Lunes inolvidable

Me invitaron por internet a un lugar donde la movida gay se desplaza en paz y la acción sexual se vive a full.

Ocurrió una noche de verano, de este 2009, en Buenos Aires. Yo vengo del interior (del sur del país) y un poco te cansa la búsqueda de personas para pasarla bien, pues uno solo quiere conocer hombres gay, tratarlos como a uno le guste que lo traten, pero no sirve el chat, ni esos boliches que anuncian "la gran noche", más para una persona de 40 años como yo, que no quiere vueltas sino concreciones.

Por Internet (después de leer un anuncio y consultar) me invitaron a un lugar ubicado en un hotel, y que funciona solo los lunes. Entré a eso de las 10 de la noche. Me mostraron el lugar, con cientos de recovecos y sin que falte nada. La atención de primera. De repente estaba tapado solo por un toallón, y muchos en bata. Todos nos paseabamos "blanquitos", en la penumbra, con música de fondo espectacular y empezó la función…la mía.

Me senté al lado de un tipo que se abrió de piernas y me dejó que le chupara la pija hasta que me cansé. Mientras tanto yo me iba acomodando en el sillón, y otro me tocaba el culo suavemente. Al que le chupaba, le veo un gesto de "tiempo", para que la sigamos después. Me dijo "gracias". Era un gringo extranjero. Se fue, prendí un pucho y se sentó otro flaco. Se sobaba la chota delante de mí, abrí mi boca y enloqueció. Al rato me pidió penetrarme. Le di un forro y me senté encima de él. "Me estás cogiendo" me decía, y yo no dejaba de mover el culo en círculo y buscando las mejores posiciones sentado arriba y de espaldas a él. No aguantó más y acabó. Me dio un beso y se fue.

Pensé que con eso estaba, por ser mi primera vez en ese lugar, pero había pasado una hora desde que entré y había más gay, todos divinos, con un trato excelente. Todos podíamos mirar a todos. Me acerqué a un lugar donde hay una "gran cama" por llamarlo de algún modo, y ahí corrí la toalla de uno que me invitaba a chuparle la pija. "Que bien que la hacés", decía y a la cama se fueron arrimando otros. De repente estaba chupando otra pija, mientras estos dos se besaban, y yo los miraba sin poder creer que eso me pasaba a mí. Se fue el primero y quedé con un morochito que me llevó al "fondo de esa cama" y le chupé todo el cuerpo, sin soltarle la pija. Me pidió cogerme, y otra vez, poses y entradas solemnes. Nos miraban unos cuantos, mientras el me puso de perrito y acabó como un toro. Nos despedimos.

Ya está? Me dije. No. Había cada vez más gente. Chupadas de pijas alrededor, uno que se sentaba y tres dandole de mamar. Se tocaban los culos, las bolas, se besaban. Me acomodé al lado de uno que se comía todas las pijas que pasaban, y ahí empecé a recibir yo. Una, dos, tres, cual de todas mejor. Mi boca no daba más. Pero quería, y quería pija. ERA LA NOCHE SOÑADA.

Me levantaba de ese lugar y me iba a otro espacio, otro piso. Se repetía la lujuria. Todo lo morbo me rodeaba. Nadie hablaba; nos tocábamos, chupábamos y olíamos lo mejor del hombre. Perdí la cuenta de las chupadas que me mandé, me cansé de calcular centímetros de pijas. Ya llevaba más de dos horas, y mi cuerpo no podía más, ni que hablar de mi boca.

Me preparé para hacerme una paja y aparecieron tres más para que los mame. Al final quedó uno bastante rollizo, pero dulce cien por cien. Se calentó tanto que me pidió cogerme: ¡ERA EL TERCERO! Resultó ser un policía, que me calentó a mil con sus maneras de darme vuelta, de acariciarme, finalmente, después de cogerme por más de media hora, acabó. Por supuesto que estaban otros mirándonos y sobándose las pijas. Mientras acababa el gordo, otro me metía su chota por la boca. Al rato quedé solo, en un largo sillón y tapado por una cortina. Me hice la paja más sublime que recuerde. Salí extasiado. Fui al guardarropa y me preguntan como la pasé. ¡FUE EL MEJOR TIEMPO QUE VIVI EN MI PRIMERA EXPERIENCIA SEXUAL-GRUPAL! Vuelve el próximo lunes? Me preguntaron. No lo duden. Ahí estaré.

TOBIAS