Lush

Hay que ver con la tecnologia.

Llegados los postres alzaron las copas de cava y brindaron con una sonrisa.

  • Feliz cumpleaños, cariño – Dijo Pedro meloso.

  • Gracias, amor – le contestó Sara.

  • Ahora es el momento de los regalos – mientras veía como ella, después de dejar la copa, hurgaba en la tarta con una cucharilla.

  • ¿Sí? ¿Regalos? Así, en plural

  • Aja. No te mereces menos cariño – mientras extendía un pequeño envoltorio que Sara tomó con cara de felicidad.

  • Ohhh que bonitossss – dijo encantada, después de abrir el paquetito y el estuche que contenían unos pendientes de oro blanco con un diamante engarzado en cada uno. - Cuanto te quiero amor. - Detrás recibió otro paquete más voluminoso, que le hizo pensar en un perfume.

  • ¿Qué es esto? - Dijo abriendo la punta del paquete

  • Una sorpresa cariño, una sorpresa – Sonriendole

Sara fue desenvolviendo con cuidado el paquete, extrañada.

  • Esto no es perfume,- él negó riendo - ¿lus qué?- él se rio divertido.

  • Lush... Lush – casi le deletreó

  • Ya bueno, pero ¿Qué es? - miró un poco la foto de la caja – Esto rosa... parece un espermatozoide hiperdesarrollado – dijo, provocando la carcajada de Pedro.

  • Es un juguete cariño. Es un juguete sexual – ella enarcó las cejas mirándole – Para divertirnos los dos.

  • ¿Cómo se te ocurre darme esto aquí? - mientras cerraba el envoltorio con cierto nerviosismo- ¿Qué tipo de juguete?

  • Es que quería verte la cara cariño. - sonrió pícaro – A ver, es una especie de consolador controlado a distancia. - ella le miro con cara de sorprendida

No es que Sara no conociera lo que era un consolador. Es más, ella guardaba en su mesilla dos, también regalo de Pedro. Buenos ratos habían pasado juntos con ellos. Pero ¿Uno a distancia?

  • A ver Pedro -dijo metiendo el paquete en el bolso - ¿Cómo se te ha ocurrido esto?

  • Pues la idea me la dio Salva

  • ¿Salva? ¿Salvador? ¿Ese sabe que me has regalado esto? - su gesto había cambiado. Fruncía el ceño augurando un mal humor incipiente.

  • A ver Sara. Solo le comenté que no sabía que regalarte para sorprendente y él me dijo que a su mujer le había regalado eso y que se divertían a muerte con el cacharrito. Me pareció buena idea. Así que me decidí a comprártelo, pero saberlo... no lo sabe – Mejor era no decirle que fue con su amigo a comprar el chacharrito al mismo sexshop donde Salva lo había comprado. Hasta hicieron comentarios jocosos sobre como se pondría Sara usándolo.

  • Pero ¿cómo se te ocurre? A Salvador. Con la manía que le tengo. No lo puedo ni ver. Es un salido. Ya sabes que te expliqué que el tío me metió mano en el cine, estando en el instituto.

  • Bueno, pero también gracias a él nos conocimos.

Sara miró al techo resoplando. Para que contarle, pasados tantos años, que, además de meterle mano en todo el coño, ocultos en la oscuridad del cine, le enseño como pajear su polla hasta que le bañó la mano de leche. Que, después de presentarlos y empezar a salir juntos, el tal Salva siguió intentándolo todo con ella, eso si, sin conseguirlo. Bueno.,. Sin conseguirlo del todo. Porque anda que no se dejó meter mano en la disco aquellas navidades, pero porque estaba un pelín colocada y Pedro se había ido a fumar un cigarro... que si no nada. “Uff como me corrí en medio de la pista con sus dedos bien metidos en mi coño”. Y bueno... Aquella otra vez ya en la Uni en su coche... Claro que ella se negó a tragar. “Solo faltaba que me bebiera esa asquerosidad”. Pero eso fue por culpa de que andaba un poco triste porque había tenido una pelea con su novio. Menos mal que él se casó y ya dejo de estar detrás de ella. Aunque... Bueno cada vez que coincidían en alguna cosa no se privaba el de pegarse algunos rozones en su trasero... incluso delante de su mujer. “Pero vamos que no dije nada por no montar un espectáculo delante de tanta gente”.

  • Sí, es lo único bueno que hizo. - refunfuñó – Sabes de siempre que no lo soporto. En fin. Si no lo sabe... -Pedro sonrió viendo que la tormenta escampaba.

  • Luego, cuando llegues a casa, puedes ir mirando las instrucciones y prepararlo para que juguemos esta noche ¿Sí?

  • No, no. Ya lo haremos cuando llegues.

  • Venga mujer, si lo miras y lo preparas ya podremos jugar cuando llegue. Me hace mucha ilusión. Vamos, que por mí... si supiera como, esta tarde... mmmm – la cara viciosa de Pedro hizo reír nerviosa a Sara

  • Calla, calla. Bueno, me lo pienso.

Terminada la sobremesa abandonaron el restaurante. Pasearon, riendo cogidos del talle como enamorados, hasta el parking. Antes de marchar, cada uno por su lado, se dieron un beso muy intenso de esos que la gente gira la cabeza para mirar.

  • Mmm, te quiero Saray

  • ja ja ja ¿Saray? ¿Volvemos a ser novios en el chat? – le dio un pico – Te quiero Fabi – volvió a reír - ¿Cuántos años hace que no usamos esos nombres? Un día tenemos que volver a chatear como entonces ¿Te acuerdas? - se rio.

  • Mira, es una idea. Siempre podemos ser Saray y Fabi con el cacharrito ese.

  • Bobo – le dio un manotazo en el hombro antes de darse otro beso corto e ir cada uno a su auto. Él, camino a su trabajo, aún quedaba mucha tarde por delante. Ella, camino a la casa.


Cuando Sara llegó a su piso se fue directamente al dormitorio. Dejó el bolso a los pies de la cama. Se fue desnudando tranquilamente, cuidando la ropa que se acababa de quitar. En bragas y sujetador se miró en el espejo mientras se despojaba del sujetador. Sonrió pensando que no estaba mal todavía. Que todavía estaba buena. Solo había que ver los ojos que se le ponían a Pedro cuando ella le ofrecía las tetas y dejaba que se comiera sus pezones como un bebe grandullón y goloso. De pensarlo los pezones se le erizaron, tuvo que amasarse un poco los pechos, mirándose con una sonrisa levemente libidinosa, tal vez pensando en lo que les esperaba cuando él regresara del trabajo.

Suspiró y se puso un pantaloncito corto. Una camiseta negra de manga corta y unas zapatillas cómodas.

Se inclinó sobre el bolso y sacó la cajita de los pendientes. Se acercó al espejo y se los probó poniéndolos ante los lóbulos de las orejas. Le encantaban. Tanto que sonreía mirando al espejo. Suspiró. Los guardo en la cajita y luego dentro del cajón de sus cosas.

Volvió a la cama. Sacó la caja del lush y su smartphone. Se encogió de hombros pensando porque no hacer lo que le había pedido Pedro. Tenía ganas de que volviera. Sentía un ligero cosquilleo en el vientre que le anticipaba las ganas que tenía de empezar a jugar con él.

Sentada en el salón estudiaba el contenido de la caja. Con dos dedos cogió el aparatejo.

“La verdad es que parece un espermatozoide hiperdesarrollado” se rio algo nerviosa. Lo dejó encima de la mesa con cierto asquito. Empezó a leer las instrucciones. “Primero lavarlo. A ver...” - estudio el documento - “Con agua tibia... Vale... Lubricar con un lubricante con base acuosa... Vaya... ¿Eso donde se consigue?” - pensó que tal vez su lubricante íntimo tuviera una base acuosa. Tendría que mirarlo.

Se tenía que cargar al menos una hora. “Pues venga. Primero lo limpio y luego lo pongo a cargar”.

Sara se fue al baño con el apartito cogido con dedos por el rabito. Lo lavó en el lavabo con agua y un poquito de gel de baño. Cuando terminó procedió a secarlo con la toalla. Se mordió el labio mirándolo. Lo apoyo en su vientre, sobre el short, haciendo cálculos mentales, pensando si entraría bien o no. Al fin se encogió de hombros y volvió con él al salón. Lo puso a cargar.

Mientras, se fue a la cocina a ponerse un cortadito descafeinado. El runrun de su vientre ya había desaparecido. Volvió al salón para seguir leyendo las instrucciones.

“Conexión. Mmmm. Tengo que bajarme la app. Bueno. A ver”. Mirando en la tienda de su smartphone localizó la aplicación. “Aquí. Sí. Esta es”. Le dio a instalar. Cuando finalizó la instalación, abrió el programa para estudiarlo un poco. Tenía que registrarse en la aplicación. Pulso el botón de registro.

“Nombre... Mmmm... ¿Qué nombre?... Mmm” Sonrió recordando su despedida de Pedro. “Saray... Claro. Que malo”. Tecleó el nombre y dio aceptar. Tras unos segundos se aceptó el Nick.

La app indicaba que no había ningún dispositivo conectado. Miró las instrucciones.

“Vaya. Así que enciendo el aparatito y, con él encendido, pulsó el botoncito de la app y me dirá que está conectado. Bueno. Mejor espero a que se cargue un poquito más”. Aprovechó para whasapear con varias amigas, puso varios comentarios en sus redes sociales, agradeciendo las felicitaciones por su cumple. Finalmente volvió a la app de Lush

Abrió los ojos desmesuradamente. Alguien quería contactar con ella. Al lado del nombre el botón de aceptar y el de rechazar.

  • Será bobo – se rio. - Pero mira que es bobo

Aun riendo, leyendo el nombre de Fabi pulso el botón de aceptar.

“Hola. Ya lo has instalado ¿Eh?”

“Serás tonto, Pedro. Mira que... seguro que estabas vigilando a ver cuando terminaba de poner la app” - Varias caritas riendo fueron la contestación

“¿Ya lo has probado?”

“Nooooooo quedamos que cuando vengas”

“Venga... venga.. ya que estamos, vamos a probarlo”

“Que no, Pedro, vaya vergüenza”

“Pero si estás sola, boba”

“Ni siquiera está cargado, no lo tengo conectado o lo que sea”

“¿Cuánto lleva cargando?”

“Como una hora”

“Pues ya está. Seguro que para probarlo vale” – ella levantó los ojos al techo con una sonrisilla

“Queee nooo, Pedro. Que empiezas y luego no paras”

“Venga amor, venga... enciendelo” – Ella resopló

“Bueno, vale, pero solo eso ¿Eh? Solo conectarlo”

Varias sonrisas y un ok fue la contestación. Encendió el aparatito y luego dio al botón de conexión de la app. La aplicación indicó que se había conectado.

Iba a decírselo a Pedro cuando el aparatito vibró un poco. Ella lo miró asustada.

“¿Funciona?” - leyó en la aplicación

“¿Has sido tú?” – tecleó rápido

Sonrisita

“Bueno. Pues funciona. Lo apago ya” – tecleó

“Espera, espera... vamos a probarlo ¿No? ¿Por qué no te lo pones?

“¿Qué dices? Que no”

“Vamos, cariño, por favor. A ver como te sientes con el puesto”.

“Que no, que no. Menuda verguenza”

Tuvo que insistir varias veces antes que Sara fuera hacia el baño con el cacharrito colgando otra vez de su mano. Alli se bajó el short y las bragas. Haciendo muecas fue buscando como meterse eso en la vagina. “Pfff, és un poco gordo” resopló cuando consiguió meterlo entero, con el rabito tontamente saliendo entre sus labios. Balanceó las caderas y no sintió nada raro a excepción de, tal vez, un poco de sensación de estar llena. Se subió las bragas y el short y volvió al salón.

Andaba por la mitad del pasillo cuando aquello vibró dentro de ella. Apenas sorprendida llevó su mano a la ingle y apretó suave.

-Pero... pero... - Masculló para sí. Empezó a andar más rápido. En la puerta del salón recibió otra vibración un poco más intensa que la hizo estremecer. Se inclinó sobre ella misma con las manos apretando su ingle resoplando.

  • Pedro, Pedro.. Que cabrón.. ufff, lo voy a matar.- Se fue hacia la mesita, cuando estaba inclinada cogiendo el smartphone recibió la tercera vibración, apenas más intensa que la anterior, que la hizo gemir, metiendo la mano entre sus muslos, frotando su vulva con fuerza para calmar la sensación - cabronazoooo

Se dejó caer en una silla de comedor. Resoplaba pegada a la mesa. Tecleó con furia en el teléfono

“Pedro. Deja de hacer eso ¿Me lees? Deja de hacer eso”

La respuesta fue tan intensa que se arqueó en la silla con un largo gemido mientras los muslos temblaban.

“¡¡Que pareeeesssss!! Me lo voy a quitar ¿Me lees? Me lo voy a quitar”

“Venga Sara, si me estás mintiendo. Seguro que no lo llevas puesto”

“Claro que lo llevo. ¿No ves como me estás poniendo?” -resopló mientras tecleaba

“Anda, pon voz. Por lo menos no tengo que leer. No vaya a ser que entre alguien del despacho y me pille”.

“Si hombre... me oirán”.

“No, no. Que me pongo cascos”. - Sara pulso el botón de voz

  • ¿Me oyes? - dijo con voz dubidativa

“Si, si.Te oigo” - Tecleó él

  • Pues eso... Que no sigas, que me pone muy nerviosa

“¿Pero lo llevas puesto? ¿Eh? ¿Lo llevas puesto?”

  • Que sííí, tonto... Que sí lo llevo

“A ver... quiero ver como lo llevas puesto...”

  • ¿Cómo verlo?

“Sí. Dale a la camarita y enséñame”

  • ¿Estás loco Pedro? - Lo cierto es que esa conversación y las sacudidas del aparatito ya estaban poniéndola un poco más que excitada. “Vamos, que estoy caliente como una plancha y encima me pide esto”.

“Venga cariño, venga. Ensañemelo”

  • Como eres, Pedro... - nerviosa pulsó el botón de imagen, sin darse cuenta de que había pulsado el botón de vídeo. Mientras, ella se deslizaba en el asiento recostándose, se soltó el botón y bajó la cremallera. Su cara estaba frente al objetivo, con el ceño fruncido por la concentración, mordiéndose el labio y las mejillas arreboladas. Un susurró surgió del smartphone

  • Joder cielo, vaya cara de cachonda tienes – Sara se sobresaltó al oir la voz. Se quedó quieta mirando la pantalla.

  • ¿Pedro? ¿Eres tú? Casi no te reconozco

  • Estoy susurrando nena, no vayan a oírme. Uff, que cara tienes. ¿Estás caliente? ¿Verdad? -mientras Sara recibia una descarga de vibraciones pequeña que le hace jadear y cerrar los ojos – Cari, cari Que carita de gusto pones. Enséñamelo. Enséñame el coñito

-No me digas esas cosas, Pedro – gimoteaba - No me digas esas cosas. - pero Sara se levantó de la silla, se bajó la cremallera del short, para apartarse luego las bragas y enfocar la cámara hacia dentro.

  • Jo, nena, no se ve. Anda bájate el pantaloncito y siéntate. Quiero verte bien

Sara, nerviosisima, miró al techo y resopló. Se sentía muy excitada, cada vez más.

Se bajó el short y las bragas para luego sentarse en la silla, abriendo un poco los muslos para enfocar la cámara entre ellos

  • Esto y ya ¿eh? Pedro. Esto y ya, no más... ¿Vale?... - Recibió una descarga que la hizo jadear y luego otra más intensa que hizo que temblaran sus muslos – Noooooo Pedro. Noooo, para

  • Uuff. Cari, cari. Como te pone. Te tiembla todo, nena. Diosss, que caliente me estás poniendo, diosss

  • Ya vale, Pedro. Ya vale. Se acabó. Me lo quito. Ya está bien. - mascullaba entre dientes con la respiración descontrolada. Dejó el teléfono sobre la mesa, se levantó, con intención de extraer el aparatito, cuando una larga e intensa descarga la sacudió, tan fuerte que hizo caer la silla a su espalda. Se apretó con ambas manos la ingle, gimiendo como una loca, medio encogida porque la vibración no cesaba y toda ella se sacudía como si tuviera un ataque

  • Pedroooooooooooo paraaaaaa -gritaba suplicando

  • Que rico ¿Eh? Anda que no estás gimiendo como una putita

  • Ppedroooooooooo

Le temblaban tanto las piernas que se vio obligada a apoyarse sobre el tablero de la mesa. Entre gemidos se fue dejando caer sobre la mesa hasta que su tronco reposó entero encima del tablero, quedando casi de puntillas. El smartphomne quedó bajó su cara

-No sigas. Nnooo. Para, para, para – Suplicaba incapaz de hacer nada más que aguantar las descargas continuas que recibía dentro de su vagina.

Sus piernas temblaban, descompasadas, desde los muslos a los pies, con movimientos casi compulsivos. Su trasero se agitaba dando golpecitos hacia arriba y abajo. Sus manos aferradas al borde de la mesa clavando las uñas. Sus pechos aplastados contra la superficie de la mesa frotándose contra ella sin darse ni cuenta. Su cara era un poema. Una cara que reflejaba todo lo que está sintiendo. Con los ojos ora apretados ora inmensamente abiertos y en blanco. La boca tensa apretando los labios o abierta jadeando como loca intentando respirar.

  • Dios, nena, Dios nena. Que cara de puta tienes. La virgen. Como me gusta la cara que pones

  • Ppara... Paraaaaa... Paralooooooo – gimoteaba desesperada

-¿Quieres? Entonces dime que eres mi putita

  • Nnooooo... Pedrooooo... noooooo... por piedad para esoooooooo

  • Dímelo. ¿Quién es mi putita?

-Pedroooo... Joder... joderr... Me mataaaaa. Yo, yo, yo, yo, yoooo... Soy tu putita, soy tu putitaa... ohhhh... Soy tu putita – sufrío una convulsión al recibir una descarga todavía más fuerte - ¡¡AAAhhhh!!! - Gritó, empezando a tener un orgasmo que la arrasó.

-Así, así, así. Cari... Así, así, Mmmm como me gusta que disfrutes putita. ¡¡Putitaaa!!

  • Te mataré... Te mataré, Pedro. Te mataréeee – gimoteaba frotándose contra la mesa como una gata en celo intentando recuperarse del orgasmo.

  • Nena, tengo que ir a una reunión, hoy llegaré tarde cari, pero, cuando termine la reunión, mmmm vete preparando uff que voy a cogerme a mi putita con eso otra vez

-De eso nada de nada ¡¡Aahhh!!! - gimoteó al recibir otro flojo – Vale, vale, vale Lo que quieras, Pedro. Lo que quierasssss

Escuchó el 'clinc' de que la comunicación se había cortado. Sara jadeaba lentamente encima de la mesa. “Ha sido... Dios como ha sido” pensó. Intentaba incorporarse y aún le temblaban las piernas. Bajó la mano a su entrepierna, fue estirando del rabito hasta que salió el aparatito, notando como había empujado parte de su flujo que empezaba a deslizarse goteando por sus muslos

Con paso vacilante cruzó el salón, avanzó por el pasillo hasta llegar al dormitorio. Se dejó caer sobre la cama, boca arriba, aun respirando entrecortadamente. Terminó por quitarse el short y las bragas empapadas. Aferrando el móvil y el aparatito cerró los ojos y entró en un duermevela reparador.

Sara no supo el tiempo que había pasado transpuesta cuando se despertó. Se lamió los labios humedeciéndolos. Varios sonidos en su mano izquierda le hicieron saber que estaba recibiendo mensajes. Levantó la mano y miró. Otra vez estaba Fabi conectado. Le estaba preguntando si estaba ahí. Tres veces le había preguntado. No tenía fuerzas para teclear. Pulsó el botón de voz

  • Sí, estoy. Es que me he dormido un poco – susurró al teléfono

  • Hola, preciosa – Oyó la voz susurrante de nuevo – pensaba que te habías enfadado conmigo.

-No, Pedro. No. Pero es que... Ufff... Ha sido muy fuerte

-Ahora será más, cielo - la voz de Pedro la envolvía.

  • ¿Por qué no hablas normal?

  • Me pueden oír y no es plan ¿no?

  • Sí, claro, sí.

  • Enciende la cam, anda. Quiero verte.

  • Nooo. No empieces Pedro

  • Vamos enciendela

Al fin Sara, con un estremecimiento en el vientre, dio al botoncito de la cámara, se enfocó su propia cara

-Vaya. Nena aun se te nota el calentón que has tenido. Que cara de putón tienes.

  • Ni imaginas lo fuerte que ha sido, Pedro – Sonrió, con cierta lascivia, Sara

  • Anda cariño, enséñame el cuerpo – Sara vencida por todo lo que ha sentido no dudó en mover la cámara mostrando su cuerpo, tendido sobre la cama. - Te has quitado el pantaloncito y las bragas. Que putita te ves con el chichi al aire.

  • Es que me molestaban, las bragas las tenía mojadas

  • Serás guarrilla – acompañado con una risa lujuriosa

  • Pedrooo, que cosas me dices

  • Anda, quítate la camiseta esa, venga

  • Nnooooo. No seas así

  • Venga amor, quitatela. Quiero verte las tetitas

  • Como eres, como eres – susurró, dejando el teléfono en la cama. Se incorporó para quitarse la camiseta. Volvió a coger el teléfono, se enfocó directamente a los pechos – ¿Te siguen gustando?

  • La madre, como tienes los pezones, amor. Nunca te los había visto tan duros. ¿Tienes ganas?

  • Un poco, pero esperamos a que vuelvas ¿eh?

  • ¿Para qué esperar cielo? ¿Dónde está?

  • ¿El qué?

  • No te hagas de rogar, cari ¿Dónde está?

-Jo, Pedro. Aquí en la cama. - lo levantó y se lo enseñó a la cámara

-Pontelo, cielo

-No, no

-Síiii, pontelo enfocando. Quiero ver como te entra. Vamos dame el capricho

Sara se removió inquieta en la cama, por una parte temiendo a su marido, por otra deseosa. Al fin enfocó su vulva, fue metiendo el aparatito dentro de su vagina con un gemidito

  • Uff nena, nena. No imaginaba que pudieras ser así de putita. Enciendelo un poquito

  • Pedro, que te conozco.

-Venga, hazlo. Sí estás deseando

Apretó el botón de encendido para luego vincularlo al smartphone. Casi instantáneamente recibió una descarga ligera en su vagina que la hizo gemir

  • Te ha gustado ¿Eh?

Miró al objetivo y asintió mordiéndose el labio.

-Tienes ganas que te folle ¿Eh?

  • Uff. Estoy deseando que vuelvas

  • No. Quieres que te folle con eso ¿Verdad?

  • Pedro, no... cuando venggaaaasss – estiraba la palabra, convertida en un gemido al recibir una vibración un poco más intensa - No hagas eso

¿Qué no quieres que haga? ¿Esto? - mientras lo escuchaba se le sacudían las caderas ante otra vibración algo más larga e intensa

  • Pedroooooo

  • Dime que quieres que te folle. Dímelo

  • Jooo noooo, no te voy a decir eso

  • Dímelo, venga, dímelo

  • Uff Pedro... Ooohhhhh – Esta vez la vibración era más larga aunque más suave lo que no impidió que su mano bajara a su vulva para apretarla desesperada

  • ¿Entonces? ¿Me lo dices?

  • Uff. Que cosas me haces decir. Sí, sí quiero

  • ¿Qué quieres?

  • Jjooo. Que me folles. Que me folles, Pedro

  • ¿Cómo a una putita? – Mientras se repetía la vibración haciendo que Sara apretara los dientes, temblando

  • Sssííí. Sssíí Como a una putita. Como quieras. Como quieras

  • ¿Cómo quiera? - se reía a través del telefono – Que puta

  • Sssíííí, pero paraaaaa – ella se retorcía sobre la cama pataleando.

  • Estoy deseando verte. A ver como. - mientras las vibraciones cesaban y quedaba tirada sobre la cama jadeando. Se hizo el silencio durante un minuto

  • Pon el teléfono en la mesilla vertical para que te pueda ver. Apoyalo en algo.

Sara miró la mesilla. Colocó el teléfono apoyado contra la lamparilla. Estaba excitada, muy excitada y quería, deseaba, que siguiera. Que aquello siguiera.

  • Más vertical. Colócalo más vertical – Sara obedeció las indicaciones, tuvo que mover un libro para apoyarlo contra el smartphone para que no cayera hacia delante

  • Un poco más a la derecha.- empezó a mover el teléfono – No, no, a la izquierda – corrigió la dirección – Ahí. Para.

  • ¿Qué ves?

  • Casi toda la cama y la puerta. Está perfecto. Anda sube, ponte a gatas cariño, vas a ver como te pongo

Sara obedeció, subió a la cama a gatas mirando al teléfono, estremeciéndose.

-No, no. Date la vuelta. Quiero ver tu coñito y tu trasero mientras te follo - Ella rebufó, pero se dio la vuelta, totalmente colorada sabiendo el aspecto que tendría ante la cámara – Un poco a la derecha. Así, así. No te muevas. Anda, cielo, abre bien las piernas que te lo vea. - Sara, impúdica, separó las rodillas, sabiendo que le estaba dando la visión perfecta de su coño con el rabito del aparato colgando – Asíí, asíí. Baja la cabeza. Así. Ponte como me gusta.

  • Tú nunca me dices que te gusta así – murmuró, mientras bajaba el tronco hasta que los pechos rozaban el colchon con la cara apoyada en él.

-¿Qué no me gusta joderte en cuatro? Venga ya

  • Bueno. Sí te gusta, pero no me lo dices.- ya empezaba a balancear las caderas haciendo girar muy lento su trasero

  • A ver si es verdad lo que me han dicho que és como si te follara... - A Sara le asaltó una duda

-¿Quién te ha dicho essssssooooo? - La vibración intensa le hizo olvidar todo. Sus muslos temblaron y se tuvo que agarrar a la colcha fuerte, mientras cerraba con fuerza los ojos.

-Mmm te ha gustado ¿Eh? - Sara levantó y giró la cabeza para mirar el smartphone. Suspiró fuerte y asintió, provocando una risa lujuriosa. - A ver... era... así... empieza flojo y luego sube hasta el máximo, como si te entrara mi polla. A ver...

Sara jadeó notando como la vibración empezaba a subir más y más, hasta llevarla al paroxismo, para luego ir decayendo..

  • Oohh por favorrrrrr – Todo su cuerpo temblaba

  • Es como si te la metiera ¿eh?

No sé, no sé. no sé – balbuceaba ella

Volvió la vibración a arrasarla, subía y bajaba lento, una y otra vez. Sin parar, sin parar. Haciéndola jadear cada vez mientras su cuerpo se sacude al ritmo de los temblores de sus muslos

  • Así ¿Eh? Así. Mira, mira como te follo, mira putón.

  • Sssíiíí, Ssííí. Oh Dios. Me follas, cabrón. Me estás follando Pedro – masculló entre dientes

  • ¿Paro, putita? ¿Paro? - le decía entre risitas

  • Nnnnnnnooooo – gemia temblorosa

  • ¿Qué quieres? ¿Eh? ¿Qué quieres?

  • Que me folles... Que me folleeeeessss

Las subidas y bajadas de la vibración se hicieron mucho más rápidas. Sara sentía como si las vibraciones más intensas golpearan directamente en la entrada de su útero. Ni se daba cuenta como se retorcía sobre la cama, gimiendo como si estuviera en celo.

-¿Te gusta? ¿Te gusta?

  • Sssssííí

  • Que puta eres, Sara. Que puta ¿Eres una puta?

  • Lo que tú quieras. Lo que tú quieras, Pedro. Pero no pares... no paressss

  • Dimelo, dime que eres

  • Oohhhhh noo paresssss, Sí, sí, síí. Soy una puta. Una putaaaa

Sara estaba al borde del colapso Todos sus sentidos estaban puestos en ese punto que vibra dentro de ella. Ni se da cuenta del golpe de algo al caer frente a ella. Solo estaba, jadeante, sacudiéndose como una loca con todo el cuerpo cubierto de sudor mientras balbuceaba obscenidades.

La vibración vuelve a subir más, más, más, más y aún más. Nunca había sentido tanta vibración. Gritó desesperada, con los ojos cerrados y la cara contra el colchón mientras empieza a convulsionar

  • ¡¡Pedroooooooooooo!!

El orgasmo la arrasó entera durante segundos. Ni se dio cuenta cuando dejó de vibrar el aparato. Las contracciones de su vagina eran suficientes para mantenerla en lo alto de la ola de placer que la había invadido.

Poco a poco se fue relajando, jadeante sobre la cama. Levantó la cara con la vista todavía borrosa. Miró hacia la puerta, creyendo ver una sombra parecida a unos pies. Fue subiendo la mirada poco a poco, mientras se le aclara la vista, aun con un rictus de vicio en su cara.

Sí. Era una figura humana. Se le iba aclarando la vista. Su boca se abrió con asombro. “No puede ser”. Su mente se negaba a integrar lo que estaba viendo. “No puede ser. No puede ser”.

Ante ella, en el vano de la puerta, un hombre la miraba absolutamente pálido con la cara desencajada. Sara empezó a balbucear mientras se hacía la luz en su cerebro.

-¿Pedro? Pero ¿Pedro? Pedro... Pedro.... ¡PEDRROOOOO!! - terminó gritando desesperada

A su espalda una carcajada diabólica resonó un instante antes de oírse el 'clinc' de la desconexión.