Luna Sabia

No recuerdo cuantas veces bendijiste mi vientre con tu aliento, al abrigo de esta luna sabia, que  es dueña de tantas cosas, esos secretos de nuestras noches, noches de marea alta, noches en que tú pecho calmo mis olas bravas, y arropaste mi tempestad entre tu brazos.

Guardo dentro de mí, para los días de hambre toda el ajonjolí que dentro de mí sembraste, porque sabes, siempre has sabido, que mi tierra para ti es fértil, y no hay lugar mejor para tu semilla. O es que acaso existe lugar que supere al paraíso? dime si hay mejor valle que mi espalda, otra taza para beber que no sea mi ombligo, un mejor sitio para tu lengua que la boca húmeda que para ti se abre y regala, cual ofrenda de dioses, el nácar de mis dientes.

Tú irás al mercado, comprarás fruta de estación, a los mercaderes regatearas perfume y sedas a los tenderos de oriente. y te darás cuenta que no hay dulzura como mi dulzura mejor olor que el de mi cuerpo tibio, o cosa que te vista mejor que mi piel desnuda.

Y volverás a mí, -como siempre- y a La Luna le suspiraras nuevos secretos, el poder desconocido de una caricia. Y será la primera en ver lo que este amor despierta en mí, escrito con la fuerza de mis uñas en tu espalda. y ella escuchará nuestra canción, canción de fuego, de carne, de latidos, cuando, en la cima del mundo, broten de mi garganta gemidos.

Sacerdotisa de tu cuerpo, moradora de la torre de marfil que al tacto de mis dedos se levanta y busca, ansiosa, el "vaho caliente de mi vértice vegetado". Y se regocija La Luna de ver juntos a sus hijos, Misa de carne que celebran dos, donde el cuerpo de Cristo se toma en otro cuerpo enardecido, Y para emborracharse, corazón, no es necesario mosto alguno, O hay quien diga, mi amor, que existe mejor Vino, que el sudor mezclado con el mío??