Luna llena (4)
Estoy segura que a muchas chicas como nosotras nos ocurre muy a menudo que deseamos estar completamente solas para poder vestirnos de nenas. Igual deseamos tener el mayor tiempo posible para disfrutarlo plenamente y no siempre se puede. Sin embargo, encontré una manera de no pasar tanto tiempo extrañando el no poder vestirme de nena. Diariamente debajo de mi ropa para venir a la oficina utilizo prendas femeninas. Sí, es muy placentero hacerlo.
Estoy segura que a muchas "chicas" como nosotras nos ocurre muy a menudo que deseamos estar completamente solas para poder vestirnos de nenas. Igual deseamos tener el mayor tiempo posible para disfrutarlo plenamente y no siempre se puede. Sin embargo, encontré una manera de no pasar tanto tiempo extrañando el no poder vestirme de nena. Diariamente debajo de mi ropa para venir a la oficina utilizo prendas femeninas. Sí, es muy placentero hacerlo.
Comencé poniéndome tangas debajo de la trusa o calzón. Al principio me sentía un poco incomoda ya que no acostumbraba a utilizar dicha prenda durante todo el día, pero actualmente ya estoy completamente acostumbrada a ello.
Conforme ha pasado el tiempo he ido variando las prendas que utilizo. Actualmente me atrevo a traer no solo tangas sino pantaletas, cacheteros y prendas tipo boxer pequeño y ajustado. Obviamente el calzón de hombre ya no me lo pongo.
Para llegar a mi trabajo utilizo el sistema de transporte colectivo comúnmente llamado Metro. Es una sensación excitante viajar entre tantos hombres sin que estos sepan, y mucho menos vean, que llevo prendas íntimas de Mujer debajo del pantalón. Sin embargo me han ocurrido situaciones aún más excitantes infinidad de veces como la que voy a relatarles a continuación:
Resulta que un día me animé a ponerme una pantaleta satinada en color hueso y encima un pequeño boxer de color blanco. Al mirarme en el espejo noté cómo mis nalgas se delineaban firmemente y hasta me parecieron más grandes y redondas. Eso me excitó demasiado al grado de que mojé ambas prendas con mis líquidos seminales. Cuando coloqué el pantalón me miré decenas dando de vueltas frente al espejo para verificar que no se me notaran las prendas. Satisfecha y gustosa, salí de la casa y me dirigí a tomar el transporte ya mencionado.
En cuanto subí las escaleras noté que había mucha gente esperando en los andenes. -Voy a llegar tarde al trabajo-pensé. Sin desanimarme esperé conjuntamente con todas esas personas la llegada del convoy. Este no tardo en llegar y en cuanto pasó delante de mí me percaté que no iba tan atiborrado de gente. Cuando se detuvo tuve la fortuna de que las puertas quedaron exactamente frente a mí. Se abrieron, y como nadie bajó pude acercarme hasta las puertas de enfrente dando la espalda a todos los demás individuos.
En la siguiente estación subió aún más gente y fue entonces que un tipo que iba detrás quedó completamente pegado a mí. Sentí el pequeño bulto de su virilidad enmedio de mis nalgas y aunque intenté moverme hacia un lado me fue imposible hacerlo. El tipo intentó lo mismo colocando una de sus manos en la puerta para tratar de empujarse hacia atrás, cosa que tampoco logró. -Disfruta mientras dure-pensé. Y así ocurrió.
El convoy comenzó a moverse y el tipo junto con él. Sentí como su pene comenzaba a crecer y toda su dureza se acomodaba entre mis nalgas. Mi erección se disparó también y las piernas comenzaron a temblar por la emoción. El tipo supo entonces que para nada me disgustaba la situación y ya no hizo por empujarse hacia atrás para no molestarme. Hizo lo contrario y se movía detrás de mí a la par del movimiento del convoy. No me importó en absoluto que alguien se diera cuenta de lo que iba ocurriendo. Al llegar a la siguiente estación ocurrió algo que jamás podré olvidar.
El tren se detuvo y aún alcanzó a subir una persona. Se empujaba y se empujaba evitando que las puertas lo golpearan. Cuando éstas se cerraron por completo el convoy permaneció detenido por espacio de 5 minutos que para mí fueron los más placenteros. Esto fue porque el tipo, aprovechando que su pene estaba totalmente pegado a mí, comenzó el movimiento que ocurre cuando nosotros como hombres hacemos presión en nuestro esfinter. Sí, adivinaste, el pene se contrae como si estuvieras picando lo que tienes enfrente. Con eso me daba cuenta de lo excitado que iba el tipo y por supuesto, de cómo estaba disfrutando el momento. Me quedé quieta por completo sintiendo la dureza de su pene. Y entonces yo hice lo mismo, presioné mi esfinter y sentí cómo de mi pene escapaba una generosa porción de mi líquido seminal y mis prendas quedaron impregnadas por el mismo. Tuve que contener un gemido de placer.
El convoy siguió su marcha y la situación se repitió hasta que finalmente llegó el momento de descender.
Cuando lo hice no miré hacia atrás, caminé de frente y con algo de prisa. No quise saber quién había sido el tipo que me había hecho disfrutar de tal manera. Mucho menos deseaba ser abordada por él.
Ese mismo día, pero por la tarde, me volvió a pasar lo mismo pero con una marcada diferencia.
Resulta que al estar esperando el convoy, a mi lado se encontraba una chica que me pareció hermosa y sensual. Iba ataviada con su traje de oficina. Su pantalón le quedaba muy ajustado y marcaba un par de nalgas redondas y por lo visto firmes. Debo confesar que le tuve cierta envidia.
El tren llegó y después de que las puertas se abrieron permití que la chica se pasara primero, yo lo hice enseguida y tuve la enorme fortuna de quedar a un lado de ella justo en la entrada del pasillo. Me coloqué de manera que con mi brazo derecho no iba a permitir que nadie más se adentrara en el mismo. Por el otro lado lograron acomodarse más personas de forma que la chica quedo completamente encerrada.
El convoy comenzó la marcha y como mucha gente tiene por costumbre no hacer por agarrarse ya sea porque no puede o porque definitivamente no desea hacerlo, tuve que soportar el peso de muchos. Eso me hizo recargar mi muslo izquierdo en la nalga derecha de la chica. La verdad esperé ver una mirada de enfado y recriminación pero no fue así. Sí volteó pero me miró como diciéndome que entendía la situación. Me tranquilicé y me propuse disfrutar de este otro momento.
Su nalga era firme y obviamente mi pene reaccionó. Conforme avanzaba el convoy ella se fue acomodando cada vez más hacia mí, tanto que de repente sentí como la hendidura de sus nalgas descansaba toda sobre mi muslo. Sentí que estallaría de placer. Ahora su nalga derecha era acariciada por la dureza de mi pene. Nuevamente sentí envidia.
Sabiendo que contaba con su aprobación deje de hacer fuerza con mi brazo derecho y fue entonces que mi pene al fin se acomodo enmedio de sus nalgas. Sin embargo me gusta ser discreta y de repente miraba hacia las personas que nos iban rodeando para verificar que nadie se daba cuenta de lo que ocurría. Afortunadamente nadie nos miraba.
Y entonces llegó la oportunidad de manifestarle la excitación que en mí provocaba su cercanía. El tren se detuvo y permaneció detenido por espacio de tres minutos. Ese tiempo bastó para picotear su culo con mi pene tal y como me lo habían hecho a mí horas antes. Ella se empujo más hacia mí y con ello supe que si ambos nos decidíamos podíamos llegar a algo aún más placentero. Curveó su espalda y su culo se levantó de manera que sus nalgas me parecían aún más enormes. Tenía el enorme deseo de tomarla por las caderas para restregarle el pene por todo su culo pero eso ya era muy extremo y nos hubiera delatado.
Y entonces de la excitación pase a la sorpresa.
Un tipo que iba detrás de mí y del cual no me había percatado, puso una de sus manos en su entrepierna y comenzó a acariciarse levemente pero en cada movimiento que realizaba alcanzaba a tocar mi culo justo enmedio. Ni qué decir de mi erección la cual se disparó aún más. Se imaginan la escena? Sí, los tres estábamos perfectamente acoplados en nuestros movimientos, el tipo se acariciaba y me acariciaba y mientras tanto yo picaba el culo de la chica la cual echaba su cabeza hacia atrás embriagándome con el aroma de su cabello.
Ya no pude soportar más y sentí la sensación previa a la eyaculación. No sé que haya pasado con el tipo pero me imagino que igual estaba por venirse ya que aceleró el movimiento de su mano. Y entonces exploté. Sentí los espamos de mi pene y la tibieza de mi semen cuando comenzó a empapar mi pantaleta. Mientras tanto la chica comenzó a mover sus caderas de lado a lado de forma leve y continua, mi pene se paseaba por ambas nalgas para después descansar enmedio de éstas.
El tipo dejo de mover su mano y supe que también se había venido. Acercó su cuerpo a mí y su pene se acomodó entre mis nalgas. Ahí se quedó hasta que la dureza del mismo desapareció.
Y pues bien, todo lo que comienza llega a su fin. Yo tuve que bajar primero cuando llegué a mi estación. La Chica y el tipo se siguieron e ignoro en que estación hayan descendido.
Te gustaría saber en que estación y linea abordo el metro? No importa si eres Hombre o Mujer, en serio, hasta mi culo ha recibido las mejores caricias de una Mujer, eso te lo contaré en otra ocasión.