Luna mi Alter Ego
Me sentía rara. Por una parte me alucinaba lo que acababa de hacer por dinero, jamás pensé que sería capaz y por otra parte me llamaba poderosamente la atención lo fácil que había sido y lo rápido que me había metido en mi papel. Por un momento allí
¿Alguna vez os habéis preguntado hastiados que habría pasado de haber vivido la vida de otra manera?
Yo sin saberlo estaba a punto de descubrir lo que era vivir otra vida completamente distinta.
Llegué al trabajo y encendí el ordenador mientras esperaba a mis flamantes y recién estrenados compañeros de fatigas.
Ellos eran Arturo y Julián, mis dos mejores amigos. Arturo era el típico madurito de cuarenta y cinco años en buena forma; empezaba a relajarse después de la boda, aunque era el típico hombre interesante, inteligente e ingenioso que me volvía loca, solo que como os dije acababa de casarse con Julián, mi otro mejor amigo. Julián era más loco, menos reposado y el complemento ideal de Arturo.
Un parpadeo en una esquina de mi portátil me indicaba que tenía un correo.
No tenía paciencia, lo abrí y me dejo helada el contenido del mismo.
“-No sabrás quien soy, yo si se quién eres tu preciosa Esmeralda. Acabo de regresar y me moría por contactar contigo.”
Releí varias veces el mensaje sin comprender nada, dos minutos después le conteste con una pregunta.
“-¿Quién eres?”
Tuve que esperar varios minutos pero llegó su misteriosa respuesta.
“-Ahora eso no importa, dejemos el misterio un poco más.”
En ese momento llegaron mis socios y amigos, fuimos al despacho de Arturo mientras les contaba lo del misterioso mail. A los dos les pareció raro pero misteriosamente sexi. A todo le sacaban la parte positiva esos dos. Nos pusimos manos a la obra con el trabajo y olvidé el cruce de mails. A última hora y ya a punto de marcharme vi de nuevo el parpadeo.
“-Eres arriesgada Esmeralda, con los tiempos que corren no todo el mundo se atrevería a despedirse del trabajo y montar un negocio igual con lo puesto.”
Me molestó que esa persona supiera tanto de mí y por eso no contesté al mensaje. Cerré el portátil y salimos los tres. Cenamos en un pequeño restaurante entre mi casa y la de ellos y luego regresé a la soledad de mi casa.
Después de ponerme el pijama volví a recordar las palabras que me había dicho mil veces sobre todo Arturo, el creía que necesitaba una pareja, un hombre a mi lado, pero yo me negaba la evidencia por dos cosas:
La primera por mi caótica relación anterior y la segunda porque no tenía suerte con los hombres, no me duraban más de dos citas y realmente no me preocupaba.
Antes en un pasado lejano había sido la típica adolescente frívola que solo buscaba en un hombre que me entrara por los ojos y me diera marcha, con el paso de los años descubrí que eso no me bastaba. Yo creo que esperaba tanto que al final me quedaba sin nada.
Con una sonrisa encendí el ordenador y vi el nuevo parpadeo.
“-He visto que sigue gustándote divertirte, ¿ahora los hombres te ponen más de dos en dos?”
Los dientes me chirriaban de la rabia, que se creía ese…
“-Perdona pero no hablo con extraños, o me dices quien eres o se terminó y no es tu problema como me gusten los hombres.”
Esperé unos minutos y la espera dio fruto, recibí un nuevo mensaje.
“ -No es mi problema pero quería comprobar que seguías siendo la misma”
Cerré con rabia el ordenador y me metí en la cama, tenía un montón de cosas en las que pensar, realmente la cosa no iba tan bien como esperaba y empezaba a pensar que la persona del ordenador tenía razón y había arriesgado demasiado; yo poniendo todo lo que tenía y un préstamo, ellos también lo pusieron todo y además avalaron con su casa, si la cosa iba mal íbamos a perderlo todo.
Al día siguiente, de camino al trabajo paré a por café y cuando llegué los dos estaban muy serios.
-Hola chicos ¿pasa algo?
-Nada que no supiéramos cariño, necesitamos más capital para poder expandirnos, sino no hay clientes y sin clientes esto no funciona, el banco no nos da más crédito o sea que tendremos que esperar.
Aunque intentaran no preocuparme sabía que la cosa pintaba mal, pensé mientras regresaba a mi despacho a intentar encontrar alguna solución. Abrí el portátil y de nuevo el parpadeo que me indicaba que volvía a tener otro mail.
“-Hola esmeralda, quizás ayer me pasé. Más aun teniendo en cuenta lo mal que van las cosas.”
De nuevo me asombro que supiera tanto.
“-¿Quién coño eres y que quieres?”
Esperé furiosa su respuesta.
“-Quien soy es lo de menos, te conozco y me conoces, dejémoslo aquí de momento porque tengo algo que ofrecerte. Puedo ayudar con un préstamo a devolver con las facilidades que impongas. Pero recuerda nena que todo tiene un precio. No habrá intereses, el dinero lo tendrías una hora después de tu si y el único precio indiscutible eres tú, Esmeralda.”
No podía creer lo que acababa de leer, ese tío se creía acaso que era una puta
“-Ni lo sueñes tarado, no soy una puta”
Espere la veloz respuesta.
“-¿Estas segura Esmeralda? ¿Ni siquiera por salvar tu negocio y a tus amigos?”
Cerré el ordenador y pase el resto del día dándole vueltas al asunto, no podía olvidarlo. Al mediodía no había solución posible por parte de ellos, habían hablado con media ciudad y nadie dispuesto a echar un cable, yo tenía la posible solución.
Abrí el ordenador, lo encendí y mandé un mensaje.
“-¿Qué quieres exactamente?”
Unos minutos después el parpadeo me hizo mirar a la puerta antes de abrir el correo.
“-tu cuerpo una semana a cambio de treinta mil euros a devolver en tres años a razón de diez al año sin intereses y cuando quieras. ¿Qué te parece lo que te ofrezco?”
El trato era inmejorable, pero ¿sería capaz de pagar el precio sin saber ni a quien debía entregarme?
“-dime algo que me indique que no eres un loco peligroso”
Dos minutos…
“-venga nena no desconfíes ahora, con los años eres más prudente que cuando llevabas el pelo más corto y liso, ¿serán esas nuevas gafas de pasta rojas a juego con el mismo? por cierto estas más guapa con el pelo natural de ahora, y el toque de madurez en tu vestuario te hace parecer más madura que cuando ibas a comprar para tu madre al supermercado del letrero azul a la esquina de casa de tus dos primas.”
Madre mía ese hombre hacía años que me conocía, todo lo que había dicho era real, solo que hacía mucho tiempo.
“-acepto”
No hubo una sola letra más, esperé más de una hora y no tuve noticias hasta que tocaron a la puerta, era un repartidor con una caja.
-¿Señorita Esmeralda García Fernández?
-Si –dije buscando el DNI-
Se lo enseñé, firmé y me dio el paquete. No había salido aun cuando lo abrí, dentro un sobre con un montón de dinero, un móvil y una nota.
“enciende el teléfono y te diré como lo haremos”
Lo hice y en menos de un minuto recibí un wasap. En el me decía que a las doce debería estar en un pub que me indicaba, vestida discretamente. Ese tío conseguía exasperarme ¿que creía que iba a presentarme vestida de furcia?
Corrí al despacho de Arturo y les enseñe el dinero, los dos fliparon cuando les conté una milonga de un tío y de cómo podíamos devolvérselo.
-¿De verdad que podemos devolverlo a un pago anual de diez mil cada año? Es una caña cariño, acabas de salvarnos. –me dijeron ambos abrazándome-
Querían ir a celebrar pero les puse una excusa y quedaron en cenar algo e ir a su casa a organizarlo todo. Me fui a la mía, me duché, me maquillé ligeramente y fui al encuentro del desconocido.
A medio camino recibí un nuevo mensaje:
“-Cuando llegues veras a un hombre en una mesa sentado con un traje azul marino y una corbata granate sobre la mesa un mechero dorado para que sepas quien es”
Le contesté al instante:
“-¿Quién es?”
Al momento
“-Un buen amigo, el será tu amante esta noche”
No daba crédito, creí que sería el quien se acostara conmigo. Pero no tenía otros planes que debía seguir si quería lo que acababa de darme.
“-No te preocupes he elegido bien, no temas. Nadie te hará daño”
Entré y enseguida vi al hombre en una mesa, tendría unos cuarenta y cinco años, algo gordito, pero sumamente arreglado y con buena presencia. En ese momento recibí el siguiente mensaje:
“-No hagas preguntas, solo dile que eres Luna y haz lo que te pida. Estas preciosa y eso que ese vestidito negro es de lo más triste.”
Por instinto miré por todo, por si reconocía a alguien pero no lo hice. Pensé en salir corriendo, pero recordé la felicidad en las caras de mis amigos, a pesar de eso ellos no me permitirían hacer lo que iba hacer en ese mismo instante en el que empecé a caminar lentamente hacia mi nuevo destino. Intente enfocarlo como un trabajo.
-Hola, soy Luna
-Hola, siéntate. ¿Quieres tomar algo?
-No tengo sed, ¿Qué planes tienes?
-Pago y nos vamos.
Le seguí hacia la calle, caminamos juntos sin tocarnos dos calles y entramos en un pequeño hotel. Tras pagar me indico el ascensor y subimos a la habitación.
Estaba muy nerviosa mientras sentía la moqueta bajo mis pies. Abrió la puerta y me cedió el paso.
Nada más cerrar la puerta me dijo suavemente:
-desnúdate por completo –su voz era de mando, estaba acostumbrado hacerlo y se notaba-
Hice lo que me pedía mientras el preparaba unas copas y rece para que pasara rápido, espere que fuera verdad lo que el desconocido me había asegurado, espere que no pidiera nada raro y se limitara a follarme sin más.
-Sé que no haces esto, sé que es la primera vez, relájate nena no soy nada complicado. Me encanta mirar a chicas guapas como tú y que estas hagan lo que les pido. Túmbate en la cama y separa las piernas, quiero ver tu coñito.
Lo hice, separé bien las piernas y él se arrodilló a los pies de la cama para ver bien. Durante unos minutos solo se oía su respiración en la habitación.
-Separa los labios de tu sexo y enséñame que guardas ahí
Llevé mi mano ahí e hice lo que me pedía
-Tócate nena, quiero ver cómo te masturbas.
Pasé dos dedos por mi rajita lentamente ante su atenta mirada, podía hasta sentir su aliento en mi sexo, el que bajo mis caricias empezaba a mojarse al tiempo que su respiración se aceleraba. Miré hacia donde estaba y vi que se había sacado la polla del pantalón y estaba masturbándose.
-Que ricura de coño tienes niña, más deprisa quiero que te corras, no te metas los dedos y hazlo en silencio golfilla.
Aceleré el movimiento de mis dedos sobre mi clítoris, él estaba al límite, oía como su mano meneaba frenéticamente su polla y sin más me corrí, mordí mis labios pero arquee el cuerpo para que supiera que me corría, en ese momento el paró de masturbarse, miró mi orgasmo mientras se ponía un condón y justo cuando cesó, se sentó en el suelo:
-Ven y clávate mi polla golfilla, cabálgame.
Bajé de la cama, separé las piernas y él se agarró la polla mientras yo doblaba las rodillas clavándome en su estaca.
-No me mires mientras lo haces
Más fácil me lo ponía, miré hacia la derecha y me empale por completo, sentí su lengua en mis tetas y entonces como un perrito lamio mis pezones mientras movía las caderas con la cadencia que sus manos en mi culo me indicaban. Solo unos minutos después sentí como se tensaba y daba un alarido al correrse en el condón en la profundidad de mi vagina y en ese momento me sentí poderosa. Esperé un minuto y me levanté; fui al baño y me metí bajo la ducha.
-Gracias Luna, has estado fantástica. Tengo que irme –oí que decía detrás de la puerta del baño-
Después de limpiar bien mi cuerpo y tras muchos minutos bajo el agua caliente salí y me sequé bien, luego volví a la habitación y lo primero que vi fueron tres billetes de cien en la mesita. Tras pensar unos minutos de pie allí mismo cogí los billetes, los metí en mi bolso, me vestí y me fui a casa.
Tumbada en la cama repase mil veces lo ocurrido, me sentía rara. Por una parte me alucinaba lo que acababa de hacer por dinero, jamás pensé que sería capaz y por otra parte me llamaba poderosamente la atención lo fácil que había sido y lo rápido que me había metido en mi papel. Por un momento allí en esa habitación mientras ese desconocido entraba en mi interior dejé de ser Esmeralda para ser Luna. supongo porque así me fue mas fácil.
No hubo más mensajes ese día, hasta la noche del día siguiente:
“-Hola Esmeralda hoy es tu segundo día en mis manos. Espero que estés en esta dirección en dos horas.”
No hubo más, leí la dirección de camino a la ducha, tras esta me puse otro sencillo y regio vestido, me recogí el pelo y me fui.
Faltaba un cuarto de hora para la cita y esperaba algún otro mensaje, que no tardó en llegar:
“-Esmeralda, de nuevo sobria, seria y tremendamente elegante. Entra y pide la llave de la doscientos dos, sube a la habitación, desnúdate completamente y espera de pie a que llegue mi amigo. Recuerda no hagas preguntas solo obedece. Por cierto me gusta más tu pelo suelto.”
Volví a mirar a ambos lados sin ver a nadie conocido y nada. Tenía ganas de pedirle a ese hombre que ganaba con todo eso, pero no lo hice, suspiré y me metí en la piel de Luna.
Entre en el hotel, subí a la habitación y en ella me desnude mirándome en un enorme espejo. El hotel como el anterior no era un hotelucho por horas y la habitación era bonita e impersonal, justo lo que Luna necesitaba.
Cuando solo me quedaban las braguitas la puerta se abrió y un hombre de unos cuarenta años entró.
Iba a quitarme las braguitas cuando de dos zancadas llego a mi lado, no parecía demasiado cordial ni hablador, aunque no era para nada amenazante.
-No te las quites, me gustan las braguitas sencillas de algodón, más que esas de encaje. Separa las piernas.
Sin soltar el maletín metió la otra mano entre mis piernas y la puso de canto en mi sexo. Que ese desconocido completamente vestido me estuviera tocando íntimamente mientras yo esperaba allí desnuda que lo hiciera me estaba calentando, sorprendida noté como me mojaba cuando sus dedos presionaban hacia arriba intentando penetrarme con las braguitas aun puestas.
-Saca mi polla y acaríciala –dijo tirando a un lado el maletín-
Hice lo que me pedía, desabroché el cinturón, la cremallera y el botón de sus pantalones y metiendo mi mano saqué su polla. Estaba duro y muy bien dotado, me relamí sin darme cuenta.
-Vaya nena, estas poniéndome a cien con tu respuesta. Mi amigo me explicó que no haces esto a menudo, pero que de vez en cuando te gusta probar algo nuevo. Sinceramente no esperaba esto.
Separé más las piernas y el metió la mano dentro de mi braga y cuando sentí el calor de sus dedos directamente en mi carne un cosquilleo recorrió mi columna. Recorrió toda mi rajita antes de llegar a mi cueva y sin previo aviso metió dos dedos en mi vagina. Dio un salto y el empujó aún más adentro.
-Tranquila nena, relájate y disfruta.
Entró y salió mil veces antes de juntar otro dedo y entonces volvió a penetrarme mientras yo notaba como me abría, como dilataba mi vagina que se lubricaba rápidamente, ese hombre sabía lo que hacía.
Durante cinco minutos me masturbo hasta que sin poderlo frenar me corrí entre sus hábiles dedos.
-Muy bien nena, ahora ponte de rodillas a un palmo de la cama y apoya en ella tus manos planas.
Me puse de rodillas ante la enorme cama, separe las rodillas un palmo de la mía y planté mis manos sobre el colchón, él se colocó al otro lado.
-Voy a desnudarme quiero que estés quietecita
Cuando termino de desnudarse se colocó detrás de mí de rodillas y agarrando su polla sentí como con esta acariciaba mi sexo caliente sin prisas hasta colocar la punta en mi húmeda entrada y de un solo empujón me la metió hasta el fondo, estaba tan dilatado que no sentí dolor por la violenta arremetida, en cambio me arquee del placer de sentirme de nuevo llena, ahora por su polla.
Dos empujones más y salió completamente dejándome de lo más frustrada.
-No muevas las manos quiero que las pongas sobre la cama y se queden allí quietas.
Las puse y me llenó de nuevo, entró y salió tres veces con dureza, hasta el fondo y de nuevo salió. Metió de nuevo los dedos, tres de ellos entraban y salían mientras yo jadeaba.
-¿Te gusta Luna?
Asentí con la cabeza, totalmente entregada al placer de sus rudas embestidas, ese hombre me llevaba al paraíso con cada arremetida follándome como nunca nadie lo había hecho, enseñándome sin caricias ni palabrería el placer del follar sin más.
Sacó su miembro y me sentí de nuevo vacía, pero al momento de nuevo sus dedos penetraban en mi con la misma fuerza que su polla mientras con la otra mano acariciaba mi culo, después lo pellizcó y por ultimo me dio dos cachetes antes de volver a penetrarme un par de veces más.
Yo meneaba las caderas, subiendo el culo para facilitarle la tarea, sus dedos entraban y salían mientras sentía la humedad de su polla en mi cadera, no paró hasta que estaba al borde de un nuevo orgasmo, de nuevo saco los dedos y enfilando su polla me la incrusto hasta el fondo provocando un orgasmo que chillé mientras mi cuerpo convulsionaba apretando esa polla, entonces la sacó, la colocó sobre mi culo hacia arriba y pegándose a mi cuerpo empezó a frotarla por mi piel apretando mis tetas, se movió como si me penetrara rozándola por mi culo y mis riñones hasta que se tensó y sentí el calor de su semen en mi espalda.
Un minuto después oí como se levantaba y desaparecía en el baño, mientras yo apoyada ya en la cama sentía la dureza de la moqueta en mis rodillas, no me moví cuando salió y supe que me miraba mientras se vestía.
-Estas arrebatadora así de rodillas desnuda con mi semen en tu espalda, podría volver a follarte… -dijo dándome un suave beso en un hombro-
Después se despidió dándome las gracias y salió de la habitación, solo entonces me levanté y vi de nuevo los tres billetes en la cómoda.
Salí de la habitación una hora después, duchada, con el maquillaje y el pelo en su sitio. Entre en el ascensor y apreté el botón mientras bajaba sentí un cosquilleo entre mis piernas y supe que empezaba a disfrutar siendo Luna.
“-De nuevo otro fan para tu colección, ya faltan menos”
Pensé en ese hombre que me había metido en este nuevo mundo en el que jamás me hubiera imaginado.
“-¿Puedo pedirte algo?”
Tardó cinco minutos en responder, un pitido me hizo saltar a por el teléfono.
“-¿Qué quieres Esmeralda?”
Escribí rápidamente sin pensar apenas lo que escribía.
“-¿Supongo que durante la semana que acordamos habrá más amigos tuyos verdad?”
Ahora la respuesta fue instantánea
“-Si, eso espero de ti.”
Mi respuesta fue igual de rápida que la suya, mis dedos volaban por el teclado.
“-¿Tú serás el ultimo?”
No hubo respuesta y finalmente me dormí con el móvil en las manos. Amanecí y tuve que buscarlo entre las sabanas, no había mensajes.
Mientras me vestía supe que iba a disfrutar esta semana, que haría lo que me pidiera, porque deseaba fervientemente que el poseyera mi cuerpo como estaba poseyendo mi alma.
Si os gusta continuo...