Luna: Una sopresa en Madrid
Ella me miraba mientras me hablaba. La escuchaba, claro, pero me distraía mucho el ver a mi amigo Carlos en el otro sofá enrollándose con la otra chica. Los dos sosteníamos nuestras copas en la mano, como si de algo automático se tratase.
Ella me miraba mientras me hablaba. La escuchaba, claro, pero me distraía mucho el ver a mi amigo Carlos en el otro sofá enrollándose con la otra chica. Los dos sosteníamos nuestras copas en la mano, como si de algo automático se tratase. Yo estaba un poco borracho, lo suficiente como para dejar,e llevar pero también para controlar lo que hacía, pero esa chica era muy caliente. Y lo mejor es que me estaba calentando a mi también. Nunca he sido muy bueno para los primeros momentos. De siempre he esperado a que ellas diesen el paso. Tenía un cuerpazo, y aunque no tenía grandes pechos, los tenía bien marcados. Piernas largas y estilizadas que lucía con una elegante falda corta. Su piel era casi perfecta. Más bien pálida, pero con cierto color. Su larga, morena y lisa melena le caía dejando entrever unos hombros que se adivinaban preciosos bajo aquella blusa blanca. Me encantan los hombros de las mujeres. Pero es que no me podía concentrar. Mi amigo estaba ya casi encima de la otra chica, que aunque no tenía tan buen cuerpo, su escote revelaba a primer golpe de vista unas tetas de proporciones épicas. Además, era muy sexy, recuerdo que momentos antes lo habíamos comentado.
¿Que como he llegado a esta situación? No es muy largo de contar. Además, para eso escribo, para contaros lo que sucedió aquella noche. Lo que ha sucedido en mi vida en los últimos meses.
Aquella noche salimos dos amigo y yo. Era una de esas noche en las que no te apetece salir. Una de esas noches que terminan conveciendote que sólo serán un par de birras y para casa. Aquellas noches en las que terminan siendo más de dos birras y llegas a las 7 a casa completamente borracho y hecho mierda.
-Hoy no quiero discotecas- Les dije a mis amigos. Uno de ellos, el que más animado estaba me respondió que por él OK. Que esa noche iríamos de pubs.
Quedamos en un barrio que estaba lleno de sitios en los que apetecía entrar. Era un barrio antiguo de Madrid. Yo vivo en las afueras, así que Carlos, uno de los amigo con los que salía esa noche y yo nos arriesguamos y cogimos el coche. Digo nos arriegamos porque es casi imposible encontrar sitio en ese barrio de Madrid, incluídos los aparcamientos públicos. Nada más entrar en la calle en cuestión encontramos un sitio para aparcar. La noche nos sonreía. El pub no quedaba ni a diez minutos caminando.
Era una taberna Irlandesa, o eso intentaron los dueños dejándolo en un sitio forrado de madera con carteles de Guinness y unos 20 tipos de cervezas distintas en la carta. Sonaba U2 cuando entramos, quizá por eso asocié Irlanda a todo aquello. No había mucha gente. Era agradable, pero sin sillas a la vista. O estabas de pié o estabas de pié. Pero bueno, podíamos cambiar de sitio si nos cansábamos, así que nos acercamos a la barra y pedimos. Tres cervezas. Pintas. Para mi una Murphy's que la verdad, con el calor que hacía allí me vino de maravilla.
Tras la primera cerveza, Tomás, el tercero en discordia, dijo que se iba a casa. Que estaba cansado.
-Lo siento chicos, estoy cansado y sabeís que no me van estos sitios-
Nosotros, es decir, Carlos y yo, no le insistimos. Sabemos lo idiota que se pone, así que lo dejamos ir en paz y pedimos otra ronda. Al pagar esa segunda ronda me di cuenta de que se había llenado el sitio en un santiamén. Había muchas chicas. Hombres también, pero bastantes chicas, lo cual no suele ser lo habitual en sitios como aquel.
Llevábamos un rato con la segunda ronda cuando vimos pasar a nuestro lado a dos chicas, muy diferentes entre sí, pero muy guapas y elegantes, por que no decirlo. Una de ellas me sacaba al menos 10 cm. Nos miran, sonríen y siguen su camino.
Imagino que van al servicio. De hecho, las veo entrar. Recuerdo que comentamos lo genial que estaría terminar con dos chicas como aquellas. Carlos y yo nos reímos pensando que era bastante improbable.
De pronto Carlos mira por encima de mi hombro, saluda y me dice que han vuelto a pasar y que las más alta ha saludado. Yo giré la cabeza, pero llegué tarde. Ya se habían perdido entre la muchedumbre que ahora abarrotaba el pub. Sólo distingo a ver como una melena morena y rizada se aleja.
-Sigo pensando que es improbable- Le digo a Carlos.
-Pero...imagina si...que...vale, es poco probable- Me contesta y los dos reímos
Bebemos y hablamos de ello. De lo difícil que es hoy en día ligar en un bar. De lo difícil que lo ponen las tías. El listón está muy alto. Al poco (no habría pasado ni 15 minutos), mientras Carlos me está contando lo idiota que se sintió la última vez que entró a una tía en un local de nuestro barrio, se calla y le cambia la cara a modo incredulidad. Me giro y veo a una morena muy altay a otra no tanto que están justo detrás de mi. Mirándonos.
-Es que como no veníais a hablar con nosotras hemos decidido venir nosotras a que nos invitéis a una copa. ¿Os importa?- pregunta la más baja con uno de sus rizos colgando por delante de la cara.
-Claro que no nos importa, de hecho es un placer ¿Te cojo el abrigo?- Le pregunto a la más alta que es la que más me ha gustado.
-Si, gracias guapo- Ahí de alguna manera se hicieron las parejas (o mejor dicho ellas ya las habían decidido, sólo que nosotros aún teníamos la ilusión de poder elegir). Desde ese momento Carlos habló más con la del pelo rizado y yo con la más alta. Lo bueno es que mas tarde con gestos nos dijimos Carlos y yo que habían acertado, que estábamos con las que más nos gustaban a cada uno.
-¿Que queréis tomar?- Pregunta Carlos.
-Yo tomaré un margarita- Contesta la más alta con voz no muy femenina. La de los rizos enseña su copa aún medio llena como respuesta.
-Ok- respondo y me giro para pedirle al camarero lo que queríamos tomar. Cuando me vuelvo Carlos nos está presentando.
-Eh, espera, yo no he oído sus nombres! Que clase de amigo eres tu que me giro y me apuñalas- Digo bromeando.
-Perdona tronco. Esta es Elena- Dice señalando a la chica de los rizos -Y esta es Luna- Dice Carlos a la que la chica más alta me saluda con la mano moviendo sus deditos.
-Bueno y ¿que hacéis por aquí chicas?- dice Carlos
-Bueno, hemos salido a celebrar que estoy aquí de vacaciones- Dice la Elena -Ahora estoy viviendo en San Francisco por estudios y vine a visitar a la familia y las amigas. Sólo que todas menos Luna están fuera, ocupadas o con novio- Explica.
-Vaya debe ser una ciudad preciosa- Dice mi amigo Carlos.
-Si que lo es- Contesta ella.
-Vaya y no echas de menos tus cosas, España...- Y sin querer, o queriendo quien sabe, se meten ellos en una conversación quedando Luna, la chica más alta y yo junto a ellos sin decir nada.
-Y tu Luna ¿Has ido a San Francisco?- Reacciono y le pregunto.
-Aún no, pero esta primavera que viene, antes de que Elena regrese a España pienso ir a visitarla- Me cuenta ilusionada.
-Vaya como te envidio. Me encanta viajar- la contesto sinceramente. Y así fue pasando el tiempo una pareja junto a la otra, en dos conversaciones distintas. La verdad es que Luna me cayó genial. Era muy abierta y se reía mucho. Cosa que me encanta en una tía. Yo no dejaba de mirar su melena. Una melena negra, lisa y lacia.
Las cervezas y las copas fueron cayendo. El pub ya llegaba a niveles un poco insoportables de gentío y ruido. Sumado a que no había sitio para sentarse nos cansamos muy rápido del sitio. Las chicas estaban cómodas con nosotros y a nosotros nos gustaban las chicas. Además la tal Elena estaba claramente flirteando con Carlos, así que sin dudar mucho, cuando ibamos a pedir nuestra cuarta o quinta ronda (no estaba muy seguro), Carlos propuso tomarnos la penúltima en su casa que no quedaba lejos. Las chicas se miraron la una a la otra como dudando.
-Si por que no, pero esperad, antes Luna y yo tenemos que ir al servicio- Se dieron la vuelta y se perdieron en la muchedumbre. No tardaron mucho rato, rato que aprovechamos Carlos y yo para decirnos lo buena que estaba la chica que nos había tocado a cada uno.
-Hola de nuevo- Ya estaban de vuelta. -Nos vamos cuando queráis- Dijo Elena con ese escote tan voluptuoso. Y ahí me di cuenta que habían ido al servicio a llegar a un consenso de si se venían o no con nosotros. En fin, las entiendo, hay cada uno por ahí...
Al salir del pub Irlandés vimos mucha gente en la calle. Era hora punta en aquellas calles de Madrid. Yo ya iba bastante entonado por el alcohol, por no decir un poco borracho. Sin querer nos separamos un poco de la otra pareja, Carlos y Elena que caminaban en vanguardia y fueron engullidos por el gentío. Me detuve y Luna por la inercia del caminar se pegó a mi. Me giré.
-Les hemos perdido- Dije
-Pero sabes donde está el coche de Carlos, ¿verdad?- Me preguntó mirandome a los ojos. Yo sin pensarlo la besé. Ella respondió. Fue dulce, agradable y tierno.
-Sigamos- Dijo ella cuando nos separamos. Y así lo hicimos. Para no perdernos ella me dió la mano, una mano fuerte.
Caminamos un par de calles, ya sin soltarnos hasta que llegamos donde el coche de Carlos estaría aparcado. No era así.
-Será cabrón- Dije mirando un hueco entre dos coches. Luna a su vez me miró como diciendo “Espero que tu amigo y mi amiga no nos la hayan jugado”. En esa misma linea de pensamiento estaba yo cuando escuché el claxon de un coche que se acercaba. Eran Carlos y Elena. Sonreí mientras paraban en doble fial para recogernos.
-Por un momento había desconfiado de ti tío- Dije mientras Luna y yo nos acomodabamos en el asiento de atrás. Carlos arrancó y me sonrió como respuesta a mi corta desconfianza.
-Oye, ¿quien nos traerá de vuelta luego?-
-Yo lo haré. Sin problema alguno- Dijo Carlos dejando claro que no habría ningún problema si querían dejar la casa o volver a sus casas.
-Ok, gracias Carlos- Dijo Luna tímidamente.
Más tarde, ya en casa de Carlos, saliendo del taxi ayudé a Luna tendiéndole la mano. No era un piso sino un chalet en toda regla. Si, Carlos tenía dinero. Ante nosotros se abría un camino de baldosas blancas.
-¿Entramos?- Y le indiqué el camino acompañándola con mi mano en su cintura.
Como ya he dicho, Carlos no es un tío necesitado de dinero, precisamente. Humilde en su justa medida y dadivoso, pero con mucho dinero.
Era un sitio tranquilo, pero vigilado. Entramos detrás de Carlos y Elena a través de una puerta blanca a un jardín minimalista el cual a mi siempre me había encantado. Pasé allí días enteros tirado, reposando y pensando, como si de un retiro espiritual se tratase.
El caminito de piedras, estratégicamente colocadas, nos llevaron a los cuatro a la puerta de la casa. La casa era, y es, como si alguien hubiese colocado varios cubos geométricos enormes juntos, pero desordenados. Todos ellos blancos. Toda una obra de arte arquitectónico moderno.
Una vez ya en el recibidor, Carlos nos acompañó al un salón de tonos grises con dos grandes sofás. Una mesa de centro, construida con dos palets y un cristal presidía el centro. Carlos indiferente a las chicas, arrojó la chaqueta sobre uno de los sofás y se dirigió a un pequeño bar que tenía en un rincón. Nos preguntó que qué queríamos tomar. Luna pidió otro margarita yo pedí lo mismo.
-Los margaritas no os los puedo cargar mucho, por que no me queda mucho tequila- Contesto Carlos esperando una respuesta de Luna.
-Es igual, cárgalo todo lo que puedas- dijo resuelta. Elena se sentó en el sofá en que Carlos había arrojado la chaqueta como si estuviese marcado. Con un gesto de la mano, señalé a Luna si se quería sentar en el que quedaba libre. Accedió sonriendo.
-Es una casa preciosa- Dijo Luna mirando alrededor mientras se sentaba.
-Gracias- Dijo Carlos aproximándose con las bebidas. Se sentó con Elena y se pusieron a hablar entre ellos en un tono de voz bajo. Casi inaudible.
-¿Hace mucho que conoces a Carlos?- Me preguntó Luna casi en un susurro.
-De toda la vida- Respondí. -Pero hemos tenido algún que otro parón en nuestra amistad ¿Y tu y Elena?
-Lo mismo. Fuimos juntas al cole- dijo dando un corto trago a la copa. Yo miraba de reojo sus pechos, sus piernas. La verdad, es que estaba muy buena. Si lograba acostarme con ella lo recordaría por mucho tiempo. Tenía las uñas largas y cortadas rectas con la punta pintada de blanco, lo cual me encantaba. El maquillaje era muy marcado. Y aquellos ojos azules. Me gustaba su estilo.
Fue evidente que los dos nos pusimos un poco nerviosos, cuando vimos a Elena y Carlos besarse sin importarles que estuviésemos allí. Pero en minutos ese nerviosismo paso a incomodidad por mi parte cuando vi a Carlos comenzar, lo que se convirtió en un cunilingus.
Ella se dio cuenta de que Carlos estaba de rodillas delante de su amiga, a su vez sentada en el sofá de cara hacia nosotros con la falda remangada, la cabeza hacia atrás y lanzando pequeños gemidos. Cuando vió que los dos la miramos, sonrió complacida de ser el centro de atención.
-Creo que me apetece otra copa Luna ¿Y a ti?- Y sin esperar respuesta la tomé de la mano y me la llevé a la cocina.
Desde que entramos en la cocina supe que no iba a esperar a que ella diese el primer paso. Así que cuando vi que ella se dio la vuelta y se apoyó contra la encimera de aquella enorme cocina, sin nervios y con decisión, me acerque exageradamente hasta ella. Nuestros cuerpos casi se acariciaban el uno al otro. Sus pechos lucían en aquel escote bajo mi barbilla. Y casi en un susurro la pregunté si quería tomar algo más. Ella dijo mirándome a los labios que no, que sólo bebía margaritas y que se había acabado el tequila. Supe que era el momento de besarla, pero lo alargué unos segundos más. Segundos que sirvieron para que ella lo desease aún más. Delicadamente con la mano le retiré su copa y la dejé en la encimera, que ya contenía algún vaso y sin mediar palabra la besé. Primero con delicadeza, casi con amor. Ella respondió bien. Acariciándome el brazo. Besaba muy bien. Nos separamos. Me dijo “Voy un poco borracha” y al decir esto se mordió el labio inferior y me beso pero esta vez con pasión. Agarrándome de la parte de atrás de la cabeza. Estaba excitada, y yo también. Mi erección era evidente. Nuestros cuerpos se frotaban el uno contra el otro. Ella me besaba mientras con una mano frotaba mi miembro por encima mi pantalón. Nuestras lenguas jugaban entre sí. Era apasionada. Una de mis manos se fue a su culo. Dios! que culo tenía. Me encantaba. Cada vez estaba más caliente. Con gran esfuerzo la separé un poco.
-¿Te parece si subimos a una habitación?- le dije sin dejar de mirar sus labios y sus pechos.
-Me parece bien, pero tengo que decirte algo- Me comentó.
-Dímelo arriba, en el dormitorio- Y sin dejarla contestar la lleve de la mano a través del salón donde Carlos disfrutaba de una mamada por parte de Elena, la cual ya estaba desnuda de cintura para arriba. Carlos no tuvo la oportunidad de vernos, por que ni siquiera abrió los ojos.
Desapercibidos, subimos por la escalera a la planta de arriba, donde yo sabía que Carlos me reservaba una habitación para estos menesteres. Allí llevé a Luna.
Entramos tranquilamente. Sin prisa. Ella miró la habitación dando una vuelta sobre si y dijo:
-Bonito picadero tiene aquí tu amigo Carlos- dijo sabiendo que la había llevado allí a propósito. En el centro de la habitación estaba esa gran cama con sabanas negras de lo que parecía ser un tejido muy suave. Todo era negro en la cama. Almohadones, sabanas, cojines... El resto de la habitación eran colores vivos. Rojos con naranjas. Las paredes eran de un lila muy relajante.
Luna se acercó a la cama y me hizo un gesto con el dedo índice para que me acercase. Me aproximé hacia ella y me cogió de la mano para sentarme al borde de la cama. Ella con un leve gesto de la mano se remango un poco la corta falda que llevaba y se sentó sobre mi. Me beso como antes lo había hecho y se frotó contra mi. Dios era tan deliciosa. Le masajeaba un pecho cuando ella se separó un poco.
-Tengo algo que decirte- Con cara preocupada. -Tengo ciertos atributos que quizás no te gusten-
-¿Que quieres decir?- Pregunté intrigado.
-Que no tengo los atributos sexuales que tu esperas que tenga...- Me soltó con voz muy dulce.
Luna era un tío, un travesti.
Mi primera reacción fue separarme un poco. Ella lo notó y se levantó. Allí de pie frente a mi esperaba algo así como un veredicto.
-¿Por que no me lo dijiste antes? Creo que tengo derecho a saber con quien estoy ligando, ¿No? - Dije sin ánimo a que sonase enfadado.
-Llevas razón. Pero me gustaste mucho y no quería espantarte- Dijo bajando la cara. -Además, ¿Que querías que te dijese? Eh?, perdona pero que sepas que tengo pene- Es curioso por que yo la seguía viendo como hasta ahora, es decir, como una chica.
-Es halagador que no quisieses ahuyentarme, pero si esto “espanta” a alguien lo espanta antes o después- Dije tranquilamente. Ella parecía más tranquila al ver que no había reaccionado violentamente, cosa que otros habrían hecho. Estoy seguro.
-Entonces ¿que hacemos? ¿Quieres que me vaya?- Me preguntó ella con carita de buena.
-No lo sé. ¿Tu quieres irte?- Le dije mirándola a los ojos.
-NO! Ya te lo he dicho, me gustas mucho- y bajó la cabeza por vergüenza. Yo la cogí de la mano, la acerqué a mi y la volví a besar. Ella reaccionó y me correspondió con otro intenso beso a la vez que se sentaba de nuevo sobre mi.
-¿En serio quieres que hagamos esto?- Me preguntó casi sin separar sus labios de los mios.
-Sí, me sigues gustando. Te sigo viendo como la mujer que conocí esta noche. Y además besas muy bien. Debo admitir también que siempre ha sido una de mis fantasías el hacerlo con un...ya sabes...un travesti. Me das mucho morbo!- No quería ser grosero y parece que lo conseguí por que ella en respuesta se quito la blusa y con ella también el sujetador. Sus pechos cayeron de una forma muy natural. Yo los miré sin saber que decir.
-Sí, son naturales- me dijo ella. -Las hormonas femeninas a pronta edad hacen maravillas- me explicó.
Sin decir nada más las acaricié mientras la besaba. Mi excitación crecía de una manera desmedida. Me encantaban sus tetas sus labios su forma de besarme, pero sólo de pensar que aquella chica tenía pene y que podría tocarlo y chuparlo me hacía enloquecer. Tanto tiempo queriendo hacerlo y se me presenta la oportunidad así. Maravilloso! Es asombroso como a veces de tanto desear algo se nos es dado.
Ahora entendía por que quizás llevase aquel maquillaje tan intenso. Así podía esconder los pocos detalles masculinos que aún quedarían (y que yo no encontraba por más que lo intenté) en aquel delicioso rostro. Tenía las cejas perfectamente depiladas y los labios perfilados por manos maestras.
Ella seguía besándome y yo seguía excitándome Mi erección era como ninguna de las que había tenido hasta entonces. Dura y tiesa, mi polla peleaba por salir de mis pantalones. Luna sentada sobre mi no dejaba de restregarse, pero yo no notaba su miembro, mientras sabía que era imposible que ella no hubiese notado el mio. Mientras restregaba su culo sobre mi miembro yo le besé el cuello y fui bajando hasta sus pechos. Sus tetas no eran grandes, pero estaban desarrolladas lo suficiente como para ser muy apetecibles. Las lamí, las chupé, las mordí. Ella gemía de placer.
-Me encanta como tratas a mis tetas- Me decía. Eran unos pechos casi perfectos. Más que un hombre con aspecto de mujer, era una mujer con pene de hombre. Pene del que iba a disfrutar.
Sin saber como y pensando en todo esto, me encontré con mi mano en su entrepierna. Podía sentirlo, allí fláccido, escondido probablemente en un tanga a juego con el sujetador que se acababa de quitar.
Notando que yo miraba hacia abajo ella me levantó la cara y me volvió a besar llevando sus manos a mi entrepierna, donde mi polla estaba por explotar. Abrió fácilmente mis pantalones dejando libre a mi miembro. Con una mirada de lo más sucio y sin preámbulo ninguno,se arrodilló y fue directa a chuparmela.
Cuando entró en su boca creí que me iba a correr, pero logré contenerme. Ella se dio cuenta, se la sacó de la boca y me dio unos segundos.
-No corras tanto que nos queda mucha noche cielo- Y tras decir esto se lleno la boca con mi rabo.
-Joder! Como lo hagas todo tan bien, no voy a durar mucho- dije entre gemidos y como pude me quite la camiseta. Ella chupaba con devoción. Se ayudaba con su mano. Ver como aquella mano con largas uñas blancas me pajeaba al ritmo de la mamada me puso aún más caliente.
Se detuvo y sin prisa me fue quitando los zapatos, mientras miraba mi pene y me miraba a mi como si de dos personas distintas se tratase. Una vez me los hubo quitado tiró de los pantalones hasta que me quedé desnudo. Entonces siguió con su mamada. Aquella melena morena y los grandes pendientes que usaba se movían al ritmo de su cabeza mientras mi polla entraba y salía de su boca.
Al poco la detuve. La hice que se pusiese de pie y lentamente, para disfrutar del momento le desabroché la falda, que calló hasta los tobillos casi sin darme cuenta. A mi vista quedó un tanga con el mismo pequeño encaje que el sujetador. Se notaba cierto bulto pero incluso en ropa interior disimulaba su verdadera naturaleza.
Miré hacia arriba y allí estaba. Ella disfrutaba con cada momento. Yo intentaba que no se me fuese la cabeza a mis fantasías para aguantar todo lo posible.
Se echó sobre mi. Volvió a besarme. No fue un beso cariñoso. Fue algo sexual, caliente, morboso.
Cuando quise darme cuenta ella estaba sobre mi. Seguíamos besándonos Yo yacía sobre la cama y podía sentir el aún semi fláccido pene que ahora fuera de su tanga rozaba mi estomago. Sus pechos rozaban mi piel pudiendo sentir sus pezones duros. Agarrando los dos a la vez, me escurrí un poco por debajo de ella y se los chupé bien cada uno a su vez. Uno de ellos, el derecho le daba más placer que el otro. Si me iba al de la izquierda ella me pedía que regresase al otro pecho. Gemía bien alto cuando succionaba el pezón derecho.
Con un poco de esfuerzo la volteé y rodamos para ahora ser yo el que estaba encima. Le seguí besando los pechos y lamiendo su cuello. La hablé al oído.
-Quiero chuparte la polla- Le dije despacio. Ella me separo un poco para hablarme mirándome a los ojos.
-No tienes por que hacerlo sino quieres- me dijo.
-Pero es que quiero. Lo estoy deseando- respondí con una sonrisa.
-Pues menos mal que has dicho que si, por que sino menudo rollo!- Y los dos reímos..me gustaba esa chica.
Sin decir nada más fui besándola por entre los pechos y bajando por su estomago hasta su ingle. Allí estaba aquel pene. Sin bello. Afeitado. Aquel sería mi primer pene a chupar. Lo iba a disfrutar. El ser alguien con muy pocos prejuicios sexuales tenía sus ventajas.
Lo acaricié con la mano. La verdad, no sé por que aquella expectación si había vivido toda mi vida con uno entre las piernas.
Después de acariciarlo, pase a masturbarlo un poco. Ella se estremecía. Se retorcía. Lo hice despacio. Empecé con un lametón que lo recorrió entero. No era pequeño. Eso la excitó un poco y la cosa ganó tamaño. Luna gemía tumbada en la cama. Sin pensarlo más me lo metí en la boca. Al principio fue un poco raro, pero se me olvido rápido al ver como luna se derretía por mi mamada. Cuanto más se excitaba ella más me excitaba yo y con más ímpetu le chupaba la polla. Salivaba y eso ayudaba a que escurriese entre mis labios. Pronto ella me llevó mi mano a su culo. Lo acaricie hasta llegar al ano. Un ano bien marcado. Mi dedo, con el que lo acariciaba, eso si, sin sacarme su polla de la boca, casi se cuela dentro. Era un ano experimentado.
Aquel rabo creció en muy poco tiempo más de lo que esperaba. Pronto no me cupo entero en la boca. Estaba muy duro, casi tanto como el mio. Ella gemía, jadeaba y pedía más.
-¿En serio no lo habías hecho antes?- me preguntó entre jadeos.
-mm, no. Eres la primera y ella también- dije. Ella alzó la cabeza y me preguntó.
-¿Quien?-
-Tu polla, claro- Reímos otra vez. Maldita sea, me estaba cayendo muy bien. Sin que ella lo esperase volví a meterme su polla en la boca y ella gritó.
-AaaHhhh!. Dios que gustazo-
-¿Te gusta?- Le pregunté
-Me encanta como te comes mi polla. No pares- Y esas palabras me excitaron muchísimo
-Dime cosas como esa Luna- dije en un momento que aproveché también para respirar. Ella levantó la cabeza con cara de complicidad y de pícara.
Aún mirándola a los ojos metí de nuevo su rabo en mi boca. Era una sensación increíble estar chupando una polla, mirar hacia arriba y ver a una mujer. Creo que pocas cosas me han puesto tanto.
-Siii, sigue chupándome la polla. Chúpale la polla a tu puta. Por que esta noche soy tu zorra- Me dijo mirando para abajo. Yo esbocé una sonrisa mientras mi lengua jugaba con su glande. Mientras yo succionaba su falo ella se agarraba las tetas con fuerza. Recuerdo cada detalle.
Mi dedo el que hace un momento estaba en su culo, seguía allí. Lo humedecí un poco con mi lengua y regresó a su culo donde se acomodó en la entrada de su ano y se escurrió muy fácilmente hacia adentro. Ella se agarraba del pelo y se retorcía.
-Si folllame con el dedo. No pares de chupar cariño. Estoy en el cielo- Sus palabras eran afrodisiacas para mis oídos. Notaba su culo contrayéndose. Y su pene a punto de estallar.
-Ah! Para, para. Que tu también te mereces que te la chupen- Y diciendo esto me atrajo de la mano hacia la cama donde ella estaba tumbada. Aprovechó el momento para quitarse toda la ropa. Fui yo el que le retiro el tanga que era lo único que le quedaba puesto. Lo fui escurriendo por las piernas ¡Que piernas, madre mía!
Nos besamos de nuevo. Me gustaba lo cariñosa que era. Rápido nos acoplamos en la cama para un cómodo 69. No di muchos rodeos y me metí otra vez aquella verga en la boca. Ella gimió a la vez que se metía la mía en su boca. Así estuvimos un rato. Chupando nuestras duros rabos.
-Ah! Como chupas a tu zorra! No pares cariño- Y me lanzo algunos lametazos en los huevos mientras buscaba mi ano para acariciarlo. La deje hacer.
Yo busque el suyo y volví a meter el dedo. Ella gimió fuerte y engulló mi polla.
-Méteme dos dedos mi amor- Me susurro. Yo la obedecí. Saqué el dedo que tenía dentro y humedeciéndome otro dedo lentamente le introduje dos dedos. No me costó mucho. Ella a su vez sin avisarme comenzó a introducirme el suyo, con el que estaba acariciando mi ano. Dios me encantaba. No lo metió mucho, pero me dio mucho placer sentir la cabeza del dedo dentro de mi culo.
-mmmmmm, mmmmm- ambos gemíamos La excitación era ya casi insostenible y entonces ella paró.
-No quiero que te corras todavía. Quiero que me folles antes de terminar- dijo mirando hacia mi cara que estaba sumergida en aquel 69 entre sus piernas -Es decir, antes de terminar este primer polvo- Estás palabras me dejaron aún más caliente. Se dio la vuelta y me besó de nuevo. Mientras me besaba logré agarrar su polla y la masajeé con gusto. En un momento estábamos besándonos y pajeandonos mutuamente. Era increíble
Lo había tenido en mi cabeza durante años y ahora se cumplía, casi sin yo buscarlo, es decir, lo había buscado, pero sin saberlo.
Se incorporó y se acercó a la mesilla junto a la cama donde había dejado su bolso. Lo alcanzó sin bajarse de la cama, arrodillada junto al borde y metíola mano en él. Se dio la vuelta y me entregó un condón.
-Toma cielo, esto es para ti- Y me sonrió. Me lo puse sin pensarlo. Parecía más duro de los que solía yo usar.
-Cariño, prepara el camino ¿OK?- me dijo acariciándome la cara. -Mete un dedo o dos con cuidado como antes para que dilate un poco- Y así lo hice. Ella se colocó dándome la espalda y se echo para adelante, quedando a cuatro patas. Podía ver su ano y sus testículos Oscuros, asomando bajo el culo. Le acaricié los dos carrillos suavemente. Y poco a poco me fui acercando a su ano. Cuando llegue moje un dedo y lo metí “Ahhh” gimió.
-Espera un poco cielo que no está muy lubricado- Se humedeció un par de dedos con su saliva y se lo aplicó en el culo, yo aproveché para meter los dos dedos. Ella volvió a gemir.
-No sigas que esta bien dilatado. Fóllame ya. No quiero esperar más- Pero la hice esperar un poco más. Moví mis dedos adentro y afuera de su culo un rato más. Ella gemía y yo me excitaba. Con la otra mano acariciaba su rabo que colgaba duro, apuntando hacia abajo. Estaba muy excitada. Se movía adelante y atrás al compás de mis dedos.
No esperé más y me puse de rodillas apuntando con mi polla, ya para entonces más que dura, hacia el orificio anal de aquella diva. La penetré sin más dilación. Despacio pero sin pausa.
-Ahh! me vas a matar. No parecía tan gorda cuando la tenía en la boca- Yo sentí como todo aquello estaba muy apretado. Al rato, cuando ella empezó a disfrutar, se relajó y pude yo también disfrutar con ella del momento.
-Que buena estas desde aquí arriba- Dije mirando sus curvas y su culo contra mi pelvis. Tenía una figura que ya quisieran otras.
-Oh, me encanta como me follas. La tienes durísima- dijo entre gemidos.
-Por tu culpa- respondí y ella sonrió. Los embistes se sucedían. Sentía como cada vez la podía meter más y más hasta que quedó toda dentro de aquel sabroso culito. Sentía como mis huevos chocaban contra su culo en cada empujón. Eso me excitó a muerte.
-Pégame- dijo. Supuse que quería que la pegase un poco en el culo. Plas! Un palmadita firme, pero no fuerte.
-Dame más fuerte mi amor!- Y una oleada de excitación me ayudo a darle una buena palmada en el culo. PLAS!
-Así, dame más. Soy tuya. Golpéame!- Decía entre gemidos. Yo la pegaba en el culo. Un lado luego el otro y poco a poco le fui cogiendo el gusto. La agarré del pelo que ahora se movía a causa de los empeñones y tiré de el un poco hacia atrás. Eso hizo que nuestras pelotas se juntaran. Tenia unos buenos huevos, los cuales yo quería chupar.
-Me encanta como me follas el culo- dijo -Quieres follarte a tu puta, ¿verdad? Fóllame fuerte- Sus pechos se movían al compás. Le agarré uno de ellos. Ella gemía. “AhhhAhhh”. No daba a basto a todo lo que quería hacer y tocar.
Quería ver su polla mientras la follaba. Quería tocar su miembro, así que paré y de un tirón saqué mi polla para poder girarla y ponerla boca arriba.
_Mmmm, me encanta que me dirijan- susurró -¿Como me pongo cariño?- me dijo en un tono sumiso.
-Boca arriba. Así, no te muevas. Quiero poder tocarte mientras te follo- Y después de decir esto la volví a penetrar.
-Ah! Cabrón avisa!- Pero no lo dijo enfadada sino sorprendida. Allí la tenía, abierta de piernas y con aquella polla en lugar de un clítoris. Le acaricié el miembro lentamente mientras al mismo ritmo introducía y sacaba mi pene de su culo. Fui aumentando el ritmo de ambas cosas al mismo tiempo. Ella jadeaba como un perra. Me correría en breve y quería que ella se corriese conmigo.
-Me quieres matar. Me quieres matar- Decía mientras agonizaba en su propio placer.
-Si fóllame, fóllame- gritaba -Me encanta como me pajeas cariño- Yo empujaba y la masturbaba. Estaba tan atónito con aquel rabo que me había olvidado del mio propio y sólo cuando este me mando una oleada de placer anunciando el orgasmo me acordé de él.
-Me voy a correr- susurré entre gemidos- Córrete conmigo- dije como pude.
-Un poco más, fóllame un poco más- dijo esperanzada, pero yo ya me estaba corriendo. Las convulsiones sacudían mi cuerpo y con ello aumenté el ritmo de los embistes y la profundidad. Ella me miraba. Gemía y gritaba. Ella también gemía sólo de verme combulsionarme por mi orgasmo. El cual fue muy intenso.
-Jamás había visto un orgasmo así en un hombre- Me dijo mirándome con cara de asombro.
-Si, los tengo intensos- respondí medio jadeando. -Lo que me recuerda que tu no has tenido el tuyo-
-Tranquilo, no es necesario- dijo amablemente.
-Lo es, y aunque no lo fuese quiero chuparla hasta que te corras- dije sacando con cuidado mi rabo de su culo y llevando mi cabeza entre sus piernas.
-Que maravilla de hombre- respondió aliviada. No dude y me puse a trabajarle la polla, no sin antes pedirle que me avisase, que no quería tragármelo. Uno tiene sus limites.
Antes de metérmela en la boca jugué con mi lengua, recorriendo aquella verga. Chupando los huevos arrugados por la excitación. Ella gemía sin parar. Agarraba mi cabeza y la apretaba. Fue ella misma quien llevó el ritmo de la felación. Se incorporó y me agarró de la cabeza con ambas manos. Yo me dejé llevar y simplemente chupaba con mis labios y con la lengua. La verdad, no tardó mucho en correrse, supongo que hice bien mi trabajo. Los gemidos fueron a más hasta convertirse en gritos.
-Meee cooorroooo!!!- Y con un par de convulsiones comenzó a salir tan preciado liquido. Para entonces yo ya había retirado la cara, pero seguía pajeando aquella preciosa polla. -Ahhhh, no pares por favor- Mantuve el ritmo de la paja hasta que ella me lo dijo.
Veía aquel pastoso líquido caer por el dorso de mi mano, la cual aún agarraba firmemente su polla y sorprendentemente no me dio asco. Por que es algo que no me ha gustado nunca, es decir, mi propio semen. Con una mano aún la pajeaba y con la otra acariciaba uno de sus pechos.
Calló rendida hacía atrás sobre la cama y yo me tumbé a su lado. Nos besamos otra vez. De mi mano chorreaba aún su semen, el cual extendió ella misma por su tetas mientras nuestras lenguas jugaban entre si.
Estábamos cansados pero queríamos más. Estábamos exhaustos pero deseábamos volver a estar excitados. Así descansamos un rato entre besos y suspiros. Fue agradable lo que yo esperaba su fuese sucio y salvaje.
Pasado un rato se incorporo un poco y buscó su tanga.
-Ahora mismo vuelvo, voy al baño- me dijo bajito. Yo agarré el tanga y lo sujete.
-Por favor, no te lo pongas. Quiero verte caminar por la habitación como tu eres. Desnuda- le pedí. Sonriendo soltó el tanga y se levantó para dirigirse al baño. Yo la observé hasta que llegó a la puerta, entonces se giró. Desnuda con su pene aún semi erecto y con ese cuerpo femenino que haría suspirar a cualquier hombre.
-¿Me puedo dar una ducha?-
-Claro que si guapa- respondí.
-¿Me acompañas?- dijo mirándome con cara lasciva apoyada en el marco de la puerta del baño.
-Mmm, una propuesta interesante...- dije sonriendo. Y me fui hacia el baño con ella.
-Como me pones Luna- Dije abrazándola por detrás mientras acariciaba uno de sus muslos.
-¿Te pongo mucho cielo?- Me pregunto pero no hubo respuesta. -No esperaba tener una noche así contigo- Dijo en un tono casi inaudible.
-Las habrá mejores- Dije y casi al instante me arrepentí un poco, por que ese tipo de comentarios son los que espantan a una chica. Ella se giró. Ahora, cara a cara nuestros ojos se clavaban los unos en los del otro, nuestros cuerpos se tocaban y nuestros falos se empujaban. Nos fundimos en un largo, húmedo y ardiente beso. Yo la empecé a pajear de nuevo. Me encantaba aquella polla. No era muy grande pero era notable. Ella suspiró a mi contacto. Se recostó un poco, allí de pie contra el marco de la puerta. Yo la apretaba contra el con mi cuerpo mientras le hacia un nerviosa paja. Paja que se convirtió en mutua en pocos segundos. Nos besamos, gemimos y nos corrimos juntos. El semen esparcido por el suelo nos rodeaba. No paramos de besarnos durante los orgasmos que fueron consecutivos.
-Vaya me ha salido viciosillo el niño- Me dijo sonriendo.
-Bueno, tu has estado a la altura- Respondí y nos reímos.
-Anda ven a la ducha conmigo- Nos duchamos y nos fuimos a la cama de nuevo, pero esta vez a dormir.
Esa noche condicionó, o más bien abrió mi mente para que pudiese disfrutar de otras experiencias que la vida o el destino, como quiera llamarlo cada uno, me tenia reservado. Supongo que lo más lógico sería continuar con lo que me ocurrió en un viaje a Tailandia.