Luna Dulce
¿Eres de sangre fría o caliente?
Es la típica pregunta, se nos ofrece para provocarnos, demostrando una osadía cargada de chulería al 75 por ciento.
!No sigáis leyendo!
La rotura de un flexo, empapó al protagonista, soltando un impropiero digno de 25 céntimos a la hucha.
- !Me cago en Dios!
Inercia protectoria, acercándose hasta al baño, tocando a la puerna por donde el agua sobresalía en un gran charco.
- ¿Estás bien?
Siguiendo el monólogo.
- !Hostia!- no sólo estaba abierto el metal si no también el albornoz rosa- !Se ha roto la puta alcachofa!
Girando la cara, mano levantada ocultando visiones, se dispuso a contestar tranquila.
- Al menos no te has caido- poniéndose en camino- traeré la fregona y el cubo.
Mirándose hacia abajo, apoyó el peso en el marco, prendiendo la mecha de una bomba.
- A ver porque no has disfrutado del panorama.
!Ya está!
Reanudando la marcha, los músculos cargados de ira, descargada en una bofetada que tiró sus gafas.
- !Siento mucho que sea tan sacrificado respetarte y tan fácil para ti hacer lo contrario!
" El grito del sentimiento herido".
Paralizado momentos, no supo reaccionar y, al verla intentar alejarse tomo el brazo.
- Como estén rotas- alzando el dedo- me las vas a comprar.
Las lágrimas asomoron acompañándole el llanto, sin de darse la vuelta, se negó a regalarle tal espectáculo.
Tapándose la boca, amortiguó los aladidos, tirando con todas sus fuerzas hacia la salida.
Probando abrazarla mediante la extremidad libre revolvió el cuerpo negándose, no le quedó más remedio que aprisionarla contra la pared, subiéndole las articulaciones gracias al apretón de las muñecas.
- Quiero irme- cara de lado- haz el favor de soltarme.
" Dentro me mata ser culpable".
- Lo siento- susurro bajito- siento mucho hacerte daño- desplomándose el apoyo de la barbilla sobre la cabeza- no es sencillo estar cerca de ti.
De nuevo, las derramaba cansada y entregué agonía acomulada.
- No hay nadie más como tú.
Una carcajada derrotada.
- Ahórrate la charla de que no me lo merezco porque no te tiembla el pulso.
Una sonrisa amarga.
- Lo sé- cerrando los ojos- soy incapaz de estar lejos y hago que te vayas.
Silencio letal, no era la mejor confesión del mundo pero era cuanto podía dar.
Encarándome, supe el final de la partida, podría perdonarme pero no lo olvidaría.
- El amor no da miedo- su firmeza- no subyuga- su valor-y no se esconde.