Luna de Porcelana

Era una chica aparentemente inocente, pero las cosas no siempre son lo que parecen...

LUNA DE PORCELANA

“bip, bip”. Miró la pantalla del móvil. “Ya estoy aquí”. Cogió el bolso, se echó un último vistazo en el espejo y salió. Era verano y había luna llena, una luna redonda y grande que parecía de porcelana. Caminó bajo la luna hacia el final de la calle, dónde él la esperaba prudentemente dentro del coche. No quería que la recogiera en la puerta de su casa. No eran pareja, pero se lo pasaban muy bien juntos.

-    Hola preciosa- le dio un beso en los labios húmedo y largo, que hizo que ella se derritiera y comenzara a sentir un leve cosquilleo entre las piernas. El cosquilleo fue en aumento cuando él  deslizó la mano por sus muslos hacia arriba.

-    Te dije que sin ropa interior- susurró él cuando llegó con sus dedos al final del camino.

-    Pero…

-    Ni peros ni nada, quítatelas.

Se quitó el tanga y lo guardó en el bolso. Le ponía muchísimo que él le diera órdenes.

-    Muy bien, pero has sido un poco desobediente así que tendrás que tener un castigo- le dijo llevando la mano de ella hasta el bulto que empezaba a crecer en su pantalón.  Ella le miró sin saber muy bien qué quería.

-    Chúpamela.

-    ¡Pero aquí no puedo! Estamos al lado de mi casa, puede verme alguien

-    Nadie te va a ver la cara, y mira cómo te estás mojando sólo de pensarlo- le dijo acariciando con un dedo la entrada de su sexo, algo que hizo que ella se estremeciera de placer. –  lo estás deseando tanto como yo, venga…

Y tenía razón, estaba deseando hacerlo, le volvía loca tener ese pedazo de carne en la boca, caliente y palpitante, y saber que estaba así de caliente y así de grande por ella. Agachó la cabeza y empezó a lamer primero dando pequeños lengüetazos, luego metiéndose la punta en la boca y después intentando metérsela entera, aunque eso era más difícil. Escuchaba los suspiros de él que indicaban que le estaba gustando.

-    Ufff, que bien lo haces pequeña… pero para, que tengo una sorpresa para ti y vamos a llegar tarde.

-    ¿Una sorpresa?-  Preguntó relamiéndose – ¿Qué sorpresa?

-    ¡Si te lo digo ya no es una sorpresa! Pero te va a encantar, estoy seguro.

Pusieron el coche en marcha y fueron hacia una zona de bares de copas. Por el camino él tenía la mano derecha entre las piernas de ella y le iba diciendo guarradas acordes a la situación, así que cuando llegaron ella ya tenía un calentón importante.  Se bajaron del coche y entonces le vio, allí, bajo la luna llena, estaba el mejor amigo de Pablo, con quien ella había tenido bastantes fantasías que les incluían a los tres.  Ella miró a Pablo con los ojos como platos.

-    ¿Vamos a hacerlo?

-    Si te portas bien… - le contestó con media sonrisa.

Se saludaron y entraron en un bar, pidieron unas copas.  Ella no sabía muy bien qué hacer, pero no hizo falta, Pablo fue tan directo como siempre. Por eso le gustaba tanto.

-    Nico, Victoria quiere que nos la follemos entre los dos. ¿Qué te parece la idea?.

A ella casi se le atraganta el vodka al escucharlo, entonces, ¿Nico no sabía nada? ¡Dios, qué vergüenza!  Él también parecía sorprendido.

-    Pues... no sé… hombre, sí claro que quiero pero, tú estás seguro?

-    Sí, estoy seguro. Ella quiere hacerlo desde hace mucho, es toda una golfa... verás, tócala, no lleva bragas.

Nico miró a su amigo, después la miró a ella, vio que le sonreía y vio deseo en su mirada así que puso una mano en su muslo, justo dónde empezaba su minifalda, y subió lentamente.

Ella no podía creerse que eso estuviera pasando de verdad, que su fantasía más recurrente se estuviera materializando. La mano de Nico llegó hasta su sexo, la acarició, emitió un pequeño suspiro y le preguntó a ella.

-    ¿Tú quieres hacerlo, no?

Ella soltó una carcajada

-    Hombre… ¿tú qué crees?

-    Pues viendo lo mojada que estás parece evidente que sí.

-    ¿Ves lo cachonda que se pone sólo de pensarlo?- Dijo Pablo- Está deseando tener dos buenas pollas para ella sola. ¿Qué te parece? ¿Lo hacemos?

-    Pues claro- contestó Nico, deslizando su dedo por la hendidura del sexo de Victoria. – Pero antes vamos a jugar un poco. Vas a correrte aquí, en medio de toda esta gente, sin que se den cuenta- Y al decirle eso metió todo el dedo dentro de su sexo.

-    Me gusta la idea- dijo Pablo con una sonrisa de oreja a oreja.

A ella no le dio tiempo a decir nada. Estaba en medio de los dos, Pablo la giró hacia él y empezó a besarla, y Nico seguía con la mano entre sus piernas desde detrás de ella. Estaban los tres tan pegados que podía notar perfectamente sus erecciones. Notaba cómo se le clavaba la polla de Nico en el culo y la de Pablo entre las piernas. Él también metió la mano por debajo de su minifalda y la acariciaba mientras la besaba.

Tenía a dos tíos empalmados refregando sus rabos contra ella mientras le metían los dedos en el coño en un sitio lleno de gente que, aparentemente, no se daba cuenta de nada.  Estaba muy caliente.  Estaba empezando a perder el control. Nico cada vez metía más dedos y los movía más rápido, y a la vez le hablaba al oído.

-     Que zorra eres, te vas a correr delante de toda esta gente. No sabes las ganas que tenía de follarte. Esta noche te vas a enterar. Te vamos a follar como no te han follado en tu vida. Me voy a correr a pelo en tu culo para que veas como cae mi semen por tus muslos.

Escuchó eso y no puedo evitarlo más. Le temblaron las piernas, se agarró a Pablo y produjo unos gemidos que quedaron ahogados por el ruido del ambiente. Se corrió, en un sitio lleno de gente, mientras dos tíos le decían lo puta que era y todo lo que le iban a hacer esa noche. Le encantó sentirse tan golfa.

Cuando se recuperó un poco se dirigieron hacia el coche para ir a casa de Pablo. Ella y Nico se sentaron detrás. Nico se bajó la cremallera y sacó un rabo de dimensiones considerables, no tan gorda como la de Pablo pero más larga. Victoria no podía creer que fuera a tener esas dos pollas sólo para ella.

-    ¿No te gustaban las pollas grandes?- Dijo Pablo desde el asiento de delante. – Pues esta noche te van a partir en dos.  Métetela en la boca.

Victoria se echó hacia delante y rodeó con sus labios el sexo de Nico.

-    Ya verás como lo hace, Nico, es toda una maestra mamando pollas.

Mientras tanto Pablo también se había desabrochado el pantalón y se tocaba mirando por el espejo retrovisor mientras conducía.

-    ¡Que cabrones sois! ¡Dejad algo para cuando lleguemos!- Victoria y Nico estaban totalmente descontrolados.

Aguantando a duras penas las ganas de meterse ese pedazo de rabo entre las piernas, llegaron hasta el garaje y salieron del coche.

-    Si estás tan cachonda no te importará nada chupárnosla aquí a los dos, arriesgándote a que nos pueda ver cualquiera que llegue…

Realmente estaba tan cachonda que ya no le importa nada. Se los habría follado subida a un escenario en un teatro con todas las butacas llenas de gente. Se puso de rodillas y se metió la polla de Pablo en la boca, era muy gorda y casi no le cabía, luego la de Nico, que era menos gorda pero no podía metérsela entera porque le llegaba hasta la campanilla. Las juntó y se puso a lamer las dos a la vez, impaciente, ansiosa, desatada.

-    Ufff, diossss que bien lo haces. Para, vamos arriba.  Esta noche  vas a saber  lo que son dos buenas pollas. Te vas a quedar afónica de tanto gritar.

Subieron medio desnudos, comiéndose la boca y magreandose en el ascensor, en los pasillos y contra la puerta.

Cuando llegaron ella siguió chupádosela a Pablo mientras Nico se metía una de sus tetas en la boca y apretaba alternativamente sus pezones con los labios y con los dedos.

-    ¿Te gusta que te pellizque los pezones? Ya verás cómo te gusta que lo haga mientras te corres.

Bajó por su espalda y colocó su cabeza entre sus piernas, comenzó a lamer su sexo mientras Pablo le sujetaba la cabeza para que se metiera su polla más adentro.

-    Métele un dedo en el culo, verás  lo perra que se pone- Dijo Pablo entre gemidos

Y lo hizo, y, efectivamente, ella se puso muy perra.

-    ¿Te pone que te meta un dedo en el culo? Pues cuando te clave la polla vas a flipar, pero todavía no.  Esta noche la vas a recordar toda tu vida.

-    Pero… nunca lo he hecho- confesó ella.

-    Pues hoy es el día perfecto para hacerlo por primera vez.

Hacía mucho que quería que se la metieran por el culo, pero Pablo la tenía demasiado gorda, por lo menos para la primera vez.  Lo habían intentado alguna vez y al final habían tenido que dejarlo.

Nico siguió lamiendo y metiéndole los dedos hasta que ella volvió a correrse, con la polla de Pablo en la boca, y entonces cambiaron las posiciones.

Pablo la puso a cuatro patas en el sofá y se puso detrás de ella. Se la clavó sin contemplaciones, cómo sabía que a ella le gustaba, y se puso a embestirla a lo bestia, haciendo que se tambalera.  Ella gritaba y pedía más.  Nico les miraba.

-    Te gusta que te den caña, ¿eh?-

Ella abrió los ojos, le miró y sonrió.

-    Me encanta que me den caña. ¿Quieres probar?

-    Jajaja, te vas a enterar pequeña golfilla… ¿Pablo, empezamos a jugar duro de verdad?

-    Jajaja, ¡Claro! ¿Preparada?- Eso último lo dijo mirándola a ella.

-    Estoy más que preparada.

Pablo se sentó en el sofá,  mirándola, con su enorme polla hinchada apuntando al techo.

-    Clávatela.

Ella se sentó encima y empezó a moverse rítmicamente mientras él intentaba atrapar sus pezones con la boca. Pablo tenía la polla más gorda que había visto nunca, le encantaba tenerla dentro, las primeras veces que estuvo con él parecía que no entraba, pero al final entró y cuando tenía eso dentro se sentía totalmente llena. O eso pensaba.

Notaba la lengua de Nico en su culo, estaba preparándola, lo iba a hacer de verdad… ¿Y si no podía?  Se había imaginado esa escena cientos de veces. Y se había corrido cientos de veces  imaginándola, pero ahora no sabía si iba a ser capaz.

Pablo, que siempre había tenido con ella esa capacidad de intuición, le dijo:

-    Te va a encantar, ya verás. Tú estás hecha para esto, pequeña. Para disfrutar.

Ella se relajó un poco y siguió follándose a Pablo como si fueran dos perros sin collar. Nico le metió un dedo en el culo. Dos. Le estaba encantando. Le echó algo viscoso, lubricante, supuso ella, y metía y sacaba los dedos cada vez más rápido. Y entonces los dedos salieron, y notó algo más grande empujando contra su culo.

-    Ahhh, no va a entrar.

-    Sí va a entrar, tranquila. ¿Estás bien?

-    Sí

Siguió empujando y entró un poco. !Había entrado!,¡Sí que podía! Se quedó parado un momento.

-    ¿Bien?- volvió a preguntar

-    ¡Si!

Le dolía un poco, pero tenía un rabo enorme en el coño y otro en el culo. Nunca se había sentido tan puta, y le encantaba.

Nico siguió, poco a poco, parando cada vez que entraba un poco más, hasta que dijo.

-    Ya está, ha entrado entera.

-    ¿Me la has metido entera?- Preguntó ella con una sonrisa de oreja a oreja, como una niña que ha conseguido comerse su plato entero de comida.

-    Sí, así que ahora prepárate para ver las estrellas.

Y volvió a comenzar el movimiento rítmico, esta vez a tres cuerpos, unidos en una misma sintonía que se rompía con los gemidos y los gritos de ella pidiendo que le dieran más y más fuerte. Perdió la cuenta de cuantos orgasmos había tenido.

Pablo fue el primero de los dos en correrse y se quedó mirando cómo su amigo le follaba el culo a esa chica que le volvía loco, que era la imagen de la inocencia y en la cama se convertía en una leona. Que era capaz de tener la sonrisa más tierna del mundo y dos segundos después la mirada más morbosa.

Ver esa imagen, verla gritar a cuatro patas pidiendo más, sudando, despeinada, con las mejillas rojas de excitación, las tetas botando con las embestidas , hizo que se le pusiera dura otra vez.

Se puso debajo de ella, a lamer su sexo mientras su amigo hacía un último esfuerzo por aguantar un poco más, aunque ya no iba a tardar mucho.  Y cuando él anunció que se iba a correr dentro de su culo, ella misma tuvo un último orgasmo provocado por la lengua y los dedos de Pablo.

Cuando los dos volvieron a abrir los ojos, lo primero que ella vio fue la polla de Pablo a dos centímetros de su cara.

-    Abre la boca

Ella, que era muy obediente, le hizo caso. Y Pablo sólo tuvo que hacer un par de movimientos con la mano para que un chorro de leche caliente saliera disparado a la boca de ella, que se la tragó encantada.

Se quedaron unos minutos sin hablar, absortos en el placer de lo que habían compartido, hasta que ella se levantó para ir al baño y unos hilitos de líquido espeso cayeron por sus piernas.

-    Te dije que ibas a ver cómo mi semen te caía por los muslos.

Y se rieron los tres. Y después se quedaron dormidos, agotados y felices, mientras la luna de porcelana asomaba por la ventana.