Lukas (5)

Penúltima entrega de este primer capítulo. Lukas y Silvia no formarían tan mal equipo juntos, es evidente que los sentimientos de ambos están cambiando, quién sabe lo que sucederá en un futuro?

Cuando me desperté no sabía ni donde estaba, me costó mucho recordar todo lo sucedido. Lukas no estaba. Me levanté y me enrollé con el edredón para buscarlo.

  • Lukas...? Lukas...? – lo encontré al fin, estaba marcando.
  • Espera un segundo – me dijo mientras sonreía.

La conversación empezó relajada, pero fue subiendo de volumen, no conseguía entender nada. Me quedé bastante sorprendida con la escena.

  • Inútiles... en fin. Dos minutos más y te hubiera llevado el desayuno a la cama.
  • Me hubieran inquietado los gritos. Hace mucho que estás despierto? Cómo estás?
  • Genial, ya te dije que por la mañana estaría como nuevo, salí a correr bien temprano, me he duchado y ahora iba a desayunar contigo. Cómo has dormido tú? Más despejada? – me dijo mientras colocaba sus manos en mi cintura y me besaba la frente.
  • Bien, sí, parece que me he recuperado del colocón, eso si, esta noche me he despertado mil veces para ir al baño, supongo que mi cuerpo estaba intentando eliminar.
  • Sí, también le pasaba a Jon. No me he enterado de que te hayas levantado, estaba muy cansado. Cambiando de tema, para desayunar he traído unos batidos y galletas.
  • Mmmmm batido de chocolate.

Me estuvo explicando a que íbamos a dedicar el día durante la hora de camino en coche hasta llegar a una gran ciudad, allí iríamos a un centro comercial. Lukas tenía que reunirse con otras personas e iría con él, pero para eso tendría que tener aspecto de señorita de compañía:

  • No hables a no ser que te pregunten, sé diplomática en todas tus respuestas y no te separes de mi ni un cm, sonríe siempre. Cómprate ropa bonita ahora en el centro comercial, pero informal, con una camisa bonita y unos tejanos bastará. También compra todo lo que creas necesitar para estos dos días, hasta que... bueno, hasta el día de la entrega. Bueno, estamos apunto de llegar.

Bajamos del coche, era temprano y había relativamente poca gente. Nos fuimos a la zona donde estaba la ropa. Elegí unos tejanos con aspecto desgastado, me los probé, me miré por delante, por detrás, me hacían un culo bonito. Luego me probé una camisa con forma de túnica, blanca, no demasiado larga y un bonito bordado en el cuello y escote. También me probé un conjunto de ropa interior, lencería negra y finita y un par de braguitas más sencillas para los días que me quedaban. Finalmente miré una chaqueta de piel negra, me daría calor, últimamente estaba pasando demasiado frío. Lukas me vigilaba mientras hacía lo propio de cambiar el vestuario. A la hora prevista nos encontramos en la puerta del baño y entramos a nuestros respectivos aseos divididos por sexos para cambiarnos la ropa.

Cuando salió Lukas me quedé boquiabierta, estaba guapísimo y él dijo que yo estaba preciosa. Me había puesto una pizca de colorete, rimel en las pestañas y cacao en los labios, también había pasado por la zona de perfumería y disimulado con maquillaje el la mejilla aún amoratada. Por un momento volví a sentirme persona después de tantos días y se me debía notar que estaba contenta por eso, no dejaba de sonreír.

Lukas me cogió la mano en el trayecto de vuelta al coche, me dijo que era por guardar las apariencias y yo claro, me lo iba a creer. Llegamos a un bar, Lukas saludó a 3 personas que había en la barra y todos nos sentamos en una mesa.

  • Lukas cuanto tiempo, veo que vienes bien acompañado – dijo uno de los hombres.
  • Sí y veo que tú vienes tan sólo como siempre.

Hablaron un rato largo, otra vez no entendía nada, intentaba entender algo del idioma pero era imposible, hablaban demasiado deprisa, no me daba tiempo de procesar y eso que Lukas me había intentado enseñar durante el trayecto, frases cortas, raras veces identificaba alguna palabra. Me limité a sonreír como me había dicho Lukas y a tomarme el café con leche tranquilamente viendo el movimiento del bar. Hubo un momento que la conversación se volvió agitada, pero Lukas no perdía la sonrisa ni alzaba el volumen, eso me daba tranquilidad. Intercambiaron dos bolsas mochilas, Lukas abrió la del hombre y este la de Lukas, el hombre no dejaba de gritar, no estaba de acuerdo.

  • Paul me estás asustando a la chica y no va a querer venir más conmigo – dijo Lukas en un intento de que bajara el tono.

El tal Paul sacó una pistola y comenzó a apuntarnos, la gente comenzó a salir gritando del bar:

  • No me gusta que me tomes el pelo Lukas, nunca he tenido sentido del humor y en la bolsa no hay lo que estaba acordado.
  • Baja el arma Paul, no seas estúpido, tenemos 2 minutos para irnos antes de que venga la policía, ya acordaremos condiciones en otro momento.
  • Y si apunto a tu amiguita? Acordaremos condiciones ahora mismo? En dos minutos? – dijo mientras dirigía el arma a mi frente.
  • Lukas... – le dije, mientras le miraba pidiéndole ayuda.
  • Baja el arma enseguida!! ... QUE BAJES LA PUTA PISTOLA!!! Pedazo de cobarde, apúntame a mi, ella no tiene nada que ver en todo esto.
  • Estás perdiendo el tiempo Lukas y no has cumplido el trato.
  • Tú tampoco!! No es nada personal contigo chica, ponte de pie... QUE TE PONGAS DE PIE!!

Temblando me puse en pie.

  • Muy guapa, si señor. Da una vuelta completa – dijo Paul – si algún día Lukas renuncia a tus servicios ponte en contacto conmigo – mientras me colocaba las manos en las caderas, juntándolas en el culo con lo que bajó el arma confiándose.

Junté fuerzas y le di un codazo en toda la cara, como me habían enseñado en defensa personal. Sentí un tirón muy fuerte en el hombro malo. Lukas se quedó flipando, tanto que no pudo advertir como uno de los amigos de Paul le daba con el puño cerrado en la mandíbula. La pistola de Paul cae al suelo, la intento coger, pero el otro amigo de Paul me da una patada en el costado, caigo al suelo, Lukas al verlo se tira sobre él, aprovecho y me arrastro hacia la pistola

  • El que se mueva lo reviento!! – dije mientras apuntaba, y esta vez con el pulso firme y la mano izquierda bajo la derecha como Lukas me había enseñado para mantener el pulso firme, estaba asustadísima pero al menos el pulso no era un traidor chivato.

Lukas caminó hacia mi, le habían golpeado, sangraba por una de las comisuras de los labios. Sacó su pistola y sin dejar de apuntar al trío, tendió su mano para ayudarme a ponerme en pie. Estaba un poco aturdida con todo, su brazo fuerte hizo casi todo el trabajo para ponerme en posición vertical.

  • Silvia, puedes coger las dos mochilas? – dijo sin dejar de mirar a los otros.
  • Sí.
  • Venga, date prisa. Camina a la puerta y dime si ha llegado la poli o si oyes sirenas.

Lo hice, no pesaban casi, no hubiera podido sino.

  • No, aún no ha llegado nadie.
  • Bien.

Me sobresalté al escuchar los disparos, no quería mirar.

  • Corre al coche! – me dijo mientras venía tras de mi.

Qué podía hacer más que obedecer? había gente mirando, pero al ver una persona salir del local se escondieron también. Nos metimos en el coche, tiré las mochilas atrás no sé como y Lukas salió marcha atrás.

  • Ponte el cinturón.
  • Que has hecho Lukas?
  • De que?
  • Les has matado? – le dije preocupada.
  • Merecían morir, pero prefiero que se pudran en la cárcel, les he disparado en las rodillas.

Mojé un pañuelo con el agua de un botellín y comencé a limpiarle la sangre.

  • Si te hago daño me lo dices.
  • No, no te preocupes. Como estás tú?
  • Bien, creo, estoy demasiado nerviosa.
  • Silvia!! Tienes sangre en el hombro!
  • Lukas...
  • Tranquila, pararemos enseguida. Tenemos que dejar este coche y coger otro.

Así hicimos, Lukas se cargó las dos mochilas tras aparcar el coche en la calle de un pueblo cercano, andamos por una calle. Lukas pasaba su brazo por mis hombros dándome calor y ayudándome a caminar mientras presionaba el botón de una llave de coche. Al fin se abrió uno, nos subimos. Emprendimos la marcha, pero para parar no demasiado lejos.

  • Déjame ver, quítate la camisa, pongo más alta la calefacción.
  • Necesito que me ayudes.
  • Venga, dime si te hago daño. Relaja todo lo que puedas el brazo.

Me quitó el esparadrapo despacito, despegando un borde, lo pegó de nuevo y abrió el de la espalda.

  • Te han saltado varios puntos, te duele aún verdad?
  • Sí.
  • Aguanta un poquito, pasaremos por una farmacia y luego pararemos en un hotel.
  • Vale – mientras intentaba taparme de nuevo con la ayuda de Lukas.
  • He sido un irresponsable, un inconsciente nunca tuve que haberte llevado allí!!
  • Si hubieras sabido que esto pasaría no lo hubieras hecho – le dije mientras le besaba la palma de la mano.

Me acurruqué en su pecho en busca de un abrazo.

  • Eres demasiado importante – me dijo con la voz temblorosa.
  • Venga, vamos a eso – le dije reprimiendo unas lágrimas.

En la puerta de la farmacia, aún dentro del coche, llamó por telf al médico que me sacó la bala, Lukas volvió a hablar su lengua materna, no entendí nada. Me dio un beso y bajó. Volvió con una bolsa y según lo acordado, fuimos a un hotel. Una vez en la habitación me ayudó a desnudarme. - No me había fijado en el coche del conjunto tan bonito que llevas, me encanta la lencería negra y te queda fenomenal. - Sí? A mi también me gusta. - Estás muy guapa, ... bueno bonita mía, túmbate. Te voy a ir contando, primero tengo que quitarte los puntos dañados que ejercen presión sobre la piel, es lo que te va a doler un poco más, luego te pegaré estas pegatinas tan cucas que harán la función de los puntos. - Dónde aprendiste a hacer todo esto? - Lo he tenido que hacer varias veces, por desgracia.

Cuando terminó, hizo lo mismo con la espalda.

  • Me da miedo ponerme detrás de ti, si te comienzo a hacer daño dímelo y paro, no quiero llevarme un sopapo como el que le has dado a Paul, de dónde has sacado tanta fuerza pequeña Tyson? – me dijo.
  • Jaja, mucha ira contenida y mucho miedo :D – mientras me sonrojaba.
  • Ya he terminado. Mira, yo que te tenía por una chica dulce, delicada e indefensa. Es más, estoy muy muy interesado por que me enseñes en hacer eso, jaja. Uh! El labio – dijo mientras se tocaba el labio.
  • Espera voy a ver si hay algo frío en el minibar.

Mientras se tumbaba cogí un pañuelo del bolso y lo llené de hielitos. Se lo puse en la cara con cuidado, mientras con mi dedo separaba su flequillo y besaba su frente. Me hizo bajar a su boca, a por más besos, se le dibujaba ya la sombra de la perilla, me encantaba ese detalle.

  • Déjeme que termine de hacerle el examen médico, relájese caballero – le dije mientras abría los botones de su forro polar.

Bajé a sus pantalones, y me llevé también su ropa interior.

  • No se preocupe, ni se ponga nervioso, es un examen rutinario.
  • Demasiado tarde, es evidente que ya estoy nervioso.
  • Jajaja, lo siento lo siento, no quería reírme.
  • Me encanta tu risa, te lo he dicho alguna vez?

Volví a besarle, mientras nuestras manos torpes se cruzaban para ayudarme a bajar los tejanos. Me tumbé sobre él y seguimos con los besos, buscaba y jugaba con su lengua. Se puso de rodillas en la cama y con cuidado tiró de mis braguitas, desnudándome por completo. Se tumbó encima de mi y seguimos besándonos desnudos.

  • Enséñame le dije – mientras ponía mi dedito índice en sus labios – que te gustaría que te hiciera? – dije al tiempo que bajaba y ponía la punta de su polla húmeda en mis labios.

Me dio un besito en la punta del dedo, hice lo propio, luego lo lamió, repetí lo mismo y poco a poco me indicó que es lo que le gustaba y como le gustaba. La escena era muy excitante, me encantaba sentir que le daba placer, segura de mis movimientos. Comenzó a succionarme el dedo, como se succiona un chupete, noté que eso le volvía loco. Me excitaba verlo así, comencé a masturbarme, a veces tenía que parar de acariciarme, me gustaba tanto que era incapaz de tener una buena coordinación de movimientos. Cerré los ojos para centrarme a lo que sentía en mi dedo índice. Cuando vi que se lo introducía por completo en la boca, sentí el reto de hacer lo mismo, hasta donde pude, gimió fuerte. Comencé a buscar un ritmo fijo, con suficiente fricción, pero lento.

Levantó la cabeza, me miró a los ojos, le devolví la mirada. Volvió a apoyar la cabeza en la almohada y entonces sentí que se iba a correr, seguí hasta el final, succionando mientras me llenaba la boquita, comencé a correrme, no podía gemir, ni gritar, ni jadear, sólo decir ‘mmmmm’ que salía desde lo más hondo de mi garganta en un gemido ronco. Fui tragando el dulce néctar de Lukas a medida que me lo iba dando. Cuando terminamos, sólo pude tumbarme a su lado y oyendo acercarse una tormenta, nos quedamos dormidos.