Luna Mora: En el caserío

El macho, enfervorecido en la monta, no se detuvo ante mis súplicas y de un puntazo enterró todo el glande. Mi cuerpo se curvó como alcanzado por un rayo y alcé la cabeza de la cama.

Este relato es continuación de “Luna Mora: In fraganti”. Si no la habéis leído el hacerlo tal vez os ayude a comprender mejor este y el  próximo que publicaré en breve.

El haber pillado in fraganti a mi hijo con su amigo en el palomar me hizo rememorar aquel verano con Iker.

En aquella época vivía con mis padres en el caserío familiar próximo a Larraitz en el municipio guipuzcoano de Abaltzisketa, a los pies del monte

Txindoki en la Sierra de Aralar. Un hermoso enclave en el País Vasco muy próximo a Navarra. El majestuoso pico que domina el lugar está rodeado de  frondosos bosques de hayas y abedules. En las cotas altas se encuentran las praderas de montaña donde se pastoreaba en los meses más cálidos.

Era el ultimo dia de escuela y estaba ansioso de que acabase la jornada para comenzar las vacaciones. Miraba distraído a la pared de enfrente mientras el maestro en su tarima nos daba la perorata sobre el tema del día. Detrás de él en la pared colgaba el crucifijo, un retrato de Franco a un lado y al otro se veía la mancha que había dejado el de José Antonio retirado hacía unos años. Ocupaba el resto del espacio una enorme pizarra negra sobre la que se veía escrito con tiza blanca : 18 de Julio Dia del Glorioso Alzamiento Nacional. Sobre el encerado un reloj redondo daba la hora.

El cansino tema que se repetía año tras año en estas fechas conseguía adormecerme a pesar del exaltado discurso del profesor. En un momento debí de dar una cabezada porque Iker me dio un codazo que me hizo ponerme tieso.

  • ¿Que pasa pues? - le dije en un susurro
  • Que te estas durmiendo renacuajo - me respondió.

Iker era mi compañero de pupitre y mejor amigo, un mozo un poco mayor que yo tanto en edad como en estatura. Lo que había comenzado años atrás como simple camaradería entre compañeros, tal vez debido a la estrechez del pupitre que de año en año parecía encoger, se había convertido en una profunda amistad y una enorme admiración por mi parte hacia su persona. Era de los mayores en aquella escuela rural en la que nos mezclabamos en el mismo aula chicos de distintas edades y ejercía de mentor y protector conmigo. A sus largos quince años era ya un mocetón y causaba gracia el verle en pantalón corto con aquellas peludas piernas, pero era costumbre que los chicos llevarán en invierno y en verano semejante atavío mientras fueran escolares. Era el último año de escuela para él y su madre se negó a comprar un nuevo pantalón al comienzo del curso por lo que debía de vestirlo a pesar de apenas caber en su interior. Le quedaba tan apretado como una faja y su sexo se marcaba de forma escandalosa. A veces me reía de él cuando se le empinaba y se le marcaba a través de la ropa a lo que respondía arreándome un coscorrón.

Al fin el maestro se puso en pie y tras dar dos potentes palmadas dio por concluida la jornada.

  • Muchachos ya se pueden ir a sus casas. A algunos ya no les veré el curso próximo, espero que no se olviden de lo que han aprendido en la escuela y se comporten en la actividad que emprendan como hombres cabales, otros regresarán a las aulas para que pueda continuar desasnandoles, pero ahora comienzan las vacaciones así pues disfruten de ellas.

Recogimos nuestras cosas y salimos en tropel despidiendonos del maestro y deseandole unas buenas vacaciones. En un tris tras estábamos ya en la calle.

Todos los días Iker y yo recorríamos juntos parte del camino hasta separarnos allí donde se bifurcaba para dirigirnos cada uno a nuestra casa. Aprovechábamos la ocasión para comentar lo acontecido en la escuela o, sobre todo, para discutir de futbol. Aunque los dos éramos hinchas acérrimos de la Real Sociedad, unos auténticos txuri-urdines, uno defendía como segunda opción al Real Madrid y el otro al Barça pero en la década de los sesenta los culés lo llevábamos  muy mal.

  • Este año me subo al monte con las ovejas - me dijo Iker de repente.
  • ¿Si? - le contesté apesadumbrado
  • El Aita ha dicho que ya soy mayor y que ya estuvo bien de gandulear. Por mi le pueden dar mucho por el culo a las ovejas, pero en casa quieren que me vaya haciendo al trabajo. Pero lo tengo claro, no pienso ser pastor, lo que quiero es  irme a Donosti y hacerme mecánico que es lo que me gusta. Así que a ver si puedo convencer a mi padre cuando estemos los dos en el monte. El Aita se que me dejaría ir pero la Ama no quiere que me separe de sus faldas.
  • De modo que no te he de ver en todo el verano - le dije pesaroso
  • He de bajar por provisiones cada poco y además puedes subirte tú a los pastos a verme. Voy a estar mas aburrido que mujer con un solo novio sin otra cosa que hacer que mirarle la cara boba a las ovejas.

Caminé cabizbajo en el trecho que nos quedaba hasta separarnos. Cuando llegamos al cruce Iker me dijo

  • Bueno “txalburu” (renacuajo) a ver si me subes a ver. Dame un abrazo.

Me abracé a él con las lágrimas bailando en los ojos. Durante unos minutos permanecimos abrazados en silencio . Luego me apartó y al ver mis ojos llorosos me dijo

  • Pero bueno “txalburu” no te me echarás a llorar. Ya verás como pronto nos vemos.
  • lagun onik gabe ordu luzeak dira (sin un buen amigo son largas las horas) - le respondí.

Me sonrió conmovido y comenzó a alejarse de mí, permanecí sin moverme viéndole perderse en la lejanía. Al llegar al recodo del camino que le ocultaría al fin de mi vista se giró y me saludó con la mano, no pude evitar que dos lagrimones me resbalaran por las mejillas

Durante los últimos años habíamos sido inseparables, no hubo ni un solo día que no le viese y disfrutara de su compañía, mas  ahora no lo vería en días. Que iba a hacer solo todo el verano, si él iba a estar mas aburrido que mujer con un solo novio, yo lo iba estar más que mujer sin siquiera novio.

Empecé a cavilar la manera de poder remediar aquella separación. Mi padre también pastoreaba en la montaña y nuestra cabaña estaba próxima a la de la familia de Iker. Si convencía a mi familia tal vez me dejasen subir al monte a ayudar a mi padre con las ovejas. Esperanzado corrí hacia el caserío.

  • Ama ¿Puedo subir con el Aita a ayudarle con las ovejas? - le dije a mi madre tras irrumpir en la cocina

Mi madre dejo de lavar la vajilla  y mientras se secaba las manos con el delantal me dijo sorprendida.

  • ¿Pero cómo es eso pues? Con la de veces que te ha dicho tu padre de subir con él y nunca has querido.
  • Pero ahora quiero.
  • Aun eres un niño chico, aprovecha a divertirte con tus amigos en vacaciones, ya habrá tiempo para que ayudes a tu padre.
  • Yo ya soy un mozo. Y además Iker va a subir con su padre.
  • Así que es eso - me dijo mi madre mirándome con ternura.
  • Si Amatxo(mamita) - le dije suspirando - ¿Que voy a hacer aquí solo todo el verano?

Se me quedó observando seria pero con la sonrisa bailando en los ojos. Yo la miraba suplicante aguardando su respuesta.

  • Esta bien. Mañana subes a ver al Aita y haber que te dice

Me abracé a ella alegre y esperanzado, mi padre era un bonachón, sabía que no se negaría. Y yo podría divertirme todo el verano con Iker en la montaña.

En medio de la inmensa pradera ,bajo un solitario árbol, se encontraba Iker rodeado de un mar de ovejas. Grité su nombre agitando los brazos y saltando enfervorecido. En cuanto me oyó y me vio se puso en pie comenzando a correr hacia donde yo estaba asustando a las latxas que se apartaban temerosas a su paso. Yo me lancé a la carrera a su encuentro. Nos abrazamos estrechamente y empezamos a bailotear de alegría.

  • ¿Como tan pronto has venido?
  • Yo también he de ayudar a padre.
  • ¿Y cuando has de irte?
  • Me he de quedar todo el verano - le respondí con una amplia sonrisa de satisfacción
  • Que bueno. Y yo que pensé que iba a estar todo el verano aburrido sin otra cosa que hacer que darle por el culo a las ovejas.
  • Pero ahora me tienes a mí - le respondí ufano.
  • ¿Para darte por el culo? - me preguntó con cara de espanto.

Le miré notando como mi cara enrojecía, de repente cambió de expresión y estalló en carcajadas.

  • No pongas esa cara “txalburu”, no ves que es una broma. - me dijo alborotando mi pelo.

Pasabamos los dias pastoreando las ovejas y cuando atardecía paseabamos y teníamos divertidas charlas. Fueron los momentos más felices de mi corta existencia. Allí solos en el monte junto a mi amigo del alma. Los domingos los padres nos daban el día libre y corríamos como cabritillos por el monte.

Uno de esos domingos, un calurosa jornada casi al final del verano, estábamos en silencio oyendo el canto de los grillos cuando Iker me propuso cazar uno. Buscamos un agujero en la tierra guiándonos por su grillar. Una vez localizada la madriguera arrancó una paja y comenzó a meterla por la abertura. Nuestros esfuerzos fueron vanos. No dándose por vencido Iker se puso en pie y se sacó la picha comenzando a mear dirigiendo el chorro al agujero

  • Venga renacuajo saca el “pitxili” y apunta con tino.

Raudo le obedecí y sacándome el pene le ayude en la labor. Yo le miraba el rabo mientras meaba y lo comparaba con el mio. Si mi pene era ya  más que un “pitxili” lo que Iker tenía entre las piernas era una “zakila” o,¡más bien una “zupoa!”. Los vascos le decimos siplixa al membrezuelo incipiente de un niño chico. Al pene prepúber o púber,siempre que esté en reposo, se le conoce como pitxili. En sus dimensiones adultas o idóneas es zakila. Y cuando resulta descomunal, zupoa.

Al fin el insecto salió de la inundada cueva y Iker se apresuró a cogerlo con la mano.

  • Toma agarralo  y que no se te escape - me dijo pasándome el asustado animalillo

Sacó una caja de cerillas y tras extraer todos los fósforos los metió en el bolsillo del pantalón. Me cogió entonces el grillo y lo introdujo dentro.

  • Vamos a hacerle una jaula - me dijo animado

Recogimos pequeños palos y algunas hierbas altas, sentandonos después bajo un solitario árbol en medio de la pradera a fabricar la grillera. Yo miraba atento como lo hacía y le pasaba solícito los materiales que me demandaba. Tras un buen rato al fin finalizó la jaula.

  • No es que haya quedado muy bien pero servirá de momento - dijo observándola con detenimiento.

Sacó el animalillo de la caja y lo introdujo en su nueva morada. Mientras volvía a introducir los fósforos en la caja le pregunté intrigado.

  • ¿Y como es que llevas cerillas?

Me miró dubitativo durante unos instantes antes de responder

  • Para encender el cigarro
  • ¿Pero tu ya fumas? - exclamé admirado.
  • A veces.
  • ¿Y tu padre te deja?
  • No lo sabe. Así que la boca cerrada ¿Entiendes?
  • Si,si. ¿Mas como te haces con los cigarrillos?
  • Se los siso al Aita a escondidas.
  • ¿Ahora tienes?
  • Si ¿Acaso quieres uno?
  • ¿Me lo das?

Metió la mano en el bolsillo de la camisa y extrajo dos arrugados pitillos sin filtro. Tras enderezar uno de ellos me lo pasó. Miré el canutillo de tabaco como si fuera un fabuloso obsequio mientras Iker arreglaba el suyo. Luego me dio lumbre.  Le di una tremenda calada, la bocanada de humo entró ardiente en mis pulmones y me produjo tal ataque de tos que empezaron a caerme las lágrimas.

  • Tranquilo txalburu, tranquilo - me dijo Iker mientras se reia de mi inexperiencia y me golpeaba la espalda.

Me enseñó pacientemente como debía de hacerlo. Allí estaba yo sintiéndome todo un hombre al lado de mi mejor amigo fumando mi primer cigarrillo. Fumamos en silencio mirando hacia el valle que se veía abajo en la lontananza. La cabeza empezó a darme vueltas y Iker al darse cuenta de ello me quitó el cigarro de las manos y lo apagó

  • Te has puesto pálido. ¿Te has mareado verdad?. Es efecto del tabaco.

Afirmé con la cabeza. Me dio unas palmadas en las mejillas y luego pasó su brazo sobre su hombro e hizo que me apoyara en su cuerpo.

  • No te preocupes es normal las primeras veces, nos pasa a todos. - me tranquilizaba
  • Tiéndete pon la cabeza en mis piernas. Asi se te pasara antes - me ordenó

Me recosté en sus muslos y nos mirabamos. Él me sonreía y me animaba mientras se me pasaba la borrachera. Moví la cabeza y sin darme cuenta entré en contacto con su sexo . Iker se removió inquieto. En unos instantes noté algo que se endurecía en sus pantalones. Se estaba empalmando. Yo me moví frotando aquello que crecía contra mi cuerpo. Iker apartó la mirada y resopló quedamente. Aquello no paraba de crecer y empezaba a moverse autónomo. Me apartó con la mano la cabeza de su bragueta pero yo satisfecho por el efecto que había causado, volví a arrimarme rozándome de nuevo. Al fin me empujó obligandome a incorporar. Se puso de un salto en pie y me dijo

  • Ya estas bien. vamos a movernos un poco para que te acabe de pasar el mareo

Yo le miraba el paquete donde se marcaba sin género de duda un enorme cipote inclinado hacia la izquierda. Le miré risueño a los ojos.

  • Anda a ver si me pillas - me dijo echando a correr como una exhalación

A toda carrera le perseguí por la pradera. Era un buen corredor pero yo no me quedaba atrás. A veces conseguía rozar su cuerpo pero con un rápido drible se escabullía veloz . En una de estas tropezó y me lancé sobre el atrapandolo al fin. Se revolvió y forcejeamos revolcándonos por el suelo. Evidentemente era más fuerte que yo y no tardó en tenerme aprisionado bajo sus cuerpo, me cogió de las manos y las inmovilizó sobre mi cabeza.

  • ¿Te rindes? - me dijo con una sonrisa de medio lado.

Pero no tardó de borrarsele de la cara cuando se percató de cómo mi verga se endurecía bajo su cuerpo. Por efecto rebote al instante la suya empezó a crecer. Nos quedamos mirándonos fijamente a los ojos sin saber que hacer,  sintiendo el palpitar de las pollas en nuestros cuerpos. Azorado por lo que estaba ocurriendo se levantó y dándome la espalda comenzó a sacudirse las hierbas de sus ropas. Pero también percibí cómo recolocaba el rabo en los pantalones.

  • Vamos a sentarnos un poco. Estoy cansado - me dijo cuando finalizó la tarea.

Me levanté y nos miramos con una tímida sonrisa. Ninguno de los dos comprendíamos muy bien lo que había pasado pero ello no evitaba que nuestras vergas tiesas siguieran abultando en nuestros pantalones.

Caminamos hacia el solitario árbol donde habíamos dejado al grillo en su grillera. Nos sentamos quedando en silencio sin saber que decir y así permanecimos durante minutos que parecieron eternos. Todavía estaba anonadado por lo acontecido, pero también estaba seguro de lo mucho que me había gustado sentir el palpitar de su sexo en mi cuerpo y mi verga latir contra el suyo.

De repente el grillo hizo cri-cri y se me vino una idea a la cabeza.

  • Pobre grillo miralo que solo está. ¿Qué te parece si cazamos otro para que le haga compañía?

Iker levantó los hombros aceptando la propuesta. Nos levantamos y comenzamos a buscar un nuevo ejemplar. Cuando dimos con una nueva madriguera Iker se tendió en el suelo y con una paja escarbó en el hueco. Mas a mi me importaba una mierda cazar un grillo, lo que en realidad ansiaba era verle de nuevo la polla. Así que sin aguardar mucho me levanté y sacando el rabo le dije.

  • Vamos a hacer que salga como la otra vez

Tendido en el suelo me miró inquieto sin decidirse a  incorporarse.

  • Venga a qué esperas - le animé.

Al fin se levantó y se sacó la chorra. Estaba morcillona, mucho más grande que la primera vez y se le veía la puntilla húmeda. Ante tal visión la mía se empezó a empinar. Iker lo vio y sin poder remediarlo su polla emprendió el mismo camino. Cuando se elevó en toda su plenitud me quedé embobado mirándola. ¡Menuda tranca se gastaba mi amigo! Era la primera vez que la veía en semejante estado. Larga y gorda como nunca pensé que podría ser una verga, unos pelos asomaban por la abertura del pantalón, su piel clara contrastaba con un glande rojizo a medio descapullar en el que brillaba una gota diamantina. Los dos permanecimos con los rabos embravecidos mirándonos jadeantes. Iker para salir de tan azarosa situación se agarró el miembro y con dificultad lo bajo apuntando la guarida del grillo.Pero le fue imposible orinar.

  • ¡Joder! Así no hay quien pueda - exclamó impotente.

Se guardó como pudo el cipote y tras subirse la bragueta me dijo un poco airado.

  • Venga guardate el cacharro y vamos a las cabañas que está ya oscureciendo.

Marchamos en silencio mientras el sol se ponía.

Aquella noche no podía conciliar el sueño, me acordaba del cipote inhiesto de Iker y se me ponia la verga dura como una piedra. Me empecé a tocar pero la proximidad de mi padre me cohibió y deje de hacerlo. Esa noche tuve mis primeros sueños eróticos.

A la mañana siguiente me desperté sobresaltado mientras mi padre agitaba mi cuerpo.

  • Arriba dormilón. Vístete rápido. Recuerda que es lunes y has de ir al mercado, Ya está afuera Iker aguardandote.

Me vestí en un santiamén y salí al exterior donde el sol ya pegaba duro. Montado sobre un percherón de gran alzada, me aguardaba Iker, Me tendió la mano para ayudarme a subir montandome a su espalda, para luego pasarme las riendas del pottoka que llevábamos con las alforjas, el pequeño caballo en comparación al que montabamos semejaba un pony.

  • Bueno muchachos hagan buena compra - se despidió mi padre arreando al caballo con un manotazo en la grupa para ponerlo en marcha.

El caballo salió disparado hacia delante y me vi obligado a agarrarme firmemente a la cintura de mi amigo, este refrenó a la montura y emprendimos el camino con un paso calmado. El movimiento oscilante del caballo hizo inevitable que me frotara contra el trasero de Iker. Mi polla indómita comenzó a empinarse. Mi amigo tal vez sintiendo mi verga tiesa pegada a su culo, intentó apartarme un poco  con la mano. Más la curvatura del lomo hizo que me deslizase de nuevo hacia su cuerpo. Iker torno la cabeza y con una sonrisa pícara me espetó divertido.

  • Que txalburu ¿Todavía no se te ha bajado desde ayer? - y me guiñó un ojo.

Espoleó al caballo iniciando un ligero trote. Me agarré fuerte a él y apoyé mi mejilla en su espalda. Durante todo el trayecto gocé de tan placentero roce.

Fue un día bochornoso y se presagiaba la tormenta. Estábamos comiendo unos bocadillos en la plaza del pueblo tras las compras, cuando el cielo se empezó a encapotar. Unos negros nubarrones cubrieron el sol, la electricidad se palpaba en el aire.

  • Será mejor que nos vayamos. Me parece que va a caer una buena. - me dijo Iker apresurandose a recogerlo todo.

Estaba oscuro cual boca de lobo poco antes de penetrar en el bosque que teníamos que atravesar para llegar a las cabañas. De repente un rayo cruzó el cielo, el primer relámpago lo iluminó todo con un potente destello. Luego el ruido atronador del trueno hirió nuestros oídos.

  • Está muy cerca. Hemos de acelerar la marcha

No nos dio tiempo de poner el caballo al galope y ya empezó a descargar un tremendo aguacero. Galopamos veloces hacia la entrada del bosque bajo una tremenda cortina de agua.  Ya bajo la floresta en un principio nos vimos protegidos por el follaje pero al poco rato, incapaces de soportar el chaparrón, las hojas dejaron pasar la tromba de agua. Ataviados únicamente por una fina camisa pronto nuestros cuerpos estuvieron totalmente empapados. El camino se embarró de tal manera que dificultaba la marcha de las bestias, estas resbalaban incapaces de caminar  en semejante lodazal. El fragor de la tormenta se incrementó y pronto los rayos desataron un sinfín de relámpagos y truenos aterradores. Los animales inquietos se encabritaban y nos costaba mantenernos sobre la montura.

Un sonido atronador hizo temblar el bosque

  • Ese ha caído muy cerca - le dije atemorizado a Iker

Al poco rato vimos el árbol calcinado donde había caído el rayo, su carbonizada herida aún estaba humeante.

  • Tengo miedo Iker - le confesé a mi amigo
  • No temas txalburu estas conmigo - me dijo acariciando mis manos que cruzaban su pecho

Gracias a Dios unos metros más allá encontramos un pequeño prado en el que vimos una cabaña. Iker saltó del caballo y abrió la portilla, regresando veloz se encaramó de nuevo sobre el animal y a trote ligero nos dirigimos hacia el refugio.

La construcción constaba de una cuadra donde metimos los caballos y una pequeña cabaña hacia dónde nos dirigimos tras dejar a resguardo las monturas. Tuvimos la suerte que ninguna de las dos dependencias estuviera cerrada con llave y pronto nos encontramos refugiados en su interior .Iker encendió una cerilla y pudimos ver la oscura estancia, un camastro, una pequeña alacena, una mesa, dos sillas y una chimenea era todo lo que contenía. Sobre la mesa una lámpara de petróleo que nos apresuramos a encender. La cálida luz iluminó el recinto.

  • Cierra la puerta - me ordenó Iker.

Lo primero que hizo fue abrir la alacena, donde además de los cacharros de cocinar había dos botellas en un estante, una de color ambarino era de aceite, la otra como denotaba su etiqueta, una conocida marca de coñá muy popular.

Se acercó a la chimenea que ya estaba preparada para hacer fuego y tras echar un chorro de ambas botellas encendió una cerilla y procedió a encender el fuego. Agachado soplaba levemente para avivar las llamas y no tardó en arder vivamente. Yo calado hasta los huesos temblequeaba aterido de frio mientras le miraba atizar la lumbre.

Una vez hubo acabado su labor se incorporó y agarrando la botella de licor se bebió un buen lingotazo. Luego me la tendió y me dijo

  • Toma bebe a ver si entras en calor.

Le di un pequeño sorbo que se coló ardiente por la garganta y le intenté devolverle la botella, más él me lo impidió animándome a beber más. Tragué un buen buche y la coloqué sobre la mesa. De pie en medio de la cabaña, me abrazaba a mi mismo porque a pesar del fuerte brebaje no conseguía entrar en calor.

  • Quítate esas ropas mojadas para ponerlas a secar - me ordenó Iker

Me quité la camisa y los pantalones que puso frente al fuego en una silla, quedando en calzoncillos. Mi amigo me observó de pies a cabeza y viendo mi cabeza empapada chorrear agua sobre mis hombros, me indicó de forma perentoria.

  • Quítate los calzoncillos y sécate con ellos la cabeza.

Quite la prenda de tupido algodón y usandolo como improvisada toalla procedí a secarme el pelo. Mientras tanto él comenzó a desvestirse. Interrumpí lo que estaba haciendo y observé como lo hacía. Al fin se quedó totalmente en cueros frente a mi secándose la cabeza con sus calzoncillos. Estaba extasiado admirando su desnudez. Era fuerte y ancho de hombros, a la vez juncal y espigado. Tenía ya el cuerpo formado de un hombre, más parecía que lo hubiese hecho comenzando por los pies, porque en la parte inferior se podían observar las piernas pobladas de pelos negros y una maraña de tupida pelambrera encima de su sexo, por el contrario el resto de su piel estaba totalmente lampiña a excepción de una sombra de bozo sobre su boca de carnosos labios que oscurecía esa parte del rostro. En sus brazos se marcaban los fibrados músculos mientras se frotaba  enérgicamente con la prenda para secar la cabeza, en sus sobacos oscuras manchas de vello tapizaban las oquedades.

Temeroso de que se diese cuenta de cómo lo miraba y que mi excitación me delatara, tapé el sexo con una mano. Pero cuando eché mano a la cosa, vi que debido al frío más bien era cosita lo que tapaba. Me miré el resto del cuerpo que conservaba aún las formas ambiguas de la pubertad y me di cuenta lo diferente que era del de mi amigo. Sobre la parte inferior de mis piernas y en mi pubis, apenas se percibía una pelusilla dorada que se confundía con mi blanca piel y  mis musculos todavia tenian la morbidez de la infancia.

Cuando acabó de colocar todas las prendas al calor de la lumbre, volvió a coger la botella de licor y bebió de nuevo de ella, pasándomela a continuación. A pesar de volver a dar un buen trago el brebaje no acababa de hacer su efecto, no paraba de temblar y los dientes me empezaron a castañetear. Iker apiadandose de mi, se acercó y estrechándome entre sus brazos empezó a frotarme la espalda para hacerme entrar en calor. Había dejando mi mano ocultando mi sexo y noté sobre el antebrazo el calor del suyo, retire el brazo presuroso. Craso error, porque una vez liberada mi verga, no se si por el efecto de las friegas de mi amigo, por el alcohol ingerido o más bien por el roce de su cuerpo seductor, esta cobró vida elevándose lentamente rozando sus muslos hasta chocar con sus testículos. Iker me apartó y me miró con maliciosa sonrisa.

  • Perdón - exclamé azorado.

Por toda respuesta besó mis labios con la rapidez del picotazo de un pájaro apartándose de inmediato tras hacerlo. Fui yo entonces el que picoteó los suyos. A continuación nos entregamos el uno al otro enlazados en un apasionado beso en la que su lengua exploró mi boca. Mientras me besaba con mis manos acariciaba sus anchas espaldas y las suyas descendieron por las mías hasta situarse sobre mis nalgas para estrujarlas. Sentí la potencia de su verga creciendo en mi vientre mientras se apartaba de mi boca para chupar ávido mi cuello y morder mi hombro. Yo transportado por el goce descubierto introduje mi mano entre nuestros cuerpos buscando el preciado tesoro de su polla. Le acaricié a lo largo de toda su masculinidad y él se apartó de mí para dejarme obrar a capricho. Le miré a los ojos y luego bajé la mirada hacia su sexo. Mi mano agarró aquel cipote inhiesto y le descapullé lentamente, un hermoso fresón se destapó ante mi vista. Su mano se dirigió a mi verga y agarrándola con firmeza hizo lo mismo. Nos masturbamos con dulzura durante minutos mientras nuestros ojos bailaban de nuestras vergas a nuestros rostros buscando la aprobación en la mirada del otro.

El frío había desaparecido y parecía que todo mi cuerpo ardía en llamas

Al acelerar el ritmo mi excitación se fue incrementando sin remedio. Iker presintiendo que estaba a punto de derramarme, apartó su mano y luego la mía de nuestros sexos. Besó entonces mi pecho, cuando me mordió un pezón gemí de contento. Mientras se agachaba lamia mi piel hasta hasta alcanzar mi vello. Ya de rodillas, tras lambetear mi rabo tieso, me miró a lo ojos y abriendo la boca engulló el glande entero. Su mirada golosa, su húmeda boca y su tierna lengua hicieron que mi cuerpo se inflamara y enardecido me agarrara a sus cabellos.

Que delicia la primera vez que una boca mama tu polla. Me la lamia, me la chupaba, me la sorbía y la saboreaba; para ser novel en esas lides actuaba como un experimentado maestro. Cuando su mano acarició mis testiculos y luego se deslizó entre mis piernas, un calambrazo recorrió todo mi cuerpo como rayo en la tormenta.

  • Me corro, iker . Me corro. - le advertí al alcanzar el clímax..

Más mi amigo no dejo de mamarme mientras estallaba en su boca en un orgasmo indescriptible. Y aún prosiguió hasta que exhausto y tembloroso derramé la última gota. Amoroso acaricié su negro pelo. Se levantó y me miró con ternura, yo enfervorecido me lancé sobre sus labios y libé mi néctar de su boca. Quedamos abrazados mientras mi verga languidecía, mas no mi deseo que se avivó con el calor de su polla contra mi piel.

Y besando su cuerpo me decidí a poner en práctica la que mi mentor tan sabiamente me había enseñado. Amorrándome a su pezón le mamé con ahínco arrancando los primeros gemidos de placer a mi amante. Luego mi lengua glotona se encaminó en busca de su sexo. Arrodillado frente a él aun impresionaba más el esplendoroso cipote. La humedad se desprendía de su mota y la recogí con la punta de mi lengua para saborearlo goloso. Le tapé el balano para luego tras apoyar mis labios en la punta de su polla descapullarlo lentamente mientras lo introducía en la boca. Pude apreciar con mis labios la tersura sedosa tenía aquella cálida piel, que firme y que muelle a la vez. Cuando al fin su glande se alojó en mi interior fui consciente del tremendo pedazo de carne caliente que albergaba mi boca. Sorbí estrujandola con mis carrillos  a la vez que iniciaba un lento mete y saca que hizo que Iker volviera a gemir de placer.

Como el chupé, lamí, acaricié y degusté durante minutos interminables su adorada tranca. Iker arrebatado por la pasión me la empotró de un golpe, clavandome toda la polla e intruduciendola en mi garganta. A punto de la asfixia me libré de él. Me miró suplicante para que continuase con la mamada.

  • Es muy grande Iker. Casi me ahogo. - dije jadeante mientras intentaba recuperar el resuello.
  • Venga chupamela otro poco renacuajo. Que estoy que exploto.
  • Si pero dejame que yo lo haga a mi manera.

Me la volvi a meter en la boca. Su polla destilaba un liquidillo levemente azucarado que me encantaba paladear, así que a veces chupaba de la punta del capullo como si fuera el pitorro de un botijo. Travieso le mordisqueé suavemente el frenillo donde se une con la cabeza del glande, esa parte que tanto gusto da.

  • Alproja, me vas a romper el rabo.- protestó Iker

Le cogí los huevos con la otra mano y empecé a jugar con ellos mientras aceleraba la mamada. Noté como se le subían y se ponían duros como piedras, la polla se le hinchó y no paraba de jadear gustoso

  • Ay que gusto, que gusto. Ahi, ahi
  • Si mas fuerte, mas fuerte
  • Jodeeeerrrrr me corrooooo

El primer trallazo de leche chocó con mi garganta, así que para poder saborearla agusto se la saqué de la boca y dejando medio capullo dentro empecé a estrujar con los labios mientras su polla disparaba y disparaba sin parar lechazos. Todo su cuerpo se agitaba y sus piernas temblonas se agitaban como columnas en terremoto. Soltó entonces el último grito mientras la leche manaba más mansamente.

  • JODER QUE GUSTO

Cuando hubo acabado me la saqué de la boca y me deleité saboreando aquella extraña cuajada. No supe muy bien identificar su sabor, dulce, un poco salado, con un toque ácido; pero sobre todo me encantó su consistencia viscosa que se pegaba en el interior de mi boca y  a mi lengua golosa. Al fin, mientras su verga perdía su plena turgencia, le besé en la punta y me levanté.

  • ¿Te ha gustado?
  • Si. ¿Y a ti?
  • También. Tu leche sabe muy bien. - le dije mientras le sonreía incitador.

Me atrajo contra su cuerpo me abrazó y yo me deje abrazar.

  • Te has quedado frío renacuajo

En pelota picada y en la húmeda cabaña no era de extrañar.

  • Vamos a echarnos en la cama y taparnos con la manta - me dijo mientras me arrastraba cogido de la mano.

Cuando nos acostamos las hojas de maíz del colchón rechinaron. Nos tapamos rápido con la manta y nos abrazamos el uno al otro para darnos calor. Yo travieso le agarré duro la polla y se la estrujé.

  • ¡Cabrón! ¿Qué quieres guerra?

Iker me empezó a hacer cosquillas y hizo que me partiera de risa. Yo respondí al ataque y le metí la mano en el sobaco y le cosquilleé la pelambrera. Las cosquillas se convirtieron en caricias y a estas las acompañaron los besos. Y de nuevo algo empezó a moverse en nuestra entrepierna. Nuestras manos buscaron nuestros sexos y comprobamos dichosos cómo crecían en ellas. Bendita adolescencia.

Una mano se metió entre mis piernas y sus dedos tocaron donde no esperaba. Me crispé. Se paró. Le miré. Me miró. Me frotó. Me deje hacer. Y me gustó.

  • ¿Te gusta que te frote ahí?
  • Si
  • ¿Puedo meterte el dedo?
  • Mmmmm.Vale - le contesté tras un momento de duda

Sacó su mano de entre las piernas y se chupó un dedo para luego volver a introducirla de nuevo. Sentí su yema mojada en mi agujero, al presionar para entrar me dolió un poco y un pequeño quejido salió de mi boca. Para entretenerme me mordía y besaba los labios mientras poco a poco me penetraba. Falange tras falange invadieron mis líneas y cuando todas estuvieron dentro estruje su dedo con fuerza y un experimente un placer nuevo, desconocido, extraño. Mi culo había nacido a una nueva vida.

Al empezar a follarme con su dedo, jadeé gustoso. Mientras le daba al mete y saca lo removía en el interior y yo me retorcia de placer con sus caricias tan dentro de mi . Con los ojos en blanco suspiraba mientras el me chupaba un pezón sin dejar de dedearme. Al verme tan traspuesto se detuvo y lo sacó.

  • ¿ Te lo hago bien?
  • Siiiiiiiiiiii
  • ¿Quieres que te la meta?
  • ¿El que?- le pregunté ingenuo de mi.
  • La polla.
  • ¿La polla? Pero es muy grande. Me vas a hacer daño - le dije imaginando semejante cipote en mi culo estrecho.
  • Solo un poco
  • Me da miedo.
  • Pues déjame al menos que te la frote en la raja.
  • Frotar nada más
  • Vale. Echate contra el colchón.

Y el mismo me volteó acostándome sobre el pecho.

  • Levanta el culete.

Cogió la almohada y me la metió debajo para alzarme el culo. Luego se puso entre mis piernas y se recosto sobre mi. Sentí el calor de su polla en mi trasero y empezó a restregarse suavemente entre las cachas. Yo con la cara hundida en el jergón solo le oía bufar mientras su polla se frotaba en mis carnes. La verdad es que él lo estaría pasando bien pero yo disfrutaba más con su dedo en el culo, así que no lo dude cuando dijo insistente.

  • Anda déjame que te la meta aunque solo sea un poco.
  • Vale. Pero solo un poco. Y si te digo para, te paras.
  • Tengo una idea

Saltó de la cama, levanté la cabeza y vi como corría hacia donde estaba la botella de aceite, tras cogerla volvió a la carrera. Tenía el cipote alzado al máximo y se le veía brillante en la punta. Era como un garañón lanzado a montar  una yegua.

Se colocó entre mis piernas, me las separó bien con sus manos, dejando mi culo totalmente expuesto y luego dejó que un chorro del óleo resbalara por la raja. Un dedo se deslizó con facilidad y con él me untó bien el agujero, luego noté más presión por lo que me imaginé que dos me habría clavado. Di un gritito cuando tuve un tercero dentro. Con la verga a modo de brocha pintó mi hendidura y cuando se colocaba sobre mi esfínter daba unos golpecillos como llamando a la puerta. Al fin se detuvo sobre el ojete.

Hundí la cara en el colchón esperando la primera estocada.

Presionó con fuerza, mi piel se estiró al límite del desgarró al paso de su glande. El aceite facilitaba la entrada pero no disminuía para nada el tremendo dolor que me causaba. No tenía ni medio balano dentro cuando empecé a chillar como un cerdo en matanza.

  • Ayyyyyyyyyyy.No.No. Para. Para.

Pero él quería más, mucho más.

El macho, enfervorecido en la monta, no se detuvo ante mis súplicas y de un puntazo enterró todo el glande.  Mi cuerpo se curvó como alcanzado por un rayo y alcé la cabeza de la cama. Mi ano se cerró sobre él como un cepo disparado, estrujándolo con fuerza para refrenar su entrada. El esfínter me ardía y se contraía espasmódico  al compás del convulso palpitar de su polla.

  • Espera, espera - le rogué entre sollozos mientras las lágrimas rodaban por mis mejillas y caían empapando el colchón.
  • Lo siento pero no pude parar. ¿Te he hecho daño?
  • Si mucho - le contesté sollozando
  • ¿Sigo? - me preguntó empujando levemente.
  • No,no.Sacala,sacala

Tiró levemente de la polla pero al hacerlo me produjo tal sufrimiento que grité como un loco

  • Ayyyyyyyyyyyyyyy.No,no. Metela

De un pollazo me enterró medio nabo.

  • Pero más no. Estate quieto.

Empecé a resoplar para calmar el dolor. Iker me besaba la espalda y me consolaba con sus palabras

  • Vamos a esperar un poco. No te preocupes.
  • Me duele
  • Ya veras como pasa. Ademas lo mas gordo ya está adentro.
  • Si pero es que es muy gordo. Me vas a romper el culo
  • No es tan gordo. Es que tu estas muy estrechito. Y muy calentito.

Mientras hablaba realizaba un leve movimiento de vaivén casi imperceptible. Poco a poco me fui calmando y cesé de llorar. Más el dolor era aun insoportable. Y no solo era el tormento de su garrote clavado en mis entrañas, lo que me zahería aun mas  era el sentirme usado, violentado, había perdido toda mi masculinidad entregándome como una hembra, una niñita asustada desflorada por un macho bravío. No tenía que haber entregado mi culo con tanta facilidad. ¿Que pensaria Iker? Pensaría que era un puto maricon y no le faltaba  razón, con el culo en pompa y con la polla de un hombre metida en el trasero qué cosa era si no..

  • ¿Te pasa?
  • No
  • ¿Que se siente?
  • Dolor. ¿Y tu?
  • Da mucho gusto. Está tan estrecho y calentito.
  • Pensarás que soy un puto maricón
  • No renacuajo no digas eso. Además si tu lo fueras yo también lo sería. ¿No te parece?
  • Pero soy yo el que la tengo metida en el culo.
  • La próxima vez me la metes tú si quieres.
  • Entonces de verdad que no piensas que soy un maricón.
  • No Amets. Solo pienso que te quiero mucho
  • ¿De verdad? - le pregunté sorprendido.
  • ¿Acaso lo dudas?
  • Yo tambien te quiero mucho Iker.

Y me clavé un poco en su polla para indicarle que siguiera. Empezó a follarme, al principio muy muy suavemente, para ir poco a poco aumentando el ritmo. El dolor se atenuó poco a poco y cuando al fin noté sus huevos pegados a mi culo casi había desaparecido.

  • Ahora la tiene toda dentro.¿Todavia te duele?
  • Casi nada.
  • ¿Puedo follarte un poco más rápido?
  • Si. Hazlo.

Cuando comenzó a montarme con brío mordí el colchón. Se me empezó a calentar el culo con un fuego abrasador y el rabo que se había quedado muerto despertó. Ahora el dolor se mezclaba con un extraño y nuevo placer. El propio, que desde mi polla y mi ano se expandía por todo mi cuerpo, y también el de saber que le estaba dando placer a Iker. Una sinfonía de gemidos inundaron las paredes de piedra y la cama rechinaba ruidosamente con la briosa monta. Mi verga empezó a destilar agüilla que empapaba la almohada y mi vientre. Con sus empellones hacia que me rozase contra el lecho y tenía ya la polla a punto de reventar.

  • Creo que me voy a correr - me dijo Iker entre jadeos
  • Hazlo dentro. Ahora no pares.

Inició entonces una homérica embestida. La cama parecía que se iba a descuajaringar. Iker gruñía como un animal en celo, su polla se empezó a hinchar y, tras darme un tremendo puntazo que temí me atravesara, sentí el disparo de algo caliente en mi interior. Permaneció estático empujando con fuerza mientras me inundaba con su semen en su traca final. En ese momento estalló mi orgasmo. Las sacudidas de su verga agitaron mi interior, y desde mi esfínter que se contraía  espasmódico apretando su rabo, como una sonda sísmica, recorrio todo mi cuerpo y alcanzó mi verga de la que manó la leche mansamente, pero tan intensamente y durante tanto tiempo que creí morir.

Nos desplomamos y permanecimos inertes intentando infructuosamente recuperar la respiración. La verga se le fue desinflando y al fin lánguida se salió de mi.  Tras ello se deslizó sobre el lecho quedando a mi lado. Su leche fue saliendo poco a poco de mi interior. Me toqué el ojete estaba tan dilatado que me asuste, luego me miré los dedos. Una sustancia rojiza manchaba las yemas. Le  mostré la mano a iker

  • Déjame ver

Me separó las cachas y me palpó el agujero.

  • No es nada. Una heridita de nada
  • Me has roto el culo - gimoteé
  • No seas llorón
  • Claro, como el culo es mio - le dije furioso
  • No te enfades renacuajo.

Me magreó con ternura las nalgas. Luego retiró la almohada y se acostó a mi lado estrechándome entre sus brazos . Me acarició la cara y secó las lágrimas de mis ojos, para después besarme con pasión. Fue un beso largo y sensual donde nuestras lenguas se acariciaron y se retorcieron una con la otra con suavidad. Al fin se retiró y me dijo.

  • ¿Quieres follarme tu ahora?
  • ¿Tú quieres?¿Estás dispuesto?
  • Si, si tu quieres.
  • No sé si podré - le dije mientras me tocaba el agotado rabo. - Ni si sabré
  • No te preocupes dejame a mi hacer

Se arrastró hacia mi sexo y usó su dulce boca. Besó y lamió el entorno, peino mi escaso y lacio vello  con su lengua y se encaminó a la flauta de Bartolo, la que tiene un agujero solo. Parecería milagroso que minutos después de correrme por segunda vez aquello despertase. Pero despertó. Y no me sorprendí por que aquella edad la tenia mas tiempo tiesa que dormida. Es la ventaja de ser tan joven, que aunque uno sea de gatillo fácil, el arma es de repetición y siempre guarda una bala en la recamara.

Cuando me tuvo con la polla a punto. Me ordenó levantarme. Se echó en la cama de espaldas y me dijo señalando la botella de aceite.

  • Embadurnate bien el rabo con eso y luego dame la botella

Me unté bien la verga y se la pasé. Se echó el óleo en una mano y él mismo se ungió el agujero  y lo dilató con los dedos. Le miraba serio como torero en alternativa y él me sonreía mientras se preparaba para mi. Luego levantó las peludas piernas y las separó en el aire. En medio de la peluda raja estaba la fruncida y rosada entrada.

  • Ven ponte entre mis piernas

Me subí al camastro y me coloqué como me indicaba, sin saber muy bien qué hacer.

  • Anda a que esperas, es todo tuyo. ¿No era eso lo que querias cabrón?
  • Ahora el que parece una rana eres tu con las patas abiertas - me reí divertido al verlo de semejante guisa.
  • Anda clavamela de puta una vez y no te guasées.

Me arrastré de rodillas hasta acercarme a Iker. Pero su culo estaba muy bajo y no sabia como meterla. Iker comprendiendo lo que ocurría me dijo empujándome con una mano

  • Aléjate un poco

Me retiré

  • Así está bien, recuéstate sobre mi

Me eché sobre su cuerpo

  • Venga metemela

Empecé a dar puntazos a ciegas pero no atinaba.

  • Espera, espera renacuajo. No hace falta que lo piques que el agujero ya está hecho - se rió

Me agarró el rabo con la mano y él mismo se lo pusó a la entrada

  • Ahora empuja

Le di un leve empujón pero no entró. Así que le di con todas las fuerzas y para mi sorpresa le metí la polla de una estacada hasta los huevos.

  • Uaaaaaaaaaaaaaaaaaayyyyyyyyyyyyyy. JODER
  • ¿Te he hecho daño? - le dije asustado
  • ¡Ostia pues claro! O acaso te crees que soy de trapo
  • Si quieres la saco
  • No espera un poco a que me pase. Es que me has dado una puñalada a traición. Hay que ir más despacio renacuajo.

Me abrazó contra su pecho y permanecimos unidos mientras de nuevo sentimos el palpitar. Pero  ahora el trepidar lo causaban mi rabo y su culo. Era consciente que no le podía haber provocado mucho quebranto, porque mi verga no tenía las proporciones descomunales que la suya. Y así fue porque instantes después me dijo

  • Dale pues. Semental, que estas hecho un semental

Me apoyé en los brazos y me lo follé. Estaba pletórico dándole a la chocolatera, que gustillo tenerla enterrada en Iker. Estaba tan calentito y resbaloso. A veces me apretaba el rabo con el ano y entonces me derretía de gusto. Empecé a resoplar y unos goterones de sudor resbalaron por mi frente. Estaba caliente como fragua de herrero, era la primera vez que me follaba a alguien y disfrutaba como un enano. No lo debía de estar haciendo muy mal porque Iker gemía gozoso.

  • Así Amets,así. Lo estas haciendo muy bien. Qué gustillo. - me dijo animándome.

Le agarré la polla y empecé a masturbarle mientras le follaba frenético como un conejo. No pasó mucho tiempo cuando noté como se me encogieron los cojones y se me hinchaba la polla. Y exploté como una bomba.

  • Me corrooooooooooooooooo

Culeé rápido y comencé a echar leche trallazo tras trallazo. Iker me estrujaba la polla con su culo mientras mi mano proseguía cascandosela. Y al fin el Vesubio entró en erupción corriéndose sobre su pecho. Los dos nos convulsionamos en pleno trance en el que sólo nos podíamos concentrar en el placer experimentando.

  • ¿Lo he hecho bien? - dije cuando estuve más calmado
  • Lo has hecho muy bien. - me contestó atrayendome hacia su cuerpo y besandome la cabeza una vez estuve recostado

Agotados,exhaustos y saciados nos fuimos aletargados hasta quedarnos dormidos.

El chirriar de la puerta nos despertó. No sabíamos el tiempo que había pasado. La luz dorada que entraba por la puerta nos cegaba. Una negra silueta se recortaba en el quicio.

  • ¿Que cojones hacéis ahí?

Era la voz de mi padre.

  • Nos sorprendió la tormenta - me disculpé angustiado
  • Pero la tormenta ya se ha terminado hace mucho tiempo
  • Nos quedamos dormidos - intervino Iker
  • Venga levantaros - nos ordenó mi padre

Nos miramos uno a otro avergonzados de levantarnos desnudos como estábamos. Mi padre se dirigió al camastro y cogiendo la manta la retiró de un tirón. Instintivamente los dos nos tapamos el pito.

  • Pero…¿Pero que cojones haceis en cueros? - nunca había visto a mi padre tan enfadado.
  • Se nos mojo la ropa y la pusimos a secar - le dijo Iker señalando a las sillas que estaban delante de la apagada chimenea.
  • ¿Y los calzoncillos?
  • Nos sacamos la cabeza con ellos el resto estaba empapado - intervine para reafirmar a Iker.
  • ¡Ahora os olerá la cabeza a polla¡ ¡Venga arriba¡ - nos increpó.

Corrimos como cervatos asustados a vestirnos. Mientras lo hacía observé como mi padre miraba las manchas del jergón. ¡Creí morir de vergüenza¡

  • Daros prisa os espero fuera. - dijo cogiendo las alforjas con las vituallas y saliendo al exterior.

Mire a Iker con ojos de carnero degollado.

  • Creo que se ha dado cuenta de lo que hemos hecho. - le dije asustado.
  • ¿Por qué?
  • Porque ha visto las manchas en el colchón.
  • ¡JODER, JODER, JODER!

Cuando salimos  todas las caballerías estaban preparadas para la marcha. Nos dirigimos al caballo en el que habíamos llegado e Iker montó raudo. Me preparaba a subir ayudado por su mano cuando mi padre atronó

  • ¡AMETS TU AQUÍ CONMIGO!

Marchamos en silencio.

No se si mi padre hablaría o no con el de Iker de lo acontecido el dia de la tormenta en la cabaña. Solo se que unos días más tarde Iker se marchaba a San Sebastián y un mes más tarde a mi me mandaron a Bilbao a casa de unos tíos. Nunca más se volvió a hablar de asunto.

El tiempo fue pasando y el recuerdo de Iker se fue difuminando como un velero alejándose en la bruma. Nunca más supe de él.

Mi primera experiencia con los hombres tuvo un desenlace tan desafortunado que nunca mas caí en la tentación, aunque las hubo. Mas luego conocí a mi mujer, poco tiempo después nos casamos y formamos una familia; la morbosa pulsión fue aminorando hasta casi desaparecer.

Y tal vez no se hubiese reavivado el fuego si no hubiera visto lo ocurrido aquella noche de luna llena en el palomar.