Luna llena (3)
Nuevamente la necesidad imperiosa de Valeria por despertar el erotismo de los Hombres...
Luna llena 3
Nuevamente la necesidad imperiosa de Valeria por despertar el erotismo de los Hombres...
Esta vez no hay preámbulos.
Voy sentada viajando en el metro. El vestido corto sube más arriba de mis rodillas. La tanga se me incrusta entre las nalgas y me hace sentir una leve cosquilla entre ellas. El liguero le da forma a mi cintura. Los senos se ven antojables ya que los pezones se marcan debajo del vestido. El bolso descansa sobre mis muslos. Mi maquillaje está perfecto. Siento muchas miradas sobre mí.
El metro no va muy lleno y por el momento una Señora acompaña mi trayecto sentada a mi lado. En los lugares de frente a nosotras va una pareja. La chica es atractiva pero el tipo que va con ella me mira en varias ocasiones. El muy descarado va devorándome con la mirada, cuidando que su pareja no se de cuenta.
Abro el bolso y extraigo un pequeño espejo y mi labial. Me miro una y otra vez antes de aplicarlo. Acomodo mi cabello. De repente mi mirada se topa con la de un hombre que va recargado junto a las puertas del vagón, de frente y del lado contrario al que voy. Me sonríe ligeramente y con la mirada me invita a ver hacia abajo, lo hago y veo que lleva una mano dentro del pantalón y que con ésta acaricia su entrepierna. Le devuelvo la sonrisa y continuo con mi arreglo.
La Señora se levanta ya próximos a la siguiente estación. Es el momento que aprovechan tres tipos, de los que no me había percatado, para acercarse y ver quien gana el lugar que va a desocuparse.
El metro se detiene y después de una graciosa escena generada por el ascenso de la gente comienza su marcha nuevamente. El tipo que ganó el lugar junto a mí pega su pierna de forma deliberada. Siento una sensación excitante y mi pene comienza una erección. Al continuar mi arreglo me doy cuenta que han subido muchos hombres; todos se distribuyen a lo largo y ancho del vagón. Muchos fijan su mirada en mí, incluso el que va sentado con su pareja. Eso me excita aún más. Es entonces cuando decido comenzar mi juego perverso.
Comienzo levantando mi rostro y paseando la mirada por varios de ellos, acerco el espejo y comienzo a aplicar lentamente el labial. Miro el espejo y miro a los tipos. Logro que la mayoría estén atentos observándome. Cuando termino, guardo el labial y finjo que estoy buscando un accesorio más. En cada movimiento del bolso el vestido se va levantando. Continuo la búsqueda y logro que se vea el comienzo de la media y lo que es mejor, uno de los broches frontales del liguero.
La chica frente a mí se percata de mi "accidente" y voltea de inmediato a ver a su pareja. Lo descubre observándome y disimuladamente le da un codazo. No suelto la carcajada para no meterme en problemas.
Qué perversa me siento.
Extraigo la polvera de maquillaje. Al abrirla escapa su delicado aroma y vuelvo a pasear la mirada por varios de los tipos. Siguen atentos a lo que hago. Los que van más cerca de mí suspiran devorando el aroma del maquillaje.
Termino mi supuesto arreglo y guardo mis accesorios. Sigo presa en la mirada de muchos tipos.
El chico que va a mi lado pone su mano sobre su pierna pero "accidentalmente" roza la mía.
-Disculpe Señorita- Me dice fingiendo pena.
Yo solo volteo y le sonrío levemente. Cierro mis ojos y comienzo a imaginar que todos los tipos a mi alrededor acarician su entrepierna. Me gustaría ver que es así.
Me mantengo en ese estado durante el paso por tres estaciones. El momento para descender se acerca. Me voy a dirigir hacia el lado en que está el tipo de las puertas.
Obviamente conozco lo que es estar en el metro cuando éste va completamente lleno. No puedes caminar libremente. Por más que tratas de evitar el contacto con la gente no se puede. Es por eso que comienzo a sentir más excitación. Eso es precisamente lo que busco. Estar entre muchos hombres, sentirlos pegados a mí.
Preparo el bolso tomándolo con ambas manos. El broche del liguero se mantiene visible. Me incorporo y los tipos que van en las orillas de ambos asientos se hacen un poco de lado para dejarme pasar, bueno, eso pienso yo. Igual los que van en el pasillo se mueven un poco hacia los lados. Me siento como una reina a la cual sus súbditos van a abrirle el paso.
Me incorporo y cuando voy pasando frente al chico de la pareja el metro se detiene bruscamente. Trato de sostenerme de los tubos pero no lo logro. Me voy de frente y extiendo un brazo para apoyarme en su hombro; él a su vez levanta sus brazos y pone sus manos justo en mi cintura. ¡Qué sensación!.
No termino de reponerme cuando siento otras manos pero...¡En mis nalgas!.
¡Qué escena!.
Todo sucede muy rápido.
Yo apoyada del hombro del chico, él con sus manos en mi cintura y el tipo que iba sentado junto a mí con sus manos en mis nalgas. La chica se nota completamente molesta. Yo me siento más perversa aún. Con voz melosa me disculpo y me incorporo para alejarme. El tipo detrás de mí vuelve a disculparse y yo solo volteo y le guiño un ojo. Quisiera reír pero nuevamente me controlo.
¿Cómo es que sus manos fueron a dar a mis nalgas? Me pregunto yo.
No importa. Estoy segura que fue una visión muy cachonda para el resto de los tipos del metro. Puedo apostar que más de uno hubiera querido estar en ese lugar.
El metro continua la marcha.
Conforme voy pasando por el pasillo para dirigirme a las puertas, cada uno de los tipos se acercan para decirme palabras cachondas y otros logran acercarse de forma que siento sus erecciones en mis caderas y en las nalgas. Yo los entiendo ya que los espacios son muy reducidos. Más perversa aún.
Casi estoy por llegar a las puertas cuando nuevamente el metro se detiene. Instintivamente busco de donde sostenerme pero me encuentro exactamente enmedio de todos los tipos. No puedo estirar mi brazo, y el otro lleva el bolso, así que otra vez me recargo en el tipo que tengo más cerca. Los demás se dejan ir hacia mí y siento muchas manos pegadas al cuerpo. Unas con el afán de acariciarme y otras con la intención de ayudarme, eso pienso yo. El caso es que estoy a merced de todos.
Muchos tipos aprovechan la situación y se repegan aún más haciéndome sentir manos y penes. Deseo que ninguno se atreva a poner una mano delante de mí, no puedo controlar la erección.
El metro tarda varios minutos en reanudar la marcha. Todos esos minutos los disfruté enormemente. Fui objeto de tocamientos y arrimones. Unos hechos disimuladamente y otros sin el más mínimo temor de ser vistos.
Al fin entramos en la estación y es cuando recuerdo al chico de las puertas. Lo busco con la mirada y lo encuentro distraído mirando hacia fuera.
El metro se detiene. Se abren las puertas y los tipos que van frente a mí salen permitiéndome el paso. Comienzo a caminar y volteo a ver al chico de la puerta. Le guiño un ojo y de forma intempestiva sale también. Yo sigo andando dirigiéndome hacia las escaleras. Camino lentamente, contoneándome, no escapo a ninguna de las miradas masculinas.
Como si yo fuera un imán varios de los tipos, que supongo no tenían que descender en esa estación, salen y caminan detrás de mí. Sé que van devorando mis piernas y las nalgas con su mirada. Sé que esperan a que llegué al pie de la escalera y que comience a subirla. Así lo hago.
Estoy segura que disfrutaron al ver cómo subía la escalera sin tomar la precaución de apretar el vestido a mis piernas. Sé que por vario rato no olvidaron la visión que les proporcioné. No se olvidaron de ver mis medias, los tirantes del liguero y la tanga. Lo que es mejor, no creo que olviden haber visto un par de nalgas brillosas y necesariamente suaves.
Estoy segura que desean verme nuevamente. Yo solo estoy a la espera de la siguiente luna llena.
Quieres saber qué línea del metro abordo?
Ah, lo olvidaba! El chico de la puerta no se animó a más. Se contentó con la visión y regreso junto con los demás cuando al fin desaparecí en la parte alta de la escalera.