Luna mi Alter Ego v

Siguen las aventuras de Luna

Aquí estoy de nuevo, un capítulo más y cierro la serie. Espero que os guste.

Allí en aquel balcón, completamente desnuda y expuesta, sentía los pezones duros por el frio y la excitación.

-Relájate Luna, me  gusta ver tu culo rojo, tus pezones duros y la tensión en tu porte.

-Tengo frio –contesté casi con un puchero-

-Pues tu piel arde –dijo pasando la mano plana por mi culo-

Ronronee con esa tierna caricia justo en el mismo lugar que había azotado.

-Separa las piernas Luna –su voz ahora es aún más ronca-

Lo hice y al instante su mano rozó mi sexo, moví las caderas buscando mayor contacto y me impactó el nuevo cachete.

-No te muevas nena, no quiero que hagas nada que no te pida yo.

Cada vez estaba más excitada, sentía la humedad y el calor entre mis piernas y quería que siguiera acariciando mi sexo más profundamente. Si con ello iban los azotes bien venidos fueran.

Intenté relajarme, me agarré a la barandilla y el separó los pliegues de mi sexo con dos dedos, rozó mi clítoris levemente y una descarga recorrió mi columna vertebral, me agarré con más fuerza y el repitió la caricia, no puede evitar de nuevo mover las caderas… o si puede… su mano volvió a azotarme y esta vez seguido al escozor noté un placer raro.

-¿Te gusta Luna?

-Mucho –contesté con sinceridad-

Los dos dedos con los que frotaba mi clítoris, ahora buscaban el camino hacia el interior de mi cuerpo, me penetró y moví mi cuerpo con descaro. Esta vez me preparé y disfruté del azote tanto como de la penetración.

No sé cómo explicarlo pero sentía que mi cuerpo tenia vida propia y solo pensaba en saciar el ardor que recorría mis venas como fuego líquido, mis piernas parecían estar hechas de gelatina y me olvidé de donde, como y con quien estaba. Ya nada salvo esas sensaciones importaba.

Lamió mi cuello, hundió sus dedos hasta el fondo de mi vagina y volvió a azotarme, mientras me corría como una posesa gimiendo sin importarme quien pudiera oírme. Justo cuando mi orgasmo terminó sacó los dedos con lentitud, despacio sin dejar de lamer mi cuello y mordisquearlo, casi me provoca otro orgasmo.

-Vamos dentro –dijo agarrando mi mano y guiándome -

A pesar del orgasmo seguía excitada. Ande despacio pegada a su cuerpo, por el roce sabía que él estaba completamente vestido. Me pegué más a él para intuir sus formas, su voz no parecía la de un jovenzuelo. Solo tenía ese dato y el de sus dedos que no me decía nada de su edad y forma física. La verdad tampoco importaba demasiado, con ese juego había descubierto que no era prioritario, estaba aprendiendo a dejarse llevar solo pensando en el placer que esos amantes desconocidos me estaban proporcionando.

El desconocido paró, noté la cama rozar mis piernas y con un leve empujoncito me sentó en la misma.

Me quedé quieta y escuché los sonidos que me indujeron a pensar que se estaba desnudando, sin prisas. Apoyé ambas manos a los lados en el colchón y disfruté de la anticipación…

Tardo una eternidad en acercarse, sus manos agarraron las mías y las llevó directamente a su sexo. Estaba duro, caliente y palpitaba bajo mi mano mientras la suya sobre la mía me instó a meneársela lentamente.

-Despacio Luna- su voz seguía  curiosamente impertérrita-

Admiré la manera en que ese hombre controlaba su cuerpo y sus deseos.

Al momento dejó de guiar mi mano para acariciar tiernamente mi pelo.

-Acerca la boca Luna

Me moría por saborearle, saqué la lengua y la pasé por la punta ya húmeda, su sabor era deliciosamente salado, envolví el glande con mis labios y succioné un par de veces antes de darle cabida en mi boca casi por completo. Su polla se hinchó más en mi boca y entonces él, pasó sus dedos entre mi pelo y agarrándolo con fuerza por las raíces me empujó hacia su sexo alojándose profundamente en mi boca, luego tiró y volvió a penetrar en ella más veces, cada vez más rápido, cada vez con más fuerza.

Me dolía el pelo y me gustaba esa sensación de poder momentáneo porque a cada empujón notaba como ese hombre iba perdiendo el control, quería llevarlo al límite, quería que estallara en mi boca para seguir saboreándole.

Un par de vaivenes más y en completo silencio sentí el calor de su semen en mi garganta, salió un poco y un segundo chorro llenó mi boca, salió por completo y unas ultimas gotas cayeron en mis pechos, con sus dedos repartió su semen por mis pezones y jadee pletórica cuando los pellizcó y tiró de ellos mientras acercaba la otra mano a mi sexo y lo penetraba con tres dedos sin piedad, tan solo dos envites y me corrí de nuevo en su mano.

Caí rendida en la cama y solo el sabor de su semen en mi garganta delataban su orgasmo, una bruma en mi cabeza me llevó a quedarme medio dormida; estaba en ese punto cuando algo me despertó. Intenté moverme pero no podía, intenté situarme, pensar donde estaba… cuando sentí su lengua entre mis piernas, subía por la cara interna de mis muslos hacia mi sexo, instintivamente subí las caderas y el lamio mi sexo, su lengua plana se paseó por toda mi rajita y creí morir de placer, entonces sus labios atraparon mi clítoris y succionaron con fuerza, sus dientes presionaron con cuidado mi carne inflamada y volvió a succionar antes de lamerlo de nuevo… no pude más y de nuevo estallé en uno de los mejores orgasmos que recordaba.

Al privarme del sentido de la visión todos mis otros sentidos se desarrollaban más.

-No te había dado permiso para correrte golfa y aunque ha sido delicioso ahora debo castigarte.

Él pensaba en castigarme y yo soñaba con que lo hiciera si eso me llevaba a donde yo quería, que era a tener su polla profundamente en mi interior. Desde el balcón no pensaba en otra cosa y haría lo que fuera por conseguirlo.

-Haz lo que quieras, pero fóllame por favor –supliqué sin pudor-

-¿No te da vergüenza suplicar que te jodan?–preguntó con sorna-

-No-contesté sin acritud-

Tenía las piernas atadas y abiertas, mi sexo aun palpitaba por el orgasmo cuando una fuerte palmada en el muslo me sacudió, antes de acostumbrarme al picor de ese azote un segundo en el mismo sitio, luego en el otro muslo… una… dos palmadas más…

Me levantó de la cama y me llevó hacia el centro de la habitación, allí noté que ante mí había colocado un mueble y por su forma supe que la mesa en la que estaba la tele.

Me empujó desde atrás y pegó mis pechos a la fría superficie, dio la vuelta poniéndose ante mí, se agachó y tiró de mis manos atando mis muñecas a las patas, luego ató mis tobillos a las otras dos, convirtiendo esa mesa en una especie de potro.

-¿Sigues queriendo polla?

-Más que nunca

Volvió a ponerse ante mí, metió las manos bajo mi cuerpo y buscó mis tetas, apenas quedaba espacio entre la mesa y mi cuerpo. Aun así las estrujó y pellizcó sin contemplaciones.

-Me pones a cien golfa, me muero por follarte.

-Pues hazlo –dije entre jadeos-

Oí como andaba, noté sus manos en mis caderas y por fin… su polla entre mis piernas, el glande buscó la entrada, sus dedos apretaron mi carne y aferrándose fuerte empujó… en un solo tiempo llenó mi vagina por completo y en una segunda arremetida profundizó más aun, apreté su polla con los músculos de mi vagina y ambos perdimos el control.

Sincronizamos nuestros movimientos, la habitación se llenó de jadeos y mi mundo se tiñó de rojo pasión cuando el orgasmo se apoderó de mí, chillé cuando mi cuerpo se sacudía atado bajo el suyo y él no paró de follarme, arremetía con dureza una y otra vez sin parar.

-Necesito correrme dime que puedo hacerlo dentro –si voz sonó a suplica-

-Hazlo no pares… por favor no pares –lloriquee-

Me apretó fuerte con sus manos, empujó bien adentro y sentí el calor de su semen inundar mi vagina y de nuevo me corrí.

Unos minutos después me desató y me llevó a la cama; me dormí al instante y cuando desperté el desconocido ya no estaba en la cama. Unos ruidos en el baño y supe que no se había ido. A tientas fui al baño y sus manos me aferraron, me ayudó a entrar en la ducha y enjabonó todo mi cuerpo con una delicadeza impensable en el hombre que unas horas antes me había azotado, tirado del pelo y penetrado sin delicadeza alguna… en cambio ahora sus manos eran delicadas.

A tientas enjaboné su cuerpo y nos besamos bajo el chorro del agua. Me ayudó a salir y seco mi cuerpo.

Allí estaba de pie, desnuda ante un desconocido que sentado me secaba con sutileza tras lavarme y de nuevo mi cuerpo estaba ansioso por sentirle.

-Ven –dijo con voz ronca-

Separó mis piernas colocándolas a ambos lados de su cuerpo, puso sus manos planas en mi culo y acercándome a él sentí su respiración en mi vientre.

-Baja, clávate en mi polla

Flexioné las rodillas y el guió su sexo mientras yo bajaba y me llenaba de él. Subió las rodillas, separó las piernas y al no tocar el suelo era él quien con sus manos en mi culo guiaba y llevaba el ritmo. Su boca apresó mis pezones irritados, sus dientes se hincaron sin fuerza, mientras los golpeaba con la lengua.

Pellizcó mi culo, succionó y moviendo las piernas me penetro completamente, profundamente… una vez… dos… diez… me corrí de nuevo segundos antes de que él lo hiciera de nuevo en mi interior mientras mordía mi carne trémula.

Durante todo el día estuve privada de la visión, pero premiada por mil caricias. Perdí la cuenta de mis orgasmos durante el día, me dormí y  amanecí en la amplia cama sola. Me quité por fin la cinta que él me había puesto, el antifaz y memorice la habitación reviviendo los momentos del día anterior. Había sido un fin de semana pletórico pensé mientras hacía de nuevo la maleta para volver a casa.

Al llegar llamé a mis amigos y les conté todo, cuando colgué vi un mensaje en el móvil.

“-¿Qué tal el fin de semana?”

Releí un par de veces y le contesté.

“-Bien. ¿Qué va a pasar ahora?”

Temí leer el siguiente mensaje de él.

“-Piensa en lo ocurrido, valora todo lo experimentado y volveré a ponerme en contacto contigo, gracias por todo.”

Leí mil veces ese mensaje en los días sucesivos, no me podía creer que todo hubiera acabado tan fácilmente para el cuándo yo echaba de menos sus peticiones, sus mensajes, sus exigencias… esperé otro mensaje que nunca llegaba…

-Nena espabila, no quiero verte tan triste –dijo Julián un día al terminar-

-Ven a cenar a casa –sugirió Arturo-

Cenamos, vimos una peli y nos revolcamos los tres en el salón, en la cama… ambos saciaron mi cuerpo, pero me faltaba algo.

Una semana después volví al restaurante y de nuevo comí en la cocina, mi cocinero particular sacio mi hambre en todos los sentidos… pero de nuevo me faltaba algo.

Repetí varias veces todas las experiencias vividas de su mano tan solo para descubrir que sin él no era igual de excitante.

Con el paso de los días intente volver a mi realidad y tan solo me permitía algún capricho sexual de vez en cuando.

En el trabajo estábamos a tope con el nuevo cliente y apenas tenía tiempo de pensar en el desconocido del teléfono.

-Hoy tenemos una reunión con el nuevo cliente, es algo informal e iremos a cenar –dijo Arturo un viernes por la mañana-

Por la tarde fui a casa a darme una ducha y me arreglé, me puse un vestido sencillo negro con mis tacones preferidos, dejé mi pelo suelto y me maquillé ligeramente. Quería dar una imagen seria y profesional ante el nuevo cliente del que apenas sabía nada. Arturo y Julián pasaron a buscarme y la primera sorpresa de la noche fue que habíamos quedado en el restaurante del que tan bien y profundamente conocía a su cocinero y dueño.

Tomamos algo en la barra y dejé un momento a mis amigos para acercarme a saludar al susodicho.

-Hola Luna, no sabía que venias a cenar hoy

-No he reservado yo, ha sido una sorpresa y es una cena de trabajo

-¿Eso quiere decir que no vas a venir a verme ni un ratito?

-No, hoy no puedo debo centrarme en la reunión

-Bien, preciosa –dijo antes de besar mis mejillas lentamente-

Mi cuerpo reaccionó a su cercanía recordando caricias anteriores, pero me separé al instante obligándome a regresar a mi sitio y centrarme de nuevo.

Estábamos charlando cuando vi entrar a un hombre de unos cincuenta años, este me sonrió al cruzarse nuestras miradas y me pareció sumamente atractivo. Para mi sorpresa se acercó y tras saludar a mis amigos, estos me presentaron.

-Ella es Esmeralda nuestra socia

-Buenas noches señorita, un placer conocerla por fin –sonrió antes de besar mi mano-

Me quede pensando unos segundos, su voz me recordaba algo más suave al desconocido del spa y me regañé a misma por no dejar de pensar en esa semana buscando en cada hombre que veía al desconocido del teléfono y al del spa.

-Buenas noches

-¿Algún problema Esme?–pregunto con suavidad-

-Ninguno; su voz me recordó a alguien

-Espero que sea un buen recuerdo –me dijo al oído-

Entonces lo supe, era él. No eran imaginaciones mías ese hombre era el mismo del spa. Rápidamente mi mente empezó a atar cabos; él le había enviado como cliente al igual que le había enviado al spa, ahora estaba todo claro. A los tres nos sorprendió de repente una cuenta tan importante, él le había puesto en nuestro camino y en el mío.

¿Cómo podía destaparle y arriesgarme a que no fuera él y hacer el ridículo con el mejor cliente que tendríamos jamás?

Cesar, que así se llamaba pasó toda la noche haciendo preguntas sobre nuestro proyecto y yo no podía concentrarme, no podía dejar de pensar en todos los hilos que había movido el desconocido del teléfono. Pensaba como habría conseguido que un importantísimo hombre de negocios como era Cesar estuviera dispuesto a confiar en nosotros y encima pasar casi dos días conmigo en la cama sin parar de follar.

Eso me puso a mil y cuando mi mirada se encontró con la de Cesar vi también deseo en sus ojos… ambos pensábamos en volver a follar.

Después de la cena se habló de ir a tomar algo y allí estábamos en un local de moda tomando unas copas.

Allí encontramos unos amigos de Julián y Arturo.

Una hora después y con la cabeza hecha un lio les dije que me iba a casa, ambos se prepararon para irnos, pero les convencí para irme en un taxi era pronto y quería que ellos se divirtieran.

-La llevo yo –dijo a mis espaldas Cesar-

-No importa –dije enseguida-

-Gracias nos quedaremos más tranquilos

Tras quedar para mediados de semana en la oficina, salimos demasiado juntos para mi paz mental.

Estaba hecha un lio, casi segura de que era todo una trama del desconocido del teléfono, enfadada por los entramados de esos hombre me dije que no podía dejar que siguiera manejándome a su antojo, por eso no quería acercarme a Cesar.

-¿Dónde quieres que te lleve Esme?–su voz de nuevo era ronca y sexi como en el spa-

-A mi casa –le dije retándolo a contarme la verdad-

Nos subimos al coche y arrancó, cuando paramos en un semáforo sentí su mirada fija en mí.

-¿Qué quieres de mi Cesar?

-Follarte de nuevo –dijo con tranquilidad-

-¿Que te hace pensar que voy a seguir en el juego? –le reté mirándole fijamente-

No me contesto, dejo el volante y metió su mano entre mis piernas, subió la mano hacia mi sexo y apartando la braga, separó mi carne y metió un solo dedo en mi vagina ya húmeda.

Ni yo misma había notado lo mojada que estaba hasta ese momento. Movió el dedo en mi interior y lo sacó al momento.

-Por esto cielo, estas cachonda, estas mojada y excitada

Me agarró la mano y la llevó a  su bragueta.

-Tócame, quiero que notes lo cachondo que estoy, llevo toda la noche pensando en esto.

Paro un coche al lado y se quedó mirando como mi mano se movía ahora ya sobre su pantalón que evidenciaba su excitación, me hechizó notar la dureza de su polla.

-No puedo responder a tus dudas pero me encantaría que te quitaras las bragas y cabalgaras sobre mi polla –dijo aparcando-

No movió un solo musculo, la piedra estaba en mi tejado. Estábamos en la esquina de mi casa, podía salir corriendo, olvidar a Cesar y a quien le mandaba.

En cambio metí las manos bajo mi vestido, subí el culo y saqué mis bragas mientras pensaba en que lo primero es lo que hubiera hecho la antigua Esme, la Esme de ahora miraba como una loba como Cesar se sacaba la polla del pantalón.

-Ven Esme

Me senté a horcajadas sobre él, cogí su polla y la llevé a mi entrada. Me aferré a su cuello y empecé a bajar empalándome sin dejar esta vez de mirarle.

Cesar me agarró del culo y me pellizcó mientras me movía sobre su polla que estaba enterrada profundamente en mi interior.

-Muévete así golfilla, tienes un coño fabuloso, apriétame la polla con él.

Vi a lo lejos llegar a una pareja vecina, hundí mi cara en su cuello y no dejé de mover las caderas buscando el inminente orgasmo que iba a sacudir mi cuerpo de nuevo.

Mientras me corría envolviendo la polla de Cesar en mi mente había otro hombre… pensaba en lo mucho que había cambiado mi vida desde que estaba en manos del desconocido del teléfono y aun así me sentía más yo misma que nunca.

Rechacé seguir pensando en ese hombre que había elegido desaparecer antes de dar la cara, preferí centrarme en el hombre que tenía en mi interior, sonreí a Cesar antes de decirle.

-¿Quieres subir a tomar la última? –me sentía poderosa porque sentía que follando con Cesar de alguna manera le era infiel a él-