Lukas (3)

Silvia comienza a tener el síndrome de Estocolmo y a Lukas se le acaba el tiempo para hacerse con ella, ya está fijada la fecha y precio del rescate.

Poco a poco me voy recuperando, hace 4 días que estoy allí, al único ser humano que veo es a Lukas, entra de vez en cuando, atiende mis heridas, me trae la comida y me da baños con esponja, desde que estoy ahí no me ha preguntado ni una sola vez para que le diera información. A veces me encuentra dormida, me despierto al oír la puerta, pero continúo haciéndome la dormida, me da un beso en la frente y despacio se tumba un ratito a mi lado.

Parece que ha pasado una eternidad desde que Ramón me entregara en el bosque y siento como que de alguna forma llevo allí meses y no sólo 4 días. Lukas tiene mis cosas, mi portátil, mi teléfono movil, sólo me permitió enviar un sms, a quien yo quisiera, para decir que estaba bien, después de comprobarlo y recomprobarlo, pude mandárselo a mi madre.

Tampoco tengo contacto con el mundo exterior, no veo la TV ni escucho la radio, lleno mi tiempo leyendo o viendo películas. A veces se cuela un gatito muy cariñoso por una rendija y me hace un poco de compañía.

Sabía que tenían negociaciones con la poli para cobrar por mi rescate, aunque a medida que iba pasando el tiempo menos quería salir de allí, sabía que comenzaba a tener el síndrome de Estocolmo y Lukas también lo sabía. Escuchaba voces tras la puerta, pero nunca dije nada, además tampoco me iban a ayudar. Veía a Lukas, el que había sido el peor de mis enemigos, como mi único apoyo.

Eso me convertía en una pequeña esclava de sus deseos.

Aquella tarde entró muy enfadado, sabía que yo tenía alguna culpa en su enfado, no era bienvenida en aquel lugar. Al verle me senté en la cama, puse las manos cerca de mis rodillas, apoyadas en el filo de la cama.

  • Silvia ponte de rodillas.
  • ...
  • QUE TE PONGAS DE RODILLAS!! – dijo mientras me apuntaba con la pistola y con la otra mano desabrochaba sus pantalones – venga bonita, dame una buenísima razón para que no acabe contigo ahora mismo. Desnúdate, quiero ver tus pechos mientras me la comes.

Le obedecí, me puse de rodillas, me quité la chaqueta del chándal, estaba desnuda debajo. Se fue acercando hacia mi, cerré los ojos y acarició mi mejilla, luego puso su pulgar en mi barbilla, haciéndome abrir la boquita. Pronto comencé a sentir su polla entre mis labios, húmeda. Comenzó a moverse, suavemente, sin movimientos bruscos, a pesar del enfado, no había perdido los papeles, sabía que era todo un juego. En un movimiento pude ver como la pistola estaba sin carga. Jugueteaba con mi lengua. Su ira comenzó a calmarse, a transformarse en excitación.

Mentiría si no dijera que me excitaba mucho la situación. Comencé a succionar despacio, mientras le miraba a los ojos, él sonreía y me miraba también. A veces no podía mantener la mirada, cerraba los ojos y echaba la cabeza atrás. Puse mis manos en sus rodillas, fue inevitable subir y acariciar sus piernas en dirección a sus glúteos, bien formados y bien contorneados. Acompañaba con mis manos su movimiento. A veces mis manos viajaban a sus muslos, por delante, bajando hasta llegar encima de sus rodillas.

  • Qué te pasa? Porque no puedes terminar? – me detuve y le dije en un susurro, jadeando, era evidente que estaba excitada también – es que no te apetece, no te gusta?
  • No lo he hecho nunca, no sé si te gusta.
  • Quiero beberte Lukas, déjame probarte... por favor, deja que sienta por un instante que eres mío.

No dijo nada, me miraba exhausto, excitadísimo, con los labios semiabiertos. Cerré los ojos, mientras volvía a sentirle, sabía que no había marcha atrás, a partir de entonces, podría correrse en cualquier momento. Volví a poner las manos en sus muslos, a acariciar su suave piel con mis manos, cerré los ojos y me concentré en lo que estaba haciendo, en buscar con mi lengua sitios que le hicieran enloquecer.

Unas gotitas de líquido preseminal se mezclaron con mi saliva, Lukas respiraba contenidamente, sabía que el momento estaba cerca. Lo miraba, no me perdía detalle, quería que quedara fijado en mis retinas el momento en que su cara se transformaba en un gesto de placer. No se hizo de rogar, empezó a moverse despacio, yo abrazaba su polla con mi boca, para que sintiera la fricción, el primer gemido salió de su boca y segundos después empecé a sentirlo en mi boca, cerré los ojos, fui bebiéndole poco a poco a medida que me iba dando de él.

Cuando salió de mi boquita, con mis dedos limpié las comisuras de mis labios de saliva. Él caminó despacio y se sentó en la cama. Me levanté y me senté a su lado. Me ayudó a ponerme la chaqueta, no sin antes hacerme una leve caricia en uno de mis pechos. Nos tumbamos un rato en la cama, sin decir nada. Pasados unos minutos pregunté:

  • Puedo preguntar que ha pasado?
  • Dentro de unos días serás libre, dos días, tal vez tres. Se están ultimando los detalles.
  • ... – no dije nada con la intención de que pudiera decir y expresar todo lo que quisiera.
  • No es justo que estés aquí, ni que estés conmigo obligada...
  • Obligada? No te hubiera pedido lo que te he pedido.
  • Sí, tienes razón, pero me pregunto que hubiera pasado si estuviéramos en otro escenario. No quiero que estés aquí en contra de tu voluntad. Sé que a partir del momento que seas libre, te habré perdido, somos enemigos, recuerdas? Tu no puedes formar parte de mi vida, ni yo de la tuya.
  • Pero Lukas... – me quedé callada cuando le vi desmoronarse, aquel tipo duro, aquellos ojos fríos, se volvían en cálidos y empañados por las lágrimas.
  • Nadie más me conoce, sólo tú.

Me incorporé un poco, y cerrándole los ojos despacio besé sus párpados y luego sus labios. Me acurruqué en su hombro:

  • No pienses en eso ahora – le dije.

Se tiró a mis labios, y comenzó a besarlos dulcemente. Con mis manos mesaba su pelo. Él seguía desnudo. Me ayudó a darme la vuelta, a ponerme bocabajo, tiró de mis pantalones y comenzó a besarme el cuello. Mientras se ponía encima de mi. Su mano viajó por mi vientre buscando mi coñito, al que obligó a moverse, levantando un poco el culo. Lukas empezó a masturbarme el clítoris, mientras sentía que su polla comenzaba a penetrarme, puse el culo en pompa todo lo que puse para ayudarle, excitada. Así me mantuve mientras me follaba sin dejar de estimular mi clítoris. Besaba mi cuello. Estaba aún excitada de antes, sus dedos en mi clítoris me volvieron loca, pronto cerré las sábanas en mis puños, cerré los ojos e hice fuerza para no gritar. Lukas se volvió a correr, en silencio también, casi no pude advertir que iba a hacerlo.

Salió de mi, quedé agotada después de las dos sesiones, me volvió a besar en la nuca y me susurró en el oído:

  • Te quiero, estate tranquila y descansa un rato. Tengo que irme pero volveré en un momento, antes de que te despiertes.