Lunes de amantes y de saliva...
Los lunes solían ser los días que nos reuníamos... los días que los besos, la exploración y la saliva se volvían el plato principal de la noche. Besos de leche, de orgasmos, de palabras sucias, besos negros, besos por todo lado. Y esta fue nuestra última reunión... y por mucho la mejor.
Amantes de temporada. Hoy viene. Luego de miles de mensajes expresándonos nuestras más profundas fantasías eróticas que solo una o dos personas en toda tu vida llegan a tener acceso o conocer, hoy era momento de vernos. Los lunes eran nuestros.
El deseo pocas veces se te desborda. Pocas personas te generan esa hambre, esa necesidad tan carnal. Así que espero a que el portón se abra, lo veo ingresar en su vehículo. Lo espero junto a la puerta, y me dirijo a la ventana del conductor. Yo, recién salida del baño con el cabello húmedo, sin peinar. Un leve brillo en mis labios, sin perfume, sin nada más que el olor a frescura y con la piel todavía húmeda. Mis piernas suaves, recién rasuradas con toda la paciencia para la ocasión. El coño sin rasurar, pero bajo y depilado a los lados. Los pies suaves, descalzos. Con sólo una camisa de mezclilla, larga, que cubre un hilo negro y un brassiere fucsia, que aumenta la sensación en mis pezones al sentir el roce con la tela a través del encaje. Un collar cae entre mis pechos y llevo tres botones abiertos de la camisa. Me siento bien puta, creo que sería capaz de cogérmelo justo ahí, podría venirme sólo de saber lo que nos espera.
Huelo a deseo, él huele a desesperación. Lo saco del carro no sin antes besarlo. Amo su lengua, pero sobretodo, amo su saliva... ¡me excita! ¡Me prende y me acelera! Su saliva es el afrodisíaco más delicioso que he probado.
Lo llevo al sillón, lo siento y me siento sobre él. Abro mis piernas y me siento a horcadas, comienzo a abrirme la camisa y poco a poco comienzo a mostrarle lo que le espera. Sé que lo que está viendo lo vuelve loco. No le alcanzan los ojos para comerme. Comienzo a besarlo, a olerlo, a meterme en su cuello y luego regresar a su boca. A su saliva. Siento sus manos tratando de agarrar mis nalgas por completo, pero sus manos no son tan grandes. Su boca es grande, su lengua es invasiva, su saliva es exquisita.
Nos ponemos de pie, lo desvisto y me quito la camisa... la música sigue sonando y no cruzamos palabra. Lo tomo de la mano y lo llevo camino al cuarto. Sin embargo, al llegar al desayunador, me detengo en seco y comienzo a restregarle mi culo mientras él se hunde en mi nuca y mi cuello, me agarra del pelo y me vuelve la cara para besarme mientras con la otra mano agarra mis tetas. De repente sus manos bajan a mi cadera apretándome y haciéndome chocar contra él, mis nalgas chocan contra su pelvis, su polla. Mi culo sube y baja, me inclino hacia al frente y lo siento embistiéndome fuerte, me quiere coger ahí mismo, pero no. Hoy no.
Llegamos a la cama, lo tiro sobre ella y me siento sobre él. ¡Me encanta estar arriba! Me encanta verle la cara. Me inclino a seguirlo besando. Nuestros besos son demasiado eróticos, demasiado profundos, me siento gemir cuando su lengua entra en mi boca, y la succiono imaginando que es su su polla deliciosa, a él se le va el aire. Le paso la lengua por los labios, succiono su barbilla, le paso la lengua por su cuello, sus mejillas y regreso a su boca. Saliva, saliva por doquier. ¡Y le escupo la boca abierta..! Eso lo excita, lo siento en su respiración, en sus embates. A mí me vuelve loca. Sus ojos cerrados, sus gemidos leves. Lo vuelvo a escupir nuevamente... ¡La delicia!
Lo sigo besando, con desesperación mientras lo agarro del cuello y me sigo restregando. La sensación de besarlo y apretarle el cuello me pone a mil. Besarlo sin parar, solo me alejo lo suficiente para ver los hilos de saliva que nos unen.
Sucia, me dice. ¡Zorra! Y la mirada se me pierde al oír eso. La piel se me pone de gallina, y me mojo aún más si es que es posible.
Dejo de besarlo. Me pongo de pie sobre la cama a la altura de su cintura, una pierna a cada lado y mientras me mira, me quito el hilo. Aprovecho que estoy encima y bajo para chuparle la polla, y asegurarme que esté dura y firme para sentarme en ella. Sentarme, que me llene, que me clave hasta el fondo mientras me agarra las tetas por encima del brassiere. Lo siento hasta adentro, tiro mi cabeza hacia atrás y lo siento... Lo siento adentro de mi cuando muevo mis caderas lentamente, lo siento caliente, duro... Sin embargo me levanto, me quito y se la vuelvo a chupar... Mmmmmm... ¡sabe deliciosa llena de mis jugos con los suyos! Agarrarla y darle vueltas despacio con mi lengua, metérmela hasta el fondo, sentir que pasa mi garganta y el reflejo de vomitar me ataca y los ojos se me llenan de lágrimas, pero no me importa, ¡me llena! Momentáneamente la dejo de chupar, me la saco de la boca. La agarro duro por la base con mi mano, la miro y lo miro a él... me la vuelvo a meter suavemente por un segundo pero me la saco de la boca ¡y se la escupo! Qué delicia... e inmediatamente la vuelvo a chupar sin dejar de verle la cara de deseo que tiene al ver lo que hago y sentir mi boca caliente envolver su polla...
Ufffff... extraño mis lunes.
Continuará...