Lulú

Segunda parte de Jenny... Una amiga las visita sin imaginar lo que sucedería...

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Lulú

La llamada me tomó por sorpresa, habían pasado meses desde la última vez que había hablado con Delia y ahora me explicaba toda alborotada que se había casado…

<¡No es extraño!>, pensé.

Del grupito de amigas era la más timorata sin duda, la única a quien no le gustaba fiestar o salir mucho. En realidad, la invitábamos no porque fuera divertida, más bien porque pagaba las cuentas y cuando ella iba nos la pasábamos de lo lindo sin escatimar gastos.

Entre risas que  me obligaba a contestar cansinamente me platicaba los pormenores de su feliz y a mi parecer, aburrida vida marital.

Me invito a su departamento para una cena y que conociera a su pareja… Jenny, me pareció que había dicho.

Acepte solamente porque sabia que le encantaba todo lo gourmet y seria ocasión de ver con que cosa “alíen” se había juntado.

La noche pactada llegué lo mas tarde que pude…

Puse una carita de disculpa cuando abrió la puerta y me repateo no verla algo molesta. Todo lo contrario, la bruta estaba sonriente.

Entré a mis anchas y me senté en un silloncito de la cómoda salita de estilo nórdico que predominaba en todo su depa… ¡le envidiaba todo aquello!, ese estilo de vida que derrochaba lujos.

Me ofreció un refresco que de mal talante acepté, < ¡carajo!, ¿Por qué núnca ofrecía algo con licor? >

No vi por ningun lado a su "conquista", pero ya me la imaginaba como alguna chica casi similar a mi “amiga”, boba.

Delia entro en la cocina y me pidió que pusiera música.

Como era de esperarse, no encontré nada a mi gusto, pura baladita en su pod.

Estaba en esas, cuando de algún sitio salió, se me quedo mirando…

  • ¡Tu debes ser Jenny!, ¿verdad? – Le pregunte un tanto sorprendida por su repentina aparición.

Su risa era contagiosa…

  • Perdona, creo que te asuste, ¿verdad? –

  • ¡No fastidies, casi me matas! – Respire profundamente

  • Tu debes ser Lulú… Pensamos que ya no llegabas. – Dijo

  • ¿Invitaron a alguien más? – Pregunté

  • Eeerr… Pues no - se encogió de hombros

  • Entonces sí, soy Lulú – Rei un poco notando su carita turbada al haberla dejado un poco en desventaja.

Para nada era lo que había esperado. Bastante linda, muy blanca y de cabello negro que le caía en forma de honguito. Llevaba un vestido negro corto de una sola pieza y su silueta era encantadora, apenas se notaba un leve carmín en sus labios. Sus ojos estaban enmarcados con unas suaves ojeras que parecían naturales y destellaban, dándole un semblante algo extravagante.

A pesar de su delgadez sus piernas eran gruesas y torneadas, el talle fino aumentaba sus caderas y sus pechos sobresalientes y algo colgados, aunque el vestido se notaba ajustado.

  • ¿No encuentras algo que te guste?  - Preguntó de repente y sentí mi cara algo caliente. Tal vez la había mirado demasiado fijamente.

  • ¡Nada! – contesté con la voz un tanto alta.

  • ¡Perame! – Se giro y de un cajón saco otro móvil…

Al voltearse pude ver su hermoso culo respingón, de esos que dan ganas de azotar… <¡Seguramente mi mano quedaría bien marcadita ahí!> Pensé.

  • ¿Qué tienes ganas de escuchar? – Me pregunto dándole golpecitos al aparato

  • Algo interesante… ¿Conoces a Roosevelt? – Pregunte.

Miró en el móvil buscando y comenzó a sonar “Montreal” …

  • ¡Me gusta! – Dijo moviéndose al ritmo suavemente

– Pero no los conocía. ¡Que bien suenan! – Dijo después de algunas notas.

Lidia se apareció de repente con una charola de bambú con entremeses, quesos y algo de jamoncito serrano.

  • ¡Cielo, eso no va bien con refresco! – Le amonestó Jenny, mirando mi vaso con una mueca chistosa que me pareció super coqueta.

  • ¡Perense! – volvió a exclamar.

Me dio curiosidad y gracia como se expresaba… Parecía tan natural y desinhibida, todo lo opuesto a Delia.

Entró dando saltitos a la cocina y atolondrada me le quede viendo, siguiendo el rebotar de sus tetas.

Delia rio un poco y me ofreció de la bandeja… ¡Estaba delicioso!.

Casi al instante Jenny regresó con botella de vino tinto en mano, ya descorchada y sirvió tres copas que mi amiga tomó de su vitrina.

  • ¡Por las recién casadas! - Entrechoque mi copa brindando con la de Jenny y después la de Delia.

Mi amiga para nada estaba acostumbrada al vino y no tardó en arrastrar letras y reír hasta de que pasaba la mosca.

Me di cuenta que Jenny la miraba entre abochornada y molesta.

Al poco rato la pobre ya estaba platicando con Morfeo… seguramente él no se aburriría con ella.

Con algo de trabajo la llevamos a la recamara y la dejamos acostadita en su mundo onírico y me dispuse a irme…

  • Espérate un ratin – Dijo Jenny al ver que tomaba mi bolsa…

  • Al menos cena conmigo… ¡Que joda con Deli! – Exclamó de repente molesta.

Resoplé y moví mi cabeza…

  • ¿Se había puesto así? – Pregunté

  • ¡Para nada!, creo que estaba muy emocionada… -

  • Contigo al lado, no es para menos, linda – Le hice un guiño que recibió con la carita sonrojada.

Nos sentamos y puso la música de fondo…

  • Puedo preguntar… - Me callé un momento…

  • ¿Cómo es que siendo tan distintas decidieron casarse? –

Jenny dio un sorbito a su vino y mordiendo un cuadrito de queso…

  • Sinceramente ni yo lo sé, fue todo tan rápido que aun no me hago a la idea –

Tamborilee con mis dedos sobre la copa…

  • ¡Seguramente fue amor a primera vista!, ¿verdad? – No pude evitar reírme ante mi afirmación algo irónica.

Ella también rio, aunque su semblante parecía algo triste…

  • ¿Se conocen de hace mucho? – Preguntó

  • ¡Uffff, años! Íbamos en la secundaria juntas. Siempre fue algo taciturna… La verdad es que le cargábamos, tenía pocas amigas…

Jenny cruzo su pierna y se bajó un poco el vestido que se le había subido al sentarse.

  • ¿Siempre fue tan…? –

  • ¡Aburridaaaa! – Contesté sin dejarla terminar.

  • ¡Seriecita! Iba a decir…. – Rio ante mi ocurrencia.

  • Si si si… Seriamente aburrida, eso es – Sentencié dándole una palmadita amistosa sobre el muslo.

Al contacto noté un poco de tensión, pero su piel se erizó visiblemente…

  • ¡Seguramente que tu eras un desmadre!, ¿verdad? –

  • ¡No tienes idea!, antreaba mucho… Dijo nostálgica apretando los labios.

  • La verdad es que eres tan diferente a Delia que estoy sorprendida, tienes carita de… -

Me miró atenta al momento que hice la pausa…

  • ¿De angelita verdad? – Sonrió poniéndose un dedito sobre los labios con mirada inocente…

No lo pude soportar…

  • ¡De puta! … Tienes una cara de puta que no puedes con ella – Le solté de pronto con un poco de miedo a lo que pudiera venir.

Cerró sus ojos y unas lagrimas se le salieron. Me sentí completamente alarmada y culpable ante la reacción tan imprevista.

Intente disculparme, balbucee un poco.

Ella se levantó y supuse que me abriría la puerta para que me largara, pero sorpresivamente lo que hizo fue sentarse en el sillón frente a mí y arremangándose el vestidillo se abrió de piernas totalmente… No llevaba ropa interior y su concha sin depilar aparecía mojadita… El vellito suave estaba brilloso.

  • ¿Tan puta como esto? – Me pregunto con voz enronquecida.

  • ¡Por dios! – Exclame de manera involuntaria…

La miré y noté que sus pezones estaban duros…

  • ¡Ella casi no me toca! – Dijo con un susurro lascivo, casi suplicante…

  • ¡No me da lo que yo necesito! –

Aunque no me consideraba para nada tímida, aquello me había dejado pasmada. No sabia se irme o aventarme sobre de ella…

Alzó su mano derecha y dándole un jalón a su vestido se bajó el escote, una teta se le salió de la manera mas vulgar imaginable. Parecía un monte nevado coronado con una cúspide negra, al inverso de la realidad.

El pezón era enorme y estaba enhiesto, tenia ese tipo de pechos con aureolas inmensas y algo abultadas que algunas mujeres manifiestan al estar embarazadas, sin embargo, ella no lo estaba en apariencia. Algunas venas verdeazuladas recorrían la piel blanquísima.

¿En qué momento se había puesto tan excitada?, no tenía remota idea, pero lucia de esa manera.

Mi boca se abrió de manera estúpida al contemplar cómo se guiaba el pecho hasta que encontró sus labios y con certera puntería se atenazó el pezón entre ellos.

Un jaloncillo seguido de sonoras mamadas lo dejaron ensalivado y escurrido de manera inverosímil.

Un dolor inusual me recorrió las palmas de las manos y me di cuenta que apretaba mis uñas sobre ellas. Estaba temblando y sudando ligeramente…

Mi entrepierna producía humedad que podía sentir bajando por mis muslos.

  • ¡Que cabrona eres! – Pude musitar sin apartarle mi mirada.

Su cuerpo se movía al compás de su respiración y podía escuchar un silbido suave al subir y bajar su pecho. Me mostraba los dientes como si gruñera…

  • Acércate – Me pidió lastimeramente

Mis piernas se movieron sin que tuviera voluntad para oponerme y de pronto nuestros labios se unieron en un beso tremendo, largo y húmedo como pocas veces había experimentado.

Su perfume era delicioso, tanto como su propio sudor que me embriagaba.

Al separar mis labios, estos buscaron sin demora el botón hinchado que ella me ofrecía, lo apreté, lo estiré con suavidad…

  • ¡Muérdemelo! – Gimió susurrándome al oído

Mordí y un grito contenido se le escapo. Mi mano se movía ya sobre su concha y al apretar mis dientes, sus jugos llenaron mis dedos. Frote mis yemas notando su viscosidad y tesitura para después con el mismo flujo acariciar y descubrir el sensible clítoris… Se lo pellizque ligeramente provocándole un estremecimiento y profirió unas palabras altisonantes en voz tan baja como ameritaba la situación tan riesgosa.

Su cadera se movía expresándome la necesidad imperiosa de sentir algo dentro de ella. Contuve el momento que esperaba y pedía con su cuerpo, hasta que desesperada me guio la mano que yo intentaba retener.

  • ¡Metemelos ya!, ¡Metemelosss! -

No lo hice, seguí tocándola ligeramente y su cadera comenzó a saltar arriba y abajo, trazando círculos, en su desesperado intento de que mis dedos la poseyeran.

Su pezón se me escapaba de la boca con el loco baile que le imponía a su cuerpo y yo intentaba atenazarlo como bien podía…

Sus uñas enterradas en mi nuca, empujándome la cabeza sobre su seno que deseaba que maltratara y al no conseguirlo jalaba mi cabello…

  • ¡Me matassss! - Exclamo con fuerza y mi otra mano salió disparada para callarla.

No atine a taparle la boca y mis dedos le entraron… Su lengua los recibió dándoles rápidas lamidas que al poco tiempo crearon hilos de saliva que escurrieron entre mis falanges…

De pronto estallo, su cuerpo se arqueo sobre el sillón y profirió un gemido gutural, animal y obsceno.

Sus efluvios se impregnaron sobre mis dedos en cantidad alarmantemente suficiente para manchar la tela del sillón bajo ella.

Lentamente se fue calmando hasta quedar inmóvil, de repente me empujo provocando que cayera de nalgas al piso y echando a correr, se metió al baño…

Atónita me quede ahí, jadeando, excitada a muerte. Ella no salió…

Pude escuchar sus sollozos lastimeros antes de salir con sigilo del departamento, cerrando la puerta tras de mi…