tumbaron. Graham se acercó a mí y me besó suavemente. Volvió a besarme y mi boca fue abriéndose para recibir su cálida lengua… nos fundimos en un intenso morreo.

-Ya veo… -dijo Gina alias ‘la Paltrow’ justo antes de marcharse derrotada y humillada. El beso de Graham duró incluso más allá de su huída.

-¿A qué viene esto? –Pregunté confuso.

-Carlos me ha hablado muy bien de ti, tenía ganas de conocerte mejor… y como te he visto algo agobiado por esta gatita caliente

-No estaba agobiado –dije yo con una sonrisa.

-Ya, seguro… jejeje.

0:00:00 para las campanadas

Manel Fuentes y Carolina Ferrer empezaron a dar las campanadas desde la Estación de França de Barcelona. Graham estaba a mi lado cundo empezamos a engullir las doce uvas al ritmo de las doce campanadas que marcaban el final de un año muy especial para mí. De los demás no había ni rastro.

-¡¡¡Feliz 2004!!!!! –Gritó alguien cuando el reloj marcaba las doce.

El comedor se llenó de gritos y jaleo y de gente casi borracha o totalmente borracha saludándose entre ellos sin ni siquiera conocerse. Graham se giró para felicitar el año a una chica morena que le abrazó por la espalda casi de imprevisto. Fue entonces cuando apareció Carlos junto a un espectacular Valeria y a un Toni bastante incómodo.

-¡Feliz Año! –Grité mientras abrazaba a mi hermano.

-Feliz 2004 –respondió con una sonrisa.

-Feliz año… Valeria, espero que este sea mejor que el anterior por lo que a nuestra relación respecta –le dije mientras la besaba en la mejilla

-El 2004 traerá muchos cambios, estoy segura de ello… -no entendí demasiado bien su respuesta pero no quise preguntar.

Cuando iba a felicitar el año a Toni, Graham se giró y me besó sin decir nada. Estuve tentado a rechazarle y separarme, pero algo se cruzó en mi mente: después de aquello, Toni entendería que entre nosotros no podía haber nada. Abracé a Graham y le devolví aquel beso.

Cuando nos separamos, Carlos y Valeria nos miraban estupefactos. En el gesto de Toni se podía ver la rabia contenida.

-Feliz año… -le dije tendiéndole la mano.

-Que te jodan… -bramó Toni justo antes de darse la vuelta y desaparecer entre la gente camino de la puerta de salida.

-Te has pasado… -dijo Carlos mirándome con total seriedad.

-¿Qué pasa? –Preguntó Graham sin entender muy bien de qué iba todo.

-Nada… -respondí.

-Ves a buscarle y discúlpate

-No

-Te has vuelto loco… -añadió Carlos.

-¿Qué os pasa? –Insistió Graham.

-Nada, que ya no me apetece estar aquí

-Pues vamos a un sitio más tranquilo… -respondió Graham mientras se daba la vuelta y empezaba a caminar hacia al salida. Le seguí.

Los ojos de Carlos, esa mirada diciéndome que me equivocaba, fue uno de los recuerdos más nítidos que guardo de aquella noche, pero entonces me pareció estar haciendo lo correcto. Graham por fin se había interesado en mí, no iba a ser yo ahora el que le rechazase.

Salimos a la calle y hasta donde alcanzaba mi vista (limitada por los efectos del Cardhu) estaba repleta de coches. En un momentáneo ataque de lucidez desee que, después de que el alcohol corriese en aquella fiesta, ninguno de aquellos coches se moviese de allí.

-¿Has bebido?

-Bueno, un poco… pero controlo –respondió Graham cuando nos acercábamos a su coche.

-No sé yo si fiarme

-¿Quieres llevarlo tú? Este coche va casi solo

-No, no… yo estoy peor.

Cuando entramos en el coche, nos miramos. La cara de Graham desprendía un encanto pícaro y travieso que te desarmaba. Era un cabrón, uno de esos tíos que cuando salen de casa para ligar se dejan SIEMPRE (esa es la diferencia con otros tíos como por ejemplo yo) los sentimientos doblados y guardados en el armario. Lo sabía ya antes de liarme con él por primera vez y lo tuve muy claro la noche de fin de año… pero aún así deseé que las cosas fueran de otra manera, al menos por una noche.

Volvimos a Barcelona por una autopista casa desierta. Cruzamos la ciudad en dirección a casa de Graham. Alguien que tiene un Porsche Cayenne Turbo valorado en más de 110.000 euros está claro que no vive en La Mina. Al llegar a Glòries, Graham enfiló la Diagonal. Cuando estábamos a la altura de Paseig de Gràcia, Graham giró a la derecha en los Jardines de Salvador Espriu y siguió por Gran de Gràcia. A media calle, Graham detuvo el coche, cogió el mando del parking de la guantera y lo accionó. Entramos en el parking de un edificio bastante viejo, lo cierto es que había imaginado algo distinto para Graham. Ya en el ascensor reemprendimos nuestra conversación.

-Has estado muy callado durante el viaje

-Buffff –resoplé-. Intento superar el mareo

-Jeje… que poco aguantas.

Cuando entramos en el piso de Graham tuve que tragarme mis propias palabras acerca de su casa. Lo cierto es que ocupaba toda la planta del edificio, los muros cortina habían sido eliminados, dejando sólo las paredes maestras, aquello era un loft en toda regla. Paredes de ladrillo cocido, columnas de hierro que ocupaban el espacio dejado por las viejas paredes y dividían los distintos ambientes, profusión de madera tanto en el suelo como en algunas paredes o en las mamparas divisorias, etc. Los muebles, minimalistas, extremadamente sencillos y muy repartidos. El piso parecía casi vacío. Me quedé de pie en medio del salón-comedor-cocina mientras Graham cerraba la puerta. Se quitó la cazadora y se acercó a mí. Empezamos a besarnos. Me quitó la chaqueta y la lanzó sobre el sofá. Mis manos volvieron a posarse en su pecho. Entonces me detuve.

-¿Qué pasa?

-No sé

-¿No sabes?

-Bueno, uffff… es complicado –respondí confuso.

-Tú dirás –dijo Graham poniéndose serio.

-Es que pienso en mi amigo, Toni

-¿Quién es?

-El que nos ha visto liándonos en la fiesta

-¿Esta colgado de ti?

-Más o menos

-Bueno, ahora no puedes hacer nada por él ¿no?

-Supongo que no

Graham volvió a besarme mientras sus manos me acariciaban la polla por encima de la ropa. Volví a detenerme. Graham me miró. Sin decir nada se separó unos pasos de mí y empezó a desnudarse. Primero la camisa, luego los zapatos y los calcetines. Se detuvo frete a mí, con unos slips blancos de Versace.

-Como quieras… puedes irte corriendo o quedarte… o puedes quedarte y venir corriendo… -Graham hizo una pausa para bajarse de un tirón los slips dejando ante mi vista una preciosa polla en semierección- …o puedes quedarte y correrte

Continuará